Mientras observaba la multitud tras la barra, Levi degustaba una taza de té que había preparado especialmente.

Hange lo miraba de soslayo y negaba sutilmente con la cabeza al ver al Ackerman.

—¿De qué te ríes? —inquirió de repente, exaltando a su amiga y compañera de techo.

Hange dejó caer su rostro contra el mostrador y comenzó a reír a carcajadas.

—De tu don para ver el futuro —levantó la cabeza y sacó su lengua de forma divertida —. Realmente eres un bicho muy raro.

—Soy un bicho con clase. No tomaré esa porquería para que después apeste a ebrio como ellos—espetó con desdén—. Además, tomar té me permite pensar detenidamente lo que quiero hacer—su seriedad era preocupante.

Hange suspiró y buscó una copa para tomar vino. Mientras le quitaba el corcho, inquirió:

—¿Qué es lo que te tiene tan inquieto? Verte tan silencioso me da miedo, ¿sabes? —ironizó.

Levi vació el contenido de su taza y fue hasta el lavatorio para no dejarla sucia. Mientras buscaba en repasador para secarla, respondió:

—Ayer llamó Kenny—sin ningún tipo de tacto, Levi confesó lo que guardó por unas cuantas horas.

—¿¿Kenny?? —asombrada, Hange sonrió y se acercó a Levi para sacudir sus hombros —¿Cómo se encuentra y dónde? Ese hombre nos dejó muy intrigados cuando llegaste a este lugar y...

—No lo sé—cabizbajo, el Ackerman apretó su mandíbula al sentirse impotente nuevamente —. Sólo me dijo el nombre de la persona que debo buscar para continuar con mi venganza.

Aquella mirada cargada de ira era semejante a un volcán activo a punto de erupcionar. La catástrofe era latente, sólo bastaba un poco más de tiempo para arrasar con la ciudad que lo acogía.

—¿De quién se trata? —tomándose el asunto con seriedad, Hange bajó su tono de voz y se mostró comprensiva con Levi —Si puedo ayudarte, sólo dime.

—Dijo que fuera con el Búho. Él tiene algo para mí que está relacionado a ese asunto—resopló y volteó a ver hacia el salón.

Estaba nuevamente colmado de ebrios que reían a carcajadas, dejaban caer sus billetes al suelo y se fotografiaban. Las empleadas del bar eran quienes atraían su atención y generaban el mayor ingreso al incitarlos a tomar. No obstante, las propuestas sexuales abundaban y esa parte del trato era en la que Levi no estaba de acuerdo.

—¿¿¡¡Qué!!?? —exaltada, Hange abrazó por encima de los hombros a Levi y se acercó a su oído para susurrar lo que tenía que advertirle— Escúchame bien, no lo nombres a la ligera...

Ante la actitud de su compañera, Levi tragó saliva y frunció el ceño.

—¿Qué es lo que pasa o de qué me he perdido? —balbuceó el Ackerman, fastidioso por cargar con el peso de Hange sobre él.

—El Búho es el soplón de la pandilla de Sina. Tú sabes que... —levantó la mirada, dirigiéndola hacia una de las mesas donde había un grupo de hombres con lentes oscuros— Ellos pertenecen a la pandilla de Shingashina y el rubio alto es su líder.

Levi volteó en la dirección que Hange le indicaba y notó la mirada de quién ella decía que era el cabecilla de la pandilla. Era un hombre mayor que ellos, con un peinado extravagantemente prolijo con gel, lentes oscuros y un habano en mano. Una de las jovencitas del bar intentaba seducirlo, pero la mirada de ese hombre no se despegaba de donde se encontraban Hange y Levi.

Al rodar los ojos, notó que su compañera estaba casi babeando por ese tipo. Levi suspiró y la quitó de encima suyo.

—Ya sé, te gusta ese pandillero y por eso tu cerebro está modo idiota cuando él viene—expresó el Ackerman mientras observaba cómo Hange se percataba de su expresión desesperada ante la belleza de ese hombre.

—¿Qué...? Bueno, yo

—No tienes porqué negarlo. Te conozco mejor de lo que tú misma crees—resopló —. Me alegra saber que hay algo que te atraiga más que jugarme bromas pesadas, pero déjame decirte que tengas mucho cuidado. Los pandilleros son personas peligrosas y no quiero salvar tu culo porque te metiste en la cama de ese tipo por pura calentura, ¿entiendes?

