MAL FIN DE SEMANA
En un par de días Hanamichi volvió a las clases. Tanto él como Kaede esperaban que el padrastro de éste reapareciera de un momento a otro. Kaede ya no se esperaba unas calles lejos del colegio para que no les vieran salir juntos (Hanamichi seguía sin querer que nadie supiera dónde localizarlo), sino que esperaba en la misma puerta del gimnasio. Incluso la noche del viernes que Hanamichi quiso ir a cenar con sus amigos a Danny's él se apuntó.
-Kaede, hoy no me esperes, me marcho a cenar a Danny's -le dijo el pelirrojo, antes de terminar el entrenamiento. La verdad es que todos ya se habían acostumbrado a que esos dos conversaran a lo largo de los entrenamientos. Al fin y al cabo eran el capitán y el sub-capitán.
-Pues vengo con vosotros.
-¡No!. ¿Por qué? Ellos... -dijo no muy seguro que juntarles fuera muy buena idea. Ahora que ellos dos se llevaban bien no lo quería echar todo a perder por culpa de esos locos de sus amigos.
-¿Ellos van a acompañarte a casa cuando terminéis?-Preguntó.
-Nooo -dijo Hanamichi como si lo que el otro hubiera dicho fuera una barbaridad.
-En ese caso iré contigo -dijo muy resuelto.
-Oye, no pasa nada, puedo...
-Él también puede aparecer en cualquier momento. No pienso cargar con tu muerte en la conciencia, así que andando. O vengo contigo o nos vamos a casa.
Hanamichi lo vio tan seguro de si mismo que no supo como decirle que no. Además en el fondo le agradecía que no quisiera dejarlo solo. Él también temía la llegada de su padrastro en cualquier momento.
-Kitsune testarudo -dijo entrando en los vestuarios.
Ese día fue Kaede quien se quedó a recoger los balones mientras Hanamichi se duchaba. Seguían sin coincidir en ese lugar. Kaede lo evitaba a cualquier costa y últimamente Hanamichi también ponía de su parte en ello. No había decidido qué hacer con respecto a lo de Kaede, estaba muy confuso, y tenía demasiadas cosas en la cabeza. Sólo una cosa tenía clara, no quería hacerle daño, por eso de momento no le había dicho que lo sabía.
Cuando Kaede entró en el vestuario la mayoría de chicos ya habían salido y Hanamichi se estaba vistiendo. Cuando el pelirrojo acabó solo quedaban ellos. Kaede con una toalla en la cintura se dirigía a las duchas.
-Oye -dijo Hanamichi antes de salir-. ¿Y a los chicos qué les digo?
-Son tus amigos, a mí que me cuentas -le dijo Kaede entrando en las duchas.
-¿Te molestaría que les contara que vivimos juntos?
-Pensé que ya se lo habías hecho -le dijo Kaede ya desde debajo la ducha. Recostó la cabeza en las baldosas, frías en contraste con el agua caliente. Y apretó los puños con fuerza. ¿Por qué Hanamichi se avergonzaba de vivir con él? Pensaba el moreno.
-No, yo..., la verdad es que no quería meterlos en todo lo de Tsukihiro. Ellos no saben nada de él, de lo que nos ha hecho a mamá y a mí -dijo Hanamichi desde el vestuario alzando la voz para que Kaede le oyera desde las duchas. Sabía que Kaede estaba dolido, seguramente pensara que se avergonzaba de vivir con él. Pero por alguna razón que se le escapaba sentía la necesidad de decirle que eso no era cierto-. Si lo supieran no creo que guardaran el secreto. Y eso no nos conviene. Así que... ¿qué les digo?
Kaede estaba sorprendido. ¿Había confiado en él, y no lo hacía en sus amigos?
-Diles que te has apiadado de este pobre desgraciado sin amigos. Te creerán.
-¿Harías eso por mí? -susurró Hanamichi sorprendido que Kaede dejara su orgullo de banda de ese modo para ayudarle. Al fin y al cabo iba a cenar con ellos para protegerle. Ambos lo sabían
Hanamichi salió, sin decir nada, dejando a Kaede con el corazón apretado. Pero aunque agradecía el gesto de Kaede, Hanamichi no tenía ninguna intención de decir semejante mentira. Al fin y al cabo Kaede sí tenía una amigo.
-Chicos.
-¿Ya has acabado? Anda vamos que llegaremos y estará lleno.
-Esperad. He invitado al Kitsune a venir con nosotros.
-¡.¿QUÉ?.! -Gritaron todos a la vez.
