MÉDICOS Y POLICÍAS
La mañana siguiente Hanamichi llamó a un taxi para que los llevara al ambulatorio. Allí los mandaron a urgencias, al hospital del centro. Kaede no estaba de muy buen humor, pero Hanamichi no se lo tuvo en cuenta porque él mismo odiaba los hospitales, y evitaba pisar uno siempre que no fuera estrictamente necesario. Cuando se lesionó de la espalda justo al acabar el primer campeonato nacional al que participaron, creyó que todo había acabado. Pasó muchos días encerrado en una odiosa habitación de hospital. Por aquél entonces las cosas en casa empezaban a no ir bien, y de no haber sido por su gundam, y sobretodo por ese otro chico que conoció en el mismo hospital seguramente se habría rendido y nunca hubiera vuelto a la cancha. Hanamichi sacudió la cabeza para sacárselo de la mente, no quería pensar en él.
Hanamichi llamó a Kaho para que fuera a ayudarles con el papeleo, y ella les acompañó a casa con su coche.
Entre los dos subieron a Kaede a su habitación y le tumbaron en la cama. Luego Hanamichi bajó a preparar la comida y Kaho se quedó en la habitación con Kaede.
-¿Te dijo Hanamichi que vine ayer? -le dijo Kaho. Sabía que así había sido pero solo quería conversar.
-Sabes de sobra que sí.
-¿Oye que te ocurre?
-Nada -dijo mirando por la ventana.
-Kaede por favor.
-¿Que quieres que te diga? Me he lesionado el pie a dos semanas de reprender los entrenamientos -dijo él.
-Y... -intentó que le contara algo más que sabía que era lo que realmente le preocupaba.
-Y. ¿Qué?
-¿Por qué eres así con él? Él no tiene la culpa. Además se porta muy bien contigo. Podrías darle una oportunidad.
-¿Una oportunidad para qué?
-Para que sea tu amigo. Sé que hasta ahora no os habéis llevado muy bien, pero te aseguro que aunque es un poco atolondrado, es muy honesto, y amigable. ¡Pero míralo, si es un trozo de pan!. ¿No ves que tienes la oportunidad de conocer una persona maravillosa? Es amable y…
-¿Y que quieres que haga? -Preguntó harto Kaede. Como si él no supiera ya que no encontraría a nadie mejor por mucho que buscara. Hanamichi era simplemente imperfectamente perfecto. No necesitaba nadie que se lo contara, ya lo sabía.
-¿Kaede, por qué no quieres dejarle entrar en tu mundo?. ¿Por qué no quieres que te conozca realmente?
Kaede estuvo a punto de decirle la verdad. Que tenía miedo que si le dejaba entrar definitivamente en su corazón ya nuca pudiera olvidarlo. Y luego cuando le dijera que lo amaba y el otro huyera dejándolo solo su corazón se rompiera irremediablemente.
Pero no lo hizo porque en ese instante sonó el teléfono.
-¿Diga? -Dijo Kaede. Luego Kaho vio por primera vez a Kaede llorar. Pero este sonrió al colgar.
-¿Qué ocurre?. ¿Quien era?
-El inspector -dijo Kaede enjuagándose las lágrimas-. Han recuperado varias cosas de debajo las runas. ¿Podemos ir a buscarlo por favor?
Después de comer los tres fueron a la comisaría a buscar lo que fuera que hubieran podido recuperar. Kaede no les había dicho de qué se trataba. Solo no había dejado de sonreír por debajo la nariz en todo la comida.
Al llegar el inspector fue muy amable. Les condujo a una pequeña sala de reuniones y luego mandó traer lo recuperado.
Minutos después llegaban a esa pequeña habitación cinco policías de uniforme. Tres sostenían un baúl de madera impresionante, mientras un cuarto, que llevaba varias bolsas de plástico, les abría la puerta. El quinto hombre llegó con una funda de guitarra.
Hanamichi y Kaho, quedaron completamente asombrados al ver el enorme baúl. De madera maciza color castaño oscuro rojizo y cuidadosamente trabajada. Kaede pero se lanzó encima de la guitarra como si su vida dependiera de ello.
Con sumo cuidado la puso encima de la mesa y la abrió. Y como si el instrumento que contenía fuera lo más delicado del mundo la sacó y la miró de arriba a bajo.
-La funda está para el arrastre, pero ella está intacta -dijo el inspector al ver el cuidado de Kaede con el instrumento. Luego el moreno raspó las cuerdas y, tras unos minutos de pelearse con las clavijas para afinarla, tocó una bella melodía después de la cual todos los presentes aplaudieron.
-Vaya Kitsune, no sabía que tocases.
-No me lo habías contado Kaede -dijo Kaho
-No pensé poder recuperarla -contestó Kaede absorto guardando de nuevo el instrumento.
-Pero podrías haber comprado una nueva.
-No podría tocar otra que no fuera esta -dijo acariciándola antes de cerrar de nuevo el magullado estuche de piel negro.
-¿Y por qué? -Preguntó Hanamichi con curiosidad
-Era de mi madre.
Tras un pequeño silencio Hanamichi, preguntó
-¿Y que hay en el baúl?
-No lo sé.
-¿No es suyo? -Preguntó el inspector muy extrañado de tal afirmación.
-Sí, lo es -explicó Kaede acercándose y acariciando la madera. Recordaba haberlo guardado envuelto en una vieja manta, seguramente eso había evitado que se rayara, porque estaba casi intacto-. Lo construyó mi abuelo.
-¿Entonces porque nos dices que no sabes zorro tonto? -Dijo enfadado Hanamichi.
Kaede no contestó, pero la verdad es que no sabía qué contenía.
Con la ayuda de los agentes cargaron todo en el coche de Kaho que les devolvió a casa.
Ésta se quedó a cenar con ellos y luego se marchó. Hanamichi se quedó en la sala mirando una película, pero Kaede había preferido subir a la habitación. Allí pensando en todo lo que había ocurrido, encontró la vieja libreta negra. Hacía mucho que no la abría. No había escrito nada nuevo en ella desde que su madre... Los recuerdos de esos días le embargaron y con lo ojos empañados decidió abrirla y releer letras y melodías del pasado. En ese mismo instante decidió volver a usarla. Era hora de volver a escribir, transcribir, tocar, y sobretodo de pensar.
Grissina: Espero que siga gustando por muchas vueltas que de todo. Cada capítulo tendrá su importancia, incuso los cortitos como este, ya lo irés viendo.
Cualquier comentário será bien recivido. Aunque haga años que lo colgué sigo a un clic de vosotras/os, y si me dejais a dónde hacerlo siempre contesto.
besos
