Capítulo Ocho: Siguiendo la travesía

Ha pasado una semana desde que la joven se les unió en el grupo. Aunque en un principio, tenía fricciones con Kai, el chico había empezado a tolerarla, su carácter de la muchacha era calmado, no le realizaba preguntas, ni siquiera entablaba una conversación larga, así que no le molestaba en lo absoluto. Por su parte, con su hermana había surgido una especie de confianza en la brujilla, aunque no conversara con ella. Por primera vez veía que ella mostraba dicho sentimiento a otra persona, sin contarlo a él o a su hermano.

Con Alan, era diferente, habían encontrado un punto en común, la curiosidad. El rubio hablaba con ella acerca de los inventos de los winglies, mientras la chica sobre sus viajes, como también la razón de ir a ver a los elfos. Mencionaba que Shirley la había enviado con esos seres mágicos, además de comentarles que ella poseía el Dragoon de la Plata Blanca, pero jamás la había visto transformada. Su fiel mascota revoloteaba encima de ellos, de vez en cuando se adelantaba, para advertirles de peligros.

Aquel día llegaron a un río. Por lo que consultaron en el mapa, al cruzarlo, entrarían al territorio de los elfos. El ave soltó un graznido. De pronto, sintieron que algo paso al lado de ellos, era una flecha dorada. Súbitamente, una lluvia de saetas surgió de los árboles que se hallaban enfrente. Hellena hurgó en su bolso, sacando una esfera naranja, la lanzó al suelo e inmediatamente se formó un escudo de forma oval, protegiéndolos a los cuatro. Las sagitas rebotaban contra éste, sin embargo, como empezó, los disparos cesaron rápidamente.

–No los lastimen –una voz salía entre árboles lejanos –Los señores del bosque ha permitido que ellos entren a nuestras tierras. –pronto dicho personaje se vislumbró, corrió hacia los chicos, cruzando el río con la ayuda de una cuerda que había procurado atar a la copa de un pino cercano a ellos. –Lo siento, mis compañeros no los reconocieron. –Era un joven de cabello castaño, piel blanca, sus orejas típicas de un duende, sus ojos de un verde esmeralda, alto. Sus ropajes eran de color platino – ¿se encuentran bien?

–Eh… sí –respondió Alan – ¿cómo sabían que…?

–Su madre –afirmó el muchacho –envió una lechuza a la Dama, mencionando que sus mensajeros llegaban hoy, cuatro jóvenes con sus características, dos chicas y dos jóvenes…

–Vaya, así que ya sabe de nuestra compañera –comentó Iris –no me sorprende, ella tiene la habilidad de ver lo que va a pasar.

–Tú debes ser Iris –la iba saludar, tomándole la mano para besarla, pero la joven lo miró con desafío diciéndole "ni lo intentes" –Oh, lo siento. Por otro lado, tú eres Hellena –ella se puso un poco nerviosa por el acto del joven elfo. Se dirigió al rubio –El mayor del grupo, Alan –le estrechó la mano –y tú, Kai –sólo lo observó, tal vez porque el bicolor lo veía con frialdad. –Mi nombre es Cedirec. En fin, los ayudaré a cruzar el río.

Así lo hizo. Los jóvenes terminaron de pasarse al otro lado. Otros dos elfos bajaron de los árboles. Una era una elfina de cabello rubio, orbes verdes, largísimo hasta los tobillos, vestida toda de blanco. Un joven de cabellos negros, piel semi-morena, ojos grises, se colocó a su lado. Se notaba el gran parecido entre dos razas en aquel muchacho, la de los anteriores y la humana. Observaron la belleza del lugar, no se igualaba ni a los bosques que se encontraban en Mille Sesseau.

Ahí no acabó su asombro por el lugar. Cuando llegaron a la ciudadela se quedaron Aquellos seres habían hecho un buen trabajo en la construcción de la misma. Las casas se encontraban encima de los árboles, en varios niveles, inmensamente bellas. Para Alan, ni siquiera los edificios winglies de Ululara se comparaban con estos. Incluso el aire de ese sitio, era cálido, a diferencia del resto del bosque.

–Oh por cierto, no les he presentado a mis amigos, ella es Kalahari –señalo a la chica –y él, Alanis, un medio elfo. Descuiden, pronto llegaremos ante la Señora del bosque.

–Entonces es cierto, una matriarca es la gobernante de la raza de la Gente Alta –murmuró la bicolor.

