Años más tarde...

Cariño, despierta...

Podía oír su voz dulce, la misma con la que cada mañana susurraba en su oído.

—Levi, por favor, despierta...

Sus manos cálidas acariciaban su cabello. Ya no era largo ni desordenado. Había cambiado y estaba seguro de que su madre se sentiría orgullosa de él.

—Unos minutos más, por favor. Prometo que me levantaré en 10 minutos...

De pronto, una ligera molestia en su cabeza lo exaltó. Su frente dolía tanto como su espalda.

—¡Maldición, Levi! ¿Desde cuándo te has vuelto tan dormilón? —al girar su rostro, se topó con la mirada de Hange, quien llevaba una planilla en sus manos con la que lo había golpeado —Hace más de media hora que estoy llamándote.

Levi bostezó y se levantó de la silla. Estaba contracturado y con una extraña pesadez en su cuerpo.

—Cállate, cuatro ojos. No pude controlarlo—bajó la mirada y frunció el ceño.

Dormir en la silla no era buena idea.

—Te necesito—Hange suspiró y sujetó sus hombros, captando su mirada—. Hay unos sujetos bastante molestos allí y es momento de que saques a relucir tus habilidades—bromeó y luego revolvió su cabello —. Arréglate y solucióname ese problema.

El joven Ackerman asintió y Hange se retiró nuevamente.

—Nunca podré volver a dormir... —murmuró.

Habían pasado tantos años desde la última vez que vio a Kenny que ya no recordaba la razón por la que él se había marchado.

Quince años esperó por alguna noticia de su parte, una señal de que su misión estaba dando frutos.

No obstante, el tiempo fue quitándole las esperanzas.

Una vez más...

Keith había fallecido a raíz de un paro cardíaco, obligando a la joven Hange y a Levi a sobrevivir en aquel bar de mala muerte donde frecuentaban los vicios, el sexo y las peleas.

Mientras su amiga se encargaba de la atención al público, Levi era quien mantenía el orden en el lugar.

Levi era considerado el rey de aquella selva. El respeto que los ebrios y delincuentes le tenían era algo inexplicable para el resto de las personas que conocían al Ackerman personalmente.

Mientras trataba de espabilarse, Levi acomodó la corbata negra que solía utilizar y luego se colocó un sombrero similar al que utilizaba Kenny.

Esa era la única manera de mantener la esperanza por volver a ver a su tío.

Al salir de la habitación, notó que el bar estaba colmado de personas.

Las mujeres que se encargaban de atraer la atención masculina a través de sus cuerpos estaban tan atareadas, que no podían complacer a todos los presentes.

Extrañamente, los clientes parecían más calmados que de costumbre, a excepción por una de las mesas donde un joven hablaba a los gritos y golpeaba la mesa, amenazando la calma que reinaba en el lugar. No obstante, el Ackerman esperó el momento justo para aparecer y sacar la mugre que estaba estorbando.

—¿¡Por qué mierda no me dijiste que estabas con ella!? —gritaba y sujetaba a otro joven de la remera —¡¡PASÉ TANTO TIEMPO PLANEANDO CONQUISTARLA PARA QUE TÚ ME DIGAS DE UN MOMENTO A OTRO QUE TE CASARÁS CON ELLA!!

Arrojó al muchacho al suelo y luego vació la botella de vodka que estaba junto a él. La golpeó contra la mesa, obteniendo una peligrosa arma.

—¡¡JEAN!! —la desesperación estaba a flor de piel— ¡¡CÁLMATE, LAS COSAS NO FUERON TAL COMO CREES!!—gritaba el aludido —¡¡ESCÚCHAME, POR FAVOR!!

—¡¡NO CREERÉ ABSOLUTAMENTE NADA DE LO QUE ME DIGAS!! —cuando estuvo a punto de arremeter contra el muchacho, la mano del atacante fue detenida.

Los clientes de los alrededores estaban en silencio. Sabían que, al momento que Levi aparecía allí, las cosas se complicarían.

El Ackerman pateó detrás de las rodillas de Jean, aplicó la llave en el otro brazo y luego que cayera al suelo, pisó la muñeca de la mano con la cual sostenía la botella. También ubicó su otro rodilla en la cabeza del atacante, reduciendo cualquier posibilidad de resistencia.

