Capítulo 16: Una de las cosas que más nos pueden enfadar, es conocer la verdad.

Si algo pasó con el hecho que Snape se mudara a las habitaciones de Harry, fue que los sentimientos del muchacho se intensificaron aún más. Sencillamente, el hombre era adorable… y todos aquellos pequeños detalles que solía tener, hacían que Harry ansiara el tocarlo, el abrazarlo, el decirle lo que sentía… pero, ahora que había logrado tener una buena relación con el hombre, no deseaba perderla por el deseo de confesarle sus sentimientos. En vez de eso, se conformaba con mirarlo y tener su amistad.

Aunque el no decírselo al hombre, no significaba que no se lo hubiera dicho a nadie. De hecho, no había tenido más remedio que explicárselo a sus amigos, cuando poco después que Alex cumpliera los dos meses, lo pillaron en la sala de menesteres, dándole puñetazos a lo que parecía un inmenso saco de boxeo a la vez que no dejaba de llorar.

- ¡Harry! ¿¡Que te pasa? ¿Le ha pasado algo a Alex?- Preguntó Hermione en cuanto lo vio separándolo del saco de boxeo.

- No, Alex está bien… Está con Severus.- Contestó el adolescente mientras se dejaba caer contra la pared.

- ¿Entonces? Siento decírtelo compañero, pero tienes un aspecto lamentable.- Le dijo Ron sentándose a un lado de Harry.- Vamos, ¿Qué es lo que te ocurre?

- Severus…- dijo Harry con voz triste.

- ¿Os habéis peleado?- preguntó Ginny.

- No me extrañaría, con el carácter tan asqueroso que tiene…

- ¡RON!- Le gritó Hermione al pelirrojo.

Harry sonrió triste al ver como Ron era reprendido por su novia. Ron era alguien que se había dejado engañar muy fácilmente por la máscara de Severus… y pensar que tan solo hacía unos meses… él pensaba igual… cuanto había llegado a cambiar desde entonces.

- ¿Qué ha ocurrido, Harry?- Preguntó Hermione.

- Es que… me ha pasado lo que jamás creí que me pasaría.

- ¿El qué?

- Creo… creo que me he enamorado de Severus.- Murmuró a la vez que lloraba con más fuerza aún.

- ¿¡ESO QUÉ?- Exclamaron tres voces a la vez.

- Perdona Harry, creo que te he oído decir que has enamorado de Snape…- Murmuró Ron mortalmente serio.

- Es lo que he dicho.

- ¡JODER!

Ron se levantó y comenzó a pasear frenéticamente mientras escuchaba a su amigo llorar y su novia y hermana trataban de consolarlo.

- ¡Pero creí que no eras homosexual!- Exclamó.- Cuando nos enteramos de que estabas embarazado nos lo dijiste.

- ¡Y no lo soy!

- Entonces, ¿cómo…?

- No me interesa ningún chico, ningún hombre… me siguen gustando las mujeres… pero, me he enamorado de él… solo de él.

- No es el género, sino la persona.- Dijo Hermione a lo que Harry asintió.

Ron lo mir´9º durante unos momentos y al ver a su amigo tan triste, no pudo evitar suspirar y sentarse justo enfrente del moreno, a la vez que lo miraba con atención.

- Vale, lo entiendo…- Dijo en voz baja.- Pero Harry… ¿Snape? Comprendo que lo que te ha pasado le puede suceder a cualquiera… pero ¿debía ser Snape? ¡Hay montones de chicos mucho mejores que Snape!

- No lo entiendes…- Dijo el moreno triste.- No lo entiendes porque no lo conoces, Ron. Te has dejado engañar por la máscara que suele llevar puesta.

- ¿Qué quieres decir?

- Que él no es el bastardo sarcástico y frío que conocéis… es muy dulce y muy amable; siempre está atento al os pequeños detalles… es muy bueno y muy tierno con Alex y muy divertido…

- ¿Estás hablando del mismo Snape que nosotros?- Preguntó Ginny.

- Sí… ya os he dicho que en realidad, no lo conocéis.

Los cuatro se quedaron en silencio durante unos minutos mirando lo que les rodeaba, pero al mismo tiempo sin ver. Cada uno perdido en sus diferentes pensamientos, sin querer romper el silencio cómodo que se había instalado entre ellos.

