Capítulo 22.

Por la tarde, mientras la lluvia persistía, Lily y Genzo fueron a ver una película. Durante la proyección de la cinta la muchacha se encontraba pensativa: diciembre se acercaba, y dentro de poco ella tendría que irse, se iba a graduar, ¿qué le depararía su futuro? Una vez que regresaron se encontraban a pocos pasos del ingreso al lugar de concentración, cuando Genzo se paró en seco y murmuró "¡Kuso!".

-Vaya, vaya, miren a quién me encontré –murmuró un muchacho bastante arrogante, que Lily miró estupefacta: era muy parecido a Genzo- Con razón ya comenzaba a apestar

-Será porque tú llegaste –se defendió Genzo irritado

-¡Oye, oye! Con mi primo no te metas –le advirtió Paola enojada

-¿Pri...primo? –balbuceó Lily extrañada

-Lily, te presento a Touya, mi primo –dijo su amiga orgullosa

-Mucho gusto señorita –saludó él con una pequeña reverencia

-Eh...el gusto es mío –contestó Lily algo sonrojada

-Qué haces aquí –lo increpó Genzo

-Visitando a mi prima –respondió Touya tranquilamente

-¡No tienes por qué darle explicaciones, vámonos! –exclamó Paola, jalando a Touya del brazo y llevándoselo con él

-Es...idéntico a ti –murmuró Lily estupefacta, viéndolos irse

-Ni me lo recuerdes... –dijo el portero japonés entre dientes, apretando los puños- Esos dos avergüenzan a mi familia y la desconocen

-Sus motivos tendrán, ya deja de renegar por eso

Paola y su primo llegaron a su habitación y ella lo hizo pasar.

-Así que aquí vives –comentó Touya mirándolo todo detenidamente

-Si hay desorden es por causa de Lily –advirtió Paola, sentándose sobre su cama

-Al venir rogué por no encontrarme con ése tipo –continuó el muchacho despectivo

-Imagínate cómo me puse yo al enterarme que era justamente aquí a donde me estaban mandando para hacer prácticas... –se lamentó su prima

-¿Hablaste con él? ¿te dijo algo? –indagó Touya interesado, sentándose en la cama de Lily

-Lo de siempre. Y lo peor, no sabes quién más llegó

-Quién

-Hana

-¿Esa niñita? Y qué está haciendo aquí, no sabía que seguía tan de cerca a su hermano

-Anda de coqueta por ahí con los jugadores –refunfuñó Paola

-Ja, por un momento creí verte molesta por eso en especial –dijo el joven, sonriendo levemente

-¡Claro que no! –se defendió ella sonrojada- ¡Es una resbalosa! Además de todo lo que ya conocemos de ella y "sus virtudes"

-Cuando me dijiste que no te sentías bien me inquieté mucho –confesó Touya viéndola preocupado

-Estuve algo triste, pero ahora que estás conmigo ya las cosas empiezan a mejorar –respondió Paola sonriéndole

-He estado pensando que sería adecuado que al terminar tu carrera nos fuéramos del país a donde no nos moleste nadie

-Muy buena idea

-¿Estás de acuerdo?

-Como siempre contigo –recordó Paola viéndolo con cariño

Minutos más tarde la corta visita de Shinobara había terminado, y su prima lo acompañó hasta la salida. Cuando regresaba a su dormitorio se percató que en medio de la persistente lluvia que se había reiniciado, había alguien en la cancha, practicando tiros hacia la portería. Se aproximó a concienciar al desubicado para que se retirase, pero al reconocer a Ken prefirió no decir nada y retomar su camino. Al llegar a su habitación descubrió que Lily y Genzo charlaban amenamente a la puerta de la misma.

-A ver, a ver, permiso, permiso... –los interrumpió Paola pasando en medio de ellos- Ahorita les paso hielo por si lo llegan a necesitar ¿no Genzo?