Se acercó hasta él y espetó:

—En este lugar detestamos a las ratas malolientes que sólo acarrean con mierda en su cuerpo—aplicó más fuerza sobre la muñeca de Jean, logrando que soltase la botella —. Vete de aquí por las buenas. No te recomiendo para nada que seas echado como las cucarachas que pisoteo en las alcantarillas.

Atónitos, los clientes del bar comenzaron a murmurar ante la aparición de Levi.

El muchacho que fue atacado estaba realmente consternado.

—¡¡SUÉLTAME, ENANO DE PORQUERÍA!! ¿¿QUIÉN TE CREES QUE ERES PARA TRATARME ASÍ?? —gritaba Jean mientras trataba de zafarse de Levi. No obstante, la fuerza del Ackerman era descomunal.

—¡¡AQUÍ MANDO YO Y NINGUNA RATA HARÁ LO QUE QUIERA EN MI TERRITORIO!! —ejerció más presión en el brazo. Jean gritó desesperadamente mientras trataba de recuperar el aliento— ¡¡VETE, ANTES DE QUE ME ARREPIENTA DE NO MATARTE!!

De inmediato se alejó y acomodó su ropa. Jean se levantó con dificultad tanto por su estado de ebriedad como por el dolor ocasionado en su hombro. Al caminar de espaldas, chocaba con cuanta silla en su camino, cayendo en varias ocasiones.

Levi cruzó sus brazos y caminó en dirección a Jean, esperando que se retirase por completo. De inmediato, dos muchachos de la misma edad lo levantaron y lo llevaron fuera del bar. El Ackerman chasqueó la lengua y decidió volver a su lugar.

Lidiar con ebrios era su pasión.

Cuando pasó por al lado del joven atacado, estrechó su mano para ayudarlo a levantarse. Atónito, éste respondió a su gesto y se incorporó.

Sin embargo, se detuvo a contemplar la magnificencia de Levi ante los problemas. Él no titubeó ni un segundo al arremeter contra Jean, lo cual podía indicar que sería un hombre peligroso como enemigo.

—Que sea la última vez que ese idiota pisa este lugar... —murmuró mientras lo miraba de soslayo—O conocerán mi lado más oscuro.

El tono de voz de Levi sembraba pánico entre las personas presentes. Sabían que él era un hombre muy difícil de llevar y si se enfadaba, era capaz de arrasar con todo a su paso.

—Lo siento... No volverá a suceder—tragó saliva y sacó una tarjeta del bolsillo de su pantalón para dárselo a Levi—. Si Jean ha ocasionado algún daño al bar, sólo llámenme y me haré cargo.

El Ackerman tomó el mismo y leyó rápidamente el nombre de la persona que se había ofrecido a pagar los gastos.

¿Jaeger? ¿Es que acaso este mocoso es...?

—Perdón... —se levantó y salió corriendo, sin darle tiempo a que Levi pudiera reaccionar.

Al bajar la mirada, notó que su celular había caído, lo cual obligó a Levi a levantarlo del suelo y regresar a su lugar de trabajo.

—Jaeger... Eso sí que es extraño.

[...]

Al final del día, Hange estaba recostada sobre el sofá, tarareando una extraña canción.

Levi, por su parte, estaba encargado de limpiar el bar. Había cambiado su elegante ropa para colocarse el "uniforme" de limpieza, la cual constaba de un conjunto deportivo color negro, pañuelos que cubrían su rostro y cabello, guantes y una excelente motivación para ejecutar la acción más atractiva para el Ackerman.

Mientras lavaba cuidadosamente las copas, Levi miraba de reojo a Hange. Ella casi nunca se ocupaba de la limpieza porque él era muy meticuloso y siempre acababan peleando por sus métodos.

Sin embargo, ver que Hange tenía los pies sobre el sofá, lo irritaba.

—Enano, aunque tu rostro esté cubierto, puedo ver tu carita de fiera embravecida...—espetó Hange y sonrió.

—Cállate, cuatro ojos—respondió de inmediato—. Tú pareces una niña malcriada comportándote de ese modo—recriminó y abrió la llave de la canilla para que saliera con más fuerza.

