AMAR ES...
Por sumire-chan
Capitulo III: "Pilika... Tsuki... Tsubaki..."
- Pues... - duduó nuevamente.
- ¡¡Ya dime!! Oye, òó ¿a dónde se fue?
El muchacho sabía que cuando su hermana se metía en algún lío era Tamao quien la encubría, a su vez, esta no sabía mentir y se descubría fácilmente el engaño.
- ¡¡¡Tamao!! - se sintió una voz femenina y seria desde el otro lado del pasillo.
- ¡Debo irme! - explicó rápidamente la pelirosada escapando por donde había venido, olvidando por completo buscar una charola en el vestuario. ¡Siempre tan despistada! Si ni siquiera la necesitaba, pues era para Pilika, quien había salido a comprar unos ingredientes que ella, en la cocina, necesitaba.
- Ven, Len, no creo que Tamao vaya a decirme nada de mi hermana. --
- TT
Los dos siguieron a lo largo del pasillo y llegaron finalmente al salón principal de la cafetería, decorado con tonos muy bien elegidos, que pegaban perfectamente con los manteles y las cortinas. Las mesas estaban distribuidas perfectamente y había una larga barra detrás de la cual en los estantes se divisaban diferentes botellas de alcohol y otras bebidas. Había luces en el techo, lo que aparentaba, que por la noche, la cafetería se convertía en una disco moderna y peculiar. Había una abertura en el costado derecho de la pared con una mesita donde se colocaban los platos a repartir que provenían de la cocina; y a la lado de esta una puerta.
- ¡¿Dónde estabas?! - preguntó una joven mujer de apariencia seria y fría, suficientemente enojada como para atemorizar a Tamao, quien la miraba muy sumisa y callada - ve a buscar esa charola, hasta que esta niña regrese.
- Como usted diga, señorita Anna.
- ¡No exageres niña! - exclamó la muchacha de cabellos rubios - ¡Al fin te apareces Hoto-Hoto!
Len rió.
- ¿Acaso estás de vacaciones o algo así? Estamos por abrir y aún no hay nadie aquí.
- ¿Y mi hermana? ¿No ha llegado?
- La mandé por unas compras - dijo estirándose el delantal blanco. Llevaba el mismo uniforme que Tamao solo que su color era el rojo, estaba muy bonita, pues le sentaba bien el uniforme. Los zapatitos... las mediecitas rojas, el delantal, con todo era una camarera muy sexy. Pero todos sabían, quizás no Len, pero los demás sí, que Anna tenía dueño.
Y precisamente era él quien iba entrando tránquilamente por la puerta principal mientras se sacaba el abrigo, sonriendo, y dejando a descubierto el mismo uniforme que Hoto.
- ¡¿Y tu?! ¿Dónde te quedaste?
- Salí a correr, perdón Annita. Sabes que si no entreno por la tarde, no puedo hacerlo después.
- De acuerdo - suspiró - abre esa puerta.
- Sí, Annita, jijijijiji.
A simple vista, eran una pareja normal, pero cuando Horo comenzó a conocerlos descubrió los extraños que podían llegar a ser, tan distintos, tan peculiares. Anna siempre con su frialdad, su rostro estoico sin sentimiento aparente, e Yoh... con esa sonrisa pintada en los labios de la mejor de las maneras, y esas tan llamativas risitas que escapan de su rostro aveces frustrante para la jovencita que no podía hacerle entender que no le dijera Annita. ¡Con Yoh aveces no se puede! Pensaba la rubia terminando de mayorizar los ingresos y egresos del día anterior. Así, tomó una charola de detrás del mostrador, y observando con astío a la pareja que había entrado acaramelada se acercó a indicarles una mesa.
- Ese muchacho es el prometido de Anna - explicó Horo cuando el sonriendo joven se les acercaba - ¡Hola Yoh amigo! ¿Cómo estás?
- Muy bien, Horo, jijiji. . Tu...
- Len Tao - murmuró el chino extendiéndole la mano - vengo a ver por el puesto de repartidor.
