Es curioso y frustrante a la vez como a pesar de que todo el mundo intenta explicarte "lo complejo" que es un tema relativamente sensible, diciéndote que tienes una visión limitada, tachándote de ser poco empática; no dudan en simplificar la complejidad de tus sentimientos en algo tan limitado y poco empático.
Oh las ironías de la vida.
Por lo menos había una persona que parecía comprender su punto, y sin duda, quedó sorprendida por ello.
Bendita sea Arisa y su poco conocimiento en temas LGBT.
Hayate dejó clara su postura entre Fate y ella. Nanoha comprendía su punto, y silenciosamente lo agradecía, pues no quería imaginarse a un Fate sin apoyo, pero a la vez le costaba dar el suyo. Estaba confundida y asustada, ¿por qué nadie se molestaba en intentar comprenderlo?
En su humilde opinión, todo esto se debía a la visión centralista hacia las minorías, que a ver, en cierta manera está bien, brinda apoyo y visibilidad a una realidad que muchos prefieren ignorar... pero como que muchos olvidan que el proceso de cambio no sólo está en las personas que lo promueven, sino también de la gente a su alrededor. Y Nanoha misma no era muy buena lidiando con los cambios. Pruebas y momentos había de sobra, como cuando su hermano Kyoya comenzó a salir con la hermana de Suzuka, o como cuando su padre fue hospitalizado por un accidente de tránsito, o como cuando tuvo que plantearse la idea de que tal vez se estaba enamorando de una mujer. Suzuka decía que no había problema, que entendía su postura y que era válida a pesar de no compartirla. Sin embargo, a Nanoha no le pasaban desapercibidas las miradas acusatorias que Suzuka le dirigía de vez en cuando.
Arisa era la única que no la juzgaba, podría no estar de acuerdo con sus acciones, pero no la trataba diferente por ello. Era la única que comprendía sus dudas e inquietudes, pero a la vez le ayudaba a ver las cosas de manera distinta.
Para lo observadora que se jactaba de ser, le sorprendía que Hayate pensara que conflicto de debiera únicamente a sus sentimientos por Fate cuando en realidad iba todavía más allá de eso. De hecho, que su sexualidad estuviera difusa era la menor de sus preocupaciones.
Nanoha fue aprendiendo varias cosas conforme pasaron los meses. Fue estudiando sobre el tema tan desconocido que es la transexualidad, escuchó testimonios y asistió a conferencias (online), pero dicha información en lugar de confortarla hizo todo lo contrario.
Nanoha no negaría que su rechazo inicial fue algo absurdo y un tanto hipócrita (pero no lo admitiría en voz alta todavía). Lo que nadie sabía ni se dignaba a preguntar era sobre el arrepentimiento que vino con esa decisión. Desde el momento en que vio los ojos de Fate aguarse (y volverse más tristes y solitarios de lo que alguna vez vio), desde el momento en que sintió sus manos temblar, desde que escuchó como su voz quería quebrarse supo que cometió un error.
Pero ya era tarde.
Fue consciente desde el momento uno que rompió ese corazón que tanto se esforzó en proteger. ¿Pero qué más podía hacer?
Tuvo miedo a la idea de que quizá la Fate que conoció por años pudiera no ser quien pensó que era, pero sentía tantas cosas a la vez que verle tan frágil la desmoronaría ahí mismo. Por eso huyó, y por eso continuó huyendo hasta que Hayate hizo su magia.