-De qué hablas –refunfuñó su primo

-Calenturiento –masculló Paola divertida, mirando de reojo a Lily que estaba casi morada de la vergüenza

-¡Cómo me dijiste! –se indignó el muchacho

-Cal... –iba a repetir la germano japonesa, pero su amiga rápidamente le tapó la boca

-Je, qué bromista eres Paolita –murmuró esforzando una sonrisa- ¿Por qué no entras? Ahora voy yo

-Bueno –accedió Paola tranquilamente, cerrando la puerta tras ella

-¿A qué vino la ofensa? –inquirió Genzo frunciendo el ceño

-Ya sabes cómo es ella –respondió su novia nerviosa, dándole palmaditas cariñosas en un hombro

-No sé cómo la aguantas...

-Igual que a ti –defendió Lily seriamente

-Bueno, mejor ahí la dejamos –propuso Genzo, abrazando a la mexicana- Hasta mañana

-Hasta mañana –se despidió ella, dándole un beso

-¡Cuidado calenturientos! –se escuchó gritar desde dentro de la habitación XD

-Eh...mejor me voy –murmuró el muchacho enojado --U

-Adiós –se despidió Lily, apretando los puños

Entró tan veloz como pudo para agarrar a Paola espiándolos en la puerta, pero su amiga ya estaba echada en su cama fingiendo dormir.

-¡A mi no me engañas! ¡eres de lo peor! –exclamó Lily molesta, zarandeando a su amiga- ¡Es la segunda vez que haces esto!

-Déjame dormir –reclamó Paola sin abrir los ojos

-Mañana me las vas a pagar

-¿Mañana? –ironizó su amiga- Creí que iban a pasársela todo el domingo como un par de abejitas...produciendo miel

-¡No te incumbe!

-Bah...quién te entiende

-¡Pues Genzo sí me entiende! –se defendió Lily

-Al menos finge bien...

-¡Paola, deja de molestar!

-Tú eres la que molesta y no deja dormir, buenas noches –concluyó la germano-japonesa, dando media vuelta

Mientras se alistaba para dormir, Lily maldecía en su idioma y repetía varias torturas que podían ser aplicables en Paola al día siguiente. Rato más tarde, sin poder dormir debido a un tremendo dolor de cabeza, Paola se levantó de su cama.

-Oye, Lily –susurró acercándose a ella

-No Genzo... –murmuró su amiga divertida, riendo frenéticamente entre sueños XD

-Babosa –dijo Paola incrédula, saliendo luego hacia la enfermería

El frío de la noche era realmente intenso, aunque al menos a esa hora era una escasa llovizna que mojaba todo. Cuando llegó a la enfermería se puso a buscar un analgésico, y cuando lo encontró se lo tragó sin más. Iba de salida y se encontró con la enfermera.

-¡Togi! ¿Qué haces a esta hora aquí? –inquirió Paola curiosa

-¿No lo sabía doctora? –preguntó Togi incrédula- Tenemos un paciente bajo cuidado

-¿Uno de los muchachos?

-Quién si no –alegó la mujer, buscando unas tabletas que se llevó con ella

-¿Necesitas ayuda? En realidad nadie me lo dijo

-Qué raro, si la doctora Del Valle lo sabía

Paola miró extrañada a la enfermera y decidió seguirla. Cuando llegaron al lugar donde se suponía mantenían a pacientes bajo observación descubrió que Kojiro y Takeshi se hallaban ahí sentados, esperando.

-¿Qué hacen aquí? –preguntó la muchacha

-No me digas que ahora están prohibidas las visitas –respondió Kojiro de malas pulgas

-A esta hora, ya deberían

-Doctora, venga conmigo por favor –pidió Togi, a lo que la joven accedió y entró con ella a la habitación que sólo poseía una cama- Le presento a nuestro paciente –añadió algo sarcástica

La muchacha dirigió la mirada hacia la cama y quedó estupefacta al ver a quién tenían allí.

-Nuestro querido paciente ya estaba mal hoy por la mañana, pero como es más terco que una mula, por la tarde decidió hacer una sesión de entrenamiento extra bajo la lluvia, lo que empeoró su condición

-¿Qué...qué es lo que tiene? –preguntó Paola preocupada, acercándose a él

-Un cuadro respiratorio grave –contestó la enfermera- Se le ha iniciado la antibioticoterapia y estamos tratando de bajarle la temperatura con medios físicos

-¿Necesitas ayuda? –inquirió la muchacha rápidamente

-¿De veras te quedarías?

