AMAR ES...

Por Sumire-chan

Capitulo V: "lo que un borracho hizo por nosotros"

La norteña pasó mirando de reojo la casita, estaba muy bien decorada, sus ojos celestes se fijaron en el revoltijo que debía ser la sala.

- Perdona el desastre, preciosa

- ehm.. no importa.

Él siempre había tenido esos detalles para con ella, pero en esa ocasión sus ojos estaban más vidriosos que de costumbre y esa media sonrisa que adornaba su rostro, recostado contra la pared, era muy incómoda.

- Bueno, yo sólo vine a pedirte disculpas por haber faltado a las prácticas.

- Me alegro que vinieras, nena, me hiciste falta hoy - comentó Shimpachi acercándose

a la joven - además, recuerda que se acercan las competencias.

- Por eso mismo, desde mañana retomaré los entrenamientos, lo prometo.

- Me encantará tenerte junto a mí - dijo sensualmente.

- Ehm... me voy...

- ¡¡No no no no!! Ven, es temprano, aún...

- Tengo que irme Shimpachi, l-lo siento.

Ella caminó hacia la puerta rápidamente, odiaba esas expresiones que él usaba, insinuando algo más. Era cierto, ebrio o no, él era siempre así, insinuante, atrevido para con ella. Muchas veces, lo había sorprendido cerca de los vestuarios mientras ella se cambiaba de ropas, pero había negado totalmente esas pequeñas pistas renuente a cambiar de entrenador. Aunque hubiese muchos que buscasen entrenarla, como Liserg, que había sido siempre un buen patinador, y ahora a los 24 quería darle su apoyo. ¡pero había una cosa que lo impedía! Y era que él estaba enamorado de ella, Pilika no se quería permitir ilusionarlo.

Shimpachi fue más rápido que ella y se interpuso entre la puerta y la joven; la aprisionó haciéndose de su mano y atrayéndola fuertemente.

- No, déjame, ¡¿Qué haces?!

- ¡¡No te vas de esta casa!! - se acercó hacia su cuello, haciendo que la norteña respirara mejor, odiaría si él se robara su primer beso - ¡Eres mía y de nadie más! Ahora te quedarás, y me harás feliz, como lo he estado deseando desde que te conocí en las pistas de hielo.

- P-pe...

- Sí, desde entonces te deseo, te necesito y me muero por saber lo que tus manos pueden causar en mí, lo que mis manos pueden causar en ti. Necesito recorrerte, preciosa - susurró a su oído, arrastrándola, literalmente, hacia un cuarto a oscuras.

La arrojó en lo que pareció ser una cama, y se alejó de ella para encender una lamparita de noche, momento que provechó Pilika para correr nuevamente hacia la puerta, estaba cerrada. Buscó huyendo una llave, pero él estaba sobre ella nuevamente. La empujó hacia el suelo, no contando con que Pilika recordaba algo de lo aprendido en clases, estiró sus manos golpeando el pecho del hombre mientras que con sus piernas intentaba quitárselo de encima. Era imposible.

- ¡¡¡Dejame desgraciado!!!

¡¡PLAF!!

Él la calló rápidamente con un golpe en su mejilla derecha, y las lágrimas brotaron de los ojos aguamarinos de la jovencita, mientras que la sangre escurría de su labio, se había mordido la lengua.

- Pilika... yo.. - titubeó mirando ese rostro contraído en rabia, dolor y un temor agudo.

Se volvió a tirar encima de ella, sediento de ella, besándole el cuello y bajando, dejando con sus besos un rastro húmedo en la piel sedosa de la joven, quien no dejó de gritar y gemir pidiendo auxilio. La mano de Shimpachi se metió bajo la blusa fina de Pilika, deteniéndose en el brasier.

- Serás mía... - gimió extasiado, alzando un poco la tela para dejarle saborear a su vista lo que sus manos tocaban.

De pronto, un golpe en su cabeza hizo que la oscuridad fuese lo único que viera.

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- Nos vemos mañana, Horo Horo - susurró Tamao entre el último beso que le dio el norteño.

- Hasta mañana... - dijo embobado y se quedó unos segundos observando la puerta, aunque en realidad, sólo tenía su mirada fija en esta y su mente ya había comenzado a viajar. Si no fuese así. Quizás sí habría visto la rajadura que había en medio de la madera.

Comenzó a caminar hacia su casa, haciendo una gran nota mental de recomendar a Tamao en la empresa de Len, para que este le hiciera entrar. En realidad, si él se le pedía, el chino seguramente accedería a dejarla trabajar como secretaria allí. La joven Tamamura se había preparado bastante para esa entrevista, faltando varias veces a la casa de Liserg, quien obviamente había estado de acuerdo, él podía ser muy bueno, y quedándose, incluso, dormida en la cocina de Fumbari.

