Todo este fic, esta hecho y dedicado especialmente a mi preciosa, pequeña Lágrima… por que tú fuiste el aliciente para hacerlo… si la musa me abandonó, entonces te tuve a ti… con amor…

Un agradecimiento muy especial a Dama Arual, ya que ella, me hizo el honor de corregirme algunos detalles con lo de la "españolizada"... ups! Que no me salió nada bien que digamos!

Es una forma de agradecer y mostrar respeto a todos aquellos que me hacen el honor de leerme, en otras partes del mundo (de verdad que me hace muy feliz!)

Gracias Arual!

Ninguno de los personajes es mío… solo los tomé prestados para las historias. Ninguno se ha quejado así que no me preocupa en lo absoluto… nadie salió lastimado durante las grabaciones de éstos capítulos…

HISTORIAS CORTAS SOBRE AMIGOS VERDADEROS.

OTOÑO

El otoño había llegado, lento y ruidoso.

Si, ésta estación siempre es ruidosa… el suave y cantarino correr del viento entre las ramas de los árboles…

El leve crujir de las hojas al ser aplastadas por los pies felices de los niños, o de alguno que otro romántico de corazón, que pasaba sobre ellas por puro placer.

Y, si ponía atención, incluso podía escucharlas caer al suelo, con un diminuto estruendo… suena contraproducente… pero a sus oídos, así parecía.

Era su estación favorita… le agradaba el explosivo colorido de los bosques… como si, en espera de la siesta invernal, las plantas expusieran de golpe todos los oros, rojos y cobres que poseían.

La imagen se le antojaba sacada de alguna pintura de Van Gogh… no es que supiera mucho sobre él, pero entre los cuadros que se exponían en la mansión, había uno que le agradaba…

Aunque se percató de una fuerte presencia aproximándose hacia él, no apartó la vista de su cúpula rojiza… hasta que el hombre se tendió a su lado sobre la quebradiza alfombra, con sus brazos en su nuca, a modo de almohada.

- Me he dado cuenta que te gusta este lugar… -comentó el magnífico castaño de ojos verde oscuro, que ahora relampagueaban con la luz - a mi también me gusta…

- Era de imaginarse, viniendo de ti, Aioria de Leo –fue la respuesta del otro – siempre has sido un sentimental…

- En eso tienes razón, aunque lo hayas dicho en son de burla

- ¿Qué? –no había querido herirlo -¡OH! No… no era mi intención…

-Despreocúpate… al fin de cuentas, nunca hemos sido los mejores amigos… ¿verdad?

- No… pero aún así… no era mi intención decirlo de ese modo… quise decir… que tu siempre has sido así… desde que éramos niños…

- Lo sé, caballero… -el castaño sonrió a su compañero- supongo que por más que intenté hacerme el duro y eso… solamente no iba conmigo…

- No te hace falta –se sorprendió a sí mismo diciéndolo – quiero decir… tu personalidad es lo que te hace fuerte, por eso eres un caballero dorado…

- Pues… gracias… por que eso viniendo de ti… cabra… es más que un halago –leo sonreía con los ojos y con los labios - ¿Debo disculparme entonces, por mi vergonzoso comportamiento de la antigüedad?

- ¿A que te refieres? –peguntó el de ojos violeta oscuro

- Ya lo sabes –Aioria se sonrojó profusamente – no me hagas repetirlo…

- Nop… no lo sé –Ahora la cabra se divertía ampliamente – tendrás que ubicarme…

- ¡Vamos! –el león, orgulloso por naturaleza, se debatía entre lo tenía que hacer, y lo que estaba dispuesto a hacer - ¿de verdad no sabes de que hablo?

- Ya te lo dije…

- ¡Bah!... ¡olvídalo!

-Como tu quieras –pero el caballero de la décima casa se sentía satisfecho, muy, muy satisfecho.

A pesar del pequeño desaguisado, ambos permanecieron acostados uno junto al otro, curiosamente cómodos con sus mutuas presencias, y observando el caleidoscopio arbóreo provocado por un sol cayendo a plomo.

Aunque por momentos conversaban, sobre todo del tema de moda, que eran los pequeños bronces junto a la diosa, la mayor parte del tiempo la pasaron en silencio. La comida les había resultado pesada, y aunado a la falta de ejercicio (ya que era su día libre), finalizaba en una somnolencia casi insoportable.

En algún momento, Aioria observó con detenimiento a su compañero de armas…

No entendía mucho de éste hombre, exasperantemente reservado… no como Camus… sino más bien del tipo conversador, pero sin exponer su sentir a nadie….

Bueno, quizás solo a su hermano, Aioros.

