Atención: Square-Enix es quien inventó estos personajes y estos lugares. No se pretende obtener ningún dinero publicando este fic, sólo la intención de divertiros.

Notas de autor: Mmmm… qué bien sientan las vacaciones. Más tiempo para escribir, para leer y para navegar por la red. Pero primero las fotos del Salón del Manga de Madrid.

email: fanfiker_

Gracias por leer.

Resumen: Fue una fatalidad. Sólo un segundo, todo ocurrió tan rápido que no hubo tiempo de reaccionar. Las palabras del doctor fueron muy claras: Zell ya no recuerda quién es o lo que hizo en el pasado.

BAJO LOS OJOS DE UN NIÑO

FanFikerFanFinal

Capítulo 7: Juntos en Navidad

En el Jardín de Balamb, la Navidad se acercaba. Selphie, siempre encargada del Comité Estudiantil, no estaba esta vez para organizar la fiesta de Navidad para los estudiantes, así que tuvo que encargarse el resto del comité de organizarlo. Muchos estudiantes no tenían padres, por lo tanto no podían ir a ningún lugar en esas fechas. El director Kramer siempre se encargó de que los que se quedaran, disfrutaran como si se hubieran ido. Antes, eran ellos quienes organizaban las fiestas, pero cuando se creó el Comité Estudiantil, Cid Kramer se vio relegado a dedicarse a otros asuntos, para su regocijo. Pero ahora, Cid Kramer apenas se ocupaba de lo referente a sus estudiantes. Ese invierno, sin embargo, sí se quedaría en el Jardín. Era el turno de Squall de pasar las vacaciones con los suyos. Squall Leonhart. Quien odiaba la Navidad. Odiaba el ambiente festivo que se creaba en el Jardín y las continuas peticiones de Rinoa para salir de compras y a bailar.

—Escucha, Rinoa, me gustaría descansar, llevamos tres días yendo de compras a Dollet y a Timber.

—¡Pero nos queda Esthar! ¡Laguna estaría encantado de vernos! —dijo ella ilusionada.

"Me gustaría que el accidente me hubiera pasado a mí. No tendría que aguantar tantas cosas, y podría encerrarme en mis pensamientos. Es injusto que le haya pasado a Zell".

—Escucha, iremos a Esthar este viernes, por tanto podrás comprar todo cuanto quieras. Selphie vendrá de Trabia y además, Laguna hará una fiesta.

Los ojos marrones de Rinoa se iluminaron.

—¿En serio? ¿Te lo ha dicho?

Squall se golpeó en la frente.

—¿Crees que Laguna necesita alguna excusa para hacer una fiesta?

—¿Y Zell, vendrá?

Squall se tornó pensativo. No sabía si era más peligroso dejarlo solo en Balamb con su madre o llevarlo a Esthar.

—No sé. Quizá no sea bueno que vea a tanta gente. Irvine dijo que cuando fueron a Deling, se asustó a causa del bullicio. No sé si será buena idea, Rinoa.

—Yo creo que sí. Si yo estuviera sola, me sentiría muy triste. Llámalo, Squall. Llama también a su madre y así no tendremos que estar preocupados por él todo el tiempo.

Squall pensó. No era mala idea. Además, aquella vez que visitó el Jardín quiso quedarse. E Irvine iría a la fiesta. ¿Qué pasaba si Zell se enteraba de que había habido una fiesta y él no hubo sido invitado? Rinoa tenía razón, después de todo.

Cuando llegó el gran día, Squall y Rinoa subieron al Lagunamov, junto a Irvine, Zell y su madre y Quistis. El rubio estaba especialmente contento, y cuando vio a su amigo, corrió a abrazarlo.

—¡Irvine! Te eché de menos… ¿Cómo ha ido tu misión?

—Bien, bien —sonrió el chico, retirándole—. ¿Tú te encuentras mejor? ¿Has dibujado más cosas?

—Oh, sí, se las enseñaré a Irvine. ¡Yo, Squall! ¡He venido! ¡Rinoa!

—Hola, cielo —dijo la chica saludándole con el brazo.

Squall se golpeó la frente, pensando "¿Quién demonios dijo que ha cambiado?"