–Ella es Selenie, desde hace tiempo guía a nuestro pueblo. –comentó el semi-elfo

–Había escuchado sobre ella, pero se habla de ella como si fuera un mito. –expresó Alan.

–Hum… quizás por la razón que se creía que había perecido en batalla hace siglos, o al menos así lo hacen creer los winglies. En fin subamos a este árbol.

Era el más grande de la zona, además de contar con varias "casas". Cuando llegaron a una de ellas, encontraron a viarios elfos viniendo y yendo de un lado a otro. Se sorprendieron por la presencia de los extraños, causando un murmuro general. Siguieron su camino a lo más alto del árbol. En esa "residencia" era mucho más bella que la anterior, podían vislumbrar como la luz solar se filtraba entre las ramas y las hojas del mismo. Las paredes hechas de la misma madera y en ocasiones, cortinas de hojas que llevaban a otra habitación.

Vislumbraron un trono de una madera roja, en él a una elfina de piel clara, ojos verde-azules, muy alta, de cabellera negra como la noche, vestida con túnica blanca con tonos celestes. En sus orbes se admiraba una gran sabiduría adquirida por los años, a pesar que se veía tan joven. Los chicos "duendes" se dirigieron hacia ella, hablando en su propio dialecto. Se retiraron todos, con excepción de Cederic, que se quedó a su lado derecho, de pie. Ella los miró con dulzura, al mismo tiempo que les sonreía.

–Bienvenidos sean, mis niños, a la tierra de la Gente Alta, como ya se los ha contado mi hijo, soy Selenie, matriarca de mi gente.

– ¿Su… hijo? –contentó sorprendido Alan, mientras el joven disimulaba una pequeña risa.

–Si, aunque todavía es un chiquillo de 17 años –Ced se sonrojó un poco por la pena –En fin, mis estimados guardianes, el pedido que su madre me encargó desde hace tiempo, estará dentro de tres días. Ah no se preocupen las espadas ya están listas, pero los báculos… aun falta forjarlos por completo. Podrán descansar en este lugar, además de cambiar ciertas armas –miró a la pelinegra, después a los gemelos y por último a Alan. (N. A. pues al enfrentarse al dragón quedaron inservibles, la mayoría) Habló con su retoño en su idioma, observó a sus huéspedes, dirigiéndoles una sonrisa.

–Síganme, los llevaré a sus habitaciones.

Salieron de ese salón, caminaron por ciertos pasillos, derecha, izquierda, de nuevo a la derecha, ahora al frente. Llegaron a dos cortinas de hojas blancas, una del lado diestro, otra del zurdo.

–Bueno, chicas ustedes dormirán en esa –señaló la de la derecha –ustedes dos –refiriéndose a los jóvenes –en ésta. Podrán pasearse por todo el lugar, pero no se les permitirá bajar del árbol, aún nuestro bosque es un peligro en estos días. Cuando anochezca, vayan al Gran Salón, ahí los esperaré para llevarlos al comedor, deben estar cansados de comer siempre lo mismo. Nos veremos después.

Se asearon, descansaron un poco. Iris, por su parte, se fue a recorrer los pasillos. Aunque quisiera negarlo, le gustaba el lugar, tal vez sería por la magia de los mismos elfos, pero se sentía una paz difícil de explicar. También, que a diferencia del resto del bosque, ese lugar era cálido, como si fuera primavera. Siguió su camino.

Por su parte, Kai, se había quedado dentro de su habitación, su hermano se había ido con algunos habitantes de lugar, quería aprender algo sobre ese pueblo. Miraba su talismán, brillaba tenuemente por la misma luminiscencia que entraba en el cuarto. Meditaba sobre lo ocurrido, desde que supo que era un elegido, hasta el encuentro con la Gente Alta. Había pasado más de la mitad de su tiempo límite con reunirse con los otros. Aún en su cabeza divagaba la pregunta que quienes serían… Cayó la noche en aquel bello bosque. Tomaron una pequeña merienda con Cederic y su madre. Terminaron, Selenie les empezó a hablar sobre la leyenda de la creación…

–Según los antiguos escritos, comenzó hace 4000 años. Se menciona que toda la vida proviene del Árbol Divino. Creado por Soa, las especies surgen de él.

– ¿Sabe dónde se localiza? –preguntó Alan.

–Mmm… se comenta que se encuentra en el mismo desierto de la Frontera de la Muerte, en su cenit se halla la mismísima Luna que nunca se oculta. Se rumora que en ese satélite reposa el cuerpo del Virage Embrio. Acordándome de una cosa, hace 16 años tomó un color rojizo…

–Pero eso significa… –expresó sorprendida Hellena.

