Crisis en Tierras Infinitas Naruhina

Capítulo 3 Preámbulo: Rumbo a la dimensión shota

Minato salía del hospital con un brazo nuevo y se lo mostró a Kushina que estaba revisando que quedó como nuevo.

—Guau, no bromeaba que pueden reconstruir extremidades perdidas—mencionó curiosa la pelirroja.

—Y no es lo único que mandé a modificar, si sabes a lo que me refiero—le comentó el rubio con un mirada de perversión que ella entendió.

—¿Me preguntó si…?—dijo la pelirroja yéndose rápido al hospital.

La mujer notó que el hospital estaba cerca del castillo y curiosamente la que atendió era Sora o más bien un clon de ella que la recibió amablemente.

—¿Quién es el doctor que repara los brazos y agranda el pene?—preguntó la Uzumaki interesada.

—Es el rey Shiro—.

—¡¿Eh?! ¿El mismo rey lo atendió?—preguntó la mujer en shock.

—Es un clon suyo que desaparece en las noches, antes de ser rey ejercía algo similar a un ninja médico como Tsunade si es que me entiende. Además la tecnología y la magia es tan avanzado que las modificaciones no son tardadas—explicó la asistente.

—Hmmm, la belleza cuesta. Quiero una cita ahora—.

En ese instante, había un clon de Riki atendiendo niños del reino ya que se enfocaba más en otras cosas más familiares y notó que Kushina quería hacerse una modificación corporal ya que los años se le acumulaban.

—No se preocupe por esto, la gran mayoría de reino ha llegado aquí. Aunque no lo parezca, el Rey Shiro hace un buen trabajo—.

—No vengo a una modificación, solo quiero preguntar—mintió ella protegiendo su orgullo.

—A mi me hicieron pelirroja con cambio de feomelanina en mi cuero cabelludo pero no se lo diga a nadie—le guiñó el ojo la general antes de irse.

Después de esperar unos minutos, la Uzumaki pasó al consultorio y vio que la reina tenía un traje de enfermera y notó que el rey-doctor veía una revista sentado en una silla.

—Ah, así que vino por lo que hice a Minato. Siéntese señora Uzumaki—saludó el hombre sonriente.

—Bien, iré al grano. Ya estoy vieja y me dijeron que usted hace bellas a las personas, ya sabes—dijo sin pena la Uzumaki.

—Ah, ya veo. Depende de la persona es lo que hago. A veces estas quieren su apariencia o no quieren tantos años de rejuvenecimiento ya que se ven mejor maduros. ¿Qué tan joven quiere verse para siempre?—.

—Quiero estar en mi mejor época, tan fresca como un tomate—.

—Entiendo, desnudese ahora—le reveló el sujeto.

—¡¿Qué?! ¡Eso sí que no!—reclamó la pelirroja furiosa.

—No soy un pervertido, señora. Necesito ver que tanto debo reparar, debe tener muchas pecas en su piel y arrugas que reparar—.

—Me niego—.

—Señora Uzumaki, incluso su marido tuvo que desnudarse para este procedimiento—mencionó sería Konran que veía todo al fondo.

—¿Por qué no fue mujer? Que otro hombre me vea así es vergonzoso, ya sabes—murmuró molesta la pelirroja quitándose la ropa.

Aunque muchos frikis otakus perderían la cabeza ante la visión de una MILF desnuda en vivo y a todo color, no por algo Shiro tenía una mentalidad de hierro que incomodaba a Kushina ya que era lo opuesto a Jiraiya. Ella se cubría como podía sus partes nobles pero notó que el doctor solo se quedaba viendo con cara pensativa.

—Su piel está comenzando a verse flácida y tiene varias pecas por su condición de pelirroja natural. Tengo que levantar la piel en la cara, una parte del cuello, un tratamiento de piel bastante riguroso, terapia genética que repare mutaciones espontáneas maliciosas…—analizó el sujeto tan enfocado que no siquiera prestaba atención al hecho de que tenía una mujer desnuda frente suyo.

—Apúrese doctor que tengo frío—le dijo muy apurada la paciente que tenia la piel de gallina.

