Capítulo 9.
Paola mientras tanto estaba de lo más enojada con Lily, no solo por la manera tan cruel en como le habló horas antes sino también porque, debido a su ausencia, Paola debía cubrir el trabajo de ambas. Sin embargo, tuvo una pequeña sorpresita: la visita de Ken Wakashimazu.
-Buenas las tenga, doctora Shinobara.- saludó Ken, sonriente (qué vulgar).
-Buenas tardes.- respondió Paola, poniéndose colorada.- ¿Le pasó algo?
-No. ¿Tengo que lastimarme siempre para venir a buscarla?.- replicó Ken.- Solo quiero saber cómo está.
-De la fregada. ¿No se nota?.- rezongó Paola.- Estoy hasta el cuello en trabajo.
-¿Y en dónde está su bella compañera?.- preguntó Ken, haciendo que Paola esbozara una mueca con el comentario.
-Interpretando el papel de la Bella Durmiente.- bufó Shinobara.- La infeliz.
-¿Y eso?
-Estaba cansada y decidió tomarse el día libre.
-¡Qué injusto! Debería de estar aquí presente, después de todo es su trabajo y debió de pensar en que se iba a cansar mucho antes de comenzar a estudiar medicina.- dijo Ken (mugroso infeliz).
-No es injusto.- murmuró Paola, algo triste.- La verdad es que la pobre pasó por algo terrible... Quizás tenga encima una demanda legal...
-Pero usted también pasó por algo terrible.- murmuró Ken.- Y no abandonó su trabajo...
-Es verdad, pero en mi caso... Es diferente... .- Paola se entristeció.- Mi paciente tenía pocas esperanzas de sobrevivir... En el caso de Lily... Bueno, se suponía que ella estaba atendiendo a una mujer joven y llena de vida...
Paola sabía que era duro ser médico. La gente muchas veces se moría a pesar de todos los esfuerzos. Pero el saber eso no las libraba del desconsuelo...
Al finalizar el entrenamiento, Jun decidió ir a visitar a Lily. Genzo se marchó sin despedirse y Taro estaba tentado a acompañar a Jun cuando Rika lo abordó.
-Taro, ¿tienes un segundo?.- le preguntó.
-Claro.- aceptó él.- ¿Qué pasa?
-¿Qué le ha sucedido a mi prima?.- inquirió Rika, preocupada.- Se corren rumores por aquí y por allá pero nadie me dice gran cosa... Solo que ella quizás esté envuelta en un lío.
-No hagas caso de rumores.- gruñó Taro.- Tu prima pasó por algo fuerte en su trabajo, pero se repondrá. Sabes que ella es muy fuerte.
-Sí, pero a veces me preocupa.- suspiró Rika.- No lo puedo evitar... Tengo ganas de hablar con ella y darle mi apoyo, pero creo que en vez de alegrarla eso la puede perturbar...
-Tenlo por seguro.- asintió Misaki.- Mejor espera hasta mañana...
-Eso haré. Lástima.- se quejó Rika.- Quería pedirle que me acompañara al cine hoy...
Taro lo meditó por unos segundos. Jun muy probablemente le daría un mejor apoyo a Lily, ya que él también era médico. Y Rika se veía algo decaída. No le vendría mal a él distraerse por un rato...
-¿Y si yo voy contigo en lugar de Lily?.- preguntó, con una sonrisa pícara.
-¿En verdad?.- Rika lo miró esperanzada.
-Por supuesto. No soy Brad Pitt pero no te podrás quejar...
Rika soltó una carcajada al tiempo que tomaba el brazo de Taro para irse con él.
Mientras tanto, Lily dormía a pierna suelta en el pequeño cuarto que ella compartía con Paola. El cansancio por fin la había vencido y la chica al fin descansaba en un sueño reparador. Sin embargo, alguien tocó la puerta con insistencia, cosa que despertó a la muchacha. Lily se levantó toda despeinada y malhumorada y cuál no sería su sorpresa al toparse frente a frente con Jun Misugi.
-¡Ah!.- exclamó una avergonzada Lily.
-Perdone, no quise despertarte.- musitó Jun.- Solo quería saber cómo estabas... Vengo después.
-¡No! Quiero decir... .- Lily se atragantó.- Pasa, por favor. Me hará bien tu compañía...
-Me contaron lo que pasó.- comentó Jun, al tiempo que Lily trataba de ponerle orden a la habitación.- Bien que sabes que no tuviste la culpa...
