AMAR ES...

Por Sumire-chan

Capitulo XVI: "¿Qué es? ¿Qué esto que arde en mi pecho? No sé pero..."

Los eventos en ese extraño círculo eran como ratones reproduciéndose.

Tamao se vio una tarde comprando su vestido de novia, elegante, blanquísimo y totalmente formal, la siguiente comprando un vestidito rosa para la hija de Yoh y Anna; y la siguiente acompañando a Jun y a Pilika a ver el vestido de la primera.

Li era un hombre sencillo pero evidentemente la madre de jun no, aunque le había encantado el anillo de compromiso que a su hija le habían obsequiado. La señora Tao, claro, insistía que en su época las cosas no funcionaban así y se aferraba a la idea de que Jun llevaría el mejor vestido de todas las novias.

Pilika se había mordido el labio para no terminar diciéndole algo a la presuntuosa señora. Ella no había viajado... ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo correr tras un sueño vacío cuando atrás quedan tus esperanzas, tus ilusiones y hasta tu corazón? Por mucho que deseara alejarse por siempre... Algo le hacía aferrarse a la idea de que en Japón continuaría hasta el último de sus días.

La hermana de Len Tao se veía lindísima en su vestido color rosa pastel (A Tamao le encantó pero ella prefería el blanco tradicional. Pilika ni siquiera casarse quería). Estaba linda, que no paraba de renegar de su poco pecho y de su delgadez, pero que se enorgullecía de sus ojos verdes brillantes y su sonrisa.

Pocas horas antes de la ceremonia, Len les había llevado a tomarse fotos para el álbum de casamiento en el jardín que Yoh les había ofrecido. El joven Tao era bueno tomando fotos y él mismo se había ofrecido. Así que allí posaban ellos, mirándose enamorados y Len se sintió increíblemente celoso y triste.

- Te ves preciosa – le dijo a su hermana sin disimular una sonrisa mientras le tomaba una fotografía.

Le habría gustado terminar como ellos, no casado, si algo compartían con la peliazul era esa repulsión por el matrimonio... también compartían otras cosas... Odiaban la música clásica y los comerciales de televisión, amaban el te con dulces y leer un buen libro antes de dormir. Ella veía poco del ojo derecho y él tenía caries en dos muelas que nunca había arreglado. Ambos odiaban a los dentistas y usaban lentes en secreto. Pilika se teñía el cabello todos los viernes y Len los viernes por la noche miraba baloncesto. Ella se levantaba temprano pero a veces solía quedarse remolona en la cama y por las noches prefería acostarse tarde aún cuando nunca veía televisión. Él hacía abdominales temprano por la mañana a pesar de que e costaba madrugar, a costaba pasadas las doce y se detenía cierto tiempo pegado a la Tv. Ella adoraba el frío... y él el calor...

Los ojos de Len mostraron tristeza tras la cámara, gesto que Jun pareció comprender. ¿Cómo no hacerlo? Si más allá de la sangre compartían un lazo infinitamente más grande. Le colocó una mano en la mejilla con ternura y le tendió la otra a su futuro esposo.

- Hermanito, quiero que seas feliz, ¿no vas a luchar por ella? No te rindas, por favor, tu nunca te rendías.

Al sacarle las fotos a ella, fue como si de repente volviera el tiempo atrás. Cuando Jun corría con sus trenzas tras Len, se caía y reía como una loca para luego retomar la persecución. Fue como cuando Len la miraba atento en el patio escolar sentada con sus amigas y se cercioraba de que ningún pervertido se acercara a ella. Fue como cuando caminaban juntos... ahora Jun recorría un camino diferente hacia la eterna felicidad...

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La vio en la boda y así como la vio su recuerdo se anidó en lo profundo de su mente y de sus sentimientos, haciéndole, por un momento, muy feliz. Ella no se había ido con Diethel. Y aún así la encontraba tan lejos...

Encontraba ahora muy real aquello de que notas la ausencia de algo cuando lo tienes a metros, centímetros, un paso o dos de ti y notas que no es tuyo y que nunca lo será... y el sólo pensamiento de eso le carcomía el alma.