- Perfecto. No es justo que... - iba diciendo Yoh Asakura cuando una mano le golpeó el hombro.
Volteó de pronto para encontrarse a su hermano mayor, observándole.
- Ehm... ¿Qué haces tu acá Hao? - preguntó el chico sin dejar de sonreír.
- ¬¬ Diablos, ¡¿Qué acaso tu no escuchas cuando te hablo?! Te dije que vendría a ayudar a la chica rosada en la cocina, idiota.
- ¡AH! - gotita general. - que bien, Annita se pondrá contenta. Oye, Hao, él es Lentado.
- ¡¡LEN TAO!! - exclamó el otro enojado.
Horo Horo comenzó a reir descontroladamente y el chino se volteó a asestarle un buen golpe en el estómago, haciéndolo soltar algunas lágrimas que tenía a punto de largar de tanto reírse. Eso enojó más a Len quien le golpeó en la cabeza más fuerte.
- ¡Auch! Contrólate - dijo parando lentamente de reír - ok, ok, ya entendí.
- Perdón, Len él es mi hermano Hao.
- Que bien - murmuró el joven mayor de ojos marrones y cabello del mismo tono largo amarrado en una cola de caballo baja, no tenía una sonrisa tan amplia como la de Yoh pero esta se dislumbraba un poquito en su rostro - Oye, voy a la cocina, si "la jefa" me necesita estoy allá. - dijo en tono sarcástico.
- Hao es todo un caso - comentó Horo - ahí viene Anna, es ahora o nunca, no creo que se niegue.
Pilika pedaleó más fuerte, al no ser mayor de edad, no podía manejar la motocicleta de Fumbari. Pronto llegaría a la cafetería, y tendría que volver a la fastidiosa rutina de atender las mesas y de aguantar que esos decerebrados que entraban solos comenzasen a gritarle cosas subidas de tono. Si bien su hermano se encargaba de todos ellos, a ella no dejaba de fastidiarle que le tomaran como una muñequita que sólo era un juguete. Ella, sin duda, deseaba algo más.
Estaba pensando en lo larga que se hacía la calle cuando recordó al joven de cabellos violetas, se veía... tan sexy con el sudor recorriendo su rostro y cayendo hacia su nuca, donde se perdía entre sus ropas. Ejem... tosió, de pronto comenzaba a sentir demasiado calor.
- ¡¿Nani?! ¡¡Pero si era él!! - exclamó deteniéndose, sus ojos se posaron en la figura que bajó en una motocicleta a gran velocidad. Dejó de pedalear: GRAN ERROR.
De pronto, la bicicleta fue hacia atrás...
- ¡¡¡¡¡¡¡KYAAAAAAAAAAA!!!!!!!!! - se escuchó por toda la cuadra.
Horo Horo suspiró, su "querídismo" amigo Len Tao había conseguido el empleo como cadete en la cafetería, no le desagradaba pero le parecía que ahora las chicas estarían embobadas con él, pues también era mesero cuando no repartía pedidos o iba en búsqueda de las compras. Precisamente, le habían enviado a llevar un pedido a no muy lejos, y había tomado la motocicleta de Fumbari. Era un buen modelo y al chino le había gustado.
Acercó el plato vacio al mostrador que había enfrente de la cocina y se recargó allí esperando que Tamao saliera en búsqueda del objeto para lavarlo; pero fue Hao quien salió.
- ¿Buscas a la rosada? - preguntó el mayor de los Asakura con una mueca.
- Sí, llámala, ¿quieres?
- y ahora soy mensajero, ok, ya la llamo - se volteó - Oye, Hoto, ¿Tu dulce y hermosa hermana?
- PRIMERO, soy Horo no Hoto y Segundo, ¡¡Ni se te ocurra mirar a mi hermana siquiera!!
- ¿De qué hablas? Tu no controlas mis ojos.
- grrr... Hao, no me hagas golpearte.
