Capitulo tres
Habían pasado dos semanas desde el incidente con Izana y si bien en el momento que todo sucedió había salido caminando como un flan a medio hacer, ya había encontrado la paz. Su jefe, el señor Karawa no le había dado ninguna información ni para bien ni para mal y ella simplemente había seguido trabajando en los artículos básicos que pedían. Tenía ganas de saber que pasaba, pero no quería parecer ansiosa. Kakucho no había vuelto a hablarle, y su imagen aún aparecía en los contactos de teléfono, así que sabia con seguridad que tampoco la había bloqueado. Todo parecía normal.
Emma, como buena chica fiestera, había planificado una fiesta [como no] en su casa. Audrey no era muy feliz con la idea ya que su amiga solía invitar a personas que no conocía, se emborrachaban hasta vomitar y algunos consumían drogas fuertes. No era su estilo, pero le había prometido que iría.
Estaba terminando de arreglar su cabello. No era de las que solían prepararse mucho, lo cual no significaba que no sabía hacerlo, simplemente lo hacía cuando sentía que valía la pena. No le gustaba maquillarse, usaba el mismo abrigo siempre y su peinado habitual era un moño desordenado. Se miró en el espejo y quedó satisfecha con el resultado. Una falda de cuerina ceñida a la cintura sobre una blusa verde con pequeños lunares. El cabello levemente ondulado y claro, zapatillas negras. No usaría tacones a menos de que la situación lo ameritara. Y un labial oscuro para compensar los colores.
Estaba lista para salir de su pequeña casita cuando el teléfono comenzó a sonar insistentemente. Era un número desconocido. Cobranza, pensó y lo apagó. El teléfono volvió a sonar no una, si no tres veces más ¿quién mierda era?
- ¿Sí? – preguntó seria. No tenía tiempo para perder en estupideces. Quería ir a la fiesta y volver lo antes posible-
- Hola…- susurró una voz extraña. No la conocía, pero sonaba particularmente familiar-
- ¿Quién es? – suspiró. Debía ser algún bromista ocioso- ¿Eres un sociópata o estás obsesionado conmigo? - bromeó. Solía hacerlo para aliviar el nerviosismo-
- Algo así… - se escuchó una risa del otro lado y su cuerpo se tensó- Soy Izana…-
- ¿Ah? –
Parpadeó unos segundos mientras procesaba la información que acababa de recibir. ¿Qué mierda quería este tipo? ¿por qué la llamaba un sábado? Y lo más importante ¿Quién mierda se creía?
- Soy yo, preciosa. Soy Izana-
- Uno, no conozco a ningún Izana. Dos, agradecería que no se refiriera a mi con sobrenombres tan estúpidos como "Preciosa" y tres, número equivocado- dijo, intentando cortar lo antes posible-
- Señorita Watari, creo que no nos estamos entendiendo – carraspeó un poco la voz y prosiguió- Estoy afuera de tu casa ¿podemos seguir la entrevista? –
Audrey cortó el teléfono nerviosa. Una cosa había sido ser descortés en el trabajo y otra cosa muy distinta era que él se presentara en su hogar, fuera del horario laboral, pidiendo no, exigiendo su presencia. ¿Qué debía hacer? Pensar con la cabeza fría por seguro. Lo primero, sería llamar a Emma y decirle la situación.
- ¿Sí? – La música de fondo sonaba demasiado fuerte, haciendo que la voz de la rubia se escuchara muy bajo-
- Emma, hola, soy Audrey…-
- ¡Lo sé! ¡me estás llamando de tu teléfono! – bromeó - ¿Cuánto te falta para llegar? Tengo un amigo que se muere por conocerte…-
- No creo que pueda hacerlo…-
- Oh, si quieres no es necesario que hables con él, es solo una sugerencia-
- No, Emma… - Intento hablarle, pero escuchó como alguien la llamaba de fondo-
- Lo siento, era Draken. Me preguntó donde estaba el hielo. ¿Por qué no puedes venir? –
- ¿Recuerdas al tipo que tenia que hacerle una entrevista? – Emma asintió con un mmm y Audrey prosiguió- Bueno, me acaba de llamar. Está afuera de mi casa – La rubia intentó hablar, pero la castaña la interrumpió- Sé que está mal. Pero quiero hacer esto. Te llamo porque en caso de cualquier cosa, tu sabes en donde estaré. Te enviaré mi ubicación y todo. Y te prometo, intentaré cuidarme-
- Audrey no…-
- Cuídate, Emma, y disfruta la fiesta- dijo y cortó-
Sabía que si seguía hablando con su amiga comenzaría a dudar de sus decisiones y no quería eso. La idea que le había comentado Kakucho de hacer un libro llevaba mucho tiempo rondando su cabeza. Siempre había querido hacer algo memorable, algo que marcara alguna diferencia en el mundo y sentía que esta era su oportunidad. Debía enmendar su arrebato de molestia y lograr sacar buena información, así quizá, podría terminar de pagar su casa. Podría comprarse un auto y hasta hacerse famosa. Muchos sueños en un solo día.
