LA CARTA


Los personajes de esta historia pertenecen a Rumiko Takahashi, su madre intelectual. Atención: Algunos personajes estarán, valga la redundancia, fuera de personaje. Dado el aviso...


Aceptación (III)

Ese mismo mediodía, cerca de la otra punta de la isla de Japón, la última de las hermanas Tendô yacía envuelta en mantas dentro de una tienda de campaña naranja colocada en un pequeño claro de un frondoso y verde bosque. Dormida plácidamente, ajena a todo lo que le rodeaba, era observada por un chico de coleta experto en las artes marciales que respondía al nombre de Ranma Saotome. Mientras que el rostro de Kasumi era de total calma y sosiego, el de su velador cambiaba una y otra vez de la inquietud a la preocupación, para pasar entonces a la incertidumbre y volver de nuevo a la inquietud. A pesar de todo, Ranma no la soltaba nunca la mano.

Él no podía estar seguro de cuánto llevaba despierto. Desde que su compañera de viaje se hubiera desmayado en sus brazos no sabía si habían pasado unas horas o unos días. Lo que sí sabía era que, en cuanto había dejado de notar la fuerza en su abrazo, la había recogido lo más suavemente que podía y, tras un corto reconocimiento del bosque, había encontrado el claro donde estaban. En unos minutos había montado la tienda y colocado a Kasumi como todavía seguía. De nuevo, en unos minutos que se le hicieron horas, la había dejado allí para buscar maderas y piedras y hacer un fuego donde calentar comida para dársela en cuanto despertase.

Sin embargo, y a pesar de que había terminado el reconocimiento de sus huesos con una seriedad que él consideraba imposible, y no haber encontrado nada, Kasumi seguía sin despertarse, y el temor de que algo realmente malo la hubiera ocurrido y que él no hubiera sido capaz de encontrarlo aumentaba a cada segundo en su interior. Cuando empezaba a agitarse, tratando de decidir si debía esperar más tiempo o buscar algo, cualquier cosa, que pudiera ayudar, Kasumi empezó a removerse en su lecho.

Mientras Kasumi empezaba a abrir los ojos lentamente y hacía intentos de ponerse de pie, Ranma apretó algo más su mano y se acercó para poder ser lo primero que la mayor de los Tendô viera al despertarse, un deseo que había aparecido en un arrebato repentino.

-Uh... ¿Qué ha pasado?-

-Kasumi, ¿estás bien? ¡Dime qué estás bien!-

-Sí, sí, Ranma-kun. Pero no grites, por favor...-

-Lo siento.¿Qué te duele?¿La cabeza?¿Qué es lo último que recuerdas?¿En qué estabas pensando?-

-Hey, hey, hey... Tranquilo, Ranma-kun, de una en una...-

-Sí, vale...-

-A ver... Sí, me duele la cabeza pero no, no me duele nada más. Lo último que recuerdo es que te estaba llamando desde aquel almacén y que unas nubes extrañas se acercaban a mí cuando todo se apagó... Y la última pregunta no me acuerdo...-

-Bueno, da igual... Entonces,¿no te acuerdas de lo que hiciste con los rayos y...?-

-¿Cuál?-

-Eh... Da igual. Ahora quiero que comas algo. Voy fuera a prepararlo.-

-Bien, tenía ganas de hacer un po-

-¡Ni hablar! Tú te quedas en cama.-

-Pero-

-¡Y sin rechistar!-

-No...-

-No.-

-Ah... De acuerdo.-

-Así mejor. Ahora espera un rato.-

De esa manera, Ranma salió de la tienda y se entretuvo haciendo lo que ya sería la comida mientras Kasumi le observaba tumbada y arropada por todas las mantas que Ranma había utilizado para hacer su cama improvisada. Sin embargo, la atención de Kasumi estaba muy lejos del fuego que calentaba lentamente su comida. En realidad, la mayor de los Tendô no dejaba de pensar en las palabras que se le habían escapado a su querido artista marcial. La mención de los rayos la inquietaba y la preocupaba. Sabía que había algo que se la escapaba, pero le era imposible decir el qué.

