Magical: Te prometo que los próximos capítulos los bajaré más deprisa.

Arwen-Magic16: Disculpas aceptadas :-) Muy desencaminada no vas, pero tendrás que esperar un poco hasta que Dana y Susan se peleen de verdad. Un saludo.

Hareth: Tienes razón, cuando las mujeres nos ponemos celosas, podemos ser terribles. En cuanto a lo que ocurrirá con Remus, lo siento, pero supongo que comprenderás que no puedo adelantarte nada, ya lo descubrirás ;- )

Synn: No te preocupes, dejaré que Remus se lo pase bien algunos capítulos.

Sybill: No es que Sirius sea idiota, es que sencillamente no sabe que Susan y Dana se llevan mal porque Dana se encarga personalmente de que él no lo descubra, las razones más o menos vienen explicadas en este capítulo. En cuanto a Severus, lo siento mucho, pero no tengo pensado que sea uno de los personajes de esta historia.

Elyana Black: Bueno, Susan no es tan idiota como para intentar "algo" con Sirius delante de Dana, si intentara algo con él, supongo que lo haría cuando Dana no pudiese verlo. En cuanto a la dirección de Wizard's, si quieres te la doy, pero ten en cuenta que Sirius no pasa mucho por allí, ya que no le gusta ir a los sitios a donde van los famosos, prefiere otras discotecas más normales. Un saludo.

AmaBlack: Bueno, ellos salen juntos más que nada porque todos son compañeros de trabajo. En cuanto a Susan, sí, es la ex novia de Sirius.

Misao Wood: Muchas gracias :-)

*

EL PRIMER PASO

Dana no volvió a tropezarse con Susan el resto de la noche, y la verdad es que se encontraba de mucho mejor humor después de haberla visto quedar en ridículo delante de toda la sala, porque, al parecer, todo el mundo menos ella sabía que las galletas de canela habían sido encantadas por los gemelos Weasley. Pasaban más de tres horas de la medianoche cuando Sirius y Dana se despidieron de los demás. Remus se había marchado poco antes, y Aneglina, Fred y George se vieron obligados a quedarse más tiempo debido a que un gran número de personas quería hablar con ellos.

Dana y Sirius volvieron a su casa por medio de la chimenea, como lo hacía habitualmente. No tuvieron que buscar ningún centro público, ya que el Wizard's tenía una habitación llena de chimeneas para que los asistentes pudieran volver a sus casas desde allí. Dana estaba un poco callada, pero, para alivio de este, Sirius debió de interpretarlo como un signo de cansancio, porque no le preguntó nada. De todos modos, aunque Sirius le hubiera preguntado, Dana no le habría dicho nada acerca de Susan, y por una sencilla razón: Dana intentaba con todas sus fuerzas que Sirius no se enterara de que ella y Susan se odiaban.

Dana sabía que Sirius y Susan no mantenían ningún contacto, ni siquiera como amigos, ya que nunca coincidían, y estaba segura de que él le era fiel. Aparte de las discusiones normales de una pareja que vive bajo el mismo techo, su relación iba bien. Pero Dana sabía que, años atrás, antes de entrar en Azkaban, Sirius había estado muy enamorado de Susan. Había dejado de ser el conquistador de Hogwarts cuando empezó a salir con ella, y estaban planeando casarse cuando Sirius fue acusado de traicionar a los Potter y enviado a Azkaban, lo cual provocó que Susan le abandonase al creer que era un mortífago. Habían pasado ya bastantes años de eso, pero Dana no podía quitarse de la cabeza el hecho de que Susan había sido una persona muy importante para Sirius, sumado al hecho de que ambos tenían la misma edad, mientras que Dana era mucho más joven que ellos. A Sirius jamás le había importado aquello, y en realidad Dana no tenía ningún motivo para temer que él fuera a interesarse por Susan, ya que ni siquiera eran amigos y Sirius parecía realmente enamorado de su actual novia. Pero, a pesar de ello, Dana tenía miedo de Susan, y le ponía muy nerviosa el hecho de que ella estuviese deseando volver con Sirius.

