Crisis en Tierras Infinitas Naruhina

Capítulo 14 Shiro y sus mujeres

El proceso de creación del nuevo reino seguía a flote y todos estaban ocupados con ello, excepto Shiro que seguía en lo suyo con sus maids. Desde hace un tiempo, la relación entre ellos se volvió más amistosa pero no daban el siguiente paso algunas de las chicas.

—Vamos chicas, Shiro quiere el sí de ustedes—les comentó Sora a sus subordinadas.

—Es que… nunca he tenido novio—se sonrojó Honoka.

—No sé qué hacer con alguien más pervertido que yo—dijo con pena Natsu.

—Son unas niñas—se burló Ayame.

—¡No es fácil! ¡Mi corazón no esta preparado para esto!—exclamó la Uzumaki muy indecisa.

Para Natsu le era fácil coquetear con Honoka ya que se conocían bien pero con Shiro era muy diferente ya que no era fácil de comprender y al ser algo superior a un ser humano, no se sentía digna de estar frente a él.

—Tengo una idea de que hacer—se le prendió el foco a Ayame de la nada.

Shiro entrenaba con Konran como locos para seguir estando en plena forma física cuando vieron a las maids llegar sin aviso, a lo que fueron a ver.

—¿Se les ofrece algo?—preguntó la reina curiosa.

—Pido permiso para que mis compañeras hagan una actividad de unión con el rey—solicitó Ayame en nombre de ellas.

—¿Qué clase de actividades?—quiso saber Shiro.

—Como maids, quieren ser más cercanas a su amo pero son muy tímidas en ese aspecto—.

Shiro más o menos comprendía el contexto de la situación en la que se encontraba y era simple: Ellas tenían una educación nipona muy conservadora y tradicional donde su papel se relegaba a un miembro de segunda categoría y por lo tanto no debía mirar siquiera a la cara a su líder y deidad como lo era el rey.

—Creo que entiendo todo, vamos a tener que hacerlo a su manera. Sora, cancela los planes de hoy. Iremos a una especie de cita grupal—declaró Shiro serio.

Normalmente Shiro odiaba las citas grupales porque eran una pérdida de tiempo ya que no era alguien muy guapo y siempre se quedaba solo al final cuando era más joven. Sin embargo, ahora más que una cita grupal era una salida con amigas donde todo podía pasar.

—Hace meses que no tenía un día libre, se siente bien—se estiraba la asistente muy tranquila.

—No lo sé, ya estoy vieja para ir de compras como una jovencita—comentó Honoka que iba muy bien vestida y a la moda.

—Yo estoy mucho más anciana que tú y me sigo sintiendo una joven. Dejamos de ser simples humanos hace mucho—comentó la albina sonriente.

—Me siento rara yendo de compras sin mi traje de maid—murmuró Natsu ya que toda la vida tenia ese uniforme característico.

—Relájense el día de hoy, consideren esto un premio por ser buenas empleadas—dijo la reina muy despreocupada.

El primer sitio que visitaron era un karaoke que no podía faltar en un reino avanzado como este con todas las canciones del multiverso completo.

—Me gusta este lugar, quizás lo recomiende—comentó el rey pensando en sus generales.

—Allá hay un lugar—señaló Ayame un sitio.

Después de eso se sentaron y comenzaron cada uno a seleccionar su canción para interpretarla. Cabe decir que ninguno eran buenos cantantes pero la cosa era divertirse. A media platica, Shiro tuvo que ir al baño dejando solas a las chicas y justo en esos instantes había un grupo de muchachos bishonen que llegaron y vieron a las hermosas mujeres platicando, por lo que comenzaron su plan de coqueteo.

—Buenas tardes, señoritas. ¿Por qué no se sientan con nosotros y pasemos un rato agradable?—les dijo uno que parecía el líder.

—No estamos interesadas, pero gracias—dijo la reina ignorando su petición.