Nunca antes había notado tanto el amor que sentía por la muchacha. Pero al verla reír con Tamao y escapar de alguno que quisiese, en medio de la fiesta, sacarla a bailar, notó la distancia que había entre ellos. Pero de todas maneras se supo incapaz de cerrarla, de acercarse y decirle:

- Olvidemos todo y volvamos a empezar, amor, porque sin ti ya no puedo vivir.

Esas palabras tan sencillas se repetían una y otra vez en su mente. Las retenía. Las soltaba y suspiraba.

Se reproducían en sus sueños donde, repentinamente, volvía a tenerla entre sus brazos.

Lamentablemente, ni esa noche ni las que siguieron, logró cumplir ese deseo.

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Llovía. Len estaba de pie junto a la parada del autobús. Lucía pálido y triste, demasiado delgado y en su rostro joven y masculino se dejaban ver unas leves ojeras que la noche sin sueño habían hecho en él.

Se suponía que Pilika daría su primer concierto al público abierto fuera de Fumbari. Era un lugar pequeño y quizás no era muy conocido; pero se debía empezar siempre por lo pequeño. Su amigo, el de la disquería, le había comentado que la peliazul tenía potencial y que si esa prueba iba bien ya lograrían avanzar hacia un futuro mucho mayor. Que orgulloso se sentía de ella...

Llegó al lugar y se sentó en una mesa cerca de la puerta; Horo y Tamao estaban adelante conversando alegremente y haciéndose carantoñas. El amor...

No quería que ella le viera. Si bien había estado en los momentos de su vida había llegado al punto de entender que debía hacerlo todo oculto. Y no podía tratar de cambiar eso ahora. No porque no sintiera que fuese el momento, si no porque el tiempo había hecho daño a su relación. En ese instante, no podía asegurar quien había terminado con quien, y porqué razón estaban tan lejos el uno del otro.

Entonces la vio.

Se veía hermosa. Era hermosa... La música comenzó a inundar el lugar.

El amor, dicen los que saben, es un chispazo que se enciende en el pecho, surge como una explosión y nadie sabe el porqué. Amor es muchas cosas y a la vez es el todo y la nada.

Los ojos celestes de ellas no eran los mismos que alguna vez había conocido y se dio el egoísta pensamiento de creer que quizás era culpa suya. Por la distancia entre ellos. Tal vez eso no era probable, ella tenía muchas cosas buenas, demasiadas y absolutamente merecidas.

Se movía al compás de la canción, acariciando el micrófono con sus delicadas manos, tan pequeñitas...

Alguna vez él las había tenido entre las suyas y claro, fue feliz...

Amar es compartir y a la vez no hacerlo. Es adueñarse y dejarse adueñar.

Amar es piel, espíritu y corazón.

Amar es muchas cosas y a la vez absolutamente nada

Sus ojos se cruzaron y brillaron intensamente. Por un momento, en ese instante, mientras su corazón se agolpaba en su pecho y le ardía el alma, y una sensación de abandono y nostalgia le invadía, Len sintió deseos de llorar. De llorar por algo que no se tiene y se añora indiscutiblemente. Llorar por la necesidad de aferrarse a la esperanza de que alguna vez volvería a tenerla.

- "Aún te amo tanto" – pensó Pilika sin dejar de cantar.

Len se puso de pie y salió del lugar antes de que la canción terminara. El agua comenzó a enfriar su cuerpo, se deslizó desde su cabeza muy lentamente por su cuello y se perdió entre la ropa que comenzaba a mojarse.

Siempre que ellos se miraban sucedía eso, una energía le recorría todo el cuerpo, le dolía el pecho y no podía respirar; un sentimiento que se adueñaba de sus sentidos y le enloquecía, pero le hacía feliz.

La puerta del local se abrió otra vez. Pero repentinamente, el joven no fue capaz de notarlo, hasta que escuchó los pasos en los charcos de agua. Ella comenzó, ante la mirada de Len, a mojarse pero no dejaron de mirarse a los ojos.

