Tratar con gente siempre es incómodo, meterse en problemas por ello es más fácil que incluso respirar, tratar con alguien con quien no convives es mucho peor, no sabes ni de qué hablar, pero volver a tratar con alguien que de cierta manera te hizo daño… es mucho peor.

No es que Fate fuera un malagradecido, apreciaba la ayuda que recibía, especialmente ahora que andaba parcialmente inválido y el instituto se negó a facilitarle las cosas, porque "suficiente habían hecho ya justificando sus ausencias". Eso es lo que pasa cuando no te llevas del todo bien con los directivos.

Desde hace tres días que volvió a clases, la rutina era la misma, su madre le llevaba en auto hasta la entrada del colegio, donde Hayate y Nanoha ya le esperaban con la intención de que no cargara nada, entonces, una vez estaban dentro de la institución, iban al baño en donde Fate ajustaba su binder. Una vez hecho esto, ambas se encargaban de hacerle compañía en su largo camino al aula.

Por lo regular, solo Hayate hablaba, recibiendo alguno que otro monosílabo de Nanoha mientras Fate les miraba en silencio. Una vez llegaban a su aula en el tercer piso, sus compañeros se amontonaban casi peleando por hacer lo mismo que Nanoha y Hayate; cuando eso sucedía, Nanoha se iba a mientras que Hayate solo se encogía de hombros. Trató de no darle mucha importancia al principio, pero el rostro de Nanoha le decía que debía hacer algo para borrar esa expresión de pena, pero no sabía que hacer; no es que repentinamente no supiera nada sobre su mejor amiga, más bien era que sabía demasiado y desconocía que tipo de confianzas tenia permitido tomarse con toda libertad.

Suspiró, centrado en su bolígrafo, distraídamente desvió su mirada a la ventana, observando al grupo de Nanoha y su mapachesca amiga en clases de deportes. Hayate siempre fue un asco para ello, pero era divertido verlas en esa situación, no lo iba a negar. Según Nanoha, esto se debía a que Hayate estuvo atrapada en un accidente de tránsito cuando era niña y estuvo confinada en silla de ruedas por muchos años, a tal punto que cuando Fate les conoció, Hayate no llevaba más de dos años que la dejó, aunque claro, no se enteró de esto sino hasta después.

Se preguntó que tanto las cosas seguirían cambiando. Aun si no hubiera salido del armario como trans, de alguna u otra manera hubieran cambiado, estaba seguro.

—Testarossa-san, ¿podría pasar al frente?

—Claro.

Se dijo que dejaría aquello para después y dio un vistazo rápido a la pizarra para ver que ejercicio tocaría responder.


SIGO SIENDO LA MISMA PERSONA

CAPÍTULO 4


A pesar de lo sucedido recientemente, Fate todavía no era capaz de tomar el almuerzo con Nanoha. El lado bueno para Arisa y Suzuka, era que Nanoha ya no cargaba un humor de perros todo el tiempo. Suzuka los había visto pseudo convivir, y conociendo a Nanoha como la conocía, sabía que solo se había acercado a Fate por estar preocupada por su salud, pero en cuanto Fate se recuperara... Suzuka estaba más que segura de que Nanoha volvería a alejarse. Le encantaría que Fate hiciera su magia, pero su altercado con la cobriza había afectado de manera notable su autoestima.

—Entonces... ¿ya decidió su clase que harán para el festival? —Preguntó Arisa en un intento de romper el incómodo silencio.

Suzuka no estaba muy segura de que hubiera hecho la pregunta correcta.

—Un café. —Contestó sin querer entrar en muchos detalles, pero lastimosamente eso bastó para llamar la atención de Nanoha.

— ¿Un café? —Nanoha intentó verse desinteresada, aunque era evidente su curiosidad.

—Sí, un café. —Disimuladamente le dio un codazo a su novia para que dejara el tema de lado, pero Arisa nunca había sido buena captando indirectas.

— ¿Tipo temático o algo así? —Preguntó Arisa con cierta confusión que pasó a euforia con rapidez—. ¿Te disfrazarás de maid?

Suzuka no pudo hacer nada contra la ilusión de su amada. Así que solo asintió con la cabeza.

— ¡Qué increíble!

— ¿Fate también? —Saltó Nanoha enseguida. Suzuka negó con la cabeza.

—Ella se negó a usar vestido, así que la volvimos host.

Nanoha asintió con la cabeza, murmurando algo que Suzuka no pudo descifrar y de nuevo las tres quedaron en silencio. Esta vez Arisa no hizo intento de romperlo.

Para sorpresa de Suzuka, fue Nanoha.

— ¿Que opinan de la transexualidad?

Bastó con esa sola pregunta para que todas las piezas del rompecabezas encajaran.