Abrió la puerta de su casa ocultando su miedo, y en la cercanía pudo ver un auto negro blindado. Debía ser él. Se acercó a paso firme y una vez que estaba cerca tocó la ventana con los puños suavemente. El vidrio bajó y pudo verlo. Ese rostro horrible y esa mirada perdida. Audrey solo podía sentir asco por un ser así, pero ni modo, algunas veces había que sacrificarse por un bien mayor. Sin decirle nada abrió la puerta del auto y se sentó. Automáticamente la ventana subió.
- ¿Aquí es la parte donde me asesinas y tiras mi cuerpo en el río o más adelante? – le pregunto, sin ánimos de bromear. La muerte en manos de alguien tan peligroso como el siempre era una posibilidad-
Izana esbozo una sonrisa y negó con la cabeza, al mismo tiempo abrió la guantera y sacó un cigarrillo. Audrey giró los ojos hastiada.
- ¿No te gusta el olor o te provoca fumar? – le pregunto el de ojos violeta, ignorando el desagrado de la chica y prendiéndolo de todos modos-
- Como sabes soy huérfana y según lo que investigué más adelante, mi progenitor murió de cáncer al pulmón por tanto fumar cigarros… - suspiró- odio los cigarrillos y más a quienes los usan…-
- Es una lástima… - sonrío él con burla. El muy imbécil se reía de un tema que para ella era importante-
- ¿Hay alguna razón por la cual me cagaste la noche? Ya que veo que lo de seguir con la entrevista era solo una excusa – soltó. Quería cabrearlo y así sacarle un poco de información o en el peor de los casos, que la dejara ir-
- Debe saber, señorita Watari, que estoy ignorando las ganas que tengo que ahorcarla al hablarme de una forma tan poco profesional y agresiva – carraspeó. Ya había comenzado a calar el cigarro y bajó la ventana para tirar la ceniza- Quiero seguir con la entrevista para que así puedas llegar a fin de mes y pagues esa mierda de casa que tienes-
- No necesito que un enfermo mental me ayude a pagar nada – le dijo, mirándolo de reojo. Si. Tenia miedo y sí, no quería enfrentarse a él, pero no veía más opciones. La vida le había enseñado que la única forma de salir victoriosa en este mundo tan cruel era ser dura-
Izana sonrío y volvió a calar el cigarrillo sin decir una palabra. La miró por un segundo y con sus delgados dedos acarició su mejilla. La chica hizo un gesto de asco que enfureció al peliblanco por lo cual la agarró fuertemente del cabello, y tirando el cigarro por la ventana apretó sus mejillas sin demasiada fuerza, pero intentando imponerle miedo.
- ¿Sabes lo fácil que sería para mi matarte ahora? – le susurró contra los labios. Su incitación no tenía nada de atractivo, al contrario, era enfermo y agresivo a cien-
- Hazlo – le respondió ella, dentro de lo que podía. Su corazón palpitaba a mil y la adrenalina había subido por la medula espinal-
- No me provoques más si no quieres terminar en un basurero – le terminó de decir y la soltó abruptamente-
Estuvieron unos segundos en silencio mientras Audrey pensaba en salir corriendo o defenderse, pero su mente masoquista la guio a quedarse. Quedarse y seguir, pues si había algo que tenia claro en la vida, era que no quería vivir.