No tuvo mucho tiempo para investigar entre sus recuerdos porque Ranma se dio prisa en hacer la comida y, tal como hacen los hombres recién casados, la trajo la comida a la cama. Ese pensamiento hizo que empezara a reír tontamente como una quinceañera a la que acaban de pedir un beso, transformándose al final en una risa plena y graciosa que se contagió a Ranma, tal y como hacen ese tipo de risas que son tan buenas para el cuerpo y para el alma.

Se pasaron toda la comida en un agradable silencio sembrado de miradas divertidas y nuevos brotes de risas que fueron como la primera. Tras el último brote de risas, decidieron que sería mejor hacer unos kilómetros, no muchos por el estado de Kasumi, a pesar de sus constantes protestas diciendo que estaba perfectamente, con el fin de salir de aquel bosque. Unos minutos más tarde, cuando se disponían a partir de nuevo, Ranma sacó el mapa y, con un rotulador en la boca, buscó la ubicación del bosque que se disponían a abandonar. Tras encontrarlo a unas decenas de kilómetros de su siguiente paso en el viaje, lo rodeó unas cuantas veces. Kasumi, que se había acercado para mirar el mapa y lo que les quedaba por recorrer, añadió, con el rotulador que le quitó a Ranma, unos corazoncitos al círculo, y puso su nombre y el de Ranma a cada lado del círculo.

Al ver esto, el joven artista marcial cambia-sexo levantó la mirada con una ceja arqueada.

-¿Y eso?-

-Ranma-kun, eso... Eso es lo que siento por ti.-

-¿Có-cómo?-

-Eso es lo que quiero de ti.-

-¿De veras?-

-Sí...-

-¿Kasumi?-

-¿Sí?-

-Gracias.-

-De nada.-

-Eh... ¿Vamos?-

-¡Sí!-

Y, agarrada del brazo que Ranma la había ofrecido, Kasumi, junto un joven de coleta muy sonrojado, comenzó a caminar entre los árboles y la hierba mientras algunos rayos de sol se filtraban entre la arboleda, iluminando aquí y allá un tronco o parte del camino, dándole al bosque de Mirai el aspecto de un bosque de cuento de hadas.

A Kasumi Tendô siempre la gustaron los cuentos de hadas.

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Kitakyûshû. El gran cartel de fondo verde y símbolos negros estaba a la derecha del camino, tapándoles el sol a Ranma y Kasumi. Tras adelantarse por detrás del cartel, pudieron ver encerrada entre el mar y los pies de la montaña donde ellos estaban entonces la mediana ciudad de nombre Kitakyûshû, a una semana y media a pie del bosque de Mirai. Esa vívida ciudad era el último paso antes de que salieran de su isla natal. La ciudad marítima albergaba el puerto que tenía el mejor (y más barato) sistema de ferries que cruzaba el Mar del Japón. Aquí cogerían un ferry para llegar al continente y continuar, así, su viaje hacia el Oeste.

Tras admirar un poco más la vista que se les presentaba ante sus ojos, siguieron la carretera en dirección a la ciudad disfrutando de la suave brisa y el radiante sol de un extraño Septiembre que se había presentado más soleado de lo normal. No habían pasado unos minutos caminando cuando, de un pequeño cúmulo de árboles a su derecha, oyeron un grito de rabia y confusión que los sorprendió.

-¡Y ahora,¿dónde estoy?!-

Ranma y Kasumi se miraron un momento, se encogieron de hombros, y siguieron caminando. Sin embargo, unos pasos después, el dueño de aquella voz salió del bosquecillo corriendo a toda velocidad. En cuanto la luz del sol volvió a bañar sus sentidos, abrió los ojos, porque había salido con ellos cerrados, y vio a Ranma y a Kasumi.

-¡Jo, tío...! Lo que me faltaba...-

Se quejó por lo bajo Ranma mientras hacía un gesto de cansancio absoluto. Tal y como pensaba, Ryôga se enfadó, gritó su indignación y cómo le haría pagar por traicionar a Akane, y por último, se lanzó al ataque.