— ¿Qué es eso? —Pregunto Arisa con curiosidad.

Arisa realmente no era parte de la comunidad, ni le interesaba serlo. De acuerdo a sus propias palabras: "Ponerse etiquetas es ridículo, solo es amor y ya. Se acabó".

—Es cambiarte el género. —Respondió Nanoha escueta.

— ¡Oh, como los travestis!

—No. Ninguna de las dos está en lo correcto. —Dijo Suzuka seria como pocas veces. Nanoha le miró mal, pero ya se había acostumbrado—. La transexualidad consiste en que la persona no se identifica con el sexo que le asignaron al nacer.

—Lo mismo.

Ante la respuesta de Nanoha, Suzuka rodó los ojos.

—No entiendo.

—Arisa-chan, ¿para ti que es ser mujer?

—Hmm... —Arisa apoyó su cara entre sus manos. Era un hábito que tenía cuando pensaba algo detenidamente—. Es difícil de responder por que todas son diferentes.

— ¿Podrías explayarte un poco más?

—Bueno, tú eres muy fina, educada... pareces una princesa, yo en cambio soy muy tosca y me gustan cosas "de niños" pero no por eso tengo cabello corto. Y luego está Hayate que aunque tiene el cabello corto es la más femenina de las tres.

—Pero nunca se te pasó decir que es lo que tenían entre las piernas. —Comentó Suzuka. Arisa se sonrojó.

—No es que vaya con cada mujer que me encuentro a preguntarle eso. No es que me interese tampoco. —Dijo con desagrado, para ella eso es cosa de cada quien.

—Gracias. —Suzuka tomó su mano—. Ahora, porqué si Funami-san, la líder del club de atletismo, tiene cabello corto, hábitos y apariencia masculina, ¿porque todos nos referimos a ella como mujer?

— ¿Porque así se identifica ella? —Respondió dudosa, recibiendo una amplia sonrisa de su novia.

—Es correcto—Asintió—. ¿Cambiaría eso si por ejemplo, fuera estéril?

—Supongo que no.

— ¿O sí anteriormente todos le llamaban de "él"?

—Creo que tampoco. Dijiste que ella se identifica como mujer.

— ¿Y si ella está tomando medicaciones para que su cuerpo cambie a como ella lo ve?

—Pues con más razón, ¿no?

— ¿Pero si a pesar de eso, entre sus piernas no tiene lo mismo que tú y yo, sino otra cosa?

Ahí, Arisa se quedó callada por unos momentos. Nanoha las miraba con atención, analizando cada palabra que intercambiaban. Era imposible que se hubieran puesto de acuerdo antes como para que Arisa dijera todo lo que Nanoha se había negado a escuchar anteriormente.

—Como dije, yo no tengo forma de saber eso y no voy a andar preguntando. Si ella me dice que es mujer, pues bien, lo es.

— ¿Aunque se vea notablemente diferente?

— ¿En qué sentido?

—Que sus manos sean grandes, su voz esté muy gruesa, que sea muy alta y tenga una musculatura notable.

— ¿Cómo mi tía Seraphina?

Suzuka y Nanoha estallaron en carcajadas por la manera tan natural en que lo dijo, y recordando que efectivamente dicha tía existía y cumplía con lo dicho por la chica de cabellos morados.

—Quizá un poco más exagerado.

—Pues igual, ella es mujer—Se encogió de hombros.

—Ahora imagina que alguien que conoces, no sé, Fate, te dice que realmente nunca se sintió como una mujer y que en su interior siempre ha sido un hombre, que va a empezar a vivir como tal y quiere que le trates como uno.

—Pues bien por ella, es su vida, ella decide. Hay que respetar eso.

—Muy bien, aunque deberías llamarle "él" pero sé que es confuso al inicio. —Dicho esto besó su mejilla y se giró con Nanoha con una sonrisa triunfante.

—A veces me das miedo. —Dijo Nanoha con la boca hasta el suelo.

—Momento—Arisa finalmente cayó en cuenta de lo que Suzuka había hecho—. ¿Fate se siente hombre?

—No es correcto decir eso, pero diré que sí para que se entienda de manera más sencilla. —Respondió la chica de cabellos morados.

— ¡Por eso su corte de pelo tan repentino! —Exclamó, Nanoha bufó y Suzuka rio de manera ligera.

—Entre otras cosas.

—Espera, ¿por eso discutieron? —La rubia ahora se dirigió a Nanoha.

—Más o menos.

—Se podría decir que Nanoha-chan está pasando lo mismo que tú. —Comentó Suzuka.

— ¿Lo mismo que yo?

—Le gustan las mujeres, y de repente quien le gusta es un chico.

Aunque Suzuka se preguntaba si la primera afirmación era cierta.