-Si no dejas de mirarme así –dijo de pronto el pelinegro –pensaré que te estás enamorando de mí, tío… y sabes que no eres mi tipo…

- ¡¿Que rayos…! –Leo, en ningún momento cayó en cuenta de lo perdida de su mirada - ¿Qué rayooos?

- ¡Vale chaval!… que no es que no estés cachondo… -casi nunca usaba ese acento… excepto en las cuantiosas ocasiones que deseaba sacar de sus casillas, al ya de por sí explosivo gato – por que cachondo… lo que se dice cachondo… lo estás…

- Te voy a matar… - Aioria incorporándose, parecía a punto de saltar sobre él, de modo asesino – te voy a matar… luego haré un rico guisado de chivo…

- ¡Olé con el misifú!… que se nos ha enfadado y todo… ¡Aráñame gatito!

Y mientras decía estas palabras, el capricorniano hacía un muy descriptivo gesto con las manos a modo de garras, enloqueciendo al otro aún más…

Pero cuando creyó que el castaño lo golpearía, una fuerte mano atrapó la suya, que aún permanecía en forma de garra, y fue jalado con fuerza, hasta chocar su pecho contra otro duro torso…

Apresado en un abrazo cálido, mientras el joven león recargaba la barbilla en su clavícula, causándole una sensación curiosa…

Pero lo que mayor impresión le provocó, fueron las palabras pronunciadas en su oído, con una voz ronca y dulce…

-Perdóname por todo, Amigo –susurraba Aioria – perdóname por haberte odiado…

-No… Aioria… yo –el pelinegro trataba de detenerlo, aunque no sabía por que – no…

-Por que ahora sé la clase de hombre que eres… lo que hiciste, yo también lo hubiera hecho en tu lugar…

-Aioria… -murmuró el otro, cerrando los ojos…

- Perdóname por no haber aprovechado todos esos años para conocerte… para saber que había en ti… pero no ocurrirá más…

- ¿Qué quieres decir?

- Lo verás… cada día… hasta que muramos juntos, como hermanos de armas… como amigos…

Y así los encontró Aldebarán, fundidos en uno de esos abrazos tan profundamente masculinos, que terminan por derretir hasta el Polo Norte… bueno, que hasta el Acuariano hubiese terminado enternecido…

-¿Interrumpo? –el amable Toro, les miraba divertido – por que esto tengo que grabarlo… de otro modo, nadie creerá que pasó…

- ¡Aldebarán! –ambos hombres se soltaron a un tiempo, saltando hacia atrás, como si les hubieran atrapado en algo malo…

-Niños… ya era hora de que reconsideraran… -el toro viró por completo, para encaminarse al Santuario - ¡Por cierto!... vengo a recordarles que estamos todos invitados a merendar en el Templo de Géminis… en quince minutos…

-¿Esta semana le toca a Saga? – preguntó el león

-Si… ya saben, y la próxima a mí… -Tauro se refería al ciclo de reuniones "afeminadas" que impuso un bastante convincente Afrodita de Piscis, (siempre es convincente, que la única forma de evitar que una rosa te exprima la sangre hasta morir, sea aceptando la petición de un lindo y nada compasivo pececito) que corrían por cada signo, una vez… y reiniciaban… - ¿vienen o que?

-Kannon llegó de visita, ¿verdad? –Capricornio se regocijaba con la idea, ya que el gemelo marino, solía ser de lo más divertido y agonizantemente bromista – y pensar que todos odiábamos la idea de Afrodita de hacer estos "tés"

Y mientras caminaban lentamente, un poco atrás del Santo de Tauro, Aioria detuvo repentinamente el paso, haciendo que el de ojos violetas hiciera lo mismo para encararlo…

Nunca esperó lo que a continuación sucedió… nunca se había considerado preparado para responder a algo así…

Por fin encontraba la paz, en cuatro simples palabras, pronunciadas tras una larga inspiración, y un profundo armarse de valor del noble ojiverde, que recordaría el resto de su vida, enlazadas para siempre al rojo de los árboles, y al crujir de las cobrizas hojas…

Parco como era, el Caballero de Capricornio, el causante de la muerte de su amado hermano, enemigo espiritual del león desde ese fatídico día, no tuvo más remedio, que usar la única arma disponible…

Se acercó al cabizbajo muchacho, y jalándolo como él lo hiciera en un principio, lo envolvió entre sus brazos, tal vez con mucho más calor…

Shura de Capricornio, el caballero más fiel, el guardián de la espada legendaria, el asesino de su mejor amigo… el hombre triste…

Se sentía perdonado en el alma… se sentía redimido…

"Te quiero mucho, Shura… "

Sí… definitivamente, el otoño era su estación favorita…