Alone.

Parte dos.

La última vez que pasé con ella fue un par de semanas antes de año nuevo, como un regalo, antes de que, con la firme intención predestinada, descubriera su situación.

Y lo logré.

Ella estaba sola, ese era el objetivo principal. Que se diera cuenta de la realidad, que dejara de aferrarse a lo que estaba terminado ya, que se arrepintiera de todo lo que ha hecho.

Pero…

Por alguna razón, yo tampoco me sentía muy tranquilo que digamos.

Sabía que algo estaba marchando mal, razón por la que en año nuevo fui a la casa, y la descubrí bailando.

En mi vida había visto acontecimiento parecido. Ejecutaba con una precisión increíble las danzas, y al verme, comenzó una totalmente diferente, un baile que nunca había visto.

Bajo la lluvia, expuesta a sufrir de pulmonía o algo así, a menos de 2 centígrados de temperatura y bailando sin parar, era obvio que iba a desmayarse.

Con suma discreción, logré meterla a su cuarto, cambiar sus ropas y abrigarla de manera que no se enfermara, y me quedé contemplándola unos momentos, mismos que se volvieron horas.

Y descubrí algo que no podría pasar desapercibido, por lo que llamé de inmediato a Hatori, y me fui de ahí, ya que si me quedaba, le estaría dando el triunfo a ella.

--Esta parte ocurre fuera del POV de Shigure

Hatori arribó a la casa principal de Sohma, y para su sorpresa, no había casi nadie alrededor, como si, con el hechizo librado, cada quien hubiera buscado su propia salida.

Caminó por los casi desiertos pasillos, provocando sorpresa en la poca servidumbre que quedara, más por dinero, por costumbre.

-¿En donde está Akito?

-En "ese" cuarto.

Suspirando de forma pesada, Hatori se dirigió en silencio al cuarto oscuro, que no solo servía para "encerrar" a determinados Sohma, sino que en los últimos años servía de refugio a Akito.

-Hola.

Ella se levantó de golpe, no esperaba la visita de nadie, desde que decidió cerrar su corazón a todo y todos, lo único que esperaba era la muerte.

Pero también, desde el fondo de su alma, deseaba una oportunidad, por tarde que fuera.

-¿Qué haces aquí Hatori?

El médico se acercó hasta ella para evitar que cayera, y descubrió que, no solo la consumía una fiebre tal vez mayor que las que anteriormente atendiera, sino que estaba muy delgada, demasiado considerando su constitución, al punto de pensar que de solo tocarla la rompería. Su cabello estaba un poco largo y su cara se veía un poco más redonda.

-¿Qué haces aquí? Dije a todos que quería estar sola.

El vacío que mostraba Akito en sus ojos caló directamente la conciencia del médico, recordándole, por unos instantes, que ese mismo vacío lo vio en los ojos de Kanna al creerse culpable de una jugarreta más del destino.

-Vine a ver cómo estabas. ¿O prefieres que me vaya?

-No tengo nada para ofrecerte, solo un poco de té.

-No tienes que darme nada. Vine a ver cómo sigues.

Hatori abrió su estuche y comenzó a auscultar a Akito, quien respondiera de forma casi mecánica a cada pregunta.

-¿Cómo te has sentido en los últimos días?

-Con mucho asco, casi no puedo retener lo poco que como, y estas malditas fiebres me están volviendo loca, ayer le hablaba a una planta creyendo que eras tú.

-¿Algo más que deba saber?

Ella guardó silencio unos instantes, después, casi como si no quisiera decirlo, tomó la mano de Hatori y la dirigió a su vientre.

-Hay algo aquí, lo he sentido.

-¿Hace cuanto que te sientes así?

-Dos o tres meses, ya no estoy segura. Fue antes de año nuevo.

Hatori sacó una jeringa y tomó una muestra de sangre de Akito. Después la guardó en su maletín y dejó unos medicamentos con un par de indicaciones.

-Por el momento, hasta no saber qué tienes, solo puedes tomar eso para reducir la fiebre. Mañana temprano volveré a verte.

Se dispuso a salir, pero instintivamente, volteó y descubrió a Akito llorando.

-Tienes miedo de morir sin verle de nuevo¿verdad?

Ella negó con la cabeza.

-No es eso –comenzó a llorar con mayor fuerza- es… es solo que…

Hatori se acercó hasta quedar frente a ella y limpió sus lágrimas.