–Sí –interrumpió Cederic –indicó que el humano poseedor del alma del V. Embrio había nacido. Generalmente surge el infante con un gemelo, aunque claro, en toda regla hay excepción…

–Sin embargo –habló Selenie –Nunca se había encontrado a tal persona, ni siquiera los winglies

–Y es una suerte para nosotros, en especial. –explicó la ojirroja. –Sería el fin si Melbu Fragma hallara aquel ser, desde hace tiempo lo ha buscado por todo el continente.

–Espera, recuerdo esa información –dijo Kai, miró a su hermana –lo vimos en Historia. Cada 108 años, el niño de la Luna, renace, puesto que dicha fecha, pertenece a la especie de ese número, la de los Virages…

–Exacto. Ahora retomemos otro tema, los Dragoons. Aquí tengo en mi presencia a uno de ellos –observó a la joven pelinegra –además que conozco a Shirley, desde que obtuvo el Espíritu del Dragoon de la Plata Blanca. Son nueve en total, cada uno a los elementos que existen en nuestro mundo. Existe un gran peligro en usarlos…

– ¿cuál es ese problema? –comentó con nerviosismo Hellena.

–No te preocupes, el tuyo es diferente, puesto no necesitaba guardián que tenga un pasado oscuro. De todas maneras, si no se cuidaban los restantes, podrían caer en una locura incontrolable. Creo que conversamos todo lo que teníamos que decirles, es mejor que se vayan a dormir. –Salieron del salón y se dirigieron a sus cuartos en silencio.

–Hum… ¿por qué nos habrá mencionado la leyenda? –por fin habló Kai. –Ponernos un obstáculo más, por así decirlo, el niño de la luna

–Pero me hubiera gustado que nos explicara la fecha exacta, por el mes… –murmuró la pelinegra. –Yo nací hace 16 años… –Se metió a su cuarto.

–Ustedes deberían preocuparse también –mencionó Alan –recuerden que Cederic nos indicó que generalmente había nacido con un mellizo –el también ingresó a su habitación.

–Chistoso, él no tiene por que preocuparse –expresó fríamente Iris –pero en cierto modo tiene razón…

–Yo lo dudo, hermana que tú o yo seamos el niño de la luna, no somos completamente humanos…

–Hum… quizás, pero el destino puede ser tan caprichoso… buenas noches, Kai.

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Han pasado 2 cortas semanas, la verdad, ellos habían disfrutado su estancia en ese sitio, pero lamentablemente el tiempo apremiaba. Los elfos les entregaron seis filos de espadas, algunas delgadas, otras gruesas, altas o pequeñas. Brillaban como si fueran hechas por luz de la misma luna, sin embargo, Selenie les explicó que era de plata legendaria. Además de eso, ella les dio otras cosas más…

–Verán, su madre me había informado que no pudo encontrar alguna cosa relacionada con los entes restantes, tomen –le entrega a Alan una pequeña caja de cristal, en la cual se hallan una flor de cerezo y un bigote, con un pergamino –cuando llegue el momento, se forjaran con su respectivo talismán.

–Pero falta uno, conté y eran tres dijes, tres joyas.

–La última esencia deberán encontrarla ustedes, porque ni nosotros sabemos de que ente nuevo se trate.

–Espere ¿cómo que existe otra bestia sagrada? –preguntó Kai, incrédulo.

–Aún no –expresó con calma –en un futuro no muy lejano. Quizás durante la guerra, no puedo asegurarles nada, los centauros lo predicen, sin embargo, saben que hasta ellos pueden equivocarse en eso de leer las estrellas. –Cederic trajo consigo tres báculos de metal blanco, con otro pergamino –denle esto a Mizuhara, ella sabrá que hacer con esto. –Kalahari y Alanis llegan en ese momento con algunos carcaj de piel con flechas de plata, arcos de madera alba y un grupo de dagas del mismo material que las saetas, uno de cada cosa para los jóvenes. –Para terminar, tomen esto, les servirá mucho en su viaje.

Se despidieron de la matriarca, de los habitantes de aquel bosque. Cederic y sus amigos los acompañaron por el mismo camino por el que llegaron, hasta el río. El chico ojiverde, los ayudó a cruzar el cuerpo de agua.

