CAPÍTULO 5: Un mes de pesadilla
Cuando al fin llegaron las vacaciones de verano fueron muchos los que suspiraron de alivio ante la perspectiva de dos meses de completa inactividad, o como mucho los deberes que tendría que presentar al inicio del curso siguiente. Por su parte, Harry se encontraba en un estado depresión… Odiaba tener que regresar a casa de sus tíos, donde lo harían trabajar como un elfo doméstico y luego cuando se enteraron de cual era su situación y lo trataran como un auténtico monstruo.
- Harry… ¿Qué te ocurre?- Le preguntó Hermione mientras lo veía enfurruñado en uno de los sillones cercanos a la chimenea.
- Nada.
- Llevas días deprimido, y nadie sabe porqué. ¿Echas de menos el quidditch?
- Te he dicho que no me sucede nada.- Respondió el muchacho antes de levantarse y salir de la Torre.
No quería hablar con Hermione de lo que le pasaba, a pesar que Ron comenzado a hablarle otra vez, ninguno de los dos había mencionado su relación, la cual una vez comenzaba a prestar atención era realmente muy evidente.
- ¡Harry, espérame!
Esta vez, el muchacho sí que se paró y se giró con una semisonrisa; después de todo había sido Ginny quien lo había llamado y con ella no tenía ningún problema.
- ¿Qué haces aquí, Ginny?
- Te he seguido. Después de tu conversación con Hermione, ha creído que necesitabas hablar con alguien que supiera que te pasaba.
- Ah, claro.- Sonrió el muchacho.-Vamos al Cuarto de Menesteres y hablamos.
Los dos fueron a paso rápido hasta el Cuarto de Menesteres, era su lugar de reunión ya que el E.D. no había sido reinstalado como un grupo extraoficial o no permitido y puesto que era el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras quien lo guiaba, utilizaban un aula y por lo tanto, ya no se utilizaba. Una vez estaban enfrente del cuarto, hicieron los pasos necesarios para que se abriera la puerta.
Dentro, apareció lo que parecía una sala común como la de gryffindor pero con mucha más comodidad y un aspecto aún más acogedor. Habían varios sofás que estaban dando a una chimenea (apagada en esos momentos) y en varias mesitas habían revistas que trataban sobre embarazos femeninos y masculinos.
- Ahora dime…- Comenzó Ginny.- ¿Qué te molesta? Llevas unos días que realmente pareces muy deprimido… y esto comenzó antes de las exámenes así que no ale decir que crees que te han salido mal.
- Mis tíos.- Dijo el muchacho.- Eso es lo que me molesta. El hecho que cuando llegue a su casa me convertiré a una especia de elfo doméstico para ellos y eso puede perjudicarme… además no puedo decirles que les pasa porque entonces me considerarán un monstruo todavía mayor del que ya me consideran.
- ¿Por qué no pides al director que te permita ir a otro sitio a pasar las vacaciones?
- Porque tengo que permanecer un período de tiempo en casa de mis tíos para que la protección de mi madre se renueve a partir de su sangre. Aunque no nos guste a ninguno de los involucrados, debo pasar un periodo de tiempo allí.
- Ya veo.- Murmuró la muchacha.- Lástima, mamá tendrá que esperar para mimarte.
- ¿Qué? ¿Qué quieres decir?
- Se lo expliqué.- Dijo la muchacha y ante la mortífera mirada del moreno añadió.- ¡No tuve más remedio! Le hacía tantas preguntas que llegó a pensar que era yo la que estaba embarazada… Lo siento, fue puro instinto de auto conservación.
Ante esto, el muchacho se imaginó la cara de la señora Weasley en los últimos dos meses ante las cartas de su hijo, que se hallaban llenas de preguntas sobre embarazos y como habría llegado a la conclusión más obvia. Sí, la verdad es que no podía enfadarme con la pelirroja... si él hubiera estado en su misma situación, también habría cantado como un canario.
- ¿Y como se lo tomó?
- Primero me escribió amenizándome con las peores torturas que puedas imaginar si no confesaba y dejaba de meterte en mis problemas pero luego, pues se puso muy contenta. Si no me equivoco creo que ya ha comenzado a hacerle la canastita al bebé… aunque en secreto.- Explicó la joven Weasley haciendo que su amigo comenzara a reír.- Ten por seguro que mamá hará presión para que vayas a pasar la mayor parte del verano a nuestra casa, ya lo verás.
El día de regreso, Harry se despertó muy temprano, creyó que era debido a los nervios por volver a casa de sus tíos, después de todo también le había costado muchísimo dormir. Así pues, tras asegurarse de que todo estaba bien guardado, el muchacho se dirigió hasta la Sala Común con tal de distraerse de alguna forma, lo que fuera antes de pensar en los Dursley.
Así pues, cuando sus compañeros bajaron para desayunar se sorprendieron bastante al encontrarlo leyendo "Hogwarts, una historia", un libro más de acorde con Hermione, pero no con él. Y aún se sorprendieron más cuando durante el trayecto en tren, el muchacho siguió leyendo el ejemplar de Hermione de ese mismo libro.
