Los personajes no me pertenecen. Lo hacen a Rumiko Takahashi, su gran creadora. Atención: Algunos personajes estarán, valga la redundancia, fuera de personaje. Dado el aviso...


Aceptación (I)

El dojo Tendô era un hervidero de actividad. O, siendo más específicos, un caldo de cultivo para un conflicto que bien podría considerarse como la Tercera Guerra Mundial. En esos momentos, las cosas todavía estaban bajo control, pero podría ser que eso no durara. Los gritos que nacían en la sala de estar de la casa huían despavoridos para salir a las calles que rodeaban el edificio.

-¡He dicho qué no y es qué no!-

-Pero... Nabiki, soy tu-

-¡No me vengas ahora con esas! Ni se te ocurra...-

-Nabiki-chan, yo creo-

-Lo siento, Nodoka-san, no hay nada más que decir.-

-Pero-

-¡Pero nada, Ojisan!-

Y Nabiki subió pisando fuerte a su habitación. Decir que estaba cansada de esas discusiones como la que acababa de tener no hacía justicia a lo que realmente sentía. Estaba tan cansada, tan harta, que incluso un par de veces se había planteado llamar a ese par y unirse a ellos.

Pero, siempre desechaba ese pensamiento con la misma rapidez que se formaba meneando la cabeza, como tratando de sacudirse algo que se le hubiera quedado enganchado al pelo. Prefería dejar que, por una vez, fuese su hermana la que tuviera el papel principal en la función. Por último, siempre añadía mentalmente que la idea de hacer de aguantavelas entre esos dos tortolitos no la atraía para nada, mientras mostraba al mundo una sonrisa predadora.

En aquel mismo instante, esa sonrisa predadora estaba firmemente plantada en su cara cuando una de las conversaciones que menos quería tener se presentó en la puerta de su habitación como salida de la nada. Allí, en el umbral, estaba su hermana menor, Akane, con una mirada que gritaba a los cuatro vientos una sola palabra: "Deprimida". Preguntándose si esta vez sería capaz de controlar su naturaleza ácida y sarcástica, Nabiki respondió la pregunta no formulada.

-Sí, Imoto-chan, puedes entrar.-

-Eh... Sí.-

-Vamos, siéntate en la cama.-

-Sí.-

-¡Estamos hoy habladora!-

-No... No mucho.-

-Ya veo...¿No tendrá nada que ver con la desaparición de cierto artista marcial, no?-

-¿Qué?¿Yo?No... Esto,¿qué me importa a mí...?-

-Sí, ya. Claro. Supongo que el bueno de Ryôga te estará haciendo buena compañía.-

-No... No, él no ha venido-

-Pero P-chan sí que está,¿verdad?-

-Sí, bueno. Pero,¿qué tiene que ver...?-

-No, nada, por supuesto. Entonces, claro que no te importa que Ranma se haya marchado...-

-No, digo sí. No, Nabiki. Algo, no lo sé.-

-Pero bien que me gritaste al principio, Imoto-chan.-

-Yo... Fue el momento. Quiero decir, que en realidad-

-Ya, sí. Que no te importa, vamos.-

-¡Sí que me importa! Pero, pero... no de esa manera. Agh...-

-Sí,"Agh" lo resume todo. Esa manera tuya de no decidir sobre nada fue la que echó a Ranma.-

-¿Cómo?-

-Oh,¿te sorprendes? Hombre, la manera en que lo tratabas además...-

-¿Qué pasa con-

-No, nada. Sólo que hubieras matado a un hombre normal.-

-¿Qué, qué dices...?-

- Oh, fue un simple cálculo. Un poco de física, un libro de comparaciones que encontré en la biblioteca, una calculadora... ¡et voilá! Y aún sobraba fuerza como para romper un bloque de cemento de veinte centímetros de grosor.-

-Pero él... Él era un artista marcial, podía soportarlo.-

-Por esa misma regla, tú también puedes soportarlo, pero nadie lo prueba contigo. Además,¿qué artista marcial le hace eso a otro un día sí y otro también?-

-Pero yo... No lo hacía todos los días. Ya casi no lo hacía...-

-De acuerdo. Ya casi no lo hacías. Te controlabas algo más. E incluso puede que no tuvieran esa fuerza...-

