10.- No hay estado más dichoso, que el de la ignorancia.

Para cuando llegó el séptimo mes, a Harry se le informó que iba a ser movido en poco tiempo a una habitación que quedaba más cerca de la enfermería por si acaso; algo que al muchacho no acabó de agradecer del todo pero que comprendía.

Sorprendentemente, cuando sus amigos se enteraron entraron en una especie de frenesí entusiasta y en muy poco tiempo, los cinco (sí, Luna incluida) fueron los responsables de la decoración y habitabilidad del cuarto. Además, hubo la ayuda de una persona inesperada.

- ¡Remus!- Exclamó Harry cuando vio entrar por el retrato de la Dama Gorda a su antiguo profesor y amigo.- ¿Qué haces aquí?

- Bueno… tenía ganas de verte.- Dijo el hombre lobo como respuesta.- ¿Te apetece ir a Hogsmeade? Tengo el permiso del director para que vayamos al pueblo un rato.

- ¿En serio?- Se asombró.- ¿Y eso?

- El profesor Dumbledore creía que tendríamos mucho de lo que halar y que sería mejor que fuera e un lugar distinto a la escuela.

- Ah, claro…- Dijo Harry ausente mientras por dentro maldecía tanto al profesor como a sí mismo, uno por meterse donde no lo llamaban y a sí por no acordarse de Remus antes.

- No sé por qué tengo la sensación de que sabes exactamente de que tenemos que hablar.

Harry no dijo nada, excepto el ir a por su capa, habían comenzado el mes de noviembre y no quería enfermarse. El muchacho en si no volvió a decir nada que no fueran comentarios vanos sobre el tiempo y los estudios, hasta que ambos estuvieran cómodamente sentados en una de las mesas de las Tres escobas.

- Bien, Harry, te he dejado marear la perdiz durante todo este rato. ¿Qué es lo que tienes que hablar conmigo?- Dijo el hombre lobo y ante la expresión del muchacho añadió.- Sé que no soy Sirius… pero me preocupo por ti, créeme.

- Lo sé.- Dijo el muchacho.- Si no te lo he dicho, o me cuesta ahora mismo es porque no sé como hacerlo. Y créeme, a Sirius también me costaría decírselo.

- ¿Qué es lo que ocurre, Harry? ¿Tan grave es?

- No, si no es malo… al contrario.- Dijo con una sonrisa mirándolo a los ojos.- Solo que me gustará que Sirius también estuviera aquí con nosotros… y bueno también me cuesta porque todo esto es bastante extraño.

- ¿Qué es?

- Estoy embarazado… y por favor, no me preguntes si soy homosexual porque no lo soy.

- Em… emba… ¿¡embarazado?- Preguntó el hombre lobo estupefacto.- pero, ¿cómo?

- No lo sé… los profesores lo están investigando.

- Bueno… pues ¡felicidades! Me pilla un poco por sorpresa, pero es una noticia muy feliz.

Después de aquello, Remus también participó en todos los preparativos para la habitación que Harry ocuparía durante lo que le restaba de año, y todo aquello que tuviera que ver con el futuro bebé.

De esa forma, el séptimo mes de embarazo iba pasando y mientras que Harry y sus amigos estaban cada vez más nerviosos por la futura llegada, los profesores a su vez parecían inquietos.

Un día cuando el muchacho estaba a punto de acabar la segunda semana del séptimo mes, lo llamaron al despacho del director. La verdad, es que la profesora McGonnagall estaba san seria que cualquiera llegaría a pensar que alguien se había muerto.

Después de decir la contraseña "chocobons", el adolescente comenzó a hacer camino hasta arriba, y cuando llegó al despacho se sentó en una de las sillas que habían. No le gustaba el director, ya no confiaba en él, después de todo se había mostrado manipulador en el pasado y no había nada que le hiciera pensar que no lo fuera a ser en ese momento también.

- ¡Vaya! ¡Otra vez tú! Espero que en esta ocasión no destruyas esta oficina.

- Hola Phineas… estoy bien, muchas gracias.- Dijo el muchacho con sarcasmo.

- Cuidado o te confundirán con un Slytherin, muchacho.- Le dijo el retrato.

- Phineas… ya es suficiente.- La voz de Dumbledore hizo que el fastidioso retrato se callara, e incluso, en una actitud algo infantil, se girara dándoles la espalda.

El director parecía cansado e incluso preocupado, de hecho, miraba a Harry de tal forma, que ese llegó a preocuparse.

- Harry, mi muchacho… ¿Cómo te encuentras?- Dijo el anciano mientras se sentaba.- Espero que no te haya importado que te llamara.

- No profesor, no me ha importado.- Dijo el chico con cuidado.- Pero, ¿por qué me ha llamado?

- Bueno… es un tema delicado.- Dijo.- ¿Té?- Al mismo tiempo que le preguntaba hacía una floritura con la varita y aparecían dos tazas de té con varias pastitas de chocolate.- Espero no haberme equivocado… me han comentado que tienes últimamente un diente dulce… especialmente por el chocolate.

Harry no respondió, por toda respuesta cogió una de las galletas y comenzó a masticarla con expresión del más absoluto deleite. Desde hacía cosa de dos meses, había encontrado que las golosinas, pasteles y dulces le encantaban hasta el punto de casi la obsesión; Ginny le comentó que seguramente, era un antojo y sencillamente le dejó hacer y Hermione le mencionó que mientras no abandonara su dieta, que comiera lo que quisiera. Así pues, no pudo resistirse a la tentación.