El sujeto hizo que la mujer descubriera sus pechos y notó que estaba bastante caídos, pero tuvo que tocar bastante ya que debía estar seguro que no tenía algún tumor o algo similar. Sin embargo, no oyó que la pobre Kushina comenzó a gemir ya que su agarre era fuerte y firme.

—Ya basta, soy casada—decia la Uzumaki sonrojada.

—Shiro, ya basta. Va a pasar lo mismo que con el señor Minato—le advirtió la enfermera Konran a su esposo.

—Espera, ¿Qué ocurrió?—preguntó Kushina curiosa.

—El muy canijo se vino porque es muy sensible. Le hice revisión de próstata y varias cosas—recordó con desagrado el hombre.

—Es mi culpa… Es que así tengo sexo con él a veces—aclaró la pelirroja avergonzada.

—¿Así que le gusta el BDSM? Tiene cara de sumiso mandilon, por eso se unió al Cruz Azul con Nageru. Por cierto, también sus nalgas ya están bastante caídas. Terminé la rutina… Ay no, ya se vino usted también—maldijo el sujeto molesto.

—Lo siento señora Uzumaki. Mi esposo tiene muy bien toque, no se lo vaya a decir a nadie—.

—Si le sirve de algo, dígale a su esposo que así como la toqué le gusta. Doy consejos de sexología los jueves, no cobro mucho—.

—Pase por aquí, señora Uzumaki. Vamos a hacer su terapia de rejuvenecimiento de una vez por todas—le invitó la enfermera a una sala aún con la pelirroja desnuda.

En lo que Kushina se metió, el Rey sustrajo los fluidos vaginales de la mujer en una especie de codificador genético donde estaba también la información de Minato que extrajo de su semen.

¿Por qué Shiro hacía esto? Cuando una persona unía sus vidas en santo matrimonio, una de las formas de asegurar la unión y que haya juventud eterna era donar la semilla de ambos a la base de datos del reino para que fuera más efectivo pero debía ser una muestra fresca. Por ello, como doctor este se iba a ensuciar las manos con este hecho en muchos casos.

En cuanto a Naruto Uzumaki, este llevó a Yuna con la doctora para que la revisara ya que su nacimiento fue todo menos natural y debían encontrarle una falla que no hayan podido ver en su dimensión natal.

—Hmmm, aunque Orochimaru era un genio su mundo tenía muchas cosas atrasadas. Por fortuna el genoma de Yuna ya fue reparado por completo con terapia genética revitalizante. Ahora es una niña 100% sana—mencionó la doctora Riki sonriente.

—¿No se va a quedar como una niña por siempre?—preguntó Naruto curioso.

—No, una vez que llegue a su máximo esplendor ya no envejecerá—.

—Entiendo, eso me alegra—.

—Usted ya fue sometido a la misma terapia, ¿por qué no se quitó más años de encima?—preguntó la pelirroja por curiosidad.

—Porque me veo mejor así—.

—Hmmm, cierto. Mejor lo dejemos así aunque tendrá la vitalidad de alguien joven se verá igual a como vino—anotó esto la mujer en el expediente de Naruto.

En otro lado, Ayame estaba adaptándose a su nuevo trabajo como maid de los reyes pero todo era tan nuevo y además desconocía como hacer la mayoría de los platillos ya que ella cocinaba al menos puro platillo japonés.

Además las sirvientas por obligación debían aprender a pelear pero ella fue una civil toda su vida y a sus más de 40 años no hizo mucho ejercicio.

—Me muero, no puedo más—se quedó agotada la cocinera en el suelo.

—Levántate, apenas llevamos 5 minutos—decía la capitana y asistente Sora que tenía un traje deportivo blanco.

—¡Awwwww, no quiero!—.

—Hmmm, eso me temí. Necesito que te sometas a esa terapia genética extrema si quieres conservar el empleo—le comentó la mujer albina seria.

—¿En serio debo hacer eso?—.