-Kasumi-chan, si me permites…-

-Ah… Supongo que no hay alternativa…-

Tras ése breve intercambio, Kasumi se apartó unos metros de Ranma mientras éste se preparaba para el ataque de Ryôga. El eterno chico perdido hizo gala una vez más de su peculiar estilo de batalla basado en su inhumana resistencia, empezando el duelo con un fortísimo puñetazo a la cara que Ranma evitó sin ninguna dificultad saltando por encima de su adversario. Sin ninguna esperanza en su voz, Ranma trató de explicarle a Ryôga lo que estaba pasando en realidad mientras esquivaba sin dificultad las patadas y puños encadenados que el joven de la bandana se esforzaba en realizar.

-Ryôga… ¿No podrías escucharme un momento?-

-¿Y qué tienes que decirme? Estás aquí, en Hokkaidô, con otra chica que no es Akane. ¡Estás con Kasumi, además! Menudo…-

-¡Hey! Lo primero, esto es Kitakyûshû, idiota. Y segundo,¿qué estás pensando de mí y de Kasumi-chan?¡Pero tú eres tonto!?-

En ese momento, el combate dio un giro de ciento ochenta grados. Ranma pasó a la ofensiva y Ryôga tuvo que pasar como pudo a la defensiva. El recuerdo de su lucha con el chico de la coleta cuando la mala suerte hizo que pescara a Ranma en vez de a Akane con aquella maldita caña de pescar de amor volvió vívidamente en aquel momento. Y, como lo hiciera aquella vez, Ryôga llegó a la conclusión de que, si algo no pasaba pronto, iba a recibir la paliza más grande de la Historia.

Más y más puñetazos impactaban en el cuerpo de roca de Ryôga mientras trataba de apartarse de su vicioso atacante, hasta que, por fin, un poderoso derechazo al estómago le mandó volando unos metros. Mientras recuperaba el aliento, empezó a ponerse de pie para ver como Ranma se acercaba a él amenazadoramente. Con un tono que no parecía el suyo, Ranma le dijo algo que se le quedaría grabado como a fuego en su memoria.

-Yo NUNCA le haría daño a Kasumi, cabezahueca.-

Por supuesto, en ese mismo instante, Ryôga Hibiki sólo escuchó el "cabezahueca" del final, y respondió al insulto de la única manera que sabía.

-No me llames "cabezahueca", imbécil.-

-CLONK-

Ryôga cayó entonces cuan largo era al suelo con un nuevo y enorme chichón en la cabeza. Ranma levantó la vista de su ahora inconsciente adversario para ver a Kasumi sosteniendo la única sartén que tenían en el equipaje, abollada con la forma de la cabeza de Ryôga. A Ranma se le olvidó todo el enfado y le invadieron unas terribles ganas de ponerse a reír que se aguantó con mucha dificultad.

-Mira… Mira a Ryôga… ¡Vencido por una sartén!-

Y se echó a reír con todas sus ganas, tirándose incluso al suelo porque sus piernas no le sostenían. Kasumi, viéndole riéndose de una manera tan alegre, no pudo evitar sonreír un poco y sonrojarse un poco por su atrevimiento.

-Se ve que al final todo se pega…-

Murmuró entre risas la mayor de los Tendô mientras seguía observando muy entretenida como Ranma intentaba ponerse de pie y dejar de reír al mismo tiempo, sólo para volver a caerse en cuanto se erguía. Unos relajantes minutos después, y cuando el chichón de Ryôga hubiera desaparecido, Ranma y Kasumi discutían sentados al lado del inconsciente Hibiki qué hacer con el problemático, pero a grandes rasgos, buen chico.

