La pequeña olla burbujeaba con fiereza. El aroma de aquella cena era deliciosa y tortuosa, al mismo tiempo.
Kenny picaba las verduras con uan especial maestría en el manejo de las armas blancas. El choque del cuchillo contra la tabla era un golpeteo tan molesto como el tic tac de un viejo reloj a medianoche.
Levi se encontraba perplejo frente al ventanal, observando cómo la nieve cubría las calles lúgubres de aquella extraña ciudad.
Los vidrios estaban rotos y no existía ninguna puerta por donde ingresar. El hedor a abandono era demasiado asfixiante.
—Levi... —Kenny llamó su atención al verlo estático frente a un escenario silente. Suspiró y colocó las verduras dentro de la olla. Secó sus manos con la ropa y se acercó hasta su sobrino.
Su mirada había perdido la determinación y las fuerzas. Era un pequeño espíritu atrapado en la realidad de un mundo cruel.
Apretó su mandíbula y volteó a ver hacia el exterior. El viento frío agitaba el desordenado cabello del niño y podía presentir que estaba a punto de llorar. No obstante, no lo hacía.
—¿No crees que es tiempo de que aprendas algo para verte mejor? —el aludido no respondía. Era simplemente un delicado niño con un sentimiento ahogado en su alma— Han pasado más de tres meses, Levi. No sirve de nada que tú te conviertas en una estatua viviente mientras los demás continúan riéndose allí afuera...
Levi bajó la mirada y suspiró. Abrazó su cuerpo y apenas algunas lágrimas lograron salir al exterior. Las secó rápidamente y levantó su cabeza para mirar a su tío.
—¿Acaso te has puesto siquiera en mis zapatos, Kenny? —inquirió con cierto desdén. El pequeño frunció el ceño y agregó: —¿Dónde has estado durante todos estos meses?
—Eso no es de tu incumbencia, mocoso... —respondió rápidamente.
—¡¡PUES CLARO QUE LO ES!! —después de tanto tiempo de casi no escuchar su voz, que Levi gritara resultaba positivo para Kenny— Mi madre optó por vender su cuerpo para mantenerme y yo salí a las calles a ayudar a las personas con pequeños trabajos para poder ganar algo de dinero. Y tú... —refunfuñó— ¡Ella esperaba siempre tu llegada y sentía cómo la soledad se adueñaba de su corazón!
En cierto modo, Kenny sentía culpa. Por muchos años, él se había hecho cargo de su hermana y de su pequeño hijo. Sin embargo, las circunstancias orillaron al Ackerman a salir y abandonar su familia. Kuchel, al ser una mujer con escasos recursos y sin estudios, no tuvo otra opción para poder salir adelante.
—¿Tú quieres saber qué hacía mientras los dejaba solos? —de su bolsillo sacó la navaja que le había quitado al adolescente que molestaba a Levi y lo colocó frente a su rostro— ¿Sabes que es esto, verdad?
El filo de aquella arma era mortal a sus ojos. Sus manchas le recordaban a esa espantosa imagen que no podía olvidar jamás, despertando un descontrolado temblor en sus manos. El aire lo asfixiaba y su corazón estaba al borde del colapso emocional.
Los gritos desgarradores de miles de personas se presentaban en su mente, alterando su estado anímico.
No pudo evitar gritar y tapar sus oídos. Resultaba una cruenta tortura y Kenny sabía perfectamente lo que su sobrino estaba sufriendo.
—¡Tómalo!
Una vez más, la sensación de la sangre escurriendo por sus manos le generó repulsión. Se alejó de su tío y corrió hasta uno de los rincones de aquella casa abandonada que se habían atrevido a usurpar en esos días. Expulsó lo poco que había almorzado y su estómago se retorcía de dolor. Estaba agitado y sentía la necesidad de expulsar su memoria, de ser posible.
Trató de recuperar el aliento y regresó hasta Kenny. Miró con desdén la navaja y trataba de controlar sus emociones.
—No ganarás nada echándote al suelo y llorar por siempre... —sujetó la mano del pequeño y la extendió— ¡Tómala, Levi!
Con un extremo pavor y recelo, Levi recibió la navaja en sus manos y su temblor volvió a él, logrando que cayera al suelo.
Ofuscado, cerró sus ojos y procedió a llorar de rabia.
Kenny suspiró y lo levantó, colocándoselo nuevamente en su mano.
—Deberás superarlo, mocoso. Sé que podrás estar destrozado... —gruñó —¡Maldición, Kuchel también era mi hermana! —la impotencia lo abrumó —Pero la vida continúa y si no pones de tu parte, la mierda te comerá.
Levi abrió sus ojos y fue cerrando su mano para evitar que la navaja volviera a caerse. Debía controlarse y seguir adelante.
