Ceywen: Pues lamento decepcionarte, pero a partir de ahora los capítulos van a ser bastante menos alegres que este. Qué mala eres, ya sé que eso de que Dana se enchilara lo dices por mí porque no me gusta el picante :-P Pues si voy a Mexico no pienso dejar que me adiestres, no quiero acabar con un agujero en el estómago. Un abrazo.

Synn: No tengas tantas ganas de hacer sufrir a Sirius, que ya va a tener bastante en los próximos capítulos. No es que perdonara a Dana sólo por haber defendido a Susan, se trata más que nada de que con esa situación ambos han reconocido los errores que han cometido. Un saludo :-)

Nylara Black: A mí también se me revoluciona el cuerpo cuando pienso en Sirius arrinconándome contra la pared, o contra cualquier otro sitio :-P En cuanto a quién gana el partido de quidditch, tienes la respuesta en este capítulo.

Silence-messiah: Muchas gracias :-) Aquí tienes el nuevo capítulo.

Frida: Me alegro de que te gustara la escena entre Sirius y Dana. En cuanto a Sheila y a sus planes, verás algo de eso en este capítulo. Un saludo.

Sybill: Uy, qué review más corto :-( ¿Por qué te da pena Susan? Si justo ahora se le acaban de solucionar las cosas :-P Un abrazo.

Momo-Cicerone: Pues yo he estado enamorada y te aseguro que tengo energía para eso y para más :-P En cuanto a lo del partido, la verdad es que te acercas bastante la verdad, aquí lo tienes. Un abrazo.

Misao Wood: Muchas gracias. La verdad no creo que Sirius y Dana tuvieran tantos niños, ten en cuenta que existen los métodos anticonceptivos (si no los hubieran tenido ya, me parece) :-P

Hareth: No creo que fueras tan mala como para romper la carta, la verdad, imagina eso de meter a un inocente en la cárcel, por muy idiota que sea (y tienes que admitir que si encarcelaran a todos los idiotas no habría bastantes celdas en el mundo :-P). El secreto del aguante, creo yo, deben ser catorce años de abstinencia mezclados con bastante amor ;-) De todos modos no sé qué tiene de raro, no es por fardar de mis, ejem, experiencias, pero tampoco veo tan extraño pasar una noche así. Un abrazo.

*

LA FINAL DE QUIDDITCH

La noticia de la detención de Nelle March no tardó mucho en llegar a oídos de Lucius Malfoy. A Sheila no le sorprendió mucho encontrar aquella misma tarde, cuando llegó a su casa, un mensaje de Lucius Malfoy convocando una reunión urgente para esa noche. Al mediodía había comido con Remus, y este le había contado que Dana y Sirius habían hecho las paces y que Susan March había resultado ser inocente y había sido falsamente inculpada por su hermana, Nelle. Así que, después de cenar, Sheila se cubrió con su capa y salió de su casa para reunirse en la vieja casa donde los mortífagos llevaban a cabo sus reuniones.

Cuando llegó, invocó la Marca Tenebrosa por debajo de la puerta, como era habitual, y le abrieron, dejándola pasar. Sheila se acercó a la mesa, donde se reunían todos los mortífagos que quedaban en la resistencia. Lucius Malfoy estaba a un extremo de la mesa, y a ambos lados estaban el resto de los mortífagos: Peter Pettigrew, Avery, Bellatrix Lestrange, Marcus Turpen, Greates, y Sheila, que se sentó en una de las sillas laterales al lado de este último.

-Bien, como todos sabéis- dijo el señor Malfoy con seriedad- han detenido a Nelle. Nuestro número está disminuyendo de forma alarmante-.

-No la habrían detenido si Sheila no les hubiera dado a los aurores la dirección del almacén- dijo Avery entre dientes.

-Tuve que hacerlo para poder inculpar a Susan March- dijo Sheila, molesta- tenía que quitarla de en medio. Podría haber interferido en la relación entre Sirius y Dana, y no es conveniente que se separen-.

