DE COMPRAS CON KAHO

Finalmente había llegado el día de empezar a trabajar. Hanamichi se levantó temprano, dejando a Kaede holgazaneando en la cama. Se duchó y vistió, preparó el desayuno de los tres, levantó a su hermana, la vistió, obligó a Kaede a abrir los ojos, le dio el desayuno a la pequeña y finalmente cuando Kaede estuvo por fin despierto desayunaron juntos.

-Kaede, tenemos que hablar.

-¿Hn? -Dijo con la taza de café en las manos, evitando bostezar.

-Aya. Quiero llevármela a la playa.

-No, ya te dije que yo me ocuparía -dijo bostezando finalmente.

-Pero tampoco es justo que yo vaya a pasármelo bien y te deje a ti con ella, no eres mi canguro, no quiero.

-¿Pero Hanamichi, qué harás con ella allí?

-¿Y tú, que harás todo el día solo con ella?

-No lo sé, ya pensaré en algo. Mira, ve tranquilo, yo me quedo con ella por la mañana y por la tarde después de comer vendremos a ver como te va, como mínimo así no le dará el sol más fuerte.

-¿Estás seguro?. ¿Qué vas hacer toda la mañana con ella? No sé Kaede yo…

-¿Quieres hacer el favor de ser un poco racional? No puedes llevarte la niña al trabajo. No es que me muera de ganas de hacer de canguro ya lo sabes, pero en algún momento tendremos que empezar a conocernos esta criatura y yo.

-Pero ya habrá tiempo para eso.

-Mira que eres tozudo. Vete ya y deja de dar la lata.

-Muy bien pero si tienes cualquier duda llama a Kaho o ven a buscarme enseguida, ok?

-Haz el favor de irte ya -le dijo Kaede empujándolo por la puerta.

Finalmente Hanamichi se había marchado y Kaede estaba solo con la pequeña.

-¿Qué Aya, qué te apetece hacer hoy conmigo? -Le dijo mientras acababa de poner los platos en el lavavajillas.

Pero entonces llamaron al timbre. Era el pelirrojo.

-¡Hanamichi qué haces aqu…! -Pero no pudo decir más porque le hizo callar con un beso.

-Me he dejado dos cosas, el cartel que preparamos para colgar en el chiringuito de Sayuri para alquilar la casa y decirle adiós a Aya -dijo mientras entraba corriendo a la cocina, cogía el papel, besaba a su hermana y volvía a la puerta dónde Kaede todavía estaba un poco sorprendido-. Vendré a comer, pero no sé a que hora -le soltó saliendo corriendo por la puerta.

Ya estaba a punto de cerrarla cuando algo se lo impidió.

-Hanam… -otro beso.

-¡Hasta luego! -Ahora sí que se marchó.

Cerró la puerta y volvió con la pequeña con una sonrisa en la cara.

-Tu hermano está loco -le dijo a la pequeña-. Quizá por eso le amo tanto -susurró mientras cogía la niña en brazos.


Hanamichi llegó a la playa que Sayuri ya había abierto. Era temprano todavía, y casi no había nadie. Así que aprovecharon para hacer un cursillo rápido de funcionamiento del lugar, la máquina de cafés, la de granizados, el congelador con los helados, la caja registradora, el menú de bocadillos y por último la coctelera.

Hanamichi era un alumno muy entregado, aunque un poco torpe, por lo que Sayuri tuvo que tener paciencia con él. Hacia media mañana Sayuri hizo comer a Hanamichi. Le preparó un bocadillo y se lo sirvió con un refresco, ella comió también con él.

-A partir de ahora es cuando la playa empieza a llenarse, vamos a tener trabajo y no tendrás un minuto de descanso así que luego me agradecerás haber comido algo ahora.

-Tú eres la experta -dijo él que siempre estaba dispuesto a dar cuenta aun buen bocadillo.

Ciertamente a partir del mediodía empezaron a llegar, sobretodo grupos de chicas y chicos jóvenes. Antes los únicos que se acercaban a comprar eran ellos, pues venían a comprar bebidas o helados para ellas. Pero ese día Sayuri notó como la presencia de Hanamichi daba sus frutos pues prácticamente todos los grupos de chicas habrían pasado por el chiringuito antes de cerrar.


