Grissina: Antes de dejaros continuar, (no sea que al final no queráis saber nada de mi XD), que ya sé que lo he dejado un poco, como decirlo, complicado. Pero quiero hacer varias cosas.

Primera y muy importante, daros las gracias por los ánimos y el apoyo que me dais, es genial. Es brutal llegar a casa y encontrar que en solo un día me habéis dejado tantos reviews. Me pone las pilas, para escribir cosas nuevas. (aunque luego me las voy a ver negras en Eco por no haber preparado la clase, pero bueno no os preocupéis que habrá valido la pena ;P)

Segundo, he de haceros una confesión. En la primera versión de esta historia Kaede nunca se marchaba de casa por la discusión. (Ya sé que, como dice muy bien Amary, se pelean por no decir las cosas por su nombre, por dar cosas por sentadas y por una tontería al fina y al cabo -en palabras de Shadir, la pelea más idiota-. Pero seguro que estáis de acuerdo conmigo en que las cosas más importantes de la vida de uno, a menudo, para no decir siempre, son precisamente esas pequeñas cosas, tonterías al fin y al cabo!)

Por dónde iba... Ah sí!

Siento comunicaros que el tan esperado Lemon se producía, en la primera versión, durante ésa misma noche de Sábado. Pero no me gustaba (sorry), así que lo cambié. Juro solemnemente que mi intención nunca fue la de liar las cosas (como mínimo conscientemente), solo quería retardar el momento en que esos dos sacos de hormonas se acostaran juntos. (Sé que queréis que ocurra, pero de verdad que en ese momento se leía muy precipitado). Pero una cosa llevó a la otra, entraron nuevos personajes, como Sendoh, en la historia y ya no lo pude parar. Así que esto es lo que salió de mi disconformidad. Espero que el resultado os agrade.

Ahora sí os dejo seguir, que la cosa está que arde...


DE LUNES A VIERNES

Al levantarse la mañana siguiente Hanamichi bajó corriendo a la cocina, hizo el desayuno para dos, y luego se dio cuenta que tendría que tirar uno. Se enfadó y acabó llegando tarde a clase, por lo que le castigaron.

-¡Maldito zorro! Si hubiera venido a dormir a casa esto no hubiera pasado. Y ahora mira como me veo por su culpa. ¡Será irresponsable! Mira que hacer perder el tiempo así al gran tensai, ya verás cuando le coja se va a enterar -remugaba Hanamichi mientras paseaba por a terraza con la esperanza de ver aparecer al susodicho moreno en cualquier momento como era habitual.

Pero otra vez el moreno no apareció. Y le estaba empezando a mosquear que le evitara de ése modo, bien no es que le evitara pero le daba la misma impresión que si lo estuviera haciendo.

A la hora del entrenamiento Hanamichi esperaba ver a Rukawa allí el primero, como siempre, pero otra vez no estaba. Llegó en el último momento por lo que no pudo cogerle por banda para preguntarle dónde había dormido. Y tampoco pudo preguntárselo al final del entrenamiento porque se le escapó antes de poder decirle nada.

Cabreado salió del gimnasio el último esperando tener que ir solo a casa, pero el gundam estaba allí.

-¿Chicos que hacéis aquí tan tarde?

-¡Esperarte que va a ser! -Dijo Takamiya.

-¡Pero chicos!. ¡Somos sólo lunes!

-¿Es que los lunes no duermes en casa quizá?

-Claro que duermo los lunes. ¿Pero qué tiene eso que ver con que queráis salir? -Dijo Hanamichi confundido.

-¡Quien dice que queremos salir!

-Hanamichi, hemos hablado con Rukawa esta mañana.

-¿Esta mañana?

-Sí durante tu castigo.

"¿Por esto no estaba en la terraza?" pensó el pelirrojo.

-¿Y se puede saber de qué habéis hablado?

-Del loco que te persigue y del que no nos habías dicho nada.

-Hanamichi somos tus amigos y no nos gusta que nos escondas cosas.

-¿Qué tiene que ver eso con que queráis venir a casa? -Intentó cambiar de tema el pelirrojo.

-¿Crees que sabiendo que alguien te persigue te dejaremos ir solo a casa a estas horas?

-Chicos de verdad no hace falta que...

-Rukawa dijo que él te había acompañado hasta ahora pero que hoy tenía una cita y no podría quedarse, así que nos lo contó.

-¿Una cita?. ¿Con quien?

-¡Y nosotros que sabemos!. ¿Tú crees que le vamos preguntando esas cosas al sex-symbol del instituto?. ¡Será que trine novia, o algo! -Dijo ya cansado Noma.