- ¿Qué ocurre, director?

- Ya sabes que hemos estado investigando tu embarazo de forma muy extensa. Jamás en los anales de la magia se había dado un caso así…

- ¡Genial! ¡Otra cosa en la que soy diferente!- Dijo el muchacho con sarcasmo.

- Bueno… sí.- Dijo el anciano.- La cuestión es que durante mucho tiempo no hemos logrado resolver este misterio… pero ahora, creemos que lo hemos logrado… mejor dicho, estamos seguros.

- ¿En serio?

- Sí. Debes darte cuenta que es un gran descubrimiento, porque resuelve de forma eficaz los problemas de esterilidad entre parejas… es un gran logro para la Comunidad.

- Bien… ¿y que es lo que lo ha provocado?

- Una poción.- Dijo el hombre mirándolo por encima de sus gafas de media luna.- El profesor Snape comenzó a sospechar que tal vez se hubiera tratado de algún tipo de poción.

- ¡Pero yo no me he bebido ninguna! A no ser que no supiera que la estaba bebiendo.

- Oh, sí… créeme, sabías que estabas haciéndolo.

- Jamás la habría bebido si lo hubiera sabido.- Dijo el muchacho mirándolo con muy mala leche.- No soy tan irresponsable.

- No he dicho eso, Harry. Lo que he dicho es que la bebiste de forma consciente, aunque como la poción estaba adulterada, no tuvo la reacción que debía tener.

- ¿Qué quiere decir?

- ¿Recuerdas la poción Emmas Robis que preparaste el curso pasado?- Ante la cara del muchacho añadió.- La adulteraron… alguno de tus compañeros de clase debió añadió un ingrediente sobrante…

- ¿Qué ingrediente?

- Sangre de unicornio dada libremente.- Harry palideció mucho antes d decir con voz muy queda.

- ¿Qué quiere decir con sangre de unicornio?

- No te preocupes… al ser dad libremente, ya no supone una maldición… es un ingrediente muy valioso… extremadamente valioso, Harry. Son muy pocas las pociones que la utilizan, y de hecho, el profesor Snape solo lo tiene para preparar la poción matalobos de Remus.

- ¿Cree que quien lo echó sabia lo que era?

- No lo creo… la sangre de unicornio tiene grandes propiedades curativas… Si alguien echó la sangre en tu poción, lo hizo con intención de estropearla o de hacer daño… no creo que lo supiera. Además, tan solo los mejores boticarios y maestros de pociones son capaces de reconocer ese tipo de sangre.

- Pero profesor… aún no me ha explicado como podría esa poción dejarme embarazado.

- Ahhh… sí… la cuestión es que esa poción, si es ingerida, provoca que el cuerpo se adapte en ese mismo momento para concebir. Crea un óvulo con los datos genéticos de la persona que lo ingerido y en el momento que es tocado por un miembro de la misma especie, recibe la información necesaria para concebir de forma dérmica.

- O en otras palabras, esa poción hace que aquel que la beba tenga un bebé con la primera persona que lo toque.

- Exactamente.

Harry permaneció en silencio durante unos momentos mientras trataba de recordar que había sucedido aquel día hacía ya bastante tiempo. Mientras tanto, Dumbledore observaba a su alumno esperando su reacción. No sabía que era lo que iba a ocurrir, pero estaba convencido que cuando Harry recordara quien había sido la primera persona que lo había tocado, no iba a estar contento precisamente.

- Un momento profesor… aquel día, la primera persona que me tocó después de beber la poción fue… fue…- La cara del adolescente había adoptado un leve tono pálido-verdoso y miraba al director con auténtico terror.

- Sí, el profesor Snape.

- ¡NO!

- Harry…

- ¡NO! ¡ÉL NO LO ES! ¡NO PUEDE SER SUYO! ¡NO LO ES!

- Harry, por favor, cálmate…

- ¡NO ES SUYO! ¡ME DA IGUAL QUE ES LO QUE DIGA! ¡NO ES SUYO!

Después de eso, Harry se levantó y se marchó del despacho del director lo más rápido que pudo. No le importó el chocar con las personas que habían en los pasillos, tan solo deseaba desaparecer.

Corrió por varios pasillos, antes de llegar al pasillo que llevaba a la sala de menesteres, y lo más rápido que pudo entró y cerró la puerta deseando desaparecer y que no lo encontraran. La sala le presento una sala bastante pequeña y oscura, donde pudo esconderse con bastante facilidad… y el muchacho, acostumbrado a tener que esconderse de su primo, no tardó en estar perfectamente escondido.

No podía ser, Snape era el padre de su bebé. El frío, sarcástico y bastante despreciable Snape era el padre de su pequeño milagro… No podía ser…

NA: Bueno… aquí estamos otra vez . Esta vez he tardado menos porque en sí ya tenía el capítulo escrito, pero no pasado… La verdad es que tengo varios capítulos ya escritos y me estoy acercando peligrosamente al final de esta historia… pero tranquilos… aún faltan unos cuantos capítulos…

Intentaré pasar rápidamente otro capítulo y así poder publicarlo… pero no garantizo en cuanto tiempo lo tendré listo.

Irethy