PASADO (I)

A eso de las ocho Kaede había acabado de preparar la cena y Hanamichi estaba colocando a Aya en su silla para darle su papilla antes de comer ellos. En ese momento llamaron al timbre.

Hanamichi les abrió y les condujo hasta el comedor. Kaede estaba cerrando el horno.

-Esto casi está.

-¡Huele que alimenta! -Dijo Kaho-. Chicos, quiero presentaros a mi prometido.

-¿Prometido? -Dijeron los dos a la vez. ¿Hacía tan solo un par de días Kaho estaba totalmente desecha por un amor imposible y ahora ya estaba prometida?

-Toya, estos son Kaede Rukawa…

-Mucho gusto -dijo Toya estrechándole la mano al joven que le miraba receloso.

-…y Hanamichi Sakuragi.

-Encantado.

-Oye, no te ofendas -le dijo Hanamichi a Toya y luego se giró hacia Kaho-. Pero… ¿Se puede saber desde cuando estás prometida?

-Desde hace unos cinco minutos aproximadamente -dijo la chica riendo.

-¿No es un poco pronto? -Dijo Kaede acercándose a la mesa.

-¡Mira quien habla! -Le soltó Hanamichi.

-¿Perdón? -Dijo Kaede.

-No hace ni tres días tú mismo me dijiste que…

-Chicos por favor, no empecéis -dijo Kaho resignadamente.

-Kaho tiene razón Torpe no discutamos ahora -lo último que quería era que hablara de esas cosas con gente delante. Parecía que a Hanamichi todavía no le había quedado claro que no le gustaban las escenitas, ni los numeritos en público.

Mientras Kaede preguntaba si querían algo para beber y se encargaba de servirles, Hanamichi empezó a darle la cena a su hermana. La conversación se distendió. Y en ese momento Aya aprovechó un descuido de Hanamichi para volcar el plato de papilla que tenía delante con la mala fortuna de ensuciar la camiseta preferida de su hermano.

-Ayaaa… -dijo sin querer gritarle a la pequeña. Sin decir nada Kaede recogió del suelo el plato, mientras Hanamichi intentaba sacarse la camiseta sin ensuciarse más. En vista que le costaba Kaede dejó el plato en la mesa y ayudó a Hanamichi. Pero en cuanto hubo levantado la camiseta supo que no había sido una buena idea.

-¡.¿Santo cielo Hanamichi que te ha pasado?.!. -Exclamó Kaho.

-¡Oh no! ya no me acordaba -dijo acabando de sacarse la camiseta por la cabeza.

-¿Cómo que no te acordabas? -Dijo asustado Toya.

Hanamichi y Kaede intercambiaron una mirada, que a Kaho y a Toya les pareció de lo más sospechosa. Así que sin darle tiempo a Kaede de poder evitarlo Toya le levantó la camiseta para comprobar si él también iba lleno de golpes.

La reacción de Hanamichi fue muy rápida. De un empujón separó a Toya.

-¿Se puede saber qué hace? -Dijo poniéndose entre el hombre y Kaede-. ¿Kae estas bien?

-Hanamichi tranquilo, Toya no quería hacerle nada, solo comprobaba que…

-¿Que no nos habíamos pegado verdad? -Dijo muy fríamente Hanamichi, todavía entre Kaede y Toya.

-De ser así no nos habrías dicho la verdad Hanamichi, compréndelo -insistió la chica.

La situación era de lo más tensa e incomoda. Lo que tenía que ser una velada de celebración podía que ni empezara.

-Hana -susurró Kaede detrás de él- basta. No quiero que nos peleemos con Kaho. Sabes que es como una hermana mayor para mí, por favor.

Esas palabras calmaron los ánimos de todos los presentes. Kaho sintió una punzada en el corazón y embriagada por la emoción dejó escapar una lágrima que fue secada por Toya. Por su lado Hanamichi que ya conocía de antemano el gran aprecio de Kaede por Kaho no le sorprendió la comparación, lo que le calmó fue el uso del plural. Kaede le había dicho "no quiero que NOS enfademos con ella" y no "no quiero que TE enfades con ella". Llegado el caso Kaede habría estado a su lado, por muy grande que fuera el vínculo entre él y Kaho, Kaede se habría puesto de su lado, incluso si no tenía razón.

