En primer lugar, quiero pedir perdón por el retraso. Ya sé que he tardado un poco en escribir este capítulo, pero he tenido algunos problemas personales, y además luego han sido las fiestas de mi ciudad, y eso ha hecho que no pudiera escribir tan de prisa, pero prometo que intentaré escribir más rápido. Dicho esto, paso a las contestaciones.

Misao Wood: Tanto Ron como Hermione trabajan en el Ministerio de Magia. En cuanto a las otras preguntas, no te voy a adelantar nada, ya irás leyendo lo que le pasa a Remus ;-)

Magical: Bueno, yo no creo que todos los mortífagos, por el hecho de serlo, tengan que ser oscuros y siniestros. Al fin y al cabo, Lucius Malfoy vive en una mansión lujosa. Creo que cada persona tienen su personalidad y sus gustos, aunque sean mortífagos. En cuanto a Sheila, la verdad es que no es una persona soñadora, yo creo que es alguien bastante realista, y también hay otros rasgos de su personalidad que irás viendo a medida que avance la historia. Un saludo.

Sybill: La amante de Lucius Malfoy no es, pero la verdad es que tampoco tiene buenas intenciones. Ya lo verás.

Frida: Yo de tí iría comprando esa caja de pañuelos :-P

Hareth: Muchas gracias :-) Pues sí, los mortífagos van a seguir dando guerra, y bastante. Un saludo.

AmaBlack: Repito lo que dije antes, no adelantaré nada, verás como evoluciona la historia de Remus en los próximos capítulos ;-)

Moony Granger Black: La pareja Fred/Angelina está sacada del libro cuarto, cuando ellos dos van juntos al baile de Navidad. En cuanto a la desmantelación de Azkaban, tiene un motivo en la historia, ya te enterarás.

Kalisto: Gracias por el review, trataré de seguirlo tan a menudo como me sea posible ;-)

UNA MISIÓN

Cuando Remus salió de casa de Sheila, casi había dejado de llover, de modo que pudo volver a su casa caminando despacio. Se sentía satisfecho; era la primera vez, desde que había entrado en el Cuerpo de Aurores, que hacía algo distinto a atender las llamadas de emergencia. Se preguntó si el interés de aquella chica por su profesión se habría mantenido de haber sabido que aquel era su único cometido en la Oficina del Cuerpo de Aurores.

Mientras Remus hablaba con Sheila en el salon de la casa de esta, Dana se vestía mientras Sirius estaba duchándose, en su casa. Después de noches como aquella, siempre se levantaban tarde, y además aquel sábado nublado y lluvioso invitaba más a quedarse en la cama que a levantarse para salir a la calle. Dana acababa de bajar a la cocina para desayunar, cuando oyó una voz en la chimenea.

-¡Eh! ¿Hay alguien ahí?-.

Dana se giró, y vio la cara de Angelina Johnson. Se acercó a la chimenea.

-Hola, Angelina- dijo- ¿qué hay?-.

-Hola- le dijo Angelina- verás, es que Fred, George y yo pensábamos ir esta noche al Wizard's. El relaciones públicas de Sortilegios Weasley les ha dado varias entradas. Como últimamente están vendiendo mucho... el caso es que tenemos entradas para esta noche, y os llamamos por si queréis venir- .

-¿El Wizard's?- Dana se quedó asombrada. Era la discoteca más importante de todo el Reino Unido mágico, y las entradas no estaban a la venta, sino que se obtenían por invitación. Dana y Sirius habían ido un par de veces, al principio, cuando la Orden del Fénix era popular después de haber vencido a lord Voldemort, pero hacía tiempo que la publicidad se había calmado, y además Sirius no tenía ningún interés en ser popular, de modo que no habían vuelto a pedir entradas para ir allí- bueno, me encantaría, pero primero tendré que preguntarle a Sirius, ya sabes lo poco que le gusta ir a sitios donde pueda llamar la aten... -oyó un sonido a sus espaldas y se giró. Vio a Sirius bajando por las escaleras, y aprovechó para preguntarle.

-Eh, Sirius, Angelina ha llamado para decir que tiene entradas para el Wizard's esta noche. ¿Quieres que vayamos?-.