De todos modos, no pensaba mucho en ello. Aquellos pensamientos sólo la invadían cuando tenía un incidente así con ella, y por fortuna casi nunca coincidían. Mientras dejaba la capa en el perchero y encendía las luces, se esforzó por quitársela de la cabeza. La novia de Sirius era ella, quien vivía con él era ella, y además, con las redadas de mortífagos que estaban habiendo últimamente, tenía otras cosas en las que pensar.

*

El lunes, Remus se levantó, como de costumbre, bastante temprano. Se arregló, desayunó, y salió hacia el trabajo por la chimenea. Siempre era uno de los primeros en llegar, no sólo por que era puntual, sino también por consideración al auror que hacía el turno de noche atendiendo las llamadas. Cuando llegó, aún no había nadie del servicio diurno allí. Remus se instaló en la cabina y comenzó a atender las llamadas, que comenzaron casi inmediatamente.

Pasó una mañana muy ajetreada. Cuando llegaron, Dana y Sirius le saludaron con rapidez y luego se fueron a hacer su trabajo. Remus siguió contestando llamadas, cada vez más convencido de que la mayoría de brujas y magos llamaban a los aurores por tonterías. Una bruja llamó angustiada diciendo que unos duendecillos se habían colado en su casa y le estaban desbaratando la cocina. Remus, con voz algo aburrida, le preguntó cuántos eran, y la mujer contestó que tres. Remus le sugirió que empleara un hechizo congelador contra ellos, ya que eran tan pocos, y la mujer se quedó muda durante unos segundos antes de agradecerle el consejo con voz algo avergonzada. Eran casi las doce del mediodía, y la hora de la comida se iba acercando, cuando un auror se acercó al cristal de la cabina de Remus y lo golpeó. Remus levantó la cabeza, y se asomó por la puerta.

-¿Qué pasa?- preguntó.

-Ahí hay una chica- contestó su compañero- pregunta por tí-.

-¿Una chica?- preguntó Remus, extrañado. Miró hacia delante. Varios agentes estaban en las mesas, tomando declaración. Dana y Sirius, que debían de haber vuelto ya de sus respectivas misiones para comer, hablaban con el agente Thomas. Y, en frente de una de las mesas, se encontraba Sheila. La chica a la que casi le roban el bolso y a la que había ido a devolver la cartera. Remus salió de la cabina y se dirigió a un estudiante en prácticas que estaba leyendo unos informes.

-Sustitúyeme un minuto, por favor- le dijo, y se encaminó hacia donde estaba Sheila.

Ella levantó la cabeza al verle llegar.

-Hola- dijo, con una sonrisa nerviosa- espero no haberte molestado. Es que nunca he estado en un sito como este... y no sabía por quién preguntar. Y como me dijiste que eras auror... yo... yo, bueno, quería saber si puedo denunciar a esos tipos. Los que intentaron robarme-.

-Bueno, no puedes denunciarlos por robo- le dijo Remus- porque no llegaron a robarte nada. Pero puedes denunciarlos por agresión física, aunque, honradamente, dudo que lleguemos a dar con ellos. Puedes denunciarles en aquella mesa de allí-.

-Ah, gracias- contestó Sheila. Se quedó mirando a Remus, como si esperara que dijese algo, pero, como él permaneció en silencio, se dio la vuelta y se dirigió a la mesa.

Remus se quedó mirándola. Le hubiera gustado decirle algo más, pero no había sabido qué decir. Sintiéndose algo desencantado, se dirigió a la cabina para seguir contestando llamadas, pero una mano le cogió por el hombro. Remus se giró y vio a Sirius, que tenía una sonrisa sarcástica en el rostro.

-¿Y bien?- preguntó- ¿quién era esa chica con la que hablabas?-.

-Una chica que conocí este fin de semana- contestó Remus, sintiéndose algo nervioso sin saber por qué- la intentaban atracar y la ayudé-.

