CAPÍTULO 3: Adaptarse a la pesadilla
Harry permaneció en la enfermería el resto del día puesto que tan buen punto la profesora de transformaciones le dijo que el motivo de su embarazo sería investigado, la enfermera le dio al muchacho aturullado una poción calmante suave y le hizo dormir un rato.
Puesto que el muchacho estaba dormido, no pudo ver como el profesor Dumbledore era informado o como comenzaron a hacer hipótesis sobre aquel estado, ni tampoco se dio cuenta de cuando tiempo había pasado, pero quienes sí que lo notaron fueron sus compañeros de clase que no dudaron en ir a ver cual podía ser el motivo de su ausencia.
- ¡Fuera!- Exclamó la señora Pomfrey tan buen punto los vio y sabiendo ya a quien iban a ver.
- Pero señora Pomfrey, queremos ver a Harry.- Dijo Ron.
- No señor Weasley.- Dijo Pomfrey.- El señor Potter necesita descansar… Algo que no podrá hacer con ustedes aquí.
- Pero ¿Qué le pasa?- Preguntó Hermione.
- Nada que deba preocuparles. Ahora, ¡fuera!
Los gritos de la señora Pomfrey despertaron a Harry del sueño en el que había estado desde aquella mañana. Ante aquello la mujer se acercó hasta él, preocupándose por pequeñeces.
- ¿Harry como estás? ¿Has descansado?
- Por favor señora Pomfrey, dígame que todo ha sido una pesadilla.- Suplicó Harry.
- Me temo que no, mi muchacho.- Dijo la señora Pomfrey con dulzura.- Estás realmente embarazado.
La mujer vio con tristeza como el muchacho acercó las rodillas hasta su pecho, adoptando una posición protectora y como escondía la cabeza en sus rodillas.
- Señor Potter… el profesor Dumbledore ya está investigando como es posible que se encuentre en este estado,- Dijo la señora Pomfrey mientras posaba su mano sobre el brazo del muchacho.- ahora como ahora, debes pensar en ti y en el bebé que crece en estos momentos en tu interior.
- ¿El bebé?- Preguntó asombrado, el bebé ni tan solo había pasado por su cabeza.
- Sí, el bebé; tú bebé.- Afirmó Pomfrey viendo la expresión de comprensión que adoptaba el muchacho.- Ni tan siquiera habías pensado en eso, ¿verdad?
Ante aquello, Harry negó con la cabeza a la vez que colocaba una mano e su vientre con una ternura casi imposible. Era su bebé, era lo que en sí, siempre había deseado: tener una familia… Siempre había soñado el tener hijos en un futuro, aunque debía reconocer que era un futuro todavía lejano y que no los iba a tener de esta forma precisamente, pero de hecho, era algo que había deseado desde hacía mucho tiempo.
- Bien, pues a partir de ahora tendrás que pensar mucho en él- Dijo la enfermera.- Debes de saber todo lo necesario, sobretodo porque ambos seréis muy vulnerables durante el tiempo que dure el embarazo.
- ¿Vulnerable?
- Señor Potter, un embarazo masculino difiera poco con el femenino, pero esas diferentas son importantes. La primera y más importante es el hecho que el feto se crea gracias a la magia, de hecho, en el mismo momento de la concepción, el feto queda ligado con la magia del padre portador, es por ese motivo que este debe ser bastante poderoso. Cualquier alteración brusca en la magia del padre puede matarlos a ambos y al mismo tiempo. La muerte del feto provocaría la muerte del padre de forma irremediable.- Explicó la enfermera.- Lo segundo, es el hecho que el bebé se forma en una bolsa creada en el momento de la concepción, específicamente para eso, y se nutrirá a partir de su magia y por último, es la forma de nacer, pero eso es ago que no se lo explicaré ahora mismo.
- ¿Por qué?
- Porque no es el momento.- Sentenció la enfermera.- Ahora deberá prestar mucha atención porque es muy importante que siga estas instrucciones al pie de la letra, ¿entendido?
Harry asintió de forma insegura. Todavía no había sido capaz de asimilarlo todo pero al menos le había quedado claro que si el bebé moría o tenía un aborto él moriría también.