—No es una pregunta, plebeya. Es más una orden—se oyó a uno de ellos de forma prepotente.

—¿Crees que desperdiciaría mi tiempo con un jovencito tan grosero como usted? No, gracias—respondió Honoka muy molesta.

—¿Sabes quienes somos? Tenemos un puesto alto en la nobleza del reino, podemos arruinar sus vidas si queremos—presumió uno de ellos.

—Interesante, continúen—sonrió Sora memorizando sus caras.

—No van a tener otra oportunidad de estar con alguien como nosotros, así que no me hagan hacer unas llamadas para amenazarlas—les comenzó a chantajear el imbécil que los lideraba.

Justo en ese momento, se apagó la música y las puertas del sitio se cerraron, para ver que Shiro tenía una sombrilla negra de la nada. Este escuchó todo y se encontraba más que enojado, pero iba a darles una lección y arruinar sus vidas.

—Acabo de escuchar todo y déjenme decirles que ahora estoy muy enojado—les comentó Shiro con una cara de malicia que prometía dolor.

—¿Y que vas a hacernos si solo eres un debilucho plebeyo? Además somos muchos contra tuya—alegó uno de los mentecatos.

—Manos les van a hacer para pelarme toda la…—iba a decir el rey pero fue interrumpido.

—¡Lenguaje!—le advirtieron todas las presentes.

—Ah si como sea. No me gusta que los hombres usen su posición social para amenazar a los demás—.

—¿Ah si? Eso no nos interesa, escoria de clase baja—se oía a uno de los presentes que parecía ser muy agresivo.

—Los modales hacen al hombre. ¿Saben que quiere decir eso? Que les voy a dar una lección—declaró el rey muy enojado.

Lo que siguió era la paliza de sus vidas de los petulantes juniors nobles y es que ni siquiera eran dignos de lamer las suelas del rey. No hubo siquiera necesidad de que Shiro aumentara su poder normal y es que los movimientos de esos pobres diablos eran tan lentos que se moviera rápido. Cada golpe era devuelto de forma elegante y las mujeres veían el espectáculo de una batalla muy unilateral.

El lugar terminó destruido parcialmente y el dueño del lugar estaba llorando de que ahora tendría que pagar los daños de la reconstrucción. Sin embargo, Sora le dio un cheque muy jugoso para que recuperara lo perdido en el altercado.

—Uf, ni siquiera eran un reto. Hasta Shiori barrera fácil con ellos—dijo el rey muy enojado.

—Llamen una ambulancia—comentó Konran molesta.

—Sora, investiga mañana a que familia pertenecen estos infelices y quítales el título de nobles. Nadie va a salir librado si ofenden a sus reyes—dijo el sujeto furioso por lo que ocurrió.

—Entendido—.

Luego de ese altercado, el grupo fue a comprar ropa en el centro comercial y todos los hombres veían con lástima a Shiro que tenía que cargar las bolsas de todas ellas.

—Pobrecito, siento pena por él—.

—Va a ser una tortura lenta—.

Así había comentarios de ese tipo y el rey de verdad odiaba ir de compras pero solo había una cosa que disfrutaba de esto y por lo que valía la pena el sufrimiento: La tienda de lencería.

—¿Cómo me veo, mi amor?—le cuestionó Konran vistiendo una revelador lencería de color rojo que dejaba poco a la imaginación.

—Muy bien—.

—Esto es muy atrevido—murmuró Honoka sonrojada de estar en ropa interior frente a Shiro.

—Te miras muy sexy—opinó el hombre.

—¿D-de verdad te gusta como me veo?—decía la pelirroja apenada.

—Sí, mi titan y yo estamos de acuerdo—.

Las mujeres le dieron una especie de modelaje de lencería a Shiro aunque el rey no muy le daba importancia ya que siempre las vería desnudas, pero no estaba mal. Ya después de eso, se fueron a comer algo y las chicas se fueron a maquillar en el baño.

