Capítulo VIII- De vuelta a casa

La noche desplazaba al día y comenzaba su periodo de reinar en la Tierra, había estrellas brillando con intensidad y un gran silencio se notaba. La noche no era tranquila a pesar de no haber depredadores asechando ya que todos temían de un súper depredador rodando por el bosque.

La manada de Manny estaba reunida afuera de su cueva para evitar que esta se llenara del humo de la fogata que había hecho Sid y Brooke. Todos los miembros a excepción de Morita y Julián quienes andaban muy lejos de su antiguo hogar. Shira estaba impaciente, quería saber cómo sabía aquel conejo sobre el pasado de Diego. Ellie se dio cuenta de su preocupación y la entendió, ella también había pasado por lo mismo cuando se separó de su fiel pareja Manfred en la separación de los continentes, por lo que comenzó a hablar suave proponiendo contar anécdotas del pasado de todos.

-Ellie: Bien sé que todos estamos asustados por lo que sucedió en la tarde y tristemente es el ciclo natural de la vida, porque no mejor contamos anécdotas del pasado. Yo comenzaré por la vez que Manny lloró cuando Morita dijo "Papi.-

-Manny: Ellie ¿no te gustaría contar algo más? –

-Ellie: Ay por favor, todos saben que eres fuerte por fuera pero esponjosito y dulce por dentro.-

-Crash: Creí que estaba así por la grasa.-

-Eddie: O su gordura.-

-Crash y Eddie: JAJAJAJA.-

Manny solo frunce el ceño y ambos hermanos zarigüeyas se asustan y paran sus bromas.

-Ellie: Era una mañana tranquila y los 3 dábamos un paseo por el bosque, el cielo estaba despejado y los pajarillos cantaban bellas melodías.-

El relato de Ellie fue interrumpida por los ronquidos de Crash, Eddie y Sid.

-Brooke: No te preocupes Ellie tu sigue.- dijo cariñosamente la perezosa mientras le hacia caricias en la cabeza a Sid.

-Ellie: Gracias Brooke, como siempre tan linda. Pues bueno cono decía era un día perfecto y morita se agarraba con su trompa de mi cola, caminamos unos minutos hasta que nos detuvimos para comer unas moras y ahí fue cuando nuestra princesa miró a Manny directo a los ojos y le dijo suavemente "papi". Empezó un río correr por sus mejillas y gritó "por fin me dijo papá" jajajaja fue tan tierno ver como ambos se emocionaban por algo que parece pequeño.-

-Shira: ¿Qué sentiste cuando Morita te dijo "mamá"?- preguntó curiosa la tigresa.

-Ellie: Fue el honor más grande que pude tener en la vida, no hay una emoción que describa tan bien lo que sentí que amor.- Soltó unas lágrimas al recordar aquellos momentos felices a lado de su bella hija.

-Manny: Creo que te toca contar algo Shira.-

-Shira: ¿Qué les gustaría saber de mi o de mi pasado?-

-Brooke: Cuéntanos tu vida antes de la manada.-

-Shira: No es fácil para mí pero ustedes son mi familia y aunque vean a una dura y fría dientes de sable, no siempre fui así. Yo solía vivir en lo alto de las montañas con mi manada, normalmente ahí todos tenían un color blanco de pelaje y eran muy fríos y poco amables. Fui hija única por lo que para jugar con otros cachorros tenía que salir de mi cueva y buscarlos. Mi padre Magnus y mi madre Layla eran los jefes y por eso me cuidaban más de lo usual. Pero bueno así estuve viviendo unos años hasta que crecí y en aquel entonces era usual que ya se hicieran parejas y sinceramente a mí no me atraía nadie y hasta ese momento todos seguía bien pero las cosas cambiaron cuando mi padre me forzó a encontrar pareja ya que yo debía ser la nueva jefa de la mandada, en cambio yo sí quería ser la líder pero no la chica de alguien. Así pasaron varios inviernos discutiendo, peleando y yo tratando de probar que yo misma podría con toda esa carga y responsabilidad. Una noche regresaba de mi guardia nocturna y mi madre comenzó hablar mal de mí y mi padre también decía que era débil e ignorante y que en resumen era inútil. Me hirieron y en ese tiempo yo era muy sentimental así que fui a ver al más viejo y sabio tigre de la manada. Era mi abuelo ese tigre.-

Recuerdo de Shira

-Shira: Abuelo te necesito.- Decía con lágrimas en sus ojos.

-Ragna: ¿Qué tienes copo de nieve?- dijo mientras con su pata rodeaba a Shira cobijándola.

-Shira: No sé qué hacer, no he parado de demostrarle a mis padres que soy lo suficientemente capaz de dirigir esta manada yo sola.-

-Ragna: ¿Por qué no has buscado un compañero?-

-Shira: No hay nadie aquí que me interese y créeme ya lo intente, todos son aburridos y no encuentro mi felicidad en ninguna parte. ¡Detesto vivir aquí! Quiero una vida llena de emociones y riesgos, ¿lo entiendes?-

-Ragna: Más de lo que te imaginas y aunque sea difícil de creer yo fui joven alguna vez y también tuve ese deseo por la aventura y el peligro, tu padre fue más tranquilo y sin aspiraciones a grandes cosas, pero tu hija puedes lograrlo.-

-Shira: ¿Qué debo de hace abuelo?-

-Ragna: Sigue a tu corazón pero piensa con la cabeza, si piensas que aquí no es tu lugar, sal afuera y búscalo. La vida es corta y se tiene que disfrutar, así que mi consejo es vete lo antes posible.- Shira se dirigía a la salida cuando escucha a su abuelo llamándola.