- Bien, es muy importante que no beba ninguna poción que no haya sido suministrada por mí, ya hablaré con el profesor Snape para que no le haga probar ninguna poción, tampoco deberá transformar ninguna parte de su cuerpo, eso es algo muy peligroso y más en su estado. Deberá seguir una dieta muy estricta que yo misma le daré hoy mismo, Merlín sabe que siempre va falto de nutrientes, no quiero ni pensar ahora que el bebé se alimenta de usted, y lo último, y lo más importante tratándose de usted, no puede ni jugar al quidditch ni volar mientras dure el embarazo.
- ¿¡QUÉ? ¿¡DEJAR EL QUIDDITCH?- Se asustó el muchacho.
- Sí, dejar el quidditch. No quiero saber que se ha montado en una escoba hasta que haya finalizado el embarazo.- Sentenció la señora Pomfrey con seriedad.
- Pero…
- Ningún pero, señor Potter.- Dijo Pomfrey.- Debe de darse cuenta que el quidditch es una actividad demasiado peligrosa. Es imposible que continúe practicando este deporte mientras esté en este estado tan delicado.
- ¡Pero soy el capitán del equipo! ¡No puedo dejarlo!
- Señor Potter.- Comenzó Pomfrey enfadada.- Deberá delegar esa responsabilidad a otra persona. Ya le he dicho que el quidditch es un deporte peligroso, podría sufrir una caída, ser golpeado por una bludger o cualquier otra cosa de esas… todas esas cosas en su estado podrían provocar un aborto y ya le he explicado que es lo que le pasará si sufre uno.
Si aún así sigue con la idea de que no puede dejar ese estúpido deporte, hablaré con su Jefa de Casa y ella misma le sacará del equipo.
- No hace falta que hable con la profesora McGonagall… yo mismo hablaré con ella para dejarlo. Me matarán por hacerlo, pero lo dejaré.- Afirmó Harry.
- Bien… me gusta el que asuma su propia responsabilidad. Debe de ver que esto, no se lo ordeno para fastidiarle, sino para su propia seguridad.
Después de eso la enfermera le dio una poción de color verde que tenía un peculiar olor a menta y que según le dijo la mujer si se la tomaba cada noche antes de acostarse, evitaría que sufriera las fastidiosas nauseas matutinas. Tras darle cuatro o cinco indicaciones más lo dejó marchar hacía la Torre de Gryffindor bajo la orden de regresar en un mes para un chequeo.
Durante el trayecto el muchacho no hizo otra cosa que darle vueltas sobre como demonios iba a explicarle a los demás que estaba embarazado… no creía que fuese lo mejor de las ideas el saltar en mitad de la sala común que iba a tener un hijo. Tampoco lo consideraba lo más prudente después de lo que le había explicado la enfermera, si Voldemort llegaba a enterarse de lo que pasaba podía muy bien atacarlo en ese estado y estando tan débil como estaría lo que antes no supondría ningún riesgo, ahora muy bien podría matarlo.
Estaba tan perdido en sus pensamientos que no se dio cuenta que iba a chocar con otra persona, no se dio cuenta hasta que lo golpeó y casi cayó al suelo.
- Señor Potter… justamente iba a ir ahora a la Torre de Gryffindor a buscarlo.- Dijo la voz del director.- Por favor, acompáñeme a mi oficina.
Harry parpadeó con sorpresa pero siguió al anciano hasta la oficina. Durante el trayecto, el muchacho volvió a sumirse en sus pensamientos, si todo eso le hubiera pasado hacía dos años, no hubiera dudado en ir al director para pedirle consejo, pero ahora mismo no tenía a nadie; cierto que estaba Remus pero debido al hecho que se pasaba casi todo el tiempo en Grimmauld Place hacía que no hubiera podido crear ningún tipo de relación… después de todo tenía prohibido el escribir al cuartel general de la orden.
A duras penas se dio cuenta de que llegaron a la gárgola de piedra y como subían por la escalera, en aquellos momentos solo podía pensar en que quería tener a Sirius a su lado para apoyarle en todo eso.
