Todo este fic, esta hecho y dedicado especialmente a mi preciosa, mi pequeña Lágrima… por que tú fuiste el aliciente para hacerlo… si la musa me abandonó, entonces te tuve a ti… con amor…

Ninguno de los personajes es mío… solo los tomé prestados para las historias. Ninguno se ha quejado así que no me preocupa en lo absoluto… nadie salió lastimado durante las grabaciones de éstos capítulos…(MM tuvo un colapso, pero ya se siente mejor!)

HISTORIAS CORTAS SOBRE AMIGOS VERDADEROS.

EL PENDIENTE

Por más que se esforzaba no lograba idear nada.

La noche en vela, observando el cielo azul oscuro, surcado por algunas deshilachadas nubes, y una luna encerrada en su cerco luminoso presagiando cambios, no le había ayudado mucho.

Menos aún cuando inició la explosión artística del amanecer… todos esos tonos de rojo, naranja y dorado… que luego daban paso a un límpido cielo celeste, idéntico a los cabellos de…

No, nada de esto le estaba ayudando en lo más mínimo…

Máxime, cuando toda esa belleza le distraía continuamente.

Y ya solo faltaba una semana para la fatídica hora…

¿A quién, por todos los dioses, se le había ocurrido la brillante idea del intercambio Navideño?... por que a él, por capricho del destino, le había tocado el literal, practica, y dolorosamente perfecto… Shaka de Virgo.

Y por más que se comía el cerebro, no encontraba un regalo propicio para tan distintivo caballero. Por que para él, por ejemplo, alguna suerte de cuchillas, un suéter… o hasta una colcha nueva (por prosaico que esto suene) hubiese sido suficiente.

-¿Tu que opinas, Afrodita? –Pensó que era buena idea solicitar la ayuda al hombre mas bello del Santuario - ¿Qué sería bueno para él?

-Por Athena… no se me ocurre nada… digo, podría decirte que le gusta a casi todos nuestros compañeros… pero… ¿Shaka?

-Dioses – arrojó el otro, entre dientes – si no fuera tan… tan… "semi-divino"

-Creo que lo mejor que puedes hacer, sería investigarlo sutilmente –le dijo, pensativo el de cabellos celestes como el cielo- directo con él.

-Tienes razón. –así que el mortificado caballero salió en busca de su compañero de armas.

Lo encontró meditando, como siempre en su jardín, bajo sus sales gemelos.

¿Por qué tenía que ser tan perfecto?

Todo en él parecía hecho con deleite divino. Desde el brillo desigual del oro en cada fina hebra de sus largos cabellos… el delicado y expresivo arco de sus cejas…

Su magnífico, sereno rostro.

Si no lo admirara tanto (en secreto, claro), se hubiera sentido menos aturdido ante su visión, que con el sol de mediodía traspasando, afortunado, entre las hojas, le doraba suavemente la piel, casi haciéndolo parecer translúcido.

- ¿Qué ocurre, caballero? –La gentil y modulada voz del Guardián del templo de la Virgen, rompió con sus cavilaciones - ¿puedo serte útil?

- ¿Sabes, Shaka?... solo me preguntaba… a ti no te interesan las cosas materiales… ¿cierto?

-Cierto… creo que los objetos carecen de importancia cuando dejas tu ser físico… en los Jardines de Buda, nada es necesario…

-¿Absolutamente nada? –Preguntó el ahora completamente aturdido caballero- ¿nada hay en la tierra que desees?

-Debo preguntarte… ¿a que viene la pregunta? –Shaka parecía escrutarle a través de los párpados cerrados, incomodándolo – por que no es muy propio de ti…

- Nada… me intriga, eso es todo –"¡Demoniooos, ¿Por qué tiene que hacérmelo tan difícil?" – pero entiendo que no me contestes.

Para ese entonces, Virgo ya había leído, sin proponérselo, los pensamientos casi a gritos de su acompañante. Una sonrisa sincera se formó en sus labios, dejando al otro completamente pasmado.

-Te diré lo que realmente me importa… –dijo el rubio, con un gesto amable, mientras tomaba de un hombro a su amigo – lo único que realmente podría llevarme conmigo al Nirvana…

-Te escucho

- La única cosa en la tierra, que realmente valoro… es la amistad de ustedes, amigo mío… que hemos llegado a ser como hermanos… mientras protegemos los dominios de nuestra diosa… eso si planeo llevármelo conmigo…

Por si toda su anterior desesperación hubiese sido poca, helo aquí, al caballero mas duro y cruel de la orden Ateniense, viéndoselas con la reencarnación chiflada de Buda…

¿Cómo se llevaba la amistad al Nirvana?...

¿En caja?... ¡oh! ¡No! ¡Espera!... en un frasquito, con hoyos en la tapa… para que respire…

Ante las tremendamente histéricas ideas que iba recibiendo de la confundida mente del Cangrejo, el rubio se carcajeó audible y descaradamente, dejando al otro absolutamente fuera de sí.

-¿Se puede saber de que rayos te estas riendo?

- ¡Vamos! Querido Cangrejo… me has dado un momento de verdadera felicidad…

-¿A costa de mis costillas?

- Algo así…

Y mientras se alejaba, con el largo cabello ondeando deslumbrador bajo el peso de los rayos de Apolo, el Joven Virgo murmuraba algo sobre un frasquito, mientras seguía riéndose.

- ¡Vaya con el virgencito…! –Seguía rumiando su descontento, cuando Athena llegó en su ayuda - ¡Por la diosa!... ¡Eso es!

Así que, tras correr a su templo a tratar de poner sobre un papel su fabulosa idea, abandonó el Santuario para dirigirse a la ciudad. Si tenía suerte, podría tener el regalo listo para la fecha indicada.

Le costó casi un riñón y una córnea, mas la promesa de algún otro órgano de alguna de sus víctimas, eso, contemplando la enorme suma que pedía… pero el hombre tras el elegante mostrador lleno de lazos y cosas ridículamente costosas, accedió a tener el objeto a tiempo.

Y el día llegó, y el Caballero de la cuarta casa, el más despiadado de todos, salió corriendo nuevamente, cuando apenas abrían los negocios, para recoger y preparar el resto de su presente.

Y a la hora indicada, se reunieron los doce en el Santuario. Incluso Shion estaba ahí, feliz de la vida.

Era el momento de repartir los regalos.

Exclamaciones de júbilo, grititos felices por parte de Afrodita, un abrazo que casi mata a Dokho, proporcionado por un exultante Aldebarán… pero lo que se llevó la noche:

Shaka de Virgo, el imperturbable, sereno, perfecto Caballero, saltando sobre un pié, y lanzando una especie de grito ahogado, para salir despedido sobre el muy terriblemente asustado Máscara Mortal, para abrazarlo como si en ello se le fuese la vida, y besándolo en ambas mejillas, muy al estilo Camus.

Y llevaba entre sus manos un pendiente en oro blanco…

En su cara superior, grabada la imagen de un Buda sonriente, con un cangrejo en una mano, y un loto en la otra…

Al abrirlo, todo el borde decorado con los símbolos de los doce caballeros, y junto a ellos, un diminuto mechón de cabello correspondiente al Guardián del signo en cuestión… ¡incluyendo uno suyo!... rodeando uno más grande, de Athena Saori.

Todo esto unido a una cadena formada por exactamente 108 diminutas y lustrosas cuentas redondas.

Pero lo que le hizo saltar, venía a la espalda del adorno, para que quedara pegado con su piel:

"Una parte de nosotros, eternamente contigo… siempre hermanos…

MM del Signo de Cáncer

P.D. Recuerda llevártelo al Nirvana!"