AMAR ES...
Por Sumire-chan
Capitulo X: "Sólo prométeme la luna, el cielo y el sol, sólo es una promesa, me basta saberte capaz de prometer algo que no podrás cumplir..."
Una joven se sentía en las nubes, pues estaba realizando lo que más adoraba, lo que le producía mayor placer en este mundo y eso era patinar. Había comenzado con el patín cuando era muy niña para entender lo que deslizarse sobre el hielo producía realmente en ella. Y ella era sólo una cría entonces.
Se acercó sonriente a las gradas y miró al sujeto que la había estado observando.
- Finalmente Liserg no me respondió sobre mi propuesta de ser mi instructor.
- Sabes creo que no estoy triste por esa noticia.
- ¡¡No seas cruel Len! ¡Tu sabes cuanto adoro patinar! Creo que me tendré que preparar sola para los nacionales. Por mucho que me cueste.
- Dudo que te cueste.
Ella se acercó a la puerta, mientras se sacaba los patines se acercó a Len. Ellos habían decidido pasar el día juntos, ya que Horo acompañaría a Tamao a ver a sus hermanitos quienes estaban en la casa de su tía. Para Pilika era un alivio que Horo se ofreciera a acompañarla, no porque ella no quisiera hacerlo si no porque al menos no lo tendría encima de ella todo el día.
Es que Horo a veces era insoportable.
Se inclinó sobre Len que ese día parecía mucho más ido que de costumbre. A veces ella simplemente no sabía lo que Tao pensaba, pues él solía meterse demasiado en sus pensamientos y formaba un escudo con el mundo. Eso la exasperaba, pero la mayoría de las veces ella sabía lo que él pensaba.
- ¿Qué pasa? – se oyó decir antes de saber que iba a decirlo.
- ¿Eh? ¿Me hablabas?
- No me estás poniendo atención, eh. ¿Por qué siempre luego de dar tu opinión sobre algo dejas de escucharme?
- No hago eso, ¡¿De qué hablas!
- Pues sí lo haces – soltó molesta atándose las agujetas de las zapatillas. Le molestaba realmente cuando Len negaba las cosas obvias, pero suponía que se debía a ese carácter frío y maduro que tenía el muchacho. Él difícilmente tendría una gran muestra de afecto con ella, es decir, podría besarle, adorarle, tratarle con cariño, pero no lo vería jamás llegando con un enorme peluche de felpa.
Pilika se alejó a los baños murmurando. Odiaba cuando Len estaba en esos días de meditación, pues debía complicarse la vida tratando de adivinar lo que él estaría pensando y eso se convertía en una tarea agobiante. Suspiró cansada mientras se quitaba la ropa, se cambió lentamente; si algo había descubierto de Tao y lo había amado al instante era que él odiaba esperar. Mucho más a ella, que era su novia. Sonrió suave y finalmente salió, todo su enojo se había disipado.
Él estaba parado a la entrada de la pista de patinaje, que era formada por dos enormes arcos, cerca de la cafetería, justo donde los pasillos eran más silenciosos. Tan propio de Len.
Se le acercó muy despacio por atrás y le colocó una mano en el hombro. Rápidamente él giró tomándola de la cintura y llevándola al piso. Había habido mucha brusquedad en un principio, supuso que Tao había estado muy metido en sus pensamientos, no había sentido sus pasos, y se había dejado llevar por el movimiento. El la depositó suavemente en el piso y besó su nariz con ternura. Ella sonrió, sorprendida por dentro, ¿Quién era ese y qué había hecho con su Len?
- Perdóname – murmuró el chino con voz suave – estoy muy torpe últimamente, es que el asunto de mi hermana me preocupa, tu sabes que yo...
- Si lo sé.
- Pilika, yo te amo y puedo decirte eso ahora. Me cuesta expresar algo más, tu sabes que mi padre... Él nunca ha sido el mejor.