-Seguro que ese gilipollas no le pondría los cuernos a su novia ni aunque le encerraran en una habitación con tres prostitutas- dijo la señora Lestrange con el ceño fruncido.

-Deberías haber supuesto que la heredera de Ravenclaw no iba a dejar que metiesen en la cárcel a una persona inocente, por mucho que la odiara- añadió Turpen.

-¡No tendría que haber supuesto nada si la idiota de Nelle no se hubiera dejado la carta que le envié dentro del libro!- exclamó Sheila, airada.

-No es momento para discutir ese asunto- dijo el señor Malfoy con frialdad- ahora tenemos que ocuparnos de otras cosas. Como véis, nuestros planes no están saliendo como esperábamos. Vamos a tener que adelantar el proceso-.

-¿A qué te refieres?- preguntó Sheila.

-A que tenemos que forzar que se tomen medidas de protección contra Harry Potter- dijo el señor Malfoy- no podemos arriesgarnos a esperar más. Remus es tu novio, ¿no? Ya confía en tí. Ahora ya puedes sacarle la información-.

-¿Y cómo vamos a hacerlo?- preguntó Avery.

Lucius Malfoy esbozó una sonrisa siniestra.

-Se me ha ocurrido la ocasión perfecta- dijo.

*

La voz del comentarista se oyó por todo el campo de quidditch.

-¡Señoras y señores, va a dar comienzo el partido de la final de la liga británica de quidditch, entre el Puddlemere United y los Wingtown Wanderers! ¡Reciban con un fuerte aplauso a los componentes del equipo Puddlemere United! ¡Con ustedes, Wood, Troy, Levski, Morgan, Brian, Abbot, yyyyyyy... Potter!-.

Los aficionados del Puddlemere United comenzaron a aplaudir a su equipo. Remus y Dana aplaudieron con entusiasmo, y Sirius se puso en pie agitando la bufanda del equipo y vociferando como un poseso. En el campo aparecieron siete escobas con siete jugadores montados en ella, vestidos con una túnica azul marino con el adorno de dos juncos dorados cruzados en la espalda. Dana distinguió a Harry entre el resto del equipo.

-¡Y ahora, recibamos también con un fuerte aplauso a los Wingtown Wanderers! ¡Con ustedes, Moran, Volkov, Rosamund Parkin, Michael Parkin, Sean Parkin, Graham, yyyyyyy... Lynch!-.

Esta vez fueron los aficionados de aquel equipo los que se pusieron a aplaudir y a lanzar gritos de ánimo. Al campo salieron también siete jugadores, estos vestidos de rojo brillante y con el dibujo de un cuchillo en la túnica. Los dos equipos se alinearon frente a frente, y el árbitro movió su varita y lanzó varias chispas de colores al aire, señalando el comienzo del partido.

-¡Comienza el partido!- exclamó el comentarista- ¡Troy tiene la quaffle, y vuela hacia Morgan, que intenta recibir el pase! ¡Michael Parkin se interpone! ¡Brian le lanza la bludger! ¡Michael Parkin la esquiva, y le lanza la pelota a Rosamund Parkin! ¡Parkin vuela hacia la portería! ¡Va a lanzar la quaffle! ¡Excelente parada de Wood!-.

-¡Uf! Por qué poco- dijo Sirius.

-¡Ahora el Puddlemere United tiene la quaffle! ¡Sean Parkin le lanza la bludger a Levski! ¡Pero la esquiva! ¡Los tres cazadores se alinean en la formación Cabeza de Halcón! ¡Volkov trata de arrebatarle la quaffle a Levski! ¡No lo consigue! ¡Se aproximan a la portería! ¡Sean Parkin les lanza la bludger! ¡Abbot se cruza y la repele! ¡Los cazadores del Puddlemere United avanzan! ¡Levski lanza, y... ¡Gol, señores! ¡Gol del Puddlemere United!-.

