Do AMAR ES...

Por Sumire-chan

Capitulo XI: "Cuando menos lo pensamos... la suerte se puede dar vuelta y entonces... fallamos"

Tamao se acercó al inodoro, hizo una expresión de asco y se llevo las manos a la boca.

- que asco – gruñó un poco mareada y tiró de la cadena – jeanne debe haber estado enferma, comió mucho y lanzó todo...

- ¡Ya viene la ambulancia! – anunció Hao – no la muevan.

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Era la segunda vez en lo que iba del mes que ella se encontraba en un hospital, estaba sentada en una fría sillita y Toshiro la acompañaba hasta que llegaran los demás. Algunos se habían quedado en la casa aguardando que llegaran el resto de los invitados, Jeanne conocía mucha gente era obvio que habría mucha gente allí. Cuando arribaran a la clínica Toshiro se marcharía.

- no puedo creer en lo que acabó la noche – comentó el joven con la intención de que no se impusiera el silencio entre ellos dos. – estoy seguro que Jeanne tiene un problema – Pilika le miró – yo he tenido mucho contacto con ella, ¿sabes? Es una chica hermosa, muy inteligente, pero ella no comprende ciertas cosas de la vida.

- Pero ella es.. es muy feliz.

- aparentemente.

Pilika lo pensó sí... quizás él tenía razón, entonces ella tendría que averiguarlo, porque necesitaba saber a verdad. Él la abrazó por los hombros y le sonrió.

- no te preocupes, ella estará bien, olvidé mencionar que es muy fuerte.

La peliazulada le miró sospechosamente. Cuando tuviese otra oportunidad hablaría más con Toshiro y le preguntaría todo aquello que le intrigaba, pero estaba claro, que ese no era el momento.

- ejem – tosió alguien adrede.

Los demás habían llegado.

La jovencita que había pasado todo el tiempo sentada allí corrió abrazar a su hermano tratando de ocultar su sonrojo, Len le había mirado muy feo al verla abrazaba a Toshiro, es que su chino era muy celoso, aún cuando estuviesen disgustados ella le debía un poco de respeto, ¿no es así? O quizás no, porque en la apariencia ellos dos no eran absolutamente nada. A ella le parecía muy peculiar que él tuviera celos pero eso lo volvía impredecible.

- me marcho – dijo Toshiro, le dio un beso en la mejilla a la norteña y se fue.

Hao parecía un bebe dormido en el sillón de la habitación de Jeanne, había sido el único permitido de quedarse allí. Estaban esperando que ella se despertara; Horo, después de 1 hora, pensó que era mejor ir a la casa a ver a los hermanos de Tamao y esta estuvo de acuerdo.

Así en el pasillo de blancas paredes y luces muy tenues quedaron Len y Pilika. Ella aún se sentía muy avergonzada por lo de Toshiro y a la vez muy dolida y nada cambiaría eso.

- Por lo que veo ese Toshiro es muy buen amigo tuyo.

Oh no, tampoco tenía especiales ganas de discutir.

- si, muy buen amigo de primaria, pero no va a nuestro salón.

- oh te quiere mucho, eso ví... estaban muy felices abrazados.

- fue solo un abrazo...

- ¿Estas segura?

- ¿Desconfías de mí?

Ella le miró incrédula, era absurdo, le quería hacer una escena por un maldito abrazo, ¡¡era una estupidez!

- si – aceptó el chino.

Pilika se puso de pie.

- Pilika entiende que no soporto verte con alguien más, no de esa manera... Tu eres mía, solamente mía.

- yo no soy de nadie – le contestó obstinada – te amo, eres mi novio aún cuando te avergüences de ello pero no soy un objeto para que pienses que te pertenezco.

El muchacho suspiró, Pilika tenía un carácter poderoso, ella jamás se rendiría ante nadie y todo eso era lo que a él le gustaba de ella, que no tuviera las fuerzas necesarias para imponérsele. Como siempre había necesitado, el amor era más que eso... que alguien se doblegase ante él.

- olvidé eso... tienes razón pero entiéndeme Pilika, el que estemos enfadados, el que te enojes por esa tontería me hace actuar así.