Pilika le calló con un beso suave. Hacía unos días, Jun se había fugado de la casa con Li Pai Long, su novio; eso lo habían causado sus mismos padres al impedir que ella estuviese con un muchacho cualquiera (es decir de una "categoría inferior") y no con su prometido, como ellos lo habían decidido. Entonces, ella huyó y aún no daba señales. Habían culpado a Len de no cuidar lo suficiente a su hermana y de mezclarla con gente extraña.
La muchachita de cabellos azules le miró directo a los ojos dorados, por culpa de eso, Len tenía un ojo morado. Su padre prácticamente se le había subido encima.
- Estoy segura que Jun está bien – dijo Pilika cuando él la ayudó a ponerse de pie. Le tomó la mano cariñosamente y añadió – todo se mejorará, Len.
- ya quisiera...
Había mucha tristeza en la voz de Tao, es que sí él amaba algo en la vida, además de Pilika, era a su hermana menor, porque siempre la había visto muy frágil. ¡Y era tan protegible!
El primer destino del día lo había escogido Pilika. Irían a un romántico café a tomar una taza de café caliente. Los días comenzaban a ponerse cada vez más fríos y pronto se comenzaba a ver a la gente visitando cafés o vistiendo abrigos y tapados de pieles, lo que era muy común en esa época del año. A la joven ainu poco le llamaba la atención, ella había vivido siempre en una zona donde el clima solía ser muy frío casi todos los días y pocas veces se encontraban con días muy soleados y calurosos. En cambio, China siempre fue un lugar caluroso, por lo que temperaturas bajas no eran del agrado de Tao. Ella, sabiendo esto, se aferró a su brazo que tiritaba levemente. Claro, Len Tao, el fuerte, jamás admitiría una debilidad.
- Len elegí este lugar porque necesito hablar contigo – dijo ella.
- ¿Qué pasa?
- No puedo ocultarle más a mi hermano sobre lo nuestro. Horo y yo, por mucho que me cueste, siempre nos hemos contado todo, estoy cometiendo una traición, a lo que hemos sido siempre. Sé que quizás le cueste entenderlo, pero...
- estoy de acuerdo contigo, esta noche... antes de la fiesta a las que nos invitó Liserg le diremos la verdad.
- se va a enojar... pero se le pasará.
Len suspiró, por supuesto que Horo se iba a enojar, eso si no le prohibía ver a la peliazulada, pero lo mejor era decir la verdad y estar con la conciencia tranquila. Acarició la mejilla de su amor y se perdió con la sonrisa que ella le dirigió... dios, cuanto amaba a esa muchacha.
- No puedo creer que hayan pasado tantas cosas... – comentó ella con una sonrisa lejana, últimamente la felicidad estaba escondida en su corazón y no se alejaba de allí. Porque estaba al lado del hombre a quien amaba, y eso era lo mejor.
- Últimamente hemos recibido mucha buena suerte. Aunque me preocupan los demás, me angustia Hao y tengo que decirte que también Liserg, no sé que están tramando, me da la impresión incluso de que Jeanne está con ellos.
- ¿Tienes miedo o... bueno... tienes alguna duda?
- De ti y de mi no. ¡No sé que tramarán! Pero sea lo que sea, no lo permitiré.
- Yo no quiero disgustos...
Ella conocía a sus amigos desde que era más pequeña, sabía perfectamente que Hao no soportaría ningún tipo de cuestionamiento de parte de un hombre sin gritarle unas cuantas verdades o mentiras, y luego pelearse. A él poco le importaba quien fuese. Liserg era más tranquilo, claro, pero eso no quitaba a que cuando se enojara fuera bravo.
- No va a pasar nada... todo será muy tranquilo, pero algo si te digo.. nadie, Pilika, nadie te sacará de mi lado.
Ella rió bajito y una sonrisa amplia se formó en su rostro.
- Len, quiero proponerte algo.
- ¿Qué? Te escucho...
- No, no aquí.