Hayate descubrió el secreto mejor guardado de Fate y su reacción se podría decir que fue diametralmente opuesta. Nanoha se preguntó en más de una ocasión porque ella no pudo ser igual y sintió envidia de su mapachesca amiga. Cuando Hayate la confrontó no supo exactamente que responder. ¿Cómo decirle que su comunidad era la más vulnerable y sufría odio de todas direcciones? ¿Cómo decirle que le asustaba su bienestar? ¿Cómo decirle que le preocupaba que hubiera alguna complicación en su salud en medio de los cambios que buscaba? ¿Cómo decirle que temía por la alta tasa de suicidios en gente trans? ¿Cómo decirle que se sentía como la peor amiga del mundo, no solo por no apoyarle, sino también por ignorar las señales e irle lastimando por años sin ser consciente de ello? ¿Como decirle que le aterraba la idea de seguir lastimando a Fate con alguna mala acción, alguna mala palabra? ¿Cómo decirle que ya no comprendía sus propios sentimientos? ¿Cómo decirle que sus memorias juntos se distorsionaban? ¿Cómo decirle que tenía miedo de encontrar a un nuevo Fate y que este le desagradase? No pudo, por eso decidió permanecer en silencio y mantener su distancia. Así por lo menos no lastimaba a nadie.
A todas estas inquietudes, se sumaba el estrés diario de mantener su rendimiento escolar intacto y cumplir con su trabajo en la cafetería familiar.
Sí, su confusa sexualidad era lo menos importante.
En su generación últimamente se promovía la ciega aceptación a cualquier cosa de la comunidad, y dale, estaba bien. Nanoha misma no estaba en contra de ello, se alegraba de que menos gente viviera con miedo; no obstante, su situación actual le hizo percatarse de cómo todos parecían obviar que no es lo mismo una preferencia sexual a una identidad completa. No resulta igual para Nanoha, por ejemplo, que Hayate admitiera que es gay y que por ende tuviera asimilar que jamás le vería un novio a que Fate indirectamente dejara ver que no es la misma persona con la que compartió tantas memorias y —peor aún—, de quien se enamoró, que quiere ser tratado de manera distinta y negaba lo que fue, negándola a ella en el proceso.
Gracias a todas estas reflexiones que le llegaban a Nanoha cuando se encontraba sola, fue consciente de lo mucho que necesitaba un respiro, alejarse del ambiente habitual y centrarse en algo nuevo. Compartir el mismo espacio con Fate casi a diario y tener las mismas amistades —todas en una postura totalmente contraria a la suya—, no ayudaban a hacerla sentir menos sofocada.
Necesitaba alejarse de todos, y el semestre cero en la universidad parecía ser el pase perfecto.
SIGO SIENDO LA MISMA PERSONA
CAPÍTULO 5
La TSAB era un complejo inmenso. Contaba con una cantidad de carreras que resultaba abrumadora, era lógico que ocuparan tanto espacio. Aun así, no dejaba de ser impresionante. Ya lo había visitado un par de veces; primero en un recorrido escolar y después para dejar sus papeles con tal de adquirir una ficha de admisión. Esta era su tercera vez en el plantel, pero seguía imponiendo como la primera vez. Cerca de doce edificios, una cancha de béisbol tamaño profesional (junto a otras más de futbol, baloncesto y voleibol), un auditorio, una cafetería bastante amplia y áreas verdes; la hacían más que agradable a la vista a pesar de que respirara un ambiente de mayor seriedad. Su sistema de enseñanza era de los más avanzados en el país y por ende, su demanda también era de las más altas. Entrar no era sencillo en ningún aspecto si eras foráneo o no procedías de un bachillerato afiliado como lo era su caso.
Miyuki le dijo que con el tiempo uno se acostumbraba al lugar, pero Nanoha sinceramente lo dudaba. Con el tiempo se sentía más y más cercana a la mujer adulta con la que soñó convertirse desde que era pequeña.
No pudo evitar la pequeña punzada que vino a ella al pensar que, en ese momento, podría estar ingresando al plantel acompañada de las risas de Hayate al tiempo en que Fate le ayudaba a calmar sus nervios.
Negó con la cabeza y finalmente entró. Quería liberarse de ese drama por lo menos ese día.
Nanoha nunca había sido buena con las direcciones, por lo que batalló un poco para encontrar su salón asignado; pero lo logró. Llegó temprano, como siempre.