Hanamichi se giró y le besó dulcemente en los labios.

-Voy a cambiarme -dijo y subió al piso de arriba llevándose a la pequeña con él.

Cuando bajó, sin la pequeña, pues la había puesto a dormir, Kaede ya les había contado la pelea del día anterior de Hanamichi.

Kaho y Toya pidieron disculpas, que fueron rápidamente aceptadas y se sentaron los cuatro a cenar.

Ya en la mesa Kaede, pero sobretodo Hanamichi, les obligaron a relatarles su historia. Las explicaciones fueron dadas entre Kaho y Toya, quien pasados quince minutos se encontraba como si les conociera de toda la vida, desde que se conocieron hasta hacía cinco minutos cuando en la puerta él le había pedido para casarse con ella.

-¿No habría sido más romántico que la llevaras a un buen restaurante o a algún lugar así como especial, que no en frente de nuestra casa? -Dijo Hanamichi antes de apurar la copa de vino.

-Ah, pero es que este es un lugar muy especial -dijo él.

-Bueno para nosotros, pero para…

-No -dijo Kaho-. Para Toya es un lugar muy especial, en esta casa su abuelo le declaró amor eterno a su gran amor.

-Entonces… -empezó a decir Hanamichi, pero Kaede le cortó.

-¿Esta casa era de tu abuelo? -Preguntó en su habitual tono frío, calculadoramente.

-Sí.

Inmediatamente Hanamichi y Kaede se miraron con los ojos brillantes de emoción.

-Oh, pero tenéis que oír la historia de su abuelo, es de lo más romántica -dijo Kaho-. Su abuelo, quien por cierto se llamab…

-Toya -le cortó Kaede.

-¿Cómo…?

-Porque Kae también se llama igual que su abuelo -dijo con una sonrisa triunfal Hanamichi.

-Sí, en realidad es algo que pasa mucho -comentó Kaho-. Anda Toya cuéntales la historia de tu abuelo.

Hanamichi y Kaede no dijeron nada, pero no entendían porqué ninguno de los dos había reaccionado a lo del nombre de Kaede. Quizá no sabían que Kaede Rukawa abuelo se llamaba así, o quizá el baúl no tenía nada que ver con el abuelo de Toya, pues podría haber llegado a la casa años más tarde. Pero lo del nombre era mucha coincidencia entonces…

Esperaron a saber la historia antes de decir nada.

-La familia Tanaka siempre había estado de las familias más ricas de Kanagawa. Y cuando mi abuelo nació le prometieron en matrimonio con la hija de otra gran familia de Tokio, la familia Shisuru. Megumi, mi abuela, y Toya, mi abuelo, crecieron casi como hermanos o primos, eran muy amigos. No se amaban como amantes, pero sí que se querían mucho y por el bien de la familia estaban muy dispuestos a casarse, en realidad lo tenían muy asumido y ninguno de ellos intentó nunca buscar a nadie más.

Mi abuelo había pedido a su padre que le construyera esta casa a las afueras, bueno esto en esa época era las afueras, para tener un lugar de paz para venir con la abuela. Pero en ese tiempo todo tardaba mucho más que ahora en hacerse. El abuelo pasó mucho tiempo aquí supervisando las obras, pues su padre tenía trabajo en la ciudad, y al fin y al cabo la casa iba a ser para él.

Pero un año antes del día que debían casarse, cuando la casa ya estaba casi acabada, mi abuelo conoció a alguien. Se enamoró perdidamente de la hija de un humilde granjero. Empezó a pasar muchas horas aquí y al final la abuela descubrió su romance con esa chica de clase baja. Mi abuela era una mujer muy buena, pero muy orgullosa. La tarde que lo descubrió le dijo al abuelo que no quería obligarlo a nada. Le confesó que ella le amaba y quería casarse con él, que podría llegar a entender que no se presentara a la boda, pero aunque que esa posibilidad existiera ella le estaría esperando en el altar el día y a la hora convenidos el año de su nacimiento. "Si me amas" le dijo "si me has amado nunca, vendrás". Mi abuelo, que era una persona de palabra no podía dejarla plantada en el altar, le había prometido hacerla su esposa.

