Disclamer: Ni Beyblade ni Legend of Dragoon me pertenecen, sino a Takao Aoki y a Sony Computer Entertainment Inc., respetivamente. Yo sólo hago este fic con motivos de ocio y entretenimiento, sin finalidad de lucro.
Capitulo Tres: El llamado del Tigre
–Nuestra madre sólo aguardaba el momento en que los demás entes encontraran a sus elegidos. Tres de ellos ya habían seleccionado a los suyos antes de la década que fijó con los otros magos. –Expresó con sequedad Kai.
–En fin, la historia de éste elegido comienza en el páramo, en el país de Mille Sesseau, donde vivió el valeroso Kon-Slambert, con su esposa, Dai-Ming y su tres hijos.
Se pudo observar en el pensadero, al mago Godric acompañado de su consorte. Ella era una mujer de hermoso cabello castaño rojizo, con ojos ambarinos, ciertamente parecidos a un gato, Era ágil, excelente tanto en magia como artes marciales, o al menos así se apreciaba en aquellas memorias. Ambos brujos estaban entrenando con tres jóvenes vestidos de blanco.
– Creo que es suficiente. –Expresó Godric. –Syaoran, ayúdame a recoger todo.
–Sí, padre. –Expresó un joven de 16 años. Su pelo, tan negro como igualmente desordenado como el de su padre; Sus ojos, verdes como las esmeraldas. Delante de ellos usaba unas gafas redondas. No era tan alto, sin embargo se parecía mucho a su progenitor.
–Has mejorado mucho en Defensa Contra las Artes Oscuras.
–Eso es natural, padre. El es muy bueno en esa área. –Comentó una segunda voz.
–Rei, tú me superas en las artes marciales. –Expresó el muchacho a su hermano.
El menor poseía el pelo negro también, pero a diferencia de su hermano, este es tan largo, aunque siempre lo traía amarrado en una coleta, llegaba hasta sus tobillos; sus ojos eran idénticos a los de su madre, su estatura se asemejaba con la de su hermano, a pesar de tener 15 años.
–No es para tanto. –Contestó el con una sonrisa.
Terminaron de recoger todo el material. Ingresaron al hogar en donde se encontraban su madre y una muchachita, posiblemente, su hermana menor. Ella era una jovencita de 13 años de cabello negro; sus ojos, con algunos rasgos felinos, con la tonalidad ámbar.
– ¡Ya está el almuerzo! –expresó la pequeña con una sonrisa de oreja a oreja.
–Espero que mamá lo haya preparado, porque si Hay Lin lo hizo, hay que tener a la mano pociones curativas. –Dijo uno de los hermanos, con aire divertido.
– ¡Eres muy malo, Syaoran! –la muchacha sacó su lengua en señal de desagrado.
–No le hagas caso, Hey-Hey. –Terció Rei. –Sabes que sólo lo dice de dientes para afuera, porque bien que ingiere lo que preparas.
– ¡Gracias, Rei! –Exclamó con alegría.
–En fin, agradeceríamos mucho si ustedes, niños comienzan a comer, antes de que todo se enfríe. –Interrumpió su madre.
Después de la comida, los jóvenes se asearon y cambiaron. Syaoran usaba una túnica verde; la pequeña Hay Lin, un traje color jade; Rei, un conjunto oriental blanco. Los tres fueron al pueblo a comprar víveres.
Fueno era una aldea pequeña, pero situada en las cercanías de un río. Al pasar entre los puestos del mercado, se encontraron con los amigos del mayor de los Kon-Slambert. Uno de ellos era un muchacho alto, pelirrojo, con el rostro lleno de pecas y ojos azules. La otra, era una chica de cabello castaño, iris marrón.
–Hola chicos. –Expresó la joven, sonriendo. – ¿Nos podemos llevar a Syaoran un momento?
–Claro, Helen. –Dijo Rei. Se dirigió a su hermano. –Nos alcanzas en la tienda de pociones.
–Nos vemos entonces. –Se despidieron, mientras el dúo pelinegro observaba que el grupo de amigos se iba hacia la librería.
–Vaya, es extraño que entable amistad con ellos. –Musitó Hay Lin.
– ¿Por qué lo dices?
–Ellos no son originarios de aquí. Recuerdo cuando llegaron al pueblo. Generalmente nuestro hermano no se juntaba con nadie, excepto con nosotros, por supuesto.
– ¿No te alegra que tenga amigos?
–Claro, no me malinterpretes, Rei.
Llegaron al recaudo. Comenzaron a escoger las frutas y los vegetables que su madre les había encargado, cuando escucharon una voz conocida.
– ¡Hola Rei! –una muchacha de cabello rosa y ojos ámbar lo saludaba con ahínco. Sin embargo sus facciones se enfriaron al ver a la pelinegra. –Hola, Hay Lin.
–Hola, Mao. –La miró con recelo.
–Me da gusto verte. –Mencionó Rei, tratando de cortar la tensión entre las chicas. – ¿También de compras? –Se dirigió a Mao.