- Harry…- Comenzó el director una vez estuvieron sentados en la oficina.- He hablado con la señora Pomfrey y me ha explicado todo lo que te ocurre.
Harry lo único que hizo fue permanecer en silencio mientras el anciano lo miraba de forma penetrante.
- Quiero que sepas que vamos a investigarlo cuidadosamente y averiguaremos que es lo que te ha pasado.
- Eso no va a arreglar la situación, director.
- Harry, ¿deseas tener a este bebé?
- Tanto si lo deseo como si no, debo tenerlo… pero sí, lo quiero.- Afirmó el muchacho.
- Bien… quiero que sepas que he comenzado a hacer disposiciones para que te muevas a otra habitación y para aumentar las medidas de seguridad de la escuela…
- No… no quiero nada de todo eso.- Dijo el muchacho.- Por ahora no quiero que nadie lo sepa y eso habría hecho que lo supiera todo el mundo.
- ¿Estás seguro?
- Sí, señor.
El viejo mago lo miró por unos momentos antes de suspirar y mirarse las manos con gran atención.
- Quiero que sepas que voy a contárselo a los profesores… te encuentras en un estado muy delicado y no podemos arriesgarnos a que e coloquen en una situación peligrosa a causa de su ignorancia en el tema.- Ante la mirada asustada del chico añadió.- No te preocupes, todas las acciones que lleven a cabo por tu seguridad serán realizadas con el máximo de discreción.
- Muy bien…
- Y también quiero que sepas que aunque ahora te haya negado a que mudemos a otra habitación, cuando llegues a un estado muy avanzado de embarazo te cambiaremos de habitación a una que se encuentre más cercana a la enfermería… sería demasiado arriesgado que te pusieras de parto en la Torre de Gryffindor.
- Pero…
- Ningún pero, Harry.- Dijo Dumbledore.- bien, ahora si no me equivoco el señor Weasley y la señorita Granger se encuentran muy preocupados por usted.
- Claro, buenas noches, señor.
- Buenas noches, señor Potter, que descanse.
Harry se marchó de la oficina del director todavía pensando en lo que le iba a explicar a los demás sobre su embarazo, sobre si era buena idea o no el decirles la verdad.
- ¿Contraseña?- Preguntó el retrato de la señora Gorda en cuanto llegó a la entrada de la Torre.
- Kále- dijo el muchacho
- Correcto.
La puerta del retrato se abrió dejando a la vista la Sala Común de la Torre de Gryffindor. No parecía haber mucha gente, pero sí estaban las dos personas que estaba buscando y lo que vio le hizo fruncir el ceño con enfado. Los dos gryffindors se encontraban bastante ocupados explorando las bocas del otro… y parecían bastante cómodos… Cerró el retrato con fuerza para que ambos se dieran cuenta de su llegada sin hacer caso del comentario indignado del cuadro.
Cuando se volvió a girar ambos gryffindors se encontrar separados y mirando completamente inocentes.
- Emmm… Hola Harry ¿ya te ha dejado salir la señora Pomfrey?- Preguntó el pelirrojo.
- Sí.
- ¿Cómo te encuentras?- Preguntó Hermione.
- Bien. ¿Y vosotros? ¿Ha pasado algo interesante hoy?
- No, nada…- Dijo la chica.
Ante eso Harry frunció un poco el ceño y los miró con frialdad antes de sentarse también en el sofá.
- Y Harry… ¿Qué te pasaba? ¿Qué te ha dicho la señora Pomfrey?- Preguntó la muchacha.
- No mucho.- Dijo el moreno.- Solo que había sufrido un resfriado estomacal… me ha dado una poción para evitar los mareos.
Harry ni tan siquiera se sintió culpable por mentirles a sus dos mejores amigos, después de todo estaba claro que ellos también le habían mentido durante un tiempo. Si ellos no eran capaces de contarle sobre su relación, él tampoco tenía porqué decirles que iba a ser padre en poco más de ocho meses.
NA: Hola a todos! Aquí vuelvo otra vez con un nuevo capítulo de Vida. ¿Qué os parece hasta ahora? Pobre Harry que mala soy con él, jijiji…
Hasta la próxima
