Capítulo 8.

Cuando llegó la cena (ja, siempre pasan cosas en la cena). Paola notó que Lily no estaba, y fue extraño, ya que la había dejado en su dormitorio cambiándose en el baño y había salido antes que ella muy rápidamente. Se sentó a esperar que le sirvieran su comida, mientras se sumergía en un mar de pensamientos, nuevos para ella, porque incluían nada más y nada menos que al ex capitán del Furano. De pronto reaccionó al notar que le hablaban.

-¿Le molesta si la acompaño? –le preguntó Hikaru, con su habitual caballerosidad seria

-Eh, no, siga usted –contestó Paola algo avergonzada, pensando "menos mal no sabe que estaba pensando en él"

-Si le soy sincero, no me agrada este trato tan usteado –reconoció el muchacho extrañamente, ya que los japoneses son mas bien seriecitos- Me agradaría, como a muchos otros, que me trate por mi nombre

-Je, no podría, recuerde que estamos en un ambiente de trabajo

-Sí, pero no estamos en la época del Shogun –bromeó el muchacho OO (ja, mucho Rurouni Kenshin para mi XD)- Así que...

-Bien, bien –aceptó la muchacha sonriendo divertida- Lo haré si ustedes dejan de llamarme "doctora", porque para empezar aun no lo soy y para continuar no me gustan los títulos

-Bueno, señorita Shinobara, será un gusto entonces hablar con usted de ahora en adelante –dijo Hikaru, sonriendo

-Tampoco me diga señorita –le pidió Paola con cara de fuchi ante el nuevo título- Mi nombre es Paola

-Entonces es un gusto...Paola

-Igualmente, Hikaru –respondió Paola, mirando fijamente los ojos cafés de Matsuyama y pensando "definitivamente los ojos oscuros son más lindos que los ojos claros" (pensamiento bien "out", digo, porque nada tendría que hacer semejante comentario, pero bueno, lo puse y se quedó...)

Ambos no se habían dado cuenta que todos los compañeros de equipo del defensor japonés los miraban con curiosidad.

Y en un centro de comida rápida cerca de allí, Lily y Jun debatían acerca de ciertas cirugías modernas.

-Lastimosamente –decía Lily- No es mucha la cultura en el mundo acerca de lo samaritano que es donar órganos

-Así es, pero yo creo que con el tiempo las cosas van a cambiar

-Es que no es posible –se indignó la joven- Hay cientos de personas, por no decir miles, que están esperando en una larga lista, el que se presente alguien que done un riñón compatible con su organismo para poder seguir viviendo ¡y la gente no quiere entender que cuando alguien fallece puede hacerle el favor a alguien de seguir viviendo!

-Yo creo que eso ingresa en la idiosincrasia de cada persona –añadió Jun, admirado por la pasión con la que Lily hablaba- Incluso es parte de los valores humanos que la familia le da a cada uno de sus miembros

-Yo no puedo creer que haya gente que no se inmute ante estas situaciones... –concluyó Lily, cruzándose de brazos, y recostándose contra el espaldar de su silla- ¿Qué? –preguntó al notar que su acompañante no decía nada, sólo la miraba callado

-Eres una de las pocas personas que le pone tanto ahínco a su vida y aun se preocupa por la de los demás –comentó el muchacho pensativo

-¿Eso es malo? –preguntó Lily confundida

-Claro que no -contestó Jun- Mas bien lo veo como algo muy bueno, y permítame felicitarla

-¿Permítame? Creo que al menos estando aquí, fuera del complejo, puede tratarme de tú ¿o no?

-Je, creo que sí, si usted también así lo hace

-No lo veo muy difícil...Misugi –dijo Lily sonriendo

-Yo tampoco Lily

-Ahhh –suspiró la muchacha, desviando la mirada

-¿Ocurre algo?

-No puedo creerme aun que esté aquí, contigo –comentó Lily- Hace sólo unos días estaba en el hospital, siendo una fan más del fútbol y la selección japonesa. Y ahora mírame, puedo ser parte de su quehacer diario y estoy charlando acerca de Medicina con uno de los mejores jugadores de toda la historia de Japón

-Gracias por el cumplido –sonrió Jun bromista

-Eso es cierto y hasta tú lo sabes –lo regañó Lily seriamente

-Bueno, bueno, no te lo tomes tan a pecho

-No lo hago, sólo digo la verdad

-Deberíamos repetir esto cuando podamos –ofreció Misugi, luego de un tiempo de silencio- ¿Qué me dices?