-Fred y George han conseguido entradas gracias a lo bien que va su tienda de artículos de broma- le explicó Angelina- le han dado entradas para hoy a los comerciantes con más ingresos de este año, así que no habrá famosos esta noche. Le podéis decir a Remus que se apunte, si quiere-.

Sirius aceptó, y Dana, algo sorprendida aunque contenta, se despidió de Angelina y cogió el saquito con los polvos para contactar con al chimenea de Remus. Uno de los cambios más radicales que Sirius había sufrido después de pasar por Azkaban fue que, en lugar de buscar la popularidad como en Hogwarts, la rehuía. Le gustaba divertirse, y, siempre que podían, él y Dana salían de fiesta los fines de semana, pero procuraban ir a lugares donde iba la gente normal, no a donde iban los magos famosos. Harry y Ginny eran visitantes asíduos del Wizard's cada vez que el entrenador le daba la noche libre a Harry, pero Sirius, después de haber ocupado durante años las portadas de todos los periódicos mágicos y muggles como el criminal más buscado, lo único que quería era que los periodistas le dejaran en paz.

No obstante, Remus no estaba en casa cuando le llamaron. Al cabo de unos segundos, se oyó una voz:

-"La Red Mágica de Chimeneas le comunica que el usuario no está disponible en este momento. Si lo desea, puede dejar un mensaje"-.

Dana le dejó un mensaje diciéndole lo que tenían planeado para esa noche y pidiéndole que si quería ir con ellos que les llamase.

Remus oyó el mensaje una hora más tarde, cuando volvió a su casa. Al escucharlo, llamó a su vez a Dana y a Sirius y aceptó la invitación. Aquel fin de semana estaba yéndole muy bien, pensó con una sonrisa. Una chica guapa le había invitado a tomar el té, y aquella noche iría al Wizard's, dos cosas que no eran en absoluto habituales en su vida.

*

Sheila salió pronto para ir a la reunión de mortífagos. El día anterior había llegado la última, y no quería que volviese a ocurrir. Era uno de los miembros más jóvenes del grupo, excepto dos chicos de veintidós y veinticinco años, y no quería dar impresión de descuidada. Llegó a la vieja casa donde hacían las reuniones, y se sintió satisfecha cuando al llegar vio que sólo estaban allí Lucius Malfoy, Peter Pettigrew y Macnair. Se sentó en la mesa, junto a ellos, y diez minutos después la habitación ya estaba completa.

-Bien, ya estamos todos- dijo el señor Malfoy- antes de comenzar la reunión, quiero advertirles que tengan especial cuidado estos días. Según he oído, los mortífagos capturados en la última redada no han confesado, pero el Ministerio está muy interesado en conseguir información, de modo que podrían hablar en las próximas horas. Así que, si creen que están en peligro o han sido descubiertos, huyan. No podemos permitirnos más bajas-.

Sheila se sintió inquieta. ¿Y si en realidad aquel auror que la había visitado sabía algo? Pero, entonces, ¿por qué no la había detenido? No parecía saber nada. De todos modos, decidió contárselo a Lucius Malfoy.

-Lucius, un auror vino hoy a mi casa- dijo.

Todos se quedaron mirándola.

-¿Por qué?- preguntó el señor Malfoy- ¿te preguntó algo?-.

-No- contestó Sheila- ayer intentaron robarme y él me ayudó. Espantó a los ladrones, pero mientras intentaban quitarme el bolso se me cayó la cartera. No me di cuenta. Y esta mañana vino a devolvérmela-.

-No creo que supiera nada- dijo Lucius- porque de ser así te habría detenido. Pero... -se quedó unos segudnos pensativos y luego esbozó una sonrisa- dime, ese auror, ¿cuántos años tenía?-.

-Pues no lo sé- contestó Sheila- era joven. Unos treinta y cinco años, más o menos-.

-Vaya- dijo el señor Malfoy, esbozando una media sonrisa- esta podría ser nuestra oportunidad. Sí, quizás debríamos aprovecharlo-.

-¿Qué quieres decir con eso?- preguntó Sheila.