-Vaya, Remus Lupin al rescate de las damas en apuros- bromeó Sirius- oye, está buenísima-.

-Que Dana no te oiga decir eso- dijo Remus con una sonrisa.

-He dicho que está buenísima, no que me vaya a ir a la cama con ella. Además- dijo, volviendo a esbozar una sonrisa- nunca me iría con la chica que le gusta a un amigo mío-.

-A mí no me gusta- dijo Remus, sintiendo que enrojecía.

-Sí, claro- dijo Sirius con voz sarcástica- ¿no será que te da miedo que esté casada?-.

-No está casada- contestó Remus, y al instante deseó haberse mordido la lengua.

-Ah, ¿no? ¿Y tú cómo lo sabes?-.

-Bueno- dijo Remus de mala gana- la noche en la que la intentaron atracar, cuando ya se había ido, me di cuenta de que se le había caído la cartera. Así que la recogí y al día siguiente fui a su casa a devolvérsela. Y me invitó a tomar un té, y vivía sola-.

-¿Una tía así te invita a tomar el té en su casa, y no me lo cuentas?- le preguntó Sirius, fingiendo sentirse dolido.-¿Y qué pasó después?-.

-Después le di las gracias, y me fui. ¿Qué quieres que pasase?-.

-Se me ocurren un par de cosas- bromeó Sirius.

Remus volvió a enrojecer.

-Estás loco. Oye, perdona, pero es que tengo que volver a la cabina-.

Remus le dijo al estudiante que ya podía irse y se sentó a seguir contestando llamadas, pero no se quedó allí mucho tiempo, ya que cinco minutos después llegó el sustituto de las doce, la hora en la que Remus se iba a comer. Cuando se levantó, vio que en ese momento Sheila estaba terminando la denuncia. Remus se acercó a ella para despedirla.

-¿Todo bien?- le preguntó al verla levantarse.

-Sí- contestó ella con una sonrisa- me han preguntado qué pasó, cómo eran los atracadores...

-Eh, Remus, ¿te vienes a comer con nosotros?- preguntó una voz. Remus se giró y vio a Sirius y a Dana.

-Claro- dijo. Luego, recordó a Sheila y se giró hacia ella.-Estos son dos amigos míos, Sirius y Dana- se volvió hacia ellos- esta es Sheila Martinson-.

Sheila les dio la mano y expresaron los saludos de rigor. Al darle la mano a Sirius, Sheila pareció impresionada.

-¿Sirius Black? ¿Ustedes dos son de la Orden del Fénix? He oído hablar de ustedes-.

Sirius sonrió por cortesía; le hacía sentir incómodo que le reconocieran, sobre todo porque se imaginó que en la mente de la chica debían de haber aparecido las palabras "fujitivo de Azkaban", pero hizo un esfuerzo, ya que era amiga de Remus.

-¿Quiere venir a comer con nosotros?- le preguntó- íbamos a salir ahora- .

Sheila pareció indecisa, y miró a Remus.

-Nos encantaría que vinieras con nosotros- se apresuró a decir este- si no tienes un compromiso, claro-.

-No, no tengo ningún compromiso- contestó Sheila, esbozando de nuevo una sonrisa- está bien. Gracias-.

Los cuatro se dirigieron a la puerta. Al pasar junto a Remus, Sirius le dio disimuladamente un codazo.

-No dirás que nunca he hecho nada por tí- le dijo.