-Seguro, yo encantada –respondió Lily sinceramente, luego tuvo que disimular- Digo, porque me agrada charlar contigo

-A mi también, si te soy franco –reconoció el muchacho, sonriendo

Lily se quedó fascinada mirando al muchacho, hasta que un par de escandalosas fans se acercó a ellos para pedirle un autógrafo a Jun y solicitarle algunas fotografías, mientras la pobre mexicana estaba con cara de pocos amigos viendo tal escena. Así que aburrida tómo su mochila y salió. Jun se disculpó y salió tras ella.

-¿Pasa algo? –preguntó el joven extrañado

-Salir con uno de ustedes siempre será complicado –reconoció Lily suspirando- Jamás dejarán de reconocerlos e interrumpir un lindo momento

-¿Uno de...nosotros? –preguntó nuevamente

-Sí, porque con Genzo y Taro pasa igual, fans por aquí, fans por allá... –siguió diciendo hasta que se percató con quién hablaba- Je, olvídalo

-¿Genzo y Taro? –se extrañó Jun aun más

-Sólo daba ejemplos, por ejemplo tampoco podría ir a charlar a ninguna parte con Jito o Mamoru –disimuló Lily nerviosamente- ¿Entiendes lo que digo?

-Supongo que sí –respondió el muchacho nada convencido de la excusa

-¿Regresamos ya?

-Sí, vamos

En el camino se toparon con las dos últimas personas a quienes Lily hubiera querido ver: Genzo y Taro. Ambos jóvenes miraron a la pareja con las cejas muy arqueadas.

-Buenas noches, Wakabayashi, Misaki.- saludó Misugi, muy cortésmente.

-Buenas noches.- respondió Taro, sonriente a pesar de su sorpresa.- Hola, Li-chan.

-Hola Tarito.- murmuró Lily, mirando hacia otra parte.

-No sabía que hubieses tenido una cita... .- Taro miró a la pareja con cierta picardía.- ¡Qué rápido me olvidaste!

-Deja de decir babosadas.- protestó Lily.- No era una cita.

-Así es, solo salimos a tomar un café.- afirmó Jun, muy serio.

-Pues eso para mí es una cita... .- seguía insistiendo Taro quien, a pesar de lo que dijera, sus ojos mostraban cierto enojo.

-No lo es.- negaron Jun y Lily, al unísono.

-Pues a mí me parece que sí.- afirmó Genzo, quien hasta esos momentos se había quedado mudo.

El comentario fue hecho en un tono tan helado que los demás se quedaron callados. Una espantosa corriente de negatividad fluctuaba entre los tres japoneses. La pobre Lily se sentía como un indefenso gatito en medio de tres perros de lucha (¡Jaja, vaya comparación!).

-¿Y eso les afecta tanto?.- inquirió Jun, algo preocupado.- Hasta donde sé, la doctora Del Valle no es propiedad de ninguno de ustedes dos y no tiene por qué pedirles permiso para salir conmigo.

-Eso es verdad, Li-chan puede salir con quien se le pegue la gana.- musitó Taro, bastante molesto.- Después de todo yo nunca fui nadie que mereciera un poco de consideración por parte de ella.

-Ya vas de nuevo con el melodrama.- gruñó Lily.- No cambias...

-Esto es absurdo.- dijo Genzo.- Estar peleando por una idiotez como ésta. La doctora Del Valle no es la última mujer disponible sobre la Tierra.

