Capítulo tres

Una mujer caminaba con paso apresurado a través de un pasillo. Sus ojos reflejaban una dura personalidad, la cual era corroborada por el rictus amargo de sus labios. Su largo cabello castaño estaba recogido apretadamente en trenzas enrolladas a la altura de la nuca, dándole así una imagen de pulcritud y severidad. En sus manos sostenía un par de anteojos, con los cuales jugaba nerviosamente.

Por fin se detuvo frente a su objetivo. Una enorme puerta de roble labrada que la separaba de la persona que poseía su destino en sus manos. No le agradaba la idea de visitarle trayendo malas noticias. Con manos temblorosas tocó levemente la puerta.

-Adelante.-Una fría y elegante voz resonó al otro lado de la puerta.

La mujer, visiblemente nerviosa, abrió la puerta y se quedó de pie en el umbral. Observó al hombre sentado tras su escritorio con aparente calma. Era un sujeto de corto cabello castaño y unos astutos ojos azules. Su expresión denotaba tranquilidad e imperturbabilidad, como si nada en el mundo pudiera sorprenderlo.

-Mi querida Lady Une.-al igual que su apariencia, su voz era calma y equilibrada.- ¿Qué noticias me traes?

-Malas, me temo.-Lady Une se colocó cuidadosamente los anteojos para apreciar mejor las expresiones del hombre.-Lamento informarle que han encontrado a otra.

El hombre no se inmutó. Con una tranquilidad desesperante, cogió un vaso de vino y se lo llevo delicadamente a los labios.

-¿Y desde cuando eso me importa? Siempre son impostoras.

-Pero...-a la mujer le costaba pronunciar las frases fatales.- Esta vez puede que no sea una impostora.- el hombre la miró alzando una ceja. Peligro.- Quiero decir... puede serlo, pero se parece bastante, más que ninguna otra. La he visto, señor.

-¿Por qué crees que me interesa tu opinión?- al ver que la mujer guardaba silencio, agregó.- Tú sabes bien que durante nueve años han tratado de encontrar a alguien que se parezca a esa estúpida mocosa para devolverla con su hermano. ¿Por qué crees que, después de que tantas "princesas" se hayan presentado y fueran todas rechazadas, esta podría ser la auténtica? Tú sabes mejor que nadie, Lady, que ha habido algunas que no sólo se parecían a la chiquilla esa, sino que actuaban como ella debería actuar y, aún así, les cerraron las puertas en las narices.

-Lo sé, señor.-la mujer tomó aire profundamente.- Pero estoy segura de que esta es diferente. Aparte de que las tiene todas a su favor. La chica tiene amnesia, no podría recordar nada aunque la torturaran.

-Exageras, Lady. Con un buen par de azotes de seguro recuerda, si no es todo una farsa para hacer más fácil su entrada al palacio.

-Por lo menos permítame vigilarla. La chica encontró compañía que la llevará a París. Me sentiría más tranquila si viera que la rechazan.

-Te estás metiendo demasiado. Permíteme recordarte que el único perjudicado si sucediera algo sería yo y mírame. ¿Me ves acaso preocupado? No. Porque estoy seguro de que la mocosa lleva tiempo muerta. ¿No dijo su hermano que se había golpeado la cabeza al caer? Lo más probable es que se haya partido esa diminuta cabeza. Alguien fue amable y se preocupó de sepultar su cadáver. La dinastía Peacecraft se acabó por completo.- Tras decir eso el hombre observó fijamente a Lady Une.- Pero está bien. Si quieres tomarte esas molestias, adelante. Síguela, si es lo que quieres.

-Se lo agradezco, señor Treize.

Con estas últimas palabras y una leve inclinación, Lady Une abandonó la habitación, soltando un suspiro de alivio. Las cosas habían salido mejor de lo que había planeado.

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-Déjame ver si entendí. Están tratando de llegar a Paris y llevaran a Lena con el príncipe para ver si ella es la princesa pérdida desde hace nueve años. O por último que la ayude a encontrar su hogar. ¿Es eso?

