BAÚLES Y SECRETOS (II)
Volver a poner los muebles en la habitación les trajo toda la mañana y parte de la tarde siguiente. Cada dos por tres Hanamichi pedía a Kaede dejar de trabajar para ir a la buhardilla a buscar el baúl. Pero este se mostró inflexible. Primero la obligación luego la devoción le recordó.
Para cuando la habitación estaba de nuevo en orden estaban tan cansados que se quedaron los tres dormidos en la amplia cama de Kaede.
La mañana siguiente la primera en despertar fue la pequeña Aya. Había dormido entre los dos chicos. Cuando se cansó de estar allí entre ellos todavía durmiendo, empezó a moverse, tirándoles los pelos para despertarlos. Tardó un rato pero al fin consiguió la atención de Hanamichi.
-¿Qué ocurre pequeña, tienes hambre? -Le dijo él en un susurro para no despertar a Kaede.
La pequeña rió alegremente al comprobar que le hacía caso. Se estiró buscando que su hermano la levantara. El pelirrojo jugó un poco con ella antes de subirla encima de su pecho desnudo.
Una vez allí encima la pequeña se dedicó a recorrerle la cara al muchacho con sus pequeñas manitas. A él le gustaba que ella le hiciera eso y empezó a reír con su hermana.
A su lado Kaede se removió empezando a despertar por el ruido que los dos hermanos hacían. Se tumbó del otro lado buscando el calor y la cercanía de Hanamichi y siguió durmiendo.
Hanamichi lo miró embelesado y la pequeña al ver que perdía la atención de su hermano se estiró hasta caer de su pecho de nuevo entre ambos jóvenes. Pero esta vez había menos espacio entre ellos porque Kaede se había movido así que quedó muy cerca de él. En la cara del moreno la pequeña encontró una nueva diversión, se dedicó a recorrerla como antes había hecho con la de Hanamichi.
Pero a Kaede no le gustaba que lo molestaran cuando dormía y se empezó a removerse con el contacto de esas manitas, hasta que la niña le cogió un mechón de pelo y tiró de él.
-¡Ay! -Chilló él, al tiempo que se incorporaba rápidamente preparado para pegara quien le hubiera molestado.
La pequeña se asustó con el repentino movimiento y empezó a sollozar.
-¡Torpe, llévate-la de aquí! -Gritó él enfadado al darse cuenta de lo que había ocurrido.
-Ven, vamos Aya, que aquí no nos quieren -dijo el pelirrojo antes de que Kaede pudiera alcanzarles.
Cuando Kaede finalmente llegó al piso de abajo, Hanamichi ya había hecho desayunar a su hermana y tenía preparado el desayuno para los dos.
-¡Qué! -Le dijo Hanamichi al verle llegar todavía restregándose los ojos y todavía en pijama-. ¿Ya te ha pasado el mal humor?
Kaede no contestó simplemente se le acercó y le besó como hacía días que no le besaba. Kaede había soñado con el pelirrojo esa noche y sentía la urgente necesidad de recorrer su cuerpo con sus manos y su boca. Le deseaba, mucho. Desde dos noches atrás que se aguantaba las ganas. Hanamichi no pudo más que ponerse colorado ante tal arrebato de pasión. Kaede lo había desarmado por completo.
-Mmmhh... Kaedeee -murmuró Hanamichi en cuanto pudo-. ¿Por qué no vas a ducharte antes de desayunar? -Le preguntó pensando que si no se lo quitaba de encima rápidamente iba a ser violado allí mismo por el chico de zorrunos ojos.
-¿Por qué no te vienes conmigo? -Le contestó él entrecortadamente sin dejar de besarle el cuello sutilmente.
-¿Qué? -De la emoción le salió un gallo. ¿Kaede hablaba en serio?- Kaedeee…
-¡Sshhhh! -Le susurró justo antes de besarle hasta dejarlo sin aliento.
Hanamichi no pudo impedir que Kaede lo guiara hasta el piso de arriba, hasta el baño, ni tampoco es que quisiera hacerlo. Cuando cruzaron el umbral del baño los dos ya no llevaban la camiseta, lo que significaba que Kaede solo llevaba unos shorts que obviamente no podían disimular su erección y Hanamichi los tejanos y las deportivas.
Kaede había soñado con escenas parecidas muchas veces. Esa misma mañana cuando Aya lo había despertado, al volverse a dormir tuvo uno de esos sueños eróticos.
Antes hubiera corrido al baño a desfogarse o a por una ducha fría, pero ahora que tenía allí a Hanamichi no dudó en bajar a por él y así hacer realidad alguna de esas fantasías.
Pero entonces, cuando Kaede luchaba para quitarle los pantalones a Hanamichi pasó lo inevitable. El llanto de Aya se cargó el momento. Hanamichi que ni siquiera sabía como había llegado hasta el baño, se tensó de golpe como si lo hubieran pillado in fraganti, con la sensación de estar haciendo realmente algo malo, se separó de Kaede todo avergonzado. Sin decirse nada se quedaron unos instantes mirándose a los ojos y luego Hanamichi salió corriendo escaleras abajo para ver qué le ocurría a su hermana pequeña.
Kaede, que había entendido que tendría que arreglárselas solo, optó por la ducha fría.
Cuando bajó la niña seguía llorando en los brazos de un alterado y nervioso Hanamichi que estaba empezando a desesperarse.
-¡Cógela por favor! -Le dijo poniéndole la criatura en los brazos.
-Ah no, Hanamichi a mi no me metas…
-¡Como que no te meta! -Chilló el pelirrojo.
