FUTURO

Cuando ambos estaban de nuevo entregados a las caricias sutiles, los achuchones posesivos y ese beso interminable de repente volvió la luz iluminándoles a ellos y a toda la cocina.

-Parece que es hora de que termines de preparar la comida -dijo Kaede sonriendo.

Pero Hanamichi estaba estático mirando hacia el jardín a través de la ventana.

-¡Hanamichi!. ¿Qué ocurre? -Dijo Kaede haciendo un pequeño movimiento para girar la cabeza y ver a fuera que cosa tan sorprendente había capturado la atención del pelirrojo de ese modo.

-No Kae…de -dijo sin poder evitar que el moreno viera lo mismo que él.

A Kaho empapada completamente, que les observaba tiesa como un palo a dos pasos de la puerta, con los ojos muy abiertos y un leve sonrojo en las mejillas.

-¡Joder! -Exclamó Kaede volviendo la cabeza a su posición inicial cuando por fin pudo reaccionar.

Ambos chicos se levantaron medio avergonzados y sin decirse nada se pusieron los pantalones sin siquiera buscar la ropa interior. Mientras Kaede abría la puerta para dejar entrar a Kaho, Hanamichi recogió toda la ropa desparramada por el suelo y el aceite. Pero al abrir la puerta Kaho había salido de su estupor y más avergonzada todavía que ellos se alejó en dirección a la calle de nuevo.

-¡Kaho espera! -Gritó Kaede saliendo descalzo y medio desnudo al jardín. La detuvo justo antes de que llegara a la puerta de delante-. Entra en casa, estás empapada.

-No, yo. ¡Dios! -Exclamó-. Lo siento, no quería importunaros, yo…

-Tranquila, solo estábamos…

-¡Ya! -Exclamó ella que no quería que le contara lo que hacían, ya había tenido suficiente con ver lo que había visto. ¡Pero si hacia unas pocas semanas el mismo Hanamichi había admitido que ellos no…, que nunca habían…! Se sentía idiota de no haber pensado que…!

-Bueno da igual, ahora ya estás aquí. Entra por favor.

Kaho se dejó guiar hasta la cocina de nuevo, donde un nervioso Hanamichi les esperaba con un par de toallas en las manos.

-Hola -dijo un poco avergonzado dándoles las toallas.

-Lo siento mucho chicos yo no pretendía…

-No si nosotros no… bueno sí pero… ya habíamos… es decir… -Hanamichi respiró hondo para calmarse y luego dijo-. No has interrumpido nada Kaho de verdad. Estaba a punto de volver a los fogones a acabar la comida.

-Chicos, vosotros no debéis avergonzaros de nada. Soy yo que no debí colarme en el jardín -admitió ella al ver la cara seria de ambos muchachos.

-Por cierto, ¿qué haces aquí?. ¿No habías ido a por Toya? -Dijo Hanamichi para cambiar de tan bochornoso tema de conversación.

-Sí. Le llamé y le dije que me esperara, que iba a tardar un poco.

-¿Pero por qué? -Interrogó Hanamichi. A todo esto Kaede no había vuelto a abrir boca, solo se había dedicado a secarse con la toalla.

-Estaba preocupada. Sé que me has dicho que todo iba a estar bien y en vista de las circunstancias ya veo que sabías lo que decías, pero en tu mirada había algo de tristeza que no me encajaba con esa desconcertante seguridad y calma que has tenido desde leer la nota de Kaede. He pensado que quizá Kaede había echo alguna locura o que quizá tú… quería asegurarme que estabais bien.

-¿Pero por qué no has llamado?

-No sé porqué el móvil no tiene cobertura, debe ser la tormenta. Intenté llamar al timbre pero se había ido la luz y tras unos minutos de golpear la puerta y no obtener respuesta me asusté. Recordé que a veces dejáis la puerta del jardín abierta cuando estáis en casa así que… De verdad no quería ser indiscreta.

Entonces ante la cara de pena de Kaho Hanamichi estalló en una sonora carcajada. Kaho y Kaede se miraron como diciendo, 'este se ha vuelto loco'. Hasta que Hanamichi se calmó un poco y pudo decir lo que le había echo tanta gracia.

-Imagina que en vez de llegar tú quien hubiera vuelto a comprobar si estamos bien hubiera sido Yohei -y otra vez volvió a reír al ver la cara de espanto de Kaede que enseguida se puso colorado ante el pensamiento de verse sorprendido en la cama, (bueno por decirlo de algún modo), por su mejor amigo.

-Quien sabe si él también ha tenido la misma idea que yo. Puede que sí que haya vuelto y al veros haya decidido irse -dijo Kaho sospesando la posibilidad. Y entonces la chica sí que rió al ver como la idea paralizaba en seco a Hanamichi también-. Chicos no pongáis esas caras si ha ocurrido él lo entenderá, es vuestro amigo…

-Ya pero es que tú no le conoces. Ahora cada vez que nos vea va a pensar en nosotros…

'Bueno así ya no seré el único que piensa de ese modo el 80 por ciento del tiempo que estamos juntos y cuando no lo estamos'. Una pequeña sonrisa afloró en el rostro de Kaede y sin pudor alguno se acercó a Hanamichi para abrazarse a su espalda y tras besarle la mejilla se quedó allí abrazándole el estomago y apoyando la cabeza en su hombro.

-Estás mojado -se quejó Hanamichi.

-Y tengo frío -dijo Kaede al notar como un escalofrío subía por su espalda.

-Deberíais cambiaros o cogeréis algo -dijo Hanamichi acariciando los brazos fríos de Kaede en su vientre-. Vamos arriba.

-Pero… -intentó objetar ella.

-Nada de peros no irás muy elegante pero irás seca. Seguro que alguno de nuestros chándales te sirve.

-Me irá enorme…

-No mujer -dijo Hanamichi tomándole de la mano para que subiera con él y Kaede arriba.

Una vez con algo seco encima volvieron a la cocina y mientras hacía broma sobre lo mona que estaba Kaho con los pantalones y la sudadera grises de Kaede, Hanamichi se puso a preparar la comida de nuevo. La invitaron a comer, pero ella dijo que tenía que ir a buscar a Toya que todavía le esperaba en la estación.

-Volveremos por la tarde. Y gracias por la ropa Kaede -este no dijo nada. Dejando a Hanamichi en la cocina le acompañó a la puerta y antes de que ella saliera a la calle le abrazó emotivamente y para sorpresa de ella le susurró:

-Sé que nunca lo has hecho y que nunca lo harás, pero gracias por no juzgarnos, ni a mí, ni a él, ni a lo que hagamos juntos. Eres como una hermana mayor para nosotros.

-Y sé que no eres mi hermanito Kaede, pero sabes que os quiero a ambos como si fuerais de mi familia. Solo quiero que seáis felices y sé que juntos lo sois.

-Gracias por todo -repitió y entonces le dio un tierno beso en la mejilla. Nunca antes la había besado, pero nunca antes había tenido la necesidad de besar de ese modo a nadie, a parte de Hanamichi y Aya, desde que sus padres murieron, y de eso ya hacía mucho tiempo.