Irvine y Zell, junto a su madre, se retiraron a una habitación. El Lagunamov sobrevoló Trabia y aterrizó para recoger a una alegre Selphie. Irvine se disculpó y fue corriendo hacia el pasillo. Tenía ganas de verla. Ambos se fundieron en un abrazo y cuando la chica saludó a todos, dijo que quería ver a Zell. Así pues, volvieron a la sala en la que estaban. Elisa saludó a la joven, pero Zell la miró con ojos confusos.

—Ven, Zell, quiero presentarte a Selphie.

—Hola, me llamo Zell —dijo el chico extendiendo su mano.

Selphie miró la mano desnuda del joven, y recordó que ya no luchaba, por eso no llevaba guantes. La mano se tornó borrosa. No la estrechó.

—Zell… me alegro tanto de verte.

El chico observó lágrimas en los ojos de la muchacha.

—¿Te duele?

Selphie lo miró y pareció entender.

—No. Es que estoy muy contenta de veros.

En lugar de eso, Selphie lo abrazó muy fuerte. El chico, cogido por sorpresa, correspondió a su abrazo y miró después a Irvine, divertido.

—Ella es como tus amigas.

Selphie lanzó una mirada de sospecha al más alto, quien rió.

—Está de broma.

—Si le has hablado de mí, espero que no me hayas comparado con las otras.

—Claro que no, Selph, tú eres la mejor —dijo, atusándole el pelo.

—Sí —añadió Zell, muy serio—. Tiene tu teléfono en el primer lugar de su agenda.

Irvine lo miró, sorprendido, pero Selphie dijo:

—Ah, no esperaba que lo tuviera en el primer lugar de su agenda, esperaba que lo hubiese aprendido ya. ¿Estás dibujando, Zell, cielo? Déjame ver tus dibujos.

Y ambos se arrodillaron en el suelo. Ella cogió una pintura y unos folios y se puso a dibujar con él. Elisa se acercó a Irvine.

—Creo que se llevarán bien.

—Sí…

La robusta señora miró a Irvine, y pudo notar su rictus cansado y triste.

—Escucha, Irvine. Desde que ocurrió lo del accidente, has pasado la mayor parte de tu tiempo cuidando de Zell. No has tenido tiempo apenas de salir a divertirte, y menos de estar con tu chica. ¿Por qué no te tomas unos días libres?

Irvine sonrió, encantador. La sonrisa del joven no dejaba indiferente a nadie.

—No es problema para mí, de verdad. Estoy bien cuidando de Zell.

—Pero te veo triste.

—Es porque… a veces me pregunto por qué le pasó a él —dijo, distraído—. La persona con más ganas de vivir y con más energía del mundo es Zell Dincht. Es una buena persona, aunque a mí no me tuviera simpatía, pero ahora… no recuerda nada. No la recuerda a usted, ni tampoco a sus amigos, no recuerda por todo lo que tuvo que pasar para ser un SeeD. Zell es una gran persona y lo peor de todo es que él no lo sabe.

Elisa retiró las lágrimas del joven, enternecida.

—Claro que lo sabe. Sabe que te tiene a ti, y a sus amigos. ¿Qué importa que ya no sepa luchar? Prefiero que mi hijo esté en casa conmigo a saberle fuera, en peligro. Si yo pudiera decidir, no le dejaría que se hiciera SeeD.

—Bueno, él ya lo está pensando.

—Lo piensa porque te admira. Y quiere ser como tú. Y espero que sea como tú, en muchos aspectos. En otros, espero que no.

Irvine miró divertido a Elisa.

—¿Qué insinúa?

—No quiero que me traiga una novia nueva a casa todas las semanas.

—¡Ey! Hace mucho que no salgo con una chica –se defendió él.

—Y espero que no lo hagas más. Creo que Selphie es perfecta para ti.

—Sí. Yo también lo creo.

El Lagunamov sobrevoló durante algún tiempo hasta llegar a las inmediaciones de Esthar. Fuera de la aeronave, Squall enlazó "Ningún encuentro" para no encontrarse con sorpresas antes de llegar a la residencia presidencial. Zell, abrumado por tanta modernidad, quiso subir a uno de los ascensores, por tanto se separaron en dos grupos: Irvine, Selphie y Zell fueron en ascensor y los demás, andando.

