Disclaimer:Ya quisiera queDraco fuera mio.

Capítulo 3

Molbo

Por: Annie

Antes de abrir los ojos y despertarse del todo, su mente lo llevaba por diferentes escenas que a veces tenían sentido. Cuando hubo abierto los ojos tardó unos instantes en recordar su actual paradero: su casa, su habitación, su cama. Por alguna razón ese pronombre posesivo no funcionaba en la oración.

Se desplazó a un lado abandonando el hueco cálido en el que había dormido y por momentos recordó su larga estadía en la cama de Hogwarts y cómo Pansy lo había sacado de allí... ¿había pasado acaso otra cosa además de eso ese día? No lo recordaba.

Salió de las sábanas cuando un elfo ingresaba.

«Joven Malfoy, su madre lo espera en el comedor para desayunar»

El anuncio lo tomó por sorpresa, tenía deseos de ver a su madre pero se había autoconvencido de que probablemente ella no quisiera ver a nadie. Así sorprendido se vistió apresuradamente y bajó.

Narcissa estaba sentada al final de la larga mesa mirando al vacío con ojos cristalinos como si hubiera bebido demasiado, que de hecho, así había sido. Draco recorrió la distancia de la puerta a la silla de su madre casi corriendo, aún así la distancia le pareció enorme.

«Buenos días, madre»

Estaba aliviado de verla, sin embargo algo extraño pasaba. Narcissa no lo miraba, ni siquiera parecía que notara su presencia. Draco tragó saliva ruidosamente.

«¿Madre?»

La mujer giró la cara a su hijo. Estaba demacrada, se notaba que había dormido mal el ultimo tiempo, su piel ya no era tersa y brillante como solía y sus ojos, ahora que los veía de cerca, habían perdido toda la vitalidad.

«Buenos días, hijo ¿Cómo fue tu viaje?»

Draco tardó en responder "bien gracias". El aspecto de su madre, que por momentos le recordaba al de la profesora Trelawney, lo había shokeado. Ya no era la mujer que lo había despedido el año pasado, esa con ímpetu y fortaleza, esa que trabajaba junto a su marido a las órdenes del Lord poniendo en riesgo su pellejo por una causa justa. Ahora era una sombra, un costal vacío. Decadencia. Desesperación

Sin embargo no parecía haber perdido sus cabales del todo. Aún mantenía sus ideales y su fidelidad al Lord, probablemente por ser aquello que ocupaba el lugar más importante en su mente.

«Esta tarde no estaré en casa. Reservé un turno en el salón de belleza, debo verme bien para... los asuntos del Lord»

Declaró Narcissa interrumpiendo los pensamientos de Draco. Él asintió silenciosamente, no estaba de ánimo para inmiscuirse en los "asuntos del Lord".

El resto del día pasó con una lentitud exagerada. Draco había subido a su dormitorio después de desayunar y pretendía no salir de allí hasta que no fuera hora de almorzar, pero después de haber consultado el reloj una treintena de veces sin que las agujas parecieran moverse y de haber tratado de dormitar sin éxito alguno, se levantó de la cama y salió a los jardines.

No encontró ni a su madre ni a su tía en el recorrido. Estaba solo. Solo para poner en orden todos sus pensamientos, ya sin sus compañeros de Slytherin tratando de reanimarlo, ni rodeado de Crabbes que lo distrajeran con sus desgracias. Solo para planear qué hacer de su vida de ahora en adelante.

Encontró una sombra bajo un nogal del extenso parque de la mansión y se sentó allí dejando que la brisa de principios de verano lo acariciara. Se sintió tranquilo por un instante, pero su memoria lo traicionó al recordar las cosas que le habían sucedido en el último tiempo.

Su padre estaba en Azkaban, su madre estaba demasiado desequilibrada emocionalmente, y su apellido era mirado con desprecio por la mayoría de la comunidad mágica. Sin contar que debía incorporar a una total desconocida a su círculo familiar.Su mansión, sus casas en diferentes lugares del mundo, su abultada cuenta en Gringoots... todo aquello era una ficción. Estaba, pero no servía para nada.