-¿Kaede, novia? -Aprovechando que Hanamichi estaba sorprendido lo arrastraron hasta fuera de la escuela.

Al final y tras discutir mucho Hanamichi dejó que le acompañaran hasta su casa. Dónde por cierto no había nadie.

Dos minutos después de haber llegado, y tras comprobar que Kaede no había llegado, sonó el timbre. Era Yohei.

-Está bien chico, ahora ya estamos solos tú y yo, y no me marcharé de aquí hasta que me cuentes como has llegado a esta situación y por qué no me has contado nada.

Hanamichi no tenía argumentos para negarse a contarle nada. Así que le hizo pasar.

-¿Quieres quedarte a dormir Yohei? Allí tienes el teléfono llama a tu madre y dile que estás conmigo y te contaré todo.

No sabía si Kaede iba a dormir en casa y no quería dormir solo, además era tarde por lo cual que Yohei se quedara era la mejor opción. Una vez avisada la familia del moreno se sentaron en la cocina, dónde Hanamichi se dispuso a preparar la cena para tres.

Contrariamente a lo que el pelirrojo esperaba, Yohei no le preguntó porqué ponía la mesa para tres. Por lo que tuvo la extraña necesidad de explicárselo.

-Vivo con alguien -tanteó, esperando una gran "¡.¿qué?.!. ¿Con quien?.!.".Pero Yohei solo dijo.

-Lo suponía.

-¿Cómo? -Dijo ahora sí sorprendido Hanamichi.

-Hana, te fuiste de casa, no nos dijiste nada, te estuvimos buscando como locos, luego apareciste diciendo que todo estaba solucionado que tenías dónde vivir... no has trabajado, por lo que no tienes dinero, y no te alojas en un centro para indigentes porque los revisamos todos.

-¿Que hicisteis qué?

-Te buscamos por todos lados. Hasta que dimos con el centro donde estuviste dos semanas. Allí nos contaron que una mujer te había llevado y perdimos el rastro -Yohei se quedó callado, con el semblante muy serio añadió-. ¿No habrás hecho nada malo verdad Hanamichi? -Las ideas de lo que podía haber pasado en la cabeza de Yohei eran realmente de lo peor, había llegado a pensar incluso que se había metido en una red de prostitución, o que vivía como protegido de alguna mujer rica que se aprovechaba de su inocencia.

-Hice algo, sí, pero...

-Hana, soy tu mejor amigo, o eso creo.

-Claro que lo eres.

-Entonces no me mientas. ¿Te has...?. ¿Tú has...? Es decir, yo sé que no puede ser, pero escucha los hechos. Por algún motivo te vas de casa, te estás en un centro para indigentes hasta que una bonita y joven mujer te saca misteriosamente de allí y desde entonces, vives con "alguien", en un lugar que hasta hoy no te has dignado a mostrarnos, sin problemas económicos aparentes, un misterioso hombre corrupto y manipulador te persigue para acabar contigo... ¡Suena mal, tío!. ¡Suena muy mal!

-Seguramente no es lo que crees. Yohei, sé que no os dije nada, pero era por vuestra seguridad.

-¡Nuestra seguridad!

-Sí. ¿Si os hubiera dicho dónde estaba y él os lo hubiera preguntado que habría pasado?

-¿Quien?. ¿Quien coño te persigue Hanamichi?

-Tsukihiro.

-¿Qué?. ¡No jodas!

-¡Crees que bromearía con algo así!

-Por supuesto que no pero... -eso no cuadraba con lo que había imaginado.

-Es un monstruo Yohei, ha acabado con mi familia. Intenté llevarme a mamá pero no quiso irse ahora que está embarazada así que me marché solo.

-¿Y la mujer que te llevó, vives con ella ahora? -Quizá era lo segundo que había pensado.

-¿Con Kaho?. ¡NO!. ¡Pero que dices! Vivo con... -Hanamichi suspiró antes de responder-. Vivo con el Kitsune.

-¡.¿Rukawa?.!. Ahora sí me has matado.

-Lo sé. ¿Suena raro verdad?

-¡Joder!.¡Suena como si el mundo se hubiera vuelto loco! No puedo creer que… ¿como ocurrió? -Preguntó muy sorprendido pero aliviado al fin. Mejor Rukawa que una red de prostitución.

-Ambos nos quedamos sin casa al mismo tiempo y Kaho nos puso a vivir juntos.

-¿Y quien es esa tía? -A ver si al final sí había una mujer rica detrás de todo...

