—¡Maldición! —expresó y golpeó fuertemente el volante del vehículo.
Dejó caer su rostro sobre él y resopló.
Debía ser cauteloso y no llamar la atención. No obstante, nada de eso ocurrió y no tuvo una mejor suerte que ser atraído hacia un empleo junto a la mujer que debía investigar/proteger.
"¿Por qué razón tengo que cumplir con una misión tan arriesgada? ¿Qué sabrá esa mocosa respecto a quienes asesinaron a mi madre? No lo entiendo."
Rodó los ojos y vio nuevamente el sobre con la información proporcionada por el Búho.
Suspiró y lo tomó para leer cada uno de los papeles.
—Actualmente, Mikasa Ackerman es la protegida de la familia Jaeger. Se habían instalado fuera de la ciudad durante gran parte de su infancia y adolescencia, arribando a Shingashina hace algunos meses.
Aunque poco se sabe de su relación, fuentes confiables informaron que el hijo menor de la familia y la joven Ackerman están comprometidos— leyó en voz alta y reconoció de inmediato la caligrafía de ese papel—. Bien, no creí que Kenny fuera tan formal para escribir.
Esbozó una sutil sonrisa y suspiró. Dejó caer su cabeza hacia atrás y cerró sus ojos. Estaba exhausto y su cuerpo necesitaba energía para continuar.
Un buen almuerzo preparado por Hange sería la mejor opción para pensar qué hacer luego.
Una vez que estaba listo mentalmente, bajó del automóvil y lo aseguró. Guardó la llave en el bolsillo y caminó rumbo a la entrada.
Al intentar abrir la puerta, se sorprendió de que estuviera cerrado, lo cual llamó su atención.
"Hange está despierta a esta hora y nunca coloca seguro. Algo extraño sucede..."
Levi había guardado una copia entre los ladrillos flojos de la edificación, escondido especialmente para cualquier ocasión que lo amerite.
Con cierto temor, colocó la misma en la cerradura y abrió lentamente.
Sus manos temblaban nuevamente, su cuerpo deseaba petrificarse, mas él luchaba contra sus propios traumas de niño e intentaba romper aquel bloqueo mental con su propia fuerza. Nadie más que él mismo podría combatir y eliminar a los fantasmas de su pasado.
Con sumo sigilo, Levi ingresó al bar a través del salón. Observó minuciosamente cada rincón: Todo parecía exactamente igual. El fétido aroma característico, los rincones asignados a cada ebrio, pandillero y hambriento de mujeres; las marcas de los vasos de whisky y los ceniceros llenos de colillas.
Era evidente que Hange no había limpiado desde la última noche.
Encolerizado por todo lo que había para limpiar, Levi decidió enfocarse en lo que realmente le preocupaba: Hange.
En el salón existía el silencio, pero cerca de la habitación principal donde solía descansar Keith, se oían extraños sonidos.
Frunciendo el ceño, apretando fuertemente su mandíbula y con la navaja lista para usar, Levi derribó la puerta de una patada y se detuvo de inmediato al encontrarse frente a un nuevo escenario que lo dejaría atónito.
—¿Acaso nadie te enseñó a golpear la puerta, enano estúpido? —regañó Hange al otro lado, refunfuñando ante la repentina aparición del Ackerman.
Levi llevó la mano libre a su rostro y comenzó a balbucear antes de explotar.
Aquella habitación era donde Hange solía dormir cuando se encontraba completamente exhausta, que eso sucedía raras veces.
Era extraño verla por allí porque tanto Levi como ella tenían cierto recelo por ese cuarto.
Como el Ackerman solía dormir pocas horas y en lugares completamente incómodos, Hange pasaba más tiempo en la segunda habitación, la misma que ocupaba en soledad antes que Levi llegase a sus vidas.
Por esa razón, él no dudó en entrar a inspeccionar lo que estaba pasando, pero fue tal su sorpresa que aún no podía asimilar lo que había visto.
—Lo siento mucho, Levi—espetó Moblit, uno de sus más fieles proveedores del bar y escapó del tornado que estaba a punto de arrasar con todo a su alrededor.