-Exactamente.

-Y decían que yo era la ladrona.

-¡Hey! ¿Qué insinúas con eso?- preguntó un picado Duo.

-¿Qué crees? ¿Piensas que no sé lo que se ha hecho durante todo este tiempo con respecto a ese tema?

-¿Por qué están tan alterados, chicos?- preguntó Lena intrigada. Había visto como Duo y Hilde se habían alejado para conversar y le había llamado la atención que hubieran empezado a discutir.

-Por nada, pequeña.-sonrió intranquilo Duo, dándole una disimulada mirada de advertencia a Hilde.- Estaba tratando de convencer a esta chiquilla de que se bañara conmigo en ese lago.

-Pero... ¡Duo! ¡Eres un...!- exclamó Lena indignada. Como últimamente estaban con más confianza, dejaba salir esa parte suya.

-¡¡¡Qué rayos te imaginas, pervertido abusador!- Gritó la pelinegra antes de golpear fuertemente al trenzado, quién se reía de manera escandalosa.

-Vamos Duo, deja de decir estupideces.- la voz indiferente de Heero impidió a Hilde el volverse una asesina.- Si no nos apresuramos vamos a perder el tren.

Los cuatro se encontraban en la estación central del reino. Al llegar se habían topado con un pequeño problema: El poco dinero que llevaban no alcanzaba para cinco pasajes hasta Alemania, pues aparte debían guardar dinero para pasajes de barco. Con mucha suerte alcanzaba para dos. Fue entonces cuando Silvia propuso hacer "lo que todo el mundo hace", hacer pasajes falsos.

-¿Y aún llamas a Hilde ladrona, Silvia?- preguntó molesto Duo. Por precaución, él, Heero y Silvia se habían alejado prudentemente de las demás.

-No puedes hablar en serio.- contestó Heero ceñudo.

-Bueno, si ese es su punto de vista, podemos comenzar a caminar hasta Alemania. Vamos, no pueden ser tan idiotas. ¿Cuál es el problema? Podemos pagar dos pasajes y los demás falsificarlos, así la culpa será menor.

-No sé...-murmuró Duo.- Aún me parece robo.

-¿Quieren que la chica llegue a París o no? Si seguimos esperando llegara otra y se nos adelantará.

-Creí que habíamos quedado en que no la haríamos pasar por la princesa.

-Claro que no, cariño- se apresuró a corregir la rubia.- Pero, bueno. Si no dan una mejor opción, tendremos que caminar.

-¿Y Heero? No me parece mucho, pero no tenemos otra alternativa.

-Me desentiendo de esto. Yo pagaré mi pasaje.

-Después de todo Silvia, Alemania no estás tan lejos.- Al ver la mirada suspicaz de Silvia, Duo se corrigió.- Quizá quede lejos, pero nos saldrá mucho más barato irnos en autobus.

-Muy bien hagan lo que quieran.- replicó Silvia molesta.

Con paso airado, se alejó del grupo. Se dirigió a la taquilla, pensando si conseguiría a alguien que le vendiera cinco boletos por el precio de dos. Mientras buscaba, se cruzó con dos individuos que estaban en plena falsificación ded papeles. La rubia lo pensó tan sólo dos segundos. Caminando hacia los tipos les preguntó con una seductora sonrisa.

-Hola chicos. ¿Por casualidad tendrán otros papeles como los que llevan en sus manos que me podrais vender?

Los tipos, quienes se mostraron algo nerviosos por haberse visto pillados en falta, respondieron que sí inmediatamente. En menos de dos minutos Silvia se hizo de cinco boletos de viaje con destino a Alemania. Eran bastante convincentes. Las letras azules eran lo suficiente realistas para convencer a cualquiera.