-La asistente social -Yohei respiró por fin-. Ella me encontró en el centro para indigentes, le conté todo y solo pudo darme dos soluciones. Era esto o vivir con una familia de acogida.

-¡.¿Y cómo elegiste a Rukawa?.!

-Yo no sabía que era el Kitsune con quien tendría que vivir. Ella me engañó, firmé los papeles, y aquí estoy.

-Por eso os habéis hecho amigos. Ya decía yo que era muy extraño eso...

Hanamichi no dijo nada solo acabó de cenar y recogió su plato y el de Mito. Dejando el de Rukawa para cuando viniera.

-No tengo más camas que el sofá, ven que te daré una manta y una almohada, aunque si lo prefieres puedes subir y dormir conmigo. Mi cama es ancha.

-Como cuando éramos chicos. ¿Te acuerdas?

Así ambos acabaron durmiendo en la cama de Hanamichi.

-¿Oye Hana y como es vivir con el chico de hielo?

-Al principio fue horrible. Me sentía terriblemente solo, os echaba de menos y ya sabes como nos llevábamos Rukawa y yo, luego con el tiempo supongo que nos acostumbramos el uno al otro.

-¿Y os hicisteis amigos así sin más?

-NO. Bien, más o menos. No sé es difícil de decir. Él también ha pasado por mucho y no sé, quizá es eso o quizá no, pero en el fondo, muuuuuuy en el fondo, parece como que nos entendemos (o eso creía) -susurró Hanamichi, luego añadió-. Como mínimo esto va a servir para llegar a los nacionales sin problemas. Jajjaja -se puso a reír estrepitosamente el tensai.

-Anda calla y duerme que mañana tenemos que madrugar -le largó Yohei contento de volver a oírle riendo.

-Buenas noches Yohei.

-Buenas noches Hana.

Poco antes de dormirse, Hanamichi le susurró a su amigo

-Yohei, me alegro de haberte contado todo por fin.

-Y yo de que lo hayas hecho. Cuentas conmigo para lo que sea. ¿Lo sabes verdad?

-Lo sé, por eso no te lo conté antes. No quería meterte en más problemas de los que ya tienes.

-Lo sé. Duerme tranquilo Hanamichi.

Pero el pelirrojo no podía porque Kaede no había vuelto todavía. La verdad es que este llegó poco después que Hanamichi se durmiera, comió la mitad de lo que le había dejado preparado para cenar, y luego se metió en la cama casi sin desvestirse. Aunque solo durmió unas pocas horas, porque la mañana siguiente cuando Hanamichi se levantó encontró vaho en el baño, la cama del Kitsune desecha, una taza de café sucia en el fregadero, pero ni rastro del moreno, que otra vez se le había escapado.

El martes por la mañana no fue mejor que el lunes. Hanamichi no pudo poner atención a nada de lo que los profesores decían, por lo que le echaron otra vez. Sabiendo que todo era culpa de Rukawa, y queriendo machacarle por ello, se fue directo a la terraza, pero el moreno no estaba allí. En realidad como supo más tarde no había ido a clase. Había llamado diciendo que estaba enfermo. Así que por la tarde en el entrenamiento Hanamichi tuvo que decidir si encubrirlo o no. Por un lado quería decir que no era cierto, porque quería saber que puñetes estaba ocurriendo con él, pero por el otro una extraña sensación le embargó y decidió no desmontarle la cuartada. Sus problemas con Rukawa, por una vez quedarían al margen del equipo. Ahora que él era el capitán tenía que pensar por el bien del equipo, y por eso dijo al entrenador que Kaede estaba un poco resfriado y por eso no había ido a la escuela.

Por la noche de nuevo el gundam lo acompañó a casa. Preparó de nuevo cana para dos, esperando verle y poder hablar con él. Pero no apareció. Tampoco pudo verle por la mañana, pues por el estado de su habitación parecía que siquiera hubiera ido a dormir a casa. Todo estaba a empezando a pasar de marrón oscuro.

El miércoles Kaede tampoco fue a clase, y Hanamichi no esperaba verle tampoco ni en el entrenamiento ni cuando llegó a casa, la cual de nuevo y ya sin ser una sorpresa estaba vacía. Cenó, dejó algo de cena para el moreno, "por si se dignaba a venir a casa", se dijo Hanamichi; pero antes de meterse en la cama, y tras pensárselo mucho le dejó una nota en su almohada:

"No se dónde te has metido, pero si faltas un día más al entrenamiento te expulsaré del equipo. Hablo muy en serio. Mañana a las siete te quiero en pista, y sin excusas baratas.