-¿Recuerdas lo que hablamos ayer?- dijo el señor Malfoy- decidimos que la única forma de evitar que hayan más bajas entre nosotros es que alguien se infiltre en el Ministerio y nos de información. El problema es que muchos de nosotros están fichados, entre ellos yo mismo. Y tampoco sabemos cómo inflitrarnos. Pero aquí podría estar la solución. Sheila, tienes que hacerte amiga de ese auror. Y si se enamora de tí, mejor-.

-¿Qué?- exclamó Sheila.

-Eres una mujer joven y atractiva. Y querías una misión importante, ¿no? Pues ya la tienes-.

-Pero... -comenzó a protestar Sheila. Aquello no le hacía ninguna gracia. Una cosa era hacerse la simpática con aquel auror e invitarle a tomar un té, y otra muy distinta ligar con él.

-Es importante que consigamos infiltranos, Sheila- le dijo el señor Malfoy- el Ministerio de Magia aún tiene interés en proteger a los tres herederos. En teoría Voldemort no tuvo descendencia, pero en realidad no lo sabemos. Podría haber tenido un hijo sin que lo supiéramos. Nunca se casó, pero eso no significa que no se viera con mujeres de vez en cuando. Y ninguno de los otros tres herederos ha tenido descendecia aún, pero todos tiene pareja. Es importante que tengamos a alguien que nos pase información para que nos diga cómo planean protegerles si les atacamos. Y tú eres la más indicada para la misión-.

Sheila intentó protestar, pero comprendió que era inútil. Miró las caras de los demás mortífagos, y se dio cuenta de que la única oportunidad que tenían era que ella se infiltrara, y para hacerlo tenía que hacerse amiga de ese Remus Lupin.

-Está bien- dijo con suspiro- lo haré-.

*

Aquella noche, a las ocho y media, Sirius, Dana, George, Fred, Angelina y Remus llegaron al Wizard's. La fiesta incluía una cena, de modo que llegaron allí más temprano de lo que habitualmente lo hacían cuando salían por la noche. La comida ya estaba en las mesas cuando llegaron, y la gente estaba ya de pie frente a ellas, sirviéndose en los pequeños platos y comiendo de pie junto a sus amigos.

Algunas personas fueron a saludar a Fred y a George cuando les vieron entrar. La tienda "Sortilegios Weasley" estaba teniendo mucho éxito, y eran varios los empresarios que estaban interesados en hacer negocios con ellos. Tras las presentaciones, Fred y George continuaron hablando de negocios con el grupo, y Angelina, Dana, Sirius y Remus se dirigieron a las mesas. Dana se giró hacia Angelina para preguntarle dónde estaban las bebidas, y, al mirarla a la cara, se dio cuenta de que miraba al fondo del salón con expresión inquieta.

-¿Qué pasa?- le preguntó.

-N... no, nada-contestó Angelina, girando con brusquedad la cabeza.

Dana no la creyó, así que miró ella también en la misma dirección. Pero el salón estaba abarrotado de gente, que se agolpaba alrededor de las mesas llenas de comida y bebida, por lo que no pudo distinguir nada extraño.

Poco después se les acercaron Fred y George, que ya habían terminado su charla con los empresarios.

-¿Habéis probado las galletas de canela?- les preguntó George- están buenísimas-.

-No, y ya no pienso hacerlo- contestó Sirius- permitidme que os recuerde que hasta ahora la única persona que hizo más gamberradas que vosotros en Hogwarts fui yo-.

-Sí, es verdad- dijo Fred, haciendo un gesto de fastidio- George, ¿cómo se te ha ocurrido pensar que podías engañar a uno de los elaboradores del Mapa del Merodeador?-.

-Nunca me acuerdo de que Sirius y Padfoot son la misma persona- admitió George- en fin, tendremos que probar con alguien más ingenuo-.

Los gemelos se rieron y desapareciron por la sala, y Sirius, Dana, Angelina y Remus se giraron de nuevo hacia las mesas. Mientras Dana alargaba la mano para coger un vaso de hidromiel, levantó la vista, y entonces fue cuando lo vio. Comprendió qué era lo que había hecho poner una cara tan extraña a Angelina.

Susan March estaba también en la fiesta.

