Black dragon.

By Tenshi Lain

Notas en amarillo:

Esta historia es un crossover de los mangas Yu-gi-oh y Yellow (peligro) que pertenecen respectivamente a Kazuki Takashi y Makoto Tateno.

Contendrá Shonen Ai, palabrotas y algo de violencia (pero tampoco nada del otro jueves).

La historia se desarrollará en el mundo del manga Yellow, pero si no lo conoces no pasa nada; de todas formas esta historia iría ubicada a la mitad del tomo 2, cuando todavía no se revela nada importante de la trama.

También habrán personajes de mi propia invención (para variar XD).

Cap. 2

La mañana se presentaba despejada después de una noche de continuo aguacero. La brisa matutina entraba en la habitación cargada del perfume del césped mojado y niebla.

De pie ante la ventana, vestido únicamente con unos pantalones de pijama holgados, se encontraba un atractivo muchacho de unos 22 años, cabellos negros algo largos peinadas hacia un lado. Su cuerpo reflejaba lo mucho que cuidaba su físico, músculos bien definidos y brazos fuertes daban fe de ello. Respiró profundamente con los ojos cerrados y exhaló el aire con una sonrisa.

- Una perfecta mañana - susurró a nadie en particular -, tan solo faltaría...

Observó su revuelta y vacía cama en silencio y finalmente una sonrisa maliciosa curvó sus labios. Sin hacer ruido salió de su habitación y cruzó el pasillo con paso cauto. Colocó la mano en el picaporte con lentitud y lo giró haciendo todo lo posible para que la puerta no crujiera. Asomó la cabeza conteniendo la respiración, como un niño que entra en la cocina para picar antes de comer. Aunque él no se conformaría con simples galletas.

La persiana del dormitorio estaba medio agachada, dejando que la penumbra aun dominara el lugar. Pero pese a la falta de luz, pudo apreciar que todo estaba tan ordenado como de costumbre. Unos pantalones vaqueros y una camisa bien plegada en una silla, era lo único que parecía un poco fuera de lugar.

Caminando de puntillas se acercó a la cama y miró con deleite al objeto de sus deseos. Dormía plácidamente de lado con sus cabellos claros esparcidos por la almohada, sus largas pestañas acariciando sus mejillas y su perfecto cuerpo marcado bajo la fina sábana. Ni el mejor escultor renacentista podría haber emulado tanta belleza en sus esculturas.

Su imaginación se disparó, como siempre que estaba demasiado cerca de él, mostrándole mil y una imágenes que desearía convertir en realidad (Ninguna de ellas aptas para menores de edad ni gente con problemas cardiacos).

Pasó la lengua por sus labios con anticipación y se inclinó lentamente intentando alcanzar el néctar de aquellos labios que tanto ansiaba. Aunque tuvo que detener su avance cuando notó el frío metal de la boca de una pistola en su barbilla.

- Ni un paso más o te vuelo la cabeza- susurró el que el creía que dormía.

- Buenos días a ti también Taki - dijo con voz pesarosa por haber perdido otra oportunidad de acercamiento.

- ¿Se puede saber que quieres tan temprano Gô? - replicó Taki con voz enfurruñada por el sueño y por el despertar que le había brindado, mientras miraba su reloj de mesita.

- Solo venía a despertarte - dijo con cándida sonrisa, y de pronto se vio con las sábanas por encima de su cabeza mientras notaba como su compañero se levantaba de la cama.

- La próxima vez dame un par de golpes en la puerta - dijo mientras cogía su ropa de la silla y salía rumbo al cuarto de baño.

Gô, que se había quitado la sábana de la cara, observó como su compañero de piso lo dejaba solo y no pudo evitar dejar escapar un suspiro.

- Dios... eso si es un buen trasero - susurró en voz alta mientras se dejaba caer sobre la cama y hundía la cara en la almohada. Tenía el olor de Taki.