—Tú debes pisar la mierda, no dejar que ella te ensucie a ti—expresó y sacudió su cabello.
Kenny regresó hasta donde se encontraba la comida. La revolvió y probó. Hacía mucho tiempo que no preparaba algo tan elaborado, dado que él se conformaba con los enlatados o verduras crudas. No obstante, la presencia de su sobrino lo obligó a tener que ajustar sus hábitos para darle lo mejor de sí.
—Ven a cenar, mocoso. Luego te prepararé el baño y te enseñaré a cortar tu cabello—Levi volteó a verlo y notó cómo la tristeza residía en aquella mirada indiferente. Por un momento, sus orbes se encontraron y Kenny resopló—. A partir de hoy, te mostraré lo que sé hacer y saldremos a las calles. Te demostraré cómo limpiarte el trasero con las mierdas de esta sociedad podrida...
La determinación del Ackerman mayor era lo único que poseía Levi en ese momento.
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Después de haberse inmerso en el baño, meditando en lo que le deparaba en el futuro, Levi decidió que ya no debía continuar llorando.
No así.
"Prometo que los encontraré y destrozaré su cuerpo para vengar tu muerte."
Se observó nuevamente frente al espejo y notó la dejadez de su imagen. Estaba preparado para enfrentar la dura realidad que trataría de volver a dañarlo. Sin embargo, él debía fortalecerse física y mentalmente si deseaba buscar la justicia por mano propia.
Para ello, debía acompañar a Kenny para aprender a sobrevivir.
Al salir del baño, su tío le había solicitado que se vistiera de otra manera y para ello, debía utilizar lo que siempre llevaba dentro de su valija: ropa elegante, perfumes y zapatos que ocultaban su origen.
Estaba enfadado, ya que las prendas eran demasiado grandes para Levi y no había manera de que pudiera ponérselas sin quedar en ridículo.
Asimismo, necesitaba quitarse la ropa harapienta que traía desde hacía algunas semanas. Por esa razón, sólo optó por colocarse una camisa que cubría su cuerpo completamente y procedió a lavar la ropa que solía usar.
Una vez que hubo acabado, salió del baño y la colgó a escasos metros de la fogata que su tío había encendido.
Kenny observó lo que Levi se había puesto y se percató de su falta de consideración.
—Levi, te prometo que pronto saldremos de este lugar —se acercó hasta él y no pudo evitar sentirse angustiado al proyectar el rostro de su hermana en su sobrino —. Escúchame, deberás estar dispuesto a aprender todo lo que te enseñe o la vida será una porquería cuando salgamos de esta pocilga.
El pequeño asintió y su mirada se transformó en una colmada de energía y fiereza.
Un lobezno hambriento de venganza.
—Primeramente, deberás cortar estos mechones largos—indicó sujetando uno de ellos. Le dio una de sus navajas y le indicó cómo debía cortarlo—. Con que quede a la altura de tus orejas es suficiente. Tu cabello es liso y no se verá afectado si lo dejas hasta ahí.
Con cierta torpeza, el pequeño procedió a imaginarse frente al espejo, cortando lentamente cada mechón, incluyendo los de su nuca.
Kenny observaba cuán detallista y meticuloso era su sobrino, esperando que él mismo notara los errores de principiante. No obstante, por ser su primera vez, logró un corte bastante aceptable, dado que los mechones desparejos se encontraban en la zona de la nuca.
—Ahora, rasuraré la parte inferior. Ya verás que con este pequeño cambio, aparentarás más edad de la que tienes...
Sólo bastó que Kenny dijera eso para que Levi sintiera el rigor de ser visto mayor a su edad actual. Dada las circunstancias, él siempre fue considerado un niño debido a su baja estatura, pero su personalidad denotaba una fuerte madurez debido a los golpes de la vida.
Al acabar, Kenny le sugirió que fuera a verse al espejo. Levi asintió y cuando se encontró frente a él, estaba satisfecho.
Una nueva apariencia que lo hacía ver más rudo, acompañado de su rostro apático.
—Si no puedes dormir, te enseñaré algo que deberás ir puliendo tú solo—al mirar a Kenny, notó la seriedad con la que se expresaba.
Le solicitó que lo siguiera y ambos salieron afuera. El frío ya formaba parte de sus cuerpos y no percibían la tensión muscular.
Tomaron el gran terreno que estaba disponible y Kenny se ubicó frente a Levi. Incrédulo, el pequeño frunció el ceño ante la petición.
—¿Qué se supone que haremos aquí? —gritó y su tío comenzó a reír.
En ese momento, el Ackerman mayor sacó nuevamente su navaja y se ubicó en posición de pelea. Con el mismo apuntaba al abdomen del niño y su actitud era claramente hostil.