Pagaron los cafés y él salió siguiéndola. Len Tao meditó por el camino el cambio radical que había dado su vida, las extrañas cosas que últimamente le habían pasado y el hipnotismo que tenía la voz de Tsuki aquélla vez que la escuchó, cuando soñaba con tenerla entre sus brazos. Y sí, Tao aquel que tomaba aquello que quería cuando lo quería, que jugaba con las niñas y luego las dejaba botadas porque no le interesaban esas que sólo lo buscaban por su riqueza. Aquel Len que se acostaba con cualquier chica que moviera las caderas para él, había sucumbido bajo el encanto de esa hermosa voz. Y claro, de su maravillosa mujer.
Se encontró luego frente al muelle, sin saber como había llegado allí. Pilika le miró y él se inclinó para besarla, siempre eran mágicos sus besos, la exploró con intensidad y finalmente entendió... aquel Len no había desaparecido, sólo había cambiado... ¡Porque estaba enamorado!
- haremos una promesa. Bueno, si quieres.
- sí, por supuesto amor.
Ella sonrió. A Len se le estaba haciendo habitual llamarla así.
- quiero prometer hoy que estaré siempre a tu lado y que pelearemos, pero no dejaré que nada ni nadie nos separe, porque te amo mucho len – sonrió – te toca a ti.
- Prometo estar amarrado a ti siempre, no creer sandeces de los demás, y amarte eternamente, pequeña, porque eres la mujer de mi vida, y jamás nadie te separará de mí.
Se inclinó él para amarla como él sabía.
- espera.
Pilika sacó de su bolsillo una cadenilla en forma de corazón que partió a la mitad y se colocaron el uno al oro. Como una promesa de dos enamorados.
Así, al final, se besaron
- Ahora es mi turno – dijo él al terminar el beso.
- ¿Adónde me llevaras?
- Es un viejo lugar que quiero que conozcas porque hoy es un dia especial para nosotros dos
Se subieron a un taxi, lo que hizo pensar a Len que le estaba haciendo falta un auto o una motocicleta. Desde chico había sido aficionado a estas, le gustaba la sensación de libertad que le brindaban y siempre había tenido la ilusión de comprarse una pero luego entre una cosa y la otra, había abandonado esos sueños. Sonrió al imaginar la cara de Horo viendo a su hermana subir a una rugiente motocicleta. Mmm... sería mejor que primero le dijeran acerca de su relación.
Ya era tarde cuando ellos dos arribaron a una casa a las afueras de la ciudad. Len pagaba el taxi mientras Pilika observaba con sorpresa la inmensidad del terreno, un lugar muy hermosa, había una piscina, y grandes jardines que rodeaban una casita donde el diminutivo no tenía nada de correspondencia porque tenía dos pisos y era bastante lujosa. Estaba bien cuidada al igual que la pastura.
Una mujer de edad salió a recibirles...
- ¡Joven Len! Tanto tiempo que no viene de visita. Oh pero que bien acompañado que está, ella es..
- Pilika
- Yo soy Anae, soy... digamos, como la nana de Len
Este hizo una mueca.
- Oh, no, no, como vas a decirle eso...
Pilika miró las mejillas encendidas de su novio y sonrió.
- Bueno, nana, mucho gusto.
Anae sonrió también.
- Pero vamos adentro, prepararé algo rico de comer mientras ustedes pasean por los alrededores. Me imagino que la llevarás a conocer ¿no, Len?
- Sí, ven voy a enseñarte.
La muchacha proveniente del norte supo que había descubierto otra faceta de Tao, ¡Y le encantaba! En realidad, ella amaba todas sus facetas, cada una con sus pequeños detalles, y él tenía muchas a propósito. Len Tao era un hombre que merecía ser descubierto. Apretó su mano y se aferró a un brazo mientras él le mostraba los campos, era una estancia muy grande.
- Te traje aquí – explicó él – porque este es un lugar importante para mí y tenía que compartirlo contigo. Cuando niño... yo venía siempre y era muy feliz. Creo, creo que lo había olvidado. Pero contigo soy más feliz y ahora tú eres mi lugar especial, Pilika.
- Oh... yo... Oh, Len, a mí me encantaría compartir contigo mi lugar especial, porque también tengo uno, pero está allá en Hokkaido – le dijo ella con tristeza.