-Lo que oís. Ya os dije que ahora somos amigos. No pienso hacer distinciones entre vosotros. Todos sois mis amigos así que iremos todos juntos -dijo muy seguro de si mismo Al fin y al cabo él era el jefe, así que lo que él decía iba a misa.
-Pero él es muy serio -se quejó Takamiya.
-Nos va a echar a perder la noche -dijo Yohei.
-Como vuelva a oír una queja nos iremos nosotros dos solos -dijo enfadado.
-¿Cómo has estado haciendo desde inicio de curso? -Preguntó Okus.
-¿Creías que no nos habíamos dado cuenta Hanamichi? -Dijo Noma.
-¿Si no quieres tener preferencia por qué pasas con él tanto tiempo? -Volvió a decir Yohei.
-Porque…, -por un momento dudó qué decir y al final decidió dejar las explicaciones para más adelante, cuando lo de su padrastro se hubiera arreglado-. Porque Kaede y yo vivimos en la misma calle. ¿Qué hay de malo en ir venir juntos de clase si hacemos el mismo recorrido?. ¿No lo hacía antes contigo Yohei? Nunca os quejasteis por ello entonces. Así que se acabaron las discusiones.
Poco después salió Kaede y todos juntos partieron hacia Danny's.
Esa primera noche no fue precisamente un éxito, pero había un objetivo muy importante para todos ellos, que Hanamichi fuera feliz. Así se lo hicieron saber a Rukawa, como ellos le llamaban, esa primera noche mientras Hanamichi estaba en el lavabo.
-Rukawa, perdona si soy muy directo, pero como le hagas daño te matamos. ¿Cappiche? -Había dicho Takamiya.
-Mirad no sé quien creéis que soy, pero desde luego no quien pensáis. Aunque este comportamiento dice mucho de vosotros. Como mínimo os preocupáis por él.
-Mira Rukawa no tienes ni idea de por lo que Hana ha pasado. Ahora que empieza a salir del agujero no permitiremos que tú le hagas nada -dijo Noma.
-Desde el momento en que te invitó a venir es que te considera un amigo. Solo decimos que esperamos que no traiciones esa confianza -dijo Yohei.
-Te habrás dado cuenta que es bastante más sensible de lo que parece, así que cuidado con lo que haces -añadió Okus.
-Pareces un tipo inteligente, así que no lo fastidies -le amenazó de nuevo Takamiya.
-No es de mí de quien deberíais preocuparos. No soy yo quien le quita el sueño.
En ese momento Hanamichi volvió del baño y la conversación quedó aparcada.
Dos semanas pasaron y de Tsukihiro ni rastro. Hanamichi empezó a pensar que quizá no volvería cuando se le ocurrió una cosa.
-¿Oye Kaede podemos hablar?
Era sábado por la noche y acababan de llegar de un karaoke. Habían salido con los chicos. Parecía que empezaban a aceptarlo en el grupo, aunque todavía había recelos entre todos ellos, intentaban disimularlo siempre que Hanamchi estaba delante.
-¿Tiene que ser ahora? Estoy cansado.
-Es importante -dijo Hanamichi.
-Está bien pasa -dijo Kaede, quien estaba ya en la cama. La verdad es que estaba agotado del partido de la mañana. Pero Hanamichi se había empeñado que debían celebrar la victoria.
Hanamichi entró en la habitación. Iba ya con su camiseta y pantalones cortos que usaba de pijama. Se sentó en los pies de la cama antes de decir nada más.
-Es extraño que Tsukihiro no haya aparecido ya.
-¿Me has despertado para hablar de ese animal? -Dijo enfadado Kaede. Estaba realmente cansado y además no quería que Hanamichi le diera muchas vueltas a todo eso.
-¿Tú no habrás hecho nada verdad? -Preguntó Hanamichi temeroso.
-¡.¿Qué?.!. ¿Te prometí no meterme, no? -Dijo dolido.
-Ya lo sé, pero no es normal. Algo tiene que haber ocurrido.
-Quizá decidió que no quería que volvieras a sus dominios al fin y al cabo ese sería un comportamiento digno de cualquier macho dominante como él.
-¡Pero es que no son sus dominios, es mi casa! -Exclamó Hanamichi.
Pero se dio cuenta del error que había cometido demasiado tarde, en cuanto vio los ojos de Kaede. Su expresión era la misma, no había cambiado, casi nunca lo hacía, pero sus ojos sí.
-Ya -dijo Kaede-. Mira no sé qué ha ocurrido, te prometí no mentirte y no lo haré, así que déjame dormir.