Levi tragó saliva y esperó a que Kenny hiciera su primer movimiento. Éste corrió hacia él y su objetivo era evitar ser herido por la navaja. De una u otra manera, Levi utilizó la ventajosa estatura y agilidad para sortear los obstáculos.
Sin embargo, la experiencia en peleas callejeras de Kenny obtuvo su primer acercamiento al dejar un corte en la mejilla del niño.
Levi sintió un ligero ardor y llevó su mano a ese lugar. Al ver la sangre que brotó de él, no pudo controlar el mareo y acabó descompensándose.
Kenny corrió a socorrerlo y a despertarlo con la petaca de whisky que solía llevar entre su ropa. De inmediato, Levi abrió sus ojos y comenzó a mostrar desagrado ante el aroma a alcohol.
—Apesta, ¡Qué asco!
Kenny comenzó a reír y extendió su mano para ayudarlo a levantarse.
—Mocoso, tendrás que seguir mis movimientos con mucha atención y enfocarte en tu objetivo—indicó mientras el pequeño sacudía su ropa —. No permitas que tu fobia te anule los sentidos o acabarán con tu vida.
—Perdón, traté de hacerlo, pero me mareé y aún no sé cómo podré superar esto—Levi se mostraba frustrado y molesto.
—Todo a su tiempo. Cuando la mierda quiera salir, sentirás la molestia y correrás al baño... —espetó Kenny mientras le cedía la navaja a su sobrino.
—Kenny... —el aludido enarcó las cejas —¿Cuál es tu afán de relacionar todo con la mierda? O es que acaso comes esa asquerosidad...
El Ackerman mayor comenzó a reír. Encolerizado, Levi cruzó sus brazos.
—Con esa cara de perro rabioso, sí sabes hacer chistes.
Su relación era extrañamente cómoda. Kenny se propuso enseñarle todas sus técnicas a su sobrino.
Él sabía que, tarde o temprano, necesitaría de ello.
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Los meses fueron pasando rápidamente. Kenny logró traer prendas adecuadas a su sobrino y su imagen cambió drásticamente.
También se dispuso a darle las últimas clases a su sobrino y esta se trataba de tiro con diversas armas.
Particularmente, el niño se desenvolvía con facilidad con los revólveres.
—¿No crees que es demasiado esto? —inquirió mientras trataba de acomodar el arma antes de dispararle a unas latas que se encontraban a una distancia considerable.
—Estoy seguro que tú harás un buen uso de esto. No saldrás por la vida matando gente, ni dañando a las personas porque sí —explicaba su tío mientras observaba las técnicas que utilizaba Levi para lograr mayor precisión—. A pesar de la vida de mierda que has tenido, tu sensatez es increíble. Aún conservas algo de inocencia pese a tu madurez. Por eso quiero darte mi mejor regalo.
Al disparar, Levi notó que su puntería era muy buena. De hecho, comenzó a pensar que debió haber nacido únicamente para eso. De repente, la imagen de su madre regresó a su mente y su cólera aumentó.
—Kenny... —el aludido volteó a verlo y notó la determinación en su mirada —¿Cuándo podré probarme frente a otra persona?
—Lo siento, mocoso. Eso no podrá ser posible ahora— luego levantó la vista hacia el cielo, quien había dado tregua a la nevada —. A partir de mañana, tú estarás bajo la custodia de un viejo amigo, mientras yo continúo con mi trabajo.
Desesperado, Levi arrojó el arma y corrió hacia Kenny. Lo sostuvo de su saco y gruñó.
—¿Es una estúpida broma? —inquirió encolerizado—¿Por qué rayos no me llevas contigo? Necesito encontrar a esos hijos de puta que mataron a mi madre y tú...
—¡¡YO TAMBIÉN LOS ESTOY BUSCANDO, MOCOSO INSOLENTE!! —quitó la mano de su sobrino y acomodó su ropa —AÚN ESTÁS MUY VERDE PARA TRABAJAR CONMIGO. NECESITO UN ALIADO, NO UNA MALDITA CARGA. CRECE, MADURA Y LUEGO IRÁS CONMIGO.
Atónito, el menor de los Ackerman bajó la cabeza al percatarse de su inmadurez en cuanto a la vida.
Apenas estaba aprendiendo a defenderse y era lógico que su tío no arriesgaría su vida en vano. Debía practicar y volverse fuerte para enfrentar ese tortuoso pasado.
—Aunque no esté de acuerdo, lo haré— Kenny lo miraba de soslayo—. Sólo espero que no me falles.
—No te preocupes, haré lo que esté a mi alcance para regresar por ti lo antes posible.
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Al día siguiente por la noche, ambos se dirigieron a un local ubicado en el centro de la ciudad.
Levi jamás lo había visto abierto, ya que solamente abría sus puertas luego de que el sol cayera y los oficiales de seguridad se retiraran del lugar.