¿Cómo levantaría todo ese desastre él solo? Tía Bellatrix ya le había dado una solución: unirse al Lord Oscuro, ser parte de su ejército. Era lo que debía hacer, esta vez Voldemort no fallaría, derrotaría a sus enemigos y eso significaría que los Malfoy volverían a la gloria.

No había opción.

Narcissa y Bellatrix no aparecieron hasta entrada la noche, encapuchadas y levemente molestas la una con la otra. Draco bajó al hall apenas las oyó entrar.

«¡Draco¿Qué haces despierto a estas horas? Ve a tu cama» Le ordenó Narcissa incómoda mientras se pasaba un pañuelo por los ojos esperando que su hijo no hubiera notado que lloraba.

«¿Qué ha pasado?» preguntó Draco haciendo caso omiso a su madre.

«Nada que debas saber» el chico miró a su tía mientras se sacaba la capa de viaje y la colgaba. «Ahora ve a la cama como tu madre lo ordenó»

Draco se quedó parado al pie de la escalera mientras su madre y su tía ingresaban al comedor con sobrada intención de hablar sobre lo que habían estado haciendo durante todo el día. En otro caso hubiera pegado la oreja a la puerta para saber, pero sentía que esas niñadas habían quedado en un pasado demasiado lejano al que ya no pertenecía. En cambio subió a su cuarto a terminar con las cartas que estaba escribiendo, ya había terminado con la de Pansy. Había decidido no contarle nada sobre su pretensión de unirse a las filas de Lord Voldemort luego de ese último día en Hogwarts en que la chica parecía haberse vuelto una hermana de la caridad, tampoco se lo diría a Gregory o Vincent. Eso era asunto suyo.


Lo último que recordaba era que se había acostado en su cama y que inmediatamente había quedado dormido, envuelto en un sueño pesado y oscuro. Ahora estaba sobre el piso helado de una habitación cuadrada con el techo tan alto que ni siquiera se distinguía. Una luz amarillenta y vacilante apenas se filtraba por la ventana condenada detrás suyo, el ruido de hierro y cadenas era lo único que invadía completamente la habitación.

No quiso preguntarse dónde estaba, se sentía tremendamente cansado y con todos sus músculos entumecidos por el frío, o tal vez le habían dado una buena paliza. Cerró los ojos con la mente completamente vacía, pero segundos después los abrió al sentir el movimiento de los goznes de la puerta.

Giró la cabeza para ver mejor, pero la luz en contra no le dejó distinguir a quien ahora lo arrastraba a la salida, en el camino comprendió que no estaba solo allí adentro cuando su cuerpo rozó con el de otros. Una vez afuera lo sentó contra una pared y lo zarandeó para despertarlo.

«Arriba niñato, la hora de dormir acabó. Al menos sobreviviste al primer día.»

El extraño lo dejó allí contemplando el lugar. Era un enorme espacio circular de unos dos kilómetros de diámetro con puertas en todo el perímetro por las cuales entraba y salía gente vestida de negro, a través de la más cercana a él pudo observar a cinco trolls trabajando controlados por algunos magos.

La luz del lugar no era natural sino proveniente de antorchas mágicas con fuego rojo y amarillo que hacía que todo el lugar se pareciera a un gigantesco hormiguero humano. Draco pensó que estarían bajo tierra.

«¿Qué tal tu primera noche?» la voz de Bellatrix hizo que el rubio dejara de divagar sobre el lugar y mirara hacia arriba.

«¿Qué demonios es todo esto?» preguntó con voz arenosa mientras tomaba la mano de su tía para levantarse.

«Esto, es el lugar donde vivirás y te entrenaras durante el próximo mes.» informó Bellatrix mientras se ponía en marcha «Esto es Molbo»

«Bonito nombre» ironizó Draco mientras se esforzaba por seguir el ritmo de su tía a pesar del dolor, el mareo y unas recientes ganas de vomitar «¿Cómo es que llegué aquí?»

