Capítulo I

Hace 12 años

Era un día llovioso en el bosque, estaba el cielo de un tono gris oscuro, el aire se sentía muy frio, el ambiente era pesado y ningún animal estaba afuera. En una cueva estaban 2 tigres, uno de nombre Diego y el otro Raymond. Diego, el mayor, tenía una edad de 12 años (normales) y su pequeño hermano apenas 6, ambos tigres estaban juntos esperando a su madre que salió a buscar comida no muy lejos. Raymond estaba impaciente y algo mojado por la lluvia.

-Raymond: Diego llevamos esperando 1 hora, ¿te parece si vamos a buscar a mamá? –

-Diego: Debemos de esperarla, pero tienes razón ya tardo, mira haremos esto yo busco en el norte y tú en el sur y en 10 minutos si no la encontramos nos vemos aquí-

-Raymond: Vale hermano-

Dicho esto, los hermanos se separaron, cada uno al lugar que acordaron buscar a su madre, Diego fue corriendo para hallarla antes que su hermano, pero Raymond solo caminaba admirando el paisaje húmedo por la lluvia. En el suelo vio una rama un poco extraña, como si tuviera la imagen de una canoa, como las que usan los humanos en el agua. Raymond siguió la rama por un riachuelo, se detuvo cuando la rama cayó dentro de una cueva subterránea, apreció por unos instantes aquella obscura cueva, solo se podía escuchar el goteo del agua que caía dentro de esta. Aparto su vista y siguió su camino, caminó por unos metros, pero escucho algo o más bien alguien llamándolo. Raymond escuchó su nombre y se dirigió de nuevo a aquella cueva, dentro de esta vio 2 ojos de un color extraño, muy inusual parecía que su mirada era de fuego de aquella criatura, Raymond con gran temor se acercó a dicha criatura que lo miraba fijamente.

-Raymond: ¿Quién eres? - dijo el pequeño cachorro de tigre con un tono temeroso ante aquella criatura.

-Pennywise: Soy Pennywise una pobre y desafortunada hiena que cayó en esta cueva, fui arrastrado por un rio de gran potencia. ¿Y tú mi querido amigo? - dijo la hiena en un tono juguetón y con una sonrisa que en lugar de dar confianza transmite terror.

La hiena medía 3 metros, esta era de color blanco, en su pecho tenía 3 grandes bolas de pelo naranja, se asemejaban a pompones, y su hocico estaba lleno de afilados y largos dientes, sus ojos se tornaron de un color azul rey y en su hocico tenia dibujada una sonrisa que partía de una oreja a la otra, parecía un payaso.

-Raymond: Soy Raymond y estoy buscando a mi mamá ¿no la has visto por aquí? –

-Pennywise: No lo creo, y ¿hay alguien más aquí? –

-Raymond: No, solo tú y yo, y por cierto ¿necesitas ayuda? -

-Pennywise: Sí claro, de hecho, antes puedes bajar, aquí tengo comida y esto (saca un globo hecho de hojas y saliva) es un globo, ¿quieres uno? -

-Raymond: mmmmm (lo duda un poco) claro –

Raymond se acerca demasiado, y Pennywise aprovecha para morderlo, abre la mandíbula tan grande y la presiona con tanta fuerza que le arranca una pata al pobre cachorro de tigre, solo le queda arrastrarse y alejarse de aquel lugar, Pennywise sale de la cueva y lo muerde en el cuello terminando con la vida del cachorro indefenso. La hiena solo se desvanece en el aire como si fuera un fantasma, desaparece dejando solo una huella como de perro muy grande casi gigantesca como la de un mamut.

Diego regresa a la cueva con su madre y un conejo que cazó la madre de Diego. Este en el camino le había contado a su madre de lo que habían planeado Diego y Raymond. Diego quedo extrañado al no ver a su hermano en la cueva, ya habían pasado unos 20 minutos y no había rastro de Raymond. Diego y su madre deciden salir de la cueva y buscarlo siguen su aroma y Diego detecta sangre, en el aire, como de un cadáver reciente, piensa por un segundo que es el de su hermano y decide correr para comprobarlo. Por dentro Diego deseaba que Raymond hubiera cazado alguna presa y el aroma a sangre sea de su víctima, quería pensar eso, pero los pensamientos de que la sangre pertenecía a su hermano menor también lo abrumaban. Al llegar vio sangre corriendo por un pequeño rio dirigiéndose a una cueva oscura debajo de la tierra, y en frente lo que tanto temía, su pesadilla hecha realidad, el cadáver de su hermano estaba frente sus ojos, Diego quedo en un estado de shock, y su madre corrió desesperadamente al cuerpo sin vida de su hijo, dio un rugido tan fuerte y lleno de dolor que algunos animales salieron de sus madrigueras y hogares para ver a la madre abrazando un cachorro muerto de tigre, y unos metros atrás un tigre dientes de sable destrozado, Diego se derrumbó, se acercó a ver al cuerpo de su hermano y noto una huella extraña en el lodoso suelo, no la conocía pero el olor jamás lo olvidaría, olería a carne putrefacta y no era de su hermano fallecido, era de otro animal que nunca antes se había topado. Ese día marco a Diego de por vida.

El Presente

-Shira: Vamos Diego, despierta-