—Veamos que mesa puedo tomar—.

El joven se sentó y notó que varias chicas se reían de él por una extraña razón, y estas no disimulaban nada al respecto.

—¿Qué, tengo algo en la cara o qué?—.

—No, lo que pasa es que nos reímos de que eres un plebeyo SIMP—decía una de ellas arrogante.

—¿Un SIMP?—alzó la ceja el hombre.

—Estas muy feo para esas modelos, ¿crees que te van a hacer caso? Solo te están usando—.

Nadie realmente sabia sobre el rostro de Shiro como rey y es que no tenía mucho contacto con la clase noble porque solo hacían cosas para su beneficio y eran hipócritas.

—Ya volvimos, mi amor—habló Konran llegando del baño con el resto de las mujeres.

—Mi señor, veo que algo le molesta. ¿Hubo otro altercado?—preguntó Sora sintiendo el enojo de su majestad.

—El grupo de allá cree que soy un SIMP y que se aprovechan de mi buena fe—señaló el hombre.

—¡Jajajajajaja!—comenzaron a reírse las demás por ello.

—Señoritas, ¿no tienen otra cosa que hacer?—preguntó Natsu muy enojada porque se atrevieron a ofender a su señor.

—¿Sabes con quien están hablando?—se levantó una de las mujeres enemigas con mucha arrogancia.

—No me interesa—.

—Soy la Duquesa del Reino Kitsune, deberías tenerme más respeto—alegó la mujer que tenía leves rasgos zorrunos ya que era descendiente de semihumanos ancestrales.

En ese instante, llegó el gerente y es que el ruido estaba molestando a los clientes, por lo que tuvo que poner orden en el sitio.

—¿Algún problema?—.

—Sí, esos plebeyos están molestando. Quiero que los saque de este finísimo restaurante—dijo la noble petulante.

—Les sugiero que salgan de mi restaurante si no quieren tener problemas—les dijo el gerente en un tono formal pero a la vez despectivo.

—¡¿Pero como…?!—iba a reclamar la reina pero Shiro le hizo una seña de que no dijera nada.

Todos abandonaron el restaurante y se veían muy enojados, pero el rey sonreía porque tenía un plan muy simple pero efectivo.

—Sora, quiero que para mañana ese restaurante quiebre y que esa noble de pacotilla sea chancleada y torturada por Riki. Oí que tiene a Lucifer, debería aprender del rey de las tinieblas sobre tortura—declaró el sujeto.

—A sus órdenes, mi señor—.

—Pero me quedé con hambre, ¿A dónde vamos?—preguntó Ayame curiosa.

—Al único lugar donde me siento en casa: La fonda de Doña Pelos—.

Aunque el rey le gustaba el lujo, venía muy seguido a un pequeño lugar en la ciudad donde vendían comida simple pero muy rica.

—Huele muy rico, no parece comida que conozca—comentó Natsu muy sorprendida.

—Esta es la gastronomía de la raza de bronce de los dioses mexicas, puro sabor fuerte—declaró Sora a las demás.

Aquí no se respiraba hipocresía, refinidad o algo por el estilo, sino que era más ambiente, amistad y mucha alegría, cosa que se notaba bastante.

—¿Van a pedir algo, señoritas?—preguntó la señora que era la dueña del restaurante.

—Deme dos tacos de chorizo, tres de asada, una orden de empanadas de queso y unos sopes con harto chile—pidió Shiro bastante.

—Dos quesadillas de chicharrón de puerco, una orden de sopes, dos de tostadas de pollo y un chesco—declaró de forma naca la reina.

—Un kilo de carne al pastor con harta piña—alzó la mano la asistente.

—¡Aaaaaaah, no conozco nada del menú!—exclamó Honoka que no tenía ni puta idea de estos platillos.

—Mejor prueben algo de lo nuestro—sugirió Konran muy divertida ya que ellas estaban acostumbradas al típico estilo nipones.