- No importa. La promesa que hoy hicimos fue especial también y en cuanto a Hokkaido... algún día tu y yo... solos, visitaremos tu lugar especial.
- ¿Lo prometes?
- Si, te doy mi palabra. – hizo una pausa y miró al cielo – también tengo que prometerte otras cosas Pilika.
- ¿qué otras cosas?
- Hay ciertos aspectos.. de mí, que no conoces y me gustaría que lo hicieras, pero aún no es el momento, y nos debemos una conversación larga, que algún día tendremos.
- De acuerdo – murmuró ella bajito apretando su mano.
- Ahora ven que Anae debe tener la comida lista.
Cuando entraron a la casa la peliazulada quedó más maravillada todavía, ese lugar era como un sueño, había adornos por todos lados y una amplia escalera de marfil con flores en el barandal, flores frescas y de todos los tipos y colores. Los pisos estaban relucientes y flotaba un delicioso aroma a vainilla. De pronto, escucharon una conversación...
- ¡Pero yo no sabía!
- Osht, olvídalo nana, yo te expliqué la situación tampoco quiero verlo a él...
- ¡¿Y porqué no me quieres ver hermanita!
Y ahí estaba Jun tao y tras ella, su novio. Al verlo, Len enfureció aún más.
- ¿Cómo? ¿Cómo pudiste traerlo a nuestra casa?
- ¿ves? ¿Ahora entiendes nana porque no quería verlo?
- Joven Len...
- ¡Cállate! Por dios, Anae, vete, no quiere herir tus sentimientos.
- Con permiso... – murmuró la mujer y Pilika miró entonces a Jun, sus ojos se veían cristalinos, estaba recargada sobre una de las mesas de mármol y parecía dolida, vestía una ropa china muy elegante y estaba mucho más delgada desde la última vez que la había visto. Estaba segura que no la estaba pasando nada bien.
- ¡¿Cómo puedes hacer esto! Jun simplemente, yo no comprendo, eres una niña... o por lo menos te comportas como tal... ¡Abandonase todo!
- ¡No! Al contrario, len, he ganado mucho, aún estudio, ambos lo hacemos, trabajamos... somos felices, y libres.
Jun se sentó en una silla, exhausta.
- Fue mi familia quien me abandonó, hermanito. Y tu... yo pensé que lo entenderías. ¡Tu que estás enamorado! Deberías comprender.
- Es distinto... – susurró len.
- ¿distinto? Sí, porque ustedes dos son libres, no tienen pruebas que superar todavía, y quizás cuando las tengas me entenderás. En cambio nosotros, y eso es lo que no comprendes, no somos libres. Porque yo amo a Li y el me ama a mi también.
- Perdóname, pero no puedo comprenderte – dijo él abandonando la cocina.
- Dale tiempo – dijo Pilika al fin – yo hablaré con él.
Jun enterró su rostro en sus manos, horrorizada, angustiada, llorando amargamente.
- Puedo seguir sin el consentimiento de mis padres, después de todos ellos no han consentido nada de lo que he hecho en mi vida. Pero con Len es diferente, él siempre estuvo para reemplazar el desapruebo de mis padres.
- Todo se arreglará amor, te va a entender, pero no lo presiones.
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Pilika encontró a su novio sentado al borde de la piscina mirando su reflejo. Ella se le acercó y rodeó su cuello con sus brazos observándose también a su lado, se veían bien juntos... aunque él fuera un tanto más grande que ella, sabía que cabía perfectamente en sus brazos.
- te juro que trato Pilika, pero no puedo comprenderla.
- Ella también sabe que lo intentas, sólo dale una oportunidad porque ella te necesita mucho.
- ¿tu harías algo así por mí? – preguntó de golpe girando a verla. Ella sonrió suavemente.
- por supuesto. Haría lo que fuera por ti, si esa fuera nuestra situación.
Len se acercó a besarla y ella le correspondió, deseando que profundizara el beso, ambos jugaban, amándose. Fue Pilika quien se separó suavemente, con la lentitud de alguien que se siente adicto a lo que está haciendo.