-¡Claro! Digo...por algo soy una de las internas ¿no?

-Me harías un gran favor Paola –contestó Togi complacida- En casa tengo varias cosas qué hacer, y espero que no pienses que soy irresponsable, pero si dejo a alguien a su cuidado por algunas horas, luego volveré...

-No es problema

-Bueno, entonces te explico cómo está todo y luego podré irme

La enfermera se puso a darle indicaciones acerca de los medicamentos y sus horarios; además de darle el teléfono del doctor Nakata por si algo fuera de lo normal ocurría (no es de extrañarse que los más viejos deleguen sus labores a los pobres internos ¬¬).

-Buenas noches –se despidió Togi, marchándose, ante la mirada preocupada de los ex–Toho

-¿A dónde va? Se supone que tiene que cuidar a Ken –reclamó Kojiro enojado

-Yo me quedaré –explicó Paola desafiante

-¿Ah sí? –preguntó burlonamente el muchacho- ¿Y cómo sé que en lugar de ayudarlo no lo enfermarás más?

-Porque tengo algo llamado ÉTICA, así que no me ofendas –aclaró Paola, reingresando en la otra habitación

-¿Crees que se ponga bien? –se atrevió a preguntar Takeshi, siguiendo a la Wakabayashi

-¿Por qué no habría de hacerlo? Verás que ya mañana estará mejor –lo animó la muchacha

-Lamento lo que Ken te dijo –comentó el japonés cabizbajo- Pero luego se dio cuenta de su error

-No quiero hablar de eso –le pidió Paola apenada al saber que alguien más sabía del horrible encontronazo que había tenido con Ken- Lo mejor sería que fueran a dormir, si algo se presenta los llamaré a ustedes primero

-Gracias doctora

-No nos moveremos de aquí –intervino Kojiro tozudamente

-Pues si no quieres, tú no te vayas, pero al menos deja a Takeshi irse –exigió Paola malhumorada

-Vámonos Kojiro, mañana vendremos a verlo –sugirió su amigo

El tigre japonés lo analizó por un momento, luego sin decir nada salió antes que Takeshi, quien se despidió de la interna con una tierna sonrisa. Como Paola tenía que esperar el retorno de la enfermera, decidió ponerse lo más cómoda posible y se acercó una silla a la cama donde Ken dormía inquieto, bañado en sudor.

-Lo que te pasa por imprudente –murmuró Paola a forma de regaño, quitándole el paño que tenía en la frente y mojándolo nuevamente- Eres tan terco...

Quizá sólo debido a la situación en la que se encontraba, Paola esbozó una sonrisa de piedad hacia él y luego no pudo evitar acariciarle una mejilla.

-Si me hubieras golpeado, no me habría dolido como me duelen ahora tus palabras –reconoció sonriendo amargamente- Me lastimaste en serio...

-Paola... –susurró el muchacho entre sueños, sorprendiendo a su guardiana

Pasaron tres, quizá cuatro horas, sin embargo Paola no se movía de su silla, cambiando una y otra vez el paño de la frente de Ken. Si analizaba bien las cosas, lo más lógico habría sido que se fuera de allí y lo dejara con la enfermera; pero no podía, no quería alejarse, y obviamente la situación no apoyaba en nada a su idea de olvidarse de él. Sin embargo, como las cosas del corazón no las entiende la razón, ella se quedó junto a él hasta que el sueño la venció.

La fiebre del muchacho iba disminuyendo, lo que logró que despertase poco a poco, con malestar y el cuerpo doliéndole mucho. Grande fue su sorpresa al encontrarse en un lugar que no era su habitación y no saber cómo había llegado allá, porque lo último que recordaba era estar practicando en la cancha y que de pronto todo se oscurecía, de ahí en más no sabía nada. Pero más sorprendente que estar allí, fue encontrar a su lado, durmiendo plácidamente inclinada sobre la cama, a Paola. La miró con ternura y sonrió levemente sin poder disimular su complacencia. Levantó una mano y acarició suavemente una mano próxima que ella tenía hacia él, lo que provocó que despertara sobresaltada.