Cuando abrieron la puerta tuvieron la grata sorpresa de ver que dejaba de llover. Kaho se metió en el coche y se marchó a buscar a Toya. Kaede le observó irse calle abajo hasta desaparecer antes de cerrar la puerta y volver a la cocina.

-Ya no llueve -dijo al entrar.

Hanamichi estaba encendiendo el fuego, sacando el pescado del congelador, y colocando las gambas y las zanahorias en un cazo, todo simultáneamente. Kaede lo miró maravillado de la capacidad multitareas que demostraba tener y se acercó a la puerta del cristal. La abrió y maravillado salió al jardín para contemplar como la masa de nubes negras se alejaban dejando detrás de si un cielo despejado y claro y un bonito arco-iris de colores. El aire olía a limpio, la hierba y las flores brillaban, poco a poco se empezaban a sentir ruidos de vida de nuevo: un pájaro, una moto pasando por la calle, un perro ladrando a lo lejos. En la casa de al lado también abrían puertas y ventanas tras el temporal.

-¿Kaede que no me oyes? -Decía Hanamichi con voz de exasperado.

-¿Uh? -Dijo entrando de nuevo en la cocina dándose cuenta que el pelirrojo seguramente llevaba rato intentando decirle algo y ni le había oído.

-Hace media hora que me tienes llamándote y no me haces ni caso kitsune, no me tienes ni una pizca de respeto, me usas de mucama y luego pasas de mí. Eres un maldito egocéntrico. ¿Crees que el mundo gira entorno a ti o qué?

-Tu mundo sí Torpe -dijo en tono neutro sentándose en un taburete y robándole una zanahoria para comérsela tan tranquilamente.

-¿Disculpa?. ¿De dónde sacas tú que mi mundo…?. ¡Kitsune que es para la comida! -Lo regañó-. ¿Ves como no me escuchas?

-¿Perdón decías? -Se mofó haciendo esfuerzos para no reír al verle la cara de enfado.

-Eres un maldito idiota pomposo y manipulador, zorro engreído y malintencionado. Que además… ¡auch! -Exclamó al cortarse mientras lavaba la cuchilla de la trituradora llena de la salsa rosa acabada de hacer.

-Torpe -susurró Kaede acercándose a él, tomándole la mano y poniéndola directamente bajo el chorro de agua fría.

-¡Mira que me hecho por tu culpa! -se quejó de modo infantil.

-Es solo un corte de nada y te lo has hecho tú solo.

-No es cierto, tú me distraes y…

-Así que te distraigo -susurró acariciando sensualmente la mano del pelirrojo.

-Sí… yo… -balbuceó este-. ¡.¿Kaede es que no has tenido bastante por hoy?.!. ¿Es que nunca te cansas?

-¿De ti? Nunca -le dijo antes de ponerse en la boca la parte de la mano dónde se había cortado para lamer-le la herida hasta que la poca sangre que salía de ella se de detuvo. Entonces sin decirle nada le inspeccionó un poco más la mano para ver si todo estaba bien.

Hanamichi se quedó embobado mirándole como concentrado comprobaba que no se había echo nada más. Con delicadeza y firmeza a la vez.

-Kaede -susurró.

-¿Hn? -Dijo distraído sin dejar de mirar la mano del pelirrojo.

-Te quiero.

Eso consiguió que Kaede levantara la cabeza y buscara sus ojos. Cuando ambas miradas se encontraron le dio un vuelco el estómago y con un leve sonrojo ambos sonrieron.

-Lo sé -murmuró Kaede. Sin poder apartar la vista de esos ojos avellana. Hasta que notó que a él también le subían los colores y apartó la vista de nuevo hacia la mano de Hanamichi para secarse-la. Luego sin decir nada ambos volvieron a lo que hacían, pero esta vez en silencio.

Hanamichi acabó de preparar el cóctel de gambas y el pescado sin poder sacarse de la cabeza lo contradictorio que eran todo lo que sentía por Kaede. ¿Cómo alguien que lo exasperaba hasta la saciedad podía con un solo gesto, una mirada, un sonrojo o una sonrisa producir-le tan gran sensación de ternura? Lo hacía despotricar (estaba seguro que a propósito) y luego con solo decir o hacer algo le desarmaba por completo.

Kaede preparó la mesa para dos, con copas un candelabro y una flor que arrancó del jardín para horror del jardinero pelirrojo. Y comieron.

Por la tarde hubo una emotiva reunión con Yohei, Naoko, Toya y Kaho. Comieron el delicioso pastel que Naoko había preparado y fueron testigos de los primeros intentos de Aya para ponerse de pie, Hanamichi no cabía en si de orgullo.

De ese modo parecía que esa tormenta de verano se había llevado sus problemas más grandes. Dándoles por fin tres semanas de relativa calma.

Hanamichi se lo pasaba pipa haciendo de camarero en la playa y de vez en cuando Kaede pasaba el día con él, observando enfurruñado como todas las chicas y algún que otro chico andaba loco babeando por su prometido, medio desnudo, sirviendo-les copas alegremente haciendo como si no notara para nada esas miradas descaradas. Lo que más divertía a Hanamichi de todo ello eran precisamente los celos de Kaede que invariablemente se convertían en unas ansias desbordadas por poseer-le, de las que él muy poco inocentemente se aprovechaba por la noche, una vez Aya ya dormía en su cuna.

Aya seguía creciendo sana y feliz, colmada de atenciones tanto por parte de Hanamichi que efusivamente la mimaba hasta la saciedad, como por parte de Kaede, que mucho más discretamente vivía pendiente de todos y cada uno de sus movimientos, la vestía, lavaba y le daba de comer con la mayor de las admiraciones, al ver como cada día la niña aprendía una cosa nueva. Esperaba que de un momento a otro los intentos por ponerse de pie de la pequeña darían sus frutos. Finalmente los primeros pasos los dio un domingo de finales de Agosto agarrada a la pata de una silla del jardín dio dos pasos titubeantes hasta él gritando contenta "De-de, de-de" antes de caer de culo al suelo.

-Hanamichi, pronto la ropa que tenemos no le cabrá, ha crecido mucho -comentó Kaede sin despegar el ojo de la niña.

-Sí, hace días que lo pienso. Y además vamos a necesitar ropa de invierno, porque la del año pasado no le va a caber. Pensaba que quizá Kaho nos pueda llevar al centro el martes que viene.

-Luego la llamaré.

-¿Has hablado con Toya?

-No -dijo Kaede.

-Kaede, sé que su padre no reaccionó muy bien el otro día pero no creo que él haga lo mismo.

Kaede no contestó.


El martes siguiente, día libre de Hanamichi, Kaho les acompañó al centro y los tres se divirtieron eligiendo ropa para la niña. Hanamichi se enamoró de un vestidito amarillo con unos lacitos y se lo compró, Kaede surtió el armario de la niña de ropa deportiva como la suya pero en miniatura y Kaho mas racional se limitó a conjuntos calientes y resistentes para ir a la guardería.