- Ha pasado mucho tiempo – dijo al fin frente a él.

- Sí... ¿Por qué saliste?

- Te quiero.

Len parpadeó.

- ¿no crees que merecemos la oportunidad?

Nunca antes... Nunca antes se había sentido tan inútil en la vida, pero Pilika era así. Una chispa. Intensa. Ardiente. Siempre le sorprendía de la mejor manera, y se imponía sobre todo. Eso, increíblemente, le gustaba mucho.

Len miró hacia el cielo nocturno y gris y el agua se escurrió débilmente por su rostro.

- Supongo que si – contestó con un susurro.

- Entonces... Len, mírame.

Hacía mucho que no escuchaba su nombre de esos labios y allí estaba ella, toda mojada, hermoso, pidiéndole que le mirara. Una descarga de energía le recorrió el cuerpo pero continuó sintiéndose totalmente inútil y estúpido, no tenía la menor idea de qué hacer y decir.

- te ves bellísima.

- Gracias – susurró bajito Pilika aunque por dentro sentía deseos de ahorcarlo - ¿Vas a dejar de esconderte de mi?

- Sigo enamorado... te amo.

- y yo también, Len.

Él dio un paso hasta tenerla muy cerca, descubriendo que, en ese instante, sus piernas aún funcionaban, deslizó sus manos a su cintura y la atrajo permitiéndose sentir la humedad y el calor que el otro cuerpo despedía.

- Lo siento mucho – murmuró Len con voz ronca, áspera. Y rozó con sus labios el oído de la peliazul.

- También yo lo siento.

Ambos sonrieron y ella se mordió el labio nerviosa, como si fuera la primera que estuvieran tan cerca. Sin embargo, eso fue el detonante, Len se inclinó listo y se apoderó de su boca que pedía a gritos ser besada. Era pasión, deseo, anhelo y una añoranza increíble que palpitaba en sus corazones. Devoró la boca de la norteña y permitió que Pilika satisficiera su necesidad. ¡Cuánto la había extrañado!

La levantó un poco del suelo y la abrazó feliz, mientras le repetía te amo muchas veces. Repetía en voz baja todo lo que había querido decirle en ese tiempo; por culpa del orgullo, de la necedad, de la distancia no había podido hacerlo, pero ahí estaba. Abrazándola. Sintiendo sus manos acariciar su nuca y sus besos en la barbilla.

En ese momento, sólo estaban él y Pilika, bajo la lluvia y ese beso que le abría las puertas al paraíso más hermoso que jamás había soñado.

Cuando se separaron y la miró a los ojos supo...

Amar es eso y mucho más...

La nada y el todo...

Es un beso bajo la intensa lluvia

Es despertar.

Amar son ojos azules y un cabello que acariciar

Son besos en la mejilla

Y una caricia infinita

Amar es el latido desesperado en el corazón

Un susurro.

Un llamado.

Es mi nombre pronunciado de sus labios...

Amar es sentirse la persona más infinitamente irreal del mundo y aún así, comprender, que amar es la puerta a la perfecta felicidad, a pesar de que en el camino, queden muchas piedras con las que tropezar.

FIN

¡Hola querida gente de Al fin he decidido pasarme por aquí y poner el final de esta historia. Realmente lamento la tardanza pero ya saben que la vida no es sencilla y que muchas veces nos impiden hacer lo que queremos.

Sin embargo aquí está. Quiero agradecerles el apoyo, la confianza y sobre todo la paciencia. No fue un fic fácil de llevar ero aya, hasta me ha sorprendido... por los reviews y por los hits, también claro.

Prometo seguir respondiéndoles los reviews vía reply o e-mail y claro, también me verán nuevamente en algún fic de Pilika y Len, aún no tengo nada bien nítido pero tengo varias ideas que tengo que reorganizar. Así que espero verlos por allá.

Ojalá si les haya gustado este último cap. Fue raro. Improvisto. Y tiene muchos saltos temporales pero a fin de cuentas me ha salido como quería.