–Sí, Rei. –Le sonrió. –Rai y yo. El dijo que iría a la carnicería y que nos veríamos aquí.
– ¿Has visto a Gao y a Kiki?
–Sí. Están con mi hermano. –Rió disimuladamente. –Espero que Gao no termine con toda la despensa.
–Eso esperemos. –Exclamó Rei.
–Por cierto, ¿su padre ha acabado su búsqueda?
–No. Aún no encuentra al elegido.
–Es extraño. –Terció la más pequeña. –Mi papá ha probado el talismán con todos los niños de la aldea, pero ninguno es el guardián.
– ¿Ha hecho lo mismo con ustedes?
–Sí, Mao. –Mencionó el joven. –No ha brillado como no los ha comentado nuestro padre. Pero, noté algo diferente.
– ¿Qué cosa?
–La habitación se llenó de un olor a tierra. No había pasado con otros.
–Hermano ¿No estarás pensado…?
–Puede ser una probabilidad. Aunque no estoy seguro.
– ¿Qué el elegido esté entre ustedes? –Terció Mao. –No sería raro. Ustedes tres son los hijos del mago más poderoso del pueblo.
– ¡Mao! ¡Rei! ¡Hay Lin! –Exclamó una voz a lo lejos. Era de un joven de cabello negro, facciones gatunas y de tez morena. No estaba solo. Un muchacho alto, corpulento; y otro, pequeño y de pelo verde, los saludaban.
– ¡Chicos! –les sonrió Rei.
–Rai, ¿compraste lo que te pedí?
–Aquí tienes, Mao. –Le entregó un paquete de carne. –Espero que salga mejor que la vez anterior.
–Muy gracioso, hermano. –Siseó la chica de cabello rosa.
–A mí gustarme lo que Mao prepara. –Expresó el más alto. –Cocina muy bien.
–Gracias, Gao.
–Pero viniendo de alguien que embulle todo lo que encuentra a su paso, no creo que sea de mucha ayuda. –Sin embargo, el pequeño se alejó de Mao.
– ¡Kiki! ¡Ahora verás!
Todos empezaron a reírse de la situación. Cuando los ánimos se calmaron, se despidieron. Los Kon se encaminaron hacia la botica, encontrándose con su hermano mayor. Entraron a la tienda, compraron pociones y salieron del establecimiento hacia su hogar.
– ¿De qué tanto hablabas con Helen y Roland? –Preguntó Hay Lin.
–Roland me invitó a su casa. –Respondió Syaoran. –Su hermano mayor se casa, creo que es con una bruja de las afueras de Denigrad.
–Ya veo. Me alegra por su familia. –Terció Rei.
–Su madre no está de acuerdo del todo, pero sabe que no puede interferir en la decisión de su hijo. En fin, ¿y ustedes se encontraron con alguna novedad?
–No, sólo encontramos a los chicos.
– ¿Hay Lin no trató de abalanzarse contra Mao?
–Muy gracioso, Syaoran. –Dijo con acidez la aludida.
–No entiendo tu odio hacia ella. –Expresó Rei.
–Ella es muy cercana a ti. Aún no quiero cuñada. –Agregó, molesta.
–Sin embargo, no te comportas igual con Syaoran.
–Es porque no le he dado motivos aún.
Llegaron a su casa. Le entregaron la despensa a su madre y cada uno fue a realizar diferentes actividades. Syaoran ingresó a la sala y comenzó a leer plácidamente un libro titulado Defensas contra lo Oscuro. Hay Lin, en ese instante se situaba junto a su hermano, acariciando a su gato, Kirara, un espécimen blanco, con la cola, la cara y las patas de un color gris. Rei, por su parte, no se encontraba dentro de la casa, sino en el jardín, observando el firmamento. No sabía porque, pero presentía que ese día algo cambiaría. Pensaba en el dije y en las palabras que las chicas habían discutido aquella tarde.
Empezaba a enfriar el ambiente, así que decidió ingresar a su hogar. Subía por las escaleras hacía su alcoba, cuando oyó a sus padres hablar desde el comedor. Se escondió detrás de una pared adyacente a la puerta de dicho cuarto. A sus oídos llegaron los siguientes comentarios:
– ¿Por qué no le dices a Hiwatari que has fracasado en la búsqueda? –preguntó Dai-Ming
– Le prometí que terminaría con esto. –le contestó Godric.
– Es demasiado riesgo para ti, que tal si los descubren.
– No podemos dejar las cosa así, está dictadura debe parar, es la razón que nos estamos rebelando contra ellos.
– Si ¿pero a que precio? ¿Al exterminar toda nuestra raza?
Su padre se quedó en silencio, pero al fin le contestó:
– Al menos lo habremos intentado, es mejor perecer que estar esclavizados por los alados.
No pudieron continuar discutiendo, debido a que una lechuza blanca arribó en medio de la mesa. Traía un pergamino.
– ¿De quien es?
– De Rowena.
– ¿Nuevas instrucciones? –dijo con indiferencia.
– No, al parecer no.