Por su lado Kaede decidió salir con la niña. Llamó a Kaho y le propuso salir de compras. Hacía mucho que no se compraba nada de ropa y como ya le había dicho Hanamichi la pequeña también andaba mal de ropa.

Kaho aceptó encantada. Pasó a buscarles por casa una hora después de que Hanamichi se marchara. Antes de irse, por si Hanamichi llegaba a comer antes que ellos dejó una nota en la nevera:

"Me he llevado a tu chica de compras,
hay comida pre-cocinada en el congelador.
KR"

En el centro comercial, volvieron a la tienda dónde un año antes Kaede se había comprado el pantalón de cuero. Quería algo nuevo ese año y esa tienda era ideal para el estilo que buscaba.

Mientras Kaede estaba en el probador la misma dependienta del año anterior, que lógicamente no había podido olvidar al chico, reconoció a Kaho como la misma mujer que ya lo había acompañado entonces y le comentó:

-En fin, esos pantalones dieron su fruto por lo que veo -dijo mordazmente llena de envidia mirando el cochecito dónde Aya jugaba con un sonajero.

En un primer momento Kaho no supo qué contestarle. ¿Hacía falta sacar a esa chica desagradable de su error contándole que Kaede y ella nada de nada, que ni él ni ella eran los padres de la niña, es mas que en realidad a estos ni les conocía y que la pequeña era la hermana pequeña del novio de Kaede? No.

-Sí -y sonrió al ver la cara verde de envidia de la chica cuando vio salir a Kaede son su nuevo modelito-. Kaede cariño, eso es perfecto -dijo muy melosa Kaho.

Más tarde mientras buscaban ropa deportiva tres tiendas más abajo él le preguntó, de qué iba ese comentario. Ella le contó lo ocurrido entre risas pero a Kaede no le hizo ni pizca de gracia. Estuvo con el ceño fruncido todo el rato.

Antes de empezar a comprar ropa para la niña Kaede pensó que sería bueno cambiarla. Muy resuelto se dirigió a los servicios. Kaho no le dijo nada, sabía que estaba mosqueado, en parte supuso que era normal. En esta sociedad ser diferente no es fácil.

-¿Se puede saber a dónde va? -Le dijo un hombre a Kaede impidiéndole entrar en el servicio. Kaede al levantar la cabeza para mirara a la cara del energúmeno que le había detenido se dio cuenta que era un guardia de seguridad.

-Al baño -respondió fría y secamente.

-Ya muchacho pero te equivocas de puerta.

-¿Por qué? -Dijo con un tono de superioridad que al hombre no le gustó para nada.

-Mira muchacho, no te hagas el listillo, no puedes entrar en los servicios de señoras, lo sabes de sobra o sea que lárgate de aquí o tendré que echarte.

-Pues pongan dónde cambiar a los bebés en los baños de hombres y no tendré que entrar en el de mujeres.

En ese momento el hombre se dio cuenta que lo que el muchacho empujaba no era un carro de la compra, sino un cochecito.

Kaho se lo miraba todo desde lejos. No quiso intervenir, Kaede le hubiera reprochado que no le dejara defenderse solo. Pero aún así cuando el moreno por fin consiguió entrar en el servicio de señoras, dudó en si entrar tras él, decidió esperar un par de minutos antes de seguirlo.

-Me cago en la mar -decía desesperado Kaede mientras intentaba abrir la cosa esa de la pared que teóricamente servia para poder cambiar a los bebés. Pero llevaba intentándolo minuto y medio y parecía que se necesitaba un máster en ingeniería o algo así para poder abrirlo.

Las mujeres que había en el baño ya le habían mirado mal al verle entrar, ahora le miraban esperando que les pidiera ayuda, pero él nunca lo haría así que cada vez la situación era un poco más tensa.

-Debería habérselo pensado antes de dejar a la madre embarazada. Tan jóvenes y… si es que este país cada vez va peor… -murmuraba una mujer mayor que esperaba con una chaqueta en la mano, seguramente a que alguien saliera del servicio.