A la hora de comer estaban contentos como si todo lo que habían comprado fuera para ellos. Comieron un bocata en una de las terrazas del centro comercial, aprovechando el claro día de agosto, que gracias al viento no se notaba nada caluroso.

Por la tarde, aprovechando que estaban en el centro comercial y que tenían transporte para volver a casa, por lo que podían cargarse de bolsas, también Kaede y Hanamichi quisieron comprarse un par de cosas para el otoño e invierno. Al salir de la tienda de deportes, ambos con dos nuevos chándales para ir a entrenar al parque los fines de semana, Kaede con una cinta nueva para el brazo y Hanamichi con una camiseta nueva, pasaron de nuevo por la tienda de ropa de la dependienta chismosa.

En el escaparate había ya las primeras prendas otoño invierno, entre ellas un pantalón marrón de pana que a Hanamichi le entusiasmó. Así que quiso entrar. Kaede nunca le había contado lo que le había ocurrido ese día de compras de principios de verano y al reconocer la tienda él y Kaho se miraron de reojo. Hanamichi entró a la tienda riendo empujando el cochecito de su hermana, ajeno a la cara de Kaede.

La dependienta como las otras veces se acercó rápidamente con la típica pregunta de '¿puedo ayudarle en algo señor?'. Hanamichi muy contento le dijo que sí que quería probarse los pantalones de pana marrones del escaparate y ella muy puesta le dijo que ahora mismo se los traía.

Mientras ella los buscaba Kaede y Kaho entraron a la tienda sin decir nada. Hanamichi seguía hablando por los codos, como de costumbre.

-…además esos pantalones me irán de perlas con el jersey naranja, seré la sensación ya lo verás.

-Aquí los tiene… vaya que alegría verles de nuevo -dijo la chica al reconocer a Kaho y Kaede-. ¿Quieren mirar alguna cosa?

-Nada más de momento -contestó Kaho dando por entendido que iban todos juntos.

Hanamichi se sorprendió de la respuesta de Kaho y fue entonces que se dio cuenta que algo ocurría, al ver la cara de Kaede.

-¿Los probadores? -Le preguntó a la chica que le señaló al fondo de la tienda-. Toma ahora salgo -le dijo a Kaede alargándole el cochecito y marchándose hacia los probadores.

Ya desde dentro, mientras se quitaba los shorts para probarse la prenda de otoño invierno oyó como la dependienta seguía intentando hacerles hablar.

-Como ha crecido la niña, está preciosa.

-Sí que es preciosa -oyó a Kaho contestarle con una voz extraña.

-Es que los hijos ya lo dicen que crecen más deprisa de lo que nos gustaría.

-Sí que lo dicen. ¿Qué edad tienen sus hijos? -Le preguntó Kaho otra vez con ese tono de voz entre impertinente y burleta tan poco común en ella.

-¡No! -Rió la chica-. Yo soy muy joven para tener hijos todavía.

En ese momento Hanamichi salió del probador. Realmente otro cosa quizá no, pero la ropa de esa tienda era espectacular. Le quedaba como un guante.

-¿Qué os parece? -Dijo mirándose críticamente en el espejo.

Kaede no dijo nada para evitar decir una vulgaridad, pero a Hanamichi no le hizo falta más que su mirada para saber que los pantalones eran lo que andaba buscando. Kaho le dijo:

-Cariño, estás estupendo.

-Es que SOY estupendo -dijo teatralmente contento por los halagos.

-Muchacho parecen que ni hechos a medida -comentó sorprendida la chica, que al haber entrado el Kaede justo después que él a primera vista no le había prestado mucha atención.

Kaede intentando huir de los posibles comentarios o preguntas de la chica se encaminó a los vestidores para pedirle a Hanamichi que se diera prisa. Pero vio una camisa en un colgador que le gustó para el pelirrojo y la cogió. Ya que estaban…

-No te desnudes, pruébate esta -le dijo entreabriendo la cortina del cambiador para darle la camisa.

-¡Kaede! -Le regañó por abrir la cortina sin avisarle.

-No grites que sólo te he visto yo -dijo Kaede fastidiado.

Hanamichi se abrochó de nuevo el pantalón y se probó la camisa que Kaede le había traído.

Al salir del probador una leve inclinación de cabeza del moreno le dijo que la camisa le sentaba estupendamente. Kaho y la dependienta se lo confirmaron con nuevos halagos.

Cuando se metió de nuevo al probador para vestirse de nuevo con su ropa, él y Kaede, que seguía observándole por la cortina medio abierta, oyeron como la dependienta le comentaba a Kaho…

-Realmente hay que ver lo bien acompañada que va siempre -le decía con total desfachatez.

-Sí no puedo quejarme -dijo Kaho incomoda.

-Tendrá que decirme de dónde saca a acompañantes tan guapos, a ver si también tengo suerte -comentó riendo la dependienta.

Kaho harta del chismorreo de la chica le respondió sin morderse la lengua.

-La verdad es que cuando les recogí de la calle hace un año no nuca pensé que acabaríamos así.

-¿Cómo que les recogió de la calle? -Inquirió la chica sorprendida.

-Pues eso mujer, no tenían dónde vivir y les di un hogar. Aunque no crea al principio no estaba muy segura de si podrían llegara a convivir, como son tan…, como decirlo, briosos, pero poco a poco se han ido acostumbrando.

-Ah -susurró la chica que no podía creer lo que oía, básicamente porque las información a medias que le daba Kaho solo hacía que confundirla.

Hanamichi casi se atraganta al oír ese comentario. Cuando se recuperó e iba a salir a recriminarle a Kaho que andara contando que les recogió de la calle como quien recoge un perro abandonado, se encontró que Kaede entró al vestidor y le tapó la boca con la mano a la vez que lo acorralaba contra la pared.

-¡Shhhhh!

-¡Mmmm! -Intentó hablar Hanamichi pero obviamente no pudo.

Kaho seguía hablando para asombro de todos.

-En realidad prefiero que sean más jóvenes, pero la vida es así, y una vez los había conocido ya no pude deshacerme de ellos. Hanamichi es tan vital y Kaede me recuerda tanto a mi hermano.

-No hagas ni caso, me oyes. Luego te explico de qué va todo. Te suelto pero no grites -le susurró Kaede ya dentro del probador. Hanamichi hizo que sí con la cabeza. Kaede le apartó la mano de la boca pero no la del estómago.

-¿De que coño va eso de que nos recogió de la calle? -Susurró indignado.

Mientras Kaede le contaba lo que había ocurrido las veces anteriores Kaho siguió hablando, sonriendo más como más cara de escándalo ponía la dependienta.

-Y a pesar de que al principio no se soportaban, son muy competitivos y siempre quieren ser los mejores en lo que hacen pero cuando las rivalidades se convirtieron en complicidad ya todo fue sobre ruedas, más o menos desde que nació Aya. Y ya ves ahora somos como una familia.

En ese momento le sonó el móvil.