—Las maids no sólo cocinamos y debes vernos elegantes, somos la última barrera de defensa para que nadie toque a nuestros gobernantes. Si quieres proteger a quien te da de comer, vas a tener que atenerte a los lineamientos—.

—Ay, por el amor de los dioses…–murmuró la mujer muy desanimada.

—Que dioses ni que 8 cuartos. Si no lo sabes, todos los dioses nos deben cuentas a nosotros. Sabes lo que te conviene, señorita Ayame—le advirtió la asistente real.

—Eso me temí—.

La maid del ramen fue al hospital y estaba en el mismo consultorio que Kushina y Minato fueron para rejuvencerse pero la terapia que sufriría Ayame sería aún más agresiva ya que ella era una humana común y corriente a diferencia de muchos pacientes.

La castaña estaba desnuda frente al rey-doctor y la reina-enfermera tomaba medidas de su cuerpo ya que las iba a necesitar, además de que harían cambios importantes. La mujer se sentía avergonzada de estar al desnudo frente a varias personas y flotaba en una especie de agua verde espesa mientras que sentía su cuerpo liviano.

—En este momento tu cuerpo está sufriendo muchas reparaciones por nanobots que devoran carne enferma, además de terapia genética y rejuvenecimiento hasta tu mejor época, además de acelerar tu evolución humana hasta la cúspide. Más o menos serás una Capitán América—le describió el doctor frente a ella.

—¿Qué es eso?—preguntó confundida la cocinera.

—Cierto, universo equivocado. Como dije voy a hacer tu mejor versión gracias a lo que hay en este reino, aunque eres la primera que se somete a esto—admitió el sujeto.

—¡¿No hay efectos secundarios?!—balbuceó ella arrepentida.

—Muchos, es que los cambios son tan agresivos que tardas en acostumbrarte—alegó la reina al fondo.

—¿Por qué siento que me voy a arrepentir?—se cuestionó en voz alta Ayame.

—Ve el lado positivo, cocinarás a la velocidad de la luz—sonrió Shiro a la maid.

—Hmmmm—.

Varias horas después, la cocinera de ramen salió de la capsula y se secó con una toalla pero los efectos secundarios comenzaron a surtir efecto. Sus sentidos estaban tan agudos que sentía todo y se sentía demasiado rara para caminar, por lo que fue llevada en silla de ruedas por Konran.

—Estarás unos días aquí en lo que te acostumbras, si fueras una guerrera como Naruto te adaptarías rápido pero en tu caso será más largo—le susurró la chica pero Ayame la oía como si hablara normalmente.

—¿Es mi imaginación o mi pecho creció bastante?—preguntó muy sospechosa la mujer.

—Lavadero, pecho grande, trasero firme y redondo, un cuerpo femenino idealizado. Aunque es un efecto secundario de la terapia, Shiro no hizo algo para arreglarlo—.

—¿Por qué no me sorprende?–.

—¿Has notado el porqué no hay gente fea, viejas u obesa en este reino?—le preguntó Konran a la cocinera que no había notado esto.

—Desde que nosotros llegamos al poder, implementamos esta idea. Al parecer en el fondo la vanidad de la gente es grande—.

—Hmmm, ya veo—.

—Además aunque podamos vernos bonitas aquí la gente tiene buen ojo para ver si alguien es bueno o malo, o eso es lo que he visto. No entiendo bien a los humanos todavía pero me interesa—.

—¿No eres humana?—quiso saber curiosa Ayame.

—No, soy de la misma clase de criatura que atacaron tu dimensión. Sin embargo, algo ocurrió en mi que me volví muy diferente a mi especie y parezco una humana—le contó la pelinegra.

—Entiendo, pero sabes algo. En mi dimensión hay personas tan poco humanas que eres mucho mejor que ellos, la humanidad es algo muy subjetivo. Para mí eres más humana que muchas personas—.

Konran abrió los ojos por el comentario recordando que Shiro le dijo algo similar hace un tiempo pero luego solo sonrió por ese comentario.

—¿Estas tratando de seducirme?—.

—¿Espera? ¡No!—reclamó la cocinera consternada.

—Lo estás logrando—.

