CONSECUENCIAS
-¡Ya!. ¡Para! -Jadeó lleno de cansancio.
-¡Pero si apenas llevamos media hora!
-Ayer fuimos al hospital ¿recuerdas? -Dijo Hanamichi doblándose por la mitad.
Le dolía el costado dónde un feo moratón se extendía unos buenos diez centímetros encima de sus costillas. No era el único, por todo el torso tenía golpes, y también por las piernas algún rasguño de cuando cayó al suelo. Lo peor era su labio. Se le había hinchado y le dificultaba a la hora de hablar. Haber estado besándose con Kaede durante la noche anterior no había ayudado mucho. Pero no se arrepentía para nada.
Kaede no dijo nada más. Si el pelirrojo decía que no podía más, era cierto. No es que fuera precisamente un chico quejica.
Recordaba como, la noche anterior, ante el espejo había tenido que sujetarlo con su brazo para que no cayera. Decía que no había sido nada, pero ocho contra uno era muy injusto, incluso para él. Si no hubiera visto por el espejo su cara de placer, en el momento en que notó que le fallaban las piernas habría parado de estimularle, pero el pelirrojo lo estaba disfrutando como nunca, y cuando sus ojos se encontraron en el espejo ya no pudo parar hasta que consiguió que Hanamichi se viniera. Lo hizo caer rendido a sus pies, literalmente.
Estaba contento, era feliz, por fin. Su Hanamichi le amaba, y era genial estar con él, vivir con él, jugar con él de ese modo, tanto de día en la cancha como por las noches en la cama. Aunque en solo una semana de estar juntos habían peleado más que nunca, pero las reconciliaciones habían sido magnificas. Quizá Hanamichi tenía razón la noche anterior cuando dijo que deberían intentar pelear menos. ¿Pero no se aburrirían sin eso? Le daba miedo que Hanamichi se aburriera con él.
-Kaede, vuelve a la tierra -le dijo Hanamichi des del lado del cochecito de Aya. Kaede se había quedado en medio de la pista absorto en sus pensamientos con la pelota en la mano.
-Vayamos a casa, te prepararé algo de comer y te tomas un analgésico -dijo Kaede distraídamente cogiendo él el cochecito de la pequeña para que Hanamichi no tuviera que ir empujándola, ya le costaba suficiente mover su propio peso.
-¿Estás seguro que quieres ir a la playa? -Preguntó con fastidio.
-Sí. ¿Además no dijiste ayer que no me dejarías quedar en casa?
-Ayer no sabía que no podrías aguantar el entrenamiento.
-Estoy bien, en el chiringuito no tengo que hacer grandes esfuerzos. No me cansaré demasiado.
-Bueno si insistes -dijo resignadamente-. Pero espera un minuto a que me cambie.
-¿Para qué?
-¿No querrás que vaya a la playa así? -dijo señalando el viejo chándal de estar por casa que llevaba puesto.
-No quiero que vengas.
-Me da igual. Si no quieres quedarte en casa iré contigo. Además no dijiste anteayer que querías tener más horas a Aya contigo, pues hoy vamos a pasar el día los tres juntos.
-Kaede -le dijo cogiéndole por el brazo para que no subiera escaleras arriba-. Estoy bien.
-Me da igual Hanamichi. ¿Es que no lo entiendes? No pienso dejarte ir solo. Si no te gusta te jodes.
-Pero…
-Necesito venir.
La clave de todo era ese "necesito". Una cálida sensación de opresión en el pecho embargó a Hanamichi, que solo pudo acercarse a Kaede para darle un suave beso y abrazarle.
-Kaede, me amas demasiado y me da miedo.
-Lo sé -le susurró de vuelta estrechándole entre sus brazos.
Llegaron a la playa a medio día. En uno de los tenderetes de primera línea de mar compraron un pequeño bañador para Aya, y crema solar de alta protección. Aunque Kaede no quería salir de debajo la seguridad de la sombra del chiringuito, hombre precavido vale por dos y su piel era demasiado blanca como para exponerse a quedar como una gamba. Eso para no hablar del temor de Hanamichi a que el sol dañara a Aya. Pobre criatura la había untado de tal modo que ahora más que una niña parecía una muñeca de porcelana.
Pero cual fue su sorpresa al llegar y encontrar el Chiringuito vacío, bueno casi vacío. Y digo casi porque había cuatro clientes discutiendo acaloradamente con Sayuri.
-¡Ei! -Gritó Hanamichi-. ¿Sayuri, qué ocurre?