-¡Abuela! -La reprendió una muchacha de apenas 15 años que salía en ese momento del baño y le cogía la chaquea que le sujetaba para ponérsela.

-Ves lo que hacen los chicos, los problemas que llevan… -seguía diciendo la mujer.

-Abuela basta me estás avergonzando -suplicó la chica entre dientes.

-No hagas callar de ese modo a tu abuela pequeña, muestra un poco de educación y respeto -la reprendió una tercera mujer que se retocaba el maquillaje delante el espejo-. Además lo que ha dicho es cierto, las jovencitas como tú tienen que cuidarse de no acabar como éste.

-¡Oiga! -Intentó intervenir Kaede que no entendía como esas mujeres podían estar especulando de ese modo sobre él, como si no estuviera delante oyéndolo todo. Pero no pudo decir nada, porque la abuela le hizo callar.

-Y tú no rechistes jovencito, tú te buscaste este problema. Muestra un poco de decoro, cuando has entrado ya no te he dicho nada porque venías con la pequeña, pero eso no te da derecho a decir nada, así que acaba rápido y sal sin molestar que es lo que debes hacer.

Kaede estaba demasiado sorprendido de lo que estaba ocurriendo allí adentro para poder pensar en algo que contestar. La mujer del maquillaje salió mirándole por encima del hombro, siguiéndola y con la misma actitud despectiva lo hizo la abuela. Por último la pequeña muchacha salió diciendo con los labios que lo sentía y roja como la gana.

Justo cuando Kho iba a entrar fue casi atropellada por una muchacha que entraba corriendo a los servicios, vaya urgencia pensó. Pero no había ninguna urgencia, al entrar la chica, sin mediar palabra había ido directo a Kaede, le hizo una reverencia y entonces sin más dificultad, en un par de movimientos, abrió el cambiador, luego salió corriendo de nuevo.

-¿Se puede saber que fue eso? -Dijo divertida Kaho que no entendía la actitud de la niña. Kaede que todavía no salía de su asombro solo pudo reír.

-No lo sé -dijo mientras ponía la niña en la mesa para cambiarla por fin abierta.

Sin decir nada más Kaede empezó a desabrochar la ropita de la niña. Estaba nervioso, había visto como Hanamichi lo hacía durante toda la semana, pero era la primera vez que lo hacía. Una vez los pantalones fuera, miró por un momento los pañales. Antes de sacarlos juzgó mejor sacar uno limpio, las toallitas, el talco y demás cosas de la bolsa.

Kaho le miraba expectante, a ver hasta dónde le sorprendería hoy el moreno. De momento iba bien, hasta que le tocó retirar el pañal sucio.

¿No era bastante tortura no saber como hacérselo para que, mientras la cambiaba, la niña no se le cayera de esa minúscula superficie, que encima todas las mujeres del baño tenían que estar mirándole?

Con mas asco que otra cosa retiró el pañal sucio y lo dejó a un lado. No sabía muy bien como "plegarlo" para tirarlo, pero ya se preocuparía de ello luego. Lo primero que Hanamichi hacía era…, dios debería haberle pedido que le contara como coño hacer eso. Bueno sin nervios Kaede, se dijo. Limpiar era una opción lógica. Sacó las toallitas y empezó a limpiar lo que pudo. Santo dios qué vergüenza. ¿Debía limpiarla más, o ya estaba bastante limpia? No lo sabía.

Kaho le miraba, se lo tomaría muy mal si le intentaba ayudar, parecía hacerlo muy seguro, pero le temblaban las manos. No estaba tan seguro como quería aparentar.

Hanamichi luego le ponía talco, no? Por qué no puso más atención. Bueno le pondría talco, mal no podía hacerle.

Mecago en quien inventó los potes estos de…

¡Puff!

Todo el talco había ido a parar el suelo dejando una nube blanca a su alrededor. La niña y él mismo empezaron a toser.

-¿Kaede estas bien? -Dijo Kaho sin atreverse a decir mucho más.