-No sé, Kasumi-chan. ¿Qué tal si nos vamos y le dejamos en el bosque? No le va a pasar nada.-

-Pero Ranma-kun,¡no podemos abandonarle a su suerte!-

-Eh… No parece que vaya a llover,¿no?-

-No. ¿Por qué-

-No, por nada. Mira Kasumi, vámonos. Le acerco al bosque, lo tapo en unos matorrales, por si acaso, y ya está. Será lo mejor para todos. Seguro que en unos días ya no se acuerda…-

-Pero Ranma… No creo que sea una buena idea… Si me dejaras…-

-¡No! Mira, es buena persona… Más o menos, pero tiene problemas controlando su fuerza.-

En ese momento, los leves quejidos de Ryôga al empezar a notar al herrero que se había trasladado a su cráneo y que estaba golpeando el acero con todas sus fuerzas, haciendo que toda su cabeza retumbara, cortaron la conversación entre Ranma y Kasumi, los cuales se miraron con preocupación. Ranma empezó a coger a Ryôga para cargárselo a la espalda cuando la mano de Kasumi lo detuvo. Ryôga empezó a removerse. En un murmullo apremiante, un nuevo diálogo empezó.

-Vamos Kasumi-chan… Déjame…-

-No, Ranma. Escribimos la carta con la esperanza de que esto no sucediera, pero ha sucedido. Ahora, lo único que puedes intentar es salvar lo que quede de amistad en tu relación con Ryôga-san, en vez de que te odie por el resto de sus días.-

-Kasumi…-

La mayor de los Tendô extendió una mano y agarró con fuerza una de las manos más grandes y curtidas de Ranma. Pasó un momento de absoluto silencio y, tras un ligero asentimiento de los dos, el joven artista marcial tomó unos pasos de distancia, de manera que saliera del campo visual de Ryôga. No tuvo que esperar mucho hasta que el chico de la bandana abrió los ojos, recuperando por completo el conocimiento.

-Oh… ¡Qué dolor de cabeza! Mhhh… ¡Kasumi-san!¿Estás bien?¿No te ha hecho nada Ranma?-

Por supuesto, Ryôga pasó por alto el ligero tic que por un momento pareció afectar a la mayor de los Tendô.

-N-No… Ranma-kun no me ha "hecho" nada. De hecho, quería hablar conti-

-Lo siento, Kasumi-san, pero tengo que encontrar el dojo…-

-¡Espera he dicho!-

No fue sorprendente la reacción de Ryôga ante la orden de Kasumi, reacción que compartió con Ranma cuando él también la recibió bastantes meses atrás: Dio dos pasos para atrás y se sentó tratando de moverse lo menos posible. Una vez en esa posición, la mayor de los Tendô volvió a su ser normal y la sonrisa de cortesía que siempre mostraba volvió a sus labios.

-Bien, Ryôga. Como iba diciendo, quería hablar contigo sobre esa fijación que tienes sobre Ranma. ¿Me puedes decir la razón?-

-¿Eh? Uh… Verás… Había… Um… ¿En el colegio, ya sabes? Pues, en el colegio pas-

-Sí, eso ya lo sé. Nos lo contó cuando intentó acordarse de que te había hecho. Si no recuerdo mal, te devolvió todo de lo que pudo acordarse.-

-¡Pero estaba caducado!-

-Ya… El hecho es que no creo que toda la persecución fuera por eso,¿no?-

-No… Ya los panes… No me importan. Emmm… ¡Lo que no sabrás es que huyó de un duelo,¿a que no?!-

-¿Aquel del cual me dijo Akane que llegaste cuatro días tarde? No soy una experta, pero… No llegar a la hora es un insulto al retado muy grande,¿no?-

-Sí… Ejem… Eso creo, vamos… Pues… Esto, creo que…-

-¿Hay algo más, aparte de Jusenkyô?-

-Eh… No, creo que… ¿Qué?!¿Sa-sa-sabes de… Jusenkyô?-

-¿Qué?-

Murmuró Ranma escondido entre unos arbustos a unos metros del lugar donde Kasumi y Ryôga habían estado conversando. Sin embargo, tuvo que seguir atento y callado para poder continuar escuchando las palabras de la mayor de los Tendô y el chico eternamente perdido.