-Me lo han dicho muchas gentes, catorce, incluyéndote, para ser exactos.- replicó Lily.- Pero eso no me hace sentir mejor...
Lily era de lo más descarada. Era cierto que se sentía muy mal pero ya había pasado por los brazos de Genzo, después por los de Taro y ahora seguían los de Jun...
Mientras tanto, una malhumorada Paola buscaba con quien desquitarse. No era su culpa que Lily estuviera de tan mal genio, pero tampoco podía culpar a su amiga. Eran gajes del oficio. Para mala suerte de la Wakabayashi, su humor iba a empeorar aun más... Paola vio a una chica joven, más o menos de su edad, y muy linda por cierto, que tenía cierto aire de andar perdida. Paola tuvo una muy mala espina...
-Disculpe, señorita enfermera.- dijo la chica, mirando el uniforme de Paola.- Busco a...
-Doctora, por favor.- corrigió Paola, con un gruñido poco amigable.
-¡Ah! Perdón, doctora.- corrigió la chica, poniéndose coloradísima.- Busco a un joven. Se llama Hikaru Matsuyama, ¿lo conoce usted?
Paola casi puso el grito en el cielo. Algo le hizo saber que la muchacha no era otra que Yoshiko Fujisawa.
-Está en el comedor, muy seguramente.- contestó Paola, con ojos de pistola. (XD)
-¿Me podría decir en dónde está?.- pidió la joven.
-Lo haría, con todo gusto.- respondió Paola con un tono de voz que demostraba lo contrario.- Pero no sé quién es usted.
-Me llamo Yoshiko Fujisawa. Soy conocida de Matsuyama-san.- contestó la chica.
Paola comenzó a caminar, haciéndole una seña a Yoshiko para que la siguiera. La chica la obedeció. Shinobara/Wakabayashi no resistió la tentación de hacer un comentario maligno... (ñaca, ñaca)
-No sabía que Hikaru tuviese una hermana.- comentó Paola, llamando a Matsuyama por su nombre de pila.
-Este... No soy su hermana... .- murmuró la joven.
-¿Ah, no? ¿Entonces es su amiga? Porque Hikaru no tiene novia... O al menos eso es lo que él me dijo.- Paola sonrió malignamente.
-Sí. Solo soy... Su amiga... .- Yoshiko se puso muy triste.
Al llegar al comedor, Matsuyama iba saliendo justamente de él, acompañado de Genzo, Ryo y demás agregados culturales. Al ver a Yoshiko y a Paola juntas, Hikaru puso cara de: "Ya me cayó el chahuistle".
-Matsuyama-san.- saludó Yoshiko.- Buenas noches...
-Boches nuevas... .- musitó Hikaru, con la expresión que pondría un pez que está fuera del agua.
-¿Y a éste qué mosca le picó?.- susurró Ryo.
-Una mosquita germano-japonesa de ojos verdes.- contestó Genzo, sonriéndole malignamente a su prima hermana. Paola se aguantó las ganas de hacerle una seña obscena.
-Doctora Shinobara.- saludó Ken, en ese preciso momento.- ¡Qué gusto verla de nuevo!
-El gusto también es mío.- Paola vio su salvación y se aferró a ella. Se acercó a Ken y se prendó de su brazo.- ¿Me acompaña a cenar? No quiero hacerlo sola...
-Con todo gusto, doctora...
Ken le lanzó una mirada burlona a Genzo. Paola se marchó sin mirar a nadie, pero sintiendo sobre ella la mirada de desconcierto de Matsuyama... Una hora después, Paola salía del comedor, acompañada todavía por Ken (no sé cómo lo aguanta). Genzo los vio salir y, malhumorado, los siguió con la finalidad de sermonear a Paola. Los tres jóvenes llegaron a la habitación que la chica compartía con Lily y fue ahí en donde Genzo encaró a los otros dos.
-Bueno, con ustedes.- reclamó Genzo.- No le tienen respeto a nada ni a nadie...
-No estamos haciendo nada malo, no des lata.- gruñó Paola (frase que le robó a Lily XD).
-No te pongas celoso, Wakabayashi.- sonrió Ken, con burla.- La doctora Shinobara y yo solo estamos siendo corteses el uno con la otra.
-Sí, cómo no... .- gruñó Genzo. Iba a decir algo más pero entonces Paola abrió la puerta y la sorpresa lo hizo quedarse mudo.
Lily y Jun estaban dormidos sobre la cama de aquélla. Lily estaba de espaldas a Jun y él la tenía abrazada levemente. La cama estaba revuelta y las cobijas estaban arrugadas en el suelo... Paola, Ken y Genzo se quedaron con la boca abierta.