El hombre salió con la ropa hecha bollo entre sus manos, completamente desnudo y con una erección que desapareció inmediatamente al ver a Levi.
Por otra parte, Hange se encontraba igual que Moblit. Sin embargo, pese al momento incómodo, la mujer estaba más tranquila y no sentía vergüenza alguna de mostrarse tal como llegó al mundo frente a Levi.
Al retirarse su acompañante, Hange se levantó de la cama y comenzó a buscar sus prendas, las cuales estaban regadas por el suelo.
—Cuando termines de vestirte, ven al salón. Tengo algo que contarte—ordenó el Ackerman y resopló.
—¡Espera, Levi! —gritó y captó la atención del mismo —Perdón si te preocupé. Sé que tú no te comportas como un maniático a menos que presientas que algo no marcha bien— expresó y sonrió.
Levi cruzó los brazos y asintió.
—Gracias, Hange. Hazme el favor de darte un baño y vestirte—espetó en tono bromista—. Está bien que este bar esté en decadencia, pero no la empeores con tu exhibicionismo, ¿quieres?
Una vez más haciéndose la ofendida, Hange cruzó sus brazos y desvió la mirada.
—Idiota...
Levi esperaba cualquier escenario, mas no ver a su amiga en pleno acto sexual con su proveedor, cabalgando con fiereza y arrojando las pocas cosas que había sobre la mesa de noche.
Era molesto, pero Levi quería reír por su equivocación. Por primera vez, su intuición falló.
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Cuando hubo acabado, Hange se dirigió al salón del bar y notó cuán reluciente estaba el lugar: Las mesas ordenadas, las sillas sobre ellas; el aroma a desinfectante y desodorante ambiental predominaba en la zona.
Pero lo que más le llamaba la atención a Hange era que Levi no se había cambiado la ropa para limpiar y se había dormido en uno de los sofás.
Su compañera y amiga regresó a una de las habitaciones y buscó una manta. Volvió a la sala y tapó cuidadosamente al Ackerman, de modo que no sintiera frío.
Era el único momento en el que Levi estaba sereno y sin un ápice de rabia en su rostro. Por momentos, Hange sentía que era un niño que necesitaba cariño y que él mismo se rehusaba a ello. Pese a su mal carácter, su vocabulario vulgar y su impaciencia, Levi era un hombre noble, sensible y con mucha fuerza física y mental.
Bajo los pies del Ackerman estaba el sobre que el Búho le había dado. Hange lo levantó y sintió tanta curiosidad por su contenido que no pudo evitar ojear lo que había allí dentro.
—¿Nunca te enseñaron que es de mal gusto husmear las cosas de los demás? —la mujer se exaltó al oír la voz de Levi. Al mirarlo, notó que él aún tenía sus ojos cerrados pero su ceño estaba fruncido.
—Perdón, esto estaba en el suelo y bueno... —en ese momento, el Ackerman abrió sus ojos y le pidió a Hange el sobre. Ella se lo devolvió y él sacó las hojas que estaba allí dentro.
La mujer lo observaba detenidamente y confirmaba que Levi nunca dormía profundamente.
Vivía en estado de alerta.
—Mira esto—le dio la fotografía y esperó su reacción.
Hange sentía que había visto a esa mujer. Rascó su mejilla y volteó la fotografía.
—¿Esta chica no es la misma que vino el otro día? —él asintió y ella se mostró sorprendida.
—Mikasa Ackerman es la prometida de Eren Jaeger, el tipo que casi era golpeado aquí en el bar—explicaba Levi mientras se acurrucaba dentro de la manta—. Mientras estuve siguiendo sus movimientos, no tuve una mejor idea que defender a esa mocosa de unos tipos que querían robarle.
Hange miró divertidamente a Levi y se sentó junto a él.
—Oye... —lo codeaba— ¿Y es tan guapa como en la fotografía?
—No lo sé. No estoy viendo quién tiene cara de mierda y quién no... —respondió con un deje de fastidio— La cuestión es que ese mocoso me propuso ser guardaespaldas de esa chica y, siendo franco, no tengo ganas de ser el perro faldero de nadie.