Dale, quizá un poco demasiado temprano. El lugar no estaba vacío, pero tampoco estaba del todo lleno. Rápidamente Nanoha calculó que no debían pasar de los diez aspirantes y aprovechó para elegir su asiento predilecto al centro del aula. No muy adelante, no muy atrás y alejada de las ventanas. Estar en ese sitio le relajaba, sentía que se mezclaba mejor con la gente y no se distraía viendo al exterior como Fate siempre hacía. Su vista tampoco sufría mirando la pizarra, entonces todo bien, todo perfecto.
—Muy buenos días. Mi nombre es Maria Cadenzavna Eve, estaré a cargo de ustedes durante estos seis meses. —Se presentó una mujer que bien era la definición de "Gay Panic" porque oh dios santo. Nanoha tenía ojos bastante funcionales y no necesitaba de su lesbianismo para admitir como ciertas personas se sacan la lotería genética.
Nanoha realmente no estuvo muy consciente del tiempo qué pasó viendo su teléfono a decir verdad. Debió ser el suficiente como para que una profesora de nivel universitario (que tienen fama de siempre estar tarde) los abordara.
Se quedó detallando a su hermosa instructora un poco más antes de sacar su libreta y comenzar a tomar nota. Tenía un cabello rosa pastel bastante largo y ondulado, siendo su peinado una elección bastante curiosa. De alguna manera no le hacía ver menos profesional y estaba segura de que seguiría inspirando el mismo respeto aun si no lo llevara.
Era bastante alta, puede que incluso más que Fate. En especial por los tacones que usaba. Dios mío, de estar Hayate acá seguramente le daba un infarto por encontrar a alguien tan hermosa o alguien mejor vestida que ella... puede que ambas.
—Nos estaremos viendo las caras bastante seguido, así que supongo que sería bueno familiarizarnos primero.
Por un instante, su mirada lavanda chocó contra la de su profesora. Sus ojos eran lindos y el delineado que traía los hacía resaltar lo mejor posible.
Wow.
Nunca pensó tener un crush con alguna profesora. Eso era nuevo.
— ¿Algún voluntario?
El aula cayó en un mutismo total.
— ¿Nadie?
Nanoha miró a su alrededor, todos se miraban nerviosos, pero nadie se atrevía a ser el primero. Suspiró, sabiendo que no le quedaba de otra.
—Yo lo haré—Habló con voz suave, pero portando una de sus clásicas sonrisas.
Su profesora le miró y le dirigió una sonrisa dulce y cálida.
—Muy bien. Dígame, señorita ¿cuál es su nombre? ¿Su edad? ¿Qué le motivó a estudiar medicina? Y por último, ¿En que desea especializarse?
Nanoha tragó saliva antes de comentar.
—Mi nombre es Takamachi Nanoha, tengo diecisiete años. La razón por la que estoy acá tiene que ver con mi hermana mayor. Ella tiene un problema visual bastante severo y cierta debilidad en su sistema respiratorio que pudieron ser tratados desde la infancia.
—Tuvo una mala gestión —comentó su profesora, Nanoha asintió.
—Desde que caí en cuenta de eso me pregunté, ¿cuántas personas más no pasan por lo mismo? Y me dije a mi misma que, así fuera poco, yo quería contribuir a evitar ese tipo de cosas, por eso me voy a especializar en pediatría.
—Interesante. —No dijo más, y tras eso, uno a uno se fueron presentando. Nanoha prestó atención y se podría decir que evaluó a sus compañeros por los próximos seis meses. La profesora Cadenzavna explicó su manera de trabajar una vez terminaron antes de dejarlos ir a almorzar. Nanoha tomó nota de las cosas que consideró importantes. Su letra iba de horrenda a jeroglífico, pero tenía un orden y para ella era legible, aunque ni siquiera un especialista en lenguas antiguas pudiera leerlo.
Tras despedirse, alistó sus cosas y salió indecisa sobre a dónde ir.
Se quedó de pie debajo de un árbol, reflexionando un poco sobre sus probabilidades.