-Pues eso que no me metas, es tu hermana y…
-¡No puedo creerlo!. ¿No lo estarás diciendo en serio? -Pensando que el moreno se estaba desentendiendo por completo de la pequeña.
-Pues claro que sí. No tengo intención de convertirme en tu salvador si no sabes como hacer que se calme -le razonó él muy serio-. Ya me da miedo cogerla en brazos cuando ríe, ni sueñes que la coja cuando llora de este modo.
-Pues llora de este modo por tu culpa para que lo sepas capullo insensible.
Kaede no respondió.
-Si no me hubieras… -dijo poniéndose rojo Hanamichi-. Si no hubieras hecho que yo… Si tú no… Vaya que si no me hubieras obligado a irme, ella…
-¡Ja! Yo no te he obligado a nada.
-Claro que sí. Y la hemos dejado sola, se ha caído y se ha hecho daño, por lo que es culpa tuya que esté llorando. Así que no me vengas con que no quieres cogerla.
En toda la discusión la niña había estado en los fuertes brazos de Hanamichi mecida bruscamente debido a los nervios, obviamente sin dejar de llorar y berrear. La niña percibía el estado alterado de su hermano y por eso era incapaz de calmarse.
Era la primera vez que le pasaba, nunca antes había estado así de nervioso estando con ella así que no sabía que hacer. No entendía porque la pequeña no se calmaba. Al morir su madre se encontró que la niña lloraba a veces, pero aprendió rápidamente que si la cogía en bazos la niña callaba instantes después. Aya había sido una niña muy buena y había llorado poco, nunca de ese modo.
Entre la excitación que Kaede le había producido, el susto de haber dejado sola la niña y que se hubiera hecho daño, el llanto incontrolado de la pequeña que le estaba destrozando los nervios, más la discusión con Kaede porque él no quería saber nada de la niña, estaba histérico.
Kaede se marchó a la cocina y cerró la puerta en un intento de no oír a los hermanos. Desayunó intentando no hacer caso de los llantos de la niña y los gritos de Hanamichi para que callara. Hanamichi tenía que aprender a lidiar con su hermana pequeña, pero eso estaba empezando a salirse de control. Sin decirle nada al pelirrojo llamó a Kaho en busca de socorro. Luego volvió al salón con los hermanos. Tenía que intentar hacer algo mientras ella llegaba.
Hanamichi había dejado la niña en el sofá e intentaba hacer de todo para que callara, se calmara, riera, lo que fuera menos llorar de ese modo.
-Hanamichi, ve a desayunar, estás histérico y creo que eso no ayuda para nada.
-¡No me digas! -Gritó-. ¡No me había dado cuenta! Si no recuerdo mal eso ya te lo he dicho yo cuando has bajado. ¡Pero NO! Tú has preferido dejarme a solas con ella y desentenderte del problema. ¡Muy bien pues ahora no quiero tu ayuda! Métete tu compasión por…
-Hanamichi -le interrumpió Kaede, pero éste muy enfadado y completamente desquiciado se levantó de golpe para enfrentarle, como en los viejos tiempos, en actitud gallito delante de él mirándole directo a los ojos. Y como en los viejos tiempos Kaede reaccionó deprisa. De un golpe en la cara lo tumbó-. Ve a la cocina y espera a que llegué Kaho.
-¡.¿Kaho?.!. ¡.¿Has llamado a Kaho?.!.
-¡Hanamichi, a la cocina! -gritó Kaede en un tono que no admitía replica.
Finalmente Hanamichi obedeció.
Dio un portazo tal que la pared entera retumbó y luego de la energía que llevaba la puerta se volvió a abrir. Hanamichi enfadado y muy nervioso se sentó violentamente en la mesa de la cocina consciente que debía calmarse.
Por otro lado Kaede se acercó a la pequeña que seguía berreando todavía más fuerte en el sofá.
-¿Y tú, se puede saber qué intentas? -Le susurró arrodillándose al lado del sofá-. Ya sé que te has hecho daño pero no creo que sea para tanto. No debimos dejarte sola, pero deberías ser más comprensiva con nosotros.
La cogió en brazos y por miedo a que le cayera se sentó en el sofá.
-Oh venga Aya, ya está bien, tú hermano te quiere mucho y le estás volviendo loco con estos gritos, y a mí también. Ya sé que está nervioso y que eso no te gusta pero seguir llorando no lo va arreglar. Además estás muy fea cuando lloras -le dijo mientras le secaba las lágrimas de la cara.
En parte porqué ya llevaba más de media hora de reloj llorando y estaba cansada, en parte por el tono de voz suave y grave que Kaede había usado todo el rato, Aya empezó a bajar la intensidad de su llanto.
-Así mejor, cálmate. Sé que te gusta la música. ¿Quieres que te cante algo? A ver, ah ya sé…
Lists
I make lists
Of all the things that I need to fix
Of all the things that I'm not prepared for
Of all the many things that I dread
Lists
I make lists
Of all the things I tried for, but missed
Of all the things I gave up, but cared for
Of all the words of love left unsaid
Dream, without fear
Your indian worry doll's here
Under god's pillow so small
So that way you won't worry at all
Dream, without fear...
Lists
Very long
Of all the things that I'm doing wrong
Of all of the hysteria pending
Of all the things I'd love to forget
Lists
Very deep
Of all the time I can't seem to keep
Of all the songs that still have no ending
Of all the ways to do better yet
Dream, without fear...
Dream, without fear...
So that way you won't have to worry at all
So that way you won't have to worry at all
Mientras Kaede le cantaba esa lenta melodía la pequeña fue durmiéndose en sus brazos vencida por el cansancio y la seducción de esa voz cálida a su oído.
