EMPIEZA EL CURSO,

EMPIEZAN LOS PROBLEMAS

Esos tres días habían pasado rápidamente y la mañana del lunes llegó.

-¡Kaede date prisa!. ¡O llegaremos tarde!

-No grites que no soy sordo wwwaaaahhhh -dijo bostezando y saliendo de la habitación acabándose de abotonar la camisa del uniforme.

-Suerte que preparé la comida ayer por la noche, sino hoy no comíamos -dijo Hanamichi recogiendo lo del desayuno y lanzándole su almuerzo a Kaede.

No tardaron en salir a la calle y echar a correr en dirección a la escuela. Llegaron cuando el timbre estaba sonando. Muchos se extrañaron de ver llegar a Kaede sin su bicicleta, pero ninguno de ellos se dio cuenta que ambos llegaban juntos. Sobretodo porque no iban peleando.

Como había ocurrido hasta entonces les tocó estar en aulas distintas, ningún profesor quería arriesgarse a que la tercera guerra mundial se iniciara en su clase. Ése era su último año en Shohoku. Ahora eran los grandes del instituto. Los más respetados, los más temidos, y los más admirados. Sobretodo los integrantes de clubes deportivos. Y entre ellos los del baloncesto y el judo en Shohoku se llevaban la palma.

Las clases de la mañana no fueron nada nuevo. Presentaciones de los profesores, alguna pequeña prueba de nivel, y presentaciones del temario. Lo mismo de todas las primeras clases, de todos los primeros días, de todos los cursos, de todo el planeta. Total, aburrimiento general.

A la hora del descanso, los amigos de Hanamichi le fueron a buscar en medio de gritos y gestos acusadores.

-¿Se puede saber dónde estabas?

-¿Dónde coño te habías metido?

-¿Por qué no nos has llamado en todas las vacaciones?

-Espero que tengas una buena excusa.

Le dijeron los cuatro chicos del gundam Sakuragi.

-Chicos, no gritéis que no soy sordo -les miró con cara de "o calláis o recibís", y callaron-. Salgamos y os lo contaré.

Una vez en el jardín, Hanamichi les hizo sentase.

-Me fui de casa al empezar la vacaciones -dijo mirando al suelo.

-Eso lo sabemos, tu padre nos preguntó por ti millones de veces.

-¿Pero se puede saber por qué?

-Tu madre está hecha polvo.

-¡CALLAOOS! -Gritó sulfurado Hanamichi-. Ya lo sé que me ha estado buscando, por eso no os dije donde estaba. Para que no me encontrara.

-¿Qué ocurrió? -Preguntó Noma.

-Eso da igual. Lo importante es que no pienso volver.

-¿Pero por qué? Preguntó Takamiya.

-Mirad chicos, sé que queréis ayudar, que queréis lo mejor para mí aunque a veces no lo parezca, pero este tensai está bien, y tiene las cosas muy claras, ok?

-¿Tienes lugar donde vivir? -Preguntó Yohei.

-Sí. Pero prefiero que no lo conozcáis.

-¿Qué?. ¿Por qué? -Preguntó Okus.

-Por vuestra seguridad. Si él os vuelve a preguntar por mí, no tendréis que mentirle. Chicos sé que no lo entendéis, pero no quiero mezclaros con todo esto. De aquí un tiempo cuando todo esté más calmado os enseñaré donde vivo, lo prometo.

-No tienes que protegernos de nada, no somos unas niñas indefensas Hanamichi.

-Lo sé, pero sois mis amigos, y no dejaré que os hagan daño por mi culpa así que no insistáis.

-¿Y qué has echo estas vacaciones que puedas contarnos? -Preguntó Yohei, dando por zanjado el tema. Estaba claro que Hana se sentía incomodo, no quería hablar de ello, y él no quería forzare, por mucha curiosidad y preocupación que sintiera.

-No lo creeréis. Hice amistad con...

-Tienes razón no te creo, no hay nadie que tenga tanta paciencia para aguantarte como nosotros.

Con eso se ganó un cabezazo mortal. Y otros tres fueron repartidos por reírse.