-¡Válgame!.- murmuró Paola.- ¿Lily, qué hiciste?
-Vaya, vaya. Así que todas las doctorcitas son iguales... .- comentó Ken, con sarcasmo.- Primero Shinobara con Wakabayashi y ahora Del Valle con Misugi...
Por la habitación resonó la bofetada que Paola le propinó a Ken, cosa que hizo despertar a Misugi.
-¡Ah!.- al verse descubierto, Misugi se puso coloradísimo.- No es lo que ustedes creen...
-¿Y se puede saber qué es lo que es en realidad?.- la voz de Genzo adquirió un tono amargo.
-La doctora Del Valle estaba agotada.- explicó Jun, conservando la calma.- Se quedó dormida contándome sus penas y yo... Bueno, pues también me quedé dormido...
-¿Y por qué la cama está toda revuelta?.- insistió Genzo, cada vez más enojado.
-Así estaba desde que llegué.- se defendió Jun.
-Pretexto tan idiota.- gruñó Genzo.
-Suficiente.- dijo Paola, enojadísima aun por el estúpido comentario de Ken.- Lárguense ahora mismo. Los tres.
-Pero... .- protestó Genzo.
-¡Ahora!
Ken se salió sin chistar. Jun, muy apenado, soltó a Lily, se levantó de la cama y salió de la habitación. Genzo parecía haberse sembrado al suelo de la habitación.
-Tú también.- le dijo Paola.- Deja de mirar a mi amiga con esa cara de idiota. Tuya es la culpa por dejar que te la ganaran. Y ahora tú, levántate.- le dijo Paola a Lily, al tiempo que la golpeaba con una almohada (actitud que también le robó a Lily).
-¿Uh?.- gimió Lily, entre sueños.- ¿Qué pasa?
-¿Qué que pasa?.- gruñó Paola, mirando alternativamente a Genzo, quien no se había movido, y a Lily.- Que tienes aquí a un par de idiotas que quieren pelearse por ti y todo porque eres igual de terca que este baboso.- Paola señaló a Genzo.- Y tú, ¡ya te dije que te largaras!
Genzo, de mal humor, salió de la habitación azotando la puerta. Paola miró con severidad a su amiga.
-O sea, eres una hipócrita.- le reclamó Paola a Lily.- Yo no puedo estar cerca de ningún jugador pero tú si puedes usar de pretexto tus Lily-aventuras en el hospital para estar cerca de cuanto jugador guapo se te pone enfrente.
-No es pretexto.- gruñó Lily, acomodándose el cabello.- Realmente me he sentido muy mal...
-¿Y eso es excusa para acostarte con Jun Misugi?.- inquirió Paola, ácidamente.
-¡No me acosté con él!.- gritó Lily.- En todo caso, nada más nos quedamos dormidos en la misma cama.
-¿Segura?
-¡Ay, Paola, no me hagas decirte una grosería!.- estalló Lily.- No hice nada malo con Jun. Solo estábamos platicando sobre las opciones terapéuticas de la placenta acreta y cuando me di cuenta ya estabas tú golpeándome con una almohada.
-Enseñanzas tuyas.- replicó Paola.- Bueno, ya, te creo pues. Debiste de haber visto la cara que puso Genzito cuando los vio a ti y a Jun en la misma cama...
-Cara de desagrado, supongo.- refunfuñó Lily.- Aunque no sé qué derecho tiene de decir algo si él se encerró contigo en su habitación.
-No, si no fue él quien dijo algo. Pero bien que sabes que él es mi primo hermano, babosa.- Paola volvió a aventarle otro almohadazo a Lily, pero la mexicana, experta en peleas de almohadas, esquivó el golpe y se lo regresó a Paola.- ¡Desgraciada!
-Babosa lo serás tú.- Lily soltó la carcajada, al tiempo que continuaba golpeando a Paola.
-¡Ya basta, Del Valle!.- gritó Paola, algo molesta, aunque ella también agarró una almohada y comenzó a golpear a su amiga.
Las dos chicas olvidaron sus molestias y desacuerdos y se enfrascaron en una pelea de almohadas. Tan entusiasmadas y divertidas estaban que no escucharon cuando tocaron a la puerta y por supuesto que no se dieron cuenta cuando el doctor Nakata entró a la habitación.
-Doctoras, si necesitan más almohadas nos avisan.- comentó el doctor, algo divertido.