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Veinte minutos más tarde, la puerta de la cafetería Roots se abría acompañada de su típica campanilla, anunciando la llegada de clientes.

- Buenos días - dijo distraídamente una chica de cabellos rubios primorosamente recogidos, mientras colocaba unas tazas de café en su bandeja.

- Buenos días Mimi - contestaron Taki y Gô sentándose en su sitio habitual de la barra.

- Oh, sois vosotros - dijo la chica con una radiante sonrisa al reconocerlos - ¿Qué tal estáis?

- Bastante bien, aunque podría ser mejor si alguien se decidiera a probar la carne - dijo Gô mirando de forma predadora a su acompañante. Taki se limitó a ignorar la indirecta olímpicamente.

- Ponme lo de siempre Mimi - dijo al castaño. Gô suspiró derrotado, pero sus ojos decían claramente que no se rendiría. La camarera rió disimuladamente, cada mañana lo mismo...

- ¿Y tú, Gô?

- También, lo mismo de siempre - contestó jugueteando con el servilletero.

- Enseguida.

La chica se alejó y fue hacia una mesa en la que conversaban cuatro escandalosas jovencitas para servirles los cafés. A Gô no le pasaron inadvertidas las miradas coquetas que les lanzaban y arrugó la nariz con disgusto ¿Qué no tenían nada más que hacer que coquetear con cualquier tío que se les pusiera por delante? Eso no hablaba muy bien de ellas...

Rodó los ojos con disgusto cuando una le guiñó un ojo. Le repateaba aquella situación, pero aun se enfureció más al ver como Taki sonreía de forma encantadora a su improvisado club de fans.

- Es patético que tengas que seducir a menores - dijo de mala manera Gô con el ceño fruncido.

- Como si tu no hicieras la mismo - dijo distraídamente mientras observaba como las chicas juntaban las cabezas y reían entre si - ¿O cuantos años tenía el chico que trajiste a casa hace dos noches?

- Aunque no los aparente, Hôjô tiene 19 más que cumplidos - replicó el moreno - me gustan jóvenes, pero no soy un pederasta.

- Es una opinión... - dijo con tranquilidad. Gô resopló y les dedicó una mirada cargada de veneno a las desconcertadas chicas.

- Parece que alguien se ha levantado de mal humor - dijo la alegre voz del dueño de la cafetería Roots, mientras les dejaba los cafés delante con sendas raciones de sándwichs de la casa.

- En realidad me he despertado muy bien - contestó Gô mirando de reojo a las chicas que seguían riendo -, me acaban de poner de mal humor.

El amo del local solo río mientras regresaba ante la sandwichera para vigilar los que tenía dentro. Mimi se le acercó con el pedido de otra mesa.

- Pobre Gô - dijo mientras pinchaba el papelito rosa en el gancho de comandas -, se lo comen los celos. No es justo que Taki le haga eso...

- Bueno, solo son compañeros de trabajo. A Gô no debería importarle tanto.

- ¿Pero de verdad no son novios? - insistió Mimi como siempre que el tema de conversación eran aquellos dos - porque vamos... siempre están juntos, comparten piso, se hablan como si compartieran un secreto que nadie más sabe, además de las veces que los he encontrado haciendo manitas...

- Por última vez, Mimi - dijo colocando los sándwich en la barra -. Aunque Gô sea gay hasta la médula, Taki es un hétero convencido. Su relación es puramente profesional... para frustración de Gô.

- Bueno, si usted lo dice... - dijo la camarera, aunque ni de lejos se la veía convencida.

Por otra parte las chicas dejaron la cuenta sobre la mesa y se fueron de la cafetería tras un par de guiños y piropos dirigidos a Taki. Y otros tantos gruñidos de Gô.

El moreno levantó su taza y vio un pequeño papelito con una serie que combinaba números y letras. Lo recogió y se lo guardó en el bolsillo con un ágil movimiento digno del mejor de los magos (o el más diestro carterista, según se viera).