El agua escurriendo en sus manos era relajante, pese a que tuviera guantes, podía sentir su temperatura. Recordaba sus días felices, aquellos cuando era ignorante de los problemas de los adultos.

—¿Me dices que soy una niña? Discúlpame, Levi, pero tú te comportas como un viejo cascarrabias que se la pasa limpiando como un maniático cuando sabe que a la noche siguiente volverán a ensuciar todo—Hange se sentó en el sofá y comenzó a quitarse el calzado. Al sacarse el primero, lo olió y revoleó su zapato en dirección a Levi. Hange río al ver la expresión encolerizada del Ackerman.

—¡Eres una mugrienta! —abandonó sus quehaceres, quitó los guantes y se dirigió hacia Hange con su zapato en mano.

La aludida estiraba sus brazos y reía nerviosamente al tratar de esquivar la ira de Levi.

—¡No, era broma, lo juro! —dicho esto, Hange recibió un zapatazo en su cabeza.

Aunque tratara de comportarse serio, Levi se divertía junto a Hange. Ella era la única persona que lograba hacer de sus días tortuosos en unos más llevaderos.

El comportamiento infantil de su compañera de hogar era lo que más necesitaba el Ackerman para no caer en la angustia ni en la ira.

—Tienes un asqueroso olor a pata mezclado con mierda de perro descompuesto, puaj—asqueado, Levi buscó el desodorante ambiental y comenzó a perfumar el lugar, echándole un poco sobre Hange —. Lávate los pies, cerda.

—¡No me compares con los cerdos, enano! —extendió su dedo medio e infló sus mejillas.

—No, chiflada. Estoy equivocado... —exclamó con sarcarmo y enarcó una ceja al ver que Hange tenía una expresión de grandeza al creer que Levi estaba dándole la razón— Los cerdos no tienen la culpa de esto y es una falta de respeto hacia ellos que te compare de ese modo.

Hange estaba boquiabierta, ofendida y con muchas ganas de redoblar la apuesta. No obstante, la astucia de Levi era inalcanzable.

—¡¡Me las pagarás, enano de porquería!! —corrió hacia él con su zapato en la mano, comenzando una extraña persecución tal como cuando fueron niños.

Sin embargo, un extraño ruido llamó la atención de ambos. Se detuvieron a escuchar y Levi fue el primero en salir a verificar lo que estaba pasando.

Preparó su navaja en mano y caminó con sigilo bajo la sombra de la noche.

Sollozos y súplicas, un sonido que solía escuchar en su infancia.

Sus manos comenzaron a temblar, sus dientes rechinaban y su corazón palpitaba con fuerza.

—Te di lo suficiente para que te la tragues, maldita zorra...

Sólo bastó esa frase para retrotraerse a su infancia rota. El rostro del tipo que venía por su madre era lo más asqueroso que podía recordar.

—Te he dicho que para eso debes pagarme un plus. No pienses que todo vale lo mismo, Auruo—la dulce voz de una de las mujeres que trabajaba en el bar era una de las protagonistas de aquella escena.

Ambos estaban detrás de un container, el mismo que utilizaban para colocar la basura de cada día. Un rincón hediondo, inhóspito para cualquier alimaña.

—No pagaré un centavo más... —escuchó un golpe en la pared —Chúpala y traga hasta la última gota, asquerosa zorra...

—¡¡No, he dicho que no!! —suplicó una vez más.

Paralizado ante sus recuerdos, Levi sentía cómo el nudo en su garganta lo asfixiaba. Su cuerpo no respondía, pero deseaba hacerlo.

—¡¡Déjame en paz!!

"Tú debes pisar la mierda, no dejar que ella te ensucie a ti."

De inmediato, el parálisis que lo mantuvo estático por algunos minutos se esfumó. Su mirada se cargó de ira, atravesando los obstáculos impuestos junto al container.

Levi llegó a la escena, lanzándose contra el hombre que estaba atosigando a una de sus empleadas.

Con su navaja en mano apuntando directamente en su yugular, ejerciendo presión con su diminuto y fuerte cuerpo, el Ackerman arrinconó al atacante.