—No es eso. —Murmuró Nanoha desviando la mirada.

— ¿Podrías iluminarnos?

—Es largo.

—Aún hay tiempo.


Fate nunca se sintió más aliviado en su vida de recuperar su autonomía. Le habían quitado la férula al fin después de dos largos meses y no necesitaba más de las muletas, aunque sí de un bastón; pero al menos ya tenía permitido desplazarse de manera constante, caminar un poco para re acostumbrar la pierna pero no en exceso como para volverla a lastimar.

Era libre de ir a clases y regresar a casa por su cuenta. Cosa que lo tenía más que contento.
Fate y su madre nunca se llevaron del todo bien. Resultaba gracioso incluso, para otras personas lo poco que se parecía. Según lo que familiares le habían dicho, él –junto a una prima suya– era el vivo retrato de su abuelo; su color de cabello, su color de ojos, la piel sensible y su baja tolerancia al calor. Entre otras cosas. Antes solían bromear diciendo que Fate era su versión femenina, pero desde que se descubrió a sí mismo, Fate no podía evitar imaginarse cómo su abuelo. Realmente no lo conoció jamás y no recordaba haber visto una foto suya, pero le gustaba fantasear.

Volviendo al tema, a menos que estuvieras buscando similitudes entre Precia y Fate, no encontrabas ninguna, a no ser que te fijases en la forma en que su flequillo se acomodaba en la parte frontal.

Hay veces que distingues a una madre y a su hijo porque su personalidad está calcada; pero este no era el caso. Fate era más parecido a Clyde que ninguno, ni siquiera Chrono que era el hijo biológico llegaba a ese nivel. La gente suele pensar de primera impresión que Precia decidió ser madrastra de dos hijos y que Clyde la tomó joven, hasta que descubrías que Clyde era varios años menor y Fate realmente era hijo de Precia.

Para Fate era un misterio que diablos vio Clyde en Precia (aparte de su buen cuerpo) y sospechaba que Precia le habría hecho un amarre o algo, porque no le parecía normal tanto amor desmedido de su parte. Poniéndose en el lugar de Clyde (porque en serio, eran demasiado similares en muchos aspectos), Fate no tendría la paciencia de estar con alguien como Precia. No es que tener pareja estuviera entre sus prioridades en este momento, pero aun así...

Fate no solía hablar mucho sobre esto, se lo guardaba para sí. La única vez que lo intentó recibió palabras compasivas sobre cómo era "normal" ver a los padres como monstruos pero que con el tiempo comprendías sus razones y la ruptura cerraría. Patrañas. La brecha entre Fate y Precia crecía día con día y ahora Fate estaba más que seguro que nada la repararía.

Le enfermaba siquiera estar cerca de su madre, por eso apelaba a su autonomía cada que podía, usando siempre la escuela de por medio para evitar compartir con ella lo más posible. Desde que estaba en secundaria comenzó a meterse en clubes escolares aleatorios con tal de pasar más tiempo en clases que en casa. No solo sus ideas no pegaban ni con pegamento industrial, Precia parecía guardarle resentimiento por algo que salía a relucir especialmente cuando Fate cometía una falla. Al inicio quiso pensar que su madre era más exigente con él por compartir su sangre, con el pasar de los años se planteó que quizá ese era justo el problema.

Suspiró, recargándose contra el respaldar del asiento.

— ¿En qué piensas? —Preguntó Hayate, despegando apenas la vista de su celular. Fate la miró de reojo.

—En la universidad. —Mintió.

—Escuché que cambiaste tus opciones a último momento.

— ¿Escuchaste o chismoseaste? —Molestó él.

—No, esta vez sí fue sin querer—Rio—. Todos estaban convencidos de que no tendrías problemas en entrar en cualquier rama artística que quisieras. Fue extraño para todos que de la nada cambiaras por ingeniería.

—Supongo que estoy haciendo un salto de fe—Se encogió de hombros. —Eso sin duda no caerá bien a los directivos, es casi seguro que van a rechazar tu solicitud por eso.

—Lo sé.

—Entonces, ¿por qué? Juro que esta vez no te entiendo. Sé lo mucho que preferirías dedicarte al arte.

El autobús paró frente a ellos. Fate se mantuvo en silencio mientras las personas subían y bajaban, alejándose, dejándolos solos.

—De primeras, no pensé que llegaría tan lejos. —Comenzó, mirando a Hayate fijamente a los ojos—. Sabes perfectamente que yo no esperaba vivir el año pasado siquiera. Nunca hice planes a futuro porque me parecía inútil trazar un sendero que no pensaba seguir. Sin embargo, entre tú y Nanoha ayudaron a que no me hundiera en mi pozo negro. Ustedes dos me ayudaron a ver un mundo que yo me rehusaba por estar demasiado ensimismado en mí mismo para notarlo.