Sirius, Dana, Remus y Angelina se pusieron a aplaudir, al igual que el resto de aficionados del Puddlemere United. Luego, el juego prosiguió. Poco después, el Puddlemere United volvió a marcar en dos ocasiones más. Después, Michael Parkin logró adelantarse hasta la portería del Puddlemere United y marcó el primer gol de los Wingtown Wanderers. Una oleada de aficionados con bufandas rojas vitoreó el gol de su equipo. El partido se mantuvo estable durante la primera hora, pero pronto se recuperó el ritmo trepidante de los primeros minutos. Los Wingtown Wanderers se adelantaron en el marcador por unos minutos, gracias a varios tantos sucesivos de Rosamund Parkin, pero pronto el Puddlemere United contraatacó. Marcó un gol, usando de nuevo la formación Cabeza de Halcón, y luego tres más, hasta que quedaron en empate. Por entonces, aún no había noticias de la snitch. Al cabo de varios minutos, Troy esquivó las bludgers que le lanzaban los golpeadores de los Wingtown Wanderers y marcó un espectacular gol poniendo de nuevo en ventaja al Puddlemere United, para disgusto de Remus, que estaba en el cuarto de baño cuando esto sucedió y no pudo presenciar la jugada.

Cuando ya llevaban más de tres horas de partido, ocurrió el primer incidente con la snitch. Harry, de pronto, se lanzó como una centella hacia uno de los extremos del campo, cerca de la portería de su equipo. El otro buscador estaba a bastante distancia y parecía imposible que pudiera alcanzar la snitch antes que Harry, pero Michael Parkin se cruzó en su camino y Harry tuvo que virar bruscamente para evitar la colisión, con tanta rapidez que quedó colgado por unos instantes de la escoba, hasta que al fin logró recuperar el equilibrio y volverse a sentar. Pero en ese lapso de tiempo la snitch había desaparecido. Sirius se levantó de su asiento y comenzó a insultar al cazador de los Wingtown Wanderers de una forma tan agresiva que Dana y Remus tuvieron que agarrarle de los brazos para que se sentara de nuevo.

-¡La quaffle está en posesión del Puddlemere United!- exclamó el comentarista- ¡Levski vuela hacia Morgan y le pasa la quaffle! ¡Morgan esquiva a Rosamund Parkin y se acerca a la portería! ¡Va a rematar... ¡Atención, señores, parece que Michael Parkin ha agarrado la escoba de Morgan! ¡Morgan gira sobre sí mismo y parece que pierde el equilibrio! ¡Se cae! ¡Se ha caído! ¡El árbitro no señala falta! ¡No parece haber visto la acción! ¡Ahora la quaffle está en posesión de los Wingtown Wanderers!-.

-¡Cabrón!- exclamó Sirius, indignado, dirigiéndose al árbitro- ¡eso era penalty, hijo de puta! ¡Era penaltyyyyy!-.

En esa ocasión, Remus, Dana y Angelina no intentaron detenerle, ya que también gritaban enfadados, así como el resto de seguidores del Puddlemere United. Un tipo sentado en una de las primeras filas levantó la varita e intentó lanzar un hechizo al árbitro, pero uno de los agentes de seguridad del campo se lo impidió. No obstante, Morgan no estaba grave. Después de que uno de los medimagos del campo le atendiera, se levantó, algo aturdido, subió a su escoba y se incorporó al juego. Los jugadores del Puddlemere United, enfadados por el caso omiso que había hecho el árbitro a la falta contra su jugador, comenzaron a cometer también faltas disimuladas contra el equipo contrario. La primera pasó desapercibida, pero, cuando Abbot golpeó la escoba de uno de los cazadores de los Wingtown Wanderers con el bate, el árbitro lo vio y pitó una falta, que acabó en un gol. Aunque Dana pudo convencer a Sirius de que no sacara la varita, dos aficionados de equipos contrarios acabaron lanzándose maldiciones y hubo dos agentes de seguridad que tuvieron que recurrir a la fuerza para separarles. No obstante, poco después, cuando pasaban cinco horas del inicio del partido y ya era de noche, aunque el estado estaba bien iluminado gracias a la magia, las cosas se calmaron un poco y el juego volvió a ser más civilizado. Los dos equipos fueron marcando progresivamente, pero, aunque el Puddlemere United iba ganando, apenas le llevaba treinta puntos de ventaja a los Wingtown Wanderers, y los buscadores parecían muy concentrados.