H.S. el capitán"

Luego se lo pensó de nuevo y añadió:

"PS: No se que mosca te ha picado, me trae sin cuidado qué has estado haciendo, pero como no me cuentes que está pasando, mañana mismo te parto la cara.

TENSAI"

Luego añadió otro poquito más:

"PSS: Ah y que sea la última vez que hablas de mí con mis amigos a mis espaldas. No tenías ningún derecho a contarles nada al gundam. ¡Engreído!

Hanamichi"

Y con eso escrito acabó:

"Gracias"

Ahora sí se marchó a la cama.

Pero esa noche Kaede tampoco fue a dormir a casa, por lo que la nota no había servido de mucho.

El jueves Hanamichi intentó prestar atención en clase pero no tuvo mucho éxito. El entrenamiento no fue mejor, pues estaba enfadado, y no lograba concentrarse en lo que se hacía en el gimnasio. Optó por acortarlo y mandarles a todos a casa.

Esa noche Kaede sí fue a dormir, aunque cuando llegó Hanamichi ya dormía. Cuando Kaede entró en su habitación iba tan cansado que no vio la nota. Medio zombi se metió en la cama y el trozo de papel cayó al suelo.

El viernes por la mañana se despertó otra vez muy temprano. Cuando llegó al baño y se miró al espejo no pudo evitar fijarse en las oscuras ojeras que su cara mostraba. Aunque el día anterior había dormido unas horas en el sofá de Minako, ese mueble le había dejado la espalda echa polvo. Se duchó dando gracias al cielo por tener agua caliente y luego volvió a su habitación a vestirse. Y fue entonces cuando vio el trozo de papel en el suelo.

Alarmado por si era uno de sus papeles que le hubiera caído dejándolo al alcance del pelirrojo lo recogió. Pero se sorprendió más cuando vio que la letra era la de Hanamichi.

Tenía pensado volver a faltar al entrenamiento, pero no podía, no después de esa nota. Y los post scriptum; el primero ya se lo esperaba pero el pelirrojo no podía saber qué estaba haciendo o de verdad le mataría, y el segundo, en un primer momento le dio una punzada en el estómago. Él sabía que no tenía ningún derecho a contar nada de él, pero el miedo a que su padrastro lo atacara era mayor al miedo a perder su amistad por ello, así que tuvo que pedir ayuda al gundam. Luego al leer el simple gracias del final de la nota supo que todo estaba bien. Hanamichi no iba a odiarle, como mínimo no por eso.

Antes de bajar al piso de abajo entreabrió un poco la puerta de la habitación del pelirrojo. Dormía tranquilamente acurrucado al borde de la cama agarrado a la sábana como si temiera que esta se le fuese a escapar. Una mueca de sonrisa apareció en el abatido y pálido rostro del muchacho antes de cerrar otra vez la puerta.

A bajo preparó dos desayunos, se comió uno y justo cuando oyó el agua de la ducha encenderse se marchó otra vez a casa de Minako, aunque iría al entrenamiento, no podía ir a clase.

Hanamichi entró en el baño, dónde tenía la ducha encendida esperando a que el agua se calentara, cuando oyó la puerta de abajo. Corrió a su ventana justo para ver a Kaede girar por la esquina en dirección contraria a la escuela.

-Como no vengas al entrenamiento, te juro que… -dijo el pelirrojo al frió cristal de la ventana, pero no pudo terminar porque otra vez esas sensación de angustia se apoderó de él.

Quería saber, no, necesitaba saber qué estaba ocurriendo con el kitsune. Se sentía culpable, porque estaba convencido que todo había empezado cuando discutieron hacía¡dios! hacía casi una semana. Pero a la vez estaba enfadado con él, porque si bien lo que se habían dicho no era agradable, tampoco consideraba que fuera como para evitarlo de ese modo desde entonces.


El otoño se estaba convirtiendo en invierno rápidamente ese año. Hanamichi se escapó a la azotea a la hora de comer esperando no ver a nadie, pero alguien le esperaba allí.

-¿Yohei, que haces aquí? Creí que Naoko te había traído la comida hoy. ¿Es que no te gusta lo que te prepara?

-Claro que sí, sabes que es la mejor cocinera del mundo -dijo su amigo sin dar más explicaciones.

-¿Entonces que haces aquí? Naoko se va a enfadar contigo. O peor, conmigo -intentó bromear sin mucho éxito.

-Eso no ocurrirá, ya he hablado con ella. En este momento está repartiendo ese delicioso manjar a los tres palurdos del gundam.

-Apuesto que están encantados con eso -dijo un poco agriamente Hanamichi.