Dana había conocido a Susan de manera casual, un día que Sirius y ella entraban en un restaurante y ella pasaba por allí en aquel momento. Se detuvo a saludar a Sirius, y cuando él se la presentó, Dana se quedó sorprendida por la frialdad con la que Susan se dirigió a ella. A partir de entonces, aunque no había visto a Susan March muchas veces, sabía que se dedicaba a criticarla siempre que podía, e incluso cuando Hermione y Dana comenzaron a trabajar con el proyecto de ley, Susan tuvo una entrevista con El Profeta, en concreto con Rita Skeeter, declarando que según sabía Dana sólo estaba con Sirius para conseguir popularidad en el mundo mágico y esa ley sólo era una estrategia publicitaria. Al parecer, cuando Susan se enteró de que Sirius había sido declarado inocente y el culpable de todo era Pettigrew, pensó que había cometido un error al dejar a un hombre guapo, inocente, y ahora millonario, y odiaba a Dana por ser la novia de este. En cuanto a Dana, el hecho de que Susan hubiese estado a punto de casarse con Sirius, sumado al hecho de que quería quitárselo, había hecho que ella también la odiara. Nunca se había enfrentado directamente, sobre todo porque casi nunca coincidían, pero Angelina sabía que si Susan y Dana se encontraban en la misma habitación pronto comenzarían a haber problemas.

Al ver que Susan hacía ademán de levantar ella también la vista, Dana cogió el vaso y se dio la vuelta; no quería verse obligada a saludarla. Comenzando a sentir que se le había estropeado la noche, se giró hacia Angelina.

-¿Qué está haciendo ella aquí?- le preguntó, haciendo un gesto hacia Susan.

-Ti... tiene una tienda de ropa, me parece- dijo Angelina, incómoda al ver que Dana se había dado cuenta de que estaba allí- y, al parecer, le va bien. Te aseguro que no sabía que venía- se apresuró a añadir.

-Oye, Dana- le dijo Sirius, que estaba hablando con Remus y no se había dado cuenta de nada- ¿me alcanzas un vaso de hidromiel, por favor?-.

Dana cogió otro vaso, y le satisfizo ver que Susan March se había alejado ya de la mesa. Esperaba no tener que cruzarse con ella en toda la noche. De todos modos, no quería seguir estado cerca de allí. Se giró hacia Sirius.

-¿Me acompañas al guardarropa, por favor? Quiero dejar la capa allí; tengo calor-.

-Sí. Me parece que yo voy a hacer lo mismo- contestó Sirius. Se giró y se dirigió junto a Dana al guardarropa. Dejaron las capas allí, lo cual les llevó varios minutos debido a la cola que había, y luego volvieron a la mesa. Angelina aún estaba allí, con un plato de sándwiches en la mano.

-Os he guardado esto- les dijo- Fred y George seguramente se van a dedicar a hechizar todo lo que encuentren sobre la mesa, así que yo de vosotros no comería mucho más-.

-Gracias- dijo Sirius, cogiendo uno de los sándwiches- la verdad, no me haría mucha gracia convertirme en un canario delante de todo el mundo-.

-Pues a mí no me importaría- bromeó Dana- estarías muy gracioso-.

Después de terminar los sándwiches continuaron allí, hablando, y poco después aparecieron Fred y George, quejándose de la cantidad de gente que les había parado para hablar con ellos, aunque se notaba que en el fondo estaban orgullosos del éxito que tenía su tienda de artículos de broma. Angelina le pidió a Dana que la acompañara a saludar a una amiga suya, y los chicos aprovecharon para pedirles que al volver les trajeran otro vaso de hidromiel, ya que en aquella mesa ya se habían terminado. Dana y Angelina asintieron y luego se fueron hacia el centro de la sala.

-Creo que no la conoces- le dijo Angelina a Dana, mientras se abrían paso a través de la multitud- iba conmigo a Hogwarts, y es de una familia bastante rica; sus padres le dieron el dinero para abrir su negocio. Deberías ver la túnica amarilla con la que ha venido. Es amarilla, diseño exclusivo, realmente impresionante. Debió costarle más de cincuenta galeo...