Su respiración era agitada. Su cólera se incrementaba al ver la imagen distorsionada del mejor cliente de su madre. Aquel asqueroso hombre que lo veía como una bolsa de basura, el mismo que odiaba cada día más.

Con la punta de su navaja atravesó apenas la piel del hombre, asustando en cierto modo a la mujer.

—¿Tan difícil es asumir cuando una mujer no quiere hacer algo? —murmuró.

—No te metas en asuntos que no te... —no pudo continuar su frase al notar que Levi estaba dispuesto a matarlo si fuera posible. De pronto, notó que ese hombre de contextura baja albergaba mucho rencor y fuerza mental, la suficiente para derribar a cualquiera.

Ante esa perspectiva, Levi era considerado como David, el único hombre que era capaz de acabar con el gigante Goliat, ignorando cualquier obstáculo que pudiera interferir en sus actos.

—Será mejor que te vayas, maldito cerdo o sabrás cuánto disfruto de rebanar carne podrida para tirar en ese container... —amenazó.

De pronto, Auruo comenzó a reír, aumentando el cólera de Levi.

—¿Piensas que soy igual de cobarde que esos idiotas?

—Lo eres...

De inmediato, el Ackerman alejó la navaja del cuello para clavarlo en la pierna, a escasos metros del miembro del hombre. Al tener los pantalones bajos, el dolor era aún más fuerte.

Los gritos desgarradores del mismo era lo único placentero para Levi.

—¡VETE DE AQUÍ Y NO VUELVAS NUNCA! —lo pateó y quitó la navaja del cuerpo de Auruo.

Luego sujetó la mano de la joven y corrió junto con ella hasta el interior del bar. Al cerrar la puerta, Levi volteó a verla y notó la angustia en su rostro.

Las lágrimas eran una de las características más comunes dentro de esa horrible labor. Sentía rabia al pensar en cómo podrían existir hombres tan asquerosos e insensibles.

—¿Te encuentras bien, Petra? —inquirió con preocupación y se acercó hasta ella para observar su rostro.

Las marcas de su mejilla eran evidentes. No lo soportaba, ella tenía una vida similar a su madre.

—Si, Levi. Lo siento, no debiste presenciar eso. La próxima... —trataba de excusarse mientras secaba sus lágrimas.

—Petra, sé que sonará mal, pero de verdad me gustaría que dejes de hacer eso por dinero. Te arruina la vida, de verdad... —la congoja con la que se expresaba era desmesurada.

Si bien se sintió impotente en su infancia debido a que no tenía los recursos ni las fuerzas, ahora era diferente.

—Perdón, Levi. No volveré a permitir que ningún cliente me maltrate.

—¡DEBERÁS DEJAR DE HACER ESO POR EL ASQUEROSO DINERO, PETRA! —exaltado, expulsó aquella ira que guardó por años —¡ES INMUNDO, ESPANTOSO Y TORTUOSO! ¡HAZTE RESPETAR, MUJER!

Al ver la determinación en las palabras de Levi, Petra se avergonzó de que el Ackerman haya sido testigo del incidente con Auruo. Sabía que su vida fuera del bar era horrible, pero pensar en que alguien como Levi se podría preocupar, era algo impensado.

—Perdóname, pero no puedo continuar con esto—de inmediato, Levi se retiró hasta la oficina y cerró la puerta tras él.

Sus ojos se cargaron de lágrimas y vivenció una vez más la angustia de una infancia complicada. Sin embargo, tenía la esperanza de que Petra pensara acerca de su vida.

Se dejó caer al suelo y llevó sus manos al rostro. Estaba desorientado y sólo necesitaba una señal para continuar adelante.

Sonó el teléfono.

Levi se asombró, ya que nadie sabía el número y jamás habían marcado. Se levantó y caminó hasta él con cierta desconfianza. Tomó el tubo y lo llevó a su oído.

—¿Hola?

—¿Levi, eres tú?

Su corazón se paralizó al volver a escuchar aquella voz ronca. Se oía diferente, algo no marchaba bien.

Kenny, ¿por qué...?

—Lo siento, mocoso. No podré volver por ti, pero sí cumplí mi promesa.

—¿Dónde estás?

—No tiene sentido ahora. Sólo necesito decirte algo. Ve y busca al búho, él tiene algo para ti. Ella te necesita, por favor.