- Harry, si es tan buena persona y todo eso… ¿por qué estás tan triste?- Preguntó Ginny mirándolo y rompiendo el cómodo silencio.

- Porque a pesar de todo, sé que él no me quiere. Me aprecia, somos amigos… peor nada más; y no puedo evitar querer más.- Dijo a la vez que comenzaba a llorar otra vez.

- Oh, Harry…

Unos cuantos pisos por encima, y sin que ninguno de los cuatro adolescentes lo supiera, Severus Snape se encontraba paseando de forma frenética de un lado a otro de la oficina de Dumbledore con su hija en brazos, bajo la mirada divertida del director de Hogwarts.

- No entiendo que es lo que consideras que está mal, Severus.

- ¡Pues que todo está mal! ¡Es mi estudiante por Merlín! ¡No debería ocurrir una cosa así!

- Pero Severus, no es nada malo…

- ¿Consideras correcto que uno de tus profesores se enamore de uno de sus estudiantes?- Se asombró el hombre.

- Enamorarse no es un delito, Severus.- Rió el anciano.- Y aunque jamás incitaría una relación de ese tipo entre un profesor y un estudiante, me doy cuenta que la situación entre Harry y tú, es distinta… Para empezar, ambos sois adultos, y luego tenéis una hija en común.

- ¡Pero Albus, es inmoral!

- Si tanto te preocupa eso, Severus, puedes esperar hasta que acabe el curso para decirle nada, de esa forma ya no serías su profesor… ¿Te parece mejor?

- Hablas como si supieras que me corresponde.

- ¿Y por qué no? El muchacho te conoce, Severus, te conoce realmente y créeme cuando te digo que no es difícil enamorarse de una persona como tú. Aunque debo reconocer que lo estás poniendo muy difícil.- El anciano rió y lo miró con ojos centelleantes por encima de sus gafas.- Dale una oportunidad, amigo mío, estoy convencido que Harry te sorprenderá.

- Si tú lo dices…

Así se encontraban las cosas, ambas partes se encontraban atraídas por la otra, pero ninguno quería decir nada por miedo a estropear la relación que habían comenzado. La guerra se encontraba en su pleno apogeo, y los servicios de Snape como un espía eran de gran importancia, logrando salvar muchas vidas.

Voldemort sabía que había un traidor entre sus filas, pero le resultaba imposible identificarlo, siempre que creía haberlo encontrado, luego resultaba que se había equivocado, y aquello lo tenía de tan mal humor que solía pagarlo con todos sus "leales" mortífagos, siendo necesario que el maestro de pociones tuviera que pasar bastante de su tiempo en la enfermería, y aunque su plan para capturar a la hija de Potter iba bien, era condenadamente lento, poniéndolo aún más furioso.

- No me gusta.- Murmuraba Snape en la sala de estar mientras Harry amamantaba a la pequeña Alex.

- ¿No te gusta, que?- Preguntó el muchacho.

- El Lord Oscuro está demasiado calmado con respecto a Alexia… ya hace tres meses que dejó claro que la quería, pero aún no ha hecho nada… eso no me gusta.

- ¿Acaso no es bueno que no haya tratado de capturar a Alex?

- Lo sería si no supiera que planea alto… Sigues con la idea de ir a Hogsmeade con Alexia este sábado?

- Sí, claro… Alex no ha salido del castillo desde que nació Severus… necesita aire fresco. Sé que no te gusta la idea, pero no podemos tenerla encerrada de por vida.

- Muy bien, pero yo también iré por si acaso.- Dijo mientras miraba a la pequeña y luego disimuladamente al padre.- No quiero que ocurra nada.

Aunque no le gustaba admitirlo, Harry sabía que Snape tenía razón, y que era muy peligroso el sacar a Alex del castillo, pero también sabía que era imprescindible que la niña saliera al exterior… ya tenía cuatro meses y aún no había salido ni una sola vez; una cosa era ser cuidadosos y otra el vivir asustados; era por eso que no había querido echarse para atrás… además, se iban a tomar toda una serie de medidas suplementarias para protegerla.

Fue por eso que aquel sábado se dirigió al pueblo con el pequeño carrito que le habían comprado sus amigos, donde se encontraba una muy despierta Alex que se reía de las cucamonas que los amigos de su papá iban haciendo. Eran muchos los habitantes del pueblo que querían ver a la niña, pero no con aquel deseo irrefrenable y fastidioso de cuando nació, sino como cuando ves a un bebé por la calle y quieres darle una mirada.