Pasaron el día contándole las aventuras y desventuras que habían tenido esas vacaciones, sus intentos frustrados de ligar con unas turistas, el día que su moto rosa los dejó tirados en medio de la nada, y la tarde que por fin lograron colarse en el salón recreativo. Oyéndoles, tan despreocupados y alborotadores como siempre, Hanamichi echaba de menos su libertad.

Al llegar la tarde le acompañaron al entrenamiento de baloncesto. Pero así como fueron los más bulliciosos al entrar también fueron los más silenciosos al salir. Salieron pensando que el mundo se iba acabar. ¿Hanamichi y Kaede ya no pelearían más?. ¿Desde cuando eran amigos? Nadie lo sabía. Le retuvieron antes de entrar a los vestuarios para acribillarle a preguntas. A las que él simplemente dijo.

-Ya os dije que había hecho un amigo estas vacaciones y no me creísteis.

El rumor de la paz entre los dos muchachos se extendió por el instituto como la pólvora. La mañana siguiente cuando ambos llegaron, otra vez juntos, a su alrededor todo fueron cuchicheos y murmullos. Hasta que Hanamichi se hartó y amenazó que como volviera a oír a alguien cuchicheando sobre ellos le partía la cara. La verdad es que la expectación y la sorpresa duró más de una semana, pero al final con el tiempo la gente se acostumbró a verles llegar juntos, a no oírles pelear, y a verles saludándose cuando se cruzaban por los pasillos. Pero lo mejor fue su completa coordinación en la cancha. Si hasta entonces Shohoku se había vuelto un hueso duro de roer, ahora, con ellos completamente compenetrados, serían invencibles.

El increíble espectáculo que dieron en el primer partido fue tal que la prensa local les dedicó una página entera con fotos en color y todo. Pero por descgràcia eso hizo que Tsukihiro diera con Hanamichi después de buscarlo por más de dos meses sin resultado. La verdad es que no había ido al instituto a buscarle porque pensaba que Hanamichi sería lo suficientemente inteligente como para no volver allí dónde él podía encontrarlo tan fácilmente.


Hacía un mes que habían empezado las clases y hacía dos días que habían jugado ese primer partido, pero aunque hubieran ganado el entrenador no bajó la intensidad de los entrenamientos. El de ese día en especial había sido duro. Hanamichi se encontraba tan cansado que al acabar les dijo al gundam que no le esperaran, que se iba directo a dormir.

Ese año él era el capitán. Y le tocaba hacerse cargo del material. Cada noche era el último en irse tras guardar pelotas y cerrar el gimnasio. Kaede se iba directo a la ducha al finalizar los entrenamientos, y luego salía del gimnasio y se marchaba calle arriba. Cuando esa noche Hanamichi salía del gimnasio, tras cerrar la puerta y las luces, tuvo una desagradable sorpresa.

Tsukihiro le estaba esperando.

-¿Qué quieres? Le dijo Hanamichi cuando le vio.

-Tu madre quiere que vuelvas a casa -dijo el hombre.

-¿Y? -Preguntó insolentemente Hanamichi.

-Hijo no te pases.

-No vuelvas a llamarme hijo. Tú no eres mi padre, nunca lo has sido, ni lo serás jamás.

-Dios me libre.

-Déjame en paz. No pienso volver.

-Tendrás que hacerlo.

-¡Jamás!

A medida que hablaban, el hombre se acercaba a él peligrosamente. Hasta que le cogió por la solapa del uniforme.

-Vendrás ahora mismo. Ya me has puesto bastante en ridículo.

-Suéltame -le dijo Hanamichi. Tenía miedo de ese hombre, pero no quería ir con él-. ¡Que me sueltes te digo! -Acabó gritando a la vez que le daba un manotazo para soltarse.

Pero eso no había sido muy buena idea. Ya que, acto seguido, el hombre enfurecido le propinó un puñetazo en la cara. Luego otro en la barriga y cuando le tuvo doblado por la mitad le dio de rodillazos hasta dejarlo al suelo. Entonces se arrodilló a su lado y le dijo.

