LA CARTA
Los personajes de esta historia pertenecen a Rumiko Takahashi, su madre intelectual. Atención: Algunos personajes estarán, valga la redundancia, fuera de personaje. Dado el aviso...
Aceptación (II)
-Nabiki-chan,¿por qué has hecho llorar a Akane-chan?-
-Pero, Kasumi-san... Ella se lo merece, lo sabes.-
-Pero, Imoto-chan... ¿Tenías que ser tan dura?-
-Kasumi... Sabes de sobra que tiene la cabeza tan dura como Otousan.-
-Ah... Ahí tienes razón.-
-Ya lo sé. Pero Onee-san, ¿qué haces aquí?-
-Oh, pensaba que ya te habías dado cuenta. Esto es un sueño.-
-¿Uh?¡Oh!-
-Sin palabras, ¿eh, Imotochan?-
-Bien... Entonces, si esto es una manera de sacar a relucir mis remordimientos sobre la conversación que tuve con Akane hace un par de semanas, el sueño debería estar a punto de terminar...-
-¡Oh no, eso no es todo! Todavía hay más, tranquila.-
-Y bien...-
-¡Qué poco gusto por el misterio, Imoto-chan!-
-Ya bueno, ya me conoces.-
-Y de esa manera te quiero. Bueno, la cosa es que Ranma se ha marchado conmigo y hay pocas posibilidades de que vuelva...-
-Sí...-
-Y además, parece que lo que sentía por Akane ha pasado a otra persona, o sea, yo...-
-Bue... Bueno...-
-Así que, seguramente, las cosas en Nerima volverán a ser como antes...-
-¿Qué quieres decirme! ?-
-Que te estás quedando sola.-
-¿Qu... Qué?-
-Pues eso. Ni más ni menos. Ranma se marcha, yo me marcho... Todos se están yendo, y al final...-
-¡No! Eso no está pasando.-
-Yo sólo te digo que no estaría mal que empezaras a hacer algún plan... Sólo, como medida de precaución...-
-¡Pero bueno!-
-¡Oh, mira qué tarde es! Creo que es hora de marcharme.-
-¿Cómo que "qué tarde es"? ¿Cómo demonios puedes saber la hora?-
-Adiós, Imoto-chan.-
-He dicho que esperes un segundo, Onee-san.-
Entonces, el desagradable sonido del despertador barrió el fondo blanco, las nubes, el sol y la figura que se alejaba de su hermana. Despeinada y de mal humor, Nabiki Tendô, en su camisón preferido para dormir, el aguamarina estampado de pequeñas monedas amarillas, se levantó lentamente de su cama al tiempo que quitaba el despertador.
-¡Cómo odio levantarme pronto!-
Murmuró molesta Nabiki. Un año más, las clases empezaban por fin cuando los mediados de Septiembre se instalaban en el calendario. El viento húmedo cargado de hojas secas provenientes del otoño era lo único que acompañaba a la mediana de los Tendô en su camino de su habitación a la cocina, tras haber hecho una parada en el baño. En la cocina, Nabiki se encontró con la que se había convertido en una especie de salvadora para ella.
-¡Hola, Nabiki-san!-
-Buenos días, Nodoka-san. No tendrás por ahí...-
-Tu taza de café, sí.-
Sí. Realmente la ayuda de la madre de Ranma se había hecho vital para ella. Fue curioso ver como un par de discusiones y un par de verdades bien puestas consiguieron que la señora Saotome empezara a pensar más seriamente. Lo que Nabiki había calificado en su ordenador como "Problema de masculinidad" de Nodoka estaba lejos de haber sido erradicado, pero al menos había conseguido que ella se diera cuenta de lo que decía, y ello se convertía en el mejor remedio para el problema.
Además, Nodoka-san, como una madre que no había criado a su hijo, estaba haciendo exactamente lo que cualquiera supondría: Las estaba criando a ellas. Y eso, de nuevo, le venía de perlas a Nabiki. De esa manera, la señora Saotome les preparaba las comidas y hacía gran parte de las tareas del hogar. Sin embargo, fue Nabiki la que... convenció al resto de habitantes de la casa de que no deberían cometer el mismo error que con Kasumi.