Al mismo tiempo Kaho llegaba a la casa por la puerta de la cocina encontrándose con un desecho Hanamichi llorando de impotencia en la cocina.
-¿Hanamichi cariño, qué ocurre? -Le dijo ella.
El pelirrojo no dijo nada solo escondió la cabeza entre los brazos y siguió llorando espasmódicamente.
-¿Hanamichi, estás bien?. ¿Está bien Aya? -Le preguntó ella asustada-. ¿Y Kaede, está bien?
Hanamichi siguió sin contestar por lo que Kaho dejó de ser sutil, le zarandeó y le exigió una explicación.
-Soy un inútil Kaho, ella se ha caído y ha empezado a llorar y llorar y no callaba, me estaba volviendo loco y Kaede no quería ayudarme. No sabía qué más hacer, lo he intentado todo y nada ha servido. No sirvo para esto, ella no debería estar conmigo yo no puedo cuidar de ella…
-Hanamichi cálmate, lo que dices no tiene sentido.
-Sí lo tiene, ella debería estar con alguien más capaz, alguien como Kaede, que con solo cinco minutos ha logrado que se calme. Yo en cambio he pasado media hora con ella y solo he conseguido que chillase más…
-Ella no se ha calmado contigo porque estás muy nervioso. ¡Mírate! Estas hecho un flan, te va a dar algo, si te hubieras calmado habrías podido tranquilizarla. ¿Pero como vas a conseguir que se calme la pequeña si tú estás todavía más nervioso?
Entonces llegó Kaede. Había dejado a la pequeña durmiendo en el cochecito tranquilamente. Hizo una pequeña inclinación con la cabeza para saludar a Kaho, luego directamente se dirigió a los fogones. Puso agua a calentar y preparó una infusión para todos. A Hanamichi se la sirvió junto con una pastilla.
-¿Qué es esto? -Dijo el pelirrojo ya repuesto de su llanto.
-Una infusión de poleo-menta.
-No, idiota esto ya lo sé, no ves que huele mucho, digo la pastilla.
-Una pastilla de valeriana y melisa.
-Te ayudará a calmarte -le explicó Kaho. Hanamichi se la tragó sin replicar-. ¿Qué ha ocurrido? -Volvió a preguntar Kaho.
-¡Nada!- saltó el pelirrojo.
-Como que nada, tú no te pones así por nada Hanamichi y Kaede no me hubiera llamado de no pensar que era importante. ¿Qué pasó?
-Ya te lo dije, la niña se cayó y se puso a llorar, no pasó nada -insistió Hanamichi.
-¿Entonces por qué estás tan nervioso?. Tu hermana ha llorado antes, ¿qué fue distinto esa vez?
-La niña estaba sola cuando se ha hecho daño. Nosotros estábamos en el piso de arriba y ella en el salón. Cuando subimos no pensamos en que ella se quedaba sola y Hanamichi se asustó cuando de repente la oyó llorar -explicó Kaede bebiendo lentamente su taza de poleo-menta.
-¡Chicos, no podéis olvidaros de ella tan fácilmente! -Les recriminó ella.
-Lo sé, pero… -Hanamichi calló pues no quería admitir delante de ella las razones por las que habían subido arriba dejando la pequeña sola.
-¿Ocurrió algo más verdad? Por eso estabas tan nervioso Hanamichi.
-Es que cuando Aya empezó a llorar nosotros estábamos, bueno ya me entiendes -dijo Kaede medio escondiéndose detrás de la taza.
-¡Oh! -Dijo ella entendiendo el estado de excitación del pelirrojo-. Bueno eso explica porqué os olvidasteis de ella tan fácilmente y porqué estabas tan nervioso -Kaho hizo una pausa antes de continuar hablándoles-. Si estuvierais solos sería distinto, pero teniendo a la pequeña os recomiendo que controléis vuestras hormonas y releguéis vuestra actividad sexual a la noche o como mínimo a momentos que ella no precise de vuestra atención -dijo sonriendo por debajo la nariz al ver el intenso sonrojo de ambos muchachos-. Yo entiendo que queráis estar juntos y me parece muy bien, pero tenéis unas obligaciones con la pequeña. Chicos es normal que os pasen estas cosas, sois muy jóvenes, estáis llenos de energía, os gustáis, tenéis las hormonas alborotadas y hacía mucho que no podías relajaros y ser felices. No pongáis esas caras no es nada malo tener relaciones, es una parte importante de tener pareja, no tenéis de qué avergonzaros.
-No es eso, solo que nosotros no…
-Ya déjalo Torpe tampoco tienes que contarle lo que hemos hecho y lo que no.
-No, no tenéis que contarme nada Kaede, pero no iría mal que hablarais un poco más entre vosotros. Los dos tenéis un carácter muy fuerte y ya os ha pasado antes que por culpa de no hablar claro os habéis separado. Sé lo mucho que os queréis, pero pronto eso no será suficiente. Ahora que la niña duerme y no me necesitáis, os dejo a solas, hablad de lo que ha ocurrido. ¿De acuerdo?
Hanamichi hizo que sí con la cabeza, Kaede no se movió y Kaho se marchó por la puerta de la cocina.
Una vez solos de nuevo ninguno de los dos sabía qué decir. Finalmente Kaede habló:
-¿Te encuentras mejor?