-No me da miedo morir, y me da igual si él vuelve o no –escondió su rostro en sus manos- pero… no quiero morir sin… sin decirles cuanto los quiero, cuanto los he amado realmente y… y cuanto lamento… haberles hecho tanto mal… aunque no me perdonen nunca… yo –se volvió a tocar- yo no quiero que él o ella sufra por mi culpa, tampoco quiero… tampoco quiero que muera…

No pudo decir más. Hatori la abrazó con una verdadera ternura, ya que la Akito que tenía frente a él no era una persona mala que se halla arrepentido por la soledad, sino una persona que por la misma soledad y falta de un amor firme actuara según las circunstancias que más la marcaron.

Ella siempre estuvo sola, y él no se dio cuenta de ello hasta ese momento.

-Ya no llores, por favor Akito. Te prometo que no pasará nada malo.

--Comienza de nuevo el POV de Shigure

Hatori llegó hace poco.

Como los chicos aún estaban en la escuela, se me hizo más fácil platicar con él, y creo que a él también le facilitó las cosas.

Pero no esperaba que fuera directo al grano.

-Shigure¿no crees que ya fue demasiado?

-¿De qué hablas?

-Akito.

-No empieces con eso, por favor –encendí el cigarro, pero ni yo pude disimular mi propio nerviosismo- te dije que era necesario, y no pienso dar marcha atrás.

-Pero… Comprendo perfectamente a lo que te refieres, sin embargo, en el estado en el que se encuentra, esto no debe seguir así…

-Hatori, no quiero saber ya nada de Akito¡debe pagar y punto!

-¡Está embarazada¡Y si sigue así pueden morir¡Ambos¡¿Eso no te importa!

-¡Claro que me importa¿O acaso crees que soy estúpido? He tomado una decisión, y no me detendré hasta lograr mi objetivo.

Hatori no terminó su cigarro, se levantó y, sin decir más, disponía a irse.

-Pensé que te quedarías hasta la hora de cenar –traté de detenerlo.

-Me encantaría, pero volveré donde Akito.

-¿Qué! –realmente me sorprendí con eso- Creí que todos decidimos apartarnos de su lado, que ya no seríamos suyos.

-Tienes razón, como persona, no podría soportar ni un segundo más a su lado, pero como médico, ella es mi paciente, y el deber de un doctor es curar, no juzgar.

-¡Oh! Supongo que deseas que de todos Akito tenga la mejor imagen de ti.

-Nada que ver Shigure –tomó su saco y abrió la puerta- pero esto es estúpido, y mis pacientes son prioridad.

Sin lugar a dudas, Hatori tiene un cariño a Akito.

En toda la tarde, no pude escribir ni una letra. Mitchan lloraba de la desesperación, y no tuve de otra que pedirle al editor un "permiso" de una semana para evitar que se suicidara.

-¿Sucede algo malo Shigure? –preguntó con auténtica preocupación Tohru.

-Nada en especial, solo estoy pensando.

Los chicos se miraron entre sí, al parecer concientes de la situación.

-Si se trata de Akito, la idea fue tuya, pero todos hemos tomado una decisión –puntualizó Yuki- y Hatori tiene razón, es estúpido todo esto.

-Un momento –interrumpí con absoluto derecho¿cómo se enteraron de lo que pasaba si ellos estaban en la escuela y volvieron de inmediato a la casa? -¿Quién les dijo?

Los tres guardaron silencio, pero Tohru tomó la palabra.

-Yo les dije que estaba preocupada por Akito, y… no fuimos a la escuela por verla, y nos hallamos a Hatori, quien nos contó todo.

De nueva cuenta, un incómodo silencio se formó.

-¿Realmente odias tanto a Akito como para hacerle sufrir de esta manera?

-Sabemos que ha hecho de las suyas y que en ocasiones suele ser muy posesiva, pero últimamente ha cambiado, y lo has visto.

-Además, está muy enferma¿Crees que vale la pena que la hagas sufrir de esta manera?

-Bueno, esto parece conspiración en mi contra. Tiempo atrás le dije a Hatori que Akito sufriría las consecuencias de sus propios actos, y esta es justamente la cuenta acumulada de ello.

-Pues en lo personal, has llegado demasiado lejos –dijo casi gritando Yuki.

-Yo creía que eras un depravado, pero me doy cuenta que estás totalmente enfermo.

-Shigure¿Por qué no vas a verla? Ella te extraña demasiado.

-¡Ya basta! –Les dije dándole un fuerte golpe a la mesa con ambas manos- No quiero oír ni una palabra más.

Me encerré en mi desbaratado cuarto y, quitando algunas cosas de mi sillón, traté de dormir para olvidarme del asunto, pero ni eso podía.

-Increíble, ahora ni dormir puedo.