No muy por detrás iban un grupo de maestros que lo miraban divertidos y también, un no tan divertido, pero sí muy preocupado Severus Snape, que lo miraba todo con atención buscando cualquier posible peligro potencial. Aunque todo parecía ir bien, habían paseado por las calles, visitado varias tiendas y se hallaban tomando algo en las Tres Escobas, viendo como Rosmerta arrullaba a la bebé cuando todo se acabó; comenzaron a escuchare gritos por todas partes y al mirar por las ventanas pudieron ver como el pueblo se llenaba de mortífagos, y lo que era peor, el mismo Voldemort estaba presente.

- ya sabia yo que no era una buena idea.- Murmuró Snape antes de correr a donde estaban Harry y Alex y comenzaba a llevarlos hasta el flu para enviarlos a Hogwarts, aunque este no funcionó.- Mierda, el flu no funciona, aparecerse tampoco y estoy convencido de que los trasladores tampoco funcionan… Estamos atrapados.

Los mortífagos ya rodeaban las Tres Escobas cuando Voldemort decidió conseguirlo que había ido a buscar, la niña. Con paso lento y arrogante, entró en el local y los miró con satisfacción y placer… había tanta carne fresca, tantas personas a las que torturar; pero no tenía tiempo para eso, debía ser rápido. El viejo chocho no tardaría en llegar con su Orden.

- Bien, bien, Potter…- Dijo Voldemort en cuanto lo vio rodeado de varias personas que trataban de protegerle a él y a su hija.- Nos volvemos a encontrar… Y esta vez con compañía.- Aquí lanzó una mirada ávida en la pequeña que estaba en sus brazos.

- ¿Qué es lo que quieres, Tom?- Le saltó Harry y Voldemort lo miró por unos momentos, furioso.

- Si fuera otra la situación, te pondría bajo el cruciatus… pero, puesto que tienes la niña en brazos, no lo haré… después de todo, no quiero dañar a la que será mi hija ¿Verdad?

- Antes muerto, que verla en tu poder, Tom.

- Bueno, eso se puede arreglar.- Rió el Lord Oscuro.- Pero ante todo, tú no puedes decidir; no tienes ni voz ni voto.- Entonces se giró a Snape y con una risa cruel añadió.- Severusss… coge a la niña y dámela.

Se escucharon varios gritos traicionados cuando la gente de las Tres Escobas vio como el hombre se acercaba al muchacho y Voldemort sonrió con mucha satisfacción. Pero aquello cambió cuando el hombre en vez de arrebatarle a Harry el bebé, se puso delante en actitud protectora… aquello ya no le hizo tanta gracia al Lord Oscuro.

- ¿¡Que demonios significa esto?

- Creo que está bastante claro.- Dijo Severus.- No permitiré que pongas un dedo sobre esta niña… ¿Qué clase de padre sería, sino?

Aquello levantó murmullos por todas partes e hizo que Voldemort viera rojo. En menos de un segundo tenía su varita apuntada al hombre y le lanzaba un poderosisimo crucio, a la vez que muchos de los mortífagos seguían el plomo de su señor y lo también maldecían al hombre.

- Debí darme cuenta de que tú eras el espía, Snape.- Dijo furioso.- Ningún traidor merecer vivir. Avada Kedavra.

- ¡NO!- Gritó Harry al ver la familiar luz verde dirigiéndose a Snape.

Fue entonces cuando un fuerte sentimiento de calor y comodidad, rodeó a todo el mundo, haciéndoles sentir a salvo. Un sentimiento que provocó un gran dolor a Lord Voldemort y que le hizo huir… Por desgracia, el Avada había golpeado a Severus Snape, que permanecía tumbado y quieto en el suelo.

NA: Hola a todos! Esta vez he podido actualizar bastante rápido… claro, que contando con que ya se me ha acabado la substitución ha sido bastante fácil. Lástima que los canguros no han disminuido… -- con mi sobrinita por aquí es difícil sacar tiempo para ponerse delante del ordenador y comenzar a escribir.

Espero que os haya gustado el capítulo y por favor, no me matéis… si lo hacéis no podréis saber como sigue la historia… y eso que nos acercamos al final! Jejeje…

Un beso, y hasta pronto!