Se escuchaba música alta y el barullo resultaba bastante incómodo para Levi.
—¿Qué se supone que es este lugar, Kenny? —inquirió desconcertado.
El Ackerman mayor tocó timbre y esperó.
—Obviamente no es una guardería, mocoso. Es un bar de mala muerte con shows para adultos—respondió con seguridad.
El pequeño chasqueó la lengua y refunfuñó.
Odiaba ese tipo de vida. Le molestaba que las mujeres se expusieran de esa manera sólo por dinero.
—¡Kenny! ¡Qué agradable sorpresa! —un hombre abrió la puerta y abrazó a su tío.
No tenía cabello, sus ojos cargaban unas pronunciadas ojeras que daban cuenta de las pocas horas que dormiría y vestía tan elegante como Kenny.
—Disculpa por venir a molestarte, Keith—carraspeó—. Pero necesitaré un favor.
—Lo que tú quieras.
—Necesito que cuides de Levi. Le dejaré algunas cosas que le servirán y te daré dinero para que administres para él —volteó a verlo y notaba su creciente enojo—. Por favor.
—No hay ningún problema, Kenny—dirigió su vista hacia el pequeño y estrechó su mano—. Levi, gusto en conocerte.
El pequeño dudó, pero su educación estaba por encima de cualquier cólera que pudiera tener.
—Hola.
El hombre percibió en el rostro de Levi la crueldad y el dolor, algo que ya había visto en múltiples ocasiones.
—Oye, ¿Puedes ayudarme con el mueble? —una niña irrumpió en la conversación, quedando asombrada ante la presencia de Levi— Keith, ¿quiénes son ellos?
El hombre comenzó a reír y se acercó hasta el pequeño Ackerman. Lo abrazó por encima de sus hombros y respondió:
—Él es Levi. Te pido que seas muy amable con él, ya que vivirá un tiempo con nosotros.
Molesto ante el contacto físico, el pequeño chasqueó la lengua.
—¿¿De verdad?? —la niña se ubicó rápidamente frente a él y sonrió. Luego tomó sus manos y dijo: —¡Bienvenido a nuestro hogar, Levi! Soy Hange, la hija adoptiva de Keith.
"Sus manos son cálidas, al igual que las de ella. Su semblante irradia alegría, pese a que su mirada carga con el mismo dolor que yo. Ella tiene algo que me intriga, estoy seguro de que guarda muchos secretos."
—Levi, sólo llámame así.
La niña no soltó las manos del Ackerman y corrió hacia el interior del lugar.
Aunque no estaba de acuerdo con convivir en ese ambiente, debía acostumbrarse a ello o morir en vano.
—¡Ven, te enseñaré la casa! —sin esperar su respuesta, Levi fue arrastrado hacia el hogar donde conviviría.
Mientras tanto, Kenny y Keith esperaron que los niños se alejaran para poder hablar claramente.
—¿Has tenido información respecto a ellos? —inquirió en voz baja.
—Si. Bueno, en realidad, sé que la familia Ackerman del oriente han sido masacrados, excepto su hija. Por eso quiero buscarla.
—¿Estás seguro de ir tú solo por esa valiosa información? Recuerda que no deben ser simples tipos con los que puedas lidiar así nomas... —espetó con preocupación.
—Lo sé, por eso quiero saber dónde se encuentra la niña y evitar que pase lo mismo que mi hermana—suspiró y frunció el ceño—. Sé que irán tras ella y así podré cobrarme todas las que me deben...
—¿Qué pasará con Levi? Él es muy pequeño...
—No lo subestimes, Keith—advirtió —. Podrá ser un enano insolente, malhumorado y quisquilloso; pero es un diamante que necesita ser pulido con el tiempo— musitó y sonrió —. Es lo único que me queda de Kuchel. Por favor, cuídalo de su apellido. Apenas encuentre información respecto de la niña, volveré por él.
—Está bien, pero no dejes de comunicarte conmigo para saber cómo te encuentras, amigo.
—Estaré bien, lo prometo.
Ambos estrecharon sus manos en pos de una promesa.
De allí en adelante, la búsqueda de Kenny sería la clave para hallar a los culpables de la muerte de Kuchel.
A partir de ese momento, Levi deberá prepararse y formarse para regresar con Kenny para vengar la muerte de su madre.
Dependerá del tiempo y del destino...
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Hola a todos!! Oficialmente comenzamos con el primer capítulo de esta obra, la cual nos da un ligero pantallazo de lo sucedido después del trágico prólogo.
Espero que haya sido de su agrado! Personalmente es una obra muy triste y cruda, dado que muestra una realidad que azotó la infancia de Levi.
En fin, agradezco infinitamente el apoyo y sus comentarios, son mi mayor combustible de vida.