-Sí -Hanamichi no dijo nada durante unos instantes y luego no pudo callar todo lo que sentía-. Dios Kaede, casi lo hecho todo a perder. Cuando has entrado en la cocina y me has besado de ese modo, yo… Dios, has… Y he perdido el mundo de vista…. Y todavía no sé como hemos llegado arriba. Y cuando la he oído llorar de repente ha sido muy… Me he asustado. Primero he pensado que ella podía estar herida o algo, pero cuando he visto que no le pasaba nada grave… Me he enfadado con ella. ¿Entiendes lo que eso significa?. ¡Me he enfadado porque nos ha interrumpido!. Dios es mi hermana pequeña, ella no… Y entonces ha empezado a llorar más y más y más y yo no podía hacer que se callara y tu no querías ayudarme y…
-Hanamichi cálmate, ya ha pasado.
-¿Pero y si vuelve a pasar?. ¿Además, por qué yo no he podido calmarla y tu sí?
-Eres odiosamente competitivo. ¿Lo sabes?
-¿Es que acaso tú no estabas tan excitado como yo, o me vas a decir que no te ha cabreado que nos interrumpiera?
-¡Claro que me ha cabreado! Pero al contrario que tú yo sé dominar mis nervios.
-¡Olvidé que eres el rey de hielo!
-No me hables en ese tono Hanamichi, no lo merezco.
-No claro. Tampoco yo merecía tu ayuda cuando te la he pedido, no?
-No. Mereces aprender a manejar a tu hermana tú solo.
-¿Claro que cargue el otro con los problemas no? Cuando la niña ríe es una ricura y dulce y… Pero cuando es un problema, entonces…
-¡NO! Hanamichi. ¿Es no lo ves? Tienes la oportunidad única de tener una persona que depende por completo de ti. Que su vida depende de lo que hagas y digas. Mereces la oportunidad de fortalecer al máximo ese vínculo sin que nadie se interponga.
Hanamichi se quedó unos instantes meditando lo que Kaede le había dicho.
-Es cierto que quizá todavía no me he hecho a al idea de que ella también va a formar parte de nosotros y que no me considero lo bastante mayor para asumir esa responsabilidad, pero no puedes acusarme de rechazarla o de no haber intentado acostumbrarme a ella. ¿Por lo menos dame tiempo no?
-Kaede, basta -el moreno tenía razón-. Ya déjalo. No eres tú el que peor se ha portado. Soy yo que debo aprender a ser más responsable y…
-Ya Hanamichi, olvídalo -tampoco era cuestión de hacer una escenita, ya habían echo bastante el ridículo por un día.
-¿Somos un par de idiotas, verdad? -Susurró Hanamichi con una media sonrisa triste pasado un rato.
-Ah no, tú eres un idiota, yo solo necesito tiempo para acostumbrarme a esto.
-Eso te lo vas a tragar -le chilló Hanamichi, pero esta vez era distinto, volvían a discutir como siempre, la tensión había pasado.
Entre gritos de tonto, idiota, apestoso y torpe, empezaron una carrera por la cocina, que siguió por el pasadizo, el piso superior, hasta la habitación, dónde finalmente Hanamichi atrapó a Kaede con un placaje, o el moreno se dejó atrapar. Dieron varias vueltas revolcándose por la cama revuelta. Hanamichi había descubierto que Kaede tenía muchas cosquillas así que lo torturó hasta oírle reír. La suya era una risa muy clara. La había usado tan poco que Hanamichi casi hubiera podido decir que era incapaz de identificarla si no fuera que la primera vez que la oyó se le quedó gravada a fuego en el corazón. Cuando Kaede ya no podía más, Hanamichi lo aplastó completamente debajo de su cuerpo y al oído le susurró.
-Lo siento.
-Hana déjalo ya -dijo Kaede intentando recuperar el ritmo de respiración, pero sin lograrlo, porqué Hanamichi lo estaba aplastando.
-No. Perdóname no debí llamarte insensible, no lo mereces, aunque a veces lo parezcas, no lo eres, para nada.
Kaede se sorprendió mucho con esas palabras. No esperaba una disculpa de Hanamichi, estaba acostumbrado a no hacer ni caso de los insultos que le decía, aunque tenía que reconocer que algunos de ellos le dolían profundamente pues le hacían dudar de si realmente el pelirrojo le consideraba una persona insensible.
-Hanamichi… gracias -murmuró todavía aplastado por el peso del pelirrojo.
-No hay de qué zorrito, te quiero, no quiero que lo olvides, nunca.
La piel de Kaede se erizó, su corazón se aceleró y sin poder evitarlo se le pusieron los ojos vidriosos.
-Yo también te quiero Hanamichi.
Hanamichi no contestó inmediatamente. Primero salió de encima de Kaede y se tumbó a su lado, quedando él boca arriba y Kaede sin moverse de cómo estaba, bocabajo. Le tomó la mano y dijo:
-Lo sé -mientras entrelazaba los dedos con los suyos.
Luego simplemente volvieron a quedarse callados. Respirando la paz que había en esa habitación después de la tormenta vivida en el piso de abajo. Cogidos de la mano y mirándose a los ojos tiernamente.
-Deberíamos levantarnos -dijo por fin Hanamichi.
-Deberíamos -susurró Kaede sin moverse.
Todavía tardaron media hora en levantarse.
Finalmente esa tarde después de comer, entre los dos bajaron el segundo baúl y todas las cajas acumulaban polvo en el desván a su lado. Ya puestos bajaron también los objetos de Hanamichi confinados allí por Kaede.
-Kaede -dijo respirando dificultosamente Hanamichi, debido al calor y al esfuerzo de trajinar el pesado baúl-. He estado pensando y quizá podríamos quedarnos ya aquí. La casa de mis padres está más cerca de la playa, pero aquí estaremos más cómodos.
-¿Más cómodos? -Preguntó Kaede dejando en el suelo una de las cajas de cartón.