- ¿tontería?

- ¡Otra vez!

- ¡Len por dios! ¡Len le estás mintiendo a mi hermano! Que ha sido como un padre para mí, te odiará al enterarse...

- No voy a decirle nada... no puedo permitirme hacerle sufrir.. soy un traidor... ¡¡¡me enamoré de su hermana! Fue un error...

- entonces nada de esto tiene sentido – murmuró como si hablara consigo misma – ja, fui una tonta. Len Tao, olvídate de mi por favor, que yo procuraré olvidarte. Hagamos como si nada de esto hubiese sucedido.

- ¡Pilika! – exclamó - ¡te comportas como una niña! Si esto quieres... pues bien, ¡pero me parece tan estúpido e infantil!

- ¡Si, de acuerdo! Soy tan infantil y no te merezco... vete...

Y Len se comportaría como un orgulloso y obstinado hasta el resto de sus días, así que se marchó tal como ella se lo pidió. No miró hacia atrás, se cerró en su propio mundo y sólo comprendió lo sucedido cuando estuvo fuera de la clínica. El no vió como la peliazulada se dejaba caer en la silla, las lágrimas caían de sus ojos hacia sus mejillas formando una hilera cristalina. Se cubrió la cara con las manos encogiendo las rodillas. Quizás ella había tomado la decisión pero eso no la haría sentir mejor, ella realmente amaba a Len Tao, el rencor de saber que él era tan cobarde como para no querer hablar con Horo no opacaba sus sentimientos.. ¡y para colmo! Le había dicho que enamorarse de ella había sido un error, ¡¿O había escuchado mal! Quizás Len si se había expresado mal... oh, ella ya no sabía.

Aún así, había tomado la resolución para movilizar a Len, tratar de hacerlo reaccionar. Si... un juego peligroso.

- ¿te encuentras bien?

Levantó la cabeza y se encontró a Liserg Diethel parado frente a ella.

Pilika aceptó los brazos que él le tendía, era lo que necesitaba en ese momento, las lágrimas se abarrotaron en sus ojitos azules...

- ¡Esto era lo que querías! – gritó alguien olvidándose que estaba en un hospital.

- Len – susurró la peliazulada maldiciendo su suerte.

- te juro que creí tu teatro... por un momento me sentí culpable y volvía a decirte que voy a hablar con Horo si eso te hace feliz... ¡pero que idiota! Y para colmo te amo... y tu sólo me trataste de estúpido – Len soltó una risita – tienes razón, eres sólo una cría, nunca debí involucrarme contigo.

- no... no... – murmuraba ella pero él se fue de la sala antes de que pudiera seguirlo. Miró a Liserg con el rostro contraído en temor.

- tengo una suerte de mierda... yo... yo lo perdí. Soy una tonta, ¡lo perdí!

Liserg miró asombrado como ella se acurrucaba en el sillón y comenzaba a caer sudor de su frente, su respiración a cada segundo se hacía más dificultosa y temblaba.

- Pi...

- Liserg... Lis... tengo… frío… no… llama a… a… Ho…

- ¡No puedo dejarte acá Pilika! ¡Llamaré a un médico!

- a... mi... a... Ho... – murmuró ella antes de caer desmayada.

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Horo Horo y Tamao estaban sentados en el living de la casa donde el norteño solía pasar muchas noches de televisión. Ella pensaba que ya se parecían mucho a una pareja de recién casados, sonrió ante la idea de llegar a eso con su novio. Bueno, ella era muy soñadora, y ellos muy jovencitos aún, con muchos sueños, muchas libertades... incluso ahora pasaban mucho tiempo juntos que hasta se le hacía sofocante. Tal vez no quería separarse de él pero... sacudió su cabeza, estaba pensando mucho.

- ¿Qué pasa? – le preguntó Horo besándole la frente.

Además él era tan tierno...

- Nada, sólo... pensaba un poco.

- ¿Y en qué si se puede saber?