Y dicho esto, Genzo comenzó a caminar, dejando a Jun y a Taro pasmados y a una Lily un tanto dolida y con deseos de amarrar al portero a un ahuehuete. La chica optó por mejor despedirse de los otros dos chicos, pretextando que ese día tenía guardia en el hospital y que no podía llegar tarde. Lily llegó con el ánimo bajo a la guardia. El comentario de Genzo le había dolido bastante, no entendía el por qué él se había comportado de esa manera tan grosera. Lily ya sabía que cuando una cosa le salía mal al inicio del turno, esa cosa le distociaba el resto de la guardia (o sea, le echaba a perder la guardia pues). El resto de la noche Lily se la pasó en cirugía tras cirugía. A la una de la mañana el cirujano de guardia entró a una apéndice que ya tenía más de 8 días de complicada. La cirugía terminó por ser contaminada debido a la cantidad enorme de pus que salió y eso terminó por frustrar a todo el equipo médico. Lily sabía que al final de la cirugía debía de tomarse una ducha, por indicaciones médicas precisas (quesque después de una cirugía contaminada uno debe de bañarse pero no está comprobado que eso ayude en algo) aunque ella estaba tan cansada que le vino valiendo queso el baño y se acostó a dormir un rato. A las cuatro de la mañana, la enfermera de quirófano llegó a avisarle que había llegado una embarazada a punto de dar a luz... Y se desató el infierno...

Todo iba relativamente bien. Edna, su compañera de guardia, era la encargada de recibir al bebé mientras que Lily atendería a la señora. Todo parecía estar normal pero al momento de que saliera la placenta... La placenta no salió. Y la señora comenzó a desangrarse a medio quirófano.

-¡Llámenle al médico ginecólogo de guardia!.- gritó Lily, desesperada.

-¡Está de vacaciones!.- respondió alguien.

Y el médico cirujano tuvo que intervenir, pasó a la señora a una cirugía de urgencia para quitarle la matriz (cuando una placenta se pega a la matriz, la única manera de quitarla es quitando la matriz completa. Hay que mencionar que es algo urgente ya que la paciente sangra hasta morirse). Las siguientes dos horas fueron un verdadero martirio para Lily. Ella solo rogaba que la señora pudiera salvarse... El cirujano no tenía NPI (ni pinche idea) de lo que estaba haciendo y el tiempo se acababa... A las siete de la mañana, ya todo el hospital estaba volcado sobre quirófano tratando de ayudar. Lily se sentía súper cansada, solo veía cómo hacían cambio los instrumentistas y anestesiólogos y como los ginecólogos del turno matutino se metían a continuar la cirugía. En algún momento, un ginecólogo entró a relevar a Lily, quien inmediatamente salió del quirófano sin hacer ni una sola nota del hecho ocurrido.

Lily se sentía fatal pero debía ir al campamento japonés. Aun debía terminar algunos reportes sobre los jugadores japoneses. Su mente estaba en estado de shock. Ella había atendido el parto de la señora y pensaba que quizás lo ocurrido había sido su culpa...

-No te sientas culpable, tú hiciste lo que pudiste.- señaló Edna, cuando ambas salieron del quirófano.- Le llamaste al médico en el momento preciso, soy testigo de que tú hiciste lo que debías hacer.

-Pero eso no le va a salvar la vida a la señora.- murmuró Lily, al borde de las lágrimas.- ¿Y si el hubiese preguntado sobre...?

-¿Sobre qué? ¿Cómo podías adivinar que la señora tenía un acretismo placentario?.- la contradijo Edna, cada vez más molesta por la culpabilidad de Lily (acretismo placentario es cuando la placenta se pega a la matriz y no la puedes sacar con nada).- Además, ¿con cuánto te llegó la paciente? ¿Con ocho, nueve de dilatación?

-Ocho.- respondió Lily.- Y además, ya era su cuarto hijo, nomás era cuestión de que tosiera y el niño salía volando...

-Ahí está. Deja de echarte la culpa, no eres Dios para detectar y corregir un problema así a tiempo.- gruñó Edna.- Además, la culpa es de este pinchurriento hospital que no cubre al ginecólogo del turno nocturno cuando se va de vacaciones. Y bien sabes que no había manera de que pudieras evitar lo ocurrido.

Lily llegó al campamento con cara de cadáver, sin saludar a nadie. Se fue directamente a la habitación que les tenían reservada a ella y a Paola y se preparó para continuar el día.

-¿Cómo te sientes?.- preguntó suavemente Paola, quien ya se había enterado de lo ocurrido.

-De la vil jodida.- reconoció Lily.- Supongo que ya te enteraste...

-Lo raro hubiese sido que no.- respondió Paola.- ¿Cómo está la señora?

-No sé. Cuando yo me vine del hospital aun no salían del quirófano.- musitó Lily, cabizbaja.

-¿A qué hora entraron a la cirugía?