- Sí, jajajaja
Horo sintió como la risa se alejaba y se prolongaba. Odiaba cuando los sujetos se referían así a su querida e indefensa hermana. Ella era muy bonita, sí, no iba a negar que era la luz de sus ojos pero que ante todo era una mujer preciosa que podría atraer a muchos jóvenes, como sucedía en realidad, pero no le gustaba tener que reconocer los efectos que producía. Suspiró. Cuando no era el inglés, que a propósito aún no se aparecía, era Hao... todos parecían interesados en su hermana. ¡Un momento! Ni que se le ocurriera a Len también fijarse en ella, ya hablaría con él, claro... si recordaba hacerlo.
Por supuesto que era muy distinto la forma de enamorar que tenían los dos trabajadores de 'Fumbari'. Por su parte, Liserg era suave, encantador, lleno de halagos y demás atenciones. Y Hao, era gracioso, divertido, animado, iba con intenciones atrevidas hacia su hermana. Mil veces prefería a Liserg.
- ¿Necesita algo joven Horo? - preguntó Tamao mirándolo interesada.
- Ehmm... Quería preguntarte, ¿Cómo te fue en la entrevista?
- ¡Ah! Que bueno que pregunta, pues muy bien, dijeron que llamarían aunque lo dudo bastante.
- No te preocupes Tamao, estoy seguro que te aceptarán.
- Dígame, Joven Horo, ¿El joven Len tiene alguna relación con aquella empresa?
- Pues sí, es el hijo del dueño. Si quieres... puedo pedirle que te ayude a entrar.
- Oh no, eso no sería justo para las demás muchachas, no se preocupe, si no me aceptan ya buscaré algo.
- Eres muy buena Tamao
Ella se sonrojó y volvió a entrar en la cocina. Tamao Tamamura pertenecía a una familia muy humilde, donde tenía que darle a comer a cinco hermanos menores que ella y a su madre, que apenas si hacía alguno que otros trabajos, ella sufría de cáncer en los pulmones, y no le quedaba mucho tiempo de vida; así trataba de sobrevivir hasta que su hija cumpliese los 20 años, fuese declarada mayor de edad y pudiese hacerse cargo de su familia. Si no lo lograba era muy posible que tuviesen que separar a sus hermanitos.
Por eso, Tamao trataba de darles todo lo mejor, trabajaba en 'Fumbari', se compraba sus libros para estudiar, y ahorraba para 'chef' en la universidad. A su vez, buscaba otros empleos de medio tiempo incluso. Era una chica muy trabajadora. Uno de aquellos trabajos era como mucama en la casa de uno de sus amigos, en donde había conocido a Liserg. Él era rico y la había recomendado en su hogar, así sus padres habían aceptado pagarle considerablemente conociendo su situación. Allí también cuidaba y cocinaba a los dos 'hermanitos' de ese. Y Tamao... ella estaba muy contenta.
- Hoto-Hoto, no te quedes en la luna y ven a trabajar - gruñó Anna pegándole con su charola de plata.
- Auch... lo siento jefa.
- òó ¿Cuántas veces les habré dicho que no me digan jefa?
- jijijiji, Annita, es una muestra del cariño que te tienen - dijo Yoh a su lado con una enorme sonrisa en su rostro.
- ùu Yoh...
- ¿Si Annita?
- Cállate, ¿Si?
- Sí, Annita...
La rubia suspiró.
Pilika guardó la bicicleta en un pequeño cuarto en el pasillo de la cafetería, mientras caminaba renga, tontamente se había caído del vehículo cuando se fue hacia atrás en esa bajada. ¡Tonta Pilika! Por andar pensando en cosas que no debía, seguramente habría sido su imaginación. Entró en la sala principal y tomó su charola de la parte de atrás del mostrador. Dejó las cosas en la mesada de la cocina.
- Al fin llegas - comentó Anna fríamente.
- Perdóneme señorita Anna, tuve una caída - mostró su pierna por donde escurría un hilillo de sangre - ups, no me dí cuenta que sangraba - se le había abierto una rasgadura.
- Ven, ¡Yoh hazte cargo!