-Shira: Mande abuelo.-

-Ragna: Te quiero dar este arete, era de tu abuela acércate hija para que te lo ponga.- Con su garra perforo con suavidad la oreja de su nieta y coloco el pendiente.

-Ragna: Listo te vez hermosa igual que tu bella abuela, ahora hazme un favor cuando hayas encontrado tu lugar en el mundo, siéntate en una colina ve el atardecer y su gran destello verde, cierra los ojos y escucha la música de la naturaleza entonces en ese momento me verás.-

-Shira: Te amo abuelo.-

Shira abrazo fuertemente a su abuelo y salió de su cueva mirándolo por última vez en su vida, se dirigió con sus padres, les dijo que a pesar de todo los amaba y se fue sin decir algo más.

(Fin del recuerdo de Shira)

-Shira: Lo demás ya lo saben, de los piratas y eso.-

-Manny: Vaya siempre pensé que eras ruda y fuerte ya sabes como el hielo.-

-Ellie: Gran anécdota Shira de verdad me conmovió.-

-Shira: Gracias, pero no puedo dejar de pensar en por qué Diego nunca me hablo de su familia o de su pasado.-

-Manny: Yo lo conozco mucho más tiempo que tú y tampoco me dijo algo sobre su familia, de hecho yo creí que su manada de diente de sable era su familia.

-Ellie: Mira yo creo que Diego tuvo sus razones para ocultarlo, pero algo que sé con claridad es que el jamás te abandonaría solo falta que regrese.-

Con Diego y Sam en alguna parte

-Diego: No puede ser, el camino por donde vine ha desaparecido por una avalancha, es imposible cruzar por ahí.-

-Sam: Tendremos que rodear ¿no?-

-Diego: Así es, si no paramos llegaremos a tiempo ¿crees poder seguirme el paso?-

-Sam: JAJAJA mírate Diego ya estas viejo, con un poco de suerte llegarás sin que te cargue.-

-Diego: Acepto el reto.- Corrió con fuerza y velocidad para rodear el derrumbe a lo que Sam respondió corriendo de la misma manera. Ya era de noche pero eso no era desventaja para los tigres, ya que su visión nocturna los favorecía en la oscuridad. Corrieron y corrieron sin descansos, ambos motivados por el hambre de justicia y el deseo de proteger a los animales inocentes. Diego tenía en su mente muchos pensamientos, pero el más fuerte era Shira, deseaba verla a salvo, poder abrazarla pero sabía que tendría problemas al llegar a casa pero él tenía el suficiente valor para encarar a toda su familia porque su amor es más grande que su orgullo y si debía pedir perdón por su inesperada partida lo haría.

Al día siguiente

(Con Shira)

Ella se despierta esperando los buenos días de su amado tigre, pero la realidad seguía siendo la misma, estaba sola sentimentalmente y con un profundo deseo de que Diego se encuentre bien. Se levantó, estiro sus patas y su cadera, antes de que el sol iluminara el cielo con sus primeros rayos Shira salió a correr a una parte de la montaña donde se veía aquel valle por donde Diego partió, espero y espero con ansias y para su mala suerte él no llegó acompañado del sol. Pasaron las horas y Shira salió a caminar, notó que tenía hambre y se dispuso a cazar una presa pequeña y fácil de atrapar. Terminando de devorar su presa se adentró en el bosque, el ambiente se sentía pesado y lleno de energía negativa, como si un agujero negro absorbiera toda la felicidad y dejará un paisaje gris.

-Shira: Ay Diego, solo quisiera abrazarte y protegerte con todas mis fuerzas, entregarte hasta mi último aliento, pero no me dejas ayudar.- dijo mirando el cielo esperando una respuesta de este.

Los segundos se convirtieron en minutos y los minutos en horas, a Shira esto era como un efecto placebo ya que no se percataba de su alrededor, solo se dirigió a su cueva sin animo. Se acostó y se dispuso a descansar, sus sentimientos se sentían pesados y estos le provocaban un cansancio a Shira por lo que se dispuso a dormir y esperar el atardecer.

Con Diego

Después de correr toda la noche y gran parte de la mañana llegaron a tiempo para el atardecer de aquel día. Le dijo a Sam que lo esperara porque tenía algo que hacer, así que se dirigió a su lugar favorito de donde vivía, aquella piedra que sobre salía de la montaña un poco antes de la cima, camino más lento y se encontró con la dueña de su corazón, freno delicadamente para no perturbar la paz de su gatita, solo la admiro como quien ve las estrellas en una noche oscura imaginando poder tocarlas suavemente y bailando al ritmo del universo. Avanzo unos pasos y por fin espero a que el sol iluminara con el rayo verde anunciando la entrada de su contraparte.

-Diego: Sabía que estarías aquí.-