-Sí -contestó entre toses y con la niña en brazos que también tosía y estornudaba.

Cuando el talco se dispersó su ropa y la de la niña habían quedado blancas. Al igual que su pelo. "Vaya desastre. Suerte que ahora vamos a por ropa para ti pequeña". La tumbó en la tabla para acabar de vestirla.

Tras tres intentos consiguió colocar bien el pañal y ya luego todo fue "fácil", solo tenía que vestirla de nuevo sin que se le cayera. Es que la pequeña no paraba de moverse, reía como una loca cuando intentaba sujetarla por la cintura y no se dejaba girar. ¿Cómo puede ser que me esté ganando esta mocosa de siete meses?

Al salir del baño, el guardia de seguridad le miró mal por haber tardado tanto, pero Kaede pasó como si no le hubiera visto. Suerte que se alejaron rápido porque cuando el agente vio como había quedado el baño tras pasar el muchacho casi le coge un paro cardíaco.

-Creo que no te dejarán volver a entrar en esos baños públicos- comentó Kaho riendo por debajo la nariz cuando en la lejanía oyeron gritos de desesperación.

Para cuando fue la hora de comer estaban tan cansados que se sentaron en un pequeño restaurante de comida tradicional y pasaron allí más de tres horas. Después de comer, la pequeña se durmió en el cochecito y Kaho y Kaede lo aprovecharon para conversar.

-Siento lo de ayer -se disculpó Kaede.

-Yo no,… me gusta saber que confiáis en mí. Pero tenéis que empezara a hablar entre vosotros. No puedes dejar que esas estúpidas discusiones os separen.

-No lo harán.

-Sabes, cuando me contaste hace un año que estabas enamorado de él y que por eso hiciste lo que hiciste, conseguiste que me sintiera fatal. Haberte obligado a vivir meses a su lado sin poder decirle nada. Tuvo que ser muy duro.

-No. En realidad estaba tan seguro que él no me amaría nunca que solo estar a su lado ya me bastaba. Lo peor fue cundo se fue. Y eso no fue culpa tuya.

-Pero cuando el otro día me dijisteis que estabais juntos, me alegré mucho. Aún no entiendo muy bien como lograste que se declarara pero me alegro por vosotros.

-La verdad es que yo no hice nada. Ya le oíste el otro día…

-¿Lo sabías eso que dijo de que antes de irse él ya te había descubierto?

-No -Kaede siempre tan parco de palabras pensó la chica.

-¿Y te contó como fue eso? -insistió.

-Una tarde se dedicó a revolver mis cosas y encontró la letra de una canción. Eso le hizo sospechar. Luego supongo que no pudo evitar notarlo.

-¿Puedo hacerte una pregunta un poco personal?

-Claro.

-No me malinterpretes, pero se me hace difícil, cómo dos chicos con un carácter tan fuerte como el vuestro, tan competitivos, y sobretodo Hanamichi que es tan… No lo digo solo porqué seáis dos chicos, que ya de por si puede ser algo difícil, sino por ser precisamente vosotros, no sé, por lo que sé erais algo así como rivales en todo. ¿Como aceptasteis que os gustaba el otro?. ¿Cuando te diste cuenta que él te atraía?

Kaede se sonrojó un poco pero contestó a la pregunta. Jugando con el baso entre sus manos mientras hablaba.

-Esa es una buena pregunta. Desde el primer momento me odió porqué la chica que le gustaba estaba colgada por mi. No era difícil de ver que él era prácticamente el único que conseguía sacarme de mis casillas. Él era todavía más ruidoso y patán que ahora. Pero yo disfrutaba de sus payasadas. Cuando llegaba a casa, bien, más de una vez no pude evitar pensar que sería estupendo que nos hiciéramos amigos y que de vez en cuanto viniera para romper ese silencio en el que yo vivía.

»Entre nosotros, en la cancha, nació una especie de extraña química. Luego se lesionó.

»Los entrenamientos sin él se convirtieron en una tortura, constantemente pensaba en que él estaba en una cama del hospital sin poder moverse, y eso me machacaba.