-Eso. Ya sólo... No eran tan fuertes...-

-Vale. Pero lo importante es la razón.¿Por qué le dabas?-

-Eh... Siempre, siempre era por alguna razón...-

-Sí,¿pero cuál?-

-No sé... una buena razón...-

-¿CUÁL?-

-¡Porque me insultaba o hacía cosas pervertidas!-

-¿Sí?¿Era por eso?¿O porque no confiabas en él?-

-Yo... Yo no... Sí que-

-¡Ja!¿Confiabas en él en qué?¿En que te salvaría cuando te secuestraban?¿En que haría lo correcto? Ahí yo también confiaría en él. Eso no es nada especial.-

-Pero...-

-¿Sabes cuando tenías que confiar en él? No, no lo sabes. Pues mira, te lo voy a decir. Y gratis, además...-

-¿Y... Y bien?-

-Siempre. Si realmente confiaras en él, primero escucharías su versión. Nada de hacer a conclusiones que salen de la nada. Nada de dar más crédito a lo que dice su máximo rival.-

-Pero... Pero, eso suena a cegarse, a creer ciegamente...-

-Ni mucho menos. Si está equivocado, se lo haces saber. Si te miente, le haces comprender que no debería haberlo hecho. Pero, si lo que se hace es tomar la premisa de "pervertido hasta que se demuestre lo contrario"...-

-Pero... ¡Se convierte en mujer!-

-¡Anda! Y Shampoo, en gata. Y Mousse en pato. ¡Y Saotome-Ojisama en panda, por dios!¿Y dejan alguno de ellos de ser quiénes son?¿Dejan de comportarse como siempre?-

-Pero... Pero-

-No más "peros", Imoto-chan.¿Te das cuenta por fin? Desconfianza. Ésa es la palabra clave. Ahora, ve a llorar a tu habitación al darte cuenta de lo que has perdido.-

-¿Por... Por qué dices "lo que has perdido"? Todavía puedo ir a buscarle. Él todavía...-

-¿Ah, sí? No lo creo. Recuerda que Kasumi ya ha ido en su búsqueda.-

-¿Y?-

-¡En esta casa todo el mundo parece estar alelado! Jo...-

-¿Qué?-

-Nada. Ahora vete.-

Y, tras unos minutos de indecisión, con las lágrimas balanceándose en el borde de sus preciosos ojos marrones, Akane se levantó y corrió a su habitación, cerrando sin miramientos la puerta de su habitación, tirándose en su cama para lanzarse a un llanto silencioso, empapando su almohada de grandes lágrimas, cada una haciéndola recordar cada uno de los buenos momentos que pasó con el artista marcial llamado Ranma Saotome.

-Y esta vez, no tienes a Kasumi para que te consuele. Ah... Menuda manera de crecer.-

Después de soltar ese pensamiento al aire, Nabiki respiró profundamente, se levantó de la silla, y se dirigió despacio a su puerta. Allí, escrito con la pulcra caligrafía de Kasumi, estaba su nombre pintado sobre el patito amarillo de madera que tiempo atrás había empezado su madre. Cerró dando un portazo y luego se desparramó en la cama, sin ganas ya de seguir las cuentas que estaba haciendo.

Definitivamente odiaba esas conversaciones con su hermana menor.

Hasta ella se ponía de mal humor.

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Habían pasado unas semanas desde aquella terrible noche en la que Kasumi fue atacada por un par de indeseables, y la luz del sol de la tarde se reflejaba de una bella manera en las pequeñas gotas de sudor que corrían por la frente de Kasumi Tendô, en ese momento ataviada con una ropa que jamás creyó volvería a utilizar, y que empaquetó pensando sin muchos remordimientos que sería pasto para trapos o remiendos.

Pero, a pesar de los años, el gi le quedaba como anillo al dedo.

A pesar de estar tan cansada que se tenía que apoyar en sus piernas para mantenerse de pie, una bonita sonrisa consiguió formarse en sus labios. Había conseguido romper los bloques de cemento que Ranma le había preparado sin dificultad, y luego había conseguido aguantar toda la serie de estiramientos y ejercicios que el chico de la coleta la había hecho hacer. Así que, Kasumi sentía que lo había hecho bastante bien.

Pero, eso no era lo que pensaba Ranma. Lo que para Kasumi habían sido una extenuante serie de ejercicios, para el joven artista marcial no eran sino un calentamiento, y ver que a Kasumi ya le costaba respirar hizo crecer en Ranma las dudas sobre si ella sería capaz de aprender cualquier cosa.