Después de que sirvieron la comida, todo era muy delicioso y nuevo para las presentes ya que era otro nivel de sabor y es que la comida a la que estaban muy acostumbradas no era así de variados los sabores.

—¡Aaaaaaah, pica, pica, pica!—se oía una voz al fondo.

Era curiosamente Boruto que estaba ahí con sus nuevas amigas y es que les habían recomendado este lugar. Normalmente el Uzumaki tenía un nivel alto de resistencia al picante pero esto era otro nivel de enchilado.

—¡Hola niños!—saludó Ayame a los presentes.

—Hola—saludó Shiori pasándole un vaso de refresco al Uzumaki rubio.

En ese momento, Shiro se paró y se llevó a la pelirroja para hablarle del asunto que tuvieron en el restaurante cinco estrellas con esa tal Duquesa del Reino Kitsune.

—Le voy a decir a mamá, usted no se preocupe. Así mi mami pasará tiempo con su nuevo novio—sonrió la chiquilla traviesa.

—¿Acaso son novios esos dos?—.

—Aún no pero estoy segura que tendré papi nuevo—.

Mientras pasaba eso, Riki estaba habiendo algo de papelería y su nuevo esclavo sexual digo asistente Lucifer, que había sido reclutado en una a escondidas por parte de ella, aprendía de como funcionaba este lugar.

—Shiori me mandó un mensaje—leyó la general su celular.

—¿Qué dice?—.

—Dice que una noble de mi reino se pasó de lista, quiere que la castigue. Soy mala torturando, solo me gusta lanzar la chancla—explicó la pelirroja.

—Deja que te enseñe, después de todo fui el señor del infierno y torturaba almas—se ofreció el demonio con tal de ganarse a su nueva y sexy jefa enana.

—Ay si, me caería muy bien unas lecciones—sonrió feliz la mujer.

Más tarde, se veia al grupo irse de la ciudad para llegar a un universo de bolsillo en donde el tiempo corría de forma muy lenta con el fin de que su día libre durara más.

—¿Qué es este sitio?—preguntó Ayame curiosa.

—Bienvenidos a la Sala del Tiempo y Espacio. Aquí el tiempo corre diferente al del reino, es para que disfrutemos más tiempo libre—anunció Sora al respecto.

El sitio era una mansión con vista a la playa y no había nadie más que ellos en ese paraíso desierto ya que fue creado por los poderes de Shiro y Konran en conjunto para practicar. Lo primero que hicieron todas fueron cambiarse para ponerse los trajes de baño y poder ir al océano.

—Hace tiempo que no veníamos aquí, mi amor—comentó Konran sonriente.

—Creo que desde nuestra Luna de Miel—.

El sol brillaba, varias de las chicas jugaban a la pelota y Shiro descansaba en una hamaca pero fue interrumpido por Sora que lo llevó a un lugar privado.

—Bésame—.

La albina no perdió el tiempo y se dio unos buenos arrumacos con su señor que no la rechazó y comenzó a recorrer su cuerpo con sus manos.

—Fue buena idea llevarlas a la playa, pero aún no hemos tenido acción. Debemos acelerar esto—.

—¿Se te ocurre algo?—preguntó Shiro curioso.

—Tengo una idea, pero necesitaremos ayuda de la dragona de los deseos—.

La noche cayó al lugar y Tio Klarus que vivía en esta dimensión llegó a verlos para así darle más ambiente a este sitio.

—Juguemos a algo—sugirió la dragona entusiasmada.

—¿Qué se te ocurre?—preguntó la reina.

—La vez pasada tuvimos una fiesta en jazuzzi, así que mi recomendación es pasar al siguiente nivel: Un concurso de prendas—declaró la diosa pelinegra.

—¡¿Qué?!—exclamó Honoka en shock.