-Para empezar la cama es más grande. La mía ya sabes como es y acabamos durmiendo uno encima del otro.
-¿Te molesta? -Dijo Kaede pasando a su lado y aprovechando para achucharlo contra la pared.
-No, no me molesta, cuando no dormimos, pero no es bueno para mi espalda dormir así.
-¿Prefieres dormir más ampliamente y andar más, es eso? -Volviendo hacia la buhardilla para bajar más cajas.
-¡NO!.¡Sí! bien sí pero no solo eso. ¿Oye y ahora que te pasa? Yo creía que preferías pasar de quedarte en mi casa. ¿A que viene este cambio de actitud? -Alzó la voz para que le oyera.
-Eso digo yo -gritó Kaede des de arriba.
-Solo digo que si medio arreglar la habitación de Aya ya nos ha llevado... ¿qué, tres cuatro días? Si ahora nos instalamos para el verano allí, luego tendremos que volver a hacerlo aquí, y eso sin contar en que tendremos que arreglarla antes de poder alquilarla.
-¿Por qué tengo la ligera impresión que todo eso ya me suena?- comentó Kaede bajando de la buhardilla con otra caja, refiriéndose a que él ya le había comentado esos inconvenientes de pasar el verano en casa de sus padres en vez de en su propia casa.
-¿Oye, no puedes hacer el favor de parar un momento para hablar conmigo?. ¿O tendré que irte persiguiendo por toda la casa?
-Mira Hanamichi -le dijo dejando la caja que tenía en las manos-. Sabes que yo prefiero que nos quedemos, si has cambiado de opinión, pues mejor para mi. ¿Para que armas tanto alboroto?
-Yo no armo alboroto, solo pensé que eso era algo que debíamos decidir entre los dos.
-Muy bien, decidido entonces. Ahora a trabajar holgazán.
-¿Como que holgazán? Pero si te he ayudado a bajar el baúl, además sabes que no puedo hacer muchos esfuerzos, el médico dijo que debía cuidarme la espalda y…
-Eso fue hace tres años y acababas de salir de una lesión.
-Pero podría lastimarme… -siguió insistiendo Hanamichi que no quería bajar y subir más veces del desván.
-Yo, voy a lastimarte como no empieces a mover el culo. Y si no quieres volver a la casa de tus padres para el resto del verano deberíamos ir y arreglarla.
-¿Ahora?
-Nooooo, el año que viene si te parece.
-¿Por qué eres tan malo conmigo? Estoy cansado, quiero descansar tranquilamente, relajarme, pasar un rato sin hacer nada. Mañana empiezo a trabajar, podrías ser un poco más considerado conmigo zorro.
-No he sido malo contigo todavía, así que no me tientes.
-¿Qué quieres decir con eso?. ¿Me estás amenazando zorro maquinador? Porque no puedes conmigo, lo sabes, y si te metes conmigo vas a acabar mal…
Hanamichi siguió con su habitual sarta de idioteces, pero ayudó a Kaede a bajar el resto de cosas.
Kaede tenía un líquido para tratar la madera, lo había comprado cuando recuperó su baúl, así que mientras Hanamichi daba un puré de frutas a la pequeña para merendar, él empezó a limpiar el segundo baúl.
-Los gravados son como los de mi baúl, pero son distintos. Son los mismos animales pero en posiciones distintas. Es extraño.
-¿Por qué? -Dijo Hanamichi poniendo la niña en el suelo rodeada de cojines y almohadas y sentándose en el suelo al lado de Kaede.
-Por nada, solo que nunca imaginé que los dos baúles fueran tan iguales. No se porqué pensé que el otro sería, no sé, más femenino quizá, con flores y esas cosas.
-¿Has mirado en las cajas qué había? -Preguntó Hanamichi después de un rato de observar como meticulosamente Kaede limpiaba el baúl.
-Todavía no, no he tenido tiempo.
-¿Te molesta si hecho un vistazo?
-No, solo que no lo desordenes -le dijo Kaede muy concentrado con lo que estaba haciendo.
-Tranquilo, solo tengo curiosidad. Quizá en ellas haya algo que nos diga de quien fue la casa, o porqué dejó todo esto aquí.
La primera caja que Hanamichi abrió resultó ser ropa. Había un par de quimonos masculinos antiguos envueltos en papel de seda y paños. Aunque parecía antiguos, eran hermosos y elegantes y parecían estar en buen estado. Ante la maravillada mirada de Kaede, Hanamichi los abrió delicadamente.
-Este parece de tu talla -comentó Kaede.
-¿Tú crees? Sí, quizá sí.
La pieza de tela que sostenía era de un color tierra muy anaranjado era la parte inferior, la pieza superior era de un tono más claro y tenía unos bonitos dibujos de dragones finamente bordados y pintados a mano paisajes de montañas.
-Es bonito.
-Abre el otro.
-Es hermoso -dijo Hanamichi mirando la tela azul a rayas. En la cama había la otra parte, de un azul oscuro muy bonito-. No sé de quién era, pero debía tener mucho dinero, este kimono es muy elegante Kaede. No puedo entender como pudieron dejarlo olvidado. ¿Por que algo así no lo dejas adrede, verdad?
Kaede no contestó, él entendía a quien quiera que dejase esas cajas allí. Hay veces que lo único que puedes hacer para seguir adelante es dejar atrás cosa que valoras mucho. Él mismo había enterrado en ese mismo desván las cosas de Hanamichi.
-Kaede, pruébate-lo, parece de tu talla.
-¿Qué?- dijo Kaede que por un momento había dejado de escuchar a Hanamichi pensando en quien habría sufrido tanto por esos quimonos como para dejarlos atrás.