-Kasumi... esto...-

En ese momento, la mayor de los Tendô se enderezó, de manera que sus miradas volvieron a encontrarse. Y Ranma pudo ver que los ojos de Kasumi brillaban con esperanza, lo que consiguió que la determinación de Ranma se desinflara como un globo.

-Eh... No nada, que... Que muy bien, que lo estás haciendo muy bien...-

-¿De verdad, Ranma-kun?-

-Sí, sí, por supuesto... Muy bien, eso, muy bien...-

Antes de darse cuenta, Ranma estaba atrapado en un fiero abrazo que le recordaba vagamente a aquellos que recibía de una cierta amazona. Pero lo que realmente creó en él ese abrazo no fue melancolía, sino un terrible sentimiento de culpa y remordimientos que le urgían a romper esa unión. Sin embargo, la calidez y la sorprendente seguridad en el abrazo acallaron los remordimientos del joven de la coleta, consiguiendo que pasara varios minutos perdido en el cuerpo de aquella que había prometido, poco antes de partir, seguirle hasta el fin del mundo si hacía falta, siempre que Akane no recapacitara con el plan que habían ideado.

Por fin, después de lo que pareció una eternidad para la conciencia de Ranma, Kasumi aflojó el agarre hasta que al fin se separaron. Una mirada y un sonrojo después, ambos se dedicaron a recoger los desperdicios de los bloques rotos y otras cosas que habían utilizado en la primera clase de Kasumi de AD, nombre que ambos habían acordado darle.

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Unos días después, ambos jóvenes caminaban al borde de lo que parecía el bosque de Mirai, según el mapa que habían comprado en la última ciudad por la que habían pasado. Estaban relajados, bañados por la luz del sol de mediodía, decidiendo por donde entrar al bosque mientras hablaban sobre un tema que había empezado a preocupar al chico de la coleta.

-Pero Kasumi, te digo que esto es algo muy raro.-

-Mira, yo diría que no le busques tres pies al gato y disfrutes del descanso.-

-Pero... No sé. Tanto tiempo sin cambiar... Es presagio de algo malo,¡lo sé!-

-Empiezas a hablar como un abuelo con heridas de guerra, Ranma-kun.-

-Ja y ja otra vez. Muy graciosa...-

No terminó la frase porque, como si fuesen a cámara rápida, unas nubes negruzcas empezaron a aparecer en el horizonte, dirigiéndose a gran velocidad a la posición que ocupaban Ranma y Kasumi, tapando con ello el benevolente sol que hasta entonces les había acompañado. Asintiendo en señal de aceptación y comprensión, Ranma se paró donde estaba y alzó la vista a las nubes que ya tenía encima.

-¡Eh, para hacerlo más gracioso,¿por qué no concentras más las nubes!?-

Le gritó con todas sus fuerzas al cielo.

Resulta que, las nubes le hicieron caso, y moviéndose como si estuvieran siendo absorbidas por un enorme agujero en el cielo, se arremolinaron justo encima del todavía chico de la coleta. Ambos jóvenes no podían creerse lo que acababa de suceder. Sin embargo, como habían visto cosas más raras, decidieron dejar la sorpresa para otro día y seguir con lo suyo.

Sin embargo, no todas las nubes se concentraron sobre Ranma, y unas renegadas comenzaron al mismo tiempo que las concentradas, a descargar agua y rayos violentamente. Preocupado por Kasumi, la entonces pequeña pelirroja ordenó a Kasumi que buscara refugio. Mirando a ambos lados, localizó a unos centenares de metros al Este un pequeño edificio. Al acercarse corriendo, perseguida por el pequeño cúmulo de nubes renegado, descubrió que el edificio tenía un pararrayos, lo que alegró en gran medida a la mayor de los Tendô.

-¡Ranma, ven aquí!-

La joven se dio la vuelta y vio a lo lejos a Kasumi cerca de un edificio llamándola con las manos y señalando algo en el tejado de lo que parecía un pequeño almacén. Antes de que pudiese dar un paso en su dirección, la luz cegadora de un rayo atravesó su campo de visión, cayendo justo en el pararrayos del almacén.

Pero, al dejar de cubrirse los ojos de la intensa luz, Kasumi estaba envuelta en lo que parecían arcos eléctricos que salían del suelo. Además, acercándose más, su pelo estaba azotado por un viento inexistente y flotaba a unos centímetros del suelo. Sus ojos estaban vueltos y su expresión era de trance absoluto.