-Pero qué... –reaccionó Paola somnolienta, luego se percató de la novedad- ¡Despertaste!

-¿Qué hago aquí? ¿y qué haces tú aquí? –preguntó el muchacho débilmente

-Pues estás enfermo por ser un irresponsable –lo regañó Paola, sin quitar su mano de la de él- Y yo estoy cuidándote como aprendiz de médico que soy

-¿Sólo por eso? –inquirió Ken, apretando suavemente la mano de la joven

-¿Y por qué creías entonces? –se defendió Paola orgullosa, retirando su mano- Has estado muy afiebrado, no debiste jugar bajo la lluvia

-Lo siento...

-Tarde, el daño está hecho y te lo hiciste a ti mismo –siguió ella, yendo por un vaso de agua- Bebe –le dijo, ayudándolo sosteniendo su cabeza

-Gracias –murmuró el muchacho

-No tienes por qué agradecerme, es mi deber

-Lo sé –admitió él con pena, mirando en otra dirección- ¿Por qué no te vas a descansar? No quiero ser una carga para ti, ya suficiente daño te he hecho

-Los asuntos personales no tienen por qué mezclarse con los profesionales

-Perdóname –continuó Ken apesadumbrado, hablando en voz baja porque se encontraba débil- Todo lo que dije no fueron más que estupideces y mentiras

-Ya no importa –lo evitó Paola aun dolida al recordar lo que él le dijo

-Sí que importa –alegó él mirándola fijamente- Lo dije porque quería defenderme de tus palabras, aquellas con las que me lastimaste, diciendo que yo no te importaba y...

-¡Pero sí me importas! –interrumpió Paola repentinamente, tapándose la boca luego sorprendida de su reacción- Yo...

-Perdóname –repitió Ken- Mentí al decirte que no significas nada para mi, porque eso no es cierto, te has hecho indispensable en ella; mentí al ofenderte y decir todo lo que dije sobre ti, porque eres una de las mejores personas que he conocido. Nunca sentí celos, y en eso no te miento, pero los sentí cuando te vi con Schneider, y es porque descubrí que al iniciar ese tonto trato entre nosotros, lo único que quería en realidad...era tenerte cerca de mí, porque te amo...

Paola quedó estupefacta, mirándolo sin saber qué más decir.

-Tienes fiebre –alegó nerviosa, tratando de cambiarle el paño húmedo, pero el muchacho la agarró de las manos

-¿Crees que te digo todo esto porque estoy desvariando?

-Es lo más seguro –respondió ella fingiendo serenidad

-Eres demasiado orgullosa –se lamentó Ken soltándola

-¿Y eso qué? ¿pretendías que luego que tus palabras calaron tan hondo en mi todo se arregle como si nada? –se defendió Paola indignada- ¡Me lastimaste! Nadie, además de Karl, me había herido así. ¡Y no debería significar nada! ¡nada, ¿entiendes? Pero me duele como no tienes idea, y lo peor de todo es porque soy una grandísima estúpida que volvió a confiar aquello que ya le habían roto a alguien que resultó peor que Karl y su engaño...A ti, que se burló de mi y me usó contra mi primo... a ti, una persona a quien creí poder dominar y con la que jugué con fuego... a ti, a quien aunque me dé coraje admitirlo y trate de negarlo... le entregué mi corazón y volvió a destrozarlo

-¿Tú...? –inquiró él incrédulo

-Sí –admitió Paola con soberbia y dolor entremezclados- Me enamoré de ti y no pude evitarlo, aunque bien sabía yo a lo que me atenía

-¿Y por qué lo lamentas tanto?

-Porque pese a todo lo que me hiciste, no puedo olvidarte

Ambos se quedaron unos instantes mirándose fijamente sin saber qué más decir. De repente la enfermera entró e interrumpió tan incómoda escena.