-Hola Toya cariño…, si estamos arriba en la segunda planta comprando ropa para Hana…, si bueno la ropa de la niña la compramos por la mañana, Hana se ha encaprichado de unos pantalones y ya ves…. de acuerdo, me parece perfecto, luego se lo comentamos…, ok pues sube…, ok…, en cinco minutos nos vemos…

La mirada de la chica era clara, la curiosidad por saber quien era el otro chico al que había llamado cariño le estaba matando.

-Mi prometido que acaba de llegar al centro comercial.

-¿Se casa?

-Sí, así es.

-¿Con otro?

-Sí claro. ¿Con quien quiere que me case?

-Con el padre de la niña ¿no?

-Pero si el padre de Aya está en la cárcel.

-No entiendo nada. ¿Pero el padre no era el joven moreno?

-No, el padre, que ya no es su padre porque renunció a la paternidad, está en prisión y ahora quien tiene la custodia es Hanamichi, el pelirrojo.

-Ah -la chica no entendía nada.

En el cambiador Hanamichi no podía creer lo que Kaede le había contado ni la conversación que se oía afuera.

-¿Cree qué tú y yo somos unos…? -Le dijo con un murmullo entre indignado e incrédulo.

-¿Qué pasa, acaso no crees que pagarían para estar con nosotros? -Le murmuró el moreno acercándose al pecho desnudo dónde colocó la mano firmemente aguantándolo contra la pared del vestidor, ayudado por la otra mano en el estómago.

-Kae -suspiró como una queja por ese acercamiento que no podía ni quería evitar.

A fuera la chismosa dependienta seguía queriendo llegar al fondo del asunto.

-¿Y su prometido sabe… es decir les conoce? -Dijo con una mirada reprobatoria a la zona de probadores donde estaban Kaede y Hanamichi besándose apasionadamente, por suerte para ella no lo veía, porque sino creo que se habría desmayado.

-Claro que sí. ¿Por qué no tendrían que conocerse? A la que apenas ha visto Toya es a Aya, como casi siempre que nos vemos es de noche, ella ya duerme.

-¿Y ya está segura de casarse?

-Absolutamente y más ahora que estoy embarazada de Toya. Tener hijos antes de todo el papeleo es muy incomodo y acaba llevando problemas. Pero no les diga nada a los chicos de mi estado ¿eh? que todavía no lo saben. Es una sorpresa.

-Menuda sorpresa -dijo llegando al límite de lo que su mente retorcida hubiera podido imaginar.

-Tendremos que casarnos pronto, antes de que se me empiece a notar. Es curiosa la vida. Toya me recogió a mí de la calle cuando era casi una niña y luego yo hice lo mismo con los chicos, y ahora me caso con Toya con quien voy a tener un bebé tan precioso como Aya.

Toda esta parte de la conversación los chicos no la oyeron, estaban demasiado entretenidos besándose. Por un momento se habían olvidado de donde estaban y de quien estaba a fuera esperándoles.

En un instante en que Kaede se separó para verle a los ojos y recuperar un poco la respiración oyeron un leve carraspeo. Sorprendidos miraron hacia fuera a través de la cortina entreabierta y vieron a Kaho mirarles con una leve sonrisa:

-Chicos la dependienta dice que tiene que cerrar. ¿Podéis daros un poco de prisa ahí dentro?

Kaede salió como si no ocurriera nada, dejando a Hanamichi medio muerto de vergüenza en el cambiador pensando que ahora esa mujer no solo creería de él que era un puto cualquiera que estaba como segundón con una mujer mayor que él por el dinero, sino que encima también estaba liado con Kaede. Bueno no que esto último no fuera cierto ¿verdad? Pero expresado así sonaba como algo muy poco… decente.

Pero mientras se sacaba la camisa pensó que si esa mujer entrometida quería creer lo que no era, no era problema suyo, él no tenía porqué avergonzarse de su situación. Era ella la que se había estado metiendo con ellos sin motivo. Porque estaba seguro que Kaede nunca le dio motivos para pensar que era el puto de nadie y desde luego él no lo había hecho.

Sin saber muy bien como reaccionar salió vestido con su ropa de verano y con los pantalones de pana y la camisa de manga larga colgados del brazo.

-Me los quedo -dijo con una leve sonrisa a la chica. Pero esta vez ella no le miró con admiración como antes, su mirada bailaba de uno a otro con el ceño fruncido y con un leve movimiento de cabeza. Parecía alterada y un leve sonrojo adornaba su delgada cara.

-Acaba de llamar Toya, dice que acaba de llegar, ha dejado el coche abajo y que ahora sube. Voy a fuera para que me vea- les dijo Kaho antes de salir de la tienda empujando el cochecito de Aya.

-¿Como van a pagar? -preguntó la chica como si estuviera incomoda.

-En efectivo, gracias -dijo Hanamichi.

Cuando ya se iban la chica les detuvo.

-Perdonen, sé que no es de mi incumbencia pero no tienen porque seguir en esta situación, si ustedes quisieran podrían deshacerse de ella. He visto como les trata y no me parece justo que…

-¿Perdone? -Dijo Hanamichi sin poder creer lo que oía.

-Sois muy jóvenes, podrías estar haciendo algo mejor que estar con ella. No sé que os habrá prometido pero no era verdad, estoy segura, el dinero que os pueda dar no compensa que sacrifiquéis vuestra dignidad y vuestro cuerpo de este modo.

-Tienes usted razón -dijo Kaede muy serio cortando su palabrería. Los ojos de la chica se encendieron por un momento, así como los de Hanamichi se abrieron de golpe-. Gracias por preocuparse pero como ha dicho antes no es de su incumbencia.

Y Kaede tomó las bolsas del suelo y salió de la tienda dejando a una chica rabiando y a Hanamichi mirándole sin acabar de entender qué había ocurrido en esa tienda.

A fuera Kaho estaba abrazando a Toya y Kaede le daba el chupete a Aya cuando Hanamichi llegó a ellos. La escena le pareció tan entrañable que les sacó una foto a todos mientras la chismosa dependienta les observaba escandalizada y enfadada por haber sido tratada de ese modo por los dos jóvenes.

Toya fue puesto al corriente de toda la historia de esa tienda y su chismosa dependienta mientras tomaban un helado en una terraza del centro comercial.

-No deberías haber dicho todo aquello -dijo Toya con reprobación mirando a Kaho.

-Ella se lo buscó. Además no le he mentido en ningún momento.

-Sí claro pero ahora cree que yo y Kaede somos tus esclavos sexuales o algo por el estilo -se quejó Hanamichi enfurruñado porque tenía problemas para que su helado triple de chocolate no se le deshiciera a mayor velocidad de la que podía comérselo.

-No, eso ya lo creía la primera vez que me vio -dijo Kaede comiendo tranquilamente su helado de limón observando divertido como Hanamichi intentaba no mancharse con el suyo que ya empezaba a gotear por debajo.

-Pero no hacia falta fortalecer esa impresión -siguió enfurruñado el pelirrojo.

-Pero si yo le he dicho que ahora éramos una familia -dijo sonriendo la chica, que con la cuchara de su copa rescató un trozo del helado de Hanamichi a punto de caer del cucurucho y se lo llevó a la boca con deleite ante el horror del dueño del chocolate.