Traté entonces de pensar en ella, y esa última imagen que tuviera de ella, desmayada, triste, totalmente sola, abarcó por completo mi mente.

-Basta…

Y al tratar de recordar su sonrisa, o cualquier otra de sus expresiones, me fue imposible.

Cada recuerdo que en mi mente llegara de ella, eran recuerdos llenos de dolor.

Y todos tenían relación conmigo.

FLASHBACK

"-Shigure¿verdad que me quieres?

La miré sin cambiar mi expresión en ese momento. Todas mis frustraciones, problemas y presiones, tanto de la escuela como de la familia, me tenían agobiado, y no estaba de humor para pensar en ella.

-¿Quererte a ti? No seas estúpida. Nadie puede querer a una persona que solo está viva para morir.

Descargué mi ira en contra de ella, como hiciera su madre, como hiciera cada persona ligada al hechizo tras haberla visto, como si ella fuera responsable de todos y cada uno de nuestros propios problemas"

FLASHBACK END

Desperté sorpresivamente, y lo primero que hice fue buscar un reloj. 3 con 15 de la mañana¿A qué hora dormí?

Pero no fue un sueño, eso pasó hace casi 18 años, y es cierto. Ella nunca ha tenido la culpa, sino nosotros, por que no la vimos como la persona que, en contra de su voluntad pero con gusto sostendría el hechizo de la familia para seguir viviendo, sino que la vimos como la responsable de todas nuestras desdichas, de nuestros problemas, del hechizo.

Dieciocho años.

¿Desde hace tanto tiempo la estoy lastimando?

Traté de dormir de nueva cuenta. Si seguía pensando en ello, enloquecería.

Pero tenían razón. Debía volver a verla. Ella ya no era la misma puesto que nunca tuvo la oportunidad de mostrarse como realmente era. De haberla tenido, no dudo que hubiera llegado a ser tan querida como su padre, pero creo que en parte él tuvo algo de culpa, ya que tampoco le permitió ser.

A la primera oportunidad posible, me dirigí casi a escondidas a la casa principal. Desde que el hechizo terminó para nosotros, el lugar comenzaba a verse desolado, casi abandonado.

Me escondí instintivamente al ver salir a Hatori del cuarto de Akito, y con él, a Aya.

Tal parece que todos están poniendo su parte para salvarla.

-¿Crees que sobreviva?

-Claro que vivirá, Ayame, aunque no parezca, ella en realidad es muy fuerte.

-Cierto.

Una vez que se alejaron, aproveché para acercarme un poco antes de entrar. No debía arruinarlo todo como de costumbre, por lo que tomé mi tiempo observando por la rendija de la puerta, ya que no la cerraron bien.

Se veía tan diferente, más que desde la última vez que la vi. Aún estaba algo delgada, pero no lucía pálida y sus ojos tenían un brillo que no había visto jamás en ella.

Al percatarse de que la estaba espiando, suspiró de forma pesada y entré a la habitación.

-¿Qué haces aquí, Shigure?

-Vine a verte, creo que ya todos lo hicieron y se vería mal si yo no venía.

-No tenías por qué venir, vete ya.

-¡Pero acabo de llegar! No me corras¿si?

Se formó un pesado silencio entre los dos. Y no era de extrañarse; habiéndola lastimado tanto, no la creería capaz de dejarme hablar, pero lo hizo.

-¿Gustas un poco de té?

-Me encantaría.

-Dile a Hatori –indicó Akito a la sirvienta una vez traído el té- que aún me siento mareada, que si no hay algo contra eso que no me haga daño para tomarlo.

-En seguida le avisaré.

-Creí que Hatori se había marchado.

Akito tomó algo de té, pero por lo visto no le sentó nada bien. Rápidamente busqué una servilleta, pero ella ya había solucionado su problema.

-No soy una inútil, Shigure, aunque sea un poco, puedo cuidarme.

-Un poco.

-¿De qué quieres hablar?

Guardé silencio. Si era necesario saber algo, debía preguntárselo sin causarle más daño del que ya le había hecho.

-¿Es…?

-¿Es qué?

-¿Estás esperando un bebé?

-Hatori dijo que sí. Yo lo sospechaba, pero como algunos síntomas ya los tenía, no tenía nada seguro.

¿Por qué soy tan tonto? Si yo mismo me di cuenta que había algo nuevo, no era necesario preguntarle. Pero es preferible a seguir en silencio.

-¿Y cómo vas a hacerle¿Qué pasará si pregunta por su papá?

Ella pensó su respuesta. Evidentemente no iba a ser fácil solucionar las cosas, tal vez jamás se solucionarán, pero es necesario hacer un intento. Sin lastimarla a ella ni mucho menos a nuestro bebé.