Una vez allí, se encontraron con Laguna, quien los recibió calurosamente. Les dio habitaciones a todos y les pidió que se comportaran como si estuvieran en casa. Squall, no muy diplomático y cansado de las reuniones en masa, se retiró a su habitación mientras los otros sugirieron excursiones por la ciudad. Aquellos días fueron muy divertidos. Visitaron cientos de tiendas donde las chicas pudieron hacer sus últimas compras de Navidad. Todo estaba adornado en la ciudad. Laguna podía ser muy simple, pero cuidaba bien de sus ciudadanos. A Zell, le entusiasmó la vestimenta de los Estharianos, y hubo que ir a comprarle un modelo para que se sintiera como ellos.

Quistis lo miraba, extrañada. Le parecía raro ver cambiar su indumentaria deportiva y su cresta por una túnica amarilla y blanca y los pelos caídos en su cara.

"Pero está muy mono. Creo que aunque Zell volviera a nacer mil veces, siempre tendría esa felicidad y esa energía."

Selphie pasó mucho rato con Zell, de hecho parecía su hermana. Jugaba a sus juegos y a veces se le unían Irvine y Laguna, dos que nunca cambiarían. El día de Navidad llegó y todos comieron en una gigantesca mesa, opíparamente. Al acabar, Laguna ordenó que todos los regalos se depositaran en el gran árbol de Navidad que adornaba el centro de su residencia, para que todo estuviera listo al día siguiente.

Así pues, Kiros se encargó de recoger los regalos de los jóvenes. El árbol se llenó de paquetes. Y al día siguiente, tras el desayuno, todos fueron en pijama, entusiasmados, para abrirlos. Zell recibió varios cuadernos, pinturas, un teléfono móvil —regalo de Squall—, una videoconsola —regalo del resto—, una cámara de fotos —regalo de su madre— y un mecano —regalo de Irvine—.

Zell, muy alegre, disfrutaba más viendo las caras alegres de todos que con sus propios regalos. Sobre todo estuvo atento a Irvine cuando abrió su paquete. El chico pareció extrañado, abrió unos ojos como platos y cogió el colgante. Zell se sentó enseguida junto a él, muy contento.

—¿Te gusta, Irvy? Lo compré para ti.

El cowboy siguió observando el objeto de plata, cuyo grabado decía "Irvine&Zell para siempre". Emocionado, elevó la vista.

—Gracias. No me esperaba algo así.

Zell sonrió ampliamente y deshizo la corta distancia que les separaba para besar a Irvine en los labios. El francotirador miró a todos lados con vergüenza, por si alguien lo había visto, pero todos parecían ocupados con sus propios regalos y agradecimientos.

—Eh, no tienes que besarme.

Zell se puso muy serio.

—¿No está bien? Vi a Selphie hacerlo. Y a tus amigas.

Irving se rascó el cogote.

—Eh, sí, pero sólo lo hacen las chicas.

—¿Y por qué?

—Ufff…

"Sí, ¿por qué? ¿Por qué sólo las chicas pueden demostrar su cariño hacia otras personas? ¿Qué le digo a Zell? ¿Qué los chicos no deben besarse? ¿Que está mal visto por la sociedad? Realmente no es muy lógico. Si quieres hacer algo deberías poder hacerlo, sin preocuparte por lo que piense la gente. Si hubiera más gente así, el mundo sería distinto".

Un tirón en su pijama le despertó.

—Di, Irvine, ¿por qué está mal?

—No, no está mal. ¿Te ha explicado tu madre que la gente tiene algunas reglas, como pedir perdón si haces daño, o ayudar a alguien si lo necesita?

Zell asintió.

—Bueno, esto es también una regla: los chicos no se besan, se dan la mano o se abrazan. Pero un beso no.

—Oh —Zell pareció desilusionado—. Qué rara es la gente. ¿Por qué ponen esas reglas tan raras? Entiendo que debamos ayudar, pero no que no podamos besarnos si nos apetece.

—Bueno, yo tampoco entiendo algunas reglas, pero hay que seguirlas si queremos integrarnos con los demás —razonó Irvine.

—¿Te gustó mi regalo entonces?

—Sí, yo voy a darte un abrazo.

—Póntelo —dijo Zell divertido.

—Es realmente bonito, Zell. Gracias.

—Ahora tenemos que cantar, venga —dijo el rubio alzándole—. Cantemos, cantemos.

Elisa y Squall contemplaban cómo los demás cantaban villancicos en torno al árbol.