Así tres meses más tarde el amor de su vida y él se despidieron en esta misma puerta. Ella que vivía al lado de uno de los mejores carpinteros del mundo, hizo para ambos dos baúles. Se los regaló esa noche, con una bella nota que decía algo asó como…

-"Alguien me dijo una vez que por muy crudo que sea un invierno, por mucho hielo que haya, y aunque parezca que nunca tenga que acabar, al final todo pasa. Inevitablemente, un día llega la primavera, y el hielo siempre acaba fundiéndose. Toya, tú fuiste mi primavera. Para siempre tuyo." Firmado "K.R." -Recito de memoria Kaede.

-¿Cómo lo sabes? -Dijo muy sorprendido Toya.

-K.R. son las iniciales de Kaede Rukawa.

-Estás diciendo que… -Kaho no se lo podía creer. Kaede y Toya se miraban intensamente.

-Espera un momento, realmente estas diciendo que mi abuelo era…

-Sí, nuestros abuelos…

-Pero él nunca dijo que…, le pregunté miles de veces por qué no se había quedado con el amor de su vida y su respuesta era siempre la misma. "Porque el nuestro era un amor imposible. Y tu abuela me amaba y yo la quería mucho y le había prometido casarme con ella. No podía casarme con mi amor, pero le pude prometer que le querría siempre, aquí mismo Toya en el umbral de esta puerta le di mi último beso de amor. En el baúl que me regaló y en la historia que te he contado hay el secreto más valioso de mi vida." "¿Qué secreto abuelo?" Le preguntaba yo cada vez y el siempre decía, "eso solo lo sabrá el que un día reúna de nuevo los dos baúles, cuando las dos partes de la misma historia estén de nuevo juntas Toya."

-Pues el aprendiz de carpintero era mi abuelo.

Se formó un denso silencio en el comedor, Toya apuró su copa de vino, con la que no había parado de jugar desde que Kaede insinuara la relación entre sus abuelos.

-Tengo los dos baúles -dijo al fin Kaede consiguiendo que Toya alzara la vista de nuevo.

-¿Los has…?

Kaede negó con la cabeza.

-Lo he intentado, pero no hay cerraduras, y todavía no se cómo…

-¿Cómo es posible que no sepas cómo abrirlos?. ¡Pero si es parte de la historia de…!

-Bueno quizá es porque solo sé la mitad de la historia -dijo un poco a la defensiva Kaede.

-Una vez reunidos los baúles abrirlos es de lo más fácil. Es una cuestión de magnetismo -dijo sencillamente Toya.

Kaho y Hanamichi habían quedado excluidos de la conversación. Pero no les importaba, pues las personas más importantes de sus vidas estaban reencontrando una parte de su pasado, juntos.

-Porqué no les echáis un vistazo quizá podáis abrirlos -sugirió Kaho.

-Vayamos a buscarlos, están arriba -propuso Hanamichi que se moría de ganas de saber qué contenían los baúles.

Los cuatro se levantaron y con Kaede a la cabeza subieron a la habitación a por los baúles.

-Este es el de tu abuelo -dijo Kaede señalando el baúl de la debajo la ventana-. Este es el de mi abuelo -dijo tocando el de los pies de la cama.

-¿Como lo encontraste? -Preguntó Toya, arrodillándose al lado del precioso cofre de madera examinándolo con cuidado.

-Estaba en el desván -Dijo Kaede sorprendido.

-No puede ser, esta casa no tiene desván

-Sí, sí tiene -dijeron Hanamichi y Kaede a la vez.

-Eso es imposible -dijo Toya poniéndose de pie.

-¡Shhh! -Hizo Hanamichi preocupado por si despertaban a la pequeña que dormía en la habitación de al lado.

-Hanamichi tiene razón, cojamos los baúles y bajemos a bajo -dijo Kaho colocándose para coger el baúl de Toya, e indicándole con la cabeza que él lo cogiera por el otro lado.

Hanamichi también se colocó para coger entre los dos el baúl de Kaede, pero éste antes de alzar la pieza de madera, cogió la caja de papeles que encontraron con el baúl, puso en ella su carpeta negra con las letras de su abuelo y la verde con el testamento, la colocó encima el cofre y entonces sí que se agachó para ayudar a Hanamichi a levantarlo.

Una vez a bajo Toya le preguntó de nuevo:

-¿De dónde lo habéis sacado?