-¡Ah! Menos mal sigues aquí –comentó al ver a la muchacha- Veo que nuestro paciente ya está mejor

-Sí, ya la temperatura ha disminuido y está mucho mejor –contestó Paola diplomáticamente frotándose los ojos- Me alegra que hayas vuelto, será mejor que me vaya

-Gracias por todo doctora –agradeció Togi sonriendo- Le debo una

-No te preocupes, era mi deber –insistió ella- Hasta más tarde...

-Seguramente se la pasaron bien –comentó la enfermera al ver que Ken seguía a la joven con la mirada- Ustedes parecen ser amigos

-Al menos lo intentaré otra vez –contestó él cerrando los ojos

(Lamento el momento tan cursilón, ¡pero Lily me dejó a mi la labor de desembrollar el lío que armé! --U)

Paola corrió hacia su habitación sintiéndose avergonzada de haberse puesto tan al descubierto respecto a sus sentimientos. Entró y se dirigió a su cama, tratando de no recordar lo pasado. No supo cuánto tiempo más pasó, hasta que escuchó a Lily levantarse e irse a la ducha.

-¡Oye, vagoneta! ¿no piensas levantarte? –bromeó su amiga pateando su cama

-Quiero dormir un poco más –murmuró Paola, que tenía la cara oculta bajo las frazadas

-Bueno, entonces yo ya me voy a desayunar, nos vemos más tarde

-Adiós...

Minutos después tocaron a la puerta. Paola pensaba que Lily se había olvidado algo y para molestar no entraba con su llave, así que murmurando palabrotas en alemán se levantó a abrir.

-Mira Lily... –comenzó a reclamar, pero se interrumpió súbitamente

-Buenos días –saludó Ken con una débil sonrisa- Me le escapé a Togi porque quería darte algo como agradecimiento

-No era necesario –contestó la muchacha nerviosa- Ya regresa de una vez

-Toma –le dijo, alcanzándole una rosa blanca- Ayer te la compré y no sabía cómo dártela, por eso fui a la cancha a despejar mi mente e idear una manera de que me la recibas sin estrellármela en la cara

-Yo... –dudó Paola, tomando la rosa- Gracias

-Gracias a ti por tus cuidados, hasta pronto doctora –finalizó él sonriendo, marchándose lentamente por el pasillo

La chica se quedó allí parada, absorta mirando la rosa con cariño. En eso apareció frente a ella un enorme ramo de rosas rojas.

-Buenos días –saludó Karl alegremente- ¿Qué haces aquí en la puerta? Quería sorprenderte entrando furtivamente

-Ah...hola Karl –contestó ella vagamente

-¿Te pasa algo? –inquirió él preocupado- Has estado otra vez triste

-No, no es eso –negó ella, recibiendo el ramo- Están muy bonitas, gracias

-Pues tú ánimo contradice a tus palabras

-Tengo que hacer algo –dijo Paola resuelta, dejando el ramo sobre su cama- Ahora vuelvo

Sin decir más salió de su habitación con la rosa blanca en la mano y fue en busca del doctor Nakata. Una vez en su oficina tocó y descubrió que el galeno se encontraba allí, por lo que le permitió pasar.

-Vaya sorpresa doctora, recibirla vestida aun de civil –notó el médico divertido al verla aun con su pijama

-Doctor, necesito decirle algo –continuó Paola ignorando el comentario

-Dígame doctora

-Yo... ya no puedo seguir aquí –sentenció la muchacha muy segura- Renuncio, quiero irme del campamento...

El doctor Nakata, sin inmutarse, miró fijamente a Paola por varios minutos. La chica estaba poniéndose muy nerviosa, a pesar de sus esfuerzos por mantener la calma.

-No aceptaré su renuncia por ahora, doctora.- respondió el doctor Nakata, después de un rato.- Quiero por favor que vaya a su habitación, se tome el día libre y piense bien en su decisión.

-No necesito pensarlo.- negó Paola.- Estoy más que convencida de que quiero renunciar.