-Kaede lo siento.
-¿Por qué? Tú lo dijiste muy claro el primer día. ¿Recuerdas? Tampoco yo me siento en casa aquí -mintió.
-Pero sí es nuestra casa, nosotros somos los dueños -dijo Hanamichi.
No sabía como arreglarlo. Era verdad que consideraba la casa dónde había vivido toda su vida, eso su casa, pero con el tiempo la casa que compartía con Kaede se había ido convirtiendo en su hogar. Necesitaba encontrar la manera de hacerle ver esa sutil diferencia para que el otro no pensara que consideraba esa casa solo como un lugar de paso. Era cierto que no veía esa casa como su casa para toda su vida, pero se encontraba bien en ella, y por el momento eso era todo lo que le importaba.
-Quise decir que…
-¿Qué querías decir?
-Que aunque tengamos que vivir juntos yo…
-¿Ahora, esto no solo no es tu casa, sino que volvemos a lo de no querer vivir conmigo? -Kaede estaba dolido, enfadado y decepcionado por haberse hecho ilusiones tontamente sobre una incipiente amistad que a sus ojos se estaba desmoronando junto con su más secreto deseo.
-¡Yo no he dicho eso! -Dijo desesperándose Hanamichi-. ¡Ai!. ¡Ya deja de liarme!
-¿Liarte yo? Mira torpe, tú no necesitas a nadie para liarte lo haces muy bien tú solito.
-Eres... no comprendes -dijo rindiéndose Hanamichi.
-¿Y qué es lo que no comprendo Hanamichi?. ¿Que sigues esperando el día en que podrás volver a casa? Claro que lo comprendo. ¿Crees que yo no volvería a mi casa si pudiera? Pero ¡oh! Sabes una cosa, eso es algo que no va a ocurrir. Porque yo no tengo donde volver.
-¿Te irías? -Preguntó con un temor incomodo que no sabía de donde salía.
-¿Importa acaso? -Kaede quería que todo eso le doliera al pelirrojo tanto como le estaba doliendo a él.
-Sí, yo creí que estábamos bien -dijo Hanamichi-. Creí que yo significaba algo...
-Creíste que significabas algo. Esta es buena. ¿Y yo qué? Perdona que te lo recuerde pero has sido TÚ quien ha entrado aquí culpándome de haber roto una promesa que te hice y que nunca he pensado en romper. Y has sido TÚ quien has entrado diciendo que todavía consideras ese lugar como tu casa, es más, insinuando que todavía estás molesto por tener que vivir conmigo. ¡Así que no me vengas con esas! -Kaede ya ni siquiera intentó aparentar que no le afectaba todo lo que estaban diciéndose.
-¡A mi no me chilles, maldito zorro engreído!
-¡PUES NO ME SALGAS CON QUE CREÍAS QUE SIGNIFICAS ALGO PARA MI! -chilló desesperado Kaede-. ¡.¿De dónde sacas semejante insensatez?.!. -añadió lleno de miedo.
-Yo… -Hanamichi no supo que contestar. ¿Confesar que había registrado sus cosas y leído esa letra?. ¡Jamás!-. No lo sé, solo pensé que era así. Al fin y al cabo TÚ sí significas algo para mí.
-¡NO! -Gritó Kaede sintiendo que su corazón no iba a aguantar más-. No sigas. No quiero que me digas nada más -le pidió-. Ya he oído suficiente por hoy -dijo con la voz mucho más calmada, casi en un susurro. Un susurro que a Hanamichi le pareció el lamento de un animal malherido, por lo que instantáneamente se sintió mal por lo dicho anteriormente.
-Kaede...
-NO. Vete, vete por favor -volvió a pedirle.
Hanamichi no quiso insistir. La pequeña amistad que les había costado meses de convivencia conseguir se iba a pique irremediablemente y se sentía responsable de ello. Pero en ese momento pensó que insistir no era lo mejor.
En cuanto la puerta de su habitación se cerró, Kaede no pudo evitar que un par de lágrimas traicioneras escaparan de sus ojos. Rápidamente se las secó con el dorso de la mano y se cobijó entre las sábanas. Pero estas habían adquirido el peculiar olor del pelirrojo. Enfadado por ello se levantó, sacó las sábanas y las bajó a bajo para ponerlas a la lavadora.
El sueño se le había pasado y el cansancio parecía haber desaparecido también. Necesitaba salir de allí, hacer algo. Así que enseguida volvió arriba a cambiarse de ropa. Cogió la bolsa y antes de salir hizo una llamada. No quería estar solo, por una vez no quería sentirse solo, así que le pidió, a quien sabía que no iba a negarse, que le acompañara a la cancha por esa vez.