Incluso una vez dos chicos del equipo tuvieron que casi atarme para que no fuera a buscar al que le lesionó para molerle a golpes, recordó Rukawa.

-Por suerte Hanamichi volvió a las canchas. Pero entonces, en ese segundo año ocurrió algo que me…, fue solo…, -no era fácil admitirlo pero lo hizo igual-. Al volver a verle empecé a soñar con él. No fue fácil aceptar que me atraía de ese modo. Hasta entonces pensaba que solo era amistad, pero esos sueños no se tienen con los amigos. Supongo que a partir de ahí fui consciente de ello.

-Vaya -dijo Kaho consiente que a Kaede no le era fácil hablar, pero era bueno para él empezar a hacerlo-. ¿Y Hanamichi lo aceptó tan tranquilamente?

-En realidad no lo sé. Aunque no lo parezca a él le cuesta todavía más que a mí hablar de lo que siente. Además yo no fui el primer chico en quien él se fijó.

-¿No? -Preguntó muy sorprendida Kaho.

-Me confesó que ya había estado enamorado de un chico -Kaede bajó la mirada al recordar como Hanamichi hablaba cuando se lo contó. Antes que Kaho le formulara la pregunta obvia, respondió-. Fue en el hospital, otro paciente de nuestra edad consiguió lo que yo no pude -dijo tristemente.

-Pero no seas así, ahora Hana está contigo.

-Sí, pero si ese chico no hubiera muerto quizá no sería así -dijo apurando el último sorbo del baso.

-Kaede, no puedes pensar así. Si dudas de su amor no vais a durar mucho.

-No dudo de su amor. Sus ojos son demasiado transparentes -murmuró-. Pero quien sabe si habría aceptado nunca que le pueden atraer los hombres sin haber conocido a Miki y, a la vez, no puedo evitar pensar que si él todavía estuviera aquí Hanamichi tampoco se habría fijado nunca en mí.

-Por esta regla de tres si yo no me hubiera atrevido a poneros a vivir juntos él no te habría conocido lo suficiente como para enamorarse de ti. O si su madre no se hubiera vuelto a casar, o si los ingenieros del metro no hubieran calculado mal, o si el boquete hubiera sido unos metros más allá y tú todavía conservaras tu casa, o si…

-Está bien, ya lo he entendido -dijo enfadado.

-Es normal que tengas miedo de perderle, pero debes confiar en él.

-… -Kaede no contestó pues sabía que ella tenía razón.

Ambos callaron un momento y entonces fue Kaede quien le preguntó:

-¿Te has enamorado nunca Kaho?

-Sí -dijo con un suspiro.

Cuéntame, decía esa mirada.

-No hay mucho que contar, él era alguien de quien no debí enamorarme jamás y ahora sufro cada día por mi error.

-¿Hace mucho que ocurrió?

-Sí, yo tenía diecisiete años y él veintiuno.

-¿Sigues viéndole?

-Ahora cada día. Por eso pensé que para ti debió ser difícil vivir con Hanamichi.

-¿Se lo has dicho?

-¡Nooo!

-¿Por qué?

-Por que él nunca… nos conocemos hace mucho y sabe demasiado de mí.

-Eso no es una excusa.

-Hace años estuve a punto de hacerlo, pero no pude y en vez de eso lo eché de mi lado -había dolor en su voz-. Y él se fue -definitivamente eso todavía le dolía pensó Kaede-. Ahora, hace nada, ha vuelto de imprevisto y no sé que hacer.

-No puede ser que ya hayas renunciado a él.

-¿Kaede, me dirás que durante todo el curso tú no pensaste que ya todo se había acabado?

-Sí, pero nunca dejé de luchar por él, hice lo que creía que tenía que hacer y al final mira, no todo estaba perdido.

-No lo sé Kaede, es todo muy complicado.

-¿Más aún que la primera vez que te enamoras sea de alguien de tu mismo sexo, que además es un compañero de equipo, en realidad el que más te odia porque la chica que le gusta está colgada de ti?

-No, la verdad es que tú me superas pero…

-No seas cobarde, no puedes perder nada con intentarlo.