– ¿Entonces?
– Escucha. –y empezó a leer:
Estimado Godric:
Disculpa por todas las molestias que te he dado, incluso acercar a tu matrimonio a una ruptura. Se que Dai-Ming está furiosa por todo lo que estamos haciendo. Sin embargo, hoy, es decir, el día que esta carta llegue a tus manos, la búsqueda que te he encomendado, acabará…
Dentro de seis meses nos volveremos a ver, pero ahora con los elegidos, siendo esa, nuestra última reunión.
Rowena Hiwatari
– ¿Qué querrá decir?
– No tengo la menor idea, Dai.
Se había recopilado suficiente información ¿Así que terminará el problema que asedia a su familia? Llegó a su habitación. Su hermano entró unos minutos después que él, con su libro en su mano. Lo dejó en el escritorio, se retiró los lentes y se talló los ojos. Se recostó en su cama, vio a Rei, quien miraba por la ventana.
– Algo te preocupa ¿cierto?
– Ah, sí. –Le empezó a contar lo sucedido.
–Bueno, La hechicera podría tener razón. –Comentó al final del relato. –Nuestro padre siempre habla de su capacidad de vidente.
– ¿Qué no creías en esas cosas? –Preguntó, arqueando una ceja.
–Sabes que muy pocos magos predicen el futuro. Es famosa por eso en la comunidad mágica.
–Has olvidado que es una wingly.
–Piensas que al último momento, si fracasa todo, ella saldría airosa de esto ¿no es cierto?
–Tal vez. Jamás la he visto, ni la conozco, pero…
–No te preocupes, si papá confía plenamente en ella, yo también me fío de ella. Además es su amiga desde que eran niños y nunca lo ha defraudado.
–Está bien, por lo menos la juzgaré hasta que la conozca.
De pronto, Kirara entró furtivamente al cuarto de los chicos. Traía algo en la boca, aunque no se distinguía que era. Salió por la ventana, saltó al árbol que se encontraba cerca de la casa, bajó y se internó en una arboleda. Inmediatamente Hay-Lin entró a la habitación.
– ¿Dónde está Kirara?
–Acaba de Salir. –Le expresó Syaoran – A propósito ¿se puede saber que haces aquí?
– ¿Dónde está Kirara? –repitió la joven
–No te preocupes Hey-Hey, ella regresará, nunca se ha escapado de la casa. –le habló Rei
–No es eso, ella trae una cosa, que si no la devolvemos a su lugar, creo que nuestros padres nos mataran por perderlo.
– ¿A que te refieres?
– Bueno, Syao, es el… es el talismán.
– ¿Qué? –gritaron al unísono los chicos.
Sin perder tiempo, los jóvenes se dirigieron al lugar en donde el gato había desaparecido. Lo encontraron en una pradera cercana a la aldea. Sin embargo el minino volvió a huir de ellos, corrieron lo más rápido posible. Rei era el más ágil de los tres, así que pudo vislumbrarlo, y poco después logró atraparlo. Le quitó el dije de la boca. En ese momento, comenzó a brillar, sin embargo el joven no se dio cuenta de ello. Oyó las voces de sus hermanos llamándolo. Cuando se encontraron algo sucedió…
– ¡Rei! –gritaron al unísono.
En eso un tornado de polvo, envolvió al chico, impidiendo que los otros pudieran acercarse. Entre tanto escuchaba una voz firme, que claramente le decía…
–"Los poderes de la Tierra y del norte te protegerán de hoy en adelante, Rei Kon, al mismo tiempo que tú podrás utilizarlos a tu voluntad. Encontrarnos es muy fácil, en las montañas nevadas del lejano Gloriano, con la ayuda del Ángel. "
Cuando terminó el remolino, el joven se mostró sorprendido. Sus hermanos, preocupados por él, lo alcanzaron. El chico le entregó el gato a su hermana, aunque su mirada lucía ausente.
– ¿Estás bien? –le cuestionó Syaoran. – ¿Rei?
– ¿Qué te pasó, Rei? –terció su hermana.
Él salió del trance y decidió contarles todo lo sucedido. Sus hermanos también se quedaron boquiabiertos al escuchar toda esa información. Regresaron a casa.
–Jamás creí ser elegido por el tigre blanco. –Musitó.
– ¿Sabes por qué nuestro pueblo se llama los White Tigers? –le interrogó su hermano.
–Sí, por Driger. El tigre blanco que protegía nuestro pueblo. Pero hace décadas, huyó de aquí por los Saints Shield, magos que deseaban capturarlo.
–Así es. Ahora sabes en donde se ha ocultado.
–Gloriano es muy peligroso. –Dijo la pequeña. –Sólo hay nieve ahí. –De repente cambió el tema. –Chicos, ¿cómo le explicaremos esto a nuestros padres?
Ambos jóvenes se miraron entre sí, buscando una respuesta en el otro. Sin embargo, no la hallaron. Syaoran, finalmente dijo:
–Tenemos que idear la forma de decírselo. Mamá dará el gritó en el cielo.