-Me has sorprendido, con esa llamada. No me malinterpretes, sabes que deseaba que me llamaras desde hace mucho, pero ¿por qué ahora? -dijo una voz en la oscuridad del parque.
-Calla y juega -dijo Kaede.
-Te has peleado con...
-¡Calla he dicho! -Dijo Kaede lanzándole el balón al moreno que finalmente había aparecido a la luz de la farola que iluminaba pobremente la pequeña cancha.
-Perder los estribos no va contigo Rukawa.
-No me conoces Sendoh.
-Ves ahora sí estoy de acuerdo contigo. Y no será porque no lo haya intentado.
Mientras hablaba el moreno de ojos violetas y el pelo pincho había empezado a jugar con el balón y hábilmente lo había encestado.
-Eres demasiado esquivo Rukawa. Deberías aprender a confiar un poco más en la gente.
-¿Esperas convencerme para que confíe en ti?
-No. Hace tiempo que dejé de esperar nada de ti.
-¿Qué quieres decir? -Dijo Kaede pasados un par de minutos en silencio jugando
-Hace tiempo que sé que no es en mí en quien te has fijado. Aunque no creo que tengas muchas posibilidades con él sabes. La última vez que le vi fuera de una cancha iba de la mano de una muchacha, creo que era la hermana menor de Akagi.
Kaede no dijo nada, solo le robó el balón y encestó.
-No dices nada. Entonces he acertado ¿cierto? Nunca pensé que fueras de los que se dejan consumir por un amor no correspondido. Pero mírate, aquí estás hecho polvo, porque él ni siquiera te soporta.
-No sabes de lo que hablas Sendoh -le dijo en un tono un poco amenazador Kaede.
-OH sí, Rukawa, sí lo sé. Si no estuvieras mal por él no me habrías llamado.
-¿Qué? -Dijo incrédulo Kaede.
-Lo que oyes. Y lo sabes, me has llamado para no estar solo.
-Eso no es cierto -dijo Kaede.
-¿Ah no?. ¿Entonces por qué me has llamado?. ¿No vas a decirme que es por mi verdad?
-¿Tan extraño te parecería? -Habían dejado que el balón rodara hasta el otro lado de la pista y ahora se encontraban de frente. Con esta última frase Kaede se acercó un poco más a Akira.
-No juegues con fuego Kaede, o te quemarás -le amenazó Akira acercándose a su vez hasta que sus cuerpos casi se rozaban.
La mente de Kaede era un torbellino. A mil por hora pasaban imágenes del pelirrojo diciéndole que no quería vivir con él y de los días que había durado su "amistad". De todos los anhelos que esa discusión se había llevado por delante, que se mezclaban con los ojos brillantes de Akira. Unos ojos que le miraban con deseo y diversión. No quería aceptar delante de nadie que se sentía solo y que por eso había recurrido a él. No quería decir a nadie que lo había llamado a él porque secretamente tenía la necesidad de ver en alguien esa mirada de deseo por él. Esa mirada que tanto deseaba suscitar en un atolondrado pelirrojo quien solo le veía con furia. Ya era bastante humillante saber que era cierto. No podía echarse atrás ahora porque sería aceptar delante de Sendoh que lo que decía era cierto. Y quería demostrarle, demostrase a si mismo, que no era verdad. Tenía que hacerlo. Se lo demostraría como fuera. Pero por otro lado...
De repente notó una mano cálida en su mejilla y un estremecimiento le recorrió de pies a cabeza. Akira le miraba con la mirada transparente, podía leer lo mucho que deseaba besarle, pero no lo hacía, así que fue él quien se lanzó. Con un repentino movimiento juntó su boca con la del otro jugador, quien sin poder evitarlo dejó escapar un suspiro por el tan largamente esperado contacto. Instintivamente los brazos de Akira le rodearon la cintura, luego una se posó en su nuca haciéndole cosquillas, y a la vez ahondando ese beso. Cuando les faltó el aire se separaron un instante, y volvieron a mirarse a los ojos. Kaede ya recuperado del impacto inicial, se aproximó de nuevo para volver a besarle, para entregarse a todo lo que le pidiera, pero extrañamente Akira rehusó el contacto.
-Kaede, detente. He soñado con que te entregues a mí miles de veces, y no hay cosa que desee más, pero no de este modo. No para demostrar nada.