-A que no adivinan.-exclamó muy sonriente al llegar nuevamente con los demás.- Encontré una señora que iba a viajar con sus nietos y en el último momento tuvo una emergencia familiar y estaba regalando hasta ocho pasajes. ¿Qué les parece? (N/A: yo no me creo ni lo que come)

Al parecer Heero fue el único que miró algo indeciso los boletos que Silvia agitaba frente a sus narices, pero los demás encontraron que era una solución perfecta. Y, sin más preámbulos, se embarcaron.

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Lady Une se acomodaba en su asiento particular en el tren. Mientras lanzaba una insquisitiva mirada a su alrededor por si alguien se fijaba en ella más de lo debido, recordó su plan.

Se había enterado que la chica tomaría ese tren. Sí, había tenido ciertos problemas para conseguir pasajes, pero aún así lo consiguieron. Si no tenían problemas con los papeles falsos, Lady podría deshacerse de ella por fin. Era bastante arriesgado, pero debía hacerlo. Todo por el señor Treize. Lanzó una ojeada al interior de su bolso de mano. Su arma aún estaba ahí. Solo había que esperar que el supervisador no preguntara por el contenido del bolso y si lo hacía, bueno, peor para él.

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-¡Ni de broma lo haré!

Miles de rostros se volvieron hacia Hilde, quien gritaba mientras gesticulaba nerviosamente.

-Mira Lena, realmente debes estar loca si crees que me sentaré SOLA con este idiota!

-¡Un poco de respeto! Estoy presente.- murmuró un moletso Duo.

-Pero Hilde, nosotros cinco no cabemos en un solo vagón.

-No me importa. ¿Por qué no mandan a Silvia? ¡O a Heero! ¡¿Por qué yo!

-Porque- se entrometió Silvia.- Heero y yo debemos adiestrar a Lena sobre cómo es una princesa.- al ver la mirada extraña que le dirigió la susodicha, agregó con falsa dulzura.- Aparte que tú y Duo deben aprender a llevarse mejor.

-Mi relación con ese tipo no tiene en qué mejorar.

-¡Ya basta! Vamos Hilde, solo será por unos momentos, cuando Heero y Silvia terminen de decirme lo que quieren, me iré contigo.

-¿Lo prometes?

-Ya sabes que cumplo lo que digo.- replicó Lena ceñuda.

-Ok, Ok, me iré con él. PERO SI INTENTA ALGO NO RESPONDO!

Y sin decir más, tomó al pobrecito Duo de su trenza y se lo llevó a la sala continua.

-Cielos, si que alborotan por nada.

Lena tomó asiento junto a la ventana. Por el contrario, Silvia se sentó frente a ella, tratando de tener el menor contacto posible. Pooka, atrevidamente, saltó al asiento junto a Silvia, quien lo miró con repulsión.

-¿No puedes quitar a tu perro de aquí? Me va a contagiar algo.

-Puede que sea un perro callejero, pero no está sucio ni tiene nada contagioso.- contestó Lena picada.

-Vamos, querida, todos los perros contagian enfermedades. ¿Es que no lo sabías?

-No creo que te contagie nada si tratas de estar a metros de él y Pooka ni siquiera te presta atención.

-Pooka. ¡Que nombrecito! ¿De donde lo sacaste?

-Y qué te...

-Ya volví.- La oportuna interrupción de Heero, quien había ido a guardar las maletas, impidió que siguiera la pelea.

-Hola cielo.- dijo Silvia con una melosa sonrisa. Lena, aún molesta no dijo nada y evitó mirarlo.

Heero se dirigió al asiento junto a Silvia, sin notar que Pooka estaba allí. A punto de sentarse estaba cuando el can comenzó a gruñirle amenazadoramente. Heero lo miró molesto, el chucho lo llevaba molestando todo el viaje y comenzaba a perder la paciencia.

-Que el pulgoso se siente en la ventana- murmuró.

-¡Que manía!-exclamó la dueña.-¡Pooka no tiene pulgas!