-Eso espero porque me apetecía mucho -Yohei fue a sentarse al lado de su pelirrojo amigo-. Aunque he traído un poco para nosotros -dijo alargándole una cajita con un par de bolas de arroz y verduras varias.

-Estás actuando extraño. ¿Lo sabes verdad? -dijo Hanamichi mientras cogía una de las bolas de arroz que le ofrecía el otro.

-Quizá, pero… -Yohei no sabía como proseguir.

-Oye hablando de actuar extraño. ¿Kaede tampoco ha venido hoy verdad? -Preguntó Hanamichi aunque ya sabía cual era la respuesta.

-No. Debe tener algo importante entre manos si ha faltado a la escuela, pero sobretodo si ha faltado a los entrenamientos. Ese no falta ni que esté lisiado.

Hanamichi sabía cuan cierto era pues había sido él quien había tenido que persuadirlo de andar antes de hora en verano. Quizá Yohei tenía razón, quizá Kaede tenía algo muy importante que hacer y no tenía nada que ver con evitar verse con él, pero no se le ocurría el qué.

Necesitaba hablar con él cuanto antes.

-Espero que venga al entrenamiento esta tarde.

-¿Por qué? Pensé que tener una excusa para echarle era lo que ibas buscando Hanamichi. Si no viene te convertirás en el mejor del equipo.

-Si no viene seré el mejor del equipo, pero no seremos el mejor equipo -dijo con las cejas fruncidas mientras comía un poco más de arroz.

-Hanamichi…

-Oye esto está muy bueno. ¿Por qué no bajamos y felicitamos a tu novia? -Dijo Hanaichi. Y levantándose del suelo dio por zanjada esa conversación. De bajada a los jardines de la escuela, Yohei se quedó al baño y le dijo a Hanamichi que siguiera, que le atraparía en unos minutos.

Dentro del baño Yohei sacó su móvil y marcó al último número que le había llamado.

-Hola… sí, soy yo….he hablado con él…sí pero no estoy seguro…aunque puede que sí…Ya sabes como es, cuando algo es importante nunca muestra lo que piensa tan fácilmente… sí… Pero más te vale que funcione, porque sino el que te va a machacar los husos no será él, seré yo ¿entendido?…ve con cuidado.

Luego salió al pasillo y bajó al jardín a reunirse con sus amigos que ya estaban acabándose todo lo que su preciosa Naoko les había preparado. Ella le recibió con un beso en la mejilla que disimuló la pregunta a su oído:

-¿Ha funcionado?

A lo que el moreno subió los hombros como diciéndole que no estaba seguro.


Esa tarde en el entrenamiento Kaede apareció cuando el calentamiento ya había empezado. Estaba pálido y ojeroso, pero sin decir nada se metió en el vestidor y se cambió. Cuando salió el calentamiento ya había acabado, por lo que se puso a calentar por su cuenta. Luego se incorporó al entrenamiento.

Hanamichi intentó hablar con él, pero no quería hacerlo delante de todos y Kaede hacía lo imposible para evitarle. Enfado Hanamichi fue incrementado la intensidad de los ejercicios, hasta que la mitad del equipo casi no podía ni respirar y Kaede finalmente exhausto se desplomó.

Al verlo caer, el corazón de Hanamichi se paró de golpe, y en su mente se dijo: "¡O Dios!. ¿Qué he hecho?". Sabía que Kaede no estaba al cien por cien, solo hacía falta verlo para darse cuenta y aún así lo había presionado hasta el límite. Y encima el muy idiota no se había ni siquiera quejado.

Corriendo Hanamichi se le acercó, hizo retirarse a todos para dejarle aire. Poco a poco pareció que Kaede recuperaba el sentido. Detrás de él alguien le acercó una botella de agua y una toalla. Kaede intentó incorporarse pero Hanamichi no le dejó. Hizo que uno de los chicos le sostuviera los pies en alto un rato. Luego simplemente le ordenó que se quedara un poco más tumbado en el suelo, y dirigiéndose al resto del equipo dio por acabado el entrenamiento y les mandó a casa.

-Yo me encargo de él, chicos no se preocupen, es solo que no ha estado muy bien esta semana, se le pasará, váyanse y mañana les quiero aquí puntuales.

Todos le tenían demasiado miedo a su mal genio como para desobedecer, pero se morían de curiosidad para saber qué le ocurría a la estrella del equipo. En otro tiempo incluso les habría preocupado que Hanamichi intentara acabar de rematarlo, o lo dejara tirado, pero ahora ya ni les pasó por la cabeza, pues se habían hecho amigos, no?