-Sí, quizás eso sea cierto, pero hay algo que debería saber a estas alturas, doctora Shinobara.- replicó el doctor Nakata.- Y es que nunca hay que tomar una decisión de manera apresurada, sin haber pensado bien en todo primero. Y mucho menos si pasó toda la noche sin dormir... Se la pasó toda la noche cuidando a Wakashimazu,¿no es así?

-Sí, pero...

-Entonces vaya, duérmase un buen rato y piense bien en su renuncia.- interrumpió el doctor Nakata.- Mañana por la mañana la quiero ver nuevamente para que me diga su decisión definitiva.

-No será necesario.- negó Paola.- Ya estoy decidida: quiero renunciar.

-Y yo ya le dije que no aceptaré su renuncia así.- replicó el doctor Nakata.- Si mañana sigue con la misma idea, no diré nada y aceptaré su dimisión.

-¿Por qué hace esto?.- preguntó Paola.- Si usted fue quien me insinuó que debería renunciar.

-Sí, eso es verdad.- admitió el doctor Nakata.- Pero también es verdad que veo a una gran doctora en usted cuando la miro, Paola. Al igual que Lily. Ambas son excelentes personas y no dudo que llegarán a ser también excelentes médicos. Piénselo bien, Paola. Mañana espero su decisión.

Y sin esperar más réplicas, el doctor Nakata se levantó y se marchó. Paola se quedó sentada, pensando en las palabras del doctor Nakata. Quizás sí le convendría dormir un poco antes de tomar una decisión... Paola regresó a su habitación, en donde Lily ya se había vestido. La mexicana miró a su amiga con sorpresa.

-¿A dónde fuiste?.- preguntó Lily.

-A hablar con el doctor Nakata.- respondió Paola, dejándose caer en su cama.- Fui a presentarle mi renuncia.

Lily dejó caer al suelo su cepillo y miró a su amiga con la boca muy abierta, sin poder creer lo que acababa de oír. Muy al contrario de lo que había pensado Paola, Lily no gritó ni hizo su escándalo de costumbre.

-No puedes estar hablando en serio.- habló Lily, en voz muy baja.- ¿Renunciar? ¿Ahora? ¿Por qué?

-Ay, Lily.- suspiró Paola.- ¿Te diste cuenta de que no pasé aquí la noche?

-No.- Lily se puso más seria aun.- ¿A dónde fuiste?

-A cuidar a Ken.- respondió Paola.

La germano-japonesa comenzó a hablarle a la mexicana sobre lo ocurrido la noche anterior, incluyendo la confesión de Ken y su propia confesión. Al llegar a este punto, Paola dejó escapar algunas lágrimas.

-Tenías mucha razón, Lily.- murmuró Paola.- Me quemé por jugar con fuego. Yo... Yo terminé por enamorarme de Ken...

-Uhm... .- gruñó Lily.- Eso yo ya lo sabía pero tenía la esperanza de que en verdad estuviese equivocada...

-Sé que de verdad Ken no te agrada.- dijo Paola.- Pero aunque no lo creas, no es mala persona... Me ha apoyado mucho y si hubieses visto la cara que puso cuando me confesó sus verdaderos sentimientos... Créeme, fue muy sincero...

Paola carició casi inconscientemente la rosa blanca, ignorando por completo el ramo de rosas rojas que había dejado sobre su cama. Lily observaba a su amiga sin decir nada.

-¿Y ésas rosas?.- preguntó Lily, señalando el ramo rechazado.

-Me las regaló Karl, hace unos cuantos momentos.- respondió Paola.

-¿Será ése el motivo por el cual fuiste a hablar con el doctor Nakata?

-Quizás...

Lily se sentía mal. Ella siempre había respetado las decisiones de sus amigos y compañeros de trabajo, pero no podía aceptar tan fácilmente la renuncia de Paola. cierto era que ellas se habían hecho amigas más que nada debido a que siempre estuvieron juntas en los equipos de trabajo, pero Lily había llegado a tomarle mucho aprecio con el tiempo. La mexicana siempre creyó que ellas dos se graduarían juntas... Cierto era que Paola muchas veces parecía no estar conforme con la carrera, pero eso le pasaba a todos...

-No pongas esa cara, que no me he muerto.- habló Paola.