Hange bajó la mirada y sonrió.

—Me gustaría decir que es eso, Levi. Sin embargo, a Erwin lo conocí hace mucho y él no me recuerda, pero yo si. Desde ese momento supe que estaba enamorada. Creí que sería algo infantil y que de adulta se esfumaría, mas mi corazón está latiendo muy fuerte al verlo aquí —las palabras sinceras de Hange habían tocado el alma de Levi. Sonriente, se paró junto a ella y palmeó su hombro. Desconcertada, volteó a verlo y contempló la paz en su mirada —¿Levi?

—Si es eso, estaré contigo para apoyarte. No quiero volver a ver a una mujer llorando por un hombre y mucho menos si se trata de una relación pasajera— por más que tratase de ocultar sus verdaderos sentimientos respecto a su pensamiento, sentía una profunda alegría al escuchar que Hange estaba enamorada. Realmente deseaba que fuera feliz, pero el temor lo abrumaba.

—¿Sabes? Eres un enano adorable cuando quieres—se abalanzó hacia él y lo abrazó —Gracias por no abandonarme cuando más lo necesitaba.

Estático, Levi se mantuvo en silencio unos segundos. Aquella calidez en un abrazo era algo que había olvidado y que fuese Hange la persona que se lo volviese a recordar, era invaluable.

—Ustedes me salvaron a mí cuando Kenny se fue. Es lo mínimo que podía hacer—susurró—. Hange, ya suéltame, me ahogas.

—No lo haré, no te soltaré—bromeaba.

Porque su cariño fraternal era tan inmenso, que ambos agradecían que su cruenta vida los haya encontrado y juntado.

Hange era la razón por la cual Levi aún continuaba aferrado a la esperanza de un mundo mejor y él era el motivo por el cual ella despertaba alegre cada mañana e intentaba arrebatarle una sonrisa.

[...]

"Los lugares donde abunda la información clandestina son en los bares de mala muerte como el nuestro.

Ten cuidado y lleva dinero, lo necesitarás."

Levi detuvo el vehículo a escasos metros de la entrada a los barrios bajos de Sina. Por fuera, los grandes edificios ocultaban el gran suburbio que arrastró al Ackerman.

Pero por dentro, las casas eran más precarias. Algunas apenas tenían aberturas que cubrieran a sus habitantes del frío y las lluvias; otros ni siquiera tenían una construcción de ladrillos, sino que se trataban de simples tablones de madera o chapas.

Levi decidió bajar y adentrarse al lugar.

Acomodó su sombrero y guardó las manos en los bolsillos de su sobretodo.

Con su mirada fija en los pequeños detalles del lugar, su corazón comenzó a palpitar con más fuerza.

Escuchaba gritos de madres con sus hijos, renegando por los quehaceres hogareños; veía a los ebrios durmiendo en el suelo, con sus pantalones orinados y rodeados de moscas ante la inmundicia. La basura se acumulaba en las esquinas, atrayendo a las alimañas que se alimentaban de aquellas sobras diarias.

—¡Hey, tú! —una voz ronca intentaba captar la atención del Ackerman. Ante su indiferencia, repitió: —¿Estás sordo?

Levi detuvo su paso. La oscuridad lo amparaba y el frío lo envolvía.

Su cuerpo estaba estático, pero debía pensar en continuar adelante.

—A ti jamás te hemos visto por aquí... —los pasos se acercaban.

—Cálmate, es un niño rico—¿Ves acaso su vestimenta? No cualquiera se atreve a entrar a esta alcantarilla sin haber tomado orina de rata— ambos hombres comenzaron a reír a carcajadas.

Inmediatamente, su mente se retrotrajo a ese momento en el cual era apenas un niño débil, sin energías y con muchas responsabilidades que no le correspondían.

Sin embargo, ahora era diferente. Ya había crecido, era un hombre maduro y con muchas herramientas para sobrevivir en las calles.

—Estoy de paso. No sé preocupen por mi presencia —respondió sin dar la vuelta. Sus manos se movían lentamente, aguardando el siguiente paso.

—¡Qué extraño! Hace muy poco, los renacuajos de Shingashina se colaron en este lugar y adivina qué... —sin notarlo, Levi fue rodeado por ambos— Acabaron en el mismo pozo donde todos van a cagar.