Las caras de Hanamichi y Kaede eran un cuadro. Kaho para evitar otra discusión intervino rápidamente.

-Toya si dicen que lo han encontrado en el desván será que…

-No, en esta casa no hay desván.

-¿Como estás tan seguro?- dijo Kaede.

-Porque… -Toya se pasó una mano por la cara, antes de sentarse en uno de los taburetes de la cocina-. Esta casa fue fuente de muchas discusiones entre mis abuelos. Mi abuelo nunca quiso venderla pues era donde tenía todos los recuerdos de… bien de tu abuelo,… dios esto es tan extraño que… -dijo antes de bufar-. Mi abuela que lo sabía, pues claro no le gustaba para nada esta casa y casi nunca venía. Pero recuerdo una vez que por mi aniversario pedí que hiciéramos la fiesta aquí, a mi me encantaba esta casa, y… bueno mi abuela tuvo que venir. Pero cuando al entrar un momento en la habitación de matrimonio vio el baúl a los pies de la cama… Yo la acompañaba, pobre ya estaba mayor, tenía una enfermedad, no sé muy bien que le ocurría pero estaba débil. Le costaba subir escaleras, pero era muy terca y quiso subir igual a dejar la chaqueta aquí, así que yo la acompañé. Cuando lo vio preguntó "¿Qué hace esto aquí?". Y yo le dije que era del abuelo, que siempre había estado allí. Ella me mandó a buscar al abuelo. Tuvieron una fuerte discusión y luego ella se marchó. Recuerdo muy poco de ese día, yo solo tenía como cinco años o así. No volví a ver ese baúl.

Años más tarde un día le pregunté al abuelo dónde había ido a parar el baúl. Eso fue cuando yo ya tenía quince años, mi abuela hacía años que había muerto y mi padre estaba a punto de coger las riendas de la empresa familiar, tenía muy poco tiempo para mí, así que yo pasaba muchas horas aquí con el abuelo. Teníamos una relación muy especial, esa fue la primera vez que me confesó lo de su amor, con bien, con tu abuelo. Aunque claro yo en ese momento pensé que hablaba de una mujer.

Me dijo que la abuela nunca más, desde la tarde que le dijo que el día de la boda le estaría esperando en el altar, no le había hablado de lo ocurrido. Solo justo después de la boda le pidió no vivir en esa casa y que se deshiciera de esos recuerdos. Pero el abuelo no pudo deshacerse del baúl. Claro el día que la abuela lo vio supo que le había mentido todos esos años y se enfadó. Le preguntó si había vuelto a ver a esa persona. No estoy seguro que la abuela supiera que era un hombre, vete tú a saber. Y el abuelo le confesó que sí.

-¿Se habían visto de nuevo?- dijo Kaede.

-Sí diez años después que mi abuelo se casara con la abuela, ella tuvo que ir a un viaje por cosas de la familia a Europa. La familia Shisuru había estado mezclada con política de toda la vida y no sé qué había ocurrido con el consulado Japonés en París que fue casi toda la familia. No sé, el caso es que el abuelo que tenía que dirigir la empresa no pudo ir. Así que pasó un mes solo. Lo pasó aquí. Una tardé, tu abuelo, llamó a la puerta. Venía a contarle que finalmente él también se iba a casar, pero…, bueno antes de casarse con tu abuela supongo…

-Sí- susurró Kaede muy atento a lo que Toya contaba.

-Antes de eso tu abuelo quiso hacer una especie de ceremonia. Una noche, la del día del solsticio de primavera, vestidos con unos kimonos tradicionales que el abuelo hizo hacer especialmente para ese día, se fueron solos al templo de tres calles más arriba y hicieron como una especie de votos. No se muy bien qué ocurrió, lo que sé es lo que con años de largas conversaciones pude sonsacarle al abuelo, pero no le gustaba hablar de ello, se ponía triste. La verdad es que después de hablar de tu abuelo siempre cantaba una canción. ¿Como hacía…? -dijo intentando recordar esa tonada.

-¿Recuerdas la letra? -preguntó Kaede.

-Sí, decía algo así como… so in love with you am I, creo que decía el estribillo.

-Ya se cual es -dijo Kaede.

-¿Cómo que lo sabes? -Dijo desconcertado Toya.