-A las cinco de la mañana, más o menos.

-¡Válgame! ¡Pero si pasan de las diez! ¿Tan feo estuvo?.- Paola conocía el mundo médico pero aun así se sorprendió.

-Ya ves. Todo porque al cirujano se le ocurrió querer extraer la placenta con la mano y le provocó una inversión uterina a la señora (dicho en lenguaje cristiano, el doctor se trajo la matriz con él).- susurró Lily.

-¡NO! ¿En serio?.- Paola miró a su amiga con ojos como platos.

-Sí. Para que veas... .- Lily suspiró.

Paola supo que su amiga no estaba en condiciones de seguir charlando sobre eso. Ambas se dirigieron hacia sus cubículos y se pusieron al corriente con sus deberes.

-Bueno, si se te ofrece algo, estoy al lado.- ofreció Paola, sintiendo empatía hacia su amiga, ya que ella sabía bien lo que era enfrentarse a la muerte y no salir vencedor.

-Gracias.- Lily sonrió levemente.

Durante el transcurso del día, unos cuantos jugadores se dejaron caer en los cubículos de las doctoras con pretextos estúpidos. Paola, un tanto harta, los amenazó a todos con colgarlos y no precisamente de los pies. Lily optó por mejor echarle llave a su consultorio. No estaba de humor... Aun recordaba las palabras de la señora durante la cirugía: "No puedo respirar... No puedo... ". Lily cerró los ojos. Sus pensamientos se confundieron con sus sueños... Lily aun sentía estar presente en la cirugía... Soñaba que la señora se desangraba hasta morirse, mientras que en el fondo se escuchaba el llanto del bebé que acababa de nacer...

-Doctora Del Valle.- gritó alguien a través de la puerta, tocando tan fuerte que Lily despertó, sobresaltada.

La chica se levantó a abrir y descubrió en la puerta a Genzo Wakabayashi.

-Lamento interrumpir su sueño.- masculló Genzo, secamente.- Pero me he lastimado una mano.

-¿Por qué no fue con la doctora Shinobara?.- inquirió Lily, algo molesta y avergonzada por el comentario.- Seguro que se sentirá más a gusto con ella.

Genzo no respondió, se limitó a mirar fijamente a Lily. Ésta lo hizo sentarse sobre la mesa de exploración.

-¿Qué le pasó?.- inquirió la muchacha.

-Me volví a torcer la muñeca.- dijo Genzo.

Lily manipuló suavemente la mano de Genzo e hizo un rápido diagnóstico.

-Con un vendaje bastará.- dijo Lily, al tiempo que buscaba algunas vendas.

En esos instantes, Paola entró al consultorio y sin mirar a Genzo.

-Lily, ¿ya te enteraste?.- preguntó.

-¿Qué cosa?.- Lily miró a su amiga.

-La señora a la que atendiste va a ser trasladada a una unidad de cuidados intensivos. Está en coma y no saben si se recuperará.- Paola nunca tuvo tacto para decir las cosas.

-Buenas tardes, doctora Shinobara.- gruñó Genzo, algo molesto.

-Bueno, nomás quería que lo supieras.- Paola siguió ignorando a Genzo.- Me voy, que aquí apesta.

Paola cerró la puerta del consultorio. Genzo, muy molesto, se levantó de la mesa de exploración.

-Mejor me voy.- dijo.- Fue una pérdida de tiempo el haber venido.

Genzo miró a Lily... Y lo que vio lo hizo sentirse miserable... La chica había dejado caer las vendas y tenía los ojos llenos de lágrimas. Los labios de la chica temblaban sin parar y ella se había puesto muy pálida.

-¿Qué ocurre?.- murmuró Genzo, suavemente.- Perdón, no quise ser tan majadero...

-De veras hice todo lo que pude.- murmuró Lily, llorando a mares.- Yo no sabía... Si lo hubiera sabido... Si tan solo yo hubiera...

Lily no pudo más y se derrumbó. Se dejó caer de rodillas al suelo y comenzó a llorar de una manera desgarradora. Quería morirse. Quería que el mundo se la tragara. La señora estaba en coma y todo había sido por su culpa.

-Tranquila.- Genzo puso sus manos sobre los hombros de la llorosa joven.- Por favor, no me llores así...