Levi bajó la cabeza y esbozó una sutil sonrisa. Los hombres fruncieron sus labios y formaron puños.

Su vista estaba tan entrenada como su cuerpo, dándole la ventaja de reaccionar ante el primer golpe.

Esquivó y devolvió el mismo hacia la mandíbula de uno de ellos, logrando que cayera intempestivamente.

—¡¡MALDITO!! —el otro lanzó su primer golpe en dirección a las costillas de Levi. En su mano izquierda portaba una manopla con púas de acero.

Al sentir aquella sensación de dolor que aún no sucedía, el Ackerman dio unos pasos hacia atrás, desestabilizando a su oponente. En ese momento, preparó su navaja para poder batallar al mismo nivel.

Con una pierna utilizada como apoyo y la otra como guía, la guardia de Levi era alta, lo cual intimidaba a su temporal enemigo.

—Veo que no eres una rata cualquiera... —ironizó —¡Estoy algo intrigado por golpearte, idiota!

Nuevamente, la inexperiencia del hombre a diferencia de Levi era increíblemente abismal. Sin embargo, la rabia por no encontrar un punto débil era indignante.

Para no continuar con aquella lucha sin sentido, el Ackerman arremetió contra su oponente de una fuerte patada en su pecho, golpeándolo duramente contra la pared de uno de los edificios abandonados, arrebatándole cualquier posibilidad de volver a levantarse debido a su falta de aliento.

Tirado en el suelo, con sus brazos extendidos, Levi se acercó hasta él y pisó fuertemente la mano que llevaba puesta la manopla. Con una furia desmedida y sin un ápice de piedad, el Ackerman oyó los gritos del hombre que pedía desesperadamente que no continuara con eso.

El crujido de los huesos que se quebraban eran desgarradores, pero las calles lo orillaban a demostrar cuánto había aprendido para ganar.

—Ustedes, asquerosas cucarachas, se metieron con el hombre equivocado —gruñó y dio media vuelta, en dirección al interior de los suburbios.

La desesperación de su enemigo de pelea era desmesurada.

Pero Levi no estaba dispuesto a titubear. Si dudaba tan sólo un segundo, perdería la batalla e incluso, la vida.

Mientras caminaba lentamente, atento a todo lo que sucedía a su alrededor, una voz lo detuvo inmediatamente.

—Ackerman—nadie más que Kenny y él sabían su apellido.

—Ya veo... —murmuró y volteó en su dirección —Tú has de ser el búho.

La risa del hombre le confirmó su teoría y caminó hasta él, mirándolo fijo.

Un hombre con una considerable altura. De contextura delgada, rostro alargado y pronunciadas ojeras que denotaba su vida nocturna; eran sus características más visibles.

—Estaba esperándote, pero lamentablemente aquí no tengo lo que buscas—murmuró y se detuvo frente a él —. Ven mañana a esta dirección en ese horario y luego olvídate de mi existencia.

El hombre le entregó un papel. Levi lo leyó de inmediato y luego lo guardó.

—Así será.

Cada vez se acercaba más a su objetivo.

[...]

Al día siguiente, la lluvia lo había recibido con los brazos abiertos. Un espantoso comienzo, colmado de misterios que estaba a punto de resolver: ¿Qué había pasado con Kenny? ¿Por qué razón se alejó sin dar explicaciones? ¿Qué es lo que el búho tiene para él?

Eran interrogantes que lo abrumaban.

Finalmente, su encuentro había roto aquella cortina que escondía el escenario al cual debía continuar avanzando.

—Kenny dejó esto para ti—espetó y le entregó un gran sobre de papel madera.

Las manos de Levi temblaban. Allí estaría la llave con la que abriría la primer puerta hacia su objetivo.

¿Qué era lo que allí se encontraba?

Lo abrió con cierto temor y fue deslizando los papeles que se encontraban dentro. También había una fotografía.

Cabello negro y ojos del mismo color. Rasgos asiáticos y tez clara. Una sonrisa radiante, típica de una muchacha feliz.

Sin embargo, su espíritu combativo había vuelto a aflorar. Sus ojos, cargados de ira y rencor, soltaron sus primeras lágrimas al retrotraerse a su pasado.

Un sinfín de recuerdos se instalaron en su corazón. Los más dolorosos eran los predominantes, mas lo único que lograba mitigarlo era la sonrisa y voz de Kuchel.