-No creo vivir para enfrentar eso, y me preocupa que llegue a darse esa situación. Si yo muero, se quedará solo o sola…

-No es cierto.

-¿Qué dices?

-No vas a morir. Y definitivamente nuestro bebé jamás estará solo. Ambos cuidaremos de él.

-¿Ambos…? –Akito comenzó a llorar- ¿Cómo puedes decir eso, si tu me juraste que jamás volverías a mi lado, que no me amabas realmente, que… que me odiabas?

La abracé procurando no lastimarla más; ella, por su parte, comenzó a soltar golpes que poco a poco iban perdiendo fuerza, mientras lloraba con intensidad. Más miserable no pude sentirme.

-¡Te odio! –Gritaba entre lágrimas- ¡Te odio¡Te odio¡Te odio¡Ojalá que te mueras!

-Lo sé. Por eso te pido una última oportunidad. Yo tampoco quiero que sigas sufriendo.

La solté un momento para contemplarla. Tenía ya mucho tiempo sin ver su rostro de cerca, y aunque no era ni el momento ni la situación, deseaba que descubriera que, de corazón, me hallaba arrepentido.

-¿Cómo sé que no estás mintiendo de nuevo?

-Primero, deja ir al hechizo, o quizá no podré pagar la deuda que tengo contigo.

-No creo que tengas crédito ni mucho menos ahorros¿cómo o con que planeas pagar?

-Hmm… ¿Casándome contigo?

Por la forma en que abriste los ojos, esperaste todo menos esto. Y comenzaste a reír de nuevo.

-¿TÚ... CONMIGO? XDDDDDD

-Tomaré eso como un sí, futura señora de Shigure Sohma.

-Entonces hay que preparar todo antes de que Shigure se arrepienta –dijo Hatori a los demás¡nos estaban espiando!- pero descuiden –sacó una jeringa- incluso si solo llega a pensarlo, tengo suficiente morfina para que no reaccione en un mes.

-¡Pe…pero no se trata de matarlo!

-No te preocupes, Tohru, el hentai no se escapará por que somos capaces de llevarlo a patadas ante la más mínima resistencia¿Verdad Yuki?

-Si, lo que digas gato botarate. ¿Para cuando la boda¿La planean para el invierno o el otoño?

-¡Un momento! –Gritó Akito- No quiero que mi bebé nazca y no estar casada. Tampoco quiero que nadie me vea totalmente inflada a la hora de la boda. Nos casamos esta misma semana y punto.

-Pero es muy pronto. Ni siquiera tengo contemplado un padrino, además, no tienes vestido, invitados, bufe…

Hatori, mi primo favorito, mi mejor amigo, me clavó amistosamente la jeringa con amenazas de vaciar su contenido. Que tierno de su parte.

-Quiero casarme por iglesia y civil, sin excepción. Y quiero que el pastel no esté dulce.

-Descuida. Nos encargaremos de preparar al novio.

-¡Y yo te haré un vestido tan hermoso que las divas europeas te envidiarán¡Debo ir a preparar todo, decoraciones, vestido y regalo¡Súper Ayame al rescate!

Solo le faltaba la capa y el escudo con la S y la A para ser tal y como dijo, puesto que corrió como el rayo directo a preparar todo.

No hace falta decir que durante toda la semana estuvieron más ocupados en la boda que en sus propios asuntos, mientras que a mí no me dejaron ver a Akito en toda la semana. Órdenes de Hatori.

-¿Qué les pasa? Primero quieren que vaya a ver a Akito, y ahora que quiero verla no me dejan. ¡Qué crueles son conmigo!

-No somos crueles, pero dicen que es de mala suerte ver a la novia antes de la boda.

-Y falta que te desmayes en plena boda. Akito te ahorcaría ahí mismo.

-No pasa nada. Miren, estoy tan tranquilo como siempre¿o no se nota?

Eso dije, pero el día señalado me ganó el pánico.

-¿Y si me da un infarto a media ceremonia?

-Por vigésima vez –saca la jeringa- ¿Algo más que tengas que decir?

-Akito se va a molestar más contigo si no te apresuras –Aya y su sabiduría-. Te casas en media hora y aún estás en pijama.

-¿Seguros que esta es la fecha?

Hatori, mi alma perdida, en quien más confío, me volvió a clavar con esa gentileza la jeringa, nuevamente amenazando con vaciar su contenido.

-Con eso demuestras cuanto me quieres.

-Y no te imaginas cuanto. Pero en este momento el importante no eres tú.