-¡Ah!.- Lily inmediatamente soltó su almohada y Paola aprovechó para darle un buen golpe en la cabeza, tumbando a Lily en la cama. Esto provocó que el grupito de metiches que se juntaron detrás del doctor Nakata, al escuchar la pelea, se soltaran a reír a carcajadas.- ¡Aprovechada!
-Perdone usted, doctor.- Paola tenía el cabello revuelto, pero ni le importó. Soltó su almohada y se puso muy seria, más rígida que una tabla.
-Solo estábamos comprobando la dureza de las almohadas.- Lily trataba de no reírse, ya que le causaba mucha gracia el ver a Paola tan seria y con un gran gallo sobre su cabeza (acá en México se les dice "gallos" al mechón de pelo que no quiere acomodarse).
-Eso es.- apoyó Paola, quien también hacía esfuerzos para no reírse al ver a su amiga con la ropa arrugada y su largo cabello todo revuelto.
-Ya veo.- dijo el doctor Nakata.- Yo venía a ver cómo seguía la doctora Del Valle, pero ya veo que se encuentra bien...
-Muchas gracias, doctor Nakata.- dijo Lily, algo conmovida.- Ya me siento mucho mejor. Un baño y una buena siesta reaniman a cualquiera.
-Sobre todo si no duermes sola... .- murmuró Genzo, quien era uno de los metiches que habían ido a ver la escena.
Lily le lanzó una mirada tan fiera que Genzo se arrepintió de haber hablado.
"Ya veo por qué se lleva tan bien con Paola", pensó Genzo. "Tienen el mismo mal genio...".
-Bueno, doctoras, no interrumpo más.- dijo el doctor Nakata.- Con permiso.
-Si quieren yo puedo ayudarles a comprobar la dureza de las almohadas.- murmuró Kisugi.- Sobre todo si se trata de la doctora Del Valle...
-Y yo con todo gusto ayudo a la doctora Shinobara... .- agregó Sano.
-Par de pervertidos depravados.- musitó Paola. Lily le dio un codazo.
-Hasta mañana, doctora Del Valle, doctora Shinobara.- se despidió el doctor Nakata.
-Hasta pronto, doctor.- Paola se acercó a la puerta y se la cerró en las narices a Genzo.
-¡Qué linda eres con tu primito!.- se burló Lily.- Aunque se lo merece, por lo que me acaba de decir.
-Y eso que no escuchaste lo que dijo el tarado de Wakashimazu.- bufó Paola.
-¿Qué dijo tu amiguito? ¿Y por qué lo llamas tarado? ¿Qué acaso ya no lo amas y adoras con todito tu corazón?.- preguntó Lily, con sarcasmo.
-¿A ése? ¡Cómo se te ocurre que yo lo voy a querer!.- protestó Paola.- Si me cae tan mal como Genzo...
-¿Qué no me habías dicho que ya te llevabas bien con él?.- insistió Lily.- ¿Qué no era tan malo como creías?
-Nunca dije eso. No me acuerdo.- Paola fingió demencia.
-Como sea. ¿Qué fue lo que él te dijo entonces?
-Algo así como que somos de lo peor. Que porque yo me metí con Genzo (¡Que la boca se le haga chicharrón!) y tú con Jun...
-Baboso. Para qué le haces caso si bien que sabes que es un tarado... .- bufó Lily.
-¡No digas esas cosas de él!.- lo defendió Paola.
-¿Ves? Ahí está. Bien que te gusta.- Lily le guiñó el ojo a su amiga.
-Cállate.- Paola le sacó la lengua a su amiga.- Que si yo defiendo a Ken tú andas que te quemas las manos por tu Misaki lindo.
-Púdrete.- respondió Lily.
-Tú primero.- replicó Paola.
-Después de ti.
-Ya, parecemos niñas de primaria...
-Eso que ni qué. Por cierto... Perdóname por haberte dicho todas esas cosas en la mañana... Sobre de que las amigas no se ocultan tantas cosas... .- musitó Lily.
-Está bien. No dijiste nada que no sea cierto. Me lo tenía bien merecido y además tú no estabas en tus cabales.- contestó Paola.
-¿Cuándo lo he estado?.- replicó Lily.- En fin...
-¿Ya estás mejor?.- de repente Paola se puso muy seria.
-Un poco. ¿Qué has sabido de la señora?
-Pues... .- Paola titubeó.- Que está en Terapia Intensiva...
Lily ya no respondió. Elevó una oración al cielo por la señora y por su pequeña bebé recién nacida...