- Sí, Annita
- --U ven Pilika, te curaré el golpe.
Las dos se fueron al vestidor y Anna sacó un botiquín mientras Pilika se sentaba en una banca de hierro.
- Dime, ¿qué pasó? No eres tan descuidada como para caerte.
- Pensé que había visto a alguien conocido - murmuró sonrojada.
- Vaya, con que era eso... ese sonrojo significa algo - entre la frialdad que caracterizaba a la itako sonrió - dime, niña, ¿quién es?
- Un conocido, ni siquiera he hablado con él.
- Deberías.
- Seguramente.
- Bueno, es mejor que volvamos - miró su relog - es hora de que te presentes, Tsubaki.
- jejeje, me vestiré.
Len Tao regresaba muy tranquilo cuando vió a Horo en la entrada de la cafetería, estaba repartiendo unos volantes y estaba vestido muy raro, llevaba sus ropas comunes, al parecer, ya eran pasadas de las ocho de la noche. Y además tenía un antifaz pero estaba seguro que era él, nadie tenía ese pelo. Rió.
- Oye, Hoto, ¿Ya salimos?
- No, ¿Qué te crees? Apenas comienza la diversión - rió contento - ¿Todo bien?
- Sí, ya entregué todo.
- Perfecto. Ven, vamos a que te cambies.
- ¿Cambiarme?
La cara de Horo fue una de malicia. Lo que Len no conocía era que después de las ocho de la noche, la tranquila cafetería 'Fumbari' se transformaba en un especie de centro nocturno. Todo estaba ambientado distinto. Estaba oscuro y las luces eran tenues, había una mini pista de baile frente a un escenario, y las mesas estaban un poco corridas. Len Tao se puso unos pantalones negros ajustados y una camisa blanca pegada a su cuerpo, sobre esta un chaleco violeta, mientras recordaba que tenía que ir a sus prácticas a las diez, no quería llegar tarde. Se colocó un antifaz que le dio su amigo peliazulado, y acomodó el cabello de forma tal que quedó más normal.
- Vaya cuernis, ya no eres más cuernis - bromeó Horo Horo.
- Lástima que a ti no se te va lo de macetín.
- ÒÓ ¡¡Cállate!! - gruñó.
Cuando pasaron a la sala principal, Len se sorprendió mucho de que todo estuviera tan cambiado. Yoh, que estaba atendiendo a dos jovencitas se les acercó con una sonrisa y el rostro ruborizado, tenía un antifaz como ellos y llevaba unos pantalones de guerrilla con una musculosa negra pegada a su cuerpo. Entonces, ellos vieron que el entrenamiento le sentaba bien. Yoh Asakura era un chico bastante normal, sólo que tenía una aficción: entrenar hasta el cansancio para competir en las maratones, y la única que le apoyaba en ello era su querida Anna, quien también le obligaba a que se mantuviera en la mejor condición.
- ¿Y ese sonrojo? Vaya, amigo, que no te vea la jefa - le molestó Horo.
- Es que estas niñas quieren salir conmigo, jijiji, hasta me invitaron a comer con ellas. Se descepcionaron mucho cuando les dije que tenía novia.
- Si quieres yo te reemplazo amigo, jajaja.
- ¬¬ no creo que ellas estén de acuerdo - opinó Len.
Horo se encogió de hombros.
- Quizás no, pero no pierdo nada con intentar.
Y el peliazulado se fue a, según Len, hacer un ridículo más en su vida. Pero no estuvo consciente para ver cómo Horo se sentaba con las chicas y ella reían de sus idioteces, pues Anna le llamó antes.
- Ve al vestuario de las chicas y dile a Tsubaki que salga, que ya es su turno - la rubia tenía una expresión suave, más que antes, al parecer la música le relajaba. Llevaba un pantalón de jean verde lavanda con tachuelas al costado que brillaban en la oscuridad y una remera azul con dos cintas que se ataban al cuello y que llegaba por arriba del ombligo. Se veía muy bien, tenía una máscara a la altura de los ojos y su cabello rubio estab atado en una coleta casi al final.