De hecho, Harry no levantó la vista del libro hasta que se escuchó la voz del conductor avisándoles de que estaban a punto de entrar en King's Cross, que se levantó e hizo amago de devolverle el libro a la prefecta gryffindor.
- No quédatelo… así te lo puedo leer durante el verano.- Le dijo la muchacha con una sonrisa.
El muchacho asintió mientras colocaba el libro muy cuidadosamente en su baúl, y tras cerrarlo suspiró con nerviosismo.
- Tú tranquilo, Harry.- Dijo Ginny.- Piensa que tan solo será un tiempo muy corto. Con suerte, tu cumpleaños lo celebrarás con nosotros, ya verás.
- Si, tienes razón.- Dijo el chico con una semisonrisa hacía la chica.
Cuando salieron del andén 9 y ¾, el moreno no tardó en descubrir a su tío que lo miraba con su odio habitual y que observaba a su alrededor como si alguno de sus clientes pudiera verlo allí rodeado de toda aquella gente extraña.
- ¡Vamos! ¡Ya me has hecho esperar bastante!- Dijo el hombre mientras lo cogía del brazo y comenzaba a arrastrarlo.
- ¡Hasta pronto, Harry!- Exclamó Ginny mientras lo miraba preocupada.
- Adiós.
Durante el trayecto a Privet Drive, Harry pudo observar que su tío parecía más enfadado de lo habitual, incluso más que el año anterior cuando recibió aquella amenaza por parte de Remus y el resto de miembros de la orden. No fue hasta que llegó a la casa y cerraron la puerta que supo el porqué.
- ¿Cómo se atreven a enviarnos una carta de esa forma tan anormal?- preguntó/gritó su tío.
- ¿El qué?
- ¡No te hagas el despistado, muchacho! ¡Nos han enviado una carta de esa escuela de anormales a la que vas!
- ¿Una carta?- Se sorprendió.- ¿Por qué?
Su tío lo miró furioso antes de alargarle una carta con el sello de Hogwarts y hecha de pergamino. Aquello lo sorprendió bastante; ¿por qué habían enviado una carta? El misterio se resolvió cuando la abrió y descubrió que en vez del director o la profesora McGonagall la había escrito la señora Pomfrey, en la que explicaba que Harry debía seguir una dieta muy estricta debido a su salud, así como le alargaba la dieta.
Así pues, era eso, no era de extrañar que sus tíos se hubieran enfadado tanto. Seguramente y para acabar de liarlo más, la pobre lechuza habría llegado durante el día, dándoles un susto de muerte y enfadándoles todavía más.
- ¿Qué tienes que decir a eso?- Preguntó su tío enfurruñado.
- ¿A parte de que no tenía ni idea de que la señora Pomfrey hubiera enviado esto?- preguntó el muchacho pero ante la mirada que le lanzó su tío añadió.- Pues que la señora Pomfrey me mandó esta dieta y como no estaba segura de si la seguiría aquí, pues la habrá enviado.
- ¿Y por qué te la ha enviado?- Preguntó su tía con mueca de asco.
- Porque según la señora Pomfrey, voy bajo de hierro y también de vitaminas, y que también tendría que tener mayores reservas de calcio.- Explicó el muchacho.- Además, dice que estoy demasiado delgado para mi propio bien.
Ante aquello los dos adultos pusieron mala cara, a la vez que la mujer cogía el pergamino de la dieta de mala gana y se lo llevaba a la cocina, mientras que su tío le hacía un brusco ademán para que se marchara a su habitación.
Tras eso, el muchacho subió hasta su habitación llevando su baúl con un poco de esfuerzo. No podía creer su buena suerte, con un poco más, tal vez lograría que no le hicieran hacer muchos quehaceres entonces todo iría mucho mejor.
Por desgracia, tal y como pudo observar al día siguiente las cosas no salieron tal y como él había supuesto. Nada más levantarse, le tocó como de costumbre ser él quien hiciera el desayuno y si bien su tía le dio lo que según la dieta debía tomar, lo hizo en unas cantidades muy pequeñitas. Y luego, la lista de las tareas que debía realizar era mucho más pequeña que la habitual pero con quehaceres mucho más pesados.
- Y yo que creí que este verano resultaría mejor que los demás…- murmuró el muchacho.- Al menos, este será el último verano que pase aquí… este año cumplo dos diecisiete y seré mayor de edad.
Los días que Harry pasó en casa de sus tíos era completamente aburridos, y lo peor de todo es que el muchacho había pasado de tener sueño todo el día, a no poder dormir… se pasaba toda la noche dando vueltas en la cama y cuando al fin podía tener unas cuantas horas de sueño era casi cuando su tía le despertaba con tal de comenzar sus quehaceres.
Para cuando llegaba su cumpleaños el muchacho estaba completamente agotado pero al menos llevaba bien su dieta alimenticia. La señora Pomfrey había tenido la previsión de poner mayor cantidad que la que le había prescrito de un principio.
NA: Hola a todos! Ya vuelvo a estar aquí con otro capítulo. Quiero dar las gracias a todos los que me habéis enviado algún review, me han hecho mucha ilusión; especialmente a tercySScloe, me reí mucho ante tus sugerencias… y solo te diré una cosa, no vas mal encaminada.
Espero os guste tb este capítulo.
Irethy