La hora de la verdad se acerca. Estábamos a punto de dirigirnos al lugar de la ceremonia, cuando sonó el teléfono.

-Yo contesto –dijo Hatori- ustedes suban al auto.

No supe cuanto tiempo estuvo hablando Hatori, pero cuando llegó donde nosotros, se deshizo de la corbata y dirigió el auto rumbo a la casa principal.

-¿Hatori? –el semblante de Hatori era casi lúgubre, y no se necesita ser un genio para saber que algo andaba mal- ¿Qué pasó?

-Akito.

Fue como hielo en la parte más sensible del cuerpo, Hatori aceleró y hasta se dio el lujo de volarse altos, casi provocando accidentes en todo el camino.

Algunas sirvientas esperaban fuera de la casa la llegada de Hatori.

-¡Dese prisa doctor¡Su bebé…!

Las sirvientas no pudieron terminar su frase. Los dos (por que Aya aún no bajaba del auto) corrimos a gran velocidad por los pasillos hasta el cuarto de ella, donde la noticia no se dio a esperar.

-¡Arght!

La escena era terrible. Una enorme mancha de sangre en su vestido, la palidez de su piel y una gélida sensación en el cuarto.

-¡Akito!

Su pulso era irregular, su cuerpo se enfriaba con facilidad y su mirada comenzaba a perderse.

-¡Akito! –La tomé de la forma más delicada posible en brazos- Resiste Akito, te pondrás mejor. Te lo prometo.

Comencé a llorar de la desesperación al sentir la sangre aún corriendo, no solo de sus piernas, sino de su boca. Se estaba ahogando y no paraba de toser sangre. Hatori intentó aplicarle una solución, pero ella rechazó el tratamiento.

-Akito ¿por qué?

Conciente de la situación, Hatori mandó que el resto de los familiares y sirvientes salieran del cuarto, dejándome a solas con ella, por última vez.

-¿Por qué, Akito?

-Shi… Shigure… ¿Verdad que… me quieres?

-No solo te quiero Akito. Te amo. Por favor, no me dejes.

-Yo… también te… quiero. Ya no… ya no te… molesta…re.

Y acariciando mi rostro con algo de torpeza, me dedicó su más dulce sonrisa, antes de entregarse al sueño de la muerte.

-¡NOOOOOOOOOOO¡Akito, resiste por favor! Hatori, haz algo¡No te quedes ahí parado!

-Ya no hay nada que hacer, incluso ella estaba conciente de eso.

-¿Por qué no me dijiste que le quedaba muy poco tiempo? –Me sentía totalmente frustrado- ¿Por qué no lo dijiste Hatori?

-Por que ella me lo pidió –Hatori se acercó hasta ella y movió un mechón de cabellos-. Sabía, desde que volví a verla, que le quedaba muy poco tiempo, y tenía la esperanza de saber si realmente la amabas.

Acarició con dulzura el rostro de Akito al tiempo que limpiaba la sangre de sus labios. Hatori no amaba a Akito, pero tampoco era indiferente a su dolor. Como médico, solo él sabía hasta que nivel Akito podría soportar vivir.

-¿Y si no hubiera concebido al bebé? –Pregunté con las pocas esperanzas que me quedaban- ¿Se hubiera salvado?

-No lo creo. Tal parece… que la idea de tener un hijo, le dio fuerzas para soportar un poco más el hechizo.

-Creí que había dejado ir al hechizo, que ya no estaba atada a él… -comencé a sentir como el piso comenzaba a girar y tuve que apoyarme en el suelo para no caer- Creí que ya estaba libre…

-¿Si recuerdas "el sueño"¿El mismo que tuvimos tú, Aya, Kureno y yo cuando nació Akito?

-¿Qué tiene que ver con lo que está pasando ahora?

-Tal vez nada… pero esa sensación de dolor –Hatori se llevó una mano al pecho, al tiempo que palidecía- es la misma.

No lo pensé. Ya no quería saber nada. ¿Por qué no dijiste que seguías con el hechizo¿Por qué me hiciste soñar con la posibilidad de compartir una verdadera vida contigo?

-Shigure… Quizá Akito nació para morir junto al hechizo. Como cada líder de familia.

-Pero si ellos mueren, todo termina¿no es así?

-Pero seguimos vivos. Quizá solo se necesitaba una vida para que las demás fueran libres¿o no te parece demasiada coincidencia al analizar las cosas?

-Tal vez tengas razón Hatori…

Pero esas palabras no me quitarán ese cargo en mi conciencia por matar a Akito. Jamás seré perdonado por destruir a un alma inocente

FIN