Entonces, de pronto, Lynch se lanzó hacia abajo bruscamente. Había visto la snitch. Harry, que estaba cerca, reaccionó en seguida. La snitch relucía, y era visible incluso para le público. Dana miró un momento el reloj, y vio que sólo faltaba un cuarto de hora para que llevaran seis horas de partido. No obstante, en seguida volvió a concentrarse en la escena. La snitch había comenzado a subir hacia arriba y los dos buscadores estaban ascendiendo, casi en vertical, para alcanzarla. Entonces, la pequeña pelota alada giró bruscamente hacia la derecha. Harry y Lynch giraron a la vez, pero Harry había reaccionado primero. Los golpeadores de los Wingtown Wanderers le lanzaron las bludgers, pero una de ellas falló y la otra fue repelida por Brian. Harry tenía un rostro de extrema concentración, al igual que Lynch, que trataba desesperadamente de alcanzarle. Entonces, Harry se adelantó con rapidez, alargó la mano, y atrapó la snitch. Durante un segundo, el campo quedó sumido en el silencio. Luego, todos los aficionados del Puddlemere United estallaron a la vez en una ovación.

-¡Potter ha atrapado la snitch!- gritó el comentarista- ¡A las cinco horas y cincuenta minutos del comienzo del partido, el mejor buscador de la liga ha atrapado la snitch! ¡El Puddlemere United es el ganador de la liga británica!-.

Dana comenzó a saltar y a vitorear entusiasmada, Remus y Angelina se abrazaron, y Sirius comenzó a agitar la bufanda del Puddlemere United, lanzando gritos de elogio a su ahijado. Los jugadores bajaron al campo, y se pusieron en fila para que el jefe del Departamento de Deportes y Juegos Mágicos les entregara la copa de la liga. Todos los aficionados del Puddlemere United comenzaron a aplaudir de nuevo cuando los siete jugadores agarraron a la vez la copa y se pusieron a agitarla y a vitorear. Dana distinguió la cara de felicidad de Harry, que sonreía con el resto de sus compañeros de equipo. Después de que sonara el himno de ambos equipos, los jugadores, en medio de un aplauso, se retiraron a los vestuarios. Los periodistas empezaron a bajar al campo para entrevistar a los entrenadores de los dos equipos.

Fue entonces cuando tuvo lugar la explosión.

*

Dana se estaba levantando, al igual que el resto de los espectadores. Iba a inclinarse para coger su bolso, cuando, de repente, se oyó un estruendo. Vio cómo la zona de las gradas que estaba encima de los vestuarios estallaba en una nube de fuego. Todo sucedió tan rápido que no le dio tiempo a pensar. Sirius se abalanzó sobre ella y la tiró al suelo, un segundo antes de que dos cascotes pasaran volando por donde un segundo antes estaban sus cabezas.

-¡Debajo del asiento!- gritó Sirius, que aún estaba encima de ella, protegiéndola con su cuerpo- ¡Métete debajo del asiento!-.

Dana, aún aturdida, obedeció. Le dolían los oídos, pero podía escuchar el sonido de las gradas desplomándose. Ella y Sirius se metieron debajo de los asientos, donde ya estaban Remus y Angelina. Dana, respirando entrecortadamente, se quedó quieta, hasta que dejó de oírse el sonido de los cascotes y sólo se oyeron los gritos. Entonces, salió y se levantó. Miró horrorizada e incrédula el espectáculo que había ante sí. Las gradas que estaban encima del vestuario se habían convertido en un montón de cascotes. Entre las piedras se veía algo que parecían túnicas. La gente estaba aterrorizada y se veía una multitud de gente corriendo despavorida por las gradas, como hormigas en desbandada.