-Quiero verte, venga, estoy seguro que es de tu talla.
-No puedo probármelo, no es mío.
-Claro que lo es. Para empezar estaban en nuestra buhardilla y además al lado de un baúl que sabes que hizo tu abuelo. Quien tiene más derecho que tú a heredar este kimono tan espectacular.
-¿Has pensado que quizá era de mi abuelo?
-Razón de más para quedártelo. Venga no seas tímido, seguro que te queda genial.
-Está bien, pero tú debes probarte el otro.
-¡Ah no! -Exclamó el pelirrojo.
-¿Cómo?
-No puedo ponerme un kimono como ése -dijo señalando el kimono naranja que restaba en la cama.
-Pero qué tiene de malo, si es muy bonito y elegante -dijo Kaede, que no entendía por qué se negaba.
-Es que…
-¿Hanamichi que ocurre? -Dijo suavemente Kaede acercándose a él. Había percibido un cambio en la mirada del pelirrojo. De repente sus ojos avellana, siempre tan llenos de vida, que irradiaban sinceridad y felicidad se habían opacado por algo.
-Se lo prometí a mamá.
-¿El qué?
-Verás a mi nunca me gustó vestir kimono, son incómodos y los únicos que he tenido no eran muy bonitos así que siempre odié vestirlos. Cuando mamá ya estaba… bueno, a punto de irse, empezó a darme indicaciones para su entierro y todo eso. Entre las cosa que había me pidió llevar un kimono viejo de papá. Pero le dije que no quería hacerlo. Cuando le conté el porqué ella sonrió y me dijo que me entendía y que si lo prefería me vistiera de modo occidental. Me dijo que nunca más me tendría que poner un kimono, solo, y me hizo prometerlo que lo haría, para mi boda.
-Hanamichi… -Kaede se había colocado a su lado y ahora le abrazaba tiernamente intentando reconfortarle. Sabía cuan doloroso era perder a los padres, y lo difícil que era hablar de ellos y de los recuerdos.
-No me puse kimono para su entierro, no puedo ponerme uno ahora…es como si le hubiera prometido que el siguiente kimono que vestiría sería el de mi boda. No me parece bien ponerme otro antes de eso.
-Está bien, en ese caso los volveremos a guardar hasta el día de nuestra boda.
-¿Nuestra boda?
-¡Claro!. ¿O es que piensas que voy a dejar que te cases con otro?
-No. ¿Pero no crees que todavía es muy pronto para decir estas cosas?
-Solo digo lo que pienso. Hace años que me gustas Hanamichi. Por fin vamos a vivir juntos. ¿Por qué no pensar en que cuando se acabe la universidad nos casaremos?
-Porque el matrimonio es una cosa muy seria Kaede y es para toda la vida -dijo medio preocupado Hanamichi.
-Eso ya lo sé. ¿Crees que te hablaría de una cosa así sin saber de lo que hablo?
-¿Entonces, tanto así me amas?
-Tanto más Hanamichi.
Hanamichi se ruborizó y Kaede le besó dulcemente.
-Y ahora volvamos a guardarlos para el día que te conviertas en mío oficialmente.
Con mucho cuidado envolvieron los kimonos de nuevo con los papeles de seda y retales de tela antes de ponerlos en la caja. Caja que guardaron en el fondo del armario.
La siguiente caja estaba llena de libros, carpetas con papeles…
-Puede que haya algo entre todo esto…
-Puede que sí -dijo Kaede volviendo al baúl.
A media tarde, cuando el sol ya no picaba tanto, hicieron una pausa en la investigación para ir a casa de los padres de Hanamichi a por la cuna de la niña. Si querían quedarse allí por lo que quedaba de verano, necesitaban la cuna cuanto antes. La pobre criatura no podía seguir durmiendo en el suelo rodeada de cojines.
Una llamada a Yohei y media hora más tarde los tres, estaban en la casa de los padres de Hanamichi con el coche del padre de Yohei a su disposición para el traslado. Lo primero que hicieron fue desmontar la cuna de la niña y recoger en bolsas y mochilas todas las cosas de la pequeña. Solo con eso ya llenaron el coche hasta los topes. Hicieron el primer viaje.
-Kaede, me gustaría coger unas cuantas cosas para mí. Yohei me lleva. ¿Te puedo dejar con Aya, o prefieres que me la lleve?
-No hace falta, déjala aquí, ya se ha cansado demasiado llevándola toda la tarde con esa mochila con la que la llevas.
-No seas así, esa mochila ya está pensada para trasportar bebés, y en todo caso soy yo el que se ha cansado. Esta niña cada día pesa más, pronto ni su ropa no le va a caber.
-Ve tranquilo, yo la cuido.
-¿De verdad?
-Claro ¿a partir de mañana tendré que cuidarla cuando estés trabajando no?
-No, yo pensaba llevármela.
-¿A la playa?. ¿Todo el día? Ni lo sueñes. Si quieres unas horas bueno, pero todo el día no puede ser bueno para ella.
-Después hablamos de eso, es que Yohei me está esperando en el coche.
-¿A sí? -Dijo Kaede rodeándolo con los brazos-. Pues que espere un poco más -susurró mientras le besaba golosamente.
-Kaede ¿Qué es esto? -Gritó des de la habitación Hanamichi, haciendo que Kaede dejara la cuna de Aya a medio montar en la antigua habitación del Torpe, para ir a ver qué quería.
-¿El qué? -Dijo un poco cansado que Hanamichi le hiciera ir cada vez que encontraba algo curioso en esa vieja carpeta.