-La compuso mi abuela. Ella era una concertista de guitarra, estaba en Tokio de gira cuando el abuelo la conoció en un concierto en el parque, se enamoró de su música, o eso me dijo mi madre. El caso es que al final se casaron y el abuelo escribió para ella muchas letras que ella usaba para sus melodías. Una tarde, cuando yo era todavía un niño, encontré a mi madre tocando esas canciones delante del baúl. Como los abuelos ya habían muerto me contó la historia del amor de juventud del abuelo, del otro baúl perdido y me dijo que antes de morir el abuelo le había confesado que muchas de las letras no hablaban de la abuela sino de ese amor de juventud. Un amor, un secreto, dijo.

-¿Y tú la sabes esa canción? -Dijo Toya esperanzado. Desde que su abuelo murió que no había podido recordarla.

-Sí. La abuela se la enseñó a tocar a mamá y ella a mí. A mamá le gustaba mucho esta canción, fue la primera que el abuelo escribió. La abuela tocaba esa melodía en el parque cuando se conocieron y él compuso esa letra para…

-Para mi abuelo.

-Mamá me dijo que sí, que la compuso para otra persona que no era la abuela, pero que el abuelo le había confesado que con el pasar de los años había aprendido a amar a la abuela de tal modo que esa canción también hablaba de lo que sentía por ella.

-Realmente tu abuelo era un romántico -suspiró Kaho-. ¿Por qué no nos la cantas Kaede?

-¿Ahora?

-Esperad un minuto -intervino Hanamichi- yo también quiero oírla -le dijo a Kaede, pero luego se giró hacia el otro moreno- pero todavía no nos has dicho porqué no nos crees cuando decimos que lo encontramos en el desván.

-Es cierto -dijo Toya-. Bueno la verdad es que la abuela vino solo una vez más a la casa, que yo recuerde. Tras saber que el abuelo había vuelto a ver a su gran amor después de casarse con ella y que no había sido capaz de deshacerse de ese baúl de recuerdos, la abuela, al igual que papá no volvieron a confiar más en él. Papá empezó a intentar hacerse con el mando de la empresa, aunque el abuelo no se lo permitió hasta que se jubiló y la abuela le pidió al abuelo que no volviera a esta casa y que se deshiciera de ese trasto como ella lo llamaba como le había prometido hacer años atrás. Todos pensamos que lo había hecho, menos la abuela, que sospechaba que el baúl seguía en la casa en algún lado. Una tarde, meses después de mi quinto aniversario me hizo acompañarla hasta aquí para comprobar si el abuelo había cumplido su palabra. Recorrimos esta casa de arriba a bajo y no había nada. Todo lo que el abuelo guardaba celosamente en su habitación ya no estaba. A media inspección el abuelo se presentó y fui testigo de otra discusión. No viene al caso recordar todo lo que presencié pero el abuelo dejó muy claro que se había separado del baúl para siempre, que ahora ya no era suyo, dijo que lo había dejado dónde el destino lo llevara hasta otras manos, lejos de él y lejos de la abuela, "porque", dijo, "sé que te hace daño Megumi". Ella estaba llorando cuando el abuelo la abrazó y le pidió perdón. La abuela no volvió nunca a esta casa y el abuelo tampoco hasta que ella hubo muerto, entonces dejó la dirección de la empresa a mi padre, dejó el piso de la ciudad y se instaló aquí. Y yo viví con él hasta que murió. No es posible que el baúl estuviera en…

-¿Tu abuelo prometió haberlo dejado atrás por fin y haberlo dejado dónde el destino lo hiciera llegara a otras manos, cierto? -Dijo Kaede.

-Sí pero…

-Pues eso es lo que hizo. El desván estaba tapiado, yo lo descubrí por accidente.

-¿Cómo?

-Igual que tu abuelo, yo intentaba deshacerme de todo aquello que pudiera recordarme a… Hanamichi le puso un mano en la pierna y Kaede entrelazó sus dedos en sus grandes manos-. Estaba subido a la escalera intentando poner unas cajas con sus cosas en la parte de arriba del armario cuando me desequilibré. Me agarré a lo primero que encontré, la lámpara, y en vez de romperse el yeso del techo se resquebrajó y una trampilla se abrió.