- Tenemos trabajo - dijo Taki en un susurro mientras se llevaba su taza de café a la boca.

Ambos dirigieron una disimulada mirada al dueño de la cafetería, pero este se limitó a sonreír mientras servía un par de zumos de naranja.

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'Rojo significa detente. Verde adelante. Y amarillo peligro... Nuestra vida siempre transcurre en amarillo, puesto que nuestro trabajo así lo requiere'

'¿En que trabajamos? Somos ladrones. Pero no robamos cualquier cosa. Principalmente nos dedicamos a robar droga por encargo a mafiosos y Yakuzas. El dueño de la cafetería Roots, es nuestro enlace con los clientes. Nos hace llegar una clave para acceder a un foro privado de Internet. En este foro encontramos la información del caso: nombres, direcciones, el tipo de droga...'

'Ese es nuestro trabajo: arriesgado y excitante.'

'Y somos los mejores.'

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Password: RYU0057A

En pocos segundos la pantalla del ordenador se llenó de los ya conocidos cuadros de diálogo grises. Una única frase adornaba el cuadro:

M./ Dream Stars Ha

- Con que Ha... - repitió Taki en voz alta - Esta vez tenemos que buscar Hachís.

- Más bien al que lo transporte - corrigió Gô señalando la M -. Tenemos que localizar a la Mula, seguro que nos llevará hasta el lugar donde la guardan.

- Es extraño... nunca nos habían pedido que localizáramos primero a la mula - dijo Taki con el ceño fruncido.

- Será porque en verdad no tienen idea de donde encontrar la droga - explicó Gô llanamente.

- ¿Entonces a que se refiere con Dream Stars?

- Esta en el centro, es una especie de videoclub pero todo son juegos de ordenador y demás. Un coleguita mío trabajaba allí a media jornada para pagarse los estudios. Tienen una buena variedad...

- Podrían usar la tienda de tapadera para otros negocios - Sugirió Taki encendiéndose un cigarro.

- No lo creo. Las veces que fui a visitar a mi coleguita no me pareció detectar nada sospechoso - le quitó el cigarrillo de los labios y le dio una calada mientras lo miraba con ojos burlones -. Pero quien sabe... hace mucho que no voy por allí.

- Pues vamos a averiguarlo - dijo Taki llanamente cogiendo su cazadora y poniéndosela -. Y de paso te compras tabaco y dejas de quitarme los míos.

- Tengo tabaco de sobras - contestó Gô poniéndose su chaqueta -, pero el tuyo sabe mejor. Seguramente sea porque han estado en tus labios.

- Idiota - le dijo sin mirarlo mientras salía del piso.

Gô se limitó a sonreír y fue tras él.

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Dream Stars era un local bastante grande, situado entre una peluquería y una tienda de ropa. Decorado como si fuera el interior de una nave espacial y atestado de estanterías llenas de videojuegos de todos los géneros y para todas las consolas habidas y por haber.

A aquellas horas estaba lleno de mocosos de secundaria que observaban embelesados las últimas novedades, algún que otro coleccionista universitario preguntando por alguna edición especial y otros que entraban por curiosidad pero que salían sin comprar nada.

En total contaron a tres empleados. Uno en la caja, otro reponiendo material en las estanterías y un tercero amonestando a uno par de niños por intentar llevarse un videojuego bajo la camisa.

Nada en aquel local daba a entender que se realizaran asuntos más turbios que la piratería de juegos entre los mocosos.

- Tal vez no sea este local - dijo Taki fingiendo interés en uno de los juegos mientras Gô sostenía en las manos otro leyendo la parte posterior.

- ¿Cuántos locales pueden haber con ese nombre en la ciudad? - dijo el moreno volviendo a dejar el juego en su sitio. Echó un vistazo a su alrededor y se fijó en el chico que estaba despachando a los ladronzuelos de la tienda, tras amenazarlos con llamar a la policía si volvían a intentarlo.

- No lo sé, pero debimos buscarlo antes - contestó Taki.