—Uy, esa es una idea atrevida. Tiene tiempo que no juego así—asintió la misma Sora.

—¡¿Vamos a jugar a eso?!—dijo Natsu sonrojada.

—Sí, me gusta la idea—ordenó Shiro y su palabra era ley.

A pesar de la vergüenza de las maids, el juego empezó y las reglas eran simples: Se iban a usar cartas de póker y todas elegirían una pero quien tuviera el número más bajo, sería la que se quitara una prenda. Todos tendrían la misma cantidad para no tener ventajas y estaban prohibidos los doujutsus para ver el número.

—¡Noooooo, perdí!—exclamó Honoka al ver su carta que era un 2.

—Fuera blusa—.

Prendas volaban poco a poco hasta que todos quedaron en ropa interior y Shiro solo tenía un bóxer que marcaba bastante su paquetote.

—A partir de ahora comienza lo bueno, ya que habrán desnudos y se agregan retos—declaró la dragona que organizaba esto.

—¿Qué clase de retos?—preguntó Ayame no muy confiada.

—Retos sexuales—.

—Justo como me gustan—declaró la reina muy excitada.

La ronda inició con todos eligiendo con mucho cuidado la carta y luego de eso mostraron a los demás que les había tocado.

—Perdí—dijo Natsu sonrojada.

—Fuera sostén—anunció la dragona—Pero tendrás que hacer un baile sexy—.

La música sonó de una rockola que estaba en el lugar y la Hyuga comenzó a bailar de forma candente mientras se quitaba el sostén poco a poco, revelando a todos sus pechos muy hermosos y luego se cubrió con ambas manos.

—Tu reto es que Honoka bese tus melones por un minuto—declaró la dragona al respecto.

—¡¿Por qué yo?!—reclamó avergonzada la pelirroja.

—Solo has caso—le ordenó la reina.

Esta se acercó con mucha vergüenza y Natsu tuvo que dejar sus senos al descubierto para sentir la lengua de su amiga en sus pezones, y comenzó a gemir un poco.

—Ay, Honoka. Me estoy calentando—.

—Cállate, no lo digas así—murmuró la Uzumaki muy apenada.

Mientras pasaba el minuto, se podía notar la erección del hombre en sus bóxer y tenía que hacer un gran esfuerzo para no perder el temple. La siguiente ronda procedieron a lo mismo pero la que perdió fue Sora.

—Ups, perdí—.

La chica se levantó y en un baile erótico digno de un striptease se quitó el sostén, dejando sus pechos sin cubrir.

—Tu reto es darle un beso muy caliente a quien tu quieras—.

La chica se quedó pensando a quien le daría ese beso y se decantó por Ayame que no había hecho nada aún. La cocinera se acercó y recibió sus labios sin oponerse ya que estaba muy acostumbrada por culpa de la reina. La castaña aprovechaba y manoseaba uno de los pechos de la asistente mientras le metía la lengua en su boca, cosa que dejó bastante asombrado al rey que veía esto.

—OK, esto sí me gusta—.

Luego de varios momentos, las dos se separaron por falta de aire y un hilo de saliva se veía en sus labios como producto de lo que habían hecho, para la vergüenza de las maids más tímidas.

—Sí me disculpan, iré a lavarme la cara—dijo Shiro bastante acalorado por el momento.

Un minuto después, el hombre ya estaba frío otra vez y reanudaron su juego erotico, esta vez perdiendo Natsu de nuevo y perdió sus bragas, quedando completamente desnuda y se cubría con las manos.

—Tienes muy buen cuerpo, las Hyuga de verdad no necesitan envidiarle nada a las modelos de este mundo—comentó la reina explorando su cuerpo.

—Soy muy sensible, no me toque ahí—dijo la maid muy pudorosa y sonrojada.

—Tú reto es simple: El rey deberá darte tu primera oral—anunció la dragona muy asombrada.

—¡¿Qué?!—balbuceó la chica en shock.