Hange miró a Levi, denotando su enfado y demostrando que había perdido la paciencia tal como solía hacerlo él.
—¿Eres idiota o qué? ¿No ves que se te presenta la oportunidad de tu vida para que nadie sospeche lo que estás averiguando y tú empiezas con tus estupideces? —se acercó a él y lo sujetó de los hombros —¡Tú mismo has dicho que esa chica tiene un lazo directo con lo que sucedió con tu madre y estás pensando en desperdiciar esa oportunidad por tu estúpido orgullo!
Los labios de Levi comenzaron a temblar de rabia. Sabía que Hange estaba en lo cierto, pero su orgullosa personalidad era tan fuerte como para negarse ante tal oportunidad.
Además, sus temores afloraban y sentía que si continuaba adelante, encontraría información que lo desestabilizaría emocionalmente, manifestando su lado más vulnerable.
—¡Hazme el favor y llama a ese muchacho para aceptar ese trabajo! —ordenó Hange y cruzó sus brazos.
Más allá de sus propios conflictos internos, lo que a Levi realmente le preocupaba era abandonar el lugar que compartía con Hange. Sentía que dejaba desprotegida a su más preciada amiga y le costaba despegarse de esa idea.
Sin embargo, su vida giraba en torno a su objetivo y tampoco dejaría de lado su búsqueda únicamente por ella.
—Te conozco tanto que hasta puedo leer tus pensamientos... —espetó después de un incómodo silencio— Levi, tú me entrenaste para que supiera defenderme sola si tú estabas ausente. No te preocupes por mí, estaré bien y podré sacar adelante este bar de mala muerte que tanto amaba Keith.
El aludido bajó la mirada al sentirse descubierto.
Sabía que Hange podía ser muy hábil para defenderse, pero las calles y las personas que estaban fuera eran más crueles y violentas de lo que parecían. Sin embargo, le daría una oportunidad de demostrarle que sí confiaba en ella e iría tras su objetivo.
—Está bien, Hange. Lo llamaré y hablaré sobre esa propuesta.
Había una persona que lograba regañarlo y recordarle que el sendero de la búsqueda de la verdad sería el más difícil de transitar.
Sólo Hange podía recordarle que él era un Ackerman, aún sin que ella lo supiera por seguridad.
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Luego de llamar al joven Jaeger, Levi subió a su automóvil y manejó hasta un lujoso restaurante del centro de Shiganshina.
El Ackerman no estaba seguro de ingresar a un lugar como ese, pero no tenía otra opción.
Era momento de comenzar la farsa y esconder su pasado como Levi Ackerman. Su vestimenta era lo más destacable, ya que lucía un pantalón negro que ajustaba perfectamente su cuerpo, una camisa blanca y unos zapatos de cuero negro relucientes.
Oculto entre su ropa estaba su navaja, el regalo que Kenny le había dejado desde hacía varios años.
Además, cargaba un maletín con papeles inservibles para cualquier persona, mas no para Levi, ya que allí escondía su revólver y balas.
Al ingresar a la recepción del restaurante, se dirigió a la mesa de informes.
Más que un restaurante, parecía un hotel para ricos.
—Hola, buenas tardes—carraspeó.
—¡Bienvenido! ¿Tiene reservada una de nuestras mesas en este restaurante? —inquirió la recepcionista con un tono sensualmente molesto para el Ackerman.
—Si. Vengo de parte del joven Eren Jaeger.
Fue tal la sorpresa de la joven, que enseguida se retiró de su puesto de trabajo para guiar a Levi hasta la mesa donde se encontraría con Eren.
La recepcionista realmente buscaba llamar la atención del Ackerman desde el momento en que había llegado, pero aún más cuando supuso que sería conocido de la familia Jaeger.
"Interesada. Es obvio." pensó Levi al hipotetizar sobre la actitud de la recepcionista.
La mujer caminaba lentamente, contoneando delicadamente su cintura y acomodando su larga, sedosa y rubia cabellera rubia.