Sirius se levantó y se quedó de pie, junto a ella. Durante un segundo, se mantuvo en silencio, mirando aquella destrucción. Luego, su rostro reflejó una mueca de terror.

-¡Harry!- exclamó, y echó a correr hacia la zona donde había tenido lugar la explosión.

-¡Sirius, espera!- gritó Dana, viendo cómo su novio se abría paso a toda velocidad entre la gente- ¡Sirius!-.

Intentó ir detrás de él, pero, antes de que pudiera dar un sólo paso, un agente de seguridad apareció donde ellos estaban.

-¡Síganme!- dijo- ¡Vamos, les acompañaré hasta la salida de emergencia! ¡Rápido!-.

-¡Espere!- exclamó Dana- ¡mi novio se ha ido! ¡Tengo que ir con él!-.

-¡No se ponga histérica, señorita!- exclamó el agente de seguridad, cogiéndola del brazo- ¡acompáñeme hasta la salida, y todo irá bien!-.

-¡No estoy histérica!- exclamó Dana- ¡soy auror! ¡Suélteme!-.

Pero el agente de seguridad no la escuchaba. Dana, arrastrada por la multitud, gritó inútilmente mientras el agente la arrastraba a empujones hacia la salida.

*

Sirius se abrió paso a través de la gente con toda la rapidez que pudo. Tuvo que apartar a varias personas a empujones, pero no le importaba. Lo único que le importaba en ese momento era que Harry estaba en los vestuarios, debajo de la zona donde había tenido lugar la explosión. Al final, logró llegar a la altura de las primeras gradas, y saltó al campo. Echó a correr hacia la puerta de los vestuarios, que aún se mantenía en pie. Un agente de seguridad intentó impedirle el paso, pero Sirius sacó su placa de auror del bolsillo y se la mostró al agente. Este, aunque dubitativo, se apartó y le dejó pasar.

Sirius entró en el pasillo que conducía al vestuario. Aún estaba en pie, pero no parecía poder seguir así mucho tiempo. Las paredes estaban agrietadas y el techo se había desprendido en varios sitios. Estaba oscuro, y Sirius tuvo que encender una luz en su varita para poder ver por dónde andaba. Se escuchaban sonidos de pasos y gritos, pero no podía identificar de dónde venían.

-¡Harry!- exclamó, mirando en todas direcciones a la débil luz de su varita- ¡Harry!-.

Siguió avanzando, y vio que había otro pasillo que giraba hacia la derecha. Escuchó que los pasos y los gritos se oían más claramente en esa dirección, de modo que fue hasta el pasillo y entró por él. Después de avanzar por él durante algunos segundos, descubrió que había alguien que salía de una puerta medio derruída. Eran dos hombres. Sirius echó a correr hacia ellos.

-¡Eh, esperad!- exclamó- ¡ayudadme, por favor!-.

Los dos hombres se giraron. Sirius se dio cuenta de que eran Oliver Wood y Morgan. Estaban aún vestidos con los uniformes de quidditch, y parecían asustados.

-¿Dónde están los demás?- preguntó Sirius- ¿dónde está Harry?-.

-Sólo quedamos nosotros- dijo Wood- los demás ya han salido. Harry está en los vestuarios. Una taquilla se derrumbó delante de él. Morgan y yo intentamos ayudarle, pero hemos perdido las varitas. El entrenador nos ha dicho que vendrán los equipos de emergencia a ayudarle-.

Los dos chicos se giraron y echaron a correr hacia la salida. Sirius se quedó mirándolos durante un segundo, y luego entró en el vestuario. No podía esperar a que llegaran los equipos de emergencia, aquello podía derrumbarse en cualquier momento.

Aquella habitación no parecía un vestuario. Estaba sumida en la oscuridad, y varias de las paredes se habían derrumbado. Los asientos estaban destrozados, y había varias taquillas tiradas por el suelo. Sirius iluminó el lugar con su varita, intentando buscar a Harry, pero sólo vio escombros por todas partes.