-Hanamichi gracias al cielo que has venido. Estos chicos están espantando a todos los clientes -dijo ella casi a punto de echarse a llorar.
-¿Chicos qué significa esto? -Dijo muy enfadado Hanamichi.
-No vamos a dejar que esos hijos de su madre vengan aquí a por ti otra vez -dijo Takamiya enérgicamente.
-¡Pedazo de animal!. ¿Pero qué dices? -Dijo Hanamichi enfadadísimo.
-Ellos te emboscaron ayer, ocho contra uno es de cobardes, hemos venido a decírselo.
-¡Hanamichi espera! -Dijo Kaede antes que Hanamichi se echara al cuello de sus amigos.
-Kaede apártate, estos paletos necesitan que les recuerde q… -replicó intentando apartar a Kaede del medio.
-Hanamichi cálmate un momento. Ellos solo estaban preocupados por ti, pero ahora dejarán que los clientes se acerquen y le pedirán perdón a Sayuri. ¿Verdad chicos? -Dijo Kaede reteniendo a Hanamichi detrás de él por la camiseta para que no aporreara a sus amigos.
-¿Hanamichi qué es esto de ocho contra uno? -Preguntó entonces la chica preocupada.
-Nada Sayuri, no te preocupes.
-¡Cómo que no me preocupe!. ¿Qué ocurrió?
-Nada -insistió el pelirrojo fastidiado.
-Unos tipos, celosos del éxito de Hana con sus chicas, le esperaron a unas calles de aquí.
-¡Santo cielo!. ¿Estás bien Hanamichi?
-Sí -dijo enfadado-. ¿Podemos dejar el tema?
-¿Pero por qué has venido hoy?
-Es cierto. ¡Deberías haberte quedado en casa a descansar!
-¡Queréis parar ya de una vez! No soy una muñeca de porcelana que se pueda romper en cualquier momento. ¡Como tengo que decíroslo! -Gritó exasperado Hanamichi.
-Pero esos… -intentó decir Okus a pesar de la señal de Kaede para que no hablara más.
-¡Esos nada! No necesito que me ayudéis. Soy mayorcito…
-P…
-¡Callaos! No quiero oír una palabra más. ¿Está claro? Es cierto, ayer unos gilipollas cobardes me atacaron en la calle. ¿Pero desde cuando necesito que nadie me defienda?. ¿Es que dudáis que ellos recibieran lo que se merecían?. ¿Quien os da derecho a…?. ¡Dios! Siento mucho todo esto Sayuri. Ellos se irán de inmediato.
-Pero Hanam…
-¡De inmediato he dicho!. ¡Y Kaede suéltame de una puta vez! -Dijo dando un manotazo a Kaede.
La reacción del moreno fue rápida. Se giró y casi sin esfuerzo inmovilizó a Hanamichi retorciéndole los brazos.
-Hanamichi no estás en condiciones de pelear, así que no me provoques, me oyes -el tono de Kaede era frío como hacía tiempo que no lo oía. Un escalofrío les recorrió a todos la espalda-. Te has pasado de la raya y lo sabes.
-P… -Hanamichi intentó decir algo pero Kaede apretó más haciéndole daño.
-No me obligues a hacerte daño. Por favor -le suplicó. Hanamichi dejó de forcejear-. Ahora vete al agua. Refréscate. Cuando estés más calmado vuelve.
Kaede le soltó y muy alterado Hanamichi se marchó sin decir nada. La gente que, por estar cerca del chiringuito, había oído todo se apartó al ver venir el pelirrojo sacando fuego.
-¿Y a vosotros qué coño os pasa? -Les riñó Kaede enfadado-. Parece que no le conozcáis. Marchaos. Ya se siente bastante mal por haberos gritado. Mañana os llamará pidiendo perdón, pero por hoy dejadle en paz.
-No tienes derecho…
-Takamiya, calla. Kaede tiene razón -intervino Yohei-. Dile que no se angustie por nosotros. Sabrás como hacerle entender que solo queríamos ayudar.
-Iros. Y la próxima vez piensa antes de actuar, sé que te hirvió la sangre Yohei. ¡Joder a mí también!. Pero con esa actitud no le haces ningún bien tío.
-Lo sé.
-Bastante mal se siente por lo que pasó como para que crea que ha perdido ese don de mando sobre vosotros, o peor que ha perdido vuestro respeto.
-Sí, tienes razón Kaede, pero tampoco esperaba que viniera hoy, creí que le retendrías en casa. Ayer no estaba muy bien.