-¡Ya! y que nos recogiste de la calle y vete tu a saber que más que no hemos oído desde el cambiador -dijo indignado Hanamichi, más por el trozo de helado que le acababa de coger que por lo ocurrido en la tienda.

-Si no me habéis oído no ha sido porque yo hablara más bajito precisamente -comentó ella como si nada llevándose a la boca una nueva cucharada de su helado de nata-nueces.

Ni Hanamichi ni Kaede dijeron nada al respecto y allí acabó la discusión.

Pasearon un rato más por el centro comercial, la conversación entre los cuatro saltaba de un tema a otro, básicamente conducida por Kaho y Hanamichi, aunque Toya también intervenía y Kaede mayormente les escuchaba aunque también decía la suya.

Realmente, pensaban sobretodo Kaede y Hanamichi, estar todos juntos era como volver a tener una familia.

Por la noche Kaho y Toya les convencieron para ir a cenar con ellos. Les llevaron a un restaurante de comida tradicional del centro de la ciudad, pequeño y elegante. Hanamichi no había estado nunca en uno de ellos ni Kaede tampoco. Quedaron gratamente sorprendidos por el agradable trato, la intimidad de los reservados y la buena comida.

La hora de los postres fue hora de dar noticias. Kaho y Toya les hicieron saber que la boda sería en Noviembre y que si todo iba bien para Abril serían papás.

Tras festejar las buenas noticias Kaede se decidió y finalmente les contó a Toya y Kaho su decisión respecto a la compañía de imanes.

Días atrás, asesorado por el abogado y con la ayuda de Hanamichi, se había decidido y matriculado a la carrera de economía en vez de la de periodismo y tenía intención de acabar la carrera antes de decidir nada más acerca de ese cincuenta y uno por ciento de las acciones que le pertenecían. Había hecho saber a la junta de la empresa la existencia del testamento y su voluntad de que ellos siguieran en el cargo por el momento. El abogado había preparado todo lo necesario para que las acciones quedaran congeladas hasta nuevo aviso. Era una situación temporal que lógicamente no había gustado nada al padre de Toya ni a la junta, pero dadas las circunstancias no era una mala solución, Kaede les confeso que en este momento no se veía en condiciones de decidir nada más definitivo. Finalmente Toya se lo tomó con bastante serenidad, no como su padre, y Kaho coincidió con él en que era una buena solución por el momento.


Por las mañanas Kaede y Hanamichi no habían dejado de ir temprano al parque para practicar juntos en la pequeña cancha. Poco a poco ambos habían vuelto a recuperar su condición física y pronto los entrenamientos de una hora no conseguían dejarles cansados.

Una mañana Kaede vio como a lo lejos desde detrás de unos arbustos alguien les observaba. No dijo nada pero ese día cuando Hanamichi se marchó a la playa él volvió al parque con la certeza de que seguiría allí.

Después de acomodar a la pequeña bajo un árbol, protegida del sol, caminó hasta el centro de la cancha dónde Akira Sendoh le observaba sin decir nada.

Sin cruzar una sola palabra, a pesar que hacía casi un año que no se veían, Akira le lanzó el balón y empezaron a jugar como tantas otras veces habían hecho. Pero esta vez en absoluto silencio.

Jugaron por más de hora y media.

-Tengo que irme -fueron las primeras palabras que Kaede le dijo al moreno que seguía observándole sin decir nada con la pelota en las manos.

La tensión entre ellos era evidente. Desde la noche en que Kaede había intentado huir de lo que sentía por Hanamichi y había acabado en brazos de Akira no habían vuelto a verse apenas y no volvieron a dirigirse la palabra. Kaede recordaba avergonzado como sólo la integridad del chico que tenía delante había impedido que hiciera una locura. Intuía lo que Akira sentía en aquel momento y le apenaba no corresponderle, pues sabía que era buena persona. Quizá en otras circunstancias, en otra vida, todo habría sido distinto.

Antes que Kaede se fuera Akira logró gesticular lo que le había carcomido por dentro des de que supo que Kaede estaba enamorado de Hanamichi:

-¿Si no le hubieras conocido antes que a mí…? -Akira pronunció casi como un murmullo aquellas palabras que le dolían porque sabía ciertas.

-¿Importa? -Kaede no quería hacerle daño y se sentía violento al hablar de eso con él.

-A mí sí -dijo Akira. Había pasado un año muy extraño en la universidad, intentando olvidar al frío moreno un año menor que él, que parecía haberse adueñado de todos sus pensamientos. Los últimos meses creía que lo había logrado, ahora sabía que no.

-No lo sé -contestó francamente Kaede-. Es posible.

Akira lo sabía antes que respondiera. Quizá lo que necesitaba para olvidar era aceptar de una vez lo que sabía hacía tanto y nunca quiso afrontar, que había tenido la batalla perdida desde antes de empezar. Pero era difícil aceptarlo con deportividad, incluso si Kaede se lo decía con esa mirada de tristeza de quien sabe que no puede ayudar en nada aun queriendo.

-Pero le conociste a él primero -dijo más para si mismo Akira que para Kaede.

-Exacto -Kaede no sabía como responderle para no hacerle daño.

-Y no tengo ninguna esperanza de que cambies de opinión -afirmó más que preguntó.

-No.

Akira lo sabía perfectamente pero no por eso dolía menos.

-Lo sospechaba. No creo que podamos ser solo amigos -dijo serenamente. Había perdido y era hora de aceptarlo y retirarse.

-No.

-No te preocupes no volveré por aquí, a decir verdad me queda bastante lejos de casa, venía solo para verte, pero ya no tiene sentido hacerlo. No te volveré a molestar.

-Nos veremos en las canchas -le dijo Kaede.

-Eso espero -contestó Akira antes de irse.

Kaede le vio irse calle arriba y deseó con todas sus fuerzas que encontrara pronto a alguien que pudiera darle todo el amor que merecía. Sentía una tristeza extraña, como si con esa despedida hubiera perdido algo, la oportunidad de tener a un muy buen amigo quizá.


En unos días hubo los festivales de verano. Esa semana, después del trabajo, Hanamichi corría a casa para cambiarse y recoger a Kaede y a Aya para volver a la zona entre la playa y el templo dónde se había instalado la feria.

Kaede, con su traje nuevo, causó sensación y Hanamichi supo por primera vez lo que eran los celos. Cuando Kaede se dio cuenta que Hanamichi se ponía celoso de todos cuantos le miraban se aprovechó de ello con una sonrisa socarrona debajo ala nariz.

'Ahora sabrá como me siento yo cada vez que se saca la camiseta en ese chiringuito atestado de locas hormonales y predadoras' pensó maliciosamente. Mientras a posta devolvía miradas a los que pasaban por su lado embobados, intentando no reír de la cara de Hanamichi.

-No rías Kitsune, a mí no me hace gracia. Todas estas chicas han estado a punto de echarse encima de ti y algún que otro chico también. A mí no me hace gracia.