«Todos los aspirantes a mortífagos llegan de la misma manera. Durante la noche son raptados de sus casas y sometidos a pruebas físicas por medio de hechizos para ver si resisten. Muchos mueren la primera noche, al parecer fuiste fuerte» la voz de Bellatrix sonaba orgullosa.

Draco entendía ahora el porqué de su malestar. Sin embargo aún le quedaban muchas preguntas por hacer.

«¿Qué es este lugar?»

«Es una ciudad-fortaleza, aún esta en construcción» Bellatrix señaló a un grupo de bestias que con mazas y picos destruían buena parte de la pared rocosa como si nada «No puedo decirte el paradero exacto, pero pronto lo sabrás. Algunas familias de mortífagos ya se instalaron aquí, tu tienes tu propio lugar para alojarte, si embargo la función específica de este lugar es entrenar nueva gente. Hemos tenido muchas bajas durante el primer período e incluso luego de la desaparición del Señor Oscuro, sin embargo es alentador la cantidad de aspirantes que tenemos.» Bellatrix se paró frente a una de las puertas. Era diferente a todas las demás ya que no era de madera sino de metal y estaba flanqueada por dos guardias que al verlos les abrieron paso.

«¿Y cuándo comenzaré a entrenar?» preguntó Draco más animado con la nueva perspectiva.

«Todo a su tiempo, querido sobrino. Antes debes saber muchas cosas, pero no me corresponde a mi decírtelas»

La mujer dejó de caminar y Draco prestó atención al cambio de ámbito. Estaba en un cuarto circular de mármol gris, la luz era ahora un poco más blanca. Frente a él un sillón tapizado con terciopelo verde se alzaba en un pedestal de cuatro escalones donde una serpiente retozaba. El rubio miró hacia atrás y descubrió que Bellatrix había retrocedido hasta colocarse junto a otras personas en semicírculo.

«Draco Malfoy. Bienvenido a Molbo»

No necesitó voltearse para saber a quién pertenecía esa voz serpentosa aunque nunca la hubiera escuchado antes. Lord Voldemort estaba ahora sentado en el sillón, sus ojos rojos lo escudriñaron sin reparo y luego se dirigieron a la serpiente que había abandonado su lagar en el suelo para subir hasta el respaldo mientras siseaba. Todos los mortífagos allí presentes le hicieron una reverencia, Draco vaciló antes de hacerla.

«Lamento lo de tu padre» continuó desde su aposento «pero no te preocupes, tendrá una estadía muy corta en Azkaban.» el rubio sonrió «Estas aquí por una simple razón. Eres el único aspirante con las condiciones suficientes para llevar a cabo una misión de vital importancia para mí»

«Mi Señor sabe que estoy para servirlo» aseguró Draco con un repentino arrebato de orgullo.

«No esperaba menos de un Malfoy» rió Voldemort y dejó su asiento para dirigirse al chico. La túnica negra que llevaba parecía flotar a su alrededor. «Hay algo que molesta en mis planes de matar a Potter, algo que sólo se puede resolver de una manera. Ese algo tiene nombre y apellido: Albus Dumbledore» Voldemort se detuvo frente a Draco y respiró profundamente «Albus Dumbledore, director de Hogwarts, la escuela donde tu aún asistes» el chico clavó la mirada en la del Señor Oscuro pero pronto la desvió «Como todos sabemos Hogwarts esta protegida ahora más que nunca, pero siempre hay una grieta en la manzana por donde entra el gusano. Y encontramos esa grieta, pero necesitamos alguien de adentro que nos ayude, alguien que no sea susceptible a sospechas. Y allí es donde entras tu, tus entrenadores ya te dirán qué hacer» Voldemort volvió a detenerse frente al chico. «Sin embargo, antes de que nadie de nosotros ingrese a Hogwarts, debes encargarte de Dumbledore. Debes matarlo»

Draco volvió a sonreír satisfecho y confiado. Le habían asignado una misión muy importante, tal vez la más importante de todas y lo haría con gusto sólo por saber que eso acortaría más la vida de Potter.