*

Sheila caminó junto a Remus, Sirius y Dana, intentando ocultar su nerviosismo. No se le había pasado por la cabeza que Remus Lupin fuese amigo de Sirius Black y de la heredera de Ravenclaw. Iba a ir a comer con una de las personas a las que los mortífagos planeaban asesinar, y los tres eran miembros de la Orden del Fénix. No obstante, Sheila estaba segura de que ellos no tenían ni idea de quién era ella, ya que de ser así ya estaría encerrada en un calabozo. Además, aquella era una gran oportunidad para entrar no sólo en el entorno de Remus Lupin, sino también de dos de los herederos, ya que, según tenía entendido, Sirius Black era el novio de la heredera de Ravenclaw y el padrino del heredero de Gryffindor, Harry Potter. Si conseguía hacerse amiga de ellos, Lucius Malfoy estaría orgulloso de ella. Y, al parecer, los tres estaban por la labor, ya que la habían invitado a comer. De modo que se obligó a relajarse, a ser ella misma y a olvidar que era una mortífaga, y a concentrarse en ser simpática con ellos.

No fueron muy lejos. Entraron en un pequeño restaurante situado a un par de manzanas de distancia, y se sentaron en una de las mesas. Tras pedir la comida, Dana se dirigió a Sheila.

-¿De modo que te atracaron este fin de semana? Espero que no llegaran a quitarte nada. Hay demasiado sinvergüenza suelto-.

-No, no me quitaron nada. Fue una suerte que Remus estuviera allí- se giró hacia él y le sonrió levemente- no llevaba mucho dinero, pero siempre es un fastidio que te quiten la documentación. Aunque me figuro que vosotros encontraréis casos de esos todos los días-.

-Es algo común- dijo Sirius- pero tampoco sucede todos los días, al menos en la zona en la que trabajamos nosotros-.

-De todos modos, el centro en el que trabajamos nosotros últimamente está más centrado en las redadas de mortífagos- dijo Remus.

Sheila casi se atraganta con el bocado que estaba masticando, y bebió agua rápidamente, confiando en que ellos no lo hubiesen notado.

-¿De verdad?- preguntó, con toda la tranquilidad que fue capaz- ¿y cómo van esas redadas? ¿Os falta mucho para cogerles a todos?-.

-Todavía hay algunos en libertad- contestó Remus- aunque no son muchos, y confiamos en poderlos atrapar a todos pronto-.

-Sin embargo, no debemos subestimarlos- añadió Dana- ahora han perdido la fuerza que tuvieron en el pasado, se han convertido en un grupo terrorista, pero pueden seguir haciendo daño. Por eso el Ministerio de Magia está interesado en que acabemos con esa situación cuanto antes-.

-Bueno, vale, que la váis a asustar- bromeó Sirius- además, ahora estamos en nuestra hora y media de descanso, dejemos de hablar de trabajo-.

Poco a poco, Sheila fue relajándose. Remus, Sirius y Dana eran simpáticos, y Sheila dejó de estar tensa y habló con ellos de un modo natural, aunque cuidando no decir nada comprometedor. Les dijo que vivía sola y que trabajaba de dependienta en una tienda donde se vendían materiales para pociones, lo cual era verdad. Los que más hablaban eran Dana y Sirius, pero Remus también se mostró simpático con ella, y Sheila le pilló mirándola en un par de ocasiones, aunque fingió que no se había dado cuenta. Les relató cómo Remus la había ayudado cuando intentaban robarle, y cómo había ido a devolverle la cartera al día siguiente, y se enteró de que Sirius y Dana vivían juntos y de que Remus vivía solo y no tenía pareja. Una hora y media más tarde, Sirius miró su reloj.

-Vaya, me parece que tenemos que volver al trabajo. Siento que tengamos que irnos tan pronto, pero hasta que no volvamos nosotros no pueden irse a comer los del siguiente turno-.

Pagaron la cuenta, y se dirigieron a la salida del restaurante. Antes de irse al trabajo de nuevo, Dana miró a Sheila.

-Nosotros solemos salir los fines de semana por la zona donde estabas tú. Si quieres, el próximo fin de semana podrías venir con nosotros. Siempre que no te incomode volver por allí, claro-.

-No, no me incomoda- respondió Sheila- muchas gracias-.

Se sintió emocionada. Aquello estaba resultando más fácil de lo que había previsto. Se despidió de ellos y se marchó, pensando en lo que diría Lucius Malfoy cuando se lo contara.