-Pero le queda bien el nombre- contestó Heero sin pretender ofender, mientras se sentaba junto a Lena. (N/A: osea, ese es su caracter no? xD) Sin embargo, ella lo tomó como un insulto hacia su pobre cachorro y, malhumorada, se encogió en su asiento, más bien se recostó, y sacó su medalla con la que empezó a jugar.

-No te sientes así, te romperás la espalda.-advirtió Heero. La chica lo miró ceñuda antes de sentarse bien.- Si realmente tienes probabilidades de ser la princesa, te digo inmediatamente que en la realeza no se tolera esas actitudes. Y no juegues así con esa cosa.

Exasperada, Lena soltó su medalla. En un afán de molestar a Heero preguntó.

-Oye ¿Realmente crees que puedo ser de la realeza?

-Desde luego que puedes serlo.

-Pues entonces ¡Deja de darme órdenes!

Heero la contempló ceñudo. Así que no era tan dócil como aparentaba.

-Vaya, resulta que tiene carácter complicado.-se burló Silvia.

-Odio eso en las mujeres.- murmuró Heero. Mientras miraba hacia otro lado, Lena le sacó la lengua.

En ese momento se escuchó el grito.

-AAAHHH! MALDITO DEGENERADO!

-Muy bien, esta vez iré yo a separarlos.- dijo Silvia entornando los ojos y saliendo del habitáculo.

Una vez solos, Heero se levantó y se sentó frente a Lena. Esta última, anticipandose a lo que se avecinaba, cogió un libro y simuló leer.

-Oye.-la voz del chico se hacía oir.- Mira no quise decir eso. Quizá deberíamos empezar de nuevo.

-Muy bien. Acepto tu disculpa.

-¿Disculpa? No me estoy disculpando. Yo solo dije...

-Mira, si sigues así solo conseguirás hacerme enfadar.

-Muy bien.-contestó Heero irritado.- Me callaré si tu lo haces.

-Muy bien.

-Bien.

-Bien.

-BIEN!- era extraño. nadie, ni siquiera Silvia, lograba sacar de quicio a Heero.

-Echaras de menos el reino? despues de todo era tu hogar.

-No.

-Convertirás a Paris en tu hogar entonces.

-¿Que rayos tienes con los hogares?

-Pues es algo que todos desean- contestó Lena parándose dispuesta a abandonar aquel recinto, pero Heero se lo impidió bloqueando el camino con sus piernas.- Y tambien...-Lena empujaba contra las piernas de Heero, pero este no cedía. Terminó pasandó por encima.-Ah! OLVIDALO!

En ese momento entró Duo sonriendo bobamente, con un enorme chichón en la cabeza.

-Por fin! Hazme un favor y sácalo de mi vista!

-¿Qué?- Duo estaba asombrado ¿No que ellos se llevaban bien?- Que hiciste?- Le preguntó a su compañero.

-¿Yo? Fue ella!

Antes de que pudiera formular otra palabra Lena abandonó de un portazo la habitación.

-Vaya. ¿Una inexplicable atracción?- comentó Duo pícaramente mientras acariciaba a Pooka.

-¡¡¿¿Atracción! ¿Por esa niñita malcriada? ¿Estás loco?- exclamó Heero dando otro portazo.

-Solo decía.- murmuró Duo.

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La puerta se abrió de un portazo. El conductor del tren se volvió sobresaltado. Nadie tenía permiso de inmiscuirse en la locomotora. Tenía la intención de reprender a la mujer que había entrado, incluso, de cobrarle su intromisión, pero al ver que la morena lo apuntaba con un arma, se quedó helado.

-Esto no es una broma.-la voz de la mujer era absolutamente fría y carente de sentimientos.- Salga inmediatamente de esta locomotora y no será lastimado.

-¿Que dia...? ¿Qué hace aquí? Baje eso. Yo no he hecho nada.

-Solo por eso le doy la oportunidad de elegir. Larguese ahora o dispararé.

-¿Que piensa hacer? ¿Qué hará con los pasajeros?