—Mi momento ha llegado—murmuró Shiro feliz de ello.

—No… no estoy preparada para ello—habló bajo la Hyuga con mucha timidez.

—El rey desea tu cuerpo, señorita Natsu. Es tu amo y te quiere para él, eres su maid y le debes servir—le susurró Konran muy tentadora.

La peliverde respiró profundo y quitó sus manos de sus partes privadas, dejando ver bien su cuerpo desnudo muy caliente y Shiro se arrodilló para quedar a la altura de su pelvis.

—Sea gentil conmigo—le pidió la ojiperla.

—Tú tranquila y yo nervioso—.

La Hyuga sintió la lengua viscosa del rey en su vagina y comenzó a sentir algo bastante placentero poco a poco, mientras que su rostro se iba enrojecimiento.

—¿Por qué se siente tan bien? Mi corazón se está acelerando—susurró la mujer algo excitada.

Justo en ese instante, se veía a la reina llegar por detrás y comenzó a manosear esos jugosos senos que se cargaba a la vez que la lengua lamia su oreja denotando que había un punto sensible.

—¡Yamete kudasai!—gritó ella pero no paraban con el manoseo.

—No reprimas, mi niña. Aquí somos todos muy unidos, no temas expresar tu placer—le decía la pelinegra apretando los pezones de la maid.

—"Me estoy volviendo loca"—pensó la chica empezando a llorar levemente y su mirada comenzó a tornarse más perdida en el placer.

—Ya estas mojada, Natsu. Te estás gustando—le dijo el rey parando levemente a tomar algo de aire.

—No te detengas—le pidió la peliverde.

Honoka estaba sonrojada al ver esto y de forma inconsciente comenzó a deslizar su mano debajo de sus pantaletas, pero la detuvo Ayame.

—Aún no es hora, lo tuyo será después—le advirtió la cocinera.

—¡Aaaaaaah, me vengo!—gritó Natsu de la nada y se arqueó levemente.

Ella fue sostenida por Konran mientras respiraba agitada y veía bastante borroso lo que pasaba a su alrededor. Ese fue su primer orgasmo demoledor y había sido provocado por sus señores, lo que le daba cierto orgullo ya que servía como su objeto de placer.

—Gracias por hacerme sentir tan bien, es un honor—aún jadeaba la maid con una sonrisa de oreja a oreja.

Algo cambió en ella desde ese momento y es que su lado Hyuga pervertido despertó por completo, denotando que sería la más activa quizás de las maids en la alcoba de Shiro.

—Natsu ya perdió su ropa pero puede competir aún si quiere seguir. La única condición es que serán ahora retos sexuales—declaró la dragona sobre ello.

—Claro que le voy a seguir, así seguiré divirtiéndome con mis señores—se relamió Natsu los labios.

—Oh oh—se dio cuenta Honoka de lo que pasaba.

La siguiente ronda siguió y ahora la que perdería su sostén era la misma Tío que dejaba ver el enorme busto que tenía, digno de una dragona oscura suprema.

—Tu reto es soportar una nalgada sonora de cada participante de la habitación—declaró Shiro que sabía que le gustaba a ella.

La aludida se sintió entusiasmada y puso su trasero al aire libre para que todos pasarán uno por uno. Ninguno se contuvo y por cada bofetada a los glúteos está se comenzó a mojar bastante, además de que jadeaba pervertidamente.

—Eso… fue… maravilloso—decía Tío con gran dificultad.

Luego siguió otra ronda y la cocinera Ayame fue la que perdió, por lo que se comenzó a quitar su sostén y se lo arrojó a Shiro modelando para él.

—El reto es que le des un masaje a Honoka por 5 minutos en la espalda con tus pechos—declaró la reina Konran.

La castaña aceptó y aunque para la Uzumaki no parecía un reto hot, luego entendió el porqué era así de picante al sentir los pechos de su amiga recorriendo su espalda de forma bastante sexy.