A la madre de ella no le quedaba mucho tiempo de vida, ella quería darle lo mejor y ayudar a que sus hermanitos. El mayor de ellos tenía 15 y era quien mantenía la casa en orden, pero este aún no podía trabajar, y se limitaba a tener todo bajo control, junto con otra muchacha de 14.

- ¿qué sucede? - preguntó Tamao asustada, había visto esa cara de terror en otro niño. El mismo día en que el hermano de Liserg, el mayor, a quien ella admiraba profundamente se había vuelto loco y después de discutir con el padre de ellos había intentado quitarse la vida. Jamás podría olvidar el rostro de Liserg, contraído en lágrimas que como hombre fuerte que aparentaba ser jamás dejó caer, y los llantos de Yumiko, hermana menor del inglés, que trataba de aferrarse lo suficente a las piernas de ella para no quedarse solita. Tamamura se recordaba intentando controlar a Musume, él había sido siempre un chico muy valiente y fuerte, por eso Liserg seguía su ejemplo, mas ese día, se había quebrado como un vidrio bajo el sol - Dime, Minako, ¿qué pasa?

- Ese hombre está en casa.. - gimoteó la niña de largos cabellos castaños rojizos undiéndose en el pecho de su hermana mayor - no quiero que nos lleve, oneesan, siempre nos lastima.

- ¡Nunca va a separarnos!

- ¿Lo prometes? - Tamao asintió y alzó a la pequeñita en brazos. Su padre... o mejor dicho, el hombre que estuvo allí para acostarse con su madre y prometerle entre besos y caricias la luna y el sol, asegurándole que siempre estaría ahí para ellos. El hombre que se atrevió a pegarle desde muy niña, haciéndola temerosa, indefensa.

La pelirosada se escabulló silenciosamente hacia al cuarto, escuchando desde allí los ruidos del televisor de la cocina, donde estaría ese sujeto que hacia años no aparecía por la casa. El pasillo que comunicaba los cuartos estaba hecho una mugre y había vidrios esparcidos. Encontró en un rincón, a su hermanita menor. Sus rizos rojizos tapaban su rostro, para que nadie viera que estaba llorando. Se apoyaba contra la puerta del cuarto de su madre que estaba cerrada y temblaba, a duras penas si se dejó agarrar por Tamao.

Entró en su cuarto y sus ojos se ensancharon, allí estaba su hermano, el mayor, después de ella, undiendo en su mejilla un algodón con evidente alcohol, y mirando el vacio con odio y temor. La sangre manchaba su camiseta azul, en gruesas gotas que aún se resbalaban de su frente, de la comisura de sus labios. Su ojo derecho se estaba poniendo violeta.

- "Oh maldita sea..." - pensó Tamao dejando a Ritsuko, que por culpa de tanto daño, de tantos años de sufrimiento, a sus cinco años no pronunciaba palabra alguna, sufría de mutismo, en su cama. La acarició con la mano y arropó a Minako en su cama, observando con alivio como su hermana de 8 años y la de 14 estaban acostadas en sus respectivas camas; Suzumi dormitaba en espamos suaves y las lágrimas resecas se notaban en sus mejillas sonrosadas, Yami dormía con tranquilidad, apretando la almohada en sus manos. Tamao aflojó la hebilla de sus cabellos y acarició las hebras castañas con suavidad, mientras una sonrisa se escaba por segundos de sus labios. Sólo segundos... después se encontró cara a cara con Ryuzuke.

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Pilika movió sus manos con desesperación en los bolsillos de Shimpachi hasta que por fin encontró las llaves y corrió hacia la puerta, tarde, el hombre se avalanzó contra ella, dándole apenas tiempo de abrir y correr a plena calle. Él, lamentablemente, era más fuerte.

La joven lo sabía, por eso retrocedía aterrada.

- Dejame... déjame...

- ¿Qué pasa nena? ¡No me digas que mis besos no te gustan! ¿A quién quieres engañar? Me deseas - le dijo con sinismo - me deseas tanto como yo a ti.

- ¿qué? ¡¡No!!

El entrenador se apresuró a tomarla de los hombros y tumbarla, golpeándola fuertemente, pero no más de lo que ella intentaba para alejarse de él, rompió con crueldad la blusa de algodón que llevaba y se apresuró a rozar con sus dedos esa piel suave. Pilika sintió la lengua de Shimpachi acariciando su vientre.

- Oh pero mira... que bonito tatuaje...