–Gusto en conocerlos, guardianes, espero que nuestro destino se atraviese de nuevo. Nos vemos. –El joven regresó con sus amigos, se despidieron de los chicos y se adentraron de nuevo a los bosques.

Viajaron durante dos semanas hacia la salida de aquel espeso boscaje. Por fin salieron, pero aún no llegaban a Bale. En eso se encontraron un grupo de orcos, seres parecidos a duendecillos, pero con cara de cerdo o de un jabalí, peludos, corpulentos, y claro con un cierto aroma… (N. A. no encuentro palabras para explicarlo, porque su olor…). Se dedicaron a pelear contra los jóvenes, los superaban en número, ni siquiera con la ayuda de Esmeralda pudieron contra ellos. A Hellena la rodearon unos diez, estaba asustada, puesto le habían quitado sus armas y sus pociones.

–Esa chica tonta… –El bicolor se dirigía a ayudarla, pero un séquito de estos seres se lo impidieron. No eran los únicos, sus hermanos intentaron lo mismo, pero sin éxito.

Instintivamente, la chica tomó con su mano su Dragoon. Resplandeció intensamente una luz blanca-verdosa, un tornado de hojas de esas tonalidades rodearon a la muchacha. Sólo se apreciaba la iluminación de la piedra. Cesaba, al mismo tiempo, Hellena revestía una armadura de un verdor claro, una falda que simulaba los colores del pasto, con algunos tonos naranjas, celestes. Sus guantes, el derecho, negro con una luna plateada, con el antebrazo cubierto de coraza alba-azul, mientras la otra, era blanco con un sol dorado, forrado con protección del mismo matiz del resto de su vestimenta. Zapatillas del color del conjunto. En su frente, una cinta con siete joyas amarillas circulares de distintos tamaños, sus alas (N. A. muy parecidas a las de Strata Dragoon, sólo que eran de un amarillo claro que se oscurecía a un naranja pálido). Su cabello estaba recogido en una coleta.

Los chicos se habían quedado impresionados por la transformación de Hellena, más porque los orcos que estaban junto a ella, corrieron despavoridos hacia el bosque, dejando sus cosas en el suelo, por la impresión. Tomó su arco, que adquirió un mayor tamaño, y una forma muy similar a la de una ballesta, Observó a sus compañeros, teniendo fe en lo que se proponía a hacer…

–Rápido, aléjense –les gritó. Ellos dudaron un momento, pero prefirieron quitarse de ese lugar, dejando sólo a los orcos.

Agitó sus alas, se elevó a unos tres metros. Una niebla surgía de quien sabe donde, el lugar se oscurecía, tensaba su arco la saeta era de una luz blanca. La niebla estaba, tanto en la flecha como alrededor de los seres con quienes combatían. Al grito de Ráfaga de la Selva Negra, un viento se desató, atacando a los agresores. Algunos perecieron, otros simplemente se largaron con el rabo entre las patas. La chica descendió, una nueva luminiscencia emergió de ella, volvía a su forma original. Sintió un leve mareo, miró a sus compañeros, después se desplomó en el suelo.

–No se preocupen, estará bien. –mencionó una voz a sus espaldas. Ellos se prepararon para atacar –descuiden no les haremos daño. –era un joven de aproximadamente 21 años, tez que posiblemente fue blanca, puesto que ha adquirido un matiz moreno, sus ojos azul cielo, cabellera rubia y alborotada, lucía armadura roja.

–Zieg tiene razón, niños. Además serían una pérdida de tiempo en ocuparlo en ustedes –una muchacha les mencionó, esbozando una sonrisa sarcástica.

Era una mujer de la misma edad que el hombre, era de piel blanca, ojos azur oscuro. Poseía una cabellera negra y larga, en ésta una especie de diadema con "orejas" de la misma tonalidad de su vestimenta, marino con dorado, cubría desde sus hombros, al igual que sus manos, hasta sus muslos. Sus botas eran singulares, la de la pierna derecha, muy larga, la otra llegaba apenas al tobillo, eso sí del mismo color.

– ¿Quiénes son ustedes? –mencionó con enfado Kai

–Semi-winglie, tranquilo, te lo vuelvo a repetir no les haremos daño. –Miró a Hellena – ¿Es la primera vez que se transforma?

–No han contestado la pregunta –comentó fríamente Iris – ¿Qué interés tienen en una Dragoon?