-A mí sí -dijo Kaede dejando que Aya lamiera su manzana acaramelada.

-¿Con qué derecho se creen para quedarse viéndote así, como si fueras un solomillo o algo que pudieran devorar?

-¿Qué es lo que quieres devorar? -Dijo una voz familiar detrás del pelirrojo.

-¡Yohei! -Exclamó antes de abrazarle efusivamente-. ¡Míralo! -Dijo señalando a Kaede-. ¿Tú crees que es normal que salga vestido así a la calle?

-Pues yo le encuentro guapísimo -comentó Naoko saludando a Kaede con una sonrisa.

-Pues de eso me quejo -exclamó el pelirrojo-. Desde que hemos salido de casa que no paran de decirle cosas y le miran como si le fueran a comer…

-¿Estas celoso Torpe?

-¡No! Estoy…

-Estás celoso Hanamichi reconócelo -rió Yohei.

-Sí, eso, tú anímale -dijo enfadado el pelirrojo. Los otros tres rieron del comportamiento infantil de Hanamichi. Y éste se sentó en un banco un poco alejado haciendo morros. Noko y Yohei se despidieron de Kaede, con la promesa de verse más tarde para los fuegos artificiales. Entonces Kaede se fue a sentar al lado de Hanamichi.

-¿Por qué te preocupa tanto que me miren?

-Déjame en paz, zorro exhibicionista.

-No es divertido ver como la persona que quieres se exhibe delante de todos como un pavo real ¿verdad?

-NO -dijo enfurruñado Hanamichi.

-Pues acuérdate de eso el próximo día en la playa antes de hacer tu numerito de sacarte la camiseta.

-¿Y qué quieres que haga que me muera de calor? Además a ti también te gusta cuando me saco la camiseta.

-Sí, pero tú no lo haces por mí, tú buscas que te miren todos.

-Igual que tú esta noche zorro -le reprochó.

-Sólo quería que te dieras cuenta. A partir de ahora sólo quiero que me mires tú -le dijo poniéndose en plan seductor.

-Pues ya me dirás como vas a conseguirlo vestido así.

-¿Vas a darme la oportunidad de mostrártelo, Torpe, o quieres que pasemos el resto de a noche aquí sentados perdiéndonos el festival?

Se levantaron y siguieron paseando por la noche fresca de una parada a la otra.

En la parada del tiro al blanco Hanamichi quiso hacer puntería. Tras el tercer tiro fallido Kaede le dijo:

-Espera, vuelve a intentarlo de nuevo -y se colocó detrás de él. Le ayudó a colocarse bien el rifle y pegado a su cuerpo le susurró al oído-. dispara ahora.

El disparo dio de lleno en el blanco. Ganaron un premio, un peluche verde con forma de rana que fue a parar en manos de Aya.

Poco a poco, a lo largo de la noche Hanamichi se dio cuenta que Kaede había dejado de prestar atención al montón de gente que se quedaba mirándole al pasar, el moreno sólo le prestaba atención a él y a la niña. Seguía andando igual, seguía provocándole con leves gestos al comer la manzana caramelizada, seguía mirándole de reojo sonriendo levemente al encontrarse sus miradas, pero algo había cambiado. Ahora Kaede hacía todo sólo para él y no para los demás, a pesar de que los gestos eran los mismos.

Hanamichi notó como ahora el que se inflaba como un pavo real era él, por ir acompañado por el chico más guapo de la noche. Era puro orgullo lo que sentía, los celos habían desaparecido, aunque la gente seguía mirándoles con hambre, a ambos.


Y así, con relativa calma, llegó el último día de Agosto.

Hanamichi tenía que despedirse de Sayuri, de quien se había echo muy amigo. Esa tarde al cerrar el chiringuito por última vez ese verano la chica les convenció para que cenaran con ella. Kaede, a pesar que los últimos días se había sentido nervioso por la inminente llegada del nuevo curso, también se lo pasó bien esa noche. Sayuri le había acabado agradando bastante y el hecho que no juzgara su relación hacía su compañía ciertamente agradable y distendida.

Ella por su parte, que poco a poco había ido conociendo su historia, siendo una romántica como era los encontraba terriblemente tiernos a pesar de la postura aparentemente fría de Kaede y de los continuos gritos de Hanamichi. Antes de despedirse, haciéndole prometer a Hanamichi que volvería a ayudarle el verano siguiente (no le costó mucho la verdad), le dijo al pelirrojo:

-Hanamichi por fin alguien parece interesado en el anuncio que pusiste para alquilar tu casa. Ayer cuando ya te habías ido un hombre que tomaba un granizado se fijó en el cartel.

-¿Un hombre? -Preguntó él.

-Sí era de mediana edad, un turista de Okinawa. Me dijo que el año que viene su hija empezaba la universidad aquí en Kanagawa y estaba aprovechando las vacaciones para buscarle alojamiento, pero que nada de lo que había visto hasta ahora le había gustado. Y le pareció interesante tu oferta.

-¿Era japonés o americano? -Preguntó receloso Hanamichi.

-Lo cierto es que era un militar americano, un coronel, pero parecía buena persona y…

-No pienso dejar vivir en mi casa la hija de un militar americano -dijo de repente Hanamichi.

-¿Torpe? -Dijo sin acabase de creer lo que había oído.

-No, Kitsune, no pienso dejar que semejante escoria humana…

¡Plaf!

Kaede le giró la cara de un bofetón. Sayuri quedó sin habla.

-¡.¿Se puede saber que coño te pasa ahora maldito Rukawa?.! -Exclamó sobándose la mejilla roja Hanamichi.

-No vuelvas a hablar así de alguien que no conoces delante de mí -exclamó en su peor tono de amenaza.

-¿No me dirás que te parece bien que todavía haya bases militares americanas en Okinawa? -Sin entender a qué había venido el bofetón.

-No. Pero me asquean los prejuicios.

-¿Qué prejuicios?. ¿De qué cojones hablas? -Dijo ya sulfurado Hanamichi.

-De ti idiota. De que no puedes juzgar a nadie sin conocerle siquiera. No demuestras ser mucho mejor que los que hace poco me llamaban abominación humana solo por no negar que te quería. ¿sabes?

-Eso es distinto. Esos retardados, analfabetos, hijos de perra eran unos homo-fóbicos asquerosos que… ¿pero qué coño te pasa?. ¡Yo no soy como ellos, Kitsune, tú lo sabes!

-Eres tú quien ha llamado escoria humana a un hombre que solo intenta ayudar a su hija a encontrar alojamiento y solo por ser americano. Eso es racismo cariño y lo considero al mismo nivel que la homo-fobia. Y tú también deberías.

Ese 'cariño' iba en un tono tan despectivo que a Hanamichi le dolió más que cualquier bofetada que pudiera darle.

-¿Cariño?. ¿Quién te crees que eres para tratarme como si fuera uno cualquiera?

-Precisamente porque tú no eres para mí un cualquiera Hanamichi me jode tanto oírte hablar así.

