Capitulo 4: Veleno Dolce
"Si ya se caí en tu red
Fue sin pensar
Fue sin querer
Y el corazón se me paro
Cuando le clavaste tu aguijón"
(Ana Torroja, Frágil)
Los pájaros cantan, el sol brilla y el viento sopla. Y es que da la impresión de los sábados la vida es mas hermosa. Después de 5 largos días de trabajo sin descanso; un sábado es una bendición del señor. Genève se levanto a las nueve de la mañana casi llorando de desesperación. Milo le clavaría a Antares por llegar tan tarde al entrenamiento. Cuando estaba saliendo del templo, maldiciendo en ingles todo lo que se le ocurría. Llevaba los largos cabellos sueltos y enredados. Se estaba apenas colocando un zapato cuando escucho un ruido estruendoso desde la cocina.
-Genial, algo más para llegar tarde al entrenamiento- refunfuño
Se acerco a la cocina sigilosamente, y ahogo a un grito al descubrir que Milo estaba en la cocina, ahora no tendría que rendirle cuentas a Milo.
"¡ja! Y yo apurándome para llegar a la explanada y no llegar tarde, y tu apenas estas desayunando" pensó malhumorada
-es sábado Genève; los sábados no hago entrenamiento además necesito que bajes al pueblo-le dijo el hombre tranquilamente-y deja de ser tan respondona-termino lanzándole una mirada asesina
La joven quedo hecha piedra donde estaba¡Habría jurado por su vida que lo había pensado!. O a lo mejor lo susurro. El caso fue que el comentario de Milo le sembró el beneficio de la duda.
-¿Vas a desayunar o te vas a quedar ahí?- le pregunto de nuevo milo tirando a una caneca los restos de vaso.
-Ehm, desayunar- dijo Genève torpemente y entro a la cocina trastabillando un poco al comienzo.
Cogió distraídamente la caja de cereal y lleno un plato hasta la mitad. Cuando fue a tomar una cucharada se quedo estática con la cuchara en la mano. La mascara…de nuevo. Cuando milo lo tomo en cuenta giro sobre sus talones y se fue.
-Maud, de gliese te acompañara al pueblo; te daré algo de dinero necesito que me compres unas cosas- dijo antes de cerrar la puerta de un golpe seco. La joven se quito la mascara dejando respirar la piel sin aquel opresor trozo de metal.
Genève a apretujo aun mas en su abrigo, llevaba unos jeans negro y un gran abrigo blanco. El dinero que le había dado milo lo tenia un bolsillo del abrigo, mas o menos $1000; la navidad se acercaba y por esas fechas nevaba en el santuario. La joven miro la bellísima nieve tan pura como el algodón. En su otro bolsillo jugaba distraídamente con una tarjeta de crédito…su tarjeta de crédito. Si creían que un Bidderford se iba al otro lado del mundo sin blanca estaban locos.
-¿Nunca pensaste en casarme?- le pregunto Genève sin apartar la mirada del horizonte, a su acompañante, Maud
-¿Disculpa?- le pregunto su aturdida acompañante, que como pensó Genève estaba perdida en sus pensamientos
-Sí, casarte, hasta donde se las amazonas no se pueden casar…¿O sí?- le pregunto mirándola a través de la mascara
-uhm, pues…- empezó a pensar gliese
-¡Sí tu sabes con vestido blanco y de almidón, y damitas de honor y anillos!-chillo ella excitada de repente con la idea de una boda-¡Y EL VALS!- dio un giro rápido con la manos como si estuviera bailando con alguien.
-¡Genève te cuidado con la…!-
La advertencia que le dijo Gliese se quedo en el aire cuando Genève dando una vuelta dio un paso en falso en un escalón de Leo. La joven empezó a caer dando vueltas. Le dolía todo y su único impulso fue ponerse un ponerse en posición fetal.
-¡AHHH!- un grito le sonó a Genève en el oído…se había llevado a alguien…con armadura.
Si la caída antes era dolorosa, ahora era demoledora. Sentía como quien quiera que fuese le estaba clavando un los protectores de los codos en el vientre. Cuando acabo de "bajar" las escaleras patino unos metros y paro. El infeliz sujeto que había sido participe de su estrepitosa caída, estaba encima de ella ahogándola con su peso.
-¡quítate de encima mió, no puedo respirar!- se quejo la joven con tomo lastimero mientras movía las manos intentándolo quitar de su ser
-¡ya va!- dijo la persona la vez que se paraba-¿estas bien?- le pregunto mientras le daba su mano para que se parara…mano que por cierto Genève rechazo.
-¡Claro que no!- se quejo enfurecida se paro mientras abría los ojos, que había mantenido cerrados toda la caída.
Casi le da un ataque al miocardio en ese momento, era un caballero dorado.
-Disculpe, yo no sabia que usted era un caballero dorado, señor- dijo casi de rodillas.
