Capitulo dos
Audrey lo miró por unos segundos y luego estalló en risa. No había forma de que le creyera lo que estaba diciendo.
- La muerte, dice…-
- ¡Audrey! – exclamó el pelinegro molestó y apoyó ambas manos en la mesa, metiendo un poco de ruido – Esto es mi culpa, yo solté mi boca y le dije a Izana de ti. Necesito que te protejas-
- ¿Por qué te importa tanto? Pudimos habernos contactado mucho antes, ser una familia… la que nunca tuvimos-
- ¡Ahora me importa! ¡ahora quiero arreglar las cosas! –
La castaña asintió mientras se mordía la mejilla derecha, internamente y se levantó. Arrepintiéndose del tiempo que había perdido junto a Kakucho. El chico, se levantó al ritmo de ella y en un acto inesperado la estrecho en sus brazos. Ella le correspondió, oliendo su perfume.
A la mañana siguiente llegó como de costumbre corriendo, esperando que el señor Karawa no descubriera sus atrasos. Corrió hasta su puesto, sacó un pastel y procedió a desayunar mientras su computadora prendía. Emma, como siempre, se sentó a su lado.
- ¿Otra vez desayunando basura? – le preguntó aburrida. Tenía la cabeza apoyada en su mano derecha y movía el pie izquierdo, ansiosa-
- Siempre – sonrío Audrey y movió el mouse de la computadora, creyendo que así, quizá lograba hacer que funcionara más rápido-
Mei, la secretaria de Karawa se acercó a ambas chicas, indicándole a Audrey que su jefe necesitaba hablar con ella. La castaña se levantó con pesadez, diciéndoles a ambas que no entendía cual era la razón por la cual siempre debía ser la primera en escuchar las noticias. Mei le sonrío, explicándole que mientras antes se empezaba algo, antes se terminaba también.
- Audrey, buen día…- Su jefe se encontraba leyendo unos papeles que estaban en su escritorio, mientras comía bollerías y tomaba un poco de café- ¿Quiere uno? – le dijo, indicándole una bandeja de tres pisos, repleta de pasteles. La castaña sonrío y sacó un croissant –
- ¿Le gustó el articulo que escribí ayer? El del acoso hacía las mujeres…- dijo, mientras masticaba la masa, dulce-
- Si. Estaba muy bueno – le respondió él, llevándose un macarrón a la boca- pero no te he llamado por eso, no – tragó la comida y tomó un sorbo de café- ¿has oído hablar sobre Izana Kurokawa? –
- No – mintió y comenzó a romper el pastelito, echándose pequeños trozos a la boca-
- Bueno. Te haré una introducción breve. Izana Kurokawa es uno de los criminales más buscados últimamente en japón. Es líder de una banda criminal llamada Tenjiku. Como sabrás, nuestra revista está enfocada al publico más joven, pero últimamente los altos mandos nos han pedido darle un enfoque más maduro, incluyendo ciertas historias serias. Es decir, nuestro plan es agregar a la revista a diferentes personas que han influido de forma ya sea positiva o negativa a Tokyo y como poder evitar o seguir sus pasos-
Audrey se aclaró la garganta, pegándose en el pecho levemente. No entendía el propósito de tales entrevistas. Podría salirles el tiro por la culata y hacer que más niños quisieran seguir el camino malo antes del bueno.
- ¿No le parece un poco arriesgado de hacer? Digo, podría salir todo mal…-
- Definitivamente, pero las visitas han disminuido en el último tiempo. Las redes sociales nos han hecho una gran competencia, por lo cual debemos crear impacto. Toda publicidad es buena, dicen por ahí. Así que imagínate cuando se hablaría si somos los primeros en concretar una entrevista con uno de los contemporáneos más malvados que existen –
- Señor Karawa… no quiero sonar maleducada, pero ¿Por qué me está contando esto a mí? –
- Verás… llevo intentando contactarme con sus subordinados hace mucho tiempo y ayer finalmente sucedió. Al principio no querían aceptar la entrevista. Me pidieron una nomina de los trabajadores y ahí, es donde apareces tú. Al parecer tus escritos les llamó la atención y decidieron que querían que fueras tu la que hiciera la entrevista –
- Ya…- dijo ella mientras miraba lo que le quedaba de masa por comer-
- Entiendo que quizá puede ser un poco intimidante. Estamos hablando de un criminal sin escrúpulos, pero también debes saber que prometieron que no harían nada en contra tuya –
- ¿y usted le creería a una banda criminal? Yo no soy nadie importante. Podrían matarme o quizá que cosa hacer…-
- Señorita Watari, está en todo su derecho a decir que no, pero debe saber que esto es una oportunidad muy buena para su carrera…-
- Está bien – dijo ella alzando la vista y mirándolo al rostro- lo haré. No tengo nada que perder-
- Me parece fantástico -
Suspiró. Aún no entendía porque había aceptado. Era una tonta. ¿Qué persona decente aceptaría compartir junto a uno de los criminales más peligrosos del mundo? Ah claro. Ella.