-No.- reconoció Lily.- Pero... Vaya, de verdad que me dejaste sin palabras... No quisiera que te fueras...

-Tranquila, que el doctor Nakata no aceptó mi renuncia.- refunfuñó Paola.- No aun. Me dijo que durmiera, me tomara el día libre y que pensara bien las cosas y que mañana esperaba mi decisión definitiva. No sé para qué hizo eso, mañana pensaré lo mismo que hoy... Además, únicamente renunciaré al campamento, no voy a dejar de ser médico...

-Duérmete un rato.- aconsejó Lily.- Yo ya me voy al entrenamiento. Vengo por ti a la hora de la comida, a ver si se me ocurre una excusa perfecta para evitar que renuncies.

-Ya, que no será el fin del mundo.- replicó Paola.- Estarás bien sin mí, Del Valle. Eres lo suficientemente terca y mula como para sobrevivir aquí tú sola el tiempo que te falta. Además, tienes al tarado de mi primo y...

Paola no pudo responder porque Lily se le dejó ir y la abrazó con mucha fuerza, aplastando algunas de las rosas rojas del ramo de Schneider.

-¿Y ahora qué te pasa?.- exclamó Paola, sorprendida.- ¡Me asfixias!

-Si serás tonta.- Lily estaba llorando.- No tienes ni una endemoniada idea de lo importante que eres tú para mí. Si he sobrevivido a tantas cosas en esta carrera de locos ha sido porque tú has estado conmigo.

-Odio que te pongas tan sentimental.- Paola trató de aguantarse las lágrimas, ya que las palabras de Lily le habían llegado muy hondo.

(Momento cursi por Lily de Wakabayashi, patrocinado por Pan Bimbo. ¡¡El pan ideal para cortarse las venas!).

Lily soltó a Paola y se secó las lágrimas. La mitad de las rosas rojas habían muerto por la patria, pero la rosa blanca de Ken estaba intacta, bañada solo por algunas lágrimas de las amigas.

(Para que vean que no soy tan sangrona con Ken ¬¬).

-Me voy al entrenamiento.- anunció Lily, levantándose.- Duerme un rato, vendré por ti para ir a comer.

-Mejor te veo en el comedor.- sugirió Paola.

-No. Vendré por ti, te llevaré a comer a un sitio fuera de aquí.- contradijo Lily.- Necesitas salir un poco de este ambiente para pensar bien las cosas.

-¿Me estás invitando a salir?.- payaseó Paola.

-Ni te emociones.- replicó Lily, enseñándole la lengua a su amiga.- Tu primo llegó primero.

Paola soltó una carcajada, al tiempo que Lily salía de la habitación.

-¡Ya quisieras que yo me fijara en ti!.- gritó la germano-japonesa, cuando ya la mexicana estaba por cerrar la puerta.

-Ya quisieras tú.- replicó Lily, desde afuera.

Paola colocó la rosa blanca en una botella con agua, a falta de un jarrón adecuado. Recogió también las rosas rojas de su cama y las colocó sobre la cama de Lily, pues a Paola no se le ocurrió qué hacer con ellas. La chica se dio una larga ducha y después se colocó un traje deportivo holgado y se acostó en su cama, pensando en que debía de una buena vez el darle a entender a Schneider que ya no estaba enamorada de él...

"Eso será algo que arregle después de mi renuncia", pensó Paola, antes de darse vuelta en la cama y sumirse en un largo y profundo sueño.

Lily estaba muy decaída cuando llegó al entrenamiento. Sería la primera vez que ella estaría sola, sin Paola, y fue hasta cuando se dio cuenta de cuánto la extrañaría.

-¿Qué te pasa, Li-chan?.- preguntó Taro, al notarla tan triste.- ¿Ocurrió algo? ¿Te enojaste con Wakabayashi?

-No.- negó Lily, conteniendo las lágrimas.- No es eso, no me peleé con Genzo...

-¿Entonces?

-Ay, Tarito...