El joven la miro con una sonrisa y la ayudo a acabar de levantarse.
-No te preocupes, con su permiso me tengo que retirar- dijo dándole la espalda y caminando en dirección a la casa de Virgo.
Genève se quedo allí estática contemplando al joven hasta que desapareció de su vista en la casa de libra. Se metió la manos en los bolsillos, sonriendo a través de la mascara.
-¿Quién es?- dijo cuando retomaron camino
-Aioros de Sagitario- contesto con vaguedad
-es…muy…guapo- susurro.
El pueblo era bellísimo: calles empedradas, casas pintadas con cal blanca y una bellísima, aunque pequeña, iglesia en una plaza conformaban su único medio de relación con la sociedad.
Varias niñas jugaban guerra de nieve, lanzándose unas a otras bolas de nieve y rompiendo el silencio con sus risas inocentes cargadas de alegría. Y por un momento Genève tuvo deseos de jugar con ellas; pensamiento que alejo negando con la cabeza fuertemente.
-Y ¿Qué te mando a comprar tu maestro?- le pregunto maud con diplomacia
-ehmm, veamos¡me dio esto!- dijo esculcando en un bolsillo y mostrando un papel arrugado.-me dijo que le dijera a la Sra. Wolf que lo mismo de siempre-
Maud observo el papel expectante, y frunció el ceño detrás de la mascara. Si no mal se equivocada ese sitio era…
-es una floristería- dijo Genève pasmada. ¿Su maestro; Milo de Escorpio¿Flores, aunque quisiese aquella dos palabras no parecían ir en la misma oración.
Entro al local, y cuando abrió la puerta, una campanilla sonó, anunciando su presencia.
-¡Ya voy!- dijo una voz cantarina desde la trastienda, salio una anciana de cabello castaño amarrados en un descuadrado moño a la altura de la nuca, la anciana le sonrió.
-Mucho gusto, señoritas, en que le puedo ayudar- colocándose detrás del mostrador.
-Ehm, si vera soy Genève bidderford, alumna de Milo de Escorpio y el me ha mandado a…-dijo Genève titubeando ya que aun no estaba segura en su totalidad de que su maestro necesitara flores.
-¡Ah, el joven Milo, ya me estaba preocupando de que le hubiera pasado algo e incluso estaba pensando ir hasta allá, pero es la 8va casa, son muchas escaleras… ¡Ya no tengo 15 años, hija mía!- le contaba la mujer mientras se internaba en la trastienda de nuevo-¿Ha dicho que clase de flores quiere?- le pregunto desde el otro lado.
-Ehm, que las de siempre- volvió a decir Genève sin estar muy segura que flores eran "las de siempre".
-Me lo imagine, es muy constante¿sabes, clientes como el ya no se consiguen- continuo la anciana a la vez que Genève y Maud se miraban extrañadas a través de las mascaras.
-¡Aquí están!- dijo la anciana triunfante mientras salía a trompicones con dos ramos de flores. –Toma esto es lo que el señor Milo siempre pide, son 50- le dijo otorgándole un ramo de azucenas blancas. – y esto es cortesía de la casa- le paso un ramo de rosas rojas, mientras le guiñaba un ojo.
Ella sonrió con una sonrisa inocente a través de la mascara. Salio de la tienda con un ramo de flores ella, y otro maud. (Que diligentemente accedió ayudarla con el de azucenas).
La joven suspiro y como pudo toco la puerta de la biblioteca donde suponía (y suponía bien) se encontraría Milo. El joven le abrió dejándole paso para que siguiese. La chica entro dejando los ramos de flores en un escritorio cercano, junto con unas cartas dirigidas a su persona, guardando una que le había enviado su madre a ella.
-la otra carta, Genève- le ordeno cuando ella iba saliendo
-es mía- rezongo dándose la vuelta y escondiendo la carta en sus espaldas
-Dámela- volvió a decir ignorando de paso su respuesta
-¡NO!- chillo ella amarrándose con fuerza a la carta
El movió su mano y la puerta se cerró a sus espaladas, cerrando así su única vía de escape.
Se acerco peligrosamente a ella y puso una mano arriba de la cabeza de ella acercando sus labios como si la fuera a besar, pero cambio rápidamente el rumbo dirigiéndose a su oído.
-¿me la vas a dar?- le susurro con un voz muy lenta pero que la hizo estremecerse desde sus cimiento apoyándose en la pared
Asintió.
Ni en ese momento, ni luego, puedo explicar por que accedió. Le entrego la carta sin protestas. El abrió la carta si apartarse de ella leyó con la expresión ceñuda, cuando acabo de leer, quemo la carta. La quemo. Así de simple, con su cosmos. Genève ahogo un gemido de impotencia y le miro con cara de odio absoluto. Abrir y leer su correspondencia era una cosa. ¡Pero quemarla!.