Miraba su teléfono al mismo tiempo que se abrigaba con una bufanda gruesa. Hacía demasiado frío en esa época del año como para estar sin nada.
Kakucho le había dicho que llegaría en veinte minutos para llevarla a la oficina en donde trabajaba, pero ya habían pasado cuarenta minutos y no tenia siquiera una señal de él. Estaba a punto de irse cuando el pelinegro apareció, bajándose de un auto. La saludó con la mano y le pidió que se subiera junto a él. Una chico de una edad similar estaba manejando. Debía ser el chofer.
- ¿Se puede saber porqué putas llegas tan tarde? – le dijo, cruzándose de brazos, como si fuesen amigos de toda la vida y el tiempo que había pasado no importara-
- Lo lamento, Audrey – sonrío con timidez y le pasó una pequeña bolsa de papel-
- ¿Qué es esto? – preguntó ella, abriéndola y encontrándose con un pequeño eclaire. Su postre favorito - ¿cómo? –
- Sé cosas – volvió a sonreír él- es mi forma de pedirte perdón-
La joven ladeó la cabeza y luego soltó un largo suspiro, sacando un trozo del pastel con la boca.
- Ignoraré el hecho de que eres un psicópata y disfrutaré este monumento a las calorías…- dijo, subiéndose al auto y saludó al chofer, el cual la ignoró-
Viajaron un rato en el auto en silencio. Audrey comía divertida y Kakucho solo miraba por la ventana. Ambos querían decir más, pero la incomodidad les ganaba.
- Oye Hitto Hitto…- lo llamó, haciendo que el girara la vista y la mirara al rostro- ¿por qué trabajas con alguien así? ¿qué te llevó a seguir esa vida? –
- ¿A que te refieres? – preguntó, notablemente incomodo con la pregunta que salió de la nada-
- ¿Por qué quisiste trabajar en una organización criminal? ¿es por el dinero? ¿el poder? ¿el prestigio? –
- No, es lo primero que sabia hacer… yo…-
- ¿Cómo va a ser lo primero que sepas hacer? – lo incriminó, frunciendo el ceño- hay millones de cosas que podrías hacer antes que ser parte de una red criminal. ¿Sabes? Cuando me hablaste sobre esto hice un análisis sobre …- intentó hablar, pero fue interrumpida por el chofer que manejaba el auto-
- ¿Tu eras de esas niñitas que tenían plumones de todos los colores y nadie quería ser su amigo, ¿no? – soltó. Cortando la inspiración de su discurso-
- ¿Qué? ¿Qué tiene que ver eso? – le dijo ella, notablemente molesta y miró a Kakucho - ¿Por qué me hablas así? Deberías concentrarte en el volante, no en nosotros…–
El hombre no respondió nada y Kakucho solo atino a negar con la cabeza, diciéndole a Audrey que parara de hablar. Cuando finalmente llegaron al destino, el chofer giró su rostro y con una sonrisa petulante miró a la castaña.
- Buen día, soy Izana Kurokawa-
Llevaba Ocho minutos en el baño. Había sido grosera y poco cortés con su entrevistado. ¿En qué mierda estaba pensando? Incluso si hubiese sido un chofer no debería haberlo tratado así. Maldita psicópata interna que la hacía decir cosas que no debía y maldita estúpida ella misma que solamente se había dado el tiempo de averiguar la información del hombre y no sus características físicas.
cinco minutos después salió del baño. Se había colocado un poco de agua en la nuca y gracias al aire acondicionado, no sentía el frío que se había afuera. Kakucho la esperaba.
- Te has demorado bastante…- murmuro notablemente irritado-
- Lo lamento, me dieron ganas de cagar – se encogió de hombros. Era mentira, pero sentía que debía actuar groseramente para aliviar el miedo que sentía-
- Está bien…- asintió, levemente sorprendido. Una señorita no solía hablar de esa forma-
Caminaron hasta la que suponía, era la oficina de Izana. Al abrir, el chico se encontraba leyendo unos papeles. Alzó el rostro y sonrío ampliamente. Audrey aún quería morir.
- Me alegra que finalmente podamos comenzar esta entrevista, Señorita Watari…- dijo el peliblanco levantándose de su asiento. Le indicó a Kakucho que colocara una silla cerca de ella –
- Gracias… - Audrey le sonrío al pelinegro y tomó asiento, sacando sus cosas- Señor Kurokawa– lo llamó- ¿Puedo grabar nuestra conversación? Es necesario para recordar lo que hablaremos… no quiero perderme escribiendo…-
- Claro. En el peor de los casos puedo hacer que rompan tu grabadora…- sonrío. La castaña sintió un poco de miedo, quería intimidarla, pero decidió ignorarlo-
- De acuerdo…- miró a Kakucho, el cual le hizo un gesto apretando los ojos, dándole a entender que todo estaba bien- ¿Cuál es la razón por la cual decidió crear una banda criminal? –
Izana miró un segundo al pelinegro y luego lanzó un largo suspiro. Cerró sus ojos violetas y acomodó su cabello blanco, dejando el lado izquierdo, detrás de su oreja.