–Ella tiene razón, ustedes…

–Rubio oscuro, carácter, y si tuvieras anteojos… Hum… ¿eres familiar de Syuvel? –comentó la mujer. Pero al ver su cara de sorpresa le dijo –Lo conocemos, puesto que nosotros, también somos Dragoons –ambos les muestran unas joyas similares a las de Hellena, sin embargo, la de él era roja, y la de la chica marino oscuro. –Mi nombre es Rose.

Los miró secamente, después observó a Hellena. Se dirigió a la joven, le administró una poción amarilla. La joven recuperó el conocimiento, pero aún se sentía algo mareada. Miró estupefacta a Rose y a Zieg, pero en ese momento su espíritu del dragón brilló intensamente, al unísono con los de los dos extraños.

–En fin, niños no se metan en más problemas de los que deberían –les mencionó la joven –por ahora…

–Hum… mira, Rose, son los guardianes –comentó el de armadura escarlata al ver los dijes en sus cuellos. –Deberíamos discutirlo –ambos se apartaron de ellos, conversaban entre sí. Alan pudo escuchar algo.

–Deberías acompañarnos. –mencionó el hombre.

–Ella tomó su determinación hace tiempo –interrumpió Kai –irá con nosotros.

–Lo correcto sería que ustedes se la llevaran –expresó Alan –sin embargo, me parece que lo mejor sería que ella decidiera, no nosotros.

–Hum… tienes razón –afirmó la mujer –y bien, niña ¿cuál es tu decisión?

–Déjenme entrenar por mi cuenta, sé que es arriesgado, pero… yo siento que no es tiempo de irme, algo me dice que tengo que estar con los guardianes… –expresó con valentía la joven. –Me reuniré con los Dragoons algún día, pero no hoy.

–Como quieras Zieg, ya oíste su decisión –se recargó en un árbol y habló secamente.

–Esta bien -le esbozó una sonrisa –sólo toma esto, son fáciles de conseguir en los pueblos de magos –le entregó unos frascos de sustancia ámbar –no dudo en que nos volvamos a ver –les dijo a los guardianes. Ambos extraños se internaron en el bosque. Se quedaron sorprendidos por todo lo que pasó los cuatro.

–Bueno… sólo nos quedan aproximadamente dos meses, debemos irnos –sugirió Alan.

Después de andar mucho, por fin salieron de aquel bosque. Se dirigieron al pueblo de Bale, tal ves se debiese a la lejanía y en el lugar donde estaba, pero era un sitio hermoso. Varios pobladores iban y venían, vendían, compraban, tanto armas como pociones y alimentos. Había un río de aguas cristalinas cruzando el pueblo.

Observaban niños jugando, sin que aquellas criaturas inocentes supieran que existía una guerra o esclavitud. Por su lado, los gemelos habían cambiado su apariencia, ambos tenían los ojos grises, su cabello era en su totalidad azur. A Hellena se le hizo divertido cuando Kai se rehusó en un principio a transformarse. Al chico no le hizo gracia.

–Vaya esos si tienen más energía que el molesto de Dimitri. –Comentó Iris – ¿a que querías venir al pueblo, Alan?

–He escuchado que hay una librería de muggles y magos, los mejores…–ingresó a una casita de un piso

–Lo ha escuchado, o lo ha leído a mi parecer –murmuró a su hermano.

–Es probable, nunca se le quita lo curioso. –negó con la cabeza Kai.

–Lo oyó de mí –interrumpió la joven pelinegra –le comenté acerca de este sitio, Shirley compraba aquí varias cosas. Además pienso que debo reabastecerme en algunas cuantas pociones, me quedan pocas.

–Quizás tengas razón, Wood… pero ¿para que querrá los libros?

–Bueno, hay un volumen que nos servirá de referencia en cuanto a hierbas y hongos.

–Ustedes traen consigo algunas sustancias que nos pueden ser útiles en la fabricación

–Deberíamos descansar¿qué opinan chicas, está anocheciendo.

–Ahora que recuerdo, hay un refugio aquí en Bale.

Esperaron a Alan, en efecto, traía el libro, más un mapa de Tiberoa, que más tarde sería útil. Al fondo del pueblo se encontraba una choza, la más grande del sitio. A un lado, había un médico, que no sólo curaba males comunes, sino también causados por hechizos. Se separaron, las chicas se prepararon para dormir, Iris estaba revisando sus cosas, cuando encontró las varitas de ella y de sus hermanos.

–Nos hemos olvidado de esto –pensó –Esto nos será de utilidad.