- ¡¡¡TE ODIO!!! ¡¡¡VETE VETE VETE!!! ¡¡dejame te odio!! - gritaba ella moviéndose.

Sólo logró que Shimpachi golpeara nuevamente su mejilla, haciendo que el dolor se propagara nuevamente, sus ojos se nublaron y comenzó a llorar, sintiendo que era inevitable que él se separara de ella. Se quedó quieta, inmóvil, sollozando.

- ¡¿Qué rayos haces imbécil?! - se escuchó a sus espaldas.

Shimpachi relamiéndose los labios volteó a ver, encontrándose fieramente con un puño que se estrelló en su rostro. Pilika aprovechó para ella encontrarse con los brazos de aquel que la había salvado... ¡¡Era él!! ¡¡Su héroe!! El joven de ojos dorados que no salía de sus pensamientos, la acurrucó en su pecho, sintiéndose tan protegida que el frío que habría sentido desapareció por completo. Los ojos de Len se fijaron en el sujeto que se acariciaba la barbilla.

- ¡¿Quién te crees niño?! - dijo este - ¡Esa niña que ves allí es mía!! Es mi perra, mi ramera, tu no tienes derecho sobre ella, pues corresponde a todas mis locuras, y me desea... me desea...

Len la miró.

- No, no te deseo... no te quiero - sollozaba ella.

- ¿Ya ves? ¡¡Métete a tu casa maldito infelíz si no quieres que llame a la policía.

- Esto no se quedará así, Pilika, empecé con esto y te juro que lo terminaré. Jamás podrás librarte de mí, estás hecha a mis deseos...

Shimpachi entró, tambaleándose a su casa dejando a Pilika totalmente herida, consternada, sollozando sin control en los brazos de alguien que tampoco sabía que hacer para subsanar un poco ese dolor.

La llevó suavemente al cordón de la vereda y la sentó, abrigándola hacia su pecho.

- ¿Estás bien? ¿Puedes hablar?

- Sí, estoy bien.... - gimió suavemente dejando poco a poco de llorar. Lo miró a los ojos y sonrió, después de lo que había hablado con Jun, quizás él no era tan frío como la china decía. - gracias, Len.

Se estremeció y entonces ambos descubrieron que ella estaba casi desnuda. El rubor corrió al rostro de ambos, y Tao se quitó la chaqueta para que ella se abrigara con ella no sin antes notar ese dibujo conocido en el vientre liso de la muchacha, en el lado derecho. Tragó saliva. Imposible, pensó interiormente mientras la volvía a abrazar, no quería que ella se sintiera sola, eso había aprendido en las clases de psicología sobre personas que habían sido abusadas o golpeadas.

- Pilika... debes contármelo, sé que te hará bien.

- ¿Qué quieres saber? - dijo abrazándose a esa tela que olía, realmente, al chico y era, por ello, muy agradable.

- Todo, toda tu vida, toda tu - murmuró Tao con una sonrisa que escapó de sus labios irremediablemente, entonces...

Era ella, esa era una cruel pero maravillosa coincidencia. No, no podía dejar que ella supiese que estaban trabajando en el mismo lugar y que él era el mejor amigo de su hermano. ¿Y porqué? Porque deseaba enamorarla, hacerla sentir segura, confortable, volverla loca y sólo por él. Porque no podía permitir que Horo los separa.

¡Él jamás permitiría algo así! Si eran sólo luego de las ocho cuando se vieran en Fumbari, en los entrenamientos, él aprovecharía las escasas horas para demostrarle lo mucho que funcionaba su voz en su coraza contra los sentimientos. Lo mucho que funcionaba ella en su corazón.

- Es tan largo - susurró ella.

- Pues dime... cuéntame, Pilika, quiero escucharte... sólo quiero escucharte.

Pilika le miró asombrada, él... había dicho su nombre dos veces ya, y esos ojos... se perdió en ellos sintiéndose muy afortunada. Suspiró, mientras recordaba todo lo que había vivido. Len era especial, sin duda, quería saber de ella y lo decía, realmente de un modo muy particular.

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- Llegó por el mediodía... trayendo algunas botellas con alcohol y diciendo que quería ver a mamá - explicó Ryuzuke a su hermana que aprimía el algodón sobre su sien, arrancándole leves quejidos - ella se negó a verle, estaba más agitada que de costumbre, por eso yo también interferí. Ya estaba ebrio.

- Te hizo mucho daño, ¿porqué? ¿Qué dijo?

- Intenté echarlo y dijo - sollozó - que yo era un bastardo que no merecía usar su apellido, ya que ni siquiera era su hijo. No lo sabía, Tam, ¿Tu sí?