- Señorita Watari… ¿Ese tipo de cosas va a preguntarme? Siendo usted una extranjera, no me esperaba que la entrevista fuese tan …. Aburrida-
Audrey tenia ganas de tirarle la grabadora en la cabeza. Había pasado una semana creando las preguntas, intentando hacerlas atractivas y que llamaran la atención tanto del criminal como del publico objetivo. Pero no, el imbécil tenia que hacerla dudar de su talento.
- Lo lamento Señor Kurokawa – comenzó diciendo, mientras apretaba los dientes con rabia- esto es lo mejor que se me ha ocurrido…-
- Ah… - asintió él- una cabecita que no piensa demasiado – dijo, soltando una risita. Audrey se mordía la lengua. Quería llorar solo de la molestia que sentía- Debí saberlo, los huérfanos no suelen ser demasiado inteligentes debido a…-
- Izana. Basta – lo interrumpió Kakucho, al verla claramente afectada-
- Es suficiente cuando yo lo digo – El peliblanco lo apuntó con un dedo y luego se llevó el mismo a los labios, indicándole que guardara silencio. Luego, se volvió a dirigir a Audrey- ¿Cómo plantea mantener mi atención y que podamos hacer esta entrevista si se pone a llorar por simples hechos? –
La castaña suspiró por un segundo. Había comenzado a llorar, si, pero no iba a dejar que un estúpido, arrogante e imbécil la tratara como quisiera. Ella había sobrevivido a lo peor del mundo. ¿Realmente alguien como él iba a hacerla sentir menos? No. no lo permitirá.
- Señor Kurokawa…- lo llamó y carraspeó un poco. La voz había sonado temblorosa- Tengo una pregunta para usted-
Izana la miró unos segundos. Quería saber cuando duraba la joven hasta quebrarse y hartarse de la entrevista.
- Claro-
- ¿Esa información que me acaba de dar, sobre los niños huérfanos…? ¿Se basa en su propia experiencia para hablar, ¿no? Según mis registros, a la edad de seis años fue abandonado por su madre, Karen Kurokawa. ¿Qué tan despreciable puede ser un niño para ser abandonado por su propia madre? – soltó, alzando la mejilla pretenciosamente. Izana era un hijo de puta, pero ella podía serlo mucho más-
Kakucho la miró frunciendo el ceño. ¿por qué mierda se les había ocurrido juntar a estos dos sádicos? Luego miró a Izana, el cual había deshecho su sonrisa burlona y ahora la miraba con los ojos perdidos.
- Esa puta no era mi madre…- murmuro, con la vista perdida en el suelo-
- No respondió a mi pregunta, señor Kurokawa – dijo, insistiendo - ¿Es también usted una persona poco inteligente debido a la falta de cariño que recibió? ¿También es una "cabecita que no piensa tanto" y por eso decidió crear una banda criminal? ¿hacer un trabajo honrado era pensar demasiado para alguien tan carente de amor como usted? – siguió, metiendo el dedo en la herida-
- Suficiente – dijo el de ojos color lila y se llevó la mano a la frente- Estoy ocupado ahora. La entrevista tendrá que seguir en otro momento-
Audrey se levantó sintiéndose victoriosa. Partió como la dañada, pero el que terminó quebrandose fue él. Se sentía feliz. Ningún hombre la haría sentir mal. No importaba lo que sucediera.
Kakucho la tomó del brazo suavemente, escoltándola hacía afuera. La castaña miró a Izana, el cual estaba claramente consternado y se despidió con la mano, burlonamente. Si todo salía bien. Estaría libre de entrevistarlo nuevamente.
No pasaron más de quince minutos cuando Kakucho volvió a entrar. Su jefe estaba visiblemente consternado ante la forma de hablarle que tenia la periodista. Lo había tratado de una forma poco común.
- ¿Qué mierda acaba de pasar? – murmuró al ver como su subordinado entraba y se sentada en uno de los sofás-
- Eso ha sido el huracán Audrey…- sonrío el pelinegro y sirvió dos vasos de Whisky. Estiró su mano y uno paró en las manos de Izana-
- ¿Cuánto te importa? – el peliblanco lo miró de lado mientras tomaba un trago del licor. Kakucho se encogió de hombros, restándole importancia para evitarle cualquier cosa a la chica, pero consiguió todo lo contrario-
- Bien. Porque no voy a dejar que esa perra vuelva a burlarse de mi otra vez…- dijo y acto seguido tragó el licor de golpe, sin hacer ni un gesto de asco. Su cuerpo estaba acostumbrado al dolor-
Nota del autor: Hola queridxs lectores. Como han podido notar, he estado ausente muchísimo, pero es debido a muchos problemas que he tenido. En cuanto a como se ha desarrollado todo. pues no quiero decirles mucho, pero está mal que Izana se refiera así a las personas, lo sé. pero también como ustedes saben, es un maldito. ¿Cambiará? ahí lo veremos. ¿Será mejor? también lo veremos más adelante. Un beso enorme y disculpen si no estoy con muchos ánimos. mi vida está un poco complicada. Un beso enorme a todos.