—Ella es la última. Actualmente se encuentra bajo el cuidado de la familia Jaeger, una familia de renombre y con alto poder adquisitivo—el humo emanado del habano que portaba ese hombre, raspaba la garganta de Levi —¿Puedo saber qué hará?

El Ackerman se mantuvo en silencio. Bajo su paraguas negro, portando un traje oscuro y un sombrero que ocultaba su cabello; se escondía un hombre con sed de venganza.

Aquella fotografía le generó escalofríos y eso se debía a los tortuosos recuerdos de su madre y esos tipos que se burlaron de su cuerpo y espíritu, arrebatándole la vida con una saña tan despiadada, que ni un animal salvaje podría igualar.

Además, confirmaba el hecho de que se trataba de la misma mujer.

—Es confidencial. Tú solamente cumple con tu trabajo y no te metas en mis asuntos—llevó su mano al bolsillo y luego sacó la billetera—¿Cuánto te debo?

El hombre dudó al principio. Tenía intención de aprovecharse de él y sacar ventaja de su talento. No obstante, las malas lenguas decían que ese tal Levi era un tigre salvaje perdido en medio de la ciudad.

—Con 150 estamos a mano—expresó, desesperanzado. El Ackerman sujetó su mano y le cedió unos cuantos billetes arrugados.

Levi levantó la mirada al cielo. La lluvia no daría tregua esa noche. El cielo volvía a llorar...

—Quédate con el cambio—expresó y comenzó a caminar bajo la densa cortina de agua.

El hombre, desconcertado, comenzó a contar el monto que Levi le había dejado en sus manos. Tal fue su asombro cuando notó que su paga fue el triple de lo acordado.

—Con que Levi, eh. A lo mejor, todos esos tipejos te envidian por ser como eres... —balbuceó y se retiró en dirección contraria al Ackerman.

"Kenny, he cumplido mi parte del trato. Tu sobrino ha recibido tu encargo e irá tras ella."

[...]

A partir de entonces, la vida de Levi cambió por completo.

Sus días eran dedicados especialmente a la búsqueda de Mikasa y de los movimientos de la familia Jaeger.

Casualmente, ella salía muy poco y era difícil que lo hiciera sola.

Cada día, él esperaba pacientemente la salida de la joven. Observaba detenidamente cada movimiento y trataba de elaborar la ruta habitual de todos los miembros de la familia Jaeger.

—Aparentemente, el joven es el futuro heredero de todo eso—murmuró luego de ver a Eren, el hijo menor—¡Qué hipócritas!

Resoplaba. En sus manos llevaba la fotografía de su objetivo y fruncía el ceño cada vez que trataba de enfocar su mente.

Ella mencionó que el joven era su prometido. Mikasa era la protegida de la familia, pero algo no cuadraba en ese asunto y eso debía averiguar.

Escondido en su vehículo, Levi disimulaba cada vez que un Jaeger salía de la mansión, ocultándose tras el periódico que había comprado.

Luego de varias horas, vio que la mujer de su fotografía llegaba al destino. Caminaba con elegancia y su expresión se debía a su gran educación.

Esbelta, delicada y con una expresión seria, evadía las miradas lascivas de cualquier hombre a su paso.

—Alta sociedad—espetó —¡Repugnante!

No soportaba a la clase alta. En general, todas las personas que pertenecen a esa casta, denigraban a las personas de bajos recursos.

En sus manos, la joven cargaba una abultada cartera y una bolsa que, podría suponer, sería de un local de ropa.

Cuando aún se encontraba a media cuadra de la mansión, una moto se detuvo a su lado. Eran dos sujetos que cubrían sus rostros con los cascos negros.

El conductor esperó a que su acompañante bajara y se adelantó a velocidad baja. El hombre que estaba detrás, corrió hacia la chica y la arrinconó contra el paredón, apuntándole con una navaja.

Si existía algo que exasperaba al Ackerman era la injusticia y la inseguridad. Mientras él estuviera allí, no le importaría darles su merecido a quién no respetase las normas.

Levi, desde su punto, arrancó el vehículo, llevándose por delante al conductor de la moto, quien salió expulsado luego de ser impactado. Frenó de inmediato y bajó corriendo. Una vez que llegó al lugar, le propinó un golpe tan fuerte y certero, que no pudo siquiera ver de dónde había salido.