Poco a poco Hanamichi ayudó a levantarse a Kaede y lo acompañó hasta las gradas dónde lo sentó de nuevo. No se habían dicho nada en días. Y Hanamichi no sabía como decirle todo lo que quería decirle.

-¿Te encuentras bien? -Preguntó al fin para romper el incomodo silencio.

-No mucho -respondió secamente. La verdad es que hacía años que no se sentía tan mareado-. ¿Se puede saber que pretendías?. ¿Matarme?

-¡NO! Pero… mira si no puedes aguantar un entrenamiento normal…

-¡Dios sabe que eso no era un entrenamiento normal! -Estalló Kaede a quien no le gustaba recordar su poca resistencia física.

-Bien eso da igual, de todos modos eres el único que se ha desmayado,…quiero saber porque -exigió el pelirrojo.

-He dormido poco estos días supongo. Se me pasará con llegar a casa y meterme en la cama, anda vamos -dijo intentando levantarse, pero se mareó y cayó dónde estaba.

-Sin tomar algo de azúcar primero no llegaremos muy lejos, voy por un refresco. No te muevas.

-Ni que pudiera fugarme corriendo.

Hanamichi quería preguntarle por qué no había dormido, dónde había estado, pero primero era lo primero y si no le daba algo de glucosa se volvería a desmayar. A saber cuanto hacía que no comía. Así que se fue hasta la máquina de refrescos y sacó un par de latas. La verdad es que el entreno sí había sido excesivo y hasta él se sentía cansado.

-Toma voy a por las bolsas, ya nos cambiaremos en casa -le dijo dándole un refresco.

En el vestuario recogió su bolsa y la de Rukawa, se las acomodó una en cada hombro y salió a por el moreno.

-Andando -dijo Hanamichi.

Kaede no dijo nada, siquiera opuso resistencia cuando le paso un brazo por la cintura para ayudarle a sostenerse en pie.

Llevaban a penas andadas una calle y media cuando de un bar a punto de cerrar, justo delante de ellos, vieron salir a su peor pesadilla.

Tsukihiro salía tambaleándose, con la cara sonrojada y riendo descontroladamente, hasta que los vio. Hanamichi se había quedado tan sorprendido que no reaccionó y se quedó allí plantado. ¿Había pasado más de un mes esperando encontrarse con él al doblar cualquier esquina, y ahora que por un momento había abajado la guardia, ahora aparecía?

-¡Mira! -Exclamó el hombre como si hablara con alguien-. El pequeño investigador y su amigo. Sabes Hanamichi te subestimé. Pero no volverá ocurrir. Pagarás por,… ¡no!. ¡Tu madre pagará por lo que has hecho!. ¿Como te atreviste?. Muchacho, no sabes con quien te has metido.

-Mira viejo loco no sé de… -Hanamichi intentaba decir que no sabía de qué le estaba hablando pero el hombre a pesar de estar muy bebido le arrolló un golpe en la cara que no pudo evitar pues tenía las manos ocupadas sosteniendo a Rukawa. Ambos muchachos fueron a parar al suelo, cosa que el hombre intentó aprovechar para patear al pelirrojo, pero Kaede se interpuso y las patadas fueron a dar de lleno en su estómago. Cuando Hanamichi vio lo que ocurría se levantó y le propinó un golpe a Tsukihiro que lo dejó tirado al asfalto. Luego se acercó a Kaede que otra vez había perdido el conocimiento. Muy preocupado por él, pero temiendo que su padrastro se levantara de un momento al otro, cogió a Kaede en brazos y salió lo más rápido que pudo de allí.

A medio camino de casa se detuvo en un banco para poder descansar, tumbó a Kaede y le acomodó la cabeza en su regazo. Poco a poco éste volvió en si, mientras él calmaba su agitada respiración después de esa carrera.

-¿Kaede, estás bien?

-No lo sé, me duele la barriga ¿qué ha ocurrido?

-Tsukihiro, intentó pegarme, y tú…

-Ya me acuerdo -dijo Kaede para que Hanamichi no tuviera que decir en voz alta que él lo había intentado proteger de los golpes.

-¿Podrás andar? -Dijo preocupado.

-Lo intentaré -poco a poco se pusieron de nuevo en marcha.

Tardaron un poco en llegar a casa pero no tuvieron más problemas.

Una vez en casa Hanamichi le llevó directo al baño y empezó a desnudarle.

-¿Ei, que haces? -Intentó oponerse Kaede.