Pero Lily había caído en un ataque de histeria. Lloraba y lloraba sin poder controlarse. Se le vino encima el mundo entero: el cansancio de la guardia, la señora que estaba en coma, las mentiras de Paola, el desdén de Genzo, el acoso de los jugadores japoneses...

El tiempo pasó. Cuando Lily recuperó el control de su cordura, se encontró abrazada a Genzo. El joven portero japonés la tenía fuertemente abrazada y acariciaba el largo cabello de la muchacha. Su cabeza estaba apoyada contra la de ella y Lily sintió como su respiración se relajaba hasta ir a la par de la del joven.

-¿Qué pasó?.- Lily, sorprendida, se alejó de Genzo. Su rostro se puso coloradísimo.- ¿Qué hice?

-Me parece que caíste en un ataque de histeria.- dijo Genzo, algo avergonzado también.- No reaccionabas con nada así que preferí abrazarte para que te tranquilizaras... Tenía miedo de que fueras a hacerte daño...

-Ahh... Lo siento, es que... .- Lily agachó la cabeza.- Tuve una noche espantosa... La peor de mi vida... Y creo que nunca la voy a olvidar...

-Lo lamento mucho.- dijo Genzo, con sinceridad.- Y lamento también haber sido tan grosero... Si hubiera sabido que...

-Naaa, está bien.- Lily se encogió de hombros.- De todas maneras ya estoy acostumbrada a que todo el mundo me pisotee.

Genzo se sintió mal con el comentario, pero en el fondo sabía que últimamente se había portado mal con Lily, debido a quizás a que experimentaba una extraña sensación de enojo cada vez que ella se acercaba a Misaki... O a Misugi...

-¿Te sentirías mejor si me contaras lo que pasó?.- preguntó Genzo, suavemente.

-No quiero quitarte tu tiempo.- respondió Lily, con una sonrisa leve.

-Mi tiempo es quitable.- Genzo sonrió, ya francamente.- Vamos Lily, cuéntame lo que pasó. Confía en mí.

Lily notó que él la llamó por su nombre y eso derrumbó la leve defensa que había levantado. Con lágrimas y pucheros la chica le contó a grandes rasgos lo ocurrido. El portero se esforzaba por entender, aun cuando había muchos términos médicos que él no conocía. Pero poco a poco, ella se fue sintiendo más calmada, conforme iba narrando la historia. Lily supo que era verdad lo que decían que lo mejor era hablar a quedarse callado con el dolor por dentro. Durante una pausa, Genzo secó una lágrima que escurrió por la mejilla de Lily. La chica, muy roja, lo miró a los ojos por unos segundos hasta que él, perturbado, desvió la mirada.

-Oye, Li-chan, me acabo de enterar de que... .- Taro entró al consultorio y se encontró con Lily y Genzo sentados en el suelo, con sus caras a pocos centímetros. La mano de Genzo aun acariciaba la mejilla húmeda de Lily.- ¡Ah!

-¡Taro!.- Lily se levantó veloz cual rayo.- ¿Qué haces aquí?

-Interrumpiendo, supongo.- Taro se dio la media vuelta y salió

-¡Espera, Taro!.- Lily salió tras él.

Genzo suspiró, algo decaído. Era evidente que Lily y Misaki aun sentían algo el uno por la otra... Mientras tanto Lily alcanzó a Taro, quien tampoco iba muy rápido que digamos ya que evidentemente deseaba que la chica lo alcanzara.

-Te conseguiste a otro muy rápido.- dijo Taro, cuando ella lo miró.

-Otra vez la mula al trigo.- rezongó Lily.- Siempre sales con eso.

-Es la verdad. La puritita verdad.- replicó Taro.- Vamos, me preguntaba cuánto tiempo tardarías en enamorarte de Wakabayashi...

-¿De qué me hablas?

-Ni me lo niegues. Sé bien que Wakabayashi es de tu tipo. Siempre lo he sabido.- Misaki miró con ojos acusadores a la pobre de Lily.- Sabía también que tarde o temprano él terminaría por atraerte...

-Eso no es cierto.- contradijo Lily. Por dentro, una voz la llamó "mentirosa".- Sí, Genzo es mi tipo de hombre y debo reconocer que es muy lindo y atractivo y que tiene un tórax que haría babear a cualquier chica pero... .- Lily se interrumpió, al tiempo que sentía cómo la sangre subía a su cara.- No me interesa más que como amigo.