-¿Qué decía?-le dijo con frialdad
-tu abuela pesco un resfriado, tu padre llego de Francia bien, que por favor escribas, que al gato le dio conjuntivitis, y que una tal Jane te extraña mucho- le contesto con frialdad-vete a dormir-acabo con maldad, mientras cerraba sus ojos a la vez que la quitaba su mascara. Recorrió con la yema la silueta de los labios de ella, y recorrió sus formas.
-discúlpame por quemarla, ya después me entenderás- le susurro mientras recorría el lóbulo de la oreja con los labios, antes de separarse con brusquedad colocando de nuevo su mascara. La chica salio trastabillando se allí en dirección de su cuarto.
Serian las dos de la madrugada cuando escucho unos pasos que rompían el relajante silencio de la octava casa, Genève se levanto con sigilo, esa noche tenia insomnio y una pequeña escapada nocturna, n o le haría mal. La muchacha siguió a la sombra que se encaminaba rumbo al cementerio. Escondió su cosmos y la siguió apenas con un camisón y un levantadora. Cuando llego a un claro donde se alzaba majestuoso el mausoleo donde se enterraban a los antiguos dorados del signo de Escorpio. Cuando ella se adentro siguiendo a la figura casi se muere. Ese era Milo con el ramo de azucenas. Dejo en ramo de azucenas en una lapida y las organizo con delicadeza cuando acabo con lo dientes se abrió un corte en la muñeca dejando se un rojo hilo de sangre escurriera mojando las azucenas. Mascullo algo en griego que Genève no se digno a comprender. Se dio la vuelta rápidamente y salio corriendo a todo lo que podía. ¿De quien era esa tumba¿Qué hacia milo¿Por qué se había echo el corte, todas estas dudas se recorrían la cabeza a Genève, que si se hubiera quedado 10 segundos mas en el panteón, habría visto a milo derramar una amarga lagrima, o se habría dado cuenta de que cuando corría sus pies estaban flotando a escasos centímetros del suelo.
El viento soplo jugando con sus cabellos aunque no lo logro siquiera que parpadeara.
-Recuerda, tienes que ordenar a los átomos que hagan eso, por tu voluntad- le dijo Milo con voz relajada apoyándose en una roca.
Genève levanto su mano rozando con sus dedos la superficie de la roca que inmediatamente y como si estuviese viva se empezó a deformar, y a derretir al instante creando una sustancia roja y ardiente que iba quemando la grama a su alrededor.
-Muy bien, he de admitir que lo has hecho muy bien- le asintió milo-solo una prueba mas- le sonrió con maldad
-ES UN GRANDISIMO IMBECIL- se quejo genere abrazándose mas a su pijama y a su oso, Milo le había dicho que solo necesitaba una prueba mas y si la superaba, podría desafiar a los aspirantes a la armadura de circinus. Bueno técnicamente eran las aspirantes. Circinus era una armadura única y exclusivamente femenina .Había oído por allí, que además era una de las más bellas, pero reveladoras en extremo.
-¡Claro, el esta en su cama, para el es fácil decirlo!- siguió quejándose.
Su cosmos era del fuego y Milo le había dicho que ya debía usar se fuego, o mas exactamente ser el fuego mismo. En resumen: Nevaba, estaba en pijama, con un oso…en las escaleras del templo. El condenado frió se le metía por entre los huesos. Serian la tres de la madrugada cuando se desmayo de un pre-ataque de hipotermia, milo no se dio por enterado. Un energía calida rozo a la joven que en ataque de ligera lucidez abrió lo ojos y vio a una mujer tan pelirroja como ella que se sentaba a su lado y la abrazo haciendo que el color volviera a sus mejillas.
El sol salio y Milo observo complacido que su alumna estaba viva, además de que la nieve que la rodeaba se había derretido. La movió ligeramente a eso de las seis de la mañana.
-Vamos, despierta, ve a dormir a tu cuarto- le susurro.
Ella abrió los ojos lánguidamente.
-¿Dónde esta, la mujer, donde esta?- pregunto rápidamente buscando a su salvadora
Milo la miro con el ceño fruncido
-debió ser el frió- le contesto ayudándola a levantar
-me imagino- le contesto
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Wiiii, je suis ici! otro cap má, jiji. Bueno este es el cuarto cap de la Fligia (pongale ojos es trascenental).
Respuesta a Rewiev:
shadir: Es verdad de Grecia es unregion catolica ortodoxa, el motivo por el cual fue en burka es sencilo, las mujeres debian de llevar el rostro cubierto (y todas esas idioteces de la ley de las mascaras), Maud a pesar de que no llevo una burka si llevo una habaya (creo, no me acuerdo bien). Y en cuanto a lo de él modo de encontrar el santuario, facil los bidderford eran gente muy influyente, por lo cual solo fue buscar un poco entre sus contactos