- ¿Qué es lo que quieres Izana? – soltó finalmente una vez que su corazón se había normalizado- ¿Quieres amenazarme? ¿Qué te tenga miedo? – giro levemente el rostro. Su cabello estaba desordenado y el labial morado que se había colocado estaba corrido, aún así no le interesaba- ¿Cuál es el puto punto de hacer todo esto? ¿No conoces a ninguna otra editorial? –
- Eres importante para mi siervo y solo por esa razón quiero divertirme un poco contigo…-
- ¿Siervo? ¿divertirse? – frunció el ceño y tomó aire hondo por la nariz- ¿Así vez a Kakucho, como tu siervo? – el peliblanco no respondió, miraba hacía adelante con la vista perdida- ¿Tan vacía y aburrida es tu vida que no puedes buscar nada más que hacer? –
Izana parecía estar con la cabeza o en otro lado o pretendía no escucharla. Audrey comenzaba a irritarse. Él la había llamado, él la había violentado y el había buscado esto ¿por qué ahora la ignoraba? Se rasco los ojos con el índice y el pulgar moviendo el maquillaje sin querer, quedando como un payaso a medio desmaquillar e hizo el ademán de abrir la puerta. Estaba bloqueada.
- ¿Tienes tu grabadora en la cartera? – habló finalmente el hombre, mirando hacía el bolso negro que llevaba colgado del hombro-
- Sí –
- Perfecto. Seguiremos con la entrevista entonces – Dijo y prendió el motor del auto-
- ¿Es enserio? ¿Harás como que nada sucedió después de haberme amenazado? ¿Qué te pasa? –
Izana tomó aire por la nariz, como si estuviese llenándose de paciencia y luego lo soltó con fuerza. De suerte, no salió ningún moco.
- Haremos esta entrevista y te dejaré libre. Quiero que me hagas quedar bien y pobre de ti si algo de lo que sale me deja como…-
- ¿Cómo un psicópata? Pues eso es lo que eres…- murmuró por lo bajo. tenía miedo de que le hiciera algo, pero tampoco dejaría que el la intimidara. No-
Para su sorpresa el peliblanco sonrío y comenzó a andar en el auto. Al menos le había dejado pasar ese insulto por alto.
Ninguna camarera la había mirado con tanto asco antes, y Audrey quería suponer que era debido a su compañero, pero no, era debido a su rostro que se veía tan extraño. La mujer, de unos cuarenta años, no lograba prestarle atención. La chica, llevaba casi cinco minutos intentando pedir un trozo de pizza y una bebida helada. Luego de fruncir el ceño, la mesera se marchó con la orden.
- ¿Qué mierda pasa? ¿Por qué me miraba así? – Le preguntó a su agresor, mientras este solo sonreía con burla-
- ¿Por qué no te miras en un espejo? – soltó, mirando su propia mano y prendiendo otro cigarrillo-
- No hay espejos aquí, genio – giró los ojos- ¿sabes que no puedes fumar en áreas cerradas, ¿no? o tu cabeza ya está demasiado podrida…-
- Me da igual si puedo o no puedo hacerlo, sabes que lo haré de todos modos – volvió a sonreír con sorna y Audrey no pudo más que poner una cara de fastidio. Abrió su bolso y sacó una libreta y un lápiz que siempre llevaba consigo en caso de encontrar una buena historia y su celular, para grabar lo que conversarían –
- De acuerdo, Izana ¿podrías hablarme un poco de ti? – Preguntó, alzando la vista-
El parpadeó un par de veces y luego procedió a apagar el cigarrillo. Una estúpida costumbre, prendía la nicotina y la apagaba luego de unas pequeñas caladas.
- Está bien – asintió, tomando aire hondo por la nariz y luego soltándolo levemente- Soy un delincuente. Me gusta que me llamen Rey. No como comida basura y no me acuesto con mujeres feas – Al decir lo último, la camarera había llegado con el pedido. A diferencia de Audrey, Izana solo había pedido un poco de agua-
- Perfecto – asintió ella, ignorando sin querer a la mujer mayor, al estar concentrada en lo que anotaba- ¿Podrías hablarme de como inició todo? Como inicio tu relación con la delincuencia y como llegaste al punto que estás ahora-
- Aquí está su pedido… - susurró levemente la mayor, mirando al peliblanco de reojo y con algo de susto-
Audrey seguía sin tomar atención, por lo cual cuando la mujer se marchó volvió a preguntarle a Izana sobre su trabajo. El chico de ojos lilas solo miraba hacía adelante ignorándola.