- ¿Tsubaki? - preguntó él al no recordar ese nombre.
- Ah, tu no la conoces pues no estabas cuando ella llegó. Bien, ve al vestuario, ya la conocerás.
Al parecer Anna recordó las caras que ponían los chicos cuando veían a Pilika vestida como lo hacía cuando se transformaba en Tsubaki, es decir, en la cantante oficial de la cafetería. Para todos, ella era Tsubaki, o Tsuki, como le decían con cariño sus amigos y también su hermano mayor.
- Está bien.
Len caminó tranquilo, ¿quién sería? Volteó a ver a Horo y puso cara de shock, no podía creer que él estuviese aceptado por esas muchachas, pero al ver que Anna se acercaba peligrosamente a él, seguramente para que volviera al trabajo, sonrió. No era justo que sólo el se divirtiera...
Tocó la puera... nada. Silencio.
- ¿Hola? ¿estás allí Tsubaki? - preguntó agravando su voz, una costumbre vieja que tenía al ver mujeres.
- Sí, en un momento salgo - dijo una voz suave del otro lado.
Una sensación de dejavú le recorrió el cuerpo, estaba seguro que conocía de algún lugar ese tono de voz. Sacudió la cabeza, quizás lo recordaba de la empresa de su padre, hacia donde iba cuando quería un poco de paz, se metía en una vieja oficina que permanecía vacía exclusivamente para él. La puerta se abrió y una joven... ¡¡Qué joven!! Nada de joven, una hermosa figura vestida con una minifalda celeste con purpurina, la misma que cubría sus brazos y esas bellas piernas que salían de la falda. Él las había visto antes... Volvió a esfumar esos pensamiento al ver ese vientre liso que dejaba ver el top que tenía la chica, apenas cubriendo sus pechos proporcionados a su cuerpo, de color negro. Su cabello caía desde una cola bien alta, eran celestes. No muy comunes... como la chica que practicaba con él, pero esa chica no tenía un tatuaje de una hoja verde del lado derecho del vientre, no al menos que él lo hubiese visto. Tampoco tenía esos... ejem... atributos, aunque la remera que usaban no dejaba mucha evidencia. Sacudió la cabeza y su mente le regañó. ¡Deja de comparlas! Decía, claro... pero era inevitable. La saliva se acumuló en su boca y tragó pesadamente.
- ¿Vamos? - preguntó ella mirándolo inquicitivamente.
- Sí, Tsubaki.
- Dime, Tsuki, es más informal, me gusta más - ella rió y él la siguió embobado.
Tonto Len Tao, se decía, el corazón estaba volviéndole loco, su respiración cada vez le era más díficil, le estaba pasando lo mismo que con la otra muchacha, ¿Qué? ¿Acaso se estaba enamorando de otra mujer...? Pobrecito... ¡Si él supiera!
-------- Fin del tercer capítulo-------
Si él supiera... claro, no lo sabrá hasta mucho después, no va a pasar tanto tiempo, no se preocupen. Pero Pilika no lo sabrá nunca, jajajajajaja. En fin, pasemos a lo que más adoro y quiero agradecerles a: c-erika y a pilika-z. Son divinas las dos y muchas gracias por sus reviews. También a todos los que dejaron reviews en los otros caps. disculpen por el error, es que saben que aveces me mando cada trastada que no me doy cuenta hasta mucho después. Ya cambié los títulos y muchas gracias por todo... los quiero, realmente los quiero a todos quienes me dan todo su apoyo y sus animos, jejeje, siempre los necesito.
Ahora sí, sumi-chan se va a drormir que mañana nadie va a levantarla.
Misao: TT ya era hora no...
Sumi: O.o ¿Qué haces tu aquí?
Misao: O.Ò... je... o.o... U jejejejeje. ¡¡Esto es todo amigos!! BYE BYE.
Sumi: Ô.Ô
[To be Continued...]
Sumire-chan
Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de