-Debes darte una ducha acabamos de entrenar, y además quiero comprobar qué te ha hecho el mal nacido de Tsukihiro.

-Puedo hacerlo solo, gracias -dijo un poco sarcástico Kaede para intentar ahuyentar a Hanamichi, pero éste no se rindió.

-En otra ocasión te habría dejado ahogándote con el agua de la bañera, pero tengo que comprobar que estás bien.

-Hanamichi por favor… -pidió finalmente Kaede cuando el pelirrojo ya iba por sacarle los pantalones.

-Me da igual si te da corte, me oyes, saber si estás bien es más importante que eso, además si te dejo solo capaz te ahogas -los pantalones ya estaban fuera y Kaede rojo como la grana no pudo hacer nada más que cerrar los ojos mientras Hanamichi le bajaba los calzoncillos, lo cogía en brazos y lo metía en el agua caliente. Las manos cálidas del pelirrojo sobre su piel le erizó todo el bello de su bien formado cuerpo. Nunca en su vida se había sentido tan desnudo como ahora. Aunque una vez dentro del agua el pelirrojo solo podía verle del torso hacia arriba, tenerlo allí sosteniéndolo para que no resbalara y cuidadosamente examinando en silencio su magullado torso y espalda le tenía petrificado. Sentía una vergüenza increíble que le llenaba los ojos de lágrimas, que intentaba mantener cautivas cerrando cada vez más fuerte los ojos y apretando la mandíbula y las manos al borde de la bañera. Entonces fue cuando Hanamichi lo notó. Había estado tan preocupado por las heridas que no se había dado cuenta del estado de nervios en el que se encontraba Kaede.

-Kaede… -dijo suavemente mientras le acariciaba el rostro para intentar tranquilizarle, pero ese acto solo consiguió tensar más al moreno-. Kaede mírame… mírame -dijo un poco más enérgicamente. Mientras le levantaba suavemente el mentón.

Finalmente Kaede abrió los ojos y una lágrima traicionera corrió mejilla abajo.

-Ei, no hay nada que deba avergonzarte. ¿Me oyes? Nada -le dijo mientras secaba la segunda lágrima de la mejilla del moreno-. Kaede, mírame, soy yo, ¿vale?., no pasa nada,… -pero Kaede parecía no reaccionar-. Si tanto te incomoda me iré, pero no quiero dejarte a solas -Kaede siguió sin responder y le miraba de una manera extraña. Hanamichi no sabía que hacer. Así que sin decir nada cogió la esponja la untó con jabón y empezó a enjabonar a Kaede. La espalda y el torso con cuidado de no apretar en los morados que empezaban a mostrarse; los brazos. Luego dudó, Kaede no había hecho nada más que volver a cerrar los ojos. Al final metió la mano en el agua pero solo para acabar de limpiar la esponja. Luego con el teléfono de la ducha acabó de quitarle los restos de jabón a Kaede mientras la bañera se iba vaciando poco a poco. Cuando acabó lo envolvió con la toalla antes de levantarle y llevarlo a la habitación. Pero Kaede había empezado a llorar de nuevo. Su pecho se movía haciendo movimientos sincopados y por sus mejillas otro par de lágrimas se le escaparon.

Hanamichi no había sentido el pinchazo en el corazón que ahora sentía desde hacía mucho, y aunque no sabía por qué era así, sabía que solo lo podría aliviar haciendo desaparecer el dolor de Kaede, así que lo abrazó.

Ese gesto, por insignificante que parezca, fue mucho para el moreno que en ese momento sin saber muy bien porque lloraba empezó a llorar más todavía, tanto que hasta Hanamichi llegó a asustarse. Pero solo podía mantenerlo apretado contra su pecho, al que Kaede se amarraba cual único salvavidas en el océano de lágrimas que estaba derramando. Lloraba de vergüenza, se sentía humillado e impotente ante esa situación; Lloraba por que le dolía el cuerpo, aunque acostumbrado a ser saco de boxeo de Hanamichi los golpes del pelirrojo no se podían comparar con los de aquel hombre, ese hijo de puta lo habría matado de haber tenido la oportunidad; Lloraba del susto, de miedo, de nervios; Pero sobretodo Kaede lloraba porque le dolía el corazón, y ése era de todos el peor dolor. Estaba enamorado de Hanamichi y éste cada día estaba más lejos de él y además estaba a punto de hacer algo que sabía que iba a alejarlo de su camino para siempre, por éso su corazón se estaba rompiendo lenta y dolorosamente. En los últimos meses había llegado a albergar la esperanza que quizá el pelirrojo, quizá con el tiempo... Pero su tiempo juntos estaba a punto de acabarse, él mismo iba a ponerle fin irremediablemente. Por éso no podía reprimir más su corazón, del mismo modo que no podía soltarle, porque sabía que en cuanto lo hiciera lo perdería para siempre.