- pero no soy yo, es tu hermana, ella se arriesgó, no la abandones.
Fue como perderse en un estanque de agua cristalina donde Tao se sintió hundirse muy profundo.
- Gracias...
- ¿qué?
- gracias. Has estado conmigo incondicionalmente.
- Fue una promesa, ¿recuerdas? Además yo te amo – soltó ella riéndose.
Era momento de hablar con su hermana, se puso de pie y entró en la cocina nuevamente. Jun ya no estaba allí, salió al jardín trasero y encontró a Li de cuclillas frente a unas platas con una palita de metal. Recordaba por su hermana que al joven le gustaba la jardinería y se notaba por la sonrisa que llevaba curvada en su boca.
- ¿dónde esta?
- no sé – contentó él sin mirarle – dijo que necesitaba pensar.
- Oye Li... yo... yo... yo quiero que sepan que tienen mi apoyo.
Los ojos del novio de Jun se iluminaron y eso produjo en Len una sensación de tranquilidad que no podía explicar, quería decir que le importaba el bienestar de su hermana, que la quería.
Pensó donde se encontraría su pequeña y recordó algo de pronto. Se internó en el bosquecillo que estaba frente a su casa. Su mente comenzó a viajar hacia su infancia cuando tomado de la mano de la jovencita de cabellos verdes que en ese tiempo no eran de ese color si no de un negro casi violáceo como el de él, se perdían entre los árboles y jugaban a la escondida. De más grandes se sentaban en un claro muy bello cuyo principal camino conducía al lago de la estancia y pensaban, meditaban yoga, o entrenaban artes marciales. La encontró allí... en posición de loto, con los ojitos cerrados. Y respiraba calmadamente.
- no quiero obligarte a nada – dijo ella sin mirarle- realmente no soy quien para hacerlo pero al menos déjame explicarme. Encontré en Li al hombre de mi vida y te parecerá raro a mi vida, pero déjame decir que Pilika también lo encontró en ti. Y coincido con ella, en que no es bueno perderlo. Yo no voy a perderlo. Nadie decidirá mi vida.
- Jun..
- Si es egoísta, lo soy, pero Len... ¡Tu amas a alguien! Deberías comprenderlo...
-...
- Sé que es difícil pero...
- ... tengo tiempo.
- Así es.
El negó con la cabeza.
- No tengo nada que pensar – ella sí le miró entonces – sinceramente si pensara estaría traicionando a mi familia y no a mis padres, si no a ti, Jun. Tu eres lo más importante que tengo. Siempre has estado a mi lado, hermanita y tu sabes que yo te quiero mucho y que sé que estás haciendo lo correcto.
Ella sintió como los ojos se le llenaban de lágrimas y ambos se abrazaron inmediatamente. Jun había pensado que había perdido a su hermano pero ahora todo estaba bien. Como siempre... miró a los ojos violáceos de mayor y supo que no... todo estaba mucho mejor.
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Pilika volvía a su casa acurrucada junto a Len, aspiraba su aroma masculino, pensando en el paso que ambos estaban por dar. Estaba aterrada, su corazón latía a mil por hora y pronto comenzaría a temblarle el labio inferior.
Se preguntó entonces cuan segura de Len estaba y supo que lo quería y cada día junto a él valía la pena porque el amor se aferraba más a su corazón. No era cierto que el amor nacía de pronto, si existían los flechazos, pero el amor se constituía cada día, el correspondido como el no correspondido, especialmente el primero. Miró a quien dormía a su lado en el taxi y él le sonrió con ternura bajando a mirarla justo antes de que llegaran a la casa de la norteña.
Entonces... su labio comenzó a temblar.
- nada malo sucederá – dijo él suavemente. Pilika entró a la casa seguida de Tao, se soltaron las mano discretamente y entraron en la salita de estar.
- ¡ya llegue!
- ¿Dónde has estado Tsuki? Mira la hora a... – decía Horo saliendo de la cocina hasta que vio a Len – Ey, Tiburón depravado, ¿te encontraste con mi hermana allá afuera?