- Izana… - lo llamó la castaña, pero él no respondía- ¡Izana! – exclamó una vez más-
- Lo siento, creo que debemos irnos – respondió, sacando su billetera y tirando unos billetes a la mesa-
- ¿Qué? ¿Por qué? –
La joven no entendía nada, pero haciéndole caso a su entrevistado, comenzó a guardar todo a paso apresurado ¿Qué demonios estaba pasando? Una vez estuvo lista, el peliblanco le tomó la mano y ambos salieron de ahí lentamente por una de las puertas del local y prácticamente corrieron al auto. Una vez dentro, Izana comenzó a llamar por teléfono a alguien. Ningún mensaje era entregado para ella. Se movía a paso rápido mientras hablaba por el celular. Audrey sentía nuevamente el corazón a mil.
- Si. Lo sé. Fue una estupidez – le respondía el ojilila a su receptor- está bien. Nos vemos allá- dijo, girando con el automóvil hacía la derecha y cortando a su vez el teléfono-
- ¿Qué ha sucedido? – preguntó Audrey mirándolo. Se sentía una imbécil pero solo el hecho de haber tenido que vivir esa experiencia la había hecho emocionarse de sobremanera y sin razón su cuerpo había comenzado a excitarse-
- Debo dejarte en casa… – le dijo el, mirando hacía adelante casi perdido en sus pensamientos-
- Esta bien…- asintió e instintivamente cerró las piernas y giró su cuerpo hacía el lado contrario del delincuente-
Debido al trafico el tiempo en llegar a su hogar fue más de lo habitual, pero por alguna razón ninguno decía nada. El ambiente sin embargo era demasiado denso a pesar del frío que hacía afuera.
- Listo – susurró Izana una vez que había estacionado el auto. Su cabeza estaba perdida –
- Gracias…- respondió Audrey. No sabía por qué, pero tenía unas ganas enormes de besarlo. La lógica le decía que era probablemente debido a la excitación por adrenalina. Ya lo había vivido en la universidad cuando había tenido una relación casual con un compañero de clases, y también sabía que su única forma de llegar al orgasmo era viviendo situaciones riesgosas, pero no conocía a Izana de nada. Una cosa era su cuerpo y otra su mente y su mente le decía que no era algo coherente.
- Puedes bajarte – le dijo él, luego de verla algunos minutos con el ceño fruncido, la boca entreabierta y las mejillas coloradas. Inevitablemente se había imaginado a si misma frente a su miembro viril-
- Lo siento, lo siento – repitió mientras sacudía la cabeza y abría la puerta de copiloto-
Se bajó sin despedirse y caminó hacía su cuarto con la mente perdida. Se recostó boca arriba y cerró los ojos, buscando dormir, pero su cuerpo seguía alerta. Inevitablemente abrió su cajón de noche y sacó a su fiel compañero. El señor ruidos. No necesitó siquiera lubricante pues el efecto que había causado la adrenalina vivida con Izana Kurokawa le había facilitado el paso al pequeño vibrador.
Comentario de la Autora: Queridxs, aquí su escritora menos favorita vuelve luego de un tiempo. Como dice el papá de toda latino américa "Si te he fallado te pido perdón de la única forma que sé, abriendo las puertas de mi corazón para cuando decidas volver..." la universidad me tiene consumida como si de una droga se tratase. ¿La odio? si. ¿Vale la pena? no. mejor bailen en un tubo o háganse regatonearos, así ganarán más dinero.
Ahora fuera de la broma [Es broma, pero si quieres no es broma] vengo a explicarles. Existen cierto tipos de personas que sienten excitación sexual solamente con ciertas conductas, una de ellas podría ser la Adrenalina, la cual es una hormona que libera ciertas reacciones en nuestro organismo. En este caso, Audrey es ese tipo de persona. por eso cuando tuvo relaciones con Hanma no sintió nada. Ahora, como siempre, necesito que quede claro un punto. Esto es ficción, no es la realidad, así que Jovenxs, si conocen algún delincuente cachondo !Corran! !bandera roja! no es atractivo ni es algo para considerar. Aquí escribo sobre Tokyo Revengers como mera fantasía, pues son personajes que no existen. Por eso, les pido por favor que si el Chapo Guzman les parece atractivo y cogible, vayan a terapia.
Dicho lo anterior, me despido. Un bezazo a todos y nos vemos en un nuevo capitulo.