Fate no era mucho de las multitudes, así que podía ir tranquila por las zonas más concurridas. Además el campus era enorme, ¿qué tan probable era que se toparan por accidente cuando artes y medicina no podían estar más lejos?
A todo esto, ¿qué rama se habrá decidido Fate al final? Fate sería muy bueno como pintor, pero igual como músico...
¡No, no! No más Fate.
—Esto, Takamachi-san...
Nanoha casi saltó de su lugar al escuchar una voz tan cercana a ella. Se giró solo para encontrarse con una chica ligeramente más alta que ella, de largos cabellos púrpura. Si no recordaba mal, era la chica que habló justo después de que Nanoha lo hiciera. Ginga Nakajima.
—Nakajima-san, ¿se le ofrece algo? —Preguntó con cortesía.
—No, nada. Es solo que olvidó esto en el aula. —Dicho esto, Ginga alzó el termo en el que llevaba su café. Nanoha parpadeó sorprendida, recordando que, efectivamente, nunca recogió el termo. Acabó con su contenido bastante tiempo atrás y se olvidó de él por andar distraída pensando en Fate... otra vez.
—Muchas gracias. Te debo una.
No era muy común que alguien hiciera eso. Por lo general se les arraigaba la cultura de dejar todo en donde se encuentre.
—No es nada —dijo Nakajima-san.
—¿Tienes compañía ya para pasar el receso? —Preguntó Nanoha, decidiendo que no tenía nada que perder. A lo mejor y estaba destinado a que así fuera, como su encuentro con Fate.
—No, en verdad no. No soy tan sociable y todos nuestros compañeros se ven mayores, así que me intimida un poco.
Nanoha rio.
—Entiendo eso, se siente raro ser de los más jóvenes.
—Bueno, no ha sido por nada, ¿cierto? La maestra Cadenzavuna quedó impresionada contigo.
—¿Eso crees?
—Estoy segura —contestó—, siempre miraba hacia tu lugar esperando a que participaras. Has creado una buena impresión en ella, y bueno... en mí también.
Nanoha se sintió repentinamente avergonzada por el cumplido. Fue ahí que se dio cuenta que esto de tener una mayoría de amigos introvertidos por tantos años, le había afectado.
—Gracias.
Tras esto, vino un pequeño silencio mientras ambas tomaban lugar bajo una de las mesas desocupadas al aire libre.
—Y dime —comenzó Nanoha—, ¿de qué escuela vienes? Nunca te vi en Seishou así que supongo que no vives por esta área.
—La verdad es que no, la universidad me queda a más de una hora, pero mi madre estudió aquí y quiero seguir sus pasos, no me importó lo demás.
Nanoha escuchó algo de eso sobre su presentación. Asintió para darle a entender que le prestaba atención y que por favor continuara.
—Estudio en Shuzen junto con mi hermana menor, sólo que ella comienza el año siguiente.
Nanoha conocía dicha institución y no por algún renombre. El bachillerato quedaba de camino a la casa de Fate, de hecho quedaba incluso más cercano que Seishou. La única razón por la que Fate no aplicó para Shuzen es que en un inicio no vivía donde lo hace actualmente y dado que transferirse es demasiado engorroso, se concluyó que era mejor que terminara, sin contar que Seishou estaba anclada a la TSAB, contrario a Shuzen.
—Me gustaría decir que tengo a algún amigo por allá, pero la verdad no, toda mi vida he estado en Seishou y mis amigos igual.
De esta manera transcurrió el receso, soltando un poco la una de la otra mientras almorzaban, cuando fue tiempo de volver a los cursos y Ginga tomó asiento a un lado de ella, Nanoha estaba segura de que tenía una nueva amiga.
No me había dado cuenta de que había un error con el capítulo y estaba repetido, una disculpa. Como estoy revisando el siguiente me vine acá para revisar algo (y mantener la coherencia) y vaya sorpresa.
En fin.
Buena lectura (?)