A la mañana siguiente, Paola y Lily continuaron poniendo en orden los expedientes médicos de los jugadores. Ya tenían todos los datos listos, solo necesitaban ponerlos en orden para pasarle el informe al doctor Nakata. La mayoría de los jugadores estaban en perfectas condiciones, tan perfectas que Lily y Paola tenían deseos de volver a llamarlos para hacerles otro chequeo general, jejeje.
Paola terminaba el expediente de Ken y recordaba. No estaba nada mal el tipo y se le vino a la mente el momento en que su nariz quedó pegada a la de él... Además, Ken la había apoyado cuando Don Mario murió y eso había desconcertado un poco a Paola. Quizás él no era tan malo como ella creía... Mientras tanto, en el Salón de la Justicia, perdón, en el consultorio de Lily (si el consultorio de Paola es la baticueva, el de Lily puede ser el Salón de la Justicia XD), ésta leía una y otra vez el expediente de Misaki... Recordaba la vez que ellos se fueron juntos a la playa. Ésa fue la primera vez que alguien le dio su primer beso... Lily no quería recordar que fue Taro el primer chico a quien ella besó en toda su vida...
Lily suspiró. Sabía que Taro y ella no estaban hechos el uno para la otra, pero a pesar de eso su relación había sido muy especial... Y lo hubiese seguido siendo si Taro no se hubiese marchado a Francia, pero Lily terminó con él por el miedo de que tiempo después él le escribiera diciéndole que en París había encontrado a alguien más... Taro le había prometido que en Francia no se enamoró de nadie, pero Lily no sabía si creerle o no. Misaki era un muchacho muy cotizado, era poco difícil que después de Lily no hubiese tenido ninguna novia... Recordó también que Paola hacía poco le había preguntado sobre su amor platónico del fútbol japonés. Lily primero se cortaría la lengua antes que confesarle a alguien quién era ese amor platónico...
-Doctora Del Valle.- una asistente tocó a la puerta del consultorio y la abrió.- Tiene llamada telefónica del hospital.
-Gracias.- dijo Lily, al tiempo que se dirigía a contestar.
-Buenas tardes, Lily.- saludó Fernando.- Perdona que te moleste, pero necesito ayuda. Quería ver si podías venir a echarme un poquito la mano.
-¿Ahora?.- preguntó Lily.
-Sí, si es que te dejan salir de ahí... .- contestó Nanito.
-Uh, no creo que haya problema. Pero... ¿Por qué no se lo pide a Paola?.- inquirió Lily, curiosa.
-Este... .- Fernando se puso nervioso y Lily lo notó.- No quiero molestarla, muchos pendientes ya ha de tener... En fin, ¿me puedes ayudar?
-Claro.- dijo Lily.- En quince minutos llego.
Lily colgó el teléfono, pensando en que ahí había gato encerrado. Fernando se había puesto muy nervioso cuando ella le preguntó por Paola... Igual y Lily ya estaba viendo moros con tranchete. El doctor Nakata no se negó a dejar a Lily marcharse del campamento. Ella optó por no decirle nada a Paola, quizás alcanzaría a ir y venir antes de la hora de comer. Ya en el hospital, Fernando le dijo que necesitaba que alguien le ayudara al cirujano a colocarle un catéter de diálisis a un paciente. Lily se extrañó de que hubiese sido Fernando, el traumatólogo, quien le pidiera el favor y no el propio cirujano.
El paciente se llamaba Don Antonio y le había ido muy mal con la diálisis. Era diabético y tenía una insuficiencia renal en fase terminal (el riñón ya no le funciona, pues) y le habían cambiado al menos tres veces el catéter para la diálisis. Una y otra vez, los catéteres anteriores habían disfuncionado y el pobre Don Antonio ya tenía su estómago más agujereado que una carretera de México. Pero el hombre no perdía el optimismo.
-¡Ah, qué Don Antonio!.- exclamó Lily, al verlo.- Ya está usted otra vez por aquí.
-Pues ya ve, doctora.- Don Antonio, aparte de todo, era ciego.- Aquí seguimos. Paso a paso, pero seguimos.
-Así es, don.- Lily sonrió.- Seguimos en el camino.
-Es que hay que ser optimistas doctora.- dijo el señor.- Solo espero que esta vez no se me vaya a ir el tren... Aunque bueno, si pierdo un tren ya tomaré el que sigue.
-Eso es, no pierda las esperanzas.- contestó Lily.- Si pierde un tren pues ya tomará otro.