-Bueno, es fuerte, y ya le conoces…
-Sí es un testarudo.
-Y se había comprometido en trabajar para ayudar a Sayuri, por eso quiso venir, no porque se encuentre demasiado bien -murmuró Kaede viéndole cerca del agua y recordando el frustrado entrenamiento de la mañana.
Los chicos no dijeron nada, estaban acostumbrados a las conversaciones entre Yohei y Kaede. Desde que Hanamichi se había distanciado de ellos, Yohei se había hecho muy amigo de Kaede, quizá demasiado desde su punto de vista. No sabían nada de la relación entre su amigo pelirrojo y Kaede. Yohei solo les había dicho que habían resuelto diferencias y que volvían a vivir juntos, así Hanamichi podía alquilar la casa de su madre. El moreno pensó que debían ser ellos quienes hicieran pública su relación cuando lo creyeran necesario.
-Rukawa -dijo Takamiya-. Es cierto, tienes razón, pero queremos quedarnos. ¿Verdad chicos? Cuando salga del agua intentaremos arreglar las cosas con él.
-Está bien, iré a buscarle. Yohei, por favor vigila la pequeña, si Hanamichi cree por un momento que la he dejado sola me mata.
-Lo sé. Ve tranquilo. Nosotros os esperamos aquí.
Kaede se alejó en dirección al agua. En realidad el pelirrojo no se había metido en el agua, porque la sal le escocía las heridas. Pero en cuanto le vio venir se lanzó de cabeza al agua intentando huir.
-¡Ahh! -Chilló cuando el agua tocó las raspaduras de sus piernas-. ¡Joder!
-Idiota -suspiró Kaede. Ahora tendría que meterse en el agua para ir a por él.
No le costó demasiado alcanzarle. El pelirrojo no estaba como para nadar mucho. En dos minutos Kaede lo había cogido del pie y lo estiraba hacia él.
-¡Suéltame, Maldito zorro! -Gritó enfadado Hanamichi.
-No te canses, sabes que no estas en condiciones de nadar.
-¡Déjame en paz!
-Nunca -dijo Kaede cuando ya lo tenía cogido de la cintura.
Hanamichi se detuvo y se giró para encarar-se a él.
-¡No tenías ningún derecho a tratarme de ese modo delante de todos! -Le gritó.
-Si hubiera dejado que les pegaras no me lo hubieras perdonado. Y yo tampoco.
-No tenía intención de…
-Hanamichi por favor.
-Bueno está bien. Sí, les habría dado un par de sopapos, por…
-¿Por estar preocupados?
-¡Sí! No necesito que se preocupen por mí, no quiero que se preocupen por mí. ¡Estoy bien!
-Lo sé.
-Estoy enfadado contigo Kaede, no tenías derecho a hacerme pasar por un idiota delante…
-Hanamichi no empieces.
-¿Qué no empiece a qué?
-A decir estupideces.
-¿O qué?
-O me veré obligado a taparte la boca.
-¿A sí?. ¿Y como piensas hacerlo si se puede saber? -Dijo burlonamente mientras que rápidamente le cogía ambas muñecas fuertemente.
-Yo estaba pensando en besarte… -dijo Kaede sugerentemente consiguiendo que Hanamichi se sonrojara. La fuerza en sus muñecas disminuyó.
-¿Por qué no lo haces? -Dijo pasado un rato Hanamichi que había estado deseando que Kaede cumpliera su amenaza.
-¿Quieres que te bese, aquí, delante de todos?
-Qué más da, no me conocen.
-¿A no? Mira el chiringuito Hanamichi. Te están esperando.
Hanamichi miró hacia la arena y palideció un poco.
-¿No saben nada de nosotros, verdad?
-No -dijo un poco avergonzado.
-¿De verdad quieres que se enteren así?
-No -dijo apoyando la cabeza en el hombro de Kaede en señal de derrota-. ¿Me he comportado como un idiota verdad?
-Sí. Pero tienes suerte que ellos te quieren mogollón y te lo van a perdonar.
-Eres malo conmigo -dijo haciendo un puchero.
-Malo sería si te hubiera besado. Y no me tientes, porque ganas no me faltan. Al fin y al cabo quien pierde algo con ello eres tú y no yo. Ellos no te perdonarían tan fácilmente que les hayas ocultado lo nuestro si se enteraran así.
Hanamichi lo cogió del brazo y con un poco más de violencia de la necesaria, sumergió a Kaede hacia el fondo, dónde lejos de las miradas indiscretas le besó.