-No me duele que te guste Wakabayashi, sino el hecho de que me lo sigas negando.- murmuró Taro, evidentemente dolido.

-Ya pues, no me trates como trapo viejo tu también.- musitó Lily, muy triste.- Suficiente he tenido por hoy... Si tú también me reclamas me arrojaré por la ventana...

-Uhm. ¿Hay alguna razón por la cual hayas estado abrazada a Wakabayashi en el piso de tu consultorio?.- inquirió Taro, suavemente.

-¡No estaba abrazada a Genzo!.- negó Lily, muy ruborizada.- Bueno sí, si estábamos abrazados pero él me abrazó porque yo andaba histérica según él y en vez de darme una bofetada o algo similar prefirió dejar que sus músculos me abrazaran...

-Muy considerado de su parte.- replicó Taro, con sarcasmo.- Si ya vi que no pierde el tiempo...

-No, en verdad.- Lily miró a Taro con ojos tristes, con esa mirada que él rara vez pudo resistir.- Me siento fatal. Por mi culpa una mujer está a punto de morir...

Las lágrimas acudieron al rostro de Lily al recordar lo sucedido. Taro se dio cuenta de que su amiga pasaba por algo serio y se preocupó.

-Dime qué te pasa, princesa.- murmuró él, acariciándole la cabeza.- Sabes que puedes contar conmigo...

-¡Ay, Taro!.- Lily le echó los brazos al cuello a Misaki.- ¡De verdad que hice todo lo que pude!

Lily le contó con lagrimones de cocodrilo y grandes aspavientos lo sucedido a un aturdido Misaki, quien tampoco dudó en ofrecer su pecho como pañuelo de lágrimas. Lily se refugió en sus brazos (nada mensa la chica, primero con Genzo y después con Taro) y por un momento recordó lo bien que se la pasaron ella y Taro en México. No estaban hechos el uno para la otra, pero ambos congeniaban muy bien. Si tan solo él no se hubiese marchado...

-Tranquila, Li-chan.- murmuró Taro, acariciando con una mano el cabello castaño oscuro de Lily mientras que con la otra rascaba suavemente la espalda de la chica.- No hiciste nada malo... Hiciste lo que estaba en tus manos, lo que estaba a tu alcance... No tienes por qué sentirte culpable...

-No sé, Tarito.- murmuró Lily, aun llorosa y aun recargada sobre el pecho de Misaki.- Quisiera que la tierra me tragara...

Genzo llevaba un buen rato contemplando la escena. Había seguido a la pareja más que nada con la finalidad de negarse a sí mismo el sentimiento que estaba experimentando pero al ver a Lily y a Misaki tan abrazados se dio cuenta de la realidad...

-Pobre de ti.- habló Paola a su lado, con sarcasmo.- Ya te volaron a la palomita... Otro gavilán llegó primero.

-Cállate.- murmuró Genzo, entre dientes.- No digas estupideces.

-Tú tan lindo como siempre.- replicó Paola.- Pero para lo que me importa.

Lily, en brazos de Taro, dejó de llorar y apoyó su cabeza contra el pecho de él. Fue entonces cuando la chica captó la presencia del portero japonés y de su "prima no reconocida".

-Tarito.- murmuró Lily, perversamente.- ¿Podrías llevarme a mi habitación? No me siento nada bien...

-Claro.- respondió Taro, solícito.- Le diré al doctor Nakata que no te sientes bien...

-Yo lo haré.- intervino rápidamente Paola.- Le informaré al doctor que no estás en condiciones de seguir trabajando. Terminaré rápido mi trabajo pendiente para poder ir a hacerte compañía un rato.

Al escuchar a Paola, Genzo enarcó una ceja, sorprendido. ¿Paola hablándole con cariño, y muy preocupada, a una persona? Eso solo podía significar que Lily era importante para ella. Pero Lily estaba al límite: el cansancio, lo vivido la noche anterior, la falta de sueño (debería decirse "exceso de sueño" pero en fin XD), el hambre, todo se juntó y el demonio interno de Lily terminó de soltarse cuando ella vio a Genzo y a Paola cerca de ella y de Taro.