-Chicos calmaos -intentó decir Sayuri que a pesar de haber pasado todo el verano con ellos no acababa de acostumbrarse a sus discusiones-. Kaede, Hanamichi lo dijo sin pensar -intentó disculpar al pelirrojo.

-Eso no le da derecho a…

-No, no se lo da, se ha equivocado y tienes razón, pero dale la oportunidad de admitir su error y…

-¡Eso! E intenta no acusarme de nazi o algo peor la próxima vez que abras la boca, ya solo te falta eso -dijo enfadado Hanamichi.

-¡Hanamichi! -Le riñó la chica.

Kaede no se dignó ni a contestar, ni siquiera le miró antes de dar media vuelta e irse andando calle arriba.

-¡Mierda! -Exclamó Hanamichi cuando fue consciente de lo que había dicho.

-Sí -dijo Sayuri-. Tendrás que pedirle disculpas por eso -dijo la chica mirando la calle ya bacía por la que Kaede se había marchado.

Ambos jóvenes quedaron en un incómodo silencio.

-¿Qué más te dijo ese hombre? -Preguntó el pelirrojo pasados unos minutos.

-Nada, que le gustaría hablar contigo, y que la descripción y precio del anuncio se ajustaba a lo que buscaba para su niña. Me pidió que te hiciera llegar su número de teléfono -dijo alargándole un papelito que decía con la letra redonda de Sayuri:

'Coronel Elliot: 555-23-66-57'

-¿Y por qué coño no llamó a casa?

-Bueno, también yo le pregunté eso, y me dijo que precisamente por ser americano ha tenido muchos problemas hasta ahora. Pobre hombre parecía abatido, se ve que todo el mundo tenía la misma reacción, al saber que era militar americano le cerraban la puerta en las narices. No quería otra discusión, al fin y al cabo está de vacaciones.

-Soy un idiota ¿verdad? -dijo lamentándose mirando la calle por dónde Kaede se había ido enfadado y con razón.

-Eres demasiado impulsivo a veces -le consoló ella-. Pero seguro que si se lo pides bien él te perdonará. Anda a buscarle -le dijo señalando con la cabeza por dónde Kaede se había ido.

-Eres un cielo Sayuri.

-Lo sé -dijo ella teatralmente antes de ponerse a reír con Hanamichi. Se abrazaron, prometieron llamarse durante el invierno y cada uno tomó un camino distinto.


Al llegar a casa Hanamichi no se sorprendió de encontrarla sin luz y en silencio. Era tarde, Aya hacía rato que dormía en el cochecito, la aparcó con cuidado en el salón después de comprobar que Kaede no estaba en él y cerró la puerta.

Luego instintivamente subió a la habitación. Esperaba encontrarle en la cama haciéndose el dormido, enfadado. Pero la cama estaba bacía, la habitación igual que cuando habían salido. Por la ventana se veía la luna brillando por encima de los tejados del barrio. Se acercó a la ventana para abrirla y dejara entrar el aire fresco de la noche.

Con un dejo de esperanza miró al jardín para ver si Kaede estaba allí, pero la hamaca dónde esperaba verlo tumbado mirando la luna y las estrellas estaba bacía y se mecía suavemente con la brisa de la última noche de Agosto.

Si Kaede no estaba en casa desde el jardín lo oiría llegar, pensó. Así que bajó y se tumbó en la hamaca a esperar.

Un perro no muy lejano empezó a aullar a la luna produciendo un conocido efecto en cadena. Pronto todos los perros del barrio estaban aullándole a la luna. Hanamichi se acomodó en la hamaca, estaba cansado. No quería dormirse en el jardín esperando, pero se le cerraban los ojos. Escuchaba los perros y la imagen de Kaede le venía a la mente. Era un lamento triste y triste es como le hacía sentir.

Finalmente se durmió.

Cuando despertó, estaba entumecido por el frío, los perros habían callado hacía rato y una nube había escondido la brillante luna menguante. Se incorporó intentando no temblar, pero un escalofrío le recorrió de la cabeza a los pies. Y entonces le vio. Una figura alta y delgada de pie en la puerta de la cocina mirándole, escondido en las sombras de la noche no dejaba ver su rostro, Kaede.

Abrazándose a si mismo para intentar hacerse pasar el frío Hanamichi se acercó a él.

-¿Qué hora es? -Preguntó con voz de dormido.

-Las dos -respondió neutro.

-Me dormí esperándote.

-Lo sé.

-Kaede, yo… lo siento. No quise decir lo que dije. Me alteré sin motivo y…

-Déjalo Hanamichi, vayamos a dormir, es muy tarde y mañana hay que madrugar.

Hanamichi no dijo nada, pero sentía que Kaede seguía enfadado con él y no le gustaba eso. Sin rechistar le siguió escaleras arriba hasta la habitación. Al pasar por delante de la habitación de la niña Hanamichi se acordó que la había dejado en el cochecito durmiendo en la sala.

-Voy a por Aya -dijo bajando de nuevo. Kaede no contestó. Siguió adelante hasta su habitación dónde se desvistió lentamente y se puso el pijama. Estaba en el baño cuando Hanamichi subió con la niña en brazos y ya estaba en la cama cuando el pelirrojo entró a la habitación. Tumbado dándole la espalda en su extremo de la cama.

Hanamichi se desvistió y también se metió en la cama. En el otro extremo.

Ambos de espaldas, ambos despiertos, callados y nerviosos, sin poder dormir ambos pensando en lo que habían hecho y dicho.

-¿Duermes? -Preguntaron a al vez pasados unos minutos.

Luego volvieron a callar.

-Kaede… sé que lo que he dicho no está bien, sé que seguramente el coronel Elliot sea buena persona, no era racismo lo que me ha impulsado a…

-Lo sé. Pero sonaba como tal.

-Lo sé. ¿Me perdonas? -Tuvo la necesidad de preguntar.

-Yo no tengo nada que perdonarte Hanamichi. Eres tú quien se ha de perdonar, tú y ese hombre.

Hanamichi se sintió un poco aliviado, sabía que se había equivocado al prejuzgar a ese hombre por el trabajo que hacía y por ser americano, era consciente de que uno de sus mayores defectos era dejarse llevar por el momento sin pensar en las consecuencias, pero a pesar de que era algo que hacía a veces, ser consciente de tus defectos te ayuda a mejorarlos o evitarlos, como mínimo creía estar mejorado en ello.

-Sayuri me ha dado su teléfono, mañana le llamaré para enseñarle la casa. Si le gusta y su hija parece alguien responsable lo mejor es aceptar. A alguien se la tengo que alquilar y no creo que por mucho que espere aparezca el inquilino perfecto… -dijo un poco menos tenso Hanamichi girándose para tumbarse de espaldas a la cama viendo al techo.

-Hanamichi… -le cortó Kaede con un hilo de voz.

-¿Sí? -Dijo también en un susurro Hanamichi.

-Yo también lo siento -murmuró Kaede que seguía acurrucado al borde de la cama.