-El abuelo mintió…

-No -dijo Hanamichi-. Tu abuelo renunció a todo lo que materialmente le podía recordar al abuelo de Kaede, pero no mintió. Tu abuela le pidió que dejase de vivir en el pasado, que compartiera lo que les quedaba de vida con ella y es lo que hizo. Dejó de lado los recuerdos más valiosos, para estar con tu abuela, porqué también la amaba.

-Pero…

-Además, no creo que el día que le pidió perdón a tu abuela, lo hiciera por haberle mentido, sino por no haberse dado cuenta que con ello le estaba haciendo daño. Tu abuelo amaba al abuelo de Kaede, pero también amaba a tu abuela. No le recrimines nada Toya, hizo lo que creía que debía hacer para no traicionar a ninguno de los dos amores de su vida.

Un pequeño silencio se hizo en la cocina comedor, Kaho se acercó a Toya y le abrazó por detrás y él le susurró:

-¿Kaho, estas segura que este chico solo tiene dieciocho años? -Dijo Toya.

Kaho estalló en una risa franca y alegre que enseguida contagió a Toya. Y seguramente Hanamichi también hubiera reído por ese comentario si no hubiera tenido los labios ocupados con la boca de Kaede.

-Te quiero -le susurró el moreno al oído cuando consideró que ya habían dado un espectáculo suficiente-. Voy a por la guitarra, mientras... ¿Por qué no subís los baúles a la mesa? -Dijo Kaede levantándose y escabulléndose escaleras arriba.

Subió corriendo y una vez arriba se quedó un momento en el a la pared intentando normalizar la respiración. Entonces oyó un ruido en la habitación. Entró y se encontró a la pequeña despierta dando tumbos en la cuna. No lloraba, pero en cuanto le vio empezó a gemir.

-Ga, ga, ga -hacía la pequeña mientras movía manos y pies estirada panza-arriba.

-Hola -dijo muy suavemente Kaede asomándose a la cuna-. Eres la chica más hermosa que conozco, lo sabías -le susurró mientras le acariciaba la carita-. No me extraña que Hana te ame tanto.

-Ga, ga, ga… -continuó la niña entre risas.

-¿Quieres que te coja en brazos verdad? Haremos una cosa, yo te cojo hasta que te duermas de nuevo, si quieres te canto una canción, pero luego tú te duermes para el resto de la noche -le dijo levantándola. Aún con un poco de miedo. Para sentirse más seguro se sentó en la butaca que habían instalado en esa habitación. Entonces mientras la mecía suavemente empezó a cantar.

Strange dear, but true dear,
When I'm close to you, dear,
The stars fill the sky,
So in love with you am I.

Even without you,
My arms fold about you,
You know, darling why,
So in love with you am I.

In love with the night mysterious,
The night when you first were there.
In love with my joy delirious,
The thought that you might care.

So taunt me, and hurt me,
Decieve me, desert me,
I'm yours till I die,
So in love with you am I.

Para cuando terminó la canción, la pequeña dormía otra vez plácidamente. No dejó de mecerla, para que no despertara. Siguió con la niña en brazos un rato y luego con un sonoro suspiro, la dejó de nuevo en la cuna. Era una cosa tan pequeña. ¿Cómo puede ser, se preguntaba el moreno mirando a Aya dormir, que una persona que solo hace que dormir comer y cagar, que ni siquiera hablaba, le hubiera robado el corazón de ese modo?

-Por qué en el fondo eres la persona más dulce del planeta Kaede -le dijo una voz en su oído.

Se giró sobresaltado, no había notado que no estaba solo.

-¿Algún día me cantarás canciones como esta a mí también?- le dijo rodeándole la cintura evitando que escapara a su pregunta.

-¿Algún día te casarás conmigo a la luz de la luna? -Replicó sin contestar.

-Quizá.

Kaede no se lo pensó dos veces y le besó. Amaba esos labios, esos brazos achuchándole, esas manos recorriéndole, ese cuerpo fuerte estremeciéndose en sus brazos.

-Cuanto hace que me espiabas -le preguntó Kaede al salir de la habitación de la pequeña.

-En realidad acababa de llegar.

-Pero…

-¿No recordabas que el interfono estaba encendido verdad? -dijo sonriendo Hanamichi.

El leve sonrojo de Kaede fue toda respuesta. Al verlo, Hanamichi se acercó de nuevo a Kaede y le susurró:

-Te quiero.