—¡Estás enferma!—.

—No soy humana, para ti lo que está mal yo lo veo indiferente o no tengo tanta moralidad. No te sorprendas mucho si algo fuera de lo normal para ti. Me iré a ver a Shiro, descansa lo que puedas–se despidió la reina dándole un beso a la cocinera de forma casta.

—¡¿Qué demonios?!—exclamó la pobre castaña viendo como la dejaban sola ahí.

El Rey Shiro se encontraba cansado en el palacio ya que había trabajado en varios lugares usando sus clones pero tenía una última cosa que hacer: Ir a molestar a sus generales. Este vio en su calendario y notó que el turno del día de esta semana era Ryoku.

Después de eso se preparó y fue al reino dragon donde encontró a Kanna Asai muy molesta, demasiado para una niña diosa dragón.

—¿Pasa algo, pequeña Kanna?—preguntó el hombre curioso.

—Ayer mi papá vino y olía a otra mujer, ¡me está engañando!—exclamó furiosa la niña.

—¿Quieres que Ryoku vaya a prisión, verdad? Además como uno de los generales tiene derecho a la poligamia independiente del sexo, raza o gustos raros, pero no niños—mencionó Shiro serio.

—¡No, él tiene suficiente conmigo! ¡Puedo darle lo que necesita! ¡Voy a crecer todavía!—.

—Estas en celo, ¿verdad? Apestas a feromonas—.

—Cambiemos de tema, si busca a mi padre infiel no está aquí—señaló molesta la dragona.

—Lo que faltaba, otra diosa dragona norteña. Bueno, acompáñame porque quiero hablar con él—.

Los dos iban buscando al General PedoDragón como le decía Shiro en secreto pero Kanna tenía curiosidad de un tema ya que tenia al rey cerca de ella.

—Me llegó un rumor, algo de que esta buscando una diosa dragón—mencionó Kanna muy seria.

—Es la que estuvo antes que tú, cuando viajamos a la dimensión de los ninjas pedófilos encontré rápido la ubicación de esta esfera del caos—le mostró hombre a la chica.

La niña vio una esfera roja con 4 estrellas blancas que denotaban que estaban hechas de pura energía del caos con unos toques de energía del orden para que tomara forma.

—¿Qué es lo que va a hacer con esa dragona?—.

—Ponerla a mis órdenes, ella es mi compañera después de todo—.

De repente, notaron que el aroma de Ryoku los llevó a una tierra que Shiro y Kanna no viajaban tan seguido: La tierra de los Inugamis o perros yokai.

—Ese es el mismo aroma que siempre trae mi padre, cuando lo atrape lo denunciaré a la FEPADE—.

El par se adentró al sitio que estaba habitado por perros yokai que no eran demasiado amistosos que digamos pero al ver la corona de Shiro notaron que si lo atacaban serían exterminados sin posibilidad de ganar así que se retiraron.

—Los olores a perros me confunden, ¿cómo sabremos donde esta mi padre?—preguntó Kanna al sujeto.

—Por el olor a carne asada, estamos cerca. No te separes de mi—.

Unos minutos después, llegaron a un sitio singular y oyeron unas risas de mujer mientras que se sentía un montón de feromonas de Inugami cerca de ese sitio. Ellos se escondieron en unos arbustos y luego Kanna se molestó al ver a su creador cerca de la misma diosa Inugami del lugar.

—¡Sabía que esa perra estaba detrás de mí papi!—iba a salir del arbusto pero fue detenida por Shiro.

—Silencio, quiero caerles de sorpresa—.

Como el rey sospechó, al parecer la diosa Inugami andaba a escondidas con el General Dragón y no era una simple amistad, eso era ya una relación de amantes. ¿Cuándo había sucedido? Por lo que parecía era hace poco y es que las feromonas estaban muy fuertes en la yokai.

—¿Cuándo le vas a decir a Kanna que tu y yo somos novios?—preguntó la mujer muy melosa.

—No quiero aún, ella se pone muy enojada si una mujer que no le cae bien se acerca demasiado a mi—.