Partieron de pueblo a la mañana siguiente. Apartados del lugar, Iris llamó a Coloon. Hellena se sorprendió al verlo, más al oírlo hablar. Les comunicó que en unas horas llegarían a su destino. Mientras tanto, Alan leía el libro, mientras la pelinegra les comentaba las diferentes clases de pociones de ataque y que ingredientes llevaba cada una. Por fin aterriza en un hábitat desértico.

–Deben cruzar los cañones, no puedo estacionarme más cerca del valle, porque ahí habitan los Gigantos.

–Bonito lugar que escoge Mizuhara para hacer su hogar. –expresó Kai con sarcasmo.

– ¿Cuánto tiempo nos llevará cruzar la cañada? –preguntó Alan

–Dos semanas, tres días para llegar el valle. –contestó Coloon.

–Un mes y una semana aproximadamente. Bueno, las reservas de alimento nos servirán para dos meses. –aludió la bicolor.

–Vaya y con todo lo que tenemos que cargar…

–No te preocupes, Wood, para eso tenemos magia.

–Eh… ¿Qué quieres decir Iris?

–Bueno trajimos varitas, no sólo como adorno. Al menos aquí no abundan los winglies, será seguro…

–Claro, y no correremos riesgos como en Ululara¿cierto Iris? –le dijo con ironía su mellizo.

–Muy gracioso, hermanito. –le respondió con frialdad.

–Dejen de pelear, por cierto, Hellena ¿podrás soportar el clima desértico?

–Eh… no lo había pensado. No se preocupen por mí, deben entregar el pedido lo antes posible.

Emprendieron el viaje hacia el valle. No tuvieron problemas en cruzar, ni si quiera por los escorpiones gigantes que habitaban el lugar, de los cuáles obtuvieron un antídoto que los winglies sabían hacer. Salieron de aquel lugar en una semana y media. La temperatura se volvía más agradable mientras llegaban a su destino. Entraron a una arboleda.

–Bueno, por aquí debe vivir la bruja Mizuhara –comentó Alan –Hey… esto no es real… es un portal…

–Buen hechizo de la bruja Mizuhara –definió Iris –sigamos.

Entraron por el portal, no sin antes que los mellizos cambiaran de aspecto, como pudieron apreciar, era un valle, había unas cuantas casas. Preguntaron a una pelinaranja dónde vivía, ella los llevó hasta su casa, la cual se encontraba hasta el final.

–Aquí es –expresó Emi –es raro que reciba visitas –pensó, mientras entraban a la vivienda.

–Ah, hola Emi –la saludó Max –Eh… ¿Quiénes son tus acompañantes?

–Vienen a ver a Helga, Maxie. –al oír esto el chico se sorprendió.

–Síganme –comentó el rubio.

No hablaron en absoluto, llegaron con Helga la cual les preguntó a qué venían. Alan le mencionó que eran de parte de Rowena. Le comentó que la siguieran, hasta que llegaron con su esposo. Ahí le entregaron las armas, las cuales prometieron tener para dicha fecha en que se encontrarían con los guardianes a su lado.

Se fueron de ahí sin ningún problema. Cruzaron el cañón, pasando ya el mes y una semana que expresó la bicolor hace tiempo. Ella llamó a Coloon, el cual los transportó hasta Bale.

–Lo siento, pero de aquí usarán lo que les queda de tiempo a ir al bosque, yo no puedo cruzar ni aterrizar por ahí.

Se despidieron del "alado". Ahora debían continuar. Afortunadamente contaban con Hellena, autóctona del país, siendo su guía.

–Continuemos, esperemos que lleguemos a tiempo. –expresó Alan

Y así pronto se aproxima el fin de su travesía solos, porque ya se reunirán con los que serán sus compañeros, sin imaginar que ya conocieron a uno de ellos.


Lechucería Hiwatari

Por fin, después de un largo tiempo de estar con mi otro fic, (K: en el cuál nos "mató" a la mayoría de beyblade) ahora sí, aunque creo que los voy aburrir con esto (K: ¬¬ En serio) Por cierto, aunque no le guste a mi hermanito, va acompañarme en esta sección (K: por petición de una de sus lectoras) yo diría de muchas, en fin a contestar los RR:

bloodykittycat: O.K. como ves ya le seguí, solo que tranquila (K: su imaginación ya no da para más) muchas gracias Kai.

Kaira: Trataré, ahora lo que no me sobra es tiempo ni imaginación sólo espero que sean más pacientes. Muchas gracias por tu mensaje de navidad y año nuevo, ya lo leí.

Nos leemos después.