-Y si ya no hay trenes pues me voy en burro.- agregó el señor, divertido.- El chiste es no dejarse vencer.
Lily rió, sorprendida por la sabiduría que encerraban esas simples palabras. Una vida llena de optimismo se reflejaba en los ojos velados de Don Antonio... Lily estuvo de acuerdo, una vez más, con aquel compañero de generación que había dicho que no hay mejor maestro para un médico que su paciente... Durante la operación, Lily recordó a la señora de la noche anterior. El pesimismo había nublado por completo la visión de los médicos y quizás por eso el estrés los había invadido a todos. Si los médicos hubiesen conservado el optimismo y la calma muy probablemente las cosas hubiesen sido diferentes... Al pensar en esto, Lily se prometió a sí misma que, sin importar lo que pasara, ella seguiría conservando el optimismo y las esperanzas... Muchas veces eso era lo único que se le podía ofrecer a un paciente... Y quizás era lo único que ellos necesitaban...
La operación salió bien y Don Antonio pronto estaría listo para continuar con la diálisis. Lily regresó al campamento antes de la hora de la comida, como ella lo había pensado. Paola ni siquiera se había dado cuenta de su ausencia.
"Espero no estar viendo moros con tranchete", pensó Lily. "Ojalá que no sea lo que pienso y que Fernandito no ande detrás de Paola... Aunque bueno, no sé que tenga eso de malo porque bien que a ella se le cuecen las habas por estar cerca de él".
En ese momento, Ken Wakashimazu iba llegando a los consultorios, tallándose un ojo. Lily hizo como que no lo vio.
-Doctora Del Valle, no se haga la tonta.- dijo Ken, con un tono de voz un tanto antipático.- Necesito consulta médica.
-¿Qué le pasó?.- Lily hizo un mohín de disgusto.
-Me cayó algo así como una rebaba en el ojo (o un cuerpo extraño, pues).- explicó Ken.
-Será más bien una reboba.- replicó Lily.
-Uhm... .- bufó Ken.
-Vaya con la doctora Shinobara.- pidió Lily.- Ella estará encantada de hacer un trabajito como éste.
-Vaya ayuda... .- murmuró Ken. Lily se la rayó mentalmente.
Ken entró al consultorio de Paola, seguido por Lily (quien no se aguantaba las ganas de decirle alguna grosería a Ken). Ésta los miró como quien mira a dos animales en peligro de extinción.
-¿Qué se les ofrece?.- preguntó Paola, muy seria.
-Éste trae una reboba en el ojo.- explicó Lily, con gruñidos.
-Será una rebaba...
-Es lo mismo. Con esto de que éste babea tanto... .- musitó Lily.
-Tengo un nombre, ¿sabes?.- se quejó Ken.
-Me vale.
-Ya. Siéntese en la camilla, por favor.- pidió Paola. Ken obedeció.- ¿Por qué no se la sacaste tú, Lily?
-¿Para qué, si aquí estás tú al orden y servicio del portero karateca?.- replicó Lily.
Paola tuvo ganas de rayársela a su amiga. Con la lámpara, Paola descubrió muy pronto el cuerpo extraño en el ojo de Ken.
-¿Qué estaba haciendo?.- preguntó ella.
-Haciendo pesas.- respondió Ken, haciendo que Lily soltara un bufido de risa.- Al levantar una sentí que algo me cayó en el ojo...
Paola tomó una aguja y procedió a extraer el cuerpo extraño del ojo de Ken, causando que las caras de ambos quedasen muy cerca...
-¿Alguna vez le habían dicho que tiene unos ojos hermosos, doctora Shinobara?.- preguntó Ken, en voz baja.
-Ahhh... .- Paola respingó y se puso muy colorada.
-¿Alguna vez le han dicho que tiene unos ojos hermosos, doctora Shinobara?.- imitó Lily, con voz gangosa.
Paola y Ken se separaron inmediatamente, rojos como tomates y mirando a Lily con odio. Justo en ese momento, entró Genzo al consultorio.
-¿Ya te revisaron el ojo, Wakashimazu?.- preguntó Genzo.
-En eso andan.- Ken desvió la mirada.
-Ahí se ven.- dijo Lily, al tiempo que salía del consultorio para no tener que ver a Genzo y a Ken echándose miradas de enojo por la causa Paola.
Justo cuando Lily acababa de cerrar la puerta del consultorio (o el Salón de la Justicia, pues XD), alguien tocó a la puerta. Lily abrió. Era Taro.