Kanna quería ir a darle de pataditas en las costillitas pero era detenida por Shiro que aún no debía intervenir hasta que fuera necesario.

—Me gusta mucho estar contigo, jamás pensé que iba a ser dócil con un humano—.

—Bueno, las cosas suceden así—.

Para quienes no saben quién es esta yokai Inugami se llamaba Megumi Saigo, pero le apodaban Tsukiko y ella era la diosa de los Inugamis. Ella era hermana melliza de la diosa Kitsune Inari y gobernaba la tierra de los perros donde Kakashi Hatake y su familia se habían mudado recientemente. De cabello largo y blanco, ojos amarillentos y algunas marca de media luna azules, con un kimono ceremonia de color rojo, era sin duda muy bella y mortal.

—Sabes una cosa, estoy en celo—le dijo ella en un tono de depredación.

—Oh, no sabía eso—dijo Shiro que ahora estaba sentado junto a ellos.

—¡Kyaaaaaaaaaaaa!—gritó la yokai espantada.

Kanna quería venganza y ahora la tendría, así que le aventó una cubeta de agua bien helada a los dos calenturientos, y la diosa salió huyendo aterrada haciendo unos gemidos de perro bañado y comenzó a secarse de forma animal.

—¡Así los quería agarrar puercos!—reclamó Kanna muy molesta.

—¡¿Cómo nos encontraron?!—quiso saber el General Dragón muy serio.

—Kanna dices que hueles a perro, esta es la única zona donde hay muchos Inugamis—alegó el rey sobre ello.

—¡Puedo explicarte, yo…!—intentó justificarse la yokai creyendo que le iban a prohibir el romance con Ryoku.

—No me interesa con quien andes, lo que me intriga es el porqué precisamente Ryoku—.

—¡Oye, yo quería un romance prohibido! ¡No me facilites las cosas!—reclamó ahora Tsukiko.

—¡Cállate, perra mestiza! ¡No mereces a mi papá!—le calló Kanna a la mujer.

—¡¿A quien le dices perra mestiza, lagartija albina?!—.

—Ahora si te mato—.

—¡Basta las dos!—gritó Ryoku poniendo en orden a las dos.

—Eso me prende—murmuró la yokai perro.

Más o menos en resumen esta era la situación: Ryoku había frecuentado mucho este lugar por las relaciones diplomáticas entre los reinos y ahí fue donde conoció a la diosa de este lugar que le tomó poco a poco mucho aprecio ya que sus instintos caninos le estaba haciendo efecto sobre a quien debía entregar su eterna lealtad. Algo que probablemente pocas personas conocían es que el amor de un perro leal es muy profundo y por eso es que no muy tenía amistades con los humanos ya que esto los haría débiles.

—¿Entonces ustedes dos han salido desde hace unos meses?—preguntó Shiro queriendo preguntar el chisme.

—Sí, desde las Olimpiadas de los clanes—mencionó el general.

—¡Lo sabía!—aclaró sus sospechas Kanna.

—¿Qué es lo que hacen exactamente en sus citas?—.

—No querrás saber eso—.

—Primero Ryoku me lleva al campo, luego él me lanza una pelota y un platillo para que lo atrape—contó la yokai recordando emocionada su primera cita.

Shiro se quería reír porque tenía la idea de como era una yokai Inugami pero imaginarse a Ryoku así le daba algo de risa pero se controló.

—Luego Ryoku me rasca la cabeza y me dice que soy una niña buena, y cuando me quiere mimar más me rasca la pancita. Luego lamo sus mejillas para regresarle mis sentimientos—terminó de contar la yokai y Shiro se río de esto.

—¡Deja de burlarte de mi!—reclamó el General Dragón.

—Lo siento, es que me imaginé a Tsukiko lamiéndote la mejilla. Pensé que te gustaban más las chicas nekos—.

Eso último hizo que la sonrisa de la yokai desapareciera y le gruñó al hombre por conocer ese detalle tan turbio según ella.

—¿Te gustan esas sucias nekos?—preguntó molesta la mujer.

—Le encantan—afirmó Kanna muy descarada.