En ese momento, dejó de hablar al oír un grito de Dana. De pronto, sin saber de dónde, había surgido una mano con un vaso de hidromiel, que se le derramó encima. Dana, sobresaltada, levantó la vista, y vio a Susan March. Llevaba el vaso de hidromiel medio vacío en la mano.

-¡Oh, lo siento!- exclamó Susan- ¡no te he visto! No sabía que venías a la fiesta-.

-Me consiguieron invitaciones- dijo Dana, contemplando con una mueca de frustración cómo una mancha oscura se extenía por la parte delantera de la túnica. Sintió una oleada de rabia; tenía el presentimiento de que Susan lo había hecho adrede.

-Ah... y, ¿cómo estás, Dana?-.

-Bien, gracias- gruñó Dana, mirándola con odio- ¿y tú?-.

-Estoy bien- contestó Susan, echándose hacia trás la melena rubia- de verdad que siento lo de tu túnica. Si puedo hacer algo... -alargó la mano hacia ella.

-¡No!- contestó Dana de inmediato.-No, déjame, de verdad, ya me las arreglaré. Ya nos veremos. Adiós-.

Dana quería alejarse de ella cuanto antes. Arrastró a Angelina hacia el fondo de la sala. Mientras caminaban, Dana giró la cabeza y vio a Susan riéndose, mientras observaba el vaso medio vacío. Dana sintió que la ira la invadía. ¡Aquella estúpida lo había hecho adrede!

-¡Será idiota!- gruñó Dana- ¡lo ha hecho a propósito! ¡Voy a matar a esa débil mental, te juro que la mato...

-Vale ya, Dana- le dijo Angelina- ¿cómo sabes que ha sido intencionado?- .

-¡Porque se reía!- exclamó Dana, acalorada.-¡Esa furcia se reía! ¡Me tiene harta! Vamos, acompáñame. Tengo que pedir un quitamanchas-.

Por fortuna, pronto encontraron a un encargado, que condujo a Dana hasta un pasillo y le dio un quitamanchas mágico. Apenas se lo puso en la túnica, la mancha desapareció. Dana le dio las gracias y volvió junto a Angelina, que la esperaba cerca de la puerta del pasillo junto con la amiga que le quería presentar. Tras los saludos de rigor y un intercambio de palabras corteses, se despidieron de ella y se dirigieron hacia las mesas del fondo para coger los vasos de hidromiel que les habían encargado los chicos. Al llegar a la mesa, comenzaron a coger vasos de la bandeja que había frente a ellas, y Dana vio una túnica color rosa fucsia conocida a su lado. Se giró, y vio que Susan también estaba alargando la mano para coger un vaso de hidromiel. Dana se adelantó y agarró el último que quedaba. Susan levantó la vista y la vio.

-Hola, Dana- dijo, sonriéndole con una sonrisa falsa y forzada- me alegro de que hayas solucionado tu problema con la túnica-.

"Tú eres mi problema" pensó Dana. En ese momento, se fijo en el plato de galletas de canela que tenía al lado. Las mismas que Fred y George le habían mencionado a Sirius.

-Gracias- dijo, fingiendo cordialidad- ¿has probado estas galletas, Susan? Están bastante bien-.

Susan la miró con cierta sorpresa, pero al parecer pretendía seguir el juego de fingir ser amable, porque cogió una galleta y se la metió en la boca.

Dana agarró las bebidas, y le hizo un gesto a Angelina, que ya llevaba las suyas, para que se fuera con ella de allí.

-Dana, ¿qué... -comenzó Angelina, pero se calló al escuchar un "plop". Las dos miraron hacia atrás, y Dana no pudo contener una carcajada al ver que Susan estaba cubierta de plumas amarillas. Se había comido una de las galletas de canario de los gemelos Weasley. Angelina miró a Dana con sorpresa.

-Lo has hecho adrede, ¿no?- preguntó.

-Tan adrede como ella ha hecho lo de mi túnica- respondió Dana- vamos, Angelina, tenemos que llevar las bebidas a la mesa-.

Miró hacia atrás, y vio que una figura emplumada la miraba con furia. Dana le dedicó una sonrisa sardónica y siguió caminando hacia donde estaban los demás.