-Señor- la paciencia de la mujer se estaba acabando.-en lugar de preocuparse por los pasajeros, preocupese de usted. Su ultima oportunidad. ¿Va a bajarse o no?

Disimuladamente el conductor trataba de localizar la palanca de emergencia para avisar a los guardias. No obstante, la mujer se dio cuenta en el momento en que el hombre colocaba su mano en la palanca y disparó.

El hombre aulló dolorosamente mientras se sujetaba la mano ensangrentada. La bala no había sido mortal, pero le había comprobado que la mujer iba en serio.

-Me colmó la paciencia, señor. Veo que prefiere la vida de otros a la suya. Un desperdicio, pues todos morirán de todas manera.- La mujer empujó al hombre herido, quien cayó sin fuerzas. Él levantó la cabeza en un gesto suplicante.

-Por favor no.

La mujer lo miró impasible.

-Ya malgastó su oportunidad.- Sin decir nada más, le disparó.

El disparo le dio lleno en el pecho, causando la muerte inmediata del conductor. Lady Une guardó su arma y se dispuso a esconder el cadáver.

-Después de todo, a los muertos es más difícil que los interroguen sobre un trágico accidente.

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Silvia se acercaba al supervisador para entregarle los pasajes luego de haber separado a Duo y a Hilde y haber mantenido una charla con esta última sobre lo pesados que eran los hombres a veces. Caminaba tranquila, muy segura de que su plan no fallaría. Se situó detrás de una pareja mayor que se jactaba de haber comprado boletos en primera clase.

-Son muy difíciles de conseguir.-aseguraba la mujer.-Y me gusta más el diseño de ahora.

-Tienes toda la razón, preciosa.-la secundó su marido con voz melosa.- Además, a tí siempre te ha quedado mejor el rojo que el azul.

Silvia al oír esas palabras quedó helada. Disimuladamente, miró por encima del hombro de la mujer su permiso de viaje. Ahí estaba escrito con unas relucientes letras rojas.

-¡Oh no!

A empujones logró salir de la fila y se precipitó hacia su vagón. Abrió rápidamente la puerta en donde se encontraba Heero leyendo, aún algo molesto, y a Lena, quien se había quedado dormida en los asientos.

-Tenemos problemas.- Heero miró a Silvia sorprendido.- Es lo malo de este gobierno. Ahora todo es rojo.- concluyó descaradamente mientras enseñaba los pasajes.

-¿Pero qué...? ¿Qué rayos hiciste Silvia? Te dije que no...

-¡Hey! No es mi culpa que la anciana sea una ladrona.-mintió ella.- Eso no importa ahora. Creo que deberíamos salir de aquí antes de que lleguen los guardias. Podemos ir al vagón de equipaje. Iré a avisarle a los otros.-después de eso desapareció dejando a Heero con la palabra en la boca.

Contrariado, Heero tomó los bolsos y sacudió a Lena para despertarla. Igual que una niña, la chica se volteó y pegó un manotazo que, accidentalmente, le dio en pleno a la cara de Heero, quien lanzó una exclamación de dolor.

-Lo siento.-exclamó Lena despertandose.- No quería... Ah, eres tú, entonces no importa.

-Como sea. Camina nos vamos ahora.-ignorándo la cara de sorpresa y pregunbta de la chica, se quejó.- maldita sea! creo que me rompiste la nariz!

-Bebé- masculló Lena antes de seguirlo. Al llegar al vagón de equipaje preguntó con voz sorna.-¿Acaso ha habido problemas con los papeles?

-Nada de lo que debas preocuparte, querida.-contestó Silvia mientras Heero, Duo y Hilde le lanzaban una mirada de reproche.

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Lady Une corría en dirección a la unión de vagones. Había convencido a la mayoría de los pasajeros a que desalojaran el tren y se fueran al vagón comedor. Los que le habían puesto el más mínimo problema los había eliminado en ese mismo momento.