-¡Ka-Kasumi-chan...!-

Ranma todavía estaba a casi cincuenta metros, pero al dar un paso hacía ella, los arcos desaparecieron y Kasumi salió despedida hacia el edificio, derribando una pared y siendo sepultada por los restos de esa misma pared. La joven artista marcial se disponía a correr para socorrer a Kasumi cuando su sexto sentido la detuvo.

-Algo se acerca.-

Murmuró para sí mientras se alejaba más y más del edificio donde Kasumi yacía inconsciente y sepultada. Rezando a todos los dioses de los que había oído hablar por que no estuviera gravemente herida y pudiera terminar la batalla que se avecinaba lo más rápidamente posible, se colocó de nuevo en el lugar donde las nubes ya desaparecidas le habían convertido en chica.

Afortunadamente, no tuvo que esperar mucho hasta que una figura con capa de viaje salió como una exhalación de la espesura del bosque, dando un gran salto y aterrizando enfrente de Ranma, a unos diez metros.

-Por fin, ya era hora. Desde que te he sentido ha pasado una eternidad.-

-Disculpa mi lentitud, pero viajar por el bosque nunca ha sido uno de mis fuertes.-

-Ya, bueno.¿Quién eres?¿Qué es lo que quieres?-

-Tan directo como dicen... Lo siento, pero ni mi identidad ni mi propósito tienen importancia ahora. Sólo busco una pelea.-

-¿Ah, sí? Pues vé y búscate un mono para luchar con él.-

-¿Cómo?-

-Lo que has oído, no me interesa. Ya no lucho por luchar. O me das una razón u olvídate.-

-Hmm... Interesante...¿Qué tal ésta? Digamos que si quieres llegar a la Cueva Platoniana tienes que luchar conmigo. Si no, jamás llegarás allí.-

-Ahá... Ves como no era tan difícil. ¿No me vas a decir el nombre?-

-Nay. Ahora¡vamos!-

-De acuerdo.-

De un potente salto, ambos contrincantes se encontraron a mitad de la distancia que les separaba, a unos metros del suelo. Puñetazos y patadas eran intercambiados, pero todos fueron esquivados o bloqueados en ambas partes. Tras más tiempo de lo que la Física permite, ambos contrincantes descendieron por fin, separándose de nuevo, lanzándose miradas evaluadoras que recorrían cada parte de su oponente exhaustivamente. Sin nada que decirse, los luchadores reemprendieron su duelo, esta vez corriendo hasta que era difícil seguirles con la mirada. En el último momento, Ranma volvió al aire de otro salto para lanzar una patada voladora descendente a su adversario, el cuál la esquivó sin mucho problema alejándose unos metros hacia atrás.

Una vez más, los luchadores se miraron, buscando alguna estrategia a seguir. Ranma, que todavía tenía la situación de Kasumi en una esquina de su mente, decidió ir a por todas y terminar la pelea cuanto antes y por los medios que fueran necesarios. Sin más dilación, comenzó a concentrarse en el sentimiento de confianza que siempre residía en su alma, multiplicándolo y dirigiéndolo a sus manos, esperando que eso fuera suficiente para acabar la pelea.

-¡Moko Takabisha!-

Y, como empujada por ese rugido, la bola de ki rellena de confianza salió disparada de las manos todavía abiertas de Ranma, dirigiéndose como un misil hacia el misterioso oponente, el cuál sólo abrió un poco más los ojos en señal de sorpresa antes de ser envuelto por la bola de energía.

-¡Ya está!-

Cuando el polvo desapareció por fin, un cráter de tamaño considerable ocupaba el sitio donde su contrincante había estado hasta antes del ataque. Al acercarse más, Ranma se sorprendió al descubrir a su enemigo esperando de pie, mirándola a ella con unos ojos verdes extremadamente claros. Y sin un ápice de ropa.

-¡Oh, mierda! Toma, ponte algo.-

Así, buscando en su mochila, que había quedado abandonada unos metro en dirección al bosque, sacó un conjunto muy parecido al que solía llevar, esto es, unos pantalones anchos y una camiseta de botones verde, y se lo tiró a su extremadamente femenina adversaria, que seguía mirándola con una mirada confusa. Unos minutos después, la joven, ya vestida, salía del cráter con la vista fija en el cielo.