Ya habían cenado y la cuna de la niña estaba todavía por montar. Pero Hanamichi no parecía estar muy interesado en ella, solo le importaban esos viejos documentos encontrados en el desván.
-¿Qué demonios...? -Susurró Kaede al leer una nota escrita a mano en un viejo pergamino:
Alguien me dijo una vez que por muy crudo que sea un invierno, por mucho hielo que haya, y aunque parezca que nunca tenga que acabar, al final todo pasa. Inevitablemente, un día llega la primavera y el hielo siempre acaba fundiéndose.
Toya, tú fuiste mi primavera.
Para siempre tuyo.
K.R.
-¿Kaede como se llamaba tu abuelo?
-Kaede, Kaede Rukawa.
-Entonces, posiblemente la escribiera él, mira las iniciales.
-Pero… va dirigida a un chico… -susurró Kaede leyendo la nota por tercera vez.
-Yo tampoco pensé que su amor fuera imposible por eso, cuando me hablaste de un amor imposible pensé que se habría enamorado de una chica más rica que él o que ya estaba casada, algo así, pero no de otro hombre.
-No puedo creerlo.
-No sé por qué te parece tan extraño, al fin y al cabo a ti también te gustan los hombres Kaede.
-No, a mi no me gustan los hombres -dijo muy seguro de si mismo Kaede, pero viendo la cara de confusión de Hanamichi añadió- solo tú.
-¿Me estás diciendo que de no estar yo estarías con una chica? -Hanamichi no podía creerlo.
-No lo sé, quizá no, pero quizá sí. ¿Por qué no?
-Joder Kaede yo pensé que tú…
-¿Que yo qué?
-¡Que eras gay!
-¿Qué importa eso?
-No se, pero… ¡agghh! -Gritó Hanamichi con las manos en la cabeza-. Me confundes.
-¿Te confundo? Pero si no he hecho nada.
-¿Me dices que no eres gay y dices que no pasa nada?
-¿Tú eres gay Hanamichi?. ¿Cuantas veces te fijaste en una chica y deseaste que fuera TU chica?
-Pero yo…
-No me vengas con cojonadas, porqué cuando yo te conocí babeabas por la hermana esa del capitán Akagi.
-Ya pero en realidad ellas nunca…
-¿Me vas a decir que nunca te atrajeron sexualmente? Porque no me lo voy a tragar.
-Ai no sé Kaede.
-¿Qué importa si es chico o chica? lo importante es la persona y no si tienes un rabo entre las piernas o no.
-¿Joder Kaede, si piensas así porque te extraña tanto que tu abuelo le escribiera notas amorosas a otro hombre?
-¡Porque era mi abuelo!. ¡El padre de mi madre!
Hanamichi tardó un poco en computar la información.
-Espera un momento. ¿Si era el padre de tu madre como puede ser que tú te llames como él?. ¿Si el nombre de la familia Rukawa era el de la familia de tu madre, por qué no llevas el nombre de la familia de tu padre?
-Por el testamento -dijo resignado Kaede consciente que iba a tener que explicárselo-. Cuando mi abuelo murió dejó dicho que todos sus descendientes deberían llamarse Rukawa.
-Espera un momento. ¿Tu madre no era hija única?
-Sí.
-¿Entonces como esperaba tu abuelo que sus nietos llevaran su apellido?
-El marido debería cambiarse el nombre pero no su hija. De no ser así mi abuelo no daba el consentimiento para que ella se casara con nadie.
-¿Así sin más?
-Papá amaba a mamá lo suficiente como para renunciar a su nombre por ella y se lo cambió. Dejó de ser un Nitto para ser un Rukawa. Mis abuelos paternos nunca lo entendieron y le desheredaron, por eso no tengo contacto con nadie de la familia de mi padre, ellos nunca quisieron siquiera saber si yo existía.
-¿Pero tu madre podría no haber hecho caso del testamento no?
-Legalmente no podían casarse si no era con el nombre de Rukawa y además mamá siempre consideró una prueba al amor de papá eso de haber tenido que cambiarse el nombre.
-Joder con el abuelo. Cada vez estoy más intrigado en saber qué ocurrió, y qué contienen los baúles.
-Pues tendremos que seguir mañana, es tardísimo y todavía tenemos que acabar de montar la cuna para tu hermana.
-¡Aya! Es verdad, venga que te ayudo y así acabaremos antes.
Tardaron por lo menos media hora en tener el mueble de nuevo montado y listo para usar. Cuando pusieron la pequeña a dormir ya hacía mucho que dormía plácidamente.
Hanamichi se quedó un rato en el umbral de la puerta observando como la pequeña dormía plácidamente. Hasta que unas manos osadas le rodearon la cintura hasta colarse por debajo la camiseta y colocarse en su vientre.
-¿Piensas venir a nuestra cama o no?
-Hombre si me lo pides de este modo -susurró dejándose arrastrar hasta su habitación.
-Da igual si el resto del mundo tienen o no tienen rabos Hanamichi, a mi me gustas tú… con tu rabo… y tus músculos… y tus grandes manos -le susurró Kaede tumbando al pelirrojo bocarriba en la cama y luego tumbándose encima de él.
-Así que te gustan mis manos.
Kaede lo calló con un beso. Y entre más besos y caricias cada vez más osadas le despojó de toda su ropa, a la vez que él le quitaba la suya.
Finalmente piel a piel. Kaede le dio un lametazo a la mano derecha de Hanamichi antes de dirigirla directamente a su sexo. Dónde Hanamichi no se anduvo con rodeos.