-Yo también -Hanamichi le besó de nuevo y Kaede lo habría empujado hasta la cama en ese mismo momento si no hubiera recordado que abajo les esperaban para abrir los baúles-. Me debes una Torpe -dijo Kaede alejándose del pelirrojo para coger la guitarra.

-Lo sé. Bajemos, cuanto antes abramos los baúles, antes podré pagar mi deuda -le dijo el pelirrojo agarrándolo por detrás, pegándose a su espalda y mordiéndole el lóbulo de la oreja.

-Hanamichi, estate quieto.

-Es culpa tuya zorro, si no me hubieras…

-Luego -dijo seriamente Kaede agarrando a Hanamichi por sus partes nobles.

Hanamichi no respondió. Pero cuando Kaede lo soltó estaba rojo como un perdigón y no le siguió escaleras abajo.

-¿Dónde está Hanamichi? Subió a buscarte -le preguntó Kaho al verle entrar solo en la cocina.

-Ha ido al baño -dijo Kaede sin inmutarse, sabiendo que Hanamichi tenía un problema entre piernas que resolver. Mientras, Kaede volvió a cantar la canción, pero esta vez con acompañamiento de guitarra.

Cuando ya había terminado de tocar un par de melodías más, a petición del público, apareció Hanamichi. Que se quedó en el umbral de la puerta escuchando su canción embelesado, era la primera vez que la oía con música…

Entre tanto los dos
desayunamos miradas cada mañana.
Mientras tanto los dos
somos reflejos perdidos en tu ventana.
Siendo el chico de al lado
Siendo el chico de al lado

Eres el chico de al lado

Sólo el chico de al lado

De la habitación de al lado

Acabó Kaede.

-Son realmente hermosas -Dijo Kaho.

-Sí, tu abuelo era buen letrista y tu abuela buena compositora Kitsune.

-Creo que el abuelo tenía una buena inspiración -dijo Kaede dejando la guitarra en la mesa e instintivamente acercándose a Hanamichi.

Mientras Kaho, que había estado haciendo té, empezó a servir las tazas y Toya se puso a su lado para ayudarla. Aprovechando que Kaho y Toya estaban detrás del mármol en la cocina, Kaede se sentó en el regazo de Hanamichi que se había sentado en una de las sillas de la mesa.

-¿Todo bien? -Le susurró divertido.

-Me las pagarás Kitsune -le murmuró entre dientes.

Kaede intentó aguantarse la risa ante la frustración del pelirrojo. Mientras Toya se les había acercado y les alargaba sus tazas.

-¿Por cierto por qué no los habéis subido a la mesa? -Preguntó sin moverse del regazo de Hanamichi. ¡Dios! Sabía que la presencia de Toya y Kaho era lo único que frenaba al pelirrojo de cogerle por la cintura y tumbarlo en la mesa para hacérselo pasar placenteramente mal. Saberlo era excitante. No pudo evitar evocar una sonrisa.

-Porque eso nos dificultaría la tarea de abrirlos -Dijo Toya bebiendo un poco de té. Todos quedaron callados con la taza de té en los labios. Toya observó a los dos jóvenes-. Deja de torturar a Hanamichi Kaede y ayúdame -dijo el hombre resueltamente, dejando la taza en la mesa y arrodillándose al lado de su baúl.

Kaede no dijo nada, obedientemente se arrodilló a su lado.

-Vamos a ver qué más escondían nuestros abuelos…

-Para empezar tenemos que colocarlos al revés el mío a la derecha y el tuyo a al izquierda- así lo hicieron-. ¿Lo has notado Kaede?

-Sí, es increíble. ¿Cómo…?

-Magnetismo, ya te lo dije. Ahora apartemos la mesa un poco. Bien así va bien. No estoy muy seguro pero creo que ahora deberíamos ponerlo boca abajo.

-¡Toya!. ¡Es como el joyero que me regalaste!

-Exacto. Eso creo.

-¿Perdón, alguien podría decirme de que va esto? -Dijo Hanamichi que no entendía porqué para abrirlos debían ponerlos del revés ni qué era lo que Kaede había notado al poner los baúles de lado.

-Se trata de un cierre magnético.

-¿Un qué?