Los tacones resonaban en el salón, llamando la atención tanto de los hombres como de las mujeres presentes.
Levi estaba incómodo ante lo que podría pasar luego. Temía por muchas cosas.
Pero su principal miedo era fallarle a Kenny y al recuerdo de Kuchel.
—Bien, aquí es donde el señor Jaeger ha reservado—la muchacha lo invitó a sentarse en una mesa de cuatro personas. Aún no había llegado, lo cual le daba tiempo suficiente para prepararse mentalmente.
—Muchas gracias.
—¿Desea ordenar algo hasta que llegue el joven Jaeger?
No podía negar que tenía ganas de probar el menú completo del lugar, pero su presupuesto se desplomaría de inmediato luego de ver los precios.
—Una taza de su mejor té negro sin azúcar, por favor—ordenó y se acomodó en uno de los lugares contra la pared.
—Aguarde un instante y se lo traerán—la joven se retiró rápidamente, dejando a Levi a solas.
Mientras el Ackerman esperaba su infusión, cruzó sus brazos y trataba de analizar la situación con calma.
Ser guardaespaldas implicaba ser observador nato y procurar proteger la vida de la persona en cuestión.
Nada diferente a lo que Kenny le había dicho por teléfono.
Debía estar preparado para enfrentarse a todo lo que pudiera vulnerar la seguridad de Mikasa y averiguar sin que los Jaeger lo noten.
—Aquí tiene su pedido, señor— un joven camarero dejó la humeante taza de té negro que tanto ansiaba tomar frente a él.
—Muchas gracias.
Levi sujetó la taza por los bordes de la misma y no por su asa, tal como suelen usarlo convencionalmente.
Su mal recuerdo de como tanto él como su madre habían salido heridos cuando a Levi se le cayó la taza con té caliente, aún seguía en su memoria tan vigente como ese día. Todavía sentía el ardor en sus manos y podía ver la sangre que escurría de las de su madre al juntar los fragmentos de la porcelana rota en el suelo.
—¡Oh, qué puntual! —la voz del joven se presentó y Levi volteó de inmediato —¿Hace mucho que has llegado?
—No realmente— lo que sorprendía a Levi era que no estaría solo con Eren, sino que Mikasa estaría presente en la reunión.
Ella se sentó frente a Levi y sonreía. Él la miraba de soslayo y se preguntaba la razón por la cual lo veía de ese modo. Se sentía incómodo pero pensó que tal vez Mikasa sería una persona opuesta a él.
Risueña, extrovertida y feliz.
Cuando Eren finalmente se ubicó, dejó unos papeles sobre la mesa.
—Bien, quiero ser breve y tampoco deseo robarte mucho tiempo, eh... —al no saber el nombre del hombre frente a él, detuvo su discurso.
—Levi, sólo así—al percatarse del detalle, decidió aportar lo que podía detener a Eren.
—Gracias, Levi. En fin, seré franco y conciso—hizo sonar sus dedos y se acercó hacia el Ackerman para bajar el tono de su voz—. Quiero contratarte como guardaespaldas de Mikasa para que ella pueda salir a donde desee sin temor a que alguien intente atacarla.
Levi frunció el ceño y decidió acorralar al joven Jaeger con las preguntas que estuvo pensando durante todo el viaje.
Tomó los papeles que Eren dejó frente a él y los leyó rápidamente. Eran cláusulas de su contrato en caso de que tomase el empleo.
—Aceptaré gustoso si me respondes algunas cuestiones. Como sabrás, de aceptar ese ofrecimiento estaría poniendo en riesgo mi integridad física y necesito estar al tanto de todos los posibles escenarios en los cuales la señorita se vería expuesta —espetó con desdén —¿Esto está relacionado al mocoso revoltoso de la otra noche? —inquirió refiriéndose a Jean.
Eren se avergonzó de inmediato y Levi supuso que Mikasa no estaba al tanto de esa información.
Punto a favor de Levi.
—Ese asunto es parte del pasado. Me ocupé personalmente de ese detalle y no tomará represalias— sin entender lo que estaban hablando, Mikasa miraba tanto a Eren como a Levi, intentando encontrar la respuesta a su conversación en código —. No deberías preocuparte por cuestiones amorosas, para eso tiene a su prometido.