Luego de mucho tiempo, su puño dolía. Había utilizado de mal modo su fuerza y eso ocasionaría un problema a corto plazo. No obstante, esto fue maravilloso.

Levi respiraba agitado.

—Mu... muchas gracias—la dulce y tierna voz provenía del suelo. La joven estaba aterrorizada.

—No es por nada—Levi acomodó su saco, resopló y caminó en dirección al vehículo que había dejado atrás.

—¡Mikasa! ¿Te encuentras bien? —la voz de un hombre atrajo la atención de Levi, instándolo a voltear. Allí vio al más joven de la familia Jaeger, Eren.

Nuevamente ese muchacho.

—Estoy a salvo gracias a él... —señaló y el joven volteó en dirección al Ackerman—De no ser por ese hombre, no sé qué hubiera pasado.

Eren bajó la mirada y estrechó su mano para ayudar a Mikasa. Una vez que ella se levantó, expresó: —Te he dicho que necesitabas tener un guardaespaldas. Es peligroso que salgas sin protección.

Levi giró sobre sí mismo y caminó hacia su automóvil.

Había llamado mucho la atención. Debía actuar con cautela, no así.

Cuando estaba subiendo, Eren se acercó a él y gritó: —¡¡Quiero contratarlo!!

¿Era broma o realmente estaba solicitando su servicio? ¿Acaso no recordaba su peculiar carácter?

El Ackerman, molesto, rechinaba los dientes y sentía cómo su sien palpitaba desaforadamente.

Estaba a punto de explotar.

—Ustedes, la gente adinerada, creen que pueden tener todo lo que quieren cuando quieran. Deberían aceptar un No más seguido—respondió con desdén y cerró la puerta.

Desde pequeño que sentía recelo por la clase alta. Esa no sería una ocasion distinta.

Eren insistió golpeando la ventanilla y al notar que el Ackerman no tenía intenciones de frenar, se ubicó frente al vehículo, con los brazos extendidos. Levi chasqueó la lengua y bajó el vidrio.

Eren se acercó nuevamente y expresó: —Le pagaremos muy bien. Mikasa necesita un guardaespaldas como usted. De verdad.

¿Guardaespaldas? ¿Por qué una niña tan privilegiada necesitaría de los servicios de una persona que estaba acostumbrada a lidiar únicamente con ebrios?

Él no sería una niñera, ni un burro de carga. Levi deseaba saber qué secreto cargaba Mikasa, no estar detrás suyo como un maldito perro guardián.

Sin embargo, Levi lo pensó un instante. Él tenía un sólo objetivo y eso implicaba a los Jaeger.

¿Sería oportuno aceptar esa oferta?

—Lo pensaré. Mañana le responderé. Por el momento, debo regresar a mi hogar—se excusó para analizar detenidamente la oferta.

—No se arrepentirá... —aseguró y el Ackerman volvió a subir la ventanilla.

El Jaeger le permitió el paso y el Ackerman decidió irse a velocidad moderada.

Eren estaba seguro de que su intuición no fallaría.

El joven,resignado y feliz al mismo tiempo, observó cómo Levi se retiraba del lugar. Mikasa, por otra parte, sintió algo completamente extraño.

Su cuerpo experimentó una calidez que alteró el curso natural de su sangre. Su piel se estremeció y su voz se esfumó. Sus labios palpitaban con fiereza como si tratase de gritar algo que no había planificado.

Su cabeza presionaba de tal forma, que no había palabras que describieran tal molestia.

—¿Te encuentras bien, Mikasa? —la voz de Eren la despertó de aquella vacilación.

—Sí. Volvamos a casa, por favor... —el joven Jaeger llevó su bolsa y abrazó a Mikasa.

Mientras iban caminando, la chica volteó una vez más en dirección hacia donde se había ido Levi.

—¿Por qué sentí que mi sangre hirvió de ese modo? ¿Qué fue eso? ¿Quién era él?

El plan comenzaría más pronto de lo que podían prever.

Levi y Mikasa guardaban en sus corazones el secreto que los unía más allá de su apellido...

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Muchísimas gracias por todo el apoyo brindado a esta obra!!

Estoy muy conforme con la interacción que tengo con ustedes y me da gusto saber que esta historia los va atrapando poco a poco.

Estamos a un paso de saber qué decisión tomará Levi y qué oculta la familia Jaeger.

No se pierdan las siguientes actualizaciones! Los adoro.