Había visto a la chica salir con sus compañeros hacia el vagón de equipaje. Una vez llegó ahí, colocó estrategicamente unos explosivos justo en las uniones de ese vagón con el vagón comedor. Miró a su alrededor, a pesar de que estaba segura de que no la vería nadie. Al ver que todo el tren estaba desierto, cuidadosamente encendió la mecha de los explosivos, la cual era bastante larga, lo que le daría tiempo para la segunda fase de su plan.

Apenas vio la mecha encendida, se levantó y salió corriendo del lugar, esta vez para dirigirse a la locomotora. Desde allí tendría una mejor vista para realizar el plan.

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¡¡¡¡¡BAAAANG!

La enorme explosión tomó desprevenidos a los cinco chicos, quienes cayeron unos encima de otros.

-¿Qué está pasando?- gritó Hilde en medio de la confusión.

-No lo sé.-Contestó Duo a gritos, mientras miraba por la ventana.- Pero al parecer nada bueno. Por allá va el vagón comedor.

-¡Heero tengo miedo!- puchereaba Silvia.

Heero abrió la compuerta que separaba ese lugar con la locomotora.

-Iré a ver que sucede.-Gritó mientras se sacaba el abrigo y se lo pasaba a Silvia.

De un salto se subió a la escalerilla de la locomotora y pasó corriendo por sobre el carbón. Al llegar a la ventana la rompió de una patada y se introdujo en el pequeño habitáculo, el cual estaba cubierto por las llamas.

-¿Hay alguien aquí?- exclamó cubriéndose la cara con los brazos. De pronto, algo estalló, llenándolo todo de humo y fuego. Rápidamente salió de ese lugar. En su prisa no se fijó en la mujer que estaba oculta entre las sombras.

-¡Estamos llendo muy rápido!-gritó Duo. Sus palabras fueron ahogadas por la aparición de Heero.

-No hay conductor en el tren!

-¡¿Qué!- chilló histerica Silvia.

-Tendremos que saltar.-sentenció Duo, acompañando sus palabras con acciones mientras abría la compuerta. Los demás se le acercaron temerosos.

-¿Dijiste saltar? ¡Estas demente!

Realmente había que estar demente para saltar, por lo menos ahí. El tren pasaba a toda velocidad por unos rieles que se elevaban a más de veinte metros de altura.

-Muy bien después de tí.-dijo Hilde haciendole un ademán a Duo.

-No, esperen.-interrumpio Heero.- primero desacoplaré el vagón. La locomotora está ardiendo y eso no será bueno para nosotros.

Corrió hacia la unión entre la locomotora y el vagón, pero el fuego la había alcanzado en parte y el metal estaba completamente fundido.

-¡Rápido! ¡Pasénme un hacha o algo!

-¡Ten!-gritó Duo mientras le lanzaba un martillo. Heero comenzó a golpear insistentemente el trozo de metal con el arma. Mientras Silvia se había quedado paralizada en un rincón y Hilde no dejaba de despocritar contra los trenes.

En tanto, Lena buscaba algo en qué ayudar. No creía que un martillo lograra romper el metal. Mientras pensaba, Pooka ladraba estrepitosamente, parado sobre una caja. Al fijarse en el, Lena leyó las negras y grandes letras de la caja: "Peligro. Explosivos" Con una pequeña sonrisa se acercó a ella.

Heero continuaba golpeando frenéticamentge el metal, sin embargo, el martillo no resistió y se partió.

-¡Maldita sea, tiene que haber algo mejor que esto!

En ese momento Lena le pasó un explosivo prendido en la mano.

-Bien, esto es mejor.-murmuró el chico. Con fuerza, logró encajar la dinamita en el metal y entró corriendo al vagón. Todos se escondieron tras las cajas en espera de la explosión.

-¿Qué les enseñan en los orfanatos?-preguntó Duo curioso antes de que todos bajaran las cabezas.

El explosivo logró su cometido. Pronto quedaron detras de la locomotora.

-Bien, ahora podremos frenar.-gritó Heero señalando los frenos individuales. Duo se precipitó a ellos.