Después todos comieron dulces y se vistieron y las vacaciones pasaron tan pronto para todos que llegó el momento de marcharse de Esthar. Zell tenía lágrimas en los ojos. Él se quedaría un tiempo más en vista de su próxima visita médica. En el desierto de Esthar, sus amigos desaparecían en el Lagunamov. La despedida fue muy triste para el muchacho, que vio cómo aquella dulce muchacha de pelo castaño se perdía junto a su amigo Irvine en la lejanía; la chica morena pegada al brazo del serio comandante le decía adiós con la mano; y la rubia más guapa de todas le sonreía deseándole suerte.

—Volverán pronto —dijo Laguna—. Anímate, ahora puedes pasar unos días aquí. Kirós y Ward te acompañarán donde quieras. Esthar es tuya. Haz lo que quieras.

—Agradécele al señor Laguna su bondad —indicó Elisa.

Zell le hizo una reverencia.

—Gracias.

Laguna rió la actitud del chico.

—Oh, las reverencias son sólo para los reyes.

—Es usted rey de esta ciudad —dijo Zell divertido—. Y me gusta. Es azul y transparente. Y la gente es amable. Un poco seria, pero amable.

Laguna y Elisa rieron, seguidos de Ward y Kirós.

El médico dio informes positivos y esperanzadores. Le fueron llevados más dibujos que el joven había hecho en Esthar, durante sus vacaciones, y según los psicólogos, estaba desarrollándose como un joven alegre y cariñoso. Los médicos coincidieron en que debían poner a prueba ya la mente del joven para recuperarse. Elisa sugirió ir al orfanato, pero le denegaron la sugerencia. Si entonces Zell se enteraba de que era adoptado, sería un duro golpe para él. No podían arriesgarse a que el joven recuperara la memoria de un modo traumático. En otros casos las víctimas se habían dado al suicidio. Por tanto, Elisa habló con los SeeDs para que ellos sugiriesen un sitio donde Zell hubiera sido impresionado por algo. Irvine recordó que en Deling, el Arco del Triunfo había llamado su atención, pero el doctor insistió en que debía ser algo más impactante. Los jóvenes repasaron su trayectoria de salvar el mundo y se les ocurrió que el escenario que había llamado más su atención había sido el castillo de Artemisa, y, gracias a Dios, había desaparecido. Ir a la base de misiles tampoco era posible, pues explotó, aunque no tenía mucho sentido, pues Zell no participó en ella. Irvine sugirió ir a la Tumba del Rey sin Nombre, pero el joven enseguida se sintió encerrado y quiso salir.

—Es difícil pensar un sitio donde Zell haya podido sentirse impactado.

—Si le lleváramos al Arco del Triunfo, creo que también se sentiría igual, bajo los canales —apuntó Irvine muy serio.

—¿Por qué no probáis a ir a Fisherman? Creo que le gustan los sitios como Balamb —sugirió Rinoa.

Con el Lagunamov, bajaron hasta el gran auditorio, donde el joven había tocado el saxofón en la orquesta honor a Squall cuando éste fue nombrado comandante. Zell dijo que todo era precioso y que le encantaba, que podía sentirse como en casa. Comieron sardinas asadas por los pescadores de allí y pasaron una tarde muy agradable. Pero Zell no recordó nada.

—Es difícil saber lo que le ha impactado más a una persona —dijo Quistis—. Yo, por mi parte, uno de los lugares que más me ha impresionado han sido los Bosques de Grandidieri.

Por tanto, esa fue su siguiente parada. Se abrigaron por el clima tan frío de la zona, y los prados cubiertos de nieve pesada, que tardarían más de 2 meses en fundirse. Aquellos impresionantes y exuberantes bosques infestados de monstruos no dejaban indiferente a nadie. Squall usó la habilidad "Ningún encuentro" para evitar que fueran atacados.

Zell dijo que aquel sitio era como un laberinto, que los árboles parecían monstruos y que no quería volver más.

Los SeeDs, agotando las pocas posibilidades, volvieron al Jardín. Y así transcurrió el invierno, visitaron sitios en el globo para encontrar una pista, para hallar un trozo perdido de la mente del joven luchador, en vano.

Irvine apenas dormía, pensando qué era lo que Zell quería ver; lo que su mente necesitaba encontrar; el estímulo perdido.

CONTINUARÁ

Zell ha demostrado sentirse en completa armonía con su cowboy. ¿Estará confundiendo sentimientos equivocados?

¿Logrará encontrar Zell su estímulo perdido?

PRÓXIMO EPISODIO: Retazos de memoria