-Lo sé. No te preocupes Kitsune, todos decimos cosas que no siempre sentimos cuando estamos enfadados -le dijo girándose y acercándose a su espalda para abrazarle. Con la cabeza en el hueco de su cuello le susurró-. Kaede, no te preocupes por lo que pueda pasar mañana. Lo que pasaste en el instituto no se va a repetir.

La piel de Kaede se erizó al oír de los labios de Hanamichi lo que tanto le había preocupado los últimos días, lo que lo tenía angustiado y por lo que había reaccionado tan mal con él. No quería volver a tener que someterse al odio de nadie, no quería ser juzgado y condenado por sus gustos. No de nuevo. Lo había pasado francamente mal durante el invierno anterior, a pesar de Yohei y del apoyo del equipo. Pero siempre le quedó la duda de si le habrían ayudado de no haber sido él el mejor jugador, ya que sin Hanamichi el equipo le necesitaba más que nunca. ¿Era eso lo que había motivado que le toleraran? Era una pregunta que no se sacaba de la cabeza, aunque quería creer que era realmente amistad y respeto, pero en momentos como este era difícil auto convencerse de algo así.

-Eso no lo sabes -susurró sintiéndose pequeño e indefenso, completamente seguro que fuera de esos brazos se vendría abajo.

-Para empezar en la universidad no nos conocerá nadie.

-Solo hace falta una persona que lo sepa y un solo día para que se extienda como la pólvora.

-Aunque se enteren no ocurrirá nada.

-Torpe, no sabes a lo que tenemos que enfrentarnos mañana. Tú no…

-Kaede basta -le dijo haciendo que se girara para poder verle la cara, se incorporó sobre su antebrazo para verle mejor y quedar cara a cara y luego le dijo muy convencido de ello:

-Esta vez será distinto, lo será -añadió al ver la mueca del moreno-. Kaede esta vez estaré contigo, estamos juntos en esto -Hanamichi buscó su mano debajo las sabanas y entrelazó los dedos con él-. No digo que vaya a ser fácil, sé que no lo será, pero en el equipo no tendremos problemas y eso nos va a ayudar.

-Eso no lo sabes -repitió, aunque esta vez menos seguro de lo que decía.

-Sí que lo sé. Porque nos necesitan. Ellos saben que con nosotros, por fin, tienen posibilidades de ganar el campeonato universitario, tú lo sabes; Y lo ganaremos, te lo prometí. Y al resto de novatos ya se lo enseñaremos -dijo con ese tono de superioridad tan característico de él-. No sé si será por amistad o por necesidad Kitsune, sobretodo al principio, pero van a respetarnos eso te lo aseguro.

-Tengo miedo -confesó en un hilo de voz.

-Lo sé. Pero no podrán separarnos. Nadie podrá, tanto tú como yo siempre conseguimos lo que nos proponemos. ¿Y si nosotros mismos no hemos podido hacerlo cómo van a poder ellos?

-Idiota -dijo e hizo una media mueca de sonrisa. Y Hanamichi le besó dulcemente en la frente y luego sutilmente en los labios antes de volver a tumbarse a su lado, arropándole entre sus brazos.

Se quedaron así oyendo su respiración, el rítmico latir de sus corazones cada vez más lento, dejando que los envolviera la noche en un placido sueño de cálidos colores que llenaba de posibilidades un futuro que ya había empezado a transcurrir.

FIN

Grissina
Sant Vicenç de Castellet
Maig 2006

….

Grissina: Esta vez sí. Después de 33 capítulos daré por terminado el "perderlo todo". T.T (snif!)

Espero que todas/os las/os lectoras/os hayáis disfrutado con la historia hasta el final tanto o más de lo que yo al escribirla.

Quiero agradecer todo el apoyo recibido por vuestra parte, todos los reviews que habéis dejado (y los que todavía no habéis dejado) valen su peso en oro.

Desde los de los habituales como los de Shadir presentes en casi todos los capis (en realidad solo me han faltado el 8 y el 11 XD ¡Eso es constancia!) a pesar de que siempre me llama mala en ellos (¬¬) yo se que me quiere XD y además le quiero agradecer muy especialmente (por ser la única en hacerlo) el esfuerzo por todas las correcciones hechas :P; los de Ran-k también desde el inicio de la historia con una constancia envidiable llenándome de una energía genial; Nian, los únicos reviews en defender al tensai a capa y espada si hacía falta XD (¡sabes que yo estoy contigo!) aunque conseguí que se indignara por el sufrimiento del zorro-feo (como tu lo llamas) hasta que Hanamichi volvió a pasarlo mal y el pobre-zorro volvió a ser el zorro-feo, XD; , a través de los que he sintonizado mucho con lo de expresar los miedos y en los que me dejó más de una vez uno de los mejores cumplidos que podíais hacerme: que la historia es creíble y realista, gracias; los reviews de Amary, los cuales no he podido responder por ser todos anónimos y que a pesar de ello han seguido apareciendo a lo largo de mi historia mostrando siempre un interés creciente (estos últimos capítulos me acordé de ti y de lo distintos reviews dónde pedías que los chicos se hablaran con mas sinceridad y se evitarían tantas peleas, así que Amary, aquí les tienes mucho más maduros, creo yo, aunque no puedo evitar que peleen, es inherente a su relación XD); NikieBlue, que a pesar de que estuvieron ausentes durante muchos capis, todos y cada uno de sus reviews son a la vez una mezcla inconfundible de simpatía, brevedad, y ocurrente contundencia; Khira, reviews siempre esperados "amb candeletes" con su sincera opinión, la cual valoro mucho puesto que escribe deliciosamente bien, y a través de los cuales a veces me parece tener cierta conexión telepática, XD; o los de HikaruItsu siempre con una palabra bonita para mi (y hay que reconocerlo, de los más expresivos después de un lemon :0); hasta los reviews de los que os habéis dejado ver solo de tanto en tanto como Miguel, Paty, FayeburningDeep, rukawa, Gaby, HanakuruChan, pauchan, Mashou No Fenshi, sin nombre, Calipso, puknut, Sehdin y Yours Truly (muchas de vosotras firmando como anónimos por lo que nunca os he podido dar las gracias -lo hago ahora, MUCHAS GRACIAS-). Pasando por todas/os las/os lectoras/os que habéis empezado a leerme más tarde y en algún momento habéis querido darme vuestra opinión, ya sea a medio camino como Elshita (jo se que algún dia l'acabaràs i llegiràs aquesta dedicatoria XD) o solo al final como miau que se leyó los 32 anteriores de sopetón X$ (¡.¡qué valor!.!).

Y a los que no me habéis dejado review (¿eh Aïda¡que jo se que has arribat fins aquí i encara no m'has dit res!) espero que os haya gustado y que a la próxima no os de tanta pereza escribir cuatro líneas si es que tenéis algo que decir. Siempre podéis dejarme ahora vuestra opinión ;D

Para terminar un último Gracias y espero saber de vosotros/as pronto en alguna otra historia (recordad que no solo escribo fanfics de slam, en fictionpress tengo intención de colgar los originales que voy acabando) (¡ala propaganda!) XD

Aunque sea el último… ¡no dejéis de dejar review! ;P