-¡Harry!- gritó.

Durante unos instantes sólo hubo silencio. Luego, una voz débil preguntó:

-¿Sirius?-.

Sirius se dirigió al lugar de donde provenía la voz. Se trataba de una esquina, delante de la cual había un taquillero volcado, con varios cascotes encima. Sirius se asomó, y vio que Harry estaba allí, tirado en el suelo. Tenía una pierna atrapada bajo el taquillero. Estaba manchado de polvo y tenía una mueca de dolor en el rostro, pero no parecía gravemente herido.

-Harry, no te preocupes- le dijo Sirius, tratando de poner una voz tranquilizadora- voy a sacarte de aquí-.

Apuntó con la varita el taquillero, e intentó levantarlo con el encantamiento levitador. Al principio no lo consiguió, pero luego volvió a lanzar el hechizo, esta vez con más fuerza, y consiguió alzar el taquillero del suelo. Con cuidado, para no desestabilizar la estructura de la habitación, con el peligro de que la pared se derrumbara, apartó el taquillero hacia un lado y lo dejó caer. Luego, se inclinó hacia su ahijado.

-¿Puedes levantarte?- le preguntó.

Harry hizo un gesto de dolor y levantó sus ojos verdes hacia Sirius.

-Creo que no- contestó.

Sirius cogió a su ahijado del brazo y le ayudó a levantarse. Harry se mordió los labios a causa del dolor, pero con esfuerzo consiguió ponerse en pie, pobre una sola pierna. Apoyándose en el hombro de Sirius, los dos echaron a andar hacia la salida.

*

En el exterior, los equipos de emergencia acababan de llegar. Se estaban organizando, y comenzaban a tratar a los primeros heridos, los jugadores que habían salido. Mientras tanto, un Mago de Choque del Grupo de Operaciones Especiales sujetaba a una Dana que se retorcía histérica intentando liberarse.

-¿Es que no lo entiende?- gritaba Dana- ¡ahí dentro hay dos personas! ¡Tengo que entrar!-.

-¡Me da igual que sea auror!- exclamó el mago- ¡no puede entrar ahí! ¡Eso va a derrumbarse en cualquier momento!-.

Dana iba a continuar insistiendo, cuando de pronto vio que alguien salía de entre los escombros. Distinguió a Sirius y a Harry detrás de un montón de cascotes. Sirius tiraba de Harry, pero este parecía tener problemas para avanzar. Entonces, la estructura de aquella parte del campo de quidditch empezó a tambalearse. Dana vio que Sirius y Harry miraban alarmados hacia arriba. Desesperada, se soltó de un tirón del mago que la sujetaba, y apuntó hacia la pared justo cuando comenzaba a derrumbarse.

-¡Wingardium Leviosa!- exclamó.

Debido a que el poder de Ravenclaw había estado inutilizado durante mil años por culpa de un hechizo de Salazar Slytherin, cuando esos poderes volvieron a la heredera de Ravenclaw, Dana, eran desproporcionados, ya que el poder de mil años se había concentrado en una sola persona. Al principio le costaba controlarlos, pero, al cabo del tiempo, Dana ya lo hacía de forma instintiva, sin que le costara casi esfuerzo. No obstante, en aquel momento hizo todo lo contrario. Se concentró en lanzar aquel hechizo con todo su poder. Los cascotes cayeron durante unos segundos, y luego, se detuvieron, a poca distancia de Sirius y Harry.

Los Magos de Choque del Grupo de Operaciones Especiales se quedaron unos segundos quietos, mirando con incredulidad cómo todos aquellos cascotes flotaban en el aire. Luego, dos de ellos echaron a correr hacia donde estaban Sirius y Harry, y les ayudaron a salir. Cuando ya estaban fuera, Dana, que tenía los dientes apretados a causa del esfuerzo, bajó la varita, y la pared entera se derrumbó con un estruendo, levantando una nube de polvo.