Cierto era que Kasumi pudo salir de vez en cuando por ahí, y casi siempre que la familia comía fuera, Kasumi también estuvo con ellos. Pero aún así, tras unas reflexiones hechas tras la partida de Ranma y Kasumi, Nabiki se dio cuenta de que fue demasiado el tiempo que su hermana mayor pasó en casa, por una razón u otra.
Así que, con el tema del cuidado de la casa solucionado, la chica de las finanzas se tomó un respiro durante unos días. Ese respiro, propiciado por el progresivo decaimiento de las discusiones con su padre y sus tíos, terminó con ese extraño sueño que tuvo el primer día de escuela. Después de despedirse distraídamente de Nodoka, la cuál la miró con un poco de preocupación cuando salía por la puerta rozando el marco, Nabiki recorrió el camino al instituto Fûrinkan con el ceño levemente fruncido y la mirada perdida.
No sólo se había dado cuenta de que tendría que hacer frente al inacabable torrente de preguntas que seguro recibiría a propósito de su artista marcial favorito, sino que además tendría que procurar que nadie se enterase de que se había marchado con su hermana mayor. Y, cuando vislumbró de nuevo tras tres meses el gran reloj de su instituto, se acordó de que tendría que lidiar con Tatewaki.
-Y no tengo ninguna gana.-
Se dijo a sí misma mientras se acercaba más y más a la puerta exterior del Fûrinkan. Algo la sacó de sus reflexiones, y ese algo era la absoluta falta del elemento más importante en las escuelas: Los estudiantes. En la puerta principal no había ni un solo estudiante que hablara con sus amigos sobre sus vacaciones o maldijese por décima vez los extravagantes horarios de la escuela. Después de mirar su reloj para cerciorarse de que tanto el día como la hora eran correctos, Nabiki reemprendió la marcha al interior del instituto.
Sin embargo, al acercarse más, el misterio se resolvió, aunque sólo en parte. Allí, apiñados como sardinas en lata, la mayoría de estudiantes del Fûrinkan se arremolinaban alrededor de algo que estaba en el centro del recibidor del instituto. En cuanto abrió la puerta, los gritos histéricos y extasiados de alumnos y alumnas comenzaron a bañar a la mediana de los Tendô. Sintiéndose melancólica y enfadada a partes iguales por no saber lo que pasaba y por estar a punto de descubrirlo como en los viejos tiempos, Nabiki empezó a hacerse paso entre la muchedumbre mientras se concentraba en todos los gritos que podía para desentrañar su significado.
-¿Pero estáis seguros de lo que ha dicho?-
-¡Qué sí, qué sí! Lo ha confirmado una y otra vez.-
-Creo que yo conozco a esa...-
-¡Guau, tendré que prepararme otra vez!-
-Yo no me lo creo, sinceramente.-
-Pues yo sí. Recordad que ya pasó algo parecido una vez con su otra hermana.-
-¿Ha dicho qué se ha marchado con Kasumi? Pero si mi madre decía que estaba colada por el traumatólogo de su barrio.-
-¿A nadie le recuerda esto a un pésimo romance cómico?-
-A mí.-
-Ahora que lo dices, a mi también.-
En este punto, Nabiki ya estaba enterada del todo. Un segundo después, llegó al centro del círculo de gente para encontrarse frente a frente con su hermana pequeña. Era la primera vez que la había visto desde la discusión que tuvieron medio mes atrás, y su aspecto ya no era el de antes. Su pelo era una maraña de escarpias negroazuladas mal cortadas. Estaba cabizbaja y, aunque su vestido era el mismo, su porte ya no denotaba esa energía casi infinita y esa vitalidad que fue por mucho tiempo la envidia de sus compañeras. Ahora ni siquiera se acercaba a la sombra en la que sus peores momentos con Ranma la habían convertido algunas veces.
Sin pensárselo dos veces, Nabiki agarró a su hermana de su mano, y se la llevó ante la mirada atónita del resto de estudiantes hasta una clase cercana que no se utilizaba la primera hora. Antes de cerrar la puerta, Nabiki les echó a todos una mirada que prometía dolor si alguno se atrevía a escuchar a escondidas. Cerrando de un portazo, se dirigió a su hermana controlando como mejor podía la ardiente rabia que hervía en su interior.