-Aaa… adoooro… tus manoooos -gimió Kaede a medida que Hanamichi aumentaba la velocidad de las caricias. Hanamichi se sentía terriblemente poderoso agarrando a Kaede por su pene, consciente que en esos instantes podía hacer de él lo que quisiera. Le gustaba esa sensación de poder.
Kaede no tardó en eyacular entre los vientres de ambos. Cayendo rendido encima de Hanamichi. Éste aprovechó para susurrarle una petición al oído que consiguió que los ojos de Kaede se abrieran como platos.
-Kaede, podrías… -Kaede entendió perfectamente a que se refería Hanamichi-. Tengo curiosidad, quiero saber que se siente ¿Lo harás?
-Sí es lo que quieres, lo haré. ¿Pero estás seguro? No quiero lastimarte, yo nunca…
-Tranquilo Kaede, será solo un dedo, no más. No puedes hacerme daño con un solo dedo.
-Ok. Tus deseos son órdenes -dijo melosamente.
-¿De verdad? -Dijo entusiasmado Hanamichi, demasiado entusiasmado.
-Era una forma de hablar -le cortó Kaede antes de besarle apasionadamente para evitar que de su boca salieran un sinfín de idioteces. A la vez fue acariciando el cuerpo atlético de Hanamichi bajando lentamente hasta su erección.
Palpitaba de deseo, le acarició suavemente haciéndole sufrir un poco. Luego le hizo separar las piernas para tener acceso a su ano. Y todo él fue bajando a base de besos hacía la zona prohibida. Antes de tocarle se untó el dedo con su propia simiente y levantó la vista en busca de una última afirmación.
Entonces empezó a tantear la zona del ano, dando círculos con un dedo, mientras con la otra mano le acariciaba los testículos. Hasta que decidió meter el dedo en el agujero. Al mismo instante, por si era doloroso, se introdujo el pene de Hanamichi de lleno en la boca. Un solo dedo, tan untado, con o que lo fino que era y con lo que lo deseaba Hanamichi… no le dolió la intrusión, aunque sí que la sensación era extraña. Pero sumamente gratificante si la sumabas a la potente succión de la boca de Kaede en su miembro.
-¡Hhhhhhh! -Exhaló fuertemente por el placer.
Inmediatamente Kaede retiró el dedo y levantó la cabeza preocupado.
-¿Estás bien?
-¡NO!. ¡Sí claro que sí, no pares ahora! -le reclamó.
-¿Así que te gustó? -Sonrió pícaro Kaede.
-Vuelve todo dónde estaba, por favor -le suplicó el pelirrojo.
Kaede volvió a hacer lo mismo. Introducir su dedo a la vez que su boca rodeaba a Hanamichi. Otra gran exhalación salió del pelirrojo:
-¡Hhhhhhh!- pero esta vez Kaede no se retiró, es más siguió succionando ayudándose con la mano libre.
Hanamichi no tardó nada en empezar a arquearse y retorcerse fruto del placer. El dedo de Kaede jugaba traviesamente en su trasero haciendo amagos de salir y luego entrando hasta dónde podía, haciendo círculos dentro de él, rozando todas y cada una de las paredes de ese estrecho y cálido conducto. Por un momento Kaede rozó algo allí a dentro que hizo dar un fuerte espasmo a Hanamichi.
Todo ese juego había excitado también a Kaede, que aprovechó para cambiar de posición a otra que le permitiera a Hanamichi el acceso a su miembro.
-Aaahhh -suspiró cuando Hanamichi que estaba todavía un poco sobrepasado lo agarró del sexo.
Tras dejar que Hanamichi se recuperara un poco, bajando el ritmo de la boca, empezó a acelerar, más y más, arriba y abajo el masaje en su miembro. Hanamichi estaba haciendo otro tanto con él, notaba que no tardaría en venirse de nuevo, entonces buscó de nuevo ese punto dentro de Hanamichi. Lo tocó instantes antes que Hanamichi se viniera en su boca en una serié de espasmódicos movimientos acompañados de jadeos guturales.
-Ah ah ah ah… Kaede -susurró cuando su cuerpo por fin se relajó de nuevo.
-Veo que te gustó -susurró el moreno lamiéndose los lábios sensualmente.
Hanamichi todavía con el miembro palpitante de Kaede en sus manos, sonrió y siguió dándole arriba y abajo, cuando vio salir el presemen de Kaede se acercó y le dio un lametón, eso excitó tanto al moreno que instantes después tenía el segundo orgasmo de la noche.
-Hanamichiii -gimió mientras su cuerpo expulsaba a ráfagas ese líquido blanco y viscoso.
Antes de que Kaede se moviera Hanamichi le dio un suave beso en el pene, ahora flácido. Kaede a su vez se lo agradeció con caricias en sus testículos mientras iba subiendo hasta tenderse a la altura de Hanamichi.
-¿Ha sido lo que esperabas?
-No puedo explicártelo, tendrás que probarlo.
-Quizá sí, pero no ahora. Tengo sueño -le murmuró acomodándose en su pecho y durmiéndose en menos de medio minuto.
Hanamichi alcanzó una de las camisetas que se habían sacado y la usó para limpiar los restos de semen de su cuerpo y del de Kaede que ya dormía tranquilamente abrazado a él. Sonrió al verle y lanzó la camiseta sucia al suelo.
Luego se tapó y también se durmió.
Grissina: la canción que Kaede le canta a Aya era Worry Dolls, de Noa, del Album "Noa Now" Grabado en septiembre de 2002. Universal Records. Producido por Gil Dor y Yoad Nevo. Por una vez que no se me olvida ponerlo! XD
Después de un maratoniano capítulo...
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