Sorprendido Kaede intentó separarse de Akira, avergonzado por lo que había estado a punto de hacer. Pero Akira impidió que se alejara agarrándole del brazo.
-Sendoh yo...
-Ven sentémonos -le dijo arrastrándolo hacia un banco del parque.
-No, yo..., debo irme -dijo Kaede soltándose.
-No te vayas. Necesitas alguien con quien hablar, y que yo sepa soy lo más parecido a un amigo que tienes.
-Akira, siento mucho si te he hecho daño -hablaba mientras andaba hacia atrás separándosede él, huyendo-. Siento haber intentado utilizarte, pero por suerte eres más inteligente que yo. Siempre has sido mejor en todo, así que... -dijo ya llegando a la puerta del parque.
-Kaede no digas eso -Sendoh intentó aproximarse a él.
-Adiós Akira Sendoh -y sin esperar respuesta se marchó del parque corriendo.
Y corrió y corrió hasta llegar a las rocas del final de la playa, donde en la oscuridad se sentó y tras un grito de desesperación al mar se echó a llorar.
El domingo amaneció nublado. El frío por fin había llegado, y le daba pereza salir de la tibieza de la cama.
-Vaya, parezco ese zorro dormilón -se dijo Hanamichi a si mismo. Luego se levantó, se duchó, bajó a desayunar y se sentó en el sofá a ver la tele, dejando pasar las horas lentas del domingo por la mañana. Esperaba que Kaede bajara para intentar disculparse con él. La noche anterior lo había acusado de meterse donde no le llamaban sin motivo y luego había lo del malentendido de la casa y vivir juntos. Esperaba poder arreglarlo. No le gustaba pedir disculpas, pero esta vez él había metido la pata así que él lo arreglaría. Pero Kaede se estaba demorando mucho. Al mediodía decidió que ya estaba bien de hacer el idiota y subió a buscarlo. Pero no le encontró. La cama estaba sin las sábanas, y no había ni rastro del moreno. La bolsa de deporte tampoco estaba por lo que Hanamichi pensó que por una vez se había levantado temprano y había salido a practicar.
-Seguro que no tenía ganas de veme. ¡Será cobarde! -Dijo dando un portazo. Luego se puso a cocinar la comida para ambos.
Pero Kaede no llegó a comer, ni a cenar. A esas horas empezó a preocuparse. Se acercó al teléfono y marcó su numero de móbil, pero lo oyó sonar en el piso de arriba, Kaede no lo había cogido.
¿Dónde coño estaba?. ¿Tan mal le había sentado lo que le había dicho la noche anterior?. ¡Joder!.¿tampoco había para tanto no? Pensaba Hanamichi mientras, cogiendo la chaqueta y las llaves, salía de casa.
El primer lugar dónde buscó fue el parque. Y se alarmó cuando encontró en un rincón, debajo unos arbustos la pelota del kitsune.
-¡Mierda! -Exclamó. El Kaede que conocía no se habría dejado su pelota tirada por ahí de ese modo. O todo estaba mucho peor de lo que pensaba, o le había ocurrido algo, cosa todavía peor.
Con el balón en las manos arrancó a correr en dirección a la playa. La última vez que se había desaparecido lo había encontrado allí. Pero la playa estaba desierta y tampoco estaba en las rocas. De camino a casa pasó por el ambulatorio por si se había vuelto a hacer daño, pero allí no sabían nada de él.
Desesperado corrió a casa para llamar a Kaho. No sabía que más hacer ni a quien recurrir. Con el corazón estrujado de preocupación y las manos temblorosas llegó a su casa, y le costó dios y ayuda acertar la llave en la cerradura.
-¡Dios! Que idiota que eres por preocuparte por él -se repetía una y otra vez, con el resultado de solo aumentar su preocupación.
Lanzó la chaqueta y el balón al sofá y cogió el teléfono. Pero justo antes de marcar el número de Kaho vio una lucecita en el contestador automático. Había un mensaje nuevo.
"BIP- tiene un mensaje nuevo..."- dijo la máquina al apretar el botón
-Eso ya lo sé, dime qué dice estúpido aparato -remugó Hanamichi
"...recibido hoy a las nueve y treinta y siete minutos BIP" dos minutos después de salir él a buscarlo "Dormiré fuera" - "BIP-no hay más mensajes nuevos-BIP".
-Será hijo... -dijo Hanamichi, pero en el fondo estaba aliviado de saber que estaba "bien". Cerrando las luces subió al piso de arriba y se fue a dormir.
Grissina: No me echéis la caballería encima, por favor, no aún.