Lily abrazó a Taro y se soltó a llorar. El japonés, sorprendido, abrazó a su amiga sin saber muy bien lo que pasaba. Genzo pasó por ahí justo en ese momento (tenía que ser) y se quedó de una pieza al ver la escena. El portero se acercó a los jóvenes, tratando de conservar la calma y de no pensar mal.

-¿Qué ocurre?.- preguntó Genzo, muy serio.

-Ni idea.- respondió Taro, algo apenado.- De repente se soltó a llorar y...

-¡Gen!.- Lily se dio cuenta de la presencia de su novio y soltó a Taro para colgarse del cuello de Genzo.- ¡Ay, Gen!

Ahora era Genzo el que tenía cara de "what?". Taro se encogió de hombros al tiempo que Genzo trataba de tranquilizar a su novia.

-¿Qué pasa, corazón?.- preguntó Genzo.- ¿Por qué lloras?

-Es por Paola.- respondió Lily.- Quiere renunciar al campamento.

-¿Al campamento?.- preguntaron Genzo y Taro.- ¿Por qué?

-No sé.- gimoteó Lily.- Solo sé que quiere irse y dejarme sola en este nido de pervertidos...

-¡Oye!.- protestó Genzo.- No es para tanto... ¿Pero estás segura de lo que dices?

-Bien segura.- asintió Lily, sin dejar de abrazar a Genzo.- Hoy por la mañana fue con el doctor Nakata a solicitar su renuncia...

-Creo que Ken tuvo que ver con esto.- gruñó Genzo.

-O Schneider.- opinó Lily.- O los dos...

-Bueno, no es tan grave.- comentó Taro.- Quizás solo debemos dejar que piense bien las cosas. Y si al final Paola decide renunciar, no habrá de qué preocuparse. Recuerda que eres su amiga y como tal debes apoyarla en sus decisiones...

-O tratar de hacerla cambiar de parecer si sabemos que está en un error.- gruñó Genzo.

-También eso puede ser.- asintió Taro.

El entrenador Gamo le hizo una seña a todos los jugadores porque el entrenamiento iba a comenzar. Genzo besó a Lily y le dijo que no se preocupara. La chica tomó su lugar habitual en las gradas, entre Rika y el doctor Nakata.

-¿Qué te pasó?.- preguntó Rika, al ver a su prima toda llorosa.

-Nada.- negó Lily.- No es un problema mío, sino de Paola...

Mientras tanto, la aludida estaba siendo invadida por un grupo de sueños extraños. Primero, caminaba por un largo pasillo que parecía no tener fin. No había puertas ni ventanas, solo un pasillo sin fin. Después, de quien sabe donde aparecía Schneider caminando hacia ella. Él le sonreía y se detenía en un punto que se encontraba aparentemente muy cercano a Paola, pero mientras ella más caminaba, Schneider parecía estar cada vez más lejos... Después el sueño cambió. Ahora Paola se encontraba en un campo nevado. No había nadie más que ella, y la chica solo llevaba puesta una delgada camiseta que no la protegía de los copos de nieve que caían sobre ella... En algún punto, la ligera nevada se convirtió en tormenta y Paola sentía cada vez más frío... La nieve caía y caía sobre ella, sin piedad... Y de repente, Paola dejó de sentir la nieve y comenzó a sentir una gran calidez. Ella levantó la mirada y vio el rostro de Ken, quien le sonreía...

Paola despertó. La ventana de la habitación estaba abierta y por ella se colaba la corriente de aire que muy seguramente fue la causante de su sueño extraño. Paola se levantó a cerrar la ventana. Desde ahí se veía el campo de entrenamiento, muy a lo lejos, la chica alcanzó a distinguir la larga cabellera de Lily, la cual se movía con el viento. También vio a Urabe y a Ishizaki hacer sus payasadas, y a Hiroshi y Sano burlarse de Genzo y Lily...

Por supuesto, faltaba Ken. Él aun debía de encontrarse en reposo... Paola suspiró. Si se marchaba del campamento se perdería de eso... La muchacha cerró bien la ventana y regresó a la cama, se cubrió bien con las mantas y cerró los ojos, esperando no tener que volver a soñar con nadie más...