-Sí Ryôga… Para mí ha sido también una sorpresa el descubrirlo.-

-Ese Ranma… Le, le…-

-¿Eh?¡Oh, no! Él no me lo ha dicho, lo he descubierto yo sola. Sí, el último comentario que he oído de Ranma ha ayudado… Y claro, todo ha encajado…-

-Kasumi-san, quiero decir que yo, en realidad… Bueno, pues, en verdad… Yo no… Yo nunca quise, pero…-

-Ya, ya… Ryôga, aunque no te lo creas, te pareces más a Ranma de lo que te puedas creer…-

-¿Uh?-

-¡Sí! Ambos os hicisteis leales a la primera persona que os mostró algo parecido a afecto. Ambos… Ambos os enamorasteis de Akane…-

-Kasumi…-

-Kasumi-chan…-

Ryôga se dio la vuelta y vio a Ranma salir de unos arbustos cercanos. Volvió a mirar a Kasumi, y vio como estaba a punto de ponerse a llorar. De nuevo se giró a donde estaba Ranma, sólo para ver como éste iba corriendo hasta Kasumi y la envolvía en un tierno abrazo.

-¿Qué estás haciendo, Ranma?!-

-¡No lo sé, idiota! Sólo sé que, si veo a Kasumi llorar, quiero, más que a ninguna, protegerla y hacer que deje de llorar.-

-Mhhh… Ranma,¿es eso verdad?-

-¡Pues claro que lo es, cabezadura!-

-¡No hace falta que me insultes! Bueno… Si eso es verdad… Tal vez no esté tan mal…-

Ranma alzó la vista para ver como Ryôga recogía su mochila y comenzaba a caminar hacia la puesta de sol, claramente sin dirección ninguna que seguir. Sabiendo el peligro que supondría esperar un instante más, pero odiando la idea de dejar a Kasumi sola cuando estaba llorando, el chico de la trenza decidió llamar a Ryôga desde el sitio en el que estaba arrodillado.

-¡Hey, Ryôga!¡RYÔGA!-

-¿Qué demonios quieres?-

-Lo siento,¿vale?-

-¿Có-Cómo?-

-Pues que lo siento. Siento lo que te hice. Y siento lo que le hice a Mousse. Y a Shampoo. Y a-

-Vale, vale, capto la idea. ¿Sabes que eso no arregla nada, verdad?-

-Serás…-

-Tranquilo. Eso no quiere decir que no tenga valor. Um… Gracias.-

-Simplemente… Sé feliz, cabezadura.-

-Lo intentaré, cerebro de mosquito.-

Con esa última frase y una sonrisa en sus labios, Ryôga Hibiki se puso definitivamente en marcha por el mismo camino por el que Ranma y Kasumi habían estado viniendo hasta entonces. Unos minutos más tarde, y bajo la atenta mirada de una Kasumi ya calmada y un Ranma agradecido de cómo había terminado todo, la figura del chico eternamente perdido desaparecía en el horizonte junto a un sol anaranjado del atardecer.

-Un momento.-

-¿Qué, Ranma-kun?-

-El sol… El atardecer… El oeste…-

-Puede…-

En ese momento, ambos jóvenes se miraron a los ojos y juntaron las manos en señal de emoción.

-Tal vez…-

-¡Le has arreglado el sentido de la orientación, Kasumi-chan!-

-¿Lo crees?-

-Bueno, en realidad no estoy seguro.-

-Jo… Menuda manera de… De…-

-¿Qué? Solamente digo la verdad…-

-No tienes ni una vena romántica en ese cuerpo,¿verdad?-

-Oh, no sé, no estoy seguro…-

Las voces se fueron perdiendo lentamente por el valle mientras Ranma y Kasumi se acercaban, paso a paso, cada vez más a su destino, entonces Kitakyûshû, más tarde, la Cueva Platoniana.


N.A¿Les ha gustado? Bueno, eso espero. Estuve no sé cuanto tiempo mirando en atlas para poder poner ciudades que existan de verdad. Sí, "Kitakyûshû" existe, no como el bosque "Mirai" ("Esperanza"), que es inventado. Bueno, sólo dar las gracias muy especialmente a judi-chan una vez más por sus reviews de apoyo, y a todos los que leen hasta estas aburridas líneas.

En el próximo capítulo, las cosas se ponen de nuevo en movimiento en Nerima, y recuerdos agridulces se agitan en la mente de una Tendô.