-¿Quién ha dicho que la batalla haya terminado?-

-¿Eh...? No...¿Todavía quieres más? Allá tú.-

-Hmm... No, ya es suficiente. No sé si nos volveremos a ver. Hasta entonces¡adiós!-

-¿Qué... Cómo...? Pero,¿significa que sí podré llegar a la cueva?-

-Sí.-

Y sin añadir nada más, la chica dio otro potente salto, y se internó de nuevo en el bosque, tal y como había venido. Ranma se quedó un momento mirando el lugar por donde la figura había desaparecido, preguntándose cuál era el nombre de esa chica y de que manera estaba relacionada con la Cueva Platoniana. Sacudiéndose esos pensamientos, se dio la vuelta y comenzó a correr en dirección al pequeño almacén que adolecía de la falta de una pared. Un minuto más tarde estaba arrojando los escombros por todos lados en su afán por desenterrar a Kasumi.

-Vamos, vamos, vamos...¿Sí? Sí, aquí está, venga.-

Efectivamente, el cuerpo de Kasumi emergió de entre todos los restos, mostrando unas magulladuras en la cara y unos cuantos cortes en los brazos. Pero eso no tranquilizó a la chica de la coleta, porque lo que de verdad temía eran los problemas internos. Los huesos de Kasumi, que no estaban acostumbrados a recibir esos golpes, muy bien podrían haberse hecho pedazos, o peor, astillarse y clavarse en los órganos internos.

Recordando todo lo que pudo de lo que le había explicado el doctor Tôfû a lo largo de sus visitas a su clínica, hizo el mejor reconocimiento que sus pequeñas manos la permitieron sin entrar en zonas íntimas. Suspiró algo más aliviada cuando terminó probando las últimas articulaciones de las piernas, sin haber encontrado problemas en cuello, espalda y extremidades. Sin embargo, el pecho todavía seguía preocupándole, y la lucha interior entre vergüenza y preocupación comenzó su segunda fase.

Con una mano temblorosa, Ranma empezó a desabrochar los botones la camiseta estampada de flores, y ahora rota y sucia, que era lo único que tapaba la parte superior del cuerpo de la mayor de los Tendô. Cuando sólo los dos botones superiores faltaban, el chico tuvo que parar para que su mano dejara de temblar.

-Si lo dejas así, creo que tendrás espacio suficiente para hacer ese reconocimiento.-

-¿Qué... qué?¿Kasumi?¡Kasumi-chan!-

-Sí, sí... ¡Au! Vamos Ranma-kun, tranquilo...-

-Ya... Eh, sí... Menos mal que estás bien...-

-Vale, tranquilo...-

-¡No! Nada de tranquilo. ¿Qué hubiera hecho si te hubiera perdido?-

-Ranma-kun...-

-Dios... No me lo perdonaría... No me lo perdonaría...-

Y entonces, Kasumi se dio cuenta. Ranma estaba llorando. Una lágrima había caído justo sobre sus labios, y entonces había mirado esos ojos azules y profundos como el mar. De nuevo, otra lágrima cayó en sus labios, pero esta vez le pareció la cosa más dulce y buena que nunca había tocado sus labios. Trató de moverse, pero no pudo, porque Ranma la había atrapado en un abrazo suave y cálido que la sorprendió, no por su fuerza, sino por el cuidado que había en él. Le pasó los brazos por la espalda y, con la poca fuerza que le restaba, Kasumi apretó su cuerpo contra el del artista marcial de coleta. Unos minutos después, Kasumi volvía a entrar en un plácido sueño regenerador en los brazos de Ranma.


N.A: Más personajes, más luchas y más conversaciones... Ahora, responderé a las reviews que me han dejado.

Fran: Me alegro que te haya gustado. Por supuesto que lo seguiré. Gracias por la review.

judi-chan: También a ti gracias por la review. Espero que la continuación también te guste.

Meli-chan03: Hooola! Muchas gracias por dejar esta review. Pero, esto no es un oneshot, ya lo ves. Tranquila, que aunque Akane se quede en el dojo, eso no significa que sa vaya a quedar de brazos cruzados, al igual que Nabiki. Por esta vez, vamos a dejar que sea Kasumi la que se lleve la diversión, okay? Además, en realidad no ha sido algo tan repentino, sino que hay más historia detrás de esto. Además a mí no me gusta hacer a Akane infeliz (ehem...), así que algo pasará, pero no con Ranma, lo siento.

Bueno, muchas gracias a los que han sido tan amables como para dejar una review y también a los que se lo han leído. Un placer, y hasta pronto.