—Me estoy calentando, Honoka—comentó a Ayame muy lujuriosa.

Los cinco minutos pasaron y se notaba que los pezones de la maid estaban muy duros por el estímulo con el rico masaje. Luego de eso, siguieron con otra ronda y se repartieron las cartas para que se viera que ahora la reina había perdido la ronda.

—Música por favor—.

Konran preparó un muy lujurioso baile que dejó bastante prendidos a los presentes hasta que se quitó el sostén, dejando sin cubrir esos melones que tenía ya que carecía de pudor.

—El reto de la reina es ser lamida por todos en la habitación por cinco minutos—declaró la dragona enseñando las cartas.

—Eso sí me gusta—se emocionó la mujer.

Luego de eso, ella se acostó y los presentes comenzaron a deslizar sus lenguas por todos lados, comenzando a sentir muy rico. Ella tenía bastantes fetiches y le gustaba descubrir más lados ocultos de ella.

—Todos lo hacen bien, me gusta—sonrió la reina bastante excitada por la emoción.

—Que raro, la reina no sabe a sudor—comentó Natsu con algo de curiosidad.

—Es que el cuerpo de Konran no es humano—explicó Shiro terminando de lamer.

—Awwww, se acabó el tiempo—dijo la chica muy triste de que fue bastante corto.

—La noche es larga, no te preocupes—.

Después de un minuto, siguieron con el juego y al terminar de repartir las cartas vieron que Honoka había perdido ahora.

—Vamos, quítate las bragas—le pidió Natsu emocionada.

—Demonios—.

La Uzumaki se las quitó sin mucho preámbulo y se cubrió como pudo, ya que era la más pudorosa de todas ahí, pero menos quería que la viera Shiro.

—No me mire así—volteó la cara la mujer por vergüenza.

—Esta es buena, tu reto es 10 minutos en el paraíso. Quedaras en el armario con Shiro y se besarán ahí dentro—.

La Uzumaki se sonrojó más y fue al armario como le pidieron, aunque estaba muy avergonzada de que estaba sin nada frente a un hombre y peor aún con su amo y señor.

—Shiro, no pudo besarte. No deberías perder el tiempo conmigo, soy solo una anciana en el cuerpo de una jovencita. ¿Por qué querrías a alguien así?—dijo con timidez la pelirroja.

—Porque simplemente me gustas tal como eres, ¿Debería ser un problema?—.

—Tengo casi 80 años, no debería hacer cosas como esta. Yo no te merezco, de verdad—soltó ella un tic verbal de lo tímida que se encontraba.

—No me interesa, sé que eres una anciana pero no me importa. Además soy una deidad que vivirá eternamente. La edad no me interesa—le explicó el sujeto lo que ocurría.

—¿Me crees digna de dar a luz a tus hijos? Solo soy una criada con la que hiciste una promesa a cambio de protección—dijo ella llorando.

—Claro que si, adoraría que tuvieras un hijo mío—le respondió él rey suavemente.

Shiro la besó delicadamente y la chica se aferró con sus brazos a su amo, mientras que lloraba amargamente porque sus verdaderos sentimientos salían a flote. No importaba si era una vieja que engañaba a su edad o no, su amo la quería así y bastaba.

El hombre tocaba uno de sus pechos mientras la besaba con pasión y la Uzumaki jadeaba dejándose llevar por el calor del momento, a lo que ella metía ahora mano en la entrepierna de Shiro y notó un enorme detalle.

—Aún no, eso será para después—sonrió el sujeto muy divertido.

—Jeje, ya entiendo—.

Los besos siguieron y Honoka ahora estaba segura de que se iba a quedar para siempre con los reyes por el amor que le tenía más que a su clan renaciente. Los 10 minutos pasaron y salieron de la habitación, aunque notaron que la pelirroja tenía esa sonrisa de seguridad y complicidad que era el objetivo que deseaban.