Siguieron hablando un rato más, ella le contó la historia entera y finalmente dejaron el restaurante y Kaho acompañó al moreno y la pequeña a casa.

-Gracias por escucharme Kaede.

-Hace un año cuando nos conocimos dijiste que querías que fuésemos amigos.

-Lo sé. Y me alegro que me tomaras en serio. Sois mucho más que un expediente en mi mesa para mi Kaede.

-Lo sé. Tú también eres algo más que una visita al mes.

-¿Pensarás en lo que te he dicho?

-¿...?

-Lo de hablar más con él.

-Sé que quizá no lo parece, pero hablamos Kaho. Incluso a mí me sorprende pero nos comunicamos, no debes preocuparte.

-Pero no lo suficiente.

-A veces hablar no es el único modo de decir algo.

-Ya pero…, bueno es vuestra vida y ya sois mayorcitos supongo. Pero no puedo evitarlo, en esta sociedad os juzgarán enseguida y… mira lo que ha pasado esta mañana, esa chica de la tienda estaba convencida que Aya era nuestra hija.

-Ya bueno esa chica era un poco corta…

-No Kaede, ese no es el problema, el problema es que todos juzgamos las cosas por lo que vemos, nunca nos paramos a pensar en lo que no sabemos…

-No lo hubiera pensado si tú no te hubieras puesto a hacer comentarios en tono meloso. ¿Se puede saber que intentabas?

-Hacerle envidia claro está.

-Pero…

-No te enfades. ¿Qué querías que hiciera, explicarle la verdad? Además su cara no tenía perdida…

-¡Eres peor que el Torpe!

-Jajajaja -rió la chica.

Kaede no dijo nada. Ella tenía razón, no era tan descabellada la idea de la dependienta y no habría habido forma de sacarla de su error tampoco, así que ¿qué mal había hecho Kaho con su comedia? Además ahora como mínimo reía de nuevo, desde la hora de comer que en su mirada había una gran tristeza.

Cuando Kaho pudo parar de reír le dio un beso en la mejilla al moreno y finalmente se despidió.

-Gracias por un día magnifico Kaede. Dale un beso a Hanamichi de mi parte.

-Lo haré.

Kaede se sorprendió de no encontrar platos sucios en la cocina. Abrió el congelador y comprobó que Hanamichi no había comido en casa.


-¡Ei, mira quien ha llegado por fin! -Gritó Hanamichi dejando la bandeja bacía en la barra y saliendo hacia Kaede y Aya-. Siento mucho no haber venido Kaede, pero se nos acumuló el trabajo y…

-No pasa nada lo supuse. Además he comido con Kaho.

-¿Kaho?. ¿Cómo está?. ¿No estará enfadada todavía verdad?

-No. Está triste.

-No debiste llamarla ayer, ahora sufre por nosotros y… ¡Voy a llamarla! -Hanamichi hizo el intento de volver corriendo al chiringuito, pero Kaede le detuvo.

-No sufre por nosotros. Está enamorada.

-¿Pero eso es bueno no?

-Es una situación complicada.

-Pobre, luego la llamaré. ¿Y a vosotros como os ha ido el día juntos?. ¿Se ha portado bien mi princesa?

-Sí, creo que la he cansado. Hemos ido de compras y…

-¿Habéis ido de compras sin mí? -Chilló Hanamichi. Con todo eso ya habían llegado de nuevo al chiringuito así que todos pudieron oír su grito.

-Hanamichi por favor -le regañó Kaede por el espectáculo que estaba dando.

-Pero no es justo yo también quería ir -empezó a decir en voz infantil.

-Hanamichi vasta. Necesitaba ropa y ella también así que Kaho nos ha acompañado.

-¿Oye, ella todavía controla tu dinero? -Preguntó Hanamichi.

-¡Claro que no! Pero me apetecía charlar con ella -se sentaron en una mesa y Sauri se acercó a saludar.

-Hola, buenas tardes Rukawa. ¿Queréis algo? -Les preguntó ella.

-Deja Sayuri ya le sirvo yo, tú acaba con lo que hacías, sino no vamos a cerrar nunca y debes estar cansada -dijo el pelirrojo levantándose.