—¡Tu cállate!—le silenció el General Dragón nervioso.

En ese instante, ella se transformó en un gigantesco perro yokai de 8 metros y veía muy agresiva a su víctima porque tenía celos de las chicas nekos.

—¡Aaauuuuuuuh!—.

—¿Es hora de que empiece a correr?—preguntó Ryoku a Shiro.

—Sí—.

Después de que Shiro se divirtió viendo a su general ser perseguido por una yokai furiosa regresó a su palacio donde fue informado de algo muy alarmante.

—Mi señor, hemos detectado actividad del caos en otra dimensión del Narutoverso—mencionó Sora muy seria.

—Quiero informes completos ahora—.

—Es la dimensión 2739272, aquí Hinata Hyuga debería ser mayor a Naruto Uzumaki. En pocas palabras es una dimensión shota—.

—Así que una versión madura de Hinata le gusta a un Naruto más joven. ¿Hay algún problema en esa dimensión?—quiso saber el rey.

—Así es, es algo muy extraño. Naruto Uzumaki se supone que amaba a su amante mayor pero de un día para otro todo cambió y ahora está casado con Sakura Haruno—le reveló la horrible verdad la asistente.

—¡¿Qué?!—se escuchó el grito furioso de Riki a lo lejos.

En un momento a otro, ella llegó a la base toda chamagosa y sin maquillaje dejando todo look porque vino muy rápido.

—¡¿Cómo que una dimensión Naruhina se transformó en una de… de esa cosa innombrable?!—exigió saber la verdad la general Kitsune.

—Al parecer al final intervino en esa dimensión y Naruto Haruno se convirtió en Hokage pero…—.

—¡¿Cómo que Naruto Haruno?! ¡Me va a dar, me va a dar!—se hiperventiló la mujer muy enojada.

—Según mis informes preliminares, este Naruto se cambió su apellido porque según su esposa no es tan importante—.

—¡Reunión de emergencia nivel 5!—dijo la general presionando un botón rojo tipo Among Us.

La alarma sonó y todo los generales vinieron lo más rápido que pudieron todos informales ya que era una emergencia pero cuando se enteraron del asunto comprendieron que ocurrió.

—Aquí hay algo que huele a podrido, ningún Naruto que ame a Hinata se iría con Sakura—mencionó Nageru sobre ello.

—Mamá, ¿sólo para eso vine? Me voy a dormir—se fue molesta la niña volando con Chimuelo.

—¿Entonces vamos a viajar a esa dimensión?—preguntó Chusai sin ánimos de ir a una realidad Narusaku.

—Claro que si, para que vean que soy bueno dejaré que extraigan algo importante de ahí—le comentó el rey a todos.

—Mi amor, no sé mucho de Narutoverso pero seria conveniente que el Naruto que vive aquí y su hija vayan a esta misión—sugirió la reina Konran que no había dicho algo en la reunión.

—No es mala idea, mi lady. Si esa Hinata shotacona ve a ese Naruto papi luchón de seguro que la Hinata de ahí cae rendida a sus pies. Es más, tenemos que llevar a la pequeña Yuna voló plus—mencionó Riki sobre ello.

—Yuna se va a poner feliz porque conocerá a su madre—dijo Shiori sobre ello.

Más tarde, a Naruto y Yuna se les informó sobre esta situación y el rubio se comenzó a reír a carcajadas porque al oír de que una versión alterna suya eligió a Sakura en vez de una madura Hinata fue la peor decisión de su vida.

—Papi, ¿no te molesta que hayas elegido a otra en vez de mamá?—preguntó Yuna molesta.

—En primer lugar ese no soy yo. En segunda, vaya que una versión de tu mamá como madura me prende—dijo el Uzumaki viéndola foto de la Hinata madura.

—¡Papá! ¡Eres un pervertido!—.

—¿Entonces vas a asistir a esa dimensión?—preguntó Riki como la guardiana de esa área.

—Sí, quiero que Yuna conozca a su madre—.

—Yahoo—celebró la pequeña pelirroja en son de victoria.

To be continued…