-¿Se puede saber qué demonios has hecho! ?-
-...-
-¿Acaso te das cuenta de lo que puede suponer para ellos que cuentes lo que han hecho?-
De nuevo, no hubo respuesta.
-Ahora todo el mundo sabrá aquí, y otra vez los chicos empezarán con el...-
-Ya...-
-¿Cómo? ¿Qué estás diciendo? No me dirás... Que te gustaba la atención de...-
-...-
-¡Dios! No... Tú, tú necesitas ayuda, Akane...-
-¿Y de quién crees que es la culpa?-
-¿De quién, Akane?-
-De él.-
-Ahá...-
-Sí, de él. Él siempre hacía que me sintiera especial. Él siempre me daba atención. Él siempre...-
-Ya... Aka... Imoto-chan, tranquila. Mira, vamos a casa y allí...-
-¡NO! No quiero ir a casa. No quiero, no quiero porque me trae recuerdos. Me trae demasiados buenos momentos. Me trae...-
Sin embargo, antes de que pudiera decir que más la traía, Akane rompió a llorar, ya no como una niña pequeña, sino como una mujer que ha perdido a aquel que resultaba ser la persona más importante para ella. Lloraba, al fin, aceptando lo que había sentido, y aún sentía, por Ranma. Lloraba como aquella a la que su amor la había dejado no por un capricho o por no ser lo suficientemente bueno para ella, sino porque ella le había hecho daño. Sus lágrimas eran del más amargo de los remordimientos.
Y Nabiki se vio envuelta súbitamente en la situación que había tratado de evitar con aquella dura charla que tuviera unas semanas antes. Pero, al ver a su hermana ahí cabizbaja, aguantando sus envites, y luego destrozada, llorando su amargura de mujer, habiendo madurado súbitamente y habiendo sido al fin pateada al mundo que siempre había rechazado, entonces, Nabiki Tendô volvió, por segunda vez en un mes y casi contra su voluntad, a dejar a un lado su trabajada máscara para ayudar a carne de su carne y sangre de su sangre.
-Vale... De acuerdo, Akane, tranquila... Shhh... Eso es, tranquila, déjalo ir...-
-Pero... Sniff... Él me odia, seguro...-
-Tranquila... Ya... No lo creas. Él nunca te va a odiar...-
-Eso... Sniff... ¿Eso crees?-
-Sí, pero no te hagas ilusiones...-
-Ya, claro...-
-Venga... Tranquila... ¿Sabes qué?-
-¿Qué?-
-Resulta que ahora nosotras dos somos las que no tienen ni novio ni prometido...-
-¿Y? Sniff...-
-¡Pues que Kasumi se nos ha adelantado!-
-¡Aivá...!-
-¿Tendremos que hacer algo, no?-
-Sí... Jijijiji...-
-Pues haber... Jiji... Y ahora, volvamos a clase.-
-De acuerdo.-
-Y haber si te lavas, guarrilla.-
-¡Oh! Uh... ¡Llevas razón, no me había dado cuenta!-
-Pues si quieres que no se lo diga a nadie te costará 1000 yenes.-
-Hahahaha...-
-¡Hey, no es broma!-
-¡Eres la bomba, Nabiki!-
-Ya, gracias...-
Ambas salieron cambiadas. Porque habían vuelto a ser por fin algo que dejaron de sentir mucho tiempo atrás. Y el redescubrimiento de ese sentimiento enterrado por desgracias personales y falta de ayuda las repuso, las sanó de tal manera que, a muchos kilómetros de allí, una tercera persona tuvo uno de los más cálidos y reconfortantes sueños que había pasado nunca.
Las hermanas Tendô volvían, por fin, a sentirse como hermanas.
N.A: Lo sé, cortito y tardío. Es cortito porque la reconciliación tenía que estar separada,y me salió así. Ahora, los comentarios:
judi-chan: Muchas gracias por las palabras de apoyo. Éste es cortito, pero el siguiente será más largo.
Meli-chan03: Me alegra mucho que, a pesar de no ser tu pareja favorita, lo hayas leído y hayas dejado una review. Espero que lo que dentro de no tanto va a pasar relacionado con Akane te agrade también.
Bien, eso es todo. En el siguiente, cierto chico perdido hace una aparición estelar. Muchas gracias a los que han sido tan amables como para dejar una review y también a los que se lo han leído. Un placer, y hasta pronto.