Levi esbozó una sutil sonrisa. Era tan imperceptible que ni él había notado la satisfacción al escuchar la firmeza de Eren al hablar.
Punto para Eren.
—Bien, ya que no tiene que ver con esa tema... —resopló —Dime una cosa, ¿tiene relación con algún tipo de cuestión financiera o con algunas personas que se encuentran en grupos donde pudieran causarles problemas si se toparan con ella?
El silencio fue la respuesta a la pregunta. La incomodidad en el rostro de Mikasa denotaba que se trataba de lo que él también deseaba saber.
Eren, preocupado, tomó la mano de la Ackerman y frunció el ceño antes de hablar.
—No responderé a ello porque no es de tu incumbencia—espetó y agregó: —¿Aceptarás o rechazarás este empleo? Sé que implica un riesgo y por eso tu salario será el doble de lo que gana generalmente cualquier guardaespaldas, pero sé que estás capacitado para cumplir perfectamente con ese trabajo y podrás cuidar de Mikasa.
Definitivamente era punto para Levi. Tal como lo había supuesto.
—Aceptaré el ofrecimiento —respondió con seguridad. Luego, volteó hacia Mikasa y añadió: —Haré mi mejor esfuerzo para protegerla.
La Ackerman levantó su vista hacia Levi y su espíritu experimentó un sentimiento que había olvidado.
La sensación de sentirse protegida y alguien en quien podría confiar su integridad.
—Bien, mañana comenzarás a trabajar para nosotros. Te esperaré aquí a primera hora—Eren le entregó una tarjeta donde figuraba la dirección exacta donde estaban viviendo —. Iré a pagar la cuenta y luego volveré por ti, Mikasa.
—¡No, yo pagaré lo que consumí! —exclamó Levi de inmediato.
—No, yo lo haré y no permitiré que lo hagas—cuando Eren se retiró, Levi notó una extraña atmósfera en donde se encontraba.
Al mirar de soslayo, notó que Mikasa estaba viéndolo fijo y con clara intención de preguntarle algo.
Al no soportar la presión de ser visto de ese modo, procedió a preguntar sin titubeos:
—¿Qué tanto ves en mí?
Dirigió su mirada directamente a los ojos de ella y notó la angustia guardada detrás de sus orbes oscuras.
—Tú... —murmuraba—tú me recuerdas tanto a alguien. No puedo explicarlo con exactitud, pero siento que cuanto más te miro, más creo que te conozco.
¿De qué rayos está hablándome? A veces pienso que Kenny estaba tan loco como esta mocosa al arrastrarme hasta ella.
—Es imposible que tú me conozcas. Las únicas veces que nos hemos visto fue cuando fuiste al bar por el celular de tu prometido y luego, cuando quité a esos ladrones de tu camino—respondió con naturalidad.
—Si, lo sé. Pero no estoy segura de ello...
La conversación no pudo continuar debido a la aparición de Eren, quien esperaba a Mikasa para regresar a su hogar.
La joven se levantó y volteó a ver una vez más a Levi.
—Hasta mañana, Levi. Espero no causarte tantos problemas —sonrió.
—Eso espero.
La Ackerman se acercó hasta Eren y tomó su mano. Levi volteó discretamente para observarlos y ver qué tan verdadera podría ser su relación.
Seguía pensando que había algo que no terminaba de cerrarle y esa hipótesis debía comprobarla cuanto antes.
Al estar cerca de ellos, se percató de un detalle: existía algún tipo de secreto detrás de su compromiso.
Levi estaba dispuesto a indagar en la mugre donde estaban escondidos los Jaeger. También, deseaba conocer la incógnita que rodeaba a Mikasa y su pasado, la cual la conecta con Levi y Eren al mismo tiempo.
Pasado y presente. Una dualidad que representa la tragedia en la vida de Mikasa y que determinará su futuro.
¿Levi podrá hallar las respuestas que necesita para encontrar a los asesinos de Kuchel?