-No quiero nada -dijo Kaede-. Solo acaba ya y vayamos a casa.

La última clienta se marchó y en cinco minutos Sayuri y Hanamichi lo tenían todo recogido.

-Oye, Hanamichi mañana no hace falta que vengas tan temprano, a esa hora ya has visto que no hay mucho trabajo. Con que vengas un poco antes del medio día es suficiente.

-¿Estás segura, no me importa venir temprano.

-Prefiero que vengas más tarde y que como hoy te quedes a comer aquí. La gente viene a churruscarse en las horas de más sol. Ya ves que a la que cae la tarde o por la mañana hay poca gente.

-Muy bien, pues nos vemos mañana al medio día.

-Hanamichi espera te dejas esto -le dijo alargándole un sobre con su parte de la caja del día.

-Gracias -dijo él sonriendo y se marchó dónde Kaede y Aya le esperaban.


-Enséñame lo que habéis comprado -le dijo Hanamichi tumbado en la cama mirando como Kaede se desnudaba para ponerse el pijama.

-¿Ahora? -Dijo cansado Kaede.

-Sí. Es lo mínimo que puedes hacer después de haber ido a divertirte sin mí.

-¿Claro como tú lo has pasado tan mal en la playa verdad?

-Venga Kaede qué te cuesta, solo quiero saber qué te has comprado.

-Está bien, pero a cambio…

-¿Intentas sobornarme, zorro malintencionado?

-No. Mañana quiero que empecemos a entrenar de nuevo. En serio.

-¿Estás dispuesto a levantarte temprano para ir a hacer ejercicio?

-Idiota -dijo con su tono habitual.

-Capullo -le siguió el juego Hanamichi.

-Imbécil.

-Creído.

Mira quien habla, pensó Kaede.

-Fantasma -le lanzó.

-Engreído.

-Patán -Hanamichi abrió la boca pero no se quejó, solo le replicó:

-Endeble.

-Torpe -dijo medio sonriendo Kaede, muy seguro de sí mismo.

-Antisocial.

-Escandaloso.

-Lento -aunque ambos sabían que no era para nada cierto. Kaede sabía que iba a ganar la batalla.

-Irascible.

-Controlador.

-Vicioso -Kaede consiguió que Hanamichi se pusiera colorado al recordar las escenas de la noche anterior.

-…

Ante la imposibilidad de Hanamichi de encontrar un insulto que superase el anterior, Kaede se puso a reír. Por lo que Hanamichi se sintió ofendido y se metió en la cama huyendo de él.

-No te enfades Hanamichi. Eres muy mal perdedor.

-Déjame en paz zorro -dijo desde debajo las sábanas Hanamichi.

-Así no quieres ver lo que me he comprado, con lo bien que me sienta… -dijo entrando en el vestidor.

-Y quien te ha dicho que te sient… -Hanamichi quedó sin palabras cuando le vio.

Llevaba una camiseta de deporte, muy ancha de color verde, sin mangas, con un tirante cayéndole sensualmente dejando su hombro al descubierto. No llevaba pantalones y Hanamichi supuso que solo llevaba ropa interior. Kaede dio una vuelta sobre si mismo exhibiéndose y con total premeditación se levantó la camiseta para que Hanamichi pudiera ver los ajustados slips negros que llevaba.

-Estos también son nuevos -comentó.

-¿No te habrás dejado ver así en la tienda? -Preguntó Hanamichi muy consciente del atractivo sexual de Kaede vestido, o más bien desvestido de ese modo.

Kaede no le contestó a la pregunta.

-Hay más -dijo entrando de nuevo al vestidor.

Salió esta vez sin camiseta, con unos pantalones deportivos a juego con la camiseta anterior ajustados a su cadera, dejando ver la tira de otros calzoncillos distintos, pero también negros. Se paseó un poco luciendo su firme estomago y marcados pectorales y luego se desprendió de los pantalones sensualmente para mostrarle la ropa interior y sus largas piernas.