-Los baúles tienen en algún lugar, por dentro, una serie de imanes. En realidad ellos son a la vez la llave y el candado. Impiden que la caja se abra, pero colocando el baúl de cierto modo haces que se muevan de lugar y puedes abrirlos-. Explicó Kaho.

Mientras en el suelo Kaede y Toya hacían rodar los baúles con mucho cuidado.

-Llevan un imán, que sirve para unirlos, eso es lo que ha notado Kaede -aclaró Toya.

-¿Y ahora? -Dijo Kaede cuando los tuvieron del revés.

-No lo sé, tendremos que ir probando -dijo Toya.

-¿Cómo sabías lo de los imanes?

-Lo imaginé. La empresa familiar se ha dedicado siempre a explotar las minas de magnesita, hacemos imanes, los más potentes del mercado son los Tanaka. Poco después de casarse los abuelos se fundó la Tanaka Shisuru y se patentaron este tipo de sistemas de cierres magnéticos -fue explicando Toya mientras lentamente volvían los baúles a su posición original.

-¿Y los Tanaka Cardiaco…? -Dijo Hanamichi dijo en un susurro.

-Exacto, hacemos también piezas para los marcapasos. ¿Cómo lo sabías?

-Papá, mamá, Ansai…

Kaho abrazó a Hanamichi y le dio un beso en la mejilla.

-Toya este chico salvó la vida del tío Ansai, la última vez que tuvo un ataque hará unos tres años, verdad Hanamichi.

-Así que tu familia es la dueña de todas las filiales Tanaka del país. Los emperadores de la magnesita- comentó Kaede desviando la atención.

-Más o menos, sí -dijo Toya-. A ver si podemos subir la tapa.

Pero nada se movió.

-Volvamos a girarlo.

Una vez de nuevo el baúl del revés, intentaron darle la vuelta entera, hacerlo girar, sacudirlo, pero nada ocurrió.

-No sé. Quizá no… -intentó decir Kaho.

-No, estoy seguro que el secreto está en los imanes -dijo Toya

-Girad-los de nuevo -dijo de repente Hanamichi arrodillándose a su lado en el suelo-. Quizá no estéis buscando lo que deberíais.

-Qué quieres decir…

-Kitsune busca el elefante ese que tanto te gusta.

-Está en la cara oculta por el otro baúl -dijo negando con la cabeza.

-Quizá tengáis que presionar alguna de las figuras, o sacarla… -dijo Kaho.

Pasaron mucho rato dando vueltas a los baúles, toqueteándolos arriba y abajo, pero no consiguieron nada.

Hacía ya más de tres horas que Kaho y Toya habían llegado para cenar. Era tarde y no estaban consiguiendo nada. Kaede ya empezaba a perder la esperanza.

-Intentemos-lo una vez más. Girado así del revés. A ver tiene que haber algo que se mueva, se oye el clic de los imanes, pero la pieza debe volver a su lugar al voltear-lo de nuevo. Busquemos en el bajo, quizá… ¡Kae, Kae, mira esto! -Exclamó desde el suelo, en realidad los otros tres hacía ya mucho que estaban sentándose en la mesa, el único que no se había dado por vencido había sido el pelirrojo.

Kaede se lanzó al suelo como si su vida dependiera de ello. Hanamichi había presionado por un lateral consiguiendo que un trozo del bajo del baúl de Toya saltara.

-Esto pesa mucho para ser solo madera -dijo Kaede sospesando el trozo de madera que Hanamichi había sacado de uno de los baúles.

-Kaede -dijo Kaho desde la nevera indicándole que le lanzara el trozo. Se enganchaba perfectamente al frigorífico, era un imán-. Y es muy potente -comentó la chica que le costó de desenganchar-lo del electrodoméstico.

-¡Ya se cómo funciona! -Exclamó Toya…

Continuará…


Grissina: Por fin!

Que tal hasta ahora? Tranquilas/os lo que tanto habéis esperado llega para el proximo capitulo. XD

Esperaré ansiosa vuestros reviews ;P

PS: Casi se me olvida otra vez (que cabeza la mía) La canción que Kae le canta a Aya es "So in Love" de Cole Porter (habeis visto la peli "De Lovely"?), y la otra es el final de "la chica de al lado" de Juan Perea, modificada, obviamente.