Esa mañana comenzaba su entrenamiento, Bellatrix había pasado por él y lo había conducido a una de las tantas puertas de la sala principal. Siete personas más aguardaban allí, cada una junto a alguien mayor que los acompañaba como una especie de padrino.

La señora Rockwood estaba con su hijo, un muchacho alto y rubio de facciones cuadradas, había también tres chicas unos años mayores que él, Marcus Flint con una mujer que parecía ser su madre y dos chicos más que no conocía en absoluto.

La puerta por donde habían entrado chirrió y todos se voltearon a ver quién ingresaba.

«Buenos días. Para quienes no me conocen mi nombre es Severus Snape. Estoy aquí para ser su entrenador en el uso de las Artes Oscuras. Conmigo aprenderán a utilizar muchos maleficios incluyendo... los imperdonables» el profesor miró fijamente a Draco unos instantes y continuó con su discurso «Ustedes ocho han sido designados como la sección Adama. Esta sección es la más exigente de todas, el último de los niveles de entrenamiento, si están aquí es porque realmente lo merecen, espero que me lo demuestren.» Snape hizo una pausa y se dirigió a los mayores poniendo especial detenimiento en Bellatrix que lo miraba fastidiada. «Tutores de entrenamiento, ustedes son los encargados de que cada uno de ellos "haga sus deberes". Ahora les voy a pedir que me dejen solo con estos niños para que los convierta en hombres y mujeres al servicio del Señor Oscuro».

Cuando los tutores se hubieron ido, Snape comenzó con la clase.

«A excepción de los señores Van Doren y Gecheff que terminaron recientemente sus estudios en Durmstrang» Snape señaló a los muchachos que Draco no conocía «el resto tiene una pésima base en lo que concierne a la utilización de maleficios no verbales. A eso nos dedicaremos hoy»

No hubo más discursos de Snape el resto de la hora y media que pasaron torturando ratas con hechizos silenciosos. Al finalizar la sala entera estaba cubierta de cuerpos de roedores, algunos aún se movían sólo por el reflejo de sus nervios. Draco pensó que si alguien no juntaba todo eso mañana el salón apestaría.

Snape dio unas ultimas recomendaciones y despachó a todos pero retuvo a Draco, al rubio se le hizo un nudo en el estómago pensando que tendría que ser él el que limpie... esta bien, el hechizo le había costado al principio, pero no era...

«Supe que el Señor Oscuro ya habló contigo ¿Cómo te sientes con eso?»

«Excelente, señor. El Lord me ha confiado su misión más importante, eso habla de cómo me considera» Draco estaba erguido de orgullo y esperaba que su profesor lo felicitara y ayudara en su empresa.

«Es una misión importante, sin dudas, pero también muy peligrosa ¿sientes que podrás con ella solo

Los hombros del rubio se cayeron y miró a Snape sin comprender ¿acaso insinuaba que no podría él solo con la muerte de Dumbledore¿Pensaba que no tenía agallas para matar a un viejo idiota?

«El Señor Oscuro confía en mi ¿por qué usted no?» Las palabras salieron de su boca antes de que pudiera pensar en algo mejor que decir.

«Por supuesto que confío en ti, Draco. Es sólo que he visto tu comportamiento el último tiempo en Hogwarts. Al enterarte lo de tu padre te recluiste en tu habitación sin comer ni beber, lejos de tus amigos, cargaste con todo eso tu solo, no permitiste que nadie te ayudara y eso no fue bueno. Esto que debes hacer ahora se tu fue encomendado sólo a ti, pero eso no quiere decir que lo hagas solo» Draco pensó que tal vez Snape tenía razón, necesitaría algo de apoyo y sabía en quién podía confiar. «Te veré luego del almuerzo para seguir con el entrenamiento y tendremos una reunión especial antes de la cena para explicarte cómo entraremos a Hogwarts. Puedes irte.»

El chico tomó sus cosas y estaba saliendo cuando Snape le habló por última vez

«Draco... ¿no estas haciendo esto sólo porque tu padre está en Azkaban por culpa de Potter¿no es así? Porque la ira no es un buen condimento para esta misión.»