Gô medio asintió con una sonido de garganta. El chico que reponía las estanterías estaba de cuclillas sacando algo de unas cajas de cartón. Que buen culo tenía, lástima que con aquellos pantalones no se notara mucho.

En aquel momento entró un sujeto algo desaliñado y Gô se puso alerta.

- Taki, en la entrada - susurró apenas moviendo sus labios mientras se daba la vuelta para dar la espalda a la puerta mientras con la mano fingía arreglarse el pelo, para que no se viera su perfil.

- ¿El chico de la chupa de cuero? - preguntó Taki manteniéndose tranquilo mirando al recién llegado por encima del borde se una revista sobre trucos para gameboy.

- El mismo - confirmó aun de espaldas observando a través del reflejo de una vitrina llena de maquetas de personajes de juegos -. Lo conozco, le llaman 'Pince'... trabaja como camello para los yakuzas de Seishiro Natza.

- Pues está un poco lejos de su territorio - susurró Taki pasando las páginas de la revista con aparente interés.

- ¿Qué está haciendo? - preguntó cuando el chico ya no se reflejó en la vitrina.

- Parece que busca algo - dijo Taki dejando la revista y caminando unos pasos para que Gô pudiera acercarse a una estantería y poder ver sin que el tal Pince lo reconociera -. Ahora va hacia el chico que está reponiendo la sección de Playstation.

Gô miró por el hueco que dejaban las guías de juego y el estante superior. En efecto, Pince se acercaba al chico al que hacía unos instantes le estaba admirando el trasero. Se detuvo ante él y lo saludó como si lo conociera de toda la vida.

- Hey ¿cómo va Dragón Negro? - dijo simplemente.

- Tirando. Y no me llames así... - contestó el chico con desgana sin apartar la mirada del contenido de la caja.

- Te dejaste esto en mi casa cuando viniste anteayer - dijo quitándose la mochila de marca negra y azul que llevaba al hombro de forma descuidada.

- Gracias por traérmela - contestó el chico mirándolo por primera vez. Por debajo de la gorra escapaban varios mechones de cabello rubio que impedían que Gô pudiera distinguir sus facciones. Estiró una mano y cogió la mochila que le tendían.

- De nada amigo, pero procura tener más cuidado, algún día perderás la cabeza - se burló Pince y con una sonrisa maliciosa dejó la tienda. El empleado se fue con su mochila hacia la trastienda, justo detrás del mostrador.

- Es la tercera vez que ese tipo te trae la mochila en lo que va de mes - le comentó el chico que estaba en la caja cuando pasó por su lado.

- Es que no me gusta demasiado - dijo mirando con disgusto la mochila, después le miró y le sonrió -. Supongo que inconscientemente intento perderla para comprarme otra.

El chico de la caja rió mientras el rubio desaparecía en la trastienda.

- Lo normal sería comprarse otra y punto - comentó Gô con el ceño fruncido.

- Lo mismo digo. Creo que sería buena idea investigar esa mochila...

- Y de paso al chico - añadió el moreno mientras ambos se dirigían a la caja con una revista en la mano. El empleado que había sermoneado a los niños de antes, ahora los miraba a ellos con el ceño fruncido. Ya llevaban mucho rato por allí sin comprar nada.

- Pervertido - murmuró Taki.

- Lo digo porque podría ser nuestra mula - explicó Gô en susurros mientras el dependiente escaneaba el código de barras.

- Ya lo sé, hombre - dijo tras darle el importe al dependiente y empezar a salir del local -, pero si te molesta tanto ese comentario, es porque no iba tan desencaminado. Antes te los estabas comiendo con los ojos - dijo con malicia.

- ¿Acaso son celos lo que noto en tu voz? - casi ronroneó Gô intentando pasar una mano por la cintura de su compañero. Pero la revista que Taki acababa de comprar le dio de llenó en la nariz.

- Las manos quietas, salido.