—No es como que pudiera culparte—dijo ella—, fuera de tu ambiente familiar, debió ser duro afrontar bullying tantos años sin un mínimo apoyo.

—Tuve alguno, una vez, hace años... —Fate rio con algo de nostalgia—Su nombre es Alph, vive en Fukuoka. No la puedo visitar porque me queda al otro lado del país, pero ella es la primera amiga que alguna vez tuve. Con Alph descubrí que no todo era tan malo y que la soledad es menos pesada cuando eres visto por alguien.

— ¿Pero siguen en contacto?

—Claro, bendita sea la tecnología—Rio—. Ahora, volviendo al tema. Yo no tenía planes o deseos y creí que era egoísta seguirlos una vez comencé a tenerlos. Mi papá incluso me dio un obsequio que no todos hacen: apoyarme con cualquier carrera que escoja. Solo una, sin cambios. No importa si no lo consigo en el primer intento y él se encargaría de que no hubiera repercusiones por parte de mi madre que me quiere de médico.

—Tienes miedo a la sangre ¿y Precia todavía quiere que seas médico? —Se burló Hayate.

—Tan congruente como siempre, ya sabes—Dijo Fate con sarcasmo—. El punto es que me ilusioné con algo que era un imposible para mí.

— ¿Por qué imposible?

Fate de nuevo suspiró.

— ¿Qué crees que pasará conmigo cuando mi madre se enteré de como soy realmente?

Hayate no respondió. Incluso querer brindarle el falso consuelo de que sería aceptado se sentía incorrecto. No era secreto para nadie que Precia tenía una forma de pensar bastante radical.

— ¿Piensas decírselo pronto?

—No es que piense decírselo o no. Ella se terminará enterando de todas formas. He intentado convivir con ella y subliminalmente ir poniendo distintos temas sobre la mesa. Su reacción por más que intente no cambia. Sin embargo, si se debe enterar, debe ser por mí. Y créeme no soportaré mucho guardándome esto. En primera, no me gusta mentir. En segunda, estoy cansado de seguir expectativas y pretender ser alguien que no soy. Llevo toda mi vida así, me voy desgastando poco a poco. Necesito priorizar mi paz mental por al menos una vez, y no sabes cuánto duele que diario escuche recordatorios sobre "lo que debo ser".

Hayate tomó la mano de Fate y entrelazó sus dedos.

—Yo siempre estaré aquí para ti. Jamás voy a pedir que cambies, porque te quiero tal cual eres.

Fate apretó su agarre.

—En serio, no sabes cuánto agradezco contar contigo. No lo dije cuando debí hacerlo, y ahora se sentirá incompleto, pero para mí, Nanoha y tú son mi familia, mi verdadera familia, aquella que escogí y de la que me siento orgulloso de pertenecer. Perder el apoyo de alguna de ustedes me dolería más que el apoyo de mis padres, porque ustedes son quienes realmente me hacen sentir protegido.

—Oh, Fate-kun. Esa es la cosa más tierna que me hayas dicho alguna vez, voy a llorar.

Hayate intentó bromear, aunque era evidente que las palabras de Fate le calaron en lo más profundo y era muy probable que si terminara llorando. Así que Fate desvió el tema... o mejor dicho, volvió al tema inicial.

—Me cambié a ingenierías porque necesito algo que me dé un soporte seguro para poder salir lo antes posible de casa. Salir incluso antes de siquiera terminar, ya no soporto estar en ese lugar. Tengo la edad legal para trabajar y puedo ir ahorrando en lo mientras. Si pierdo el primer año no pasa nada, porque incluso podría ayudarme a escapar antes. Te juro que soy capaz de vivir en cibercafés si con eso soy libre de ese infierno.

—No es necesario. Siempre puedes venir con Shamal y conmigo.

—No puedo hacer eso.

—No seas orgulloso—Hayate apretó la nariz de Fate con sus dedos—. Igual si tanto te molesta, podrías ayudar con los gastos, sería prácticamente lo mismo que pagar un alquiler, pero más barato. Sé que a Shamal no le molestará la compañía extra.

—Puede que lo tome en cuenta.

— ¿En serio?

—Puede.


Volví con el capítulo cuatro... y esta vez solo me tardé medio año, voy progresando (?)

No había he un anuncio realmente pero aprovecho para decirlo: me estoy tomando un descanso de todo desde hace unos meses porque ajá, cosas. Pero no sé porque justo cuando estoy haciendo nada es que me viene la inspiración, por eso este cap, jsjs. Muchas gracias a todos por la espera y el apoyo que me están brindando, no los merezco :')

Nos leemos a la siguiente~~