El llanto desgarrador de Kaede fue desapareciendo dejando solo espasmos al respirar y un horriblemente doloroso dolor de cabeza. Pero no se atrevía a soltarle, no se atrevía a mirarle a la cara, no después de ese lamentable espectáculo que acababa de darle.

-Kaede, mírame, por favor -pidió tan suavemente como supo Hanamichi-. No hay nada de malo en lo que ha pasado. Mi padre siempre decía que todos necesitamos un hombro en el que llorar a veces. Tú me ayudaste una vez, deja que te ayude por favor -Hanamichi no entendía qué estaba ocurriendo pero estaba seguro que era algo que para el moreno era de vital importancia, y no andaba bien.

Sin levantar la cabeza del pecho de Hanamichi Kaede dijo:

-Hanamichi, yo,… no quiero estar más solo, y no sé si lo soportaré.

-No estás solo, yo estoy aquí contigo -le dijo acariciando suavemente sus cabellos todavía mojados. Estaban sentados en el borde de la cama y al final Hanamichi se tumbó sin soltar a Kaede.

-Tranquilo no me moveré de aquí -le susurró mientras con una mano cogía la colcha y tapaba ambos cuerpos con ella.

Con el paso de los minutos la respiración de Kaede se normalizó. Se había dormido. Vencido por el cansancio, el llanto, el dolor, el miedo, y la agradable sensación de calidez que el musculoso cuerpo de Hanamichi le brindaba con ese abrazo incomprensiblemente protector. Fácilmente Hanamichi podría haberse liberado del abrazo del moreno e irse a su cama, pero no lo hizo. Se quedó un rato allí observándole dormir. Intentaba averiguar qué podía haber hecho que Kaede se perdiera entrenamientos, le quitara el sueño, le llevara a dormir a fuera de casa, y que acabara de ese modo. ¡Además le había protegido de Tsukihiro con su propio cuerpo! Pero no tuvo que preguntarse ese porqué, él ya lo sabía. Recordó la canción, lo que significaba, e inevitablemente recordó la última vez que su corazón le había dolido de ese modo: cuando supo que Miki... Cerró los ojos e intentó dormirse también, pero algo, a parte de todo lo que le rondaba la cabeza, le impedía dormirse. Hasta que se dio cuenta que con la luz encendida no podría dormirse. Así que finalmente se levantó, y aprovechando que estaba libre, se fue al baño para darse una ducha rápida y ponerse algo más cómodo para dormir. Quizá así despejaría su mente lo suficiente.

Kaede se había despertado al perder el calor del otro cuerpo, y cuando Hanamichi volvió a la habitación lo encontró hecho un ovillo, aunque no lloraba había rastros de lágrimas en sus mejillas.

-Pensé,… pensé que te habías ido a tu habitación -dijo girándose Kaede al notar que alguien se metía en la cama a su lado.

-Solo fui a ducharme. Te dije que no te preocuparas, que no me iría. ¿No?

-Sí, pero al final todo el mundo se va.

-Yo no. Los amigos de verdad son aquellos que todavía están allí cuando todo el mundo ya se ha ido Kaede.

-Ojala siguieras pensando igual por mucho tiempo -susurró el moreno más para sí que para el pelirrojo.

-¿Qué quieres decir con eso? -Le interrogó.

La habitación estaba oscura, pero aún así sabía perfectamente que, el cuerpo de Kaede estaba más cerca de lo estrictamente necesario, la cama era suficientemente ancha como para dormir ambos sin apenas tocarse. Pero podía reconocer la necesidad de compañía, comprensión y consuelo de su "amigo". No sabía como llamarlo muy bien, pues su relación no era muy buena, y aun así quería hacer cuanto pudiera para ayudarle. No le molestaba tener que arroparle, abrazarle, o susurrarle cosas agradables, si eso lo calmaba por dentro. Pero se moría de curiosidad por saber que lo había machacado de ese modo.

-¿Te importa si te lo cuento mañana? Hoy no… yo no… solo quiero dormir -dijo un poco apabullado Kaede

-De acuerdo, lo dejamos para mañana. Pero me debes una explicación.

-Lo sé -dijo compungido Kaede pensando en lo mucho que iba a perder. Nunca antes había querido tanto que el sol no volviera a salir jamás.

-Ahora duerme tranquilo, que no me moveré de aquí.