-¡Sirius!- exclamó, echando a correr hacia ellos- ¡Harry! ¿Estáis bien?- .

Dana vio cómo dos medimagos se llevaban a Harry, que tenía una herida en la pierna. El chico le hizo un gesto de ánimo mientras se lo llevaban a una camilla, para indicarle que estaba bien. Dana se arrodilló junto a Sirius, que estaba sentado en el suelo.

-Sirius, ¿estás bien?- le preguntó, angustiada.

-Sí- contestó Sirius, que estaba temblando- creo que sí-.

-Mi amor, estaba tan preocupada... -susurró Dana, atrayéndole hacia sí.

-No te preocupes- le dijo Sirius, abrazándola- estoy bien, de verdad-.

Entonces, se dieron cuenta de que todos los magos y brujas que había a su alrededor se ponían a mirar hacia arriba y a señalar hacia allí con expresión de alarma. Ellos también levantaron la vista, y entonces lo vieron.

Encima del campo de quidditch, entre las dos paredes resquebrajadas, un poco más arriba de donde antes estaban las gradas que se encontraban encima del vestuario, flotaba, reluciendo, la Marca Tenebrosa.

*

Los jugadores, que habían resultado heridos levemente, fueron trasladados al hospital San Mungo. Al cabo de poco tiempo, varios fueron dados de alta, entre ellos Harry, que fue conducido a la Oficina del Cuerpo de Aurores. Aunque la mayoría de los aurores habían sido requeridos para acudir donde se había producido el atentado, al igual que varios grupos de medimagos y algunos miembros del Departamento de Catástrofes en el Mundo Mágico, el agente Hardman, su superior, había ordenado a Sirius, Dana, Remus y Angelina que esperaran allí. Cuando Harry entró, Sirius se levantó de un salto y fue hacia él.

-¡Harry!- exclamó- ¿estás bien? ¿cómo está tu pierna?-.

-Estoy bien, Sirius- le dijo Harry, esbozando una sonrisa- no te preocupes-.

-Señor Potter, tengo que hablar con usted- le dijo el agente Hardman, que estaba a su lado- pase a mi despacho, por favor-.

Harry entró en el despacho, y la puerta se cerró tras él. Dana, Sirius, Remus y Angelina continuaron sentados en el pasillo, en silencio. Dana miró a Sirius. Tenía la mirada perdida, como si estuviera pensando profundamente en algo. Se preguntó por qué Hardman no les había dejado ir a colaborar en las tareas de rescate con los demás aurores. ¿Qué le estaría diciendo Hardman a Harry? Hubiera sido inútil acercarse a la puerta para intentar oír algo, pero Dana estaba segura de que Harry le contaría todo lo que había pasado a Sirius en cuanto saliera del despacho. Se giró hacia Sirius, que apenas había dicho nada después de ver la Marca Tenebrosa. Iba a decirle algo, cuando la puerta se volvió a abrir, y Harry salió.

-Sirius, ¿puedes venir un momento, por favor?- le dijo- tú también, Dana. Tengo que hablar con vosotros-.

Los dos se levantaron y siguieron al chico. Dana se sentía intrigada. ¿Qué iba a decirles? ¿Por qué la habría llamado también a ella? Harry les guió hacia una esquina donde no había nadie, y allí se detuvo, y les miró. Parecía nervioso, y sus ojos verdes brillaban llenos de inquietud. Aunque ya era un joven adulto, Dana pensó que en ese momento se parecía mucho al niño que era cuando le conoció en Hogwarts, años atrás.

-El señor Hardman me ha dicho que probablemente el objetivo del ataque era matarme- dijo Harry- ya que si hubieran querido derrumbar totalmente el campo de quidditch habrían podido colocar los explosivos en otras zonas, más vulnerables y menos protegidas. Que si se han arriesgado tanto es porque estaban interesados en acabar con el heredero de Gryffindor. Me ha dicho que debo ocultarme cuanto antes por medio del encantamiento Fidelio-.