Prendas y prendas continuaban, hasta que al final Shiro ganó el juego de prendas y miró a las demás completamente desnudas, para su buena suerte.

—Sí, sí, ya basta. Quítate los bóxers, esta será una velada al desnudo a partir de ahora—le pidió la reina Konran divertida.

—Bien, como tu digas—.

Shiro hizo caso y se quitó el bóxer, dejando a Honoka y Natsu sonrojada ya que jamás lo habían visto desnudo y el detallote que tenia.

—¡Por Dios, debería ser actor porno!—exclamó Natsu notando esto.

—¿Ahora que hacemos?—preguntó la dragona.

—Tomemos una ducha en el patio—sugirió Sora ya que estaba acalorada ya que el clima era muy sofocante.

Todos asintieron y prendieron las regaderas del lugar, siendo esta en si otra escena bastante erótica aunque fuera solo lavarse sus cuerpos desnudos. Luego de eso se metieron a una piscina que estaba en la mansión para comenzar a nadar sin trajes de baño.

—Por cierto, ¿creen que Shiro pueda hacernos sentir bien a todas? Somos muchas—preguntó ahora Natsu.

—Es imposible que yo sola pueda terminar las erecciones de mi marido, Ayame es testigo de ello—comentó la reina sobre ello.

—No quiero hablar de eso—murmuró la cocinera muy sonrojada.

Después de secarse con unas toallas, se decidió que las primeras que probarían la esencia de Shiro serían las vírgenes del grupo. Sin embargo para acelerar las cosas, Honoka se puso encima de Natsu y se alinearon de forma que sus vaginas quedarán una encima de otra.

—Esto es vergonzoso—murmuró la Uzumaki muy sonrojada.

—¿Por quien comienzo?—se preguntó el rey.

El miembro erecto del hombre se deslizaba entre las dos vaginas de forma que comenzaron a gemir y se decantó primero por la Uzumaki que quedaba más arriba.

—¡Aaaaaaah!—gritó la mujer pero fue silenciada por un beso de la Hyuga de abajo.

Luego de eso, comenzaron a penetrarla una y otra vez, haciéndola gemir bastante y luego cambió lugar con Natsu que sintió por primera vez algo dentro suyo.

—Lo tengo dentro, lo tengo dentro—jadeaba ella poco acostumbrada.

Ayame veía esta escena con algo de celos pero atrás estaba la reina que comenzó a manosearla y esta notaba que estaba mojada allá abajo.

—¿Quieres tenerlo dentro tuyo, verdad?—le susurró Konran con bastante sensualidad.

—Ya va a llegar tu turno, es una noche larga—.

La castaña notó que a su lado, Sora había comenzando a armas unas tijeras con la dragona de los deseos pero de la nada comenzó a ahorcarla bastante fuerte mientras seguía frotándose con ella.

—Más duro, mami—decía Tío con gran dificultad.

—No puedes morir pero vaya que esto te hace sufrir—respondió la asistente apretando aún más.

La dragona se iba a quedar inconsciente cuando su cuerpo sufrió un terrible orgasmo y su mente se nubló que se desmayó del esfuerzo.

—Va a despertar en unos minutos—comentó la albina muy acalorada.

—¡Aaaaaaah, me vengo!—se oyó gritar a la Hyuga maid.

—¡No, no aguanto!—le siguió Honoka en las últimas.

Después de unos leves espasmos, las dos quedaron tendidas en la cama y la semilla de Shiro chorreaba un poco de sus entrepiernas.

—¡Nombre, a veces soy una cosa pero bien bárbara!—dijo el rey orgulloso de su trabajo.

Al amanecer, todas estaban esparcidas en la cama sudadas y durmiendo, y Shiro estaba seco por completo. Esa fue la mejor orgia que pudo experimentar aunque fue la primera realmente y esta no sería la última seguramente.

Continuará…