El rubio no hizo nada, ni siquiera frenó, pero la pregunta quedó dándole vueltas en la cabeza todo el día.

El entrenamiento de la tarde fue doblemente duro que el de la mañana y para la cena lo único que deseaba Draco era su cama. En la reunión sobre las explicaciones de qué debía hacer no sólo estaba presente Snape sino también el mismo Lord Voldemort, ambos se encargaron de enseñarle paso por paso cómo actuar para poder abrir por unos momentos un portal para que los mortífagos pudieran aparecerse dentro de Hogwarts sin peligro a morir en el intento. El plan era tan sencillo que por momentos parecía imposible que a Dumbledore se le hubiera pasado esa zona en el campo antiapariciones de Hogwarts.

«Por hoy ha sido suficiente» siseó Voldemort mientras con la varita hacía que los planos de Hogwarts se enrollaran y colocaran en las estanterías «La próxima reunión será la semana que viene... y esperamos que para ese día tengas algunas ideas para eliminar a Dumbledore»

Draco se mostró sorprendido.

«Pensé que ustedes me orientarían en eso, Señor»

Voldemort lo miró intensamente mientras su boca se curvaba en una sonrisa.

«Querido muchacho... ese asunto es de tu completa responsabilidad. Ningún mortífago al que se le es encomendada una misión pregunta cómo debe hacerla.»

«Pero, Señor, aún no soy un mortífago» por segunda vez en el día su contención verbal no había funcionado. La cara de Draco se tiñó violentamente de rojo, sin embargo sentía que su petición era justa.

«Eso... se resolverá muy pronto» Voldemort pasó su mano por la mejilla de Draco haciendo que el rubio sintiera que sus rodillas se aflojaban, pero se mantuvo en pie.

Significaba que pronto recibiría su marca en el brazo. Significaba que llevaría con él un secreto, un poder... tendría esa satisfacción orgásmica y perversa de saber algo que los demás no. Significaba que estaría al mismo nivel que muchos, significaba entonces, que dejaría en el nivel inferior a muchos otros.

Llegó a su habitación cansado pero feliz frente a lo que le esperaba. Tomo un baño rápido y se metió en la cama, el anuncio de que se convertiría en mortífago tapaba todo lo que ese día hubiese sido malo. Tapaba incluso el enterarse que debía planear el asesinato solo.

Inmediatamente se quedó dormido y comenzó a soñar. Estaba en Hogwarts de vuelta y mostraba su marca, todos lo aplaudían y lo llevaban en hombros hasta que apareció Dumbledore... el director lo miraba severamente, entonces Draco hizo que lo bajaran y lo apuntó con su varita. Dumbledore le dijo algo y él miró atrás y se encontró solo pero no le importó, podía con el viejo sin ayuda, conjuró un hechizo y una luz roja salió de su varita. Pero Dumbledore fue más rápido, y la luz verde su varita le dio directamente en el pecho a Draco y lo hizo caer hacia atrás hasta dar con el piso.

Se sacudió y volvió al consciente. Estaba en Molbo, no en Hogwarts, pero como en sus sueños, estaba solo. Sólo para matar a Dumbledore... ¿Cómo eso le pudo haber parecido sencillo en algún estúpido momento? El mismo Voldemort seguro lo habría intentado ya sin éxito, es más, se rumoreaba que era al único que le temía ¿Cómo podría él asesinarlo así como así? Seguro el viejo se daría cuenta y lo mataría antes de qué él pudiera rasguñarlo siquiera.

Voldemort lo había enviado prácticamente al frente de batalla, era carne de cañón, presa fácil... ¿tal vez lo quería muerto? La imagen de su padre en Azkaban se cruzó por su mente y esta vez se preguntó si todo esto no tendría que ver con el error de Lucius.


Como notarán, Molbo es donde los problemas comienzan para Draco. Gracias por sus rr's y, aquí le quito una frase a Vedda, "respuestas de reviews en reviews".

En el próximo capítulo: Lo días de la muerte.