- la verdad Horo...
- ¡Sí! Pilika y yo nos cruzamos en la cuadra anterior – dijo mirando hacia otro lado disimuladamente, no quería verla a los ojos.
Pero ella sintió como algo se incrustaba en su pecho y quizás Len pudo sentirlo también, no por estar a su lado, eso era irrelevante; si no por tener esa conexión especial con ella.
- Bueno, me voy a cambiar. Pilika creo que ya deberías apurarte.
La norteña siguió con la vista a su hermano y luego encaminaba a su propia habitación cuando el chino la sostuvo, ella quitó la mano bruscamente.
- no puedo. No puedo dañarlo así...
La peliazulada sólo corrió a su cuarto.
Y Len se quedó allí, callado, con un nudo en la garganta y esa sensación de vacío que le hizo caer en el sillón más cercano. No... ¡Era un perfecto idiota! Se golpeó contra un almohadón y cerró fuerte los ojos.
- ¿Qué te pasa? – le preguntó Horo que acababa de llegar.
- nada – gruñó el chino.
- Vamos, siempre nos hemos contado todo...
- "No desde que me enamoré de tu hermana" – pensó Len con cierta tristeza – No me pasa nada.
- Ok. No debe ser tan importante.
- ¡Lo es!
- ¡Ajá!
- Oh, no sé como hago para caer en ese estúpido truco una y otra vez.
- Soy muy inteligente.
- No, debe haber otra explicación más creíble.
Horo levantó una ceja.
- Olvídalo..
- ¡Bueno pero aún no me dices!
¿Hablar o no?
- Hermano, deja de acosar a Tao de esa manera, mejor míranos.
Len cerró la boca, señal de que no hablaría, luego sonrió de la forma más boba que podría haber usado y la volvió a abrir. ¡Su Pilika estaba hermosa!
Ella sonrió para luego decir...
- ¿ya vamos?
Los dos jóvenes enamorados en secreto se sonrojaron al ver como Horo tomaba en brazos a Tamao y la besaba apasionadamente mientras le decía lo bonita que se encontraba. Al parecer no había podido contener sus deseos pasionales.
Luego de cerciorarse que los hermanos de Tamamura pudieran pasar bien la noche solos, se fueron a la fiesta.
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Ya allí, los atendió Hao con dos vasos de cerveza en la mano, quien miró de reojo a una muy guapa Jeanne bailando con chico bastante apuesto también; estaba visiblemente enojado, ¡Celoso!. Pilika vió que realmente su amiga se veía más pálida que de costumbre, pero lo quitó de su mente cuando la de cabellos plateados corrió a abrazarla.
Jeanne la condujo hasta la cocina, vestía de manera muy sexy, con un top negro con letras, una minifalda y botas; se veía espectacular. Comenzó a prepararse un gran sándwich mientras charlaban.
- te he extrañado Pilika – comentó – desde que me marché hemos cambiado tanto y ya no somos las mismas amigas de antes. Siento tanto eso. Pero no es momento para ponerme melancólica, ¿no lo crees así?
- Aún somos amigas... pero estoy de acuerdo en que hemos cambiado.
- ¡Sí! ¡Mírame! ¡Estoy hecha una morsa! Una ballena blanca tiene menos grasa que yo.
- ¡Estás loca! ¡Pero si eres flaquísima!
Jeanne arqueó la cejas y terminó de comerse el sándwich.
- creo que estás ciega. Ya regreso, disculpa.
La peliazulada pensó entonces que su amiga tenía un problema grave, quizá, pero no lo sabría con seguridad hasta que hablara profundamente con ella.
La puerta de la cocina se abrió y Len entró, sacándola repentinamente de sus pensamientos.
- perdóname – habló él al instante, mirándole intensamente y queriendo llegar a abrazarla. Pilika se cruzó de brazos y se apartó.
Sinceramente estaba muy dolida, ella habría deseado amigarse con él pero no soportaba esa especie de compasión para con su hermano mayor; le parecía muchísimo peor seguir ocultándole una relación que era lo más sano del mundo. Algo que le hacía muy bien... Aunque al menos escucharía a Len Tao.