- Hétero de mierda... - masculló Gô sobándose la dolorida nariz.

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El reloj acababa de dar las nueve de la noche y la persiana de Dream Stars bajaba lentamente con el usual chirrido metálico. Los tres dependientes se aseguraron de que estuviera bien cerrada y después dos de ellos se fueron por la derecha, arrastrando un montón de cajas de cartón que dejarían en los contenedor más cercanos, mientras el otro se iba solo en la dirección contraria. Cruzó la avenida sorteando estudiantes vestidas de marineras que reían mientras comían gofres, jóvenes que iban sumidos en la música que salía de sus auriculares y algún que otro empresario que hablaba por el móvil mientras sus ojos se iban tras las piernas que dejaban ver las cortas faldas.

Cruzó deprisa la calle mientras el semáforo parpadeaba y el contenido de su mochila se revolvía. Salió de la avenida colándose por un callejón a calles más tranquilas y desiertas. No había avanzado mucho cuando unos matones le cortaron el paso.

- ¿A dónde vas con tantas prisas niño bonito?

- A ti que mas te da... - masculló intentando pasar por su derecha, pero le cortó el paso. El chico suspiró cansado e intentó dar marcha atrás, pero se encontró con otros dos tipos - Tengo prisa, fuera...

- Pues va a ser que no - dijo el primero acercándose por su espalda -, ya hace tiempo que te veo pasar por aquí Dragón Negro, tenía ganas de párate y... charlar contigo.

- Si, charlar, seguro - repitió con sarcasmo el rubio alejándose para que aquel sujeto no lo tocara. Pero allí solo y rodeado no tenía muchas opciones.

- Oh, venga no seas tan antipático. Seguro que podemos divertirnos - ronroneó de nuevo el que debía ser el líder acercándose.

Uno de los otros dos sujetos intentó sujetarlo por la espalda, pero el rubio lo tumbó en el suelo de una rápida patada. De inmediato el otro grandullón se le fue encima, pero lo esquivó con presteza y de un empujón lo estrelló de cara contra el muro. Sin embargo no pudo esquivar el agarre del tercero.

- Vaya, vaya... una fierecilla con garras ¿eh? Veo que tienes bien merecido el apelativo de dragón - dijo jadeando por el esfuerzo que hacía para que no se le escapara.

- Esta fierecilla te sacará los ojos - rugió el rubio haciendo lo posible por escabullirse, pero lo tenía bien sujeto el muy cabrón.

- No dudo que lo harías - aseveró mientras sus dos compañeros se ponían en pie con dificultad -, pero no te voy a dejar. Me gustan mucho mis ojos.

El rubio respiraba rápidamente, la cosa pintaba muy mal ahora que no tenía forma de defenderse.

De repente alguien surgió de la oscuridad del callejón y tumbó de nuevo a los otros dos. Ahora si que parecían inconscientes.

- ¿Pero que demo...? - antes de terminar la frase sintió como aflojaba el agarre y al girarse lo vio caer al suelo también inconsciente.

De pie tras él encontró a un chico de cabello negro con una mano en alto tras haber dado un certero golpe en la nuca al líder de los matones.

- ¿Estás bien? - le preguntó con una sonrisa.

- Sí... - contestó despacio. Después miró hacia al otro lado y se encontró con su otro salvador, más o menos tan alto como el primero, pero con el cabello castaño claro. Se sacudía las manos como si intentara quitarse el polvo.

- Sería mejor que nos fuéramos antes de que despierten - aconsejó el castaño señalando con el pulgar a los inconscientes matones.

- Gracias por la ayuda - dijo el chico de la tienda de videojuegos con toda la intención de largarse de allí, pero apenas dio tres pasos. Todo se volvió negro y lo último que sintió fue como unos fuerte brazos impedían que diera de bruces contra el suelo.

CONTINUARÁ...

Capítulo dos ¡tachán!

Espero que os vaya gustando la historia n.n

Ja ne!