-¡Vendrás a casa, y tanto que lo harás! Si no es a las buenas será a las malas, pero no te escaparás.

-Iré a la policía y a la prensa y les contaré todo -le amenazó.

-No lo harás. ¿Porque no quieres que tu madre sufra verdad?

-Como le hagas daño...

-¿Que harás? No puedes hacer nada contra mí. Eres solo un crío. Prepárate porque en una semana vendré a buscarte de nuevo. Si te resistes a venir ella lo va a pagar.

-Hijo de... -pero no pudo decir otra palabra porque le dejó inconsciente con un último golpe.

Luego ese hombre se fue dejándolo solo tumbado frente al gimnasio.


Se sentía mareado, le dolía la barriga y la mejilla le escocía. Tenía un fuerte dolor de cabeza y el frío se le había metido en el cuerpo. No abrió lo ojos hasta que oyó una voz que susurraba.

-Gracias a dios.

Pero todo estaba oscuro y por mucho que abriera los ojos no podía enfocar la vista.

-¿Dónde…?

-Shhhht no hables.

-¿Kitsune?

-Sí -dijo esa voz suave a su lado. En ese momento se dio cuenta que su cabeza no estaba en el duro suelo, sino encima de lago más suave. Estaba recostado en el regazo de Kaede.

Tras un rato le oyó de nuevo.

-¿Qué ha ocurrido?

-Tsukihiro. Te dije que daría conmigo.

-¡Por dios, tienes que denunciarle!

-¡NO!

-Hanamichi...

-Si lo hago mamá... -volvió a cerrar los ojos.

Tras un rato más de descanso Kaede le ayudó a levantarse y juntos volvieron a casa. Tardaron más del doble de lo habitual, y cuando llegaron ambos estaban casi sin fuerzas.

Con mucho cuidado Kaede le ayudó a subir y le llevó al baño.

-Bañate. Te ayudará a descansar.

-Kede yo... -A Hanamichi le daba vergüenza que el otro lo tratara como si fuera a romperse.

-No te preocupes -le dijo. Le sacó la ropa con tanto cuidado como pudo y le ayudó a entrar en la bañera. Luego le dejó solo un rato para ir a preparar algo para cenar. Cuando subió le encontró ya vestido con una camiseta y unos pantalones cortos listo para ir a dormir.

Comieron en la habitación del pelirrojo en silencio.

-Gracias por regresar -le dijo Hanamichi cuando ya habían acabado de cenar y ambos estaban sentados en la ancha cama sin decir nada.

-Estaba delante el café esperándote, como cada día. Me extrañó que no llegaras y por eso regresé -se explicó.

-¿Qué voy a hacer ahora? No quiero volver.

-Tiene que haber alguna forma de pararlo. Daremos con ella, y entonces se arrepentirá de lo que te hizo.

-Kaede, no quiero que te metas. Me lo prometiste.

-NO. Yo te prometí no mentirle.

-Pero puede hacerte daño -Kaede no sabía si creerse lo que estaba oyendo. ¿Hanamichi estaba preocupado por él?

-Pero te acabará matando si no le paramos -dicho eso se levantó para no ceder a la tentación de acariciarle o besarle-. Deberías dormir -dijo luego cerrando la luz.

-¿Kaede, puedes quedarte hasta que me duerma? -Pidió Hanamichi ya desde dentro la cama. Cada vez que cerraba los ojos veía la cara de ese desgraciado y los golpes recibidos se le hacían más presentes que nunca.

-Claro -dijo Kaede. Se sentó en la cama a su lado. Pasado un rato le pareció que Hanamichi se había dormido, pero no se movió de su lado. Era tan hermoso. Alargó la mano derecha y le acarició los cabellos. Eran suaves y sedosos, y olían a manzana. Perdido en esa cabellera roja se sobresaltó cuando notó el contacto de la mano de Hanamichi con su mano izquierda.

-Gracias -susurró Hanamichi enlazando sus dedos con los de Kaede. Luego se durmió.


Grissina: T.T "ka potito". Bueno no es un beso, desde luego no es el lemon que tanto ansiáis, pero se va acercando el momento,... o no. XD