- Por favor, no seas así.
- ¿así como? – bufó ella - ¿así orgullosa de nuestra relación? Me avergüenzas tu ahora, pensé que eras valiente, claro, como ibas a entender a Jun...
- Pilika espera déjame que te explique – ella le miró – no es tan sencillo, ¡es mi amigo! Mi mejor amigo y estoy cometiendo una traición al involucrarme con su hermana menor, él te considera algo sagrado, me matará... nos matará. No dejará que estemos juntos, Pilika, porque él conoce cosas de mí que fácilmente impedirían que yo te trate como se debe, pero tu sabes que yo no soy así.
- Mi hermano tampoco lo es. No es como tu crees... Él jamás haría algo que me hiciera infeliz. No quiero escucharte más Len, no quiero que me expliques nada, todo está clarísimo.
- ¡Bueno ya basta! – exclamó él evidentemente enojado - ¡Te comportas como una cría!
- Sí, quizás te equivocaste y soy una – le contestó ella ofendida.
- sabes que te amo Pilika, pero si no comprendes la situación no puedo hacer el papel de padre y tratar de educarte.
Se quedó muda.
- Eres tu quien no entiende.
- No, no soy yo...
- ¡Si eres tu! ¡Cobarde!
- ¡¿De qué mierda me hablas! ¡Sabes que yo haría lo que fuera...
La jovencita se rió.
- si me di cuenta – y sólo salió de la cocina. Estaba harta de escucharlo, fingir enojo cuando en realidad estaba lastimada y necesitaba que él la abrazara. Era un juego absurdo, pero ella había aceptado participar de él.
Tao salió tras ella, y la vió charlando con Tamao y un muchacho de su edad. No era justo que él se hubiera equivocado tanto, no podía haber sido tan cobarde. Esta bien, en lugar de hablar de una buena vez con Horo se acobardó como los mejores y se ganó el resentimiento y la vergüenza de su novia. ¡Pero él no quería lastimar a su mejor amigo! Eso era algo que ella no estaba dispuesta a entender.
- voy al baño, ya regreso – dijo Tamao dejando a su amiga con el guapo Toshiro, un compañero muy querido del instituto.
Pilika siempre había tenido mucha simpatía por él, se podía decir que todos le querían bastante.
- ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos Pilika, estás bellísima.
- ehhh... gracias. Tú también estás muy guapo, bueno siempre fuiste muy codiciado en el colegio.
- ¡Cómo inventas!
Ella rió.
- Tu si que eras perseguida por un montón de pervertidos. ¿Por qué nunca aceptaste salir con ninguno?
- no lo sé...
- En cambio ahora debe ser diferente, me imagino que aceptarás propuestas. A propósito, ¿cómo es tu preparatoria? ¿Agradable?
- Sí – se encogió de hombros – nada especial.
- Yo me preguntaba Pilika, si tu querrías...
Entonces se escuchó un grito proveniente del baño. Tamao estaba en la puerta y esta estaba abierta de par en par, por donde se asomó la peliazulada abriéndose paso por entre la gente que murmuraba. Hao pasó corriendo a su lado... Un grito estuvo a punto de salir de su boca, sintió escalofríos y tuvo miedo al ver a Jeanne tirada en el piso y la sangre... que simplemente se escurría entre los finos cerámicos del piso.
-.-.-.-.-.-.-.-.- Fin del capitulo nº 10 -.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Al fin he vuelto... dios, he tardado muchísimo, por favor, no se olviden de dejarme sus reviews con sus mails, porque los contestaré a través de estos, los quiero muchísimo y les tengo que agradecer por la espera. Les comento que estuve en bariloche (gran ciudad turística de mi país) y por eso mismo no he podido actualizar.
Ojalá guste.
¿Qué pasará ahora con Jeanne? ¿Y con Len y Pilika? ¿Toshiro qué papel juega? Oh... no me lo van a creer... ¡Yo tampoco lo sé!
Nos vemos.
Besos
Sumire-chan