Ella agachó la cabeza y él apartó su mano de su frente con cierta furia en sus ojos negros, con razón eran de ese color, con razón lo único que tenía parecido a ellos era el rojizo de sus cabellos, y su mirada... no era roja o castaña como la de los demás, si no negra bien profunda, noche.

- ¡¿Porqué nunca dijiste nada maldita sea?! Él se burló y yo... hubiese preferido saber. Fue capaz de echarme en cara que mi madre era una puta que se metió con el primer tipo que logró seducirla, aún cuando él estaba en casa, y no sabía lo cornudo que era. ¡¿Porqué no hablaste?!

- No me correspondía decirlo. - dijo sin imutarse por la forma de hablar de su hermano menor.

- Pero soy tu hermano, bah... hermanastro.

Ella le abrazó con fuerza, llorando.

- No Ryuzi... no... hermanito... tu eres mi hermanito y siempre lo serás, mi Ryuzi, no vuelvas a decir algo como aquello - lloró más y él también la abrazó.

- Él no quiere irse de la casa, Tam...

- Tendrá que irse.

- Me quitó el dinero ahorrado.

- ¡¡Esto es el colmo!! No le permitiré, él jamás va a volver a hacernos daño - las lágrimas se deslizaron por sus mejillas - no me hará nunca más daño.

- Él... ¡¿Qué te hizo hermanita?! ¡¡¿Qué te hizo?!! - gritó una vocecita, Minako se había despertado llorando y se acercó a ella.

- Nada, Miki... nada.

- ¿Va a quedarse? - preguntó Yami con enfado - quiero que se vaya...

- Yo me encagaré - dijo Tamao totalmente decidida, él no volvería a tocarla, a ninguno.

Avanzó con pasos seguros hacia la sala y se encontró cara a cara con esos ojos de fuego...

------------- Fin del quinto capítulo-------------

Bueeeeh!!! ¿Qué les ha parecido? Espero que les haya gustado este capi, ahora me tendrán que tener paciencia... ok, ya sé, dirán: ¿¿más paciencia?? Pero es que apenas si voy a ir entrando en vacaciones y me quedan los exámenes más difíciles. Les explico que hoy es sábado y tengo prácticas de Kung Fu, por eso estoy aprovechando la mañanita. Les cuento que me levanté a las nueve de la mañana, salía a andar en bici con una manzana diminuta a cuestas y cuando me fui tirando de una bajada enoorme, el manubrio de la bicicleta se corrió y los frenos quedaron re incómodos, de casualidad pude frenar si no... ¡¡allá iba Sumire-chan contra una piedrota!!

En fin, afuera está frío y adentro también, junto a mi máquina tengo una pila de disquettes, un mate cocido calentito y otra pila de papeles que tengo que transcribir a la PC. Así que no les aburro con tanta cosa y contesto sus reviews:

Skura: bueno, ya ves... Es el momento del chino, ha descubierto quién es Pilika y quién es Tsubaki, y todo por un tatuaje que también tendrá participación en esta historia, jijiji. Para el próximo cap, los pensamientos de Len sobre lo ocurrido. ¿descubrirá Pilika a Len? ÔÔ

Asakurasis: que bueno que te guste, espero seguir recibiendo tus mensajes, gracias.

c-erika: pues ya lo sabes, ahora sólo falta Pilika. ¡pero es que esta niña es tan despistada! Será muy difícil que ella lo descubra. En los próximos caps. pasaran cosas importantes con Tamao, especialmente con Tsuki quien tendrá un cambio de personalidad debido a la llegada de alguien de su pasado. Juaz, no te adelanto más. Sólo una cosa más: Aparecerán los otros integrantes de la cafetería. Adivina quienes son...

lore-anime: que bueno que mi fic te dejó satisfecha, para un autor eso es lo mejor que puede pasar. Sigue mandando reviews, por favor, gracias.

Emi Tachibana: Len ya lo sabe, parece que este fue el suceso más importante del fic, eh... y ya ví el último cap. ufa... acabó muy rápido. TE comento esto porque la acción sí transcurrió muy rápido, no te detuviste en cada uno, pero me imagino que tus razones tendrás. Igualmente, quiero que sepas que me encantó, la confusión de Pilika y la forma de ser de Len. ¡Yo también lo veo como un celoso! Él es un tipo muy posesivo, con todas sus cosas y supongo que especialmente con su mujer. Buen fic, mi cuñada querida, ¡sigue así! Esperaré otro tuyo para leerlo. BESOS

Bueno, eso es todo. No tengo mucho más para decir, así que me voy. Esperen leer el próximo cap pronto, ¡haré mi mayor esfuerzo! Byes

Sumire-chan

Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de