-Eres un…

Pero no terminó la frase. Kaede volvió otra vez al vestidor. Esta vez salió vestido por completo, con unos pantalones de un color blanco roto, de algodón, con un cayente perfecto, resaltando su delgadez, su culo, y la largada de sus piernas. A juego una camisa azul oscuro a medio abrochar dejando entrever su blanca piel y su ombligo.

-¿Te gusta? -Preguntó sensualmente Kaede acercándose a la cama dónde Hanamichi lo miraba embelesado.

-Eres un…

-¿Un qué?

-Nada -dijo tragando dificultosamente.

Kaede no siguió preguntando, simplemente empujó al pelirrojo para que se tumbara de nuevo y luego se tumbó encima de él, al tiempo que se apoderaba de su boca.

Cuando se separaron Kaede le dijo:

-Me lo he comprado para los festivales de Agosto.

-¿Los festivales de Agosto?

-Sí. El año pasado no fuimos y pensé que quizá te apetecería ir.

-Hace años que no voy a ningún festival de verano.

-¿Por qué? -Preguntó Kaede saliendo de encima de Hanamichi y acomodándose a su lado para poder hablar con más comodidad.

-No me apetecía -contestó lánguidamente Hanamichi.

-¿No te gustan?

-Sí, no es eso, es solo que… -pero dudaba.

-No es necesario que me lo cuentes -le dijo Kaede la ver su cara.

-Nunca tuve con quien ir.

-¿Cómo? -No podía creer que fuera por eso. Era difícil de imaginar que precisamente él que era el más juerguista de los dos y que siempre andaba rodeado de gente le dijera eso-. ¿Pero y Yohei y los del Gundam?

Hanamichi negó con la cabeza.

-Es difícil de explicar.

-Está bien -dijo Kaede aceptando que Hanamichi no quisiera hablar del tema, no iba a presionarle por ello-. ¿Pero este año querrás venir conmigo?

-Claro, por qué no -dijo Hanamichi para alivio del moreno-. ¿Pero no deberías haberte comprado un Kimono en vez de este atuendo de play-boy descarado?

-Así que el modelito de te gustó -se insinuó Kaede eludiendo la pregunta.

-No intentes liarme y contesta a mi pregunta zorro manipulador -dijo Hanamichi apartándose del moreno consciente que si se quedaba allí sería seducido en el siguiente movimiento quedándose sin saber la respuesta a su pregunta.

-No quiero llevar kimono.

-¿Kaede a ti te gusta vestir kimono?

-¿Qué quieres decir?

-Que si te gusta todo eso de ir con kimono y que todos lo lleven en los festivales y que si te parecen elegantes y…

-Sí.

-¿Entonces por qué no te pones un kimono?

-No tengo.

-Pero en vez de haberte comprado esto podrías haberte comprado un kimono.

-No Hanamichi.

-¿Como que no?

-Un kimono me hubiera costado mucho más que este estúpido traje y no puedo permitírmelo.

-Pero no es verdad, hay kimonos por el precio de este traje.

-Sí claro, esos poco elegantes que tanto odiaste de crío. ¿Recuerdas? No, Hanamichi, la gracia de vestir kimono es ir el máximo elegante posible. Si nunca te ha gustado vestir kimonos es porque nunca tuviste la suerte de vestir uno de verdad. Un kimono es algo más que un traje y si no puedo comprarme uno como es debido no pienso ir con un harapo que simule ser un kimono.

-Pues coges el de tu abuelo.

Kaede negó con la cabeza.

-¿Por qué?

-Ese es para la boda. ¿Recuerdas?

-Está bien, haz lo que quieras -desistió Hanamichi al final.

Kaede no dijo nada más, volvió al vestidor se quitó el traje, se puso el pijama y volvió a la cama. Hanamichi ya estaba entre las sábanas intentando dormir. Kaede se tumbó a su lado y fue arrimándose a él hasta que consiguió que Hanamichi le pasara un brazo por encima abrazándolo. Se acurrucó en su pecho y se durmió.


Grissina: Otro pedacito de ese día a día.

Va por todas/os las/os que me habeis animado a seguir, con o sin lemons de por medio.

gracias