- Sí – sonrió – cuando papá volvió a casa es decir, cuando ese señor regresó, yo no pensé que nada de esto fuera a suceder, yo... incluso pensé... – sus ojos se llenaron de lágrimas – pensé en matarme, ¡pero mis hermanos! Yo los amo, no podía dejarlos... aún así nunca perdí esa idea, siempre la tuve muy presente como una salida a todo ese dolor; llegó un momento en que pensé en llevar a mis hermanitos a la casa de algún familiar, cuidar a mamá, alejarla de él... y hacerlo, alguna noche. Pero sabes... cuando llegaste todo cambió mucho, me sentí amada y protegida. Horo, contigo me siento muy cuidada, no tengo miedo y parezco fuerte... pero yo siempre he sido muy débil, me ha costado decidir ciertas cosas y tomar mis propios caminos. Eres tan tierno, tan bueno conmigo... me haces muy feliz. Ahora yo... sabes... no sé... no sé si deba decir esto.

- si debes...

- yo... bueno tengo un poco de miedo, estamos tan bien, tan juntos creo que...

- Tamao...

- sí, creo que debemos tomar las cosas con más calma, no quiero dejar de vivir contigo pero me gustaría que hagamos cosas diferentes... o... ay, Horo, no quiero hacerte mal.

- ¿Tienes miedo?

- Sí

- Tienes razón. Tomemos todo esto con tranquilidad, yo te daré tu espacio y tu el mio.

Tamao asintió. ¿Porqué siempre encajaban tan bien? El sabía exactamente lo que necesitaba. De pronto, tuvo sueño y recostó su cabeza en el hombro del muchacho, quien, a su vez, reclinó la suya hacia ella.

Si, encajaban tan bien..

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Mientras tanto, el joven chino caminaba a su casa, la cabeza le daba vueltas y tenía el estómago revuelto. Pilika lo había traicionado... claro, excusas para echarle a él la culpa y ella sentirse fresca, poder estar con ese estúpido inglés. Ese tipo siempre parecía aprovechar las situaciones. Y el que se había sentido mal y había decidido hablar con Horo Horo, exponer su amistad con él...

Tenía ganas de llorar.

Pero él era un Tao y no lloraría, menos por una mentirosa. Perra... ella... la hermosa chica de cabellos azules a la que amaba, de la que prontamente se había enamorado, cuyas actitudes dolían tanto. Por más que le hubiera mentido la seguía amando. Pero no lloraría, no había llorado cuando su padre... prefería no recordarlo.

Al llegar a su casa, la sintió muy vacia, faltaba la presencia de su hermana llenando todo de risas y color. Se asomó a la cocina, su madre tomaba un café leyendo una revista.

- madre, es tarde, ¿Qué haces despierta?

- espero a Jun.

- madre...

- ella volverá y yo tengo que esperarla...

Len negó con la cabeza, no iba a ser capaz de hacerla cambiar de opinión.

- buenas noches.

- buenas noches, hijo.

Haca tiempo que él había dejado de preguntar por su padre. Sin pensarlo más se metió en su habitación, de pronto tenía sueño y se sentía realmente agotado. Cansado de que las cosas funcionaran mal, cansado de aparentar indiferencia ante todo lo que le dolía. Quizás todos lo veían como un sujeto frío que jugaba con la gente, una persona calculadora, ¡él no era así! Únicamente se comportaba así para ocultar sus emociones, ¿Porqué nadie comprendía eso?

Poco tiempo después de estar pensando, sintió sueño... mucho sueño...

Fin del capítulo 11

Bueno amores siento muchísimo la tardanza, sé que muchos querrán matarme, oh si lo se, pero bueno, hablaremos de sus intentos asesinos luego, prometo recompensarlos de alguna manera. Todavía no se como, propongan ideas. Otra cosa, no se como contestarles los reviews sin que me sancionen o me digan algo, así que si alguien sabe la manera para hacerlo y me la dice, lo amaré con toda el alma. Jajaja.

Antes de irme, muchísimas gracias a: fernanda, Pilika de Tao Asakura, Sayuri Hisuka y tamao-de-isui. Las quiero, y otra vez, perdonen, no me maten

Besos a todos

Como siempre... aquí, su amiga romántica. Tan solo...

Sumire-chan