—¿Ella? ¿De quién me hablas?

Mikasa, ese es su nombre. Tú sabes, el apellido no es importante.

De inmediato comprendió que ella podría ser una Ackerman.

—Por favor, ve por ella. En esa casa está la clave de la muerte de Kuchel. Mikasa es el puente que te guiará.

—Kenny, ¿te encuentras bien?

—Lo siento, Levi. Debí ser un poco menos rudo contigo, pero me dio gusto saber que te di lo mejor de mí. Estoy orgulloso, de verdad.

—¡¡NO ENTIENDO!! MALDITA SEA, KENNY, NO ME HABLES ASÍ...

—Perdón, Levi. Espero que puedas cumplir nuestra promesa de vengarla...

—Pero que...

De inmediato, el tono se cortó y el sabor amargo que Levi sentía era realmente agobiante.

¿Qué significaba ese llamado?

[...]

Al día siguiente...

—¿Estás seguro de que aquí lo has perdido?

—Si. Sólo que me avergüenzo de ir por él. El hombre que cuida este bar es muy peligroso y dudo que quiera verme.

—Eres un idiota, Eren—de inmediato, un portazo indicó que había bajado en dirección al bar.

Pese a que se encontraba cerrado, Eren fue arrastrado hasta ese lugar para volver por su celular. Estaba seguro de que allí estaba gracias al GPS.

Sin embargo, el destino llevaba a que Levi pudiera comenzar a acercarse a su venganza.

La joven tocó el timbre del local, con la esperanza de que alguien se encontrase despierto y la atendiera.

Suspiró y volvió a pulsar el timbre.

De inmediato, la joven se topó con un hombre que abrió la puerta y le regaló su mirada carente de vida. Cargando con unas pronunciadas ojeras y una expresión semejante a la de alguien que había llorado, la chica suspiró antes de tomar la palabra.

—Perdón por venir a esta hora, soy Mikasa y vine por el celular de...

Aquel semblante vacío se convirtió en uno completamente cargado de vida. Su corazón volvió a latir con fuerza y su cuerpo experimentó por primera vez las ganas de continuar con su camino.

—¿Mikasa? ¿Tú eres Mikasa?

Aquel primer encuentro era clave. Levi tenía una importante misión que involucraba a una joven llamada Mikasa, la cual lo llevó directamente hacia él. Sin embargo, no entendía el motivo por el cual estaba allí.

—Si, bueno, mi prometido vino ayer y olvidó su celular aquí. Por eso me atreví a llamar al local.

—Si, de hecho, lo tenía en mi bolsillo con la esperanza de que el mocoso volviera por él—metió la mano dentro de su pantalón y sacó el mismo.

Lo depositó en las manos de Mikasa y ella agradeció el gesto. No quitó su mirada de encima, encontrando algunos rasgos que lograban cautivarlo.

Determinada, alegre y con una sonrisa que lo hacía estremecer. Mikasa era una completa desconocida con un extraño poder sobre su ser.

—De verdad, agradezco mucho tu amabilidad. Quisiera recompensarte... —cuando Mikasa revolvía su cartera, Levi detuvo su brazo y negó con la cabeza— ¿Por qué? ¿Estás seguro?

—No te molestes. Es amabilidad y honestidad.

—Está bien, muchas gracias —sonrió y dio media vuelta para regresar al automóvil.

Levi se detuvo a contemplar su belleza natural, una sonrisa genuina capaz de hipnotizar a cualquiera que se atreviera a mirarla a los ojos.

La Mikasa que su tío le había nombrado podría ser la misma con la que se había topado, o no.

Ese era el siguiente paso en su vida. Debía averiguar si esa joven era el nexo entre su pasado y presente.

"Mikasa, juro que te encontraré y cumpliré con el pedido de mi tío. Te protegeré y averiguaré cuál es la conexión que nos une..."

.

.

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Muchas gracias por leer este segundo capítulo!!!

Estoy súper emocionada porque sientan atracción por esta historia que, por como habrán notado, no tiene al romance como trama central. Espero que lo hayan disfrutado y leeré sus bellos comentarios y/o testamentos (que los amo)

Los adoro.