FINAL DE VERANO
Por fin podía apoyar el pie en el suelo sin temor a nada. Llevaba dos días sin las muletas, apoyándolo sin que le doliera. Y estaba que se moría por volver a la cancha. No sabía si ahora que él podía volver a jugar Hanamichi querría ir con él por las mañanas, o preferiría ir solo por las tardes. No quería que eso último ocurriera, así que por una vez, dejando su orgullo de lado, y siguiendo lo que su corazón le pedía bajó las escaleras dispuesto a pedirle que siguiera entrenando con él por las mañanas. Pero el pelirrojo se le adelantó, puesto que solo sentarse a la mesa le preguntó.
-Oye, ¿hoy ya empezarás a entrenar, cierto?
-Sí -contestó él temiendo que iba a decirle que en ese caso él iría por las tardes.
-Estaba pensando,...¿te molesta si vengo contigo? Es decir, si entrenamos juntos quizá iría bien y eso...
Kaede no podía decir nada. Estaba completamente sorprendido que el pelirrojo quisiera entrenar con él. Así de fácil.
-Sabes da igual, quizá no sea buena idea después de todo ya pasamos juntos demasiado tiempo -añadió dolido Hanamcihi ante el mutismo de Kaede, el cual interpretó como una negativa.
-NO -dijo Kaede dándose cuanta que estaba perdiendo su oportunidad de oro.
-¿NO qué?
-No me importa, es decir haz lo que quieras.
"Yo he dejado mi orgullo de lado pidiéndole de ir con él. ¡Lo mínimo que puede hacer es hacer lo mismo y decir que quiere que vaya con él!. ¡.¿Qué es eso de que no le importa?.!. ¿Pues si no le importa para qué ir con él?" Pensaba Hanamichi. Él no quería ir con alguien a quien no le importara su presencia o ausencia. Para eso prefería estar solo.
-Si no te importa casi mejor voy por la tarde.
-NO -volvió a decir Kaede.
-¿No qué?
Pero Kaede no pudo contestar a eso. Por alguna razón no podía pedirle que fuera con él por las mañanas. Hanamichi le miró directo a los ojos exigiendo que se explicara. Pero Kaede, aunque tenía muy claro qué quería decirle, no sabía como sacarlo. Otra vez, como hacía días que no les ocurría, el silencio se apoderó de la casa. Ambos muchachos estaban muy nerviosos con ese juego de miradas. Ninguno de los dos decía nada y finalmente Hanamichi se levantó para recoger los platos del desayuno.
Kaede subió a por la bolsa, y cuando bajó Hanamichi estaba sentado en uno de los taburetes de la cocina ojeando una revista.
-Practicando solo no avanzarás mucho -dijo finalmente Kaede desde la puerta de la cocina-. Yo me voy ya -le soltó, como invitación para que le siguiera. Pero el pelirrojo le respondió con un lánguido.
-Yo iré por la tarde, ahora no tengo ganas-. "¡Quiero que me lo pidas!" Pensaba el pelirrojo.
Cabreado Kaede se marchó dando un portazo al salir. Esta vez no esperó detrás de la puerta para ver si el pelirrojo se animaba a seguirle. Muy enfadado con éste y sobretodo consigo mismo por no ser capaces de entenderse, se marchó en dirección a la cancha. Por suerte para todos, ese día Akira no estaba en la pista esperándole. La verdad es que no había nadie en el parque. Era todavía temprano y no hacía muy buen día. Parecía que el cielo estaba como su humor, negro. Empezó a tirar al aro, pero entre los nervios y la falta de entrenamiento no le entraba ni una. Harto de ver malos tiros y sentirse inútil lanzó el balón con rabia lejos de la cancha.
-De ese modo no conseguirás meterla -dijo una voz detrás de él.
Se giró deseando ver al dueño de esa voz que amaba con todo su corazón, pero que en esos momentos no sabía si lo quería cerca o no. Hasta que sus ojos y los de Hanamichi se encontraron y entonces se dio cuanta que sí lo sabía. Tenía muy claro que deseaba más que nada que Hanamichi se quedara con él ahora y para siempre.
-Pensé que no tenías ganas de entrenar...
-Pero como a ti no te importa... -le contestó lanzándole el balón.
Ambos no dijeron nada más referente a eso. Solo se concentraron en entrenar. Como ambos necesitaban practicar cosas básicas se tuvieron suficiente paciencia para entrenar juntos, sin gritos ni insultos. Solo consejos, observaciones, hasta felicitaciones. Muy sorprendidos y a la vez agradablemente tranquilos y con la sensación que algo había cambiado por fin, volvieron a casa hablando animadamente sobre qué hacer por la tarde. Les quedaban a penas tres días de vacaciones antes de volver a clase, ninguno de los dos tenía especial interés en que eso ocurriera, pero querían volver al equipo, y Hanamichi tenía ganas de ver a sus amigos.
Grissina: he estado corrigiendo errores y erratas (aunque seguro que me he dejado alguno que otro). Me hace mucha gracia releer lo que escribí hace tanto tiempo. Y me haría mucha ilusión saber lo que los lectores opinan de todo esto ahora.