-¡No sirven!- exclamó angustiado. Tiró de ellos tan fuerte que terminó rompendolos. Un gemido angustioso soltaron las chicas al unisono.

-Bueno, al menos todavía queda mucha vía.-dijo Duo tratando de verle lo positivo.- se detendrá en algún momento.

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Lady Une observaba desde el techo de la locomotora flameada que se acercaban al puente. Sonrió maléficamente. Ella ya sabía que pasarían por ahí. Y se había preparado. Tomó un dispositivo y lo apretó. Inmediatamente el puente estalló en mil pedazos.

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-No! otro más!- exclamó Hilde angustiada. Todos observaron horrorizados como el puente de riel desaparecía.-¿Que decías con respecto a la vía?- preguntó la chica irónica.

-Tengo una idea.- murmuró Heero.- Duo ayudame con esto.- claro, no contaba con que el trenzado, con el movimiento, cayera dentro de una caja. (N/A: pobrecito! xD)

Heero se descolgó por la compuerta, tratando de quedar bien sujeto.

-Dame esa cadena.- dijo medio ahogado por el esfuerzo. Lena le pasó la susodicha.

-Tu no!

-Duo tiene las manos ocupadas.-contestó ella sonriendo.

Heero se hubiera encogido de hombros pero no podía molestarse n eso ahora. Engancho la cadena lo más firmemente posible por debajo del tren, arriesgandose a perder la cabeza. Un trozo de metal suelto pasó cerca de él, apenas rozandole el cabello. Alzó una mano y Lena se la sujetó y lo ayudó a subirse.

-Si vivimos, recuerdame agradecertelo.-murmuró Heero antes de agacharse, arrastrar la pesada cadena y tirarla. Esta terminaba en un gancho, el cual se enganchó a las vías del tren. Sin embargo estas eran muy frágiles para aguantar el pesado vagón y las barras de metal se rompieron, arrastrando toda la vía, la cual chocó contra el vagón. Este se descompensó por el golpe y, al no caer sobre las vías, se descarriló y se volteó, siendo finalmente arrastrada solo por el impulso que llevaba.

-Muy bien!- gritó Lena llevando sus maletas. A su lado estaba Heero, Silvia, Hilde y Duo (quien fue sacado de la caja por las dos ultimas xD), cada uno con su maleta.-¡Aquí nos bajamos!

Los cinco saltaron. Aparte de llenarse de nieve no sufrieron daños.

La locomotora y el vagón siguieron su camino hasta desaparecer en el fondo del precipicio, dejando como último acto de presencia una enorme cortina de humo.

-Odio los trenes.-murmuró Heero. Luego se dirigió a su amigo.-Recuerdame que nunca me volveré a subir a un tren.

A una prudente distancia, Lady Une lanzó un grito ahigado de furia.

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Weno eso sería! Perdón por haberme demorado, pero me estaba costando un poco hacer este capi porque trate de hacerlo emocionante... no se si lo logre xD de ahí me dicen...

Aquí trate de hacer que Heero y Lena se distanciaran un poco para que su relación se parezca mas a la pelicula y no sea tan facil xD comentarios, etc etc solo apreten el botoncito de reviews. NO cuesta nada!

Rockergirl-sk: Jajaja! Siempre me gustó que Hilde le pegara a Duo xDD Su relación aquí trataré de hacerla chistosa. Sigue leyendo!

Monick 15: Sip seguire haciendolo más a mi manera, pero sin perder la idea. Tratare de leer tu fic! Beshos!

fbla: El grupo anti-silvia crece! No se si pondre a toooodoos los personajes y si lo hago no viajaran juntos porque tambien pense en el delicado asunto de la plata U. Apareceran de repente por ahi quiza xD. Ojala te haya gustado este capi y sigas leyendo

eternal-vampire (Raxnas): Yo igual adoro a esos dos! xD bien, no he pensado se apareceran todos los pilotos pero nunca se sabe. Besitos!