El beso duró poco, pues no tardaron nada en perder el aire de sus bocas y que se les llenara de agua. Agua con sal que en el labio partido de Hanamichi escocía horrores.
-¡Cof, cof!
-¡Ahhh! -Salieron los dos en busca de aire.
-¡Hanamichi! -Gritó Kaede cuando volvía a tener aire en los pulmones.
Pero Hanamichi no respondió, estaba demasiado concentrado en su labio, intentando auto convencerse de que no escocía tanto. Obviamente sin resultado alguno.
Kaede le miró y le dijo.
-Te está bien empleado Idiota -y se dio la vuelta enojado por el chapuzón.
Hanamichi se apresuró a no dejarle ir abrazándolo por la espalda y susurrándole en el oído.
-No te enfades, Kae, necesitaba ese beso.
-Cuando lleguemos a casa me lo voy a cobrar.
-Eso espero -dijo sensualmente Hanamichi reduciendo a cero el espacio entre sus cuerpos.
-Hana, ahora no, tu gundam está mirando -dijo alarmado Kaede, que estaba seguro que su rostro ya estaba rojo.
-Nuestra Gundam -dijo separándose Hanamichi-. Ven vamos a aclararles como están las cosas. No estoy hecho para contenerme. Mira a nuestro alrededor, está lleno de parejas jugando, besándose, poniéndose crema, durmiendo uno encima del otro y nosotros no podemos hacer nada de esto. No es justo.
-No, no lo es. Pero es lo que hay Hanamichi, yo te avisé que…
-Déjate de tonterías Kaede, se acabó lo de esconderse. Vamos -dijo tomándole de la mano y arrastrándole hacia la arena.
La noticia fue dada así sin más. Hanamichi llegó y tras pedirles perdón por la escenita anterior, se puso serio y les expuso cómo estaban las cosas.
Todos en el chiringuito quedaron callados, incluso un par de clientes que, al haberse calmado los ánimos, se habían atrevido a acercarse a por refrescos.
-Siento mucho no habéroslo contado antes. Ha ido todo muy deprisa, pero no es excusa, lo sé. Espero que no os enfadéis.
-¿Antes del verano…? -Inquirió Noma muy serio.
-No. No había nada entre nosotros -intervino Kaede.
-Eso no tendría que importaros -les retrajo Hanamichi.
-¡Claro que sí, porque si hubierais estado juntos desde entonces querría decir que nos habías estado mintiendo durante mucho tiempo Hanamichi.
-Nunca os he mentido chicos. Es solo que no es algo fácil de explicar y…
-Hanamichi, no tienes que darnos explicaciones. Solo queremos saber una cosa.
-¿Qué?
-¿Eres feliz con él?
-Sí -dijo Hanamichi mirando a Kaede y sonriéndole.
-Entonces todo solucionado.
-¿Ya?. ¿Así de fácil? -Dijo sorprendido Hanamichi.
-Es que en realidad ya nos lo esperábamos -dijo Okus con voz de resignación.
-Claro después de tantos rechazos, algo iba mal -comentó Noma.
-Y había mucha pasión entre tú y Rukawa -dijo con tono pícaro Takamiya-. Desde que lo conocemos que todo ha sido, que si Rukawa por aquí, que si el zorro por allá, que si el kitune me ha dicho, que si el muy engreído me ha hecho… había algo en todo aquello -dijo Takamiya haciendo pose de inteligente.
Hanamichi estalló en carcajadas y el resto de ellos de sumaron felices de haber solucionado las cosas.
Antes de las cinco Hanamichi y Kaede llegaron a casa. Mientras Hanamichi subía a bañar a la pequeña que estaba empapada de sudor, Kaede se tumbó en el sofá a descansar.
Entonces vio la luz roja en el contestador que indicaba un mensaje nuevo.
Era de Kaho.
BIP.
"Chicos, sé que aviso con poco tiempo. ¿Pero qué tal os va si vengo a cenar mañana?. ¡ui! no a estas horas ya es hoy. ¡sshhh!. ¡Para!. Eso el domingo, a cenar. Quiero presentaros a alguien. ¡Shht!. ¡Estate quieto! Llamadme, jijijiji. ¡Adiós!".
BIIP.
Kaede corrió escaleras arriba para contarle a Hanamichi y luego volvió a bajar para llamar a Kaho inmediatamente.
Grissina: ¡FELICIDADES HANAMICHI!
Bueno espero que os guste este regalito de cumpleaños. jeje.