-Gracias, no será necesario.- replicó Lily, con frialdad.- Prefiero que te quedes trabajando aquí, a mí de todas maneras no me haces mucha falta. Lo que menos necesito ahora es tener cerca de mí a alguien que se diga mi amiga y que se la pase mintiéndome.

-Ah.- Paola se sorprendió. Se suponía que las cosas ya se habían arreglado entre ella y Lily pero Paola no contaba con el demonio interno de su amiga.

-Cualquier cosa que necesite sabe que puede contar conmi... .- comenzó a decir Genzo, pero él también recibió su cuota de reclamos.

-¿Y en qué me puede ayudar un depravado que se acuesta con las pasantes nuevas?.- interrumpió Lily.- Prefiero que se quede usted bastante lejos de mi persona.

-Entonces le diré al doctor Nakata que... .- Paola comenzaba a molestarse.

-Dile lo que quieras.- la interrumpió Lily.- A estas alturas ya poco me importa lo que pase en el planeta.

Taro optó por sacar a Lily de allí, antes de que a Paola o a Genzo se le ocurrieran responder. Genzo miró a la pareja irse con cierta tristeza en los ojos. Paola prefirió darse la vuelta y marcharse sin decir palabra.

Mucho rato después, Taro se topó con Genzo en el gimnasio. El portero se mostraba imperturbable como siempre pero Misaki sentía cierta corriente de rechazo. Y él bien sabía que se debía a Lily.

-Tardaste mucho en llegar.- dijo Genzo, como quien no quiere la cosa.- El entrenador preguntó por ti.

-Estaba ocupado.- respondió Taro, inocentemente.- Ya después me quedaré una hora extra para compensar.

-¿Y en qué te tardaste tanto que llegaste media hora después?.- Genzo insistía, sin atreverse a preguntar directamente por lo que le interesaba saber.

-Estaba consolando a Lily.- contestó Taro, simplemente.- Por eso me tardé. Y no me interesa lo que piense el entrenador, a ella le doy todo el tiempo del mundo.

Al escuchar las palabras "consolando a Lily", varios jugadores, entre los cuales se encontraban Aoi, Urabe, Ishizaki y los Tachibana, se imaginaron una escena de lo más loca: Lily vestida con un negligé, lanzándose a los brazos de un semidesnudo Taro al tiempo que ella gritaba: "¡Soy tuya!". Los jugadores miraron a Misaki muy sonrientes. Sin embargo, había otra persona que tenía interés en saber otras cosas...

-Oye, lamento que Lily se haya portado así contigo hace rato.- se disculpó Taro con Genzo.- Así es ella cuando estalla...

-¿Qué eres tú? ¿Su novio o su hermano para ofrecer disculpas por ella?.- inquirió Genzo, algo enojado.- Si ella no quiere disculparse tú no tienes por qué hacerlo en su lugar.

-Es que así es Lily.- replicó Taro, sin inmutarse.- Ella no quiere portarse así. Es su demonio interno el que habla por ella.

-¿Su demonio interno?

-Sí. Lily en general es bastante tranquila, a menos de que explote. Entonces Anya sale a flote y todo termina por volverse un caos... .- Misaki suspiró.

-¿Anya?.- preguntó Genzo, sin entender.

-Así bautizó Lily a su parte malvada.- explicó Taro.- Ella dice que cuando su demonio gobierna su cuerpo, ella deja de ser Lily para convertirse en Anya.

-Uhm...

Minutos después, alguien se unió a la plática sobre la doctora Del Valle. Se trataba de Jun Misugi.

-¿Le pasó algo a la doctora Del Valle?.- Jun se mostraba sinceramente preocupado.

-Tuvo un ataque de histeria, nada más.- rezongó Genzo.

-Pasó por muchas cosas en la guardia de anoche y no se siente bien.- explicó Taro, lanzándole una mirada de reproche a Genzo.- Necesita descansar, eso es todo.

-¡Ah! ¿Fue lo de la placenta acreta, verdad?.- dijo Jun.- La doctora Shinobara me comentó el caso.

Taro y Genzo asintieron, aunque evidentemente no tenían NPI (ni pinc… idea) de lo que significaba "placenta acreta".

-Pobre doctora Del Valle.